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37| INCLUSO SI MUERO

Amigo mío...

En las últimas semanas, con los días frescos de la temporada, me ha dado por escribirte al menos, un baúl entero de cartas, pero sé que tu tiempo es escaso, y tan valioso como el oro que se extrae fructíferamente de las minas recién descubiertas por estos lares, así que me limito a enviarte sólo una de ellas. El Duque y nuestros hijos se encuentran de maravilla, gozando de la calma y el pintoresco entorno que trae la llegada de la primavera; incluso SuNoo, que como bien sabes, es un doncel inquieto, pero tal parece que los festivales y las caminatas por el pueblo le han mitigado las ansias de salir a revolcarse sobre el lodo, o trepar hasta la copa del nogal más alto de nuestro jardín, como la última vez.

El vecino, aunque cascarrabias como de costumbre, nos ha enviado una tarta de fresas con su nieta, quién parece estar bastante interesada en formar una amistad con JaeHyuk, algo que me acongoja, por supuesto, pero que me resulta inevitable...

En algún momento de tanto embrollo en las palabras escritas en aquél pedazo de papel, Taehyung perdió el hilo del relato. La sensación de tener tantas manos tocando su cuerpo al mismo tiempo le resultaba abrumadora. Por un lado tenía HyunJin con sus instrumentos extraños revisando su vientre, y por el otro, a toda su corte y sirvientes limpiando su piel con un paño húmedo.

Debido a su estado tan avanzado de embarazo, y su delicada salud, le era imposible levantarse de la cama para algo más que hacer sus necesidades. Sus deberes como consorte fueron pausados a petición de su esposo, quién en esos momentos, se encontraba del otro lado del mundo en un intento por darle fin al juicio que se llevó a cabo para el nombramiento oficial de su heredero, pues aún era nombrado con el apellido Min.

Tanta fatiga, sumada a la desesperanza por salir a refrescarse, lo tenía malhumorado la gran parte del día, y por ese motivo, con el ceño fruncido por el incesante parloteo de su doncella al pie de la cama, decidió interrumpirla.

-EunJi, recuérdame quién envió eso-, dijo el doncel con la voz pausada, pues había comenzado a tener dificultades para respirar con normalidad, por lo que pronunciar aunque fueran simples oraciones, el aire no parecía querer colaborar.

-La Duquesa de Céndia, mi señor-, pronunció ella en un hilo de voz.

-Sáltate las partes innecesarias, y sólo dime cómo va todo por allá.

Una vez que se puso al día con los acontecimientos en Céndia y la familia de su primo, HyunJin, al terminar de examinarlo de pies a cabeza, suspiró, logrando que el doncel se girará alarmado para verlo, y que, con mucho esfuerzo, se sentara correctamente en la cama, para posteriormente acariciar con recelo su vientre hinchado.

-¿Algo va mal?-, indagó con genuina preocupación-. ¿Mi bebé está bien?

-No se preocupe por nada, su alteza. El príncipe se encuentra en perfectas condiciones, está bien posicionado, así que sólo queda esperar los dolores de parto-, le aseguró el médico con una sonrisa amable, las arrugas en sus ojos haciéndose cada vez más evidentes con el paso del tiempo; pero poco le duró el gusto en su semblante, gradualmente fue perdiendo la pintoresca ilusión en la curva de sus labios-. Sí mis cálculos no me traicionan, a partir de hoy y hasta dentro de tres semanas podría entrar en labor, aunque, yo le recomiendo inducir el sangrado cuánto antes, pues los astrólogos pronostican un eclipse para esas fechas; pero, en realidad es usted quien me preocupa, su alteza, puedo notar lo cansado que se encuentra. Debió hacerme caso cuando nos enteramos de su embarazo.

-¿Y asesinar a mi bebé?-, inquirió con amargura, arqueando una ceja en su dirección-. No me fastidies, amigo mío, que así como me encuentro aún puedo hacer que te decapiten.

-Lo lamento, su alteza, pero su juventud se le está escapando; bien sabía que llevar a término un embarazo bajo estás circunstancias, podría no sólo perjudicar al príncipe gestante, sino que también acabar con su vida...

-Te he repetido incontables veces que no menciones ese tema a tan tempranas horas de la mañana-, lo reprendió, y tanta fue su molestia que se zafó del agarre de sus doncellas para evitar que continuaran con su labor-. Y ustedes, muchachas ingratas ¿Podrían dejarme solo? Puedo bañarme yo mismo.

-No puede, su alteza-, volvió a intervenir HyunJin como venía haciendo cada mañana desde que le prohibió salir de su alcoba-. Su majestad ha dado órdenes estrictas respecto a...

-Si si, lo que tú digas-, lo interrumpió con los ojos en blanco-. Hablando del rey, ¿Hay noticias suyas?

-Así es, su alteza-, respondió Nam EunJi, la hermana menor de su amigo el pintor, quién se había convertido en un aliado excepcional al igual que ella, a pesar de su despistada personalidad-. Ha llegado una carta suya esta mañana, tal parece que fue enviada hace aproximadamente dos meses.

-Dime, EunJi-, suspiró con irritación, viendo a la joven temblar en su lugar-. ¿Por qué motivo me comiste la paciencia con la carta de la Duquesa en vez de informarme sobre la carta de mi esposo?

-Lo lamento, mi señor...

-¡Ya! Sólo dime si hay buenas noticias; mientras tanto, ustedes dos-, dijo señalando a un par de jóvenes donceles-. Envíenle una carta a la Duquesa expresándole mis disculpas por no ser yo quién empuñe la pluma, y expliquenle también mi estado de salud. Agreguen un par de obsequios para mis sobrinos, y el nuevo producto que nos llegó de Estambul para mi primo, y de ser posible, pidanle que me visite cuánto antes, a Hoseok, me refiero, por supuesto, estoy seguro que si no lo especifican tendré a RaeRa martillando mi cabeza desde el día de mañana. Estoy a punto de dar a luz y lo último que necesito es a esa bella pero tan apasionada mujer en mi habitación. Me encantaría ver a mi primo antes de que nazca este bebé.

-¿No estará queriendo despedirse, verdad, su alteza?-, le preguntó el joven con lágrimas en los ojos, pero Taehyung se rió, sabiendo de antemano el cariño que sus más cercanos le tenían, y por supuesto, por la posibilidad de su muerte durante el parto.

-No niño, no voy a morir. El príncipe nacerá con bien y yo viviré por un par de décadas más. Tengo tanto que hacer, mis hijos aún son jóvenes, y la universidad para mujeres y donceles ya debería haber abierto sus puertas hace meses, así que, y en cuanto me recupere retomaré el proyecto y los enviaré a ambos a estudiar ahí.

-Su alteza-, volvió a hablar EunJi, no permitiendo que el dúo revoltoso continuara aplazando la orden que el castaño le había dado-. Su majestad el Rey, y el príncipe heredero partieron de vuelta al día siguente de que se enviara la carta; así que, deberían estar por llegar...

-¡Dios santo!-, exclamó con una sonrisa-. ¡Rápido, apresurense! Háganse cargo del banquete, y díganle a EunWoo que venga a verme.

Las doncellas se levantaron de sus cojines para reverenciarlo antes de salir, pero el carraspeo de HyunJin, detuvo sus pasos.

-Su alteza, no creo que sea prudente llamar al príncipe EunWoo...

-¿Por qué razón?

-Bueno, él...

-¿Qué ocurre con mi hijo?-, bramó con las manos hechas puños sobre las sábanas.

-Su alteza ha presentado su primer sangrado esta madrugada.

De repente las palpitaciones de su corazón fueron lo único audible para él. Frente a sus ojos se proyectaron los diez años transcurridos hasta llegar a ese momento, las risas, las tristezas; todo ese cúmulo de vivencias que lo fueron formando. Su vida marital había cambiado por completo, y ya no era sólo el esposo del Rey, sino que, era Kim Taehyung, genuina y verdaderamente había formado una identidad; dentro ella estaba el ser el padre de sus príncipes, el joven al que le arrebataron la vida, y el hombre que amaba y sabía perdonar.

EunWoo, quién nació dos años después de su primogénito, era un niño alegre, un doncel que a pesar de su naturaleza extraña, creció libre de los comentarios maliciosos y ahora anticuados sobre aquello que había perturbado a Taehyung desde su niñez; pero, y aunque era bien sabido que aquellos niños se convertían en donceles capaces de dar vida a muy corta edad, el consorte no estaba preparado mentalmente para ello.

-¿Por qué no me lo dijiste?-, le preguntó al médico con la voz quebrada y los ojos cristalinos por la sal acumulada en ellos-. Mi niño... Debe estar asustado.

-Está sensible, su alteza, pero se encuentra bien.

-Tengo que ir a verlo.

-Su alteza, le suplico que no se levante de ésta cama, y que tranquilice sus nervios.

-¿Cómo puedes pedirme calma cuando mi hijo está pasando por un mal momento?-, está vez, al alzar la voz, su llanto brotó-. EunWoo siempre ha sido un niño susceptible a los cambios, seguramente está llorando en su cama, y yo debo ir a consolarlo. Soy su padre.

Sin dejarles espacio para rechistar, y aún con tan sofocante dolor y cansancio, Taehyung se levantó de la cama, se cubrió con una bata y se encaminó descalzo por los pasillos hasta llegar al ala designada para el descanso de sus hijos.

Al estar YeonJun junto a su padre en los juzgados universales, había un solo soldado frente a su puerta, mientras que en la del doncel, la custodiaban al menos tres de ellos.

-¡Su alteza!-, saludaron al unísono los hombres, reverenciandolo y callando sus bocas cuando éste los pasó de largo y se adentró en los aposentos del príncipe sin mencionar absolutamente nada.

Tal y como lo esperaba, la que anteriormente era una habitación iluminada y llena de vida, se encontraba en penumbras, los ventanales se mantenían cubiertos por las gruesas cortinas, y sobre la cama destendida yacía el diminuto cuerpo de su hijo, quién sollozaba en silencio, ahogando su llanto en las sábanas.

-EunWoo-, pronunció el castaño tras tomar asiento al borde de la cama, intentando retirar las cobijas para verle el rostro, pero sólo encontró sus negros cabellos despeinados y desplomados contra las almohadas-. ¿Estás bien?

Al reconocer el timbre amable en su voz, y aquel característico aroma floral, el príncipe decidió salir de su escondite, girándose en la cama para mirar a su padre.

-Papá-, le dijo entre llanto, pegando su rostro a su vientre para posteriormente abrazarlo con fuerza-. Me voy a morir.

Cediendo a los deseos de su hijo, y también por la incomodidad propia, Taehyung se recostó en la cama, se cubrió con las sábanas y le permitió al príncipe llorar a gozo sobre su pecho.

-No vas a morir, EunWoo-, le aseguró con una sonrisa, acariciando sus cabellos para apaciguar su llanto-. Esto que te está pasando no es mortal, a decir verdad es bastante común, podría decirse que natural. Desde siempre has sabido que eres un doncel, y lamento mucho no haberte advertido sobre esto pero...

-¡Estoy sangrando!-, lo interrumpió histérico-, Y me duele mucho.

-Yo también paso por eso, EunWoo-, lo cortó de inmediato, molestándose por el tono empleado, pero dejándolo pasar para evitar que su niño se alterara más-. Al ser donceles no nos ocurre tan frecuentemente como a las señoritas, pero es algo con lo que tendrás que vivir toda tu vida. Cuando yo era niño, así como tú, también experimenté lo mismo, y a diferencia tuya, no tuve a mi madre a mi lado para explicarme sobre lo que me estaba sucediendo, pero aquí estoy, tú no estás solo.

-Papá, tengo mucho miedo...

-No debes, mi príncipe.

-HyunJin me dijo que ahora puedo casarme y tener bebés. ¡Yo no quiero tener bebés ni salir de aquí!

Taehyung se rió con ironía sobre aquello, pues era el mismo HyunJin, un doncel que había logrado escapar del matrimonio y la responsabilidad de formar una familia, quién le había metido esa idea a su hijo.

-¿Y en quién crees tú? ¿En HyunJin o en tu padre?

-Es que él es un médico...

-Y yo soy el rey consorte-, lo interrumpió de nueva cuenta-. Su majestad te adora EunWoo, yo también lo hago, así que, te prometo que te casarás únicamente cuando así lo desees, aunque, no he de mentirte, no podrás hacerlo con cualquier hombre, y muy seguramente tendrás hijos, pero al menos por ahora solo tienes que seguir siendo tú mismo. Esconderemos esto de tu padre y comenzaremos a educarte como un señorito en un par de años. Mientras tanto, en cuanto vuelvas a sangrar, deberás mantenerte en tu habitación, y por ningún motivo se te ocurra contarle a tu hermano, ¿De acuerdo?

-Hyung es un bocazas-, se burló el príncipe de su hermano mayor una vez que se encontró más tranquilo, pues la presencia de su padre, al igual que sus palabras, lograron hacerlo sentir mejor-. ¿Cómo está usted, papá? Cada vez que lo veo su barriga está más y más grande.

-Bien, supongo-, respondió entre risas el castaño-. Justo en este momento tu hermano está muy inquieto, parece que le gusta tu voz, ¿Quieres sentirlo?

-¡Sí!-. Al instante se levantó de un salto, como si el llanto que acababa de soltar hubiera sido olvidado. Entusiasmado llevó ambas manos al vientre de su padre, y con cariño y delicadeza comenzó a acariciarlo-. ¿Dónde está? No sé mueve-, apenas terminar de pronunciar aquello pudo sentir un extraño movimiento, con tanta fuerza que provocó que la piel de su estómago se abultara y que su ilusión creciera-. ¡Es verdad! Le gusta mi voz. ¿Verdad que sí hermano? ¿Verdad que quieres salir ya para conocerme? Te prometo que voy a quererte mucho, y le haremos travesuras a nuestro hyung cuando se moleste con nosotros. También iremos a montar a caballo y haremos fiestas del té todas las tardes, y y y...

-Basta, te vas a atragantar-, dijo Taehyung soltando una carcajada-. Me alegra saber que estás contento con la llegada de tu hermano. Cuando tú estabas aquí-, señaló su vientre-, YeonJunie era muy pequeño aún, pero aún así se pegaba conmigo y te besaba, las cosas cambiaron cuando naciste, pues, ya lo conoces, es muy celoso.

-¡Y un bocazas!-, volvió a quejarse con un puchero-. Le contó a padre que había ido a jugar con Bam al jardín.

-EumWoo, sabes que Bam es muy viejo ya, no puede salir a jugar en la nieve.

-¿¡También le dijo!? ¡YeonJun hyung es un bocazas!

De esa manera, aún recostados y entre las sábanas, compartieron un momento ameno entre padre e hijo. Taehyung se encargó de limpiarlo cada vez que le venía una nueva oleada de fluidos, y lo consoló hasta que finalmente se quedó dormido.

Eso, entre tantas cosas más, eran parte de la nueva etapa de su vida. Compartir tiempo con sus príncipes era la más importante de ellas; guiarlos, aconsejarlos y reprenderlos, lo hacían sentir vivo, útil y especial, pues al no tener como referencia la presencia femenina y materna de su progenitora, se encontraba cada día con nuevo reto que enfrentar.

Su nana, y aquella mujer que en algún momento llegó a repudiar por criar a su esposo con tan déspota actitud, habían fallecido al poco tiempo de que EunWoo naciera, así que, y sin consejo, hizo lo mejor que pudo para criar a tan bellos príncipes.

Definitivamente había hecho un buen trabajo.

[...]

Ante la alta expectativa que existía sobre el veredicto final de ese agotador proceso, el joven príncipe no fue capaz de mantenerse enfocado en los sucesos acontecidos. Su nombre fue nombrado en innumerables ocasiones, pero tan metido estaba en su papel, que reaccionó únicamente cuando fue llamado por el apellido del hombre a quien consideraba su verdadero padre, ese mismo que se encontraba de pie frente al estrado, esperando por él con una amable sonrisa.

"Todo va a estar bien".

Le había susurrado desde la distancia, pero aún con tanta incertidumbre de promedio, YeonJun le creyó, porque confiaba ciegamente en él.

A sus doce años de edad, el príncipe ya se había sometido a incontables juicios en ese mismo lugar, pero ninguno con el peso de ese, pues finalmente se daría a conocer, si era él un verdadero Jeon como tanto había apelado su majestad.

Tragando en seco, y jugueteando con la punta de sus dedos, caminó hacía su progenitor, y extendió su mano en dirección a un misterioso hombre encapuchado, quién le tomó el antebrazo con brusquedad, y realizó un pequeño corte sobre su palma con la filosa hoja de una daga de plata.

-Cierre el puño y vierta su sangre sobre el cuenco.

Entre suspiros asintió. Acató el pedido de aquel hombre, y dejó correr un par de gotas vivas y rojas, sobre el cuenco de porcelana que había sido minuciosamente seleccionado, y llenado con alguna solución extraña; pero, que para ese momento, ya se encontraba con la sangre de su padre.

Al instante en el que las gotas cayeron sobre el líquido, comenzó a mezclarse con el hilo rojo del rey; iluminandole el rostro con absoluta felicidad, pues la prueba de paternidad, había dejado claro de quién era hijo.

-Como puede ver, su señoría-, Jungkook habló con tranquilidad, sonriendo abiertamente hasta dejar que las arrugas en sus ojos se encontraran entre sí, y que sus incisivos superiores brillaran primorosos-. Min YeonJun es sólo un mito, este muchacho a mi lado, es mi hijo, por lo tanto, exijo que sea disuelto de sus deberes como el príncipe de Percia, y se me permita bautizarlo nuevamente para coronarlo como mi heredero.

-Le enviaré una carta al Vaticano con todas las pruebas que ha presentado-, le respondió con amabilidad el anciano, que con el tiempo terminó por encariñarse con el pequeño príncipe, y formando también un lazo de amistad con el padre de éste-. Por mi parte, me aseguraré de que no tengan inconveniente alguno al nombrarlo como heredero de Sirgo. Ya han pasado por mucho, así que vuelvan a su reino, y gocen de su victoria. Si el rey Min desiste de su errónea idea, usted deberá bajar las armas; de lo contrario, tiene el consentimiento del jurado para finalizar el conflicto como mejor le parezca.

-Le agradezco, su señoría-, dijo Jungkook con sinceridad, apenas y agachando la cabeza como muestra de su gratitud, muy a diferencia de su hijo, quién se inclinó ante él con lágrimas en los ojos.

-Jamás olvidaré la justicia y sabiduría con la que ha llevado mi caso, su señoría, le prometo que sus hijos, y toda su descendencia serán siempre bienvenidos en Sirgo-, comentó con inocencia el joven azabache, causando gracia en sus mayores.

-Se lo agradezco, príncipe Jeon. Ahora debe volver con su padre, me imagino que el pobre debe estarse comiendo las uñas por su ausencia.

-Lo haré su señoría, en nombre de mi familia y reino, le agradezco de todo corazón.

Y así fue como ambos Jeon abandonaron la isla que habían visitado frecuentemente durante una decada, despidiéndose también de aquel pasado que por años los había perseguido incluso en la prosperidad.

Después de dos meses sin tocar tierra, pudieron ver con excelso gozo el puerto de su nación ante ellos, atestado de vida y productividad; y aunque demoraron en altamar debido a una tormenta, fueron recibidos por la caravana de su ejército, y el pueblo mismo amontonado a los costados de sus chozas, gritando y celebrando con euforia el regreso tan esperado del monarca, y ahora, el futuro heredero al trono.

Montando su respectivo purasangre, Jungkook encabezó la armada, seguido de YeonJun, quién sonriente y risueño saludó a todo aquel que gritaba su nombre en el camino. Una vez las puertas del castillo se abrieron, ambos se despidieron de los soldados que los escoltaron y comenzaron a andar por lo ancho de los jardines y patios hasta llegar al palacio, en el que los recibieron sus sirvientes con el mismo gozo que toda la multitud de la capital; pero ambos azabaches solo pudieron fijar su atención en un doncel en particular, que se encontraba sentado debajo de una sombrilla.

Tras bajar de su caballo, Jungkook fue el primero en correr a su encuentro, postrándose a sus pies con lágrimas en los ojos y acariciando con cariño sus cabellos ahora un tanto más largos de lo que recordaba, así como también, su vientre hinchado que había crecido de sobremanera en su ausencia, pues partieron de Sirgo cuando Taehyung tenía apenas cuatro lunas de gestación.

-Mi amor, mi hermoso jazmín-, susurró con la voz quebrada, limpiando con su pulgar las lágrimas derramadas por su esposo, y besándolo con pasión, añoranza y deseo-. Te eche de menos, no te haces una idea de lo complicado que es vivir sin tu presencia.

-Jungkook-, musitó de igual manera, permitiendo que sus manos explotarán cualquier rastro de piel expuesta-. No quiero acabar con tu romanticismo, pero preferiría que me besaras a solas una vez que te hayas lavado.

Avergonzado, pero riendo por su comentario, el monarca le robó un último beso antes de ponerse de pie, y permitirle a su hijo que saludara a su padre.

YeonJun ansioso por refugiarse entre sus brazos corrió hacía él, no sin antes inclinarse completamente, pues a diferencia de su hermano, y debido al peso que conllevaba ser el primogénito del matrimonio, además del constante reproche que se le hacía a su apellido, él adoptó una personalidad mucho más sería, aguerrida hasta cierto punto, pues debía demostrar que era digno de ser nombrado un Jeon.

Y aunque aquel aroma sucio se adhirió también a él, Taehyung lo recibió con gusto, besó sus mejillas y peinó sus cabellos.

-Cada vez estás más apuesto, hijo mío-, le dijo el doncel acunando su rostro entre sus manos-. Has sido muy valiente. Bienvenido a casa, valeroso e inquebrantable príncipe Jeon.

El pequeño azabache le sonrió con orgullo, poniéndose de pie para inflar su pecho y aparentar ser más grande, porque de esa manera se sentía, grande y poderoso, valeroso e inquebrantable como había dicho su padre.

-¿Dónde está mi hermano?-, le preguntó, buscando desesperado el delicado rostro de su amigo, pero no encontrarlo, volvió su mirada al castaño, quién suspiró.

-Se encuentra indispuesto-, respondió finalmente, siendo objetivo de la intensa mirada de Jungkook, y su hijo-. Nada de que preocuparse, así que quiten las caras largas. Nos acompañará esta noche en la cena. Mientras tanto descansen, el viaje debió ser agotador.

-No lo fue tanto como tu ausencia-, acotó el monarca.

-Tiene usted toda la culpa en ello, majestad-, respondió entre risas-. Este bebé no se hizo solo.

Para la edad y educación que tenía, YeonJun comprendió lo que Taehyung mencionó, y abochornado por la melosa interacción entre sus progenitores, decidió ingresar al palacio para posteriormente correr directamente a sus aposentos.

-Te olvidas, mi amor, que nuestro hijo ya es lo suficiente mayor para comprender tus bromas-, se burló Jungkook una vez que estuvieron relativamente a solas, pues seguían frente a las puertas-. El pobre debe estar dándose golpes de pecho.

-Te aseguro, esposo mío, que incluso a su edad ya debe estar interesado en semejantes deseos.

-¿Acaso es tu intención incitarlo a pecar?

-Mi hijo llegará puro al matrimonio. De eso me encargo yo.

De esa manera, tras ayudarlo a ponerse de pie, ambos volvieron a sus aposentos, aquellos que no habían compartido en semanas enteras, y que Jungkook tanto había añorado. Comió un par de bocadillos sencillos y se sumergió directamente en agua tibia con esencia a jazmines; limpió su cuerpo detenidamente y una vez que no quedó rastro alguno de suciedad, se vistió lo más cómodo que pudo para encontrar a su esposo en la cama.

Suspirando de puro cansancio, se acurrucó a su lado, enterrando su nariz en su pecho cubierto por un fino camisón blanco, y con su palma abierta acarició su vientre, donde, y después de un par de minutos pudo sentir el movimiento de su hijo en él, llenándolo de plenitud y un deseo exorbitante por conocer a ese diminuto ser que se había creado con tanto amor.

-¿Has estado bien?-, preguntó Jungkook al aire, por lo cual Taehyung no supo si debía responder, pero al verlo girarse en su dirección, asintió-. ¿Qué crees que sea? Me gustaría una niña, aunque EunWoo se pondría celoso.

-No importa si es una niña, un varón o un doncel, sólo deseo que nazca con bien.

-Hablas como una abuela, Tae-, se burló y recibió un golpe juguetón por parte de su esposo-. Pero tienes razón, lo importante es que nazca con bien, aunque, y conociendo lo fuerte que eres, todo saldrá de maravilla, y viviremos nuevamente esta bella etapa que tan olvidada teníamos.

-Aún recuerdo lo fastidioso que eras cuando te enteraste de que EunWoo venía en camino. Doy gracias al cielo que está vez, y al menos por un tiempo, pude descansar de tu intensidad.

-¿Por qué me tratas así?-, se quejó-. Debes entenderme, no estuve a tu lado en tu primer embarazo, realmente quería hacer las cosas bien, que te sintieras acompañado. Y no es común, lo sé, pero te amo tanto que realmente no puede importarme menos lo que los demás puedan decir de mí.

-Me hiciste falta-, admitió en un murmullo que provocó que el azabache volviera a enfocar su atención en él-. Siempre me haces falta, eres la pieza que necesito para sentirme completo, y este embarazo sin ti fue similar a vivir una tortura en carne propia.

-Te amo, Taehyung-, soltó de la nada, y tras dejar un sonoro beso en su barriga, subió lentamente hacia sus labios, los cuales besó como si fueran la primera vez, provocando que sus centros temblaran y que sus deseos más oscuros resurgieran-, te amo y te deseo. No hay persona en este mundo que pueda hacerme sentir tan vivo, ni tan bello rostro que provoque en mí tan desenfrenado anhelo. Te lo he repetido incontables veces, pero realmente, no podría vivir en un mundo en el que tú no existas.

Adoptando un semblante más serio, Taehyung suspiró, acarició sus mejillas y se inclinó un poco para dejar un casto beso sobre sus labios.

-Existe la posibilidad de que yo no sobreviva al parto. De ser el caso yo...

-Ni siquiera lo pienses-, lo interrumpió tajante Jungkook, frunciendo el ceño y apretando sus dientes hasta hacerlos rechinar-. Me reservo el derecho de abandonar este mundo antes que tú.

-Pero es posible-, murmuró en respuesta-. Si yo llegara a faltar, me gustaría tener la certeza de que harás un buen trabajo con el reino y nuestros hijos. No puedes tirarte a morir sólo porque yo no estoy.

-En ese caso, tendrías que luchar con todas tus fuerzas para quedarte a mi lado. Después de todo lo que hemos vivido no puedes abandonarme ahora que todo marcha tan bien. Por fin logramos comprobar que YeonJun es mi hijo, nuestro reino prospera, y espero terminar con este absurdo juego con Percia tras este último golpe. Lo digo muy enserio, Taehyung, no puedo vivir sin ti. Estar lejos de ti, cuando creí que habías muerto, fue incluso peor que dormir eternamente con una daga clavada en mi corazón. Tienes que luchar, criaremos juntos a nuestros hijos, y moriremos juntos también cuando la vejez nos alcance.

-Lo haré-, le aseguró con lágrimas en los ojos-. Me enfrentaré al destino y lucharé contra él de ser necesario. Me aferraré a ti una y mil veces sin importar las circunstancias, porque tú y yo, nacimos para estar juntos, para encontrarnos siempre de esta manera, para amarnos la eternidad entera, porque incluso si muero, mi amor, quiero estar contigo.

-En ese caso-, dijo el azabache mientras besaba sus mejillas-, déjemosle al destino, a mi persistencia, y a tu paciencia las riendas de nuestra vida. Enfrentémonos a la adversidad y hagámonos amigos de la incertidumbre, porque te aseguro, mi amor, que no existe nada en este mundo que sea más fuerte que nuestro amor.

Consumidos por el ardiente deseo acumulado en sus cuerpos, y entregados a la promesa de aquel apabullante sentimiento de amor, sus besos fueron entregados con fervor, sus manos deseosas por recorrer su cuerpo pronto se abrieron camino sobre la piel del otro, y aunque Taehyung mencionó lo agotado que se sentía, Jungkook lo convenció de unir sus cuerpos con la absurda excusa que su médico les dio noches antes de la llegada de EunWoo, donde argumentó que sería beneficioso consumar su cercanía para ayudarle al labor de parto; y no fue impedimento para ninguno que el doncel se encontrara en tan avanzado estado de gestación, mucho menos lo fue, cuando sus sirvientes llamaron a su puerta avisándoles que la cena estaba servida en el comedor principal, y solo pudieron alejarse de su calor, cuando saciaron la picosa sed que tenían por sus besos.

Una vez vestidos y frescos salieron del aposento con preciosas sonrisas enamoradas en sus rostros, mirándose de vez en vez al recorrer los pasillos, y robándose uno que otro suspiro antes de llegar al salón donde sus hijos los esperaban entre riñas.

Antes de que los príncipes pudieran notar la presencia de sus padres, se encontraban discutiendo animadamente. YeonJun le contaba a su hermano cuán valiente había sido al enfrentar la dolorosa herida propinada en los juzgados, y las noches que veló en proa la seguridad de los marineros a bordo en la embarcación. EunWoo, por su parte, bastante fastidiado por el relato, se encargó de señalar sus descaradas mentiras, argumentando que era imposible que su padre permitiera semejante imprudencia por su parte, además, de que era tan cobarde como para atreverse a hacerlo.

Una vez que Taehyung vio a YeonJun colorearse de rojo hasta la punta de las orejas, carraspeo lo suficientemente fuerte para hacerles saber que habían llegado; y como no pudo ser de otro modo, cuando EunWoo focalizó toda su atención en el rostro de su padre, aquel caballero de ensueño que lo amaba y consentía desde que tuvo uso de razón, y aquien había extrañado tanto, se lanzó a sus brazos sin importarle quién se atreviera a interponerse en su camino.

-¡Padre, padre!-, gritó el doncel lleno de euforia, sonriendo y riendo cuando el azabache lo giró sobre el aire y comenzó a besarle las mejillas-. Lo extrañé tanto. ¡Qué bueno que ya está aquí!

Con el paso del tiempo, poco después de que EunWoo llegara al mundo para revolucionar todas y cada una de sus creencias, YeonJun, quién fue su viva imagen tras nacer, comenzó a adoptar rasgos más allegados a los Kim, como era su nariz respingada y su filosa mandíbula.
Mientras que su pequeño doncel no fue capaz de presentar aquella metamorfosis. Sus rasgos no cambiaron en lo absoluto, y el legado de los Jeon perduró en su rostro.

Su relación fue explosiva incluso antes de que conociera su rostro, pues estuvo presente en cada uno de los importantes momentos. El día de su nacimiento fue él, el primero en sostenerlo, quién lo ayudó a dar sus primeros pasos y la primera palabra que brotó de sus labios. Y como no podía ser de otra manera, quizás fue parte de su karma el hecho de que el príncipe a quien más amaba fuera un doncel, uno que además, se parecía tanto a él.

-Mi príncipe adorado-, musitó lleno de regocijo, permitiéndose disfrutar de los besos dados por su hijo-. ¿Me extrañaste?

-Cada día y cada noche, padre. Lo extrañé tanto que incluso tuve que hurtar una de sus ropas para poder dormir.

-Eso no estuvo bien, pero como eres tú lo dejaré pasar.

-¡Dios santo, solo bajalo ya!-, soltó Taehyung a su costado, preocupado por el sangrado que aún no había parado en su hijo-. Se va a lastimar.

-¿Cómo es posible que me creas tan débil?-, se quejó Jungkook, reacio a soltar a su niño-. Si bien estoy por entrar a mis cuarenta, eso no quiere decir que no pueda cargar a mi hijo entre mis brazos.

-No se trata de ti, sino de él-, suspiró preocupado-. EunWoo bájate, recuerda que no puedes hacer mucho esfuerzo.

-Sí padre-, murmuró temeroso el doncel azabache ante la intensa mirada del castaño, y también por el hecho de que en cualquier momento podría ocasionar un accidente poco grato para los ojos de los presentes-. Papá tiene razón, me he sentido mal, debería bajarme.

Con el ceño fruncido en desconcierto, pero no atreviéndose a preguntar sobre aquel secreto compartido entre los donceles se su vida, accedió a colocar sobre el suelo a EunWoo, y caminó hacia su hijo mayor, quién veía la escena con cierto recelo.

-¿Tú también quieres darle un abrazo a tu padre?-, preguntó en su dirección. Quizás YeonJun dudó por un segundo, pero luego negó con mueca de disgusto en su rostro-. Bien, mis hijos no me quieren más. Tendré que hacer méritos con este nuevo bebé.

-No por favor-, se quejó Taehyung fingiendo descontento-. No quiero más príncipes mimados a mi alrededor.

-Comamos entonces-, dijo Jungkook con una sonrisa tras besar la coronilla de su consorte-. Hay muchas cosas de las que debo ocuparme, y su padre está próximo a dar a luz, así que probablemente esta será la última cena que tendremos en familia dentro de un tiempo.

Con ayuda de su esposo e hijo mayor, el castaño tomó asiento en su lugar, a la izquierda del monarca, quién encabezó la mesa, mientras que YeonJun, se sentó a su derecha, y EunWoo hizo malabares para evitar que el monarca lo pusiera en su regazo como muchas veces había hecho en el pasado.

La familia comió a gusto todos los platillos servidos, que iban desde las aves del criadero, hasta un ciervo de gran tamaño cazado por sus hombres. Jungkook se tomó el privilegio de beber un poco de vino, y a escondidas de su esposo, le sirvió a su heredero un poco de éste, según él, porque ya tenía la edad suficiente para embriagarse a su lado aunque solo tuviera doce años de edad.

Y de esa manera, con las ocurrencias y relatos de sus aventuras, EunWoo logró sacarle más de una sonrisa a los presentes, hasta que la hora del postre llegó, y Taehyung volvió a tomar la palabra.

-YeonJun, querido-, dijo en su dirección, y el joven dejó de lado su pastel para mirarlo-, sé que debes estar agotado, pero hablé con los astrólogos esta mañana, se avecina un eclipse.

-¿Qué con eso padre?-, inquirió con el ceño fruncido, mirando a Jungkook por una respuesta que no llegó.

-Ya estás en edad suficiente para llevar a cabo las ceremonias referentes a tu título. El heredero al trono debe realizar un ritual cuándo acontecen estos extraordinarios sucesos.

-Oh...

-Hyung, esto es genial-, vociferó EunWoo desde el otro extremo de la mesa-. ¡Por fin podrás callarles la boca a todos los viejos rancios de la corte!

-EunWoo-, emitió Jungkook con severidad-. Te he repetido hasta el cansancio que no puedes referirte a la gente de ese modo. No es digno de un príncipe.

-¡Pero es verdad!-, se defendió ofendido-. Yo los he escuchado decir cosas horribles sobre mi hermano.

-Debes decirme quién para darle un castigo. No te metas en problemas.

-Sí padre...

-Volviendo a lo importante-, continuó Taehyung notándose exhausto-. Mañana mismo comenzarás a practicar, ¿Bien?

-¡Pero hyung me prometió que iríamos a montar mañana!-, volvió a quejarse EunWoo.

-Lo haré padre-, respondió YeonJun, mirando a su hermano con una ceja arqueada-. Seguramente podré hacerme un tiempo para acompañarte, hermano, pero debo obedecer.

-Esto no me gusta nada.

-No debe gustarte, EunWoo, ya no somos niños.

-¡Yo sí lo soy! Soy tan pequeño que todos aquí deben consentirme.

-Pequeño será el bebé que nacerá, así que guarda silencio. Eres tan mimado que ni siquiera puedes escuchar con atención lo que nuestros padres dicen.

-No, hyung, lo que ocurre es que tú eres tan aburrido, sin ápice del sentido por la aventura que en lo único que piensas es en complacer a todo el mundo menos a mí.

-¡Porque no es mi deber, EunWoo!-, refutó el príncipe, sonrojado hasta las orejas-. A ti nadie jamás te cuestionó si eras hijo de su majestad, a mí, por el contrario, me han molestado por años. Me han criticado hasta la forma en la que respiro, y no es justo que vengas tú a interponerte todo el tiempo en mis deberes. Entiéndelo de una vez, ya no eres un niño al que se deba complacer.

Tanto EunWoo, como sus padres quedaron atónitos por la ferocidad con la que habló YeonJun. Perdió la compostura, por supuesto, pero era algo tan impropio de él, que los tomó por sorpresa.

-Hijo-, musitó Taehyung con un semblante entristecido, pero el aludido no hizo más que limpiarse las lágrimas y levantarse de su lugar.

-Si me disculpan, quisiera retirarme.

-Sí-, dijo Jungkook-. Hablaremos más tarde. Descansa mientras tanto.

Sintiéndose avergonzado, YeonJun hizo una reverencia a cada uno de sus padres, y salió del salón como si no se sintiera perturbado. Mientras tanto, Jungkook y Taehyung se debatían internamente por el motivo de su desplante, y cuán difícil habría sido para su hijo enfrentar el océano bravo de tan nauseabundas comparaciones y especulaciones.

Estaba claro que aunque transcurrió una década entera para llegar a dónde se encontraban, su pasado y todas las decisiones que tomaron individualmente y como pareja, terminaron repercutiendo en la nueva generación de los Jeon, quizá lo haría incluso en épocas que ni siquiera lograban imaginar.

Para ese punto de la velada, ninguno pudo terminar su postre. EunWoo, al igual que su hermano se despidió de sus padres para irse a recostar, y Jungkook se dirigió directamente a la habitación de su hijo mayor para conversar de lo sucedido. Taehyung, por su parte, se mantuvo en su lugar, demasiado cansado como para pensar en la idea de caminar hasta sus aposentos, o siquiera, levantarse de la mesa.

Afortunadamente, o tal vez no tanto, EunJi apareció un momento después de quedarse solo, y le informó que tenía una visita. Su hermano, el ya no tan joven pintor, había llegado de imprevisto como acostumbraba, con esa dulce sonrisa y las manos manchadas de azúl.

-Su alteza-, saludó con elegancia, inclinándose para besar las manos del consorte-. Nunca me cansaré de decir que está usted cada vez más bello que la última vez que lo vi.

-Cuidado, señor Nam, si mi esposo lo escucha tenga por seguro que tendrá problemas.

-No digo más que la verdad.

Taehyung sonrió por sus palabras, y soltó un suspiro.

-Díganme, ¿A qué se debe su visita?

-Me encantaría un té, si no es molestia.

-Pero lo es-, respondió Taehyung-, la cocina ha cerrado, y yo no me encuentro tan dispuesto, como podrá notar, así que le agradecía si se apresurara.

-Hay una sospechosa mujer en una pequeña aldea fuera de la capital-, dijo en rendición el pintor-. Piel tan blanca como la porcelana misma, y el cabello dorado como el oro de sus pendientes. La cuestión es, mi señor, que su rostro me parece familiar, y los cabellos de fuego de su hijo, son un tanto sospechosos. Se dice que la pobre escapó de su esposo, y vagó por los bosques que colindan con las fronteras.

-¿Por qué debería interesarme?-, inquirió con la ceja arqueada-. No puedo ayudar a todo aquel que resida en mis tierras.

-Claro, su alteza, lo curioso es que la vi orinando de pie.

-¿Un doncel entonces? ¿Por qué un doncel se disfrazaría de mujer en Sirgo?

-Escuché también, que el esposo del conde Park, escapó de sus tierras.

-¿De qué estás hablando?

-Quizás ésta misteriosa mujer se trate del padrino de su heredero, su alteza. No tengo la certeza de que así sea, pero si lo desea, traeré a la joven para que averigüe por sí mismo, si es una impostora con excepcionales cualidades, o, también podría llevarlo hasta ella.

Taehyung meditó por un momento la nueva información. El resentimiento arraigado hacia ese doncel en específico fue influyente para la decisión que tomó, pues sí bien podría tratarse de un malentendido, estaba seguro de que su amigo jamás habría llegado con información infundada.

-¿Queda muy lejos de aquí?

-Si nos apresuramos volverá a su alcoba antes de la medianoche.

[...]

Recordando las palabras dichas por su hijo menor durante la cena, Taehyung, al igual que YeonJun, carecía totalmente del sentido por la aventura. La sensación de la hierba húmeda rozando constantemente con la piel descubierta de sus piernas, y el viento nocturno filtrándose egoísta por su capa, le provocaron un desagrado descomunal, absorbente hasta el punto de figurar una mueca en su rostro, y un deseo intenso por volver a la comodidad de su alcoba, de la que tantas veces había deseado salir.

Con una antorcha encendida en su mano izquierda y guiado por la espalda de su amigo, caminó por un momento que le parecieron tortuosas eternidades, hasta que finalmente pudo divisar entre tanta penumbra una choza iluminada al terminar el sendero.

Soltó un extenuante suspiro mientras acariciaba su vientre, y tras armarse de valor abrió la puerta de madera vieja que tenía frente a él. Al cruzar el aterrorizante umbral, concluyó que quizás el sufrido recorrido valió completamente la pena, pues la miel de sus ojos se posó en un rostro que reconoció al instante.

Jimin estaba de pie frente a una pequeña mesa circular, con su cabello dorado más largo de lo que alguna vez pudo estar. Portaba un vestido de lana sucia y carente de color, y su rostro, más allá de parecer delgado, pálido y sin vida, se veía cansado, asustado.

Ese doncel que alguna vez lo llenó de valentía para expresar su inconformidad, y también, el mismo que le arrebató la venda de sus ojos, no era para nada parecido al que tenía enfrente. Se le partió el corazón. Sus ojos se llenaron de sal en el instante en el que él lo miró con vergüenza, apenado por su aspecto y las circunstancias en las que vivía.

De no ser por el estado en el que se encontraba, Taehyung estaba seguro de que habría salido corriendo despavorido a su encuentro. Atraparlo entre sus brazos y besar su frente, aún le parecía una estupenda idea, pero no lo hizo. Se tragó el nudo en su garganta, y absorbió sus lágrimas para tomar asiento frente a él cuando éste lo reverenció.

-Tae...

-Su alteza-, lo corrigió mordaz, callando brutalmente sus intentos por expresarse como si los años no hubieran pasado.

-Su alteza-, murmuró finalmente el rubio, agachando la cabeza por las intensas miradas que estaba recibiendo-. ¿Qué lo trae por aquí?

-¿Aquí? ¿En mis tierras?-, inquirió burlesco el castaño-. No lo sé, Barón Dong, ¿O ahora debería llamarlo señora?

-Mis circunstancias han sido difíciles, tanto así que he tenido que abandonar mis tierras, adoptar un nuevo nombre y apariencia para sobrevivir. No puede juzgarme sin antes conocer mi verdad.

-¿Y qué verdad es esa?-, masculló molesto-. ¿Qué fue aquello que te impidió pedir mi ayuda? Creí que éramos amigos, que tu compromiso con mi hijo perduraría sin importar las circunstancias, y me abandonaste. Nos abandonaste.

-La culpa, su alteza-, dijo en un hilo de voz-. La culpa y mi desgracia me obligaron a cortar cualquier tipo de información en cuanto usted abandonó el palacio de Percia, porque incluso la dicha se despidió de mí tan pronto como partió. Me avergüenza decirlo, y aunque aún tengo mucho en riesgo, si me lo permite, está vez, hablaré con la verdad.

-Adelante-, lo incitó Taehyung-. La noche aún es joven.

Mordiéndose las uñas y mirando constantemente hacia la única puerta en la choza, Jimin suspiró, peinó sus alborotados cabellos y tomó asiento frente al consorte.

-Fuí yo quién le abrió las puertas a la princesa MinJi aquella noche que decidió acabar con su vida-. La declaración dejó a Taehyung perplejo, con los ojos bien abiertos y el cuerpo tan tenso que incluso comenzó a dolerle-. El Rey Min me envió como espía a su palacio, y planeó también nuestro primer encuentro. Yo era su amante, su alteza, yo fuí la puta del Rey. Tan enamorado estaba de él que no cuestioné sus órdenes, y acaté todas y cada una de sus indicaciones incluso si eso significaba acabar con la vida de tan bello e ingenuo doncel, aunque aquello último me fue imposible predecirlo, y me partió el corazón creerlo muerto.

-Con el tiempo, amigo mío-, lo interrumpió-, me di una idea de lo que nuestra amistad significó para ti, sin embargo, jamás creí que dentro de tus preciosos ojos existiera tanta mentira. No cabe duda de que eres un asqueroso traidor.

-Me lo merezco-, concordó, sonriendo con amargura-, porque en efecto, lo soy. Mas no significa que no me arrepienta. Una vez que usted se fue, el Rey asesinó a mi esposo, y me golpeó tanto que perdí al niño que llevaba en mi vientre. Abusó de mí y me encerró, cuál princesa de cuento en el ático de la torre más alta de su castillo. Durante seis años no vi la luz del sol, y mi hija, quién fue concebida, nacida y criada en ese oscuro y húmedo lugar, casi muere por su mano. No tengo idea de lo que hice para recibir semejante trato, pero gracias al cielo que pude escapar hace un par de años.

-¿Cómo puedo creerte? ¿Pretendes que acepte tus palabras como verdad absoluta cuando estás aquí, frente a mi vestido como señorita? ¡Por Dios, Jimin, no seas incoherente!-, recriminó Taehyung alzando la voz, perdiendo los estribos por la desfachatez mencionada por el rubio-. No mientas más, tu presencia en la capital es más que sospechosa. No hace falta mencionar los disturbios que ha provocado el Rey Min contra Sirgo durante los últimos diez años. No respondió ni una sola de mis cartas, se ha empeñado en saquear nuestras minas, y se negó a cederle a mi hijo su derecho como el heredero esta nación. Me diste la espalda, permaneciste a su lado aún sabiendo lo venenosas que son sus palabras y el verdadero ser detrás de su máscara. El simple hecho de tenerte aquí es motivo suficiente para enviarte directamente a la horca, así que dime, amigo, ¿Por qué no debería hacerlo?

Con los labios temblando y su mano barriendo las lágrimas que derramó, Jimin miró a Taehyung una última vez, se levantó de su asiento y comenzar a desvestirse, importándole muy poco la presencia muda del pintor, pero agradeciendo a sus adentros cuando éste le dio la espalda. A medida que iba desatando las cuerdas de su corsé los recuerdos de sus años como el cautivo de su majestad, volvieron a atormentarlo, pero fue cuando finalmente se despojó de su ropa interior, cuando las cicatrices grises y opacas en su piel salieron a la luz, que se sintió perder toda la valía de su ser, las agallas que había tenido para mostrarse tan vulnerable e indefenso ante alguien que amenazaba con convertirse en su enemigo, vaciló, pendió de un hilo inestable.

De un momento a otro, con jadeo sorpresivo que el consorte soltó, su cuerpo se achicó, y la vergüenza se apoderó de sus mejillas.

-¿Usted cree que permitiría que alguien, por mucho que lo amara, me hiciera algo así?-, señaló con reproche, acariciando con dolor las ardientes cicatrices marcadas con fuego en todo su vientre, en su pecho, en espalda, en sus brazos, y aquellos lugares que no tenía permitido mostrar. Todas y cada una de ellas habían sido creadas por el mismo hombre, sellando en carne viva sus iniciales, marcándolo cuál ganado-. No le miento, su alteza. Juro por mi hija que no le miento. Mi amor por él me hizo ésto, ésto y cientos de atrocidades más que no puedo siquiera atreverme a mencionar. Sirgo, por muy irónico que le parezca, fue el único lugar que creí seguro, el único lugar en el que no me buscaría, el único lugar donde podría encontrarlo a usted. Fuí egoísta y estúpido, lo sé, y lo lamento, el peso de mis decisiones me atormentan cada minuto del día, no encuentro la calma, y aunque sé que merezco esto, la deseo, anhelo todas las noches con despertar y darme cuenta de que el martirio en el que se convirtió mi vida no es más que un simple sueño.

-Jimin...-, musitó Taehyung, horrorizado y llorando silenciosamente por lo que presenciaron sus ojos. Cómo pudo, y sin ayuda, se levantó de su lugar, aún incrédulo de la evidencia de semejante tortura, e intento tocarlo, pero tan pronto como la yema de sus dedos rozaron la piel impropia, el doncel se alejó asustado de su tacto-. Lo lamento, yo no creí que... Yo...

-No es usted quien debe disculparse-, está vez, fue Jimin quién lo interrumpió, y comenzó a vestirse nuevamente-. Fueron mis estúpidas acciones las que me guiaron a aquél destino; y créame, su alteza, no soy la misma persona que fuí en ese entonces. Lo lamento, yo me arrepiento tanto, debí advertirle de las intenciones del Rey, jamás debí abrirle la puerta a la muerte, y debí venir con usted cuando me lo pidió. Sin embargo, sé que es imposible volver en el tiempo y remediar los equivocaciones, lo único que puedo hacer ahora, es ofrecerle mi vida. Haga con ella su voluntad, pues al menos ahora, sé que podré morir en paz.

Sin bajar por completo la guardia, aún teniendo que todo se tratara de una emboscada, Taehyung intentó procesar rápidamente la información recibida, y entre tanto pensamiento terminó sobándole el vientre, despeinando sus cabellos y llorando audiblemente hasta que se desgarró la garganta.

-¿Qué garantía me darás para tener la certeza de que no volverás a traicionarme? Si estás dispuesto a morir tan fácilmente, no pienses en ofrecerme tu vida. Quiero más, al menos eso me debes.

-¿Qué puedo darle yo, mi señor, si no poseo más que lo llevo puesto?

-A tu hija, por ejemplo.

-¿Quiere que le entregue a mi hija como garantía? ¿Se está escuchando?

-La quieres-, aseguró Taehyung dando un paso al frente, pasando en alto el rencor escondido en los ojos ajenos-, sin importar las circunstancias en las que se dió, ni el padre de quién nació, ella es tu hija, y te importa, de no ser así habrías huido solo, pero ella está aquí, y no hay más prueba de ello. En eso nos parecemos.

-¡No lo haré! No le entregaré a mi hija como si fuera un objeto al que se puede cambiar. Podré ser un desgraciado vagabundo, pero no lo haré.

-¿Condenarias a la pobre a un destino de pena y muerte? Porque eso es lo que harás si sales de aquí. Me supongo que la pobre debe tener al menos la edad de mi segundo hijo, pronto será carnada fresca para los depravados de las calles.

-Vayase a la mierda-, pronunció entre dientes, acercando peligrosamente su rostro al del castaño, quién únicamente sonrió.

-Me llevaré a tu hija porque así me place, porque soy el Rey consorte, y el hijo del Gran Duque de Céndia. Soy Kim Taehyung, y mi voluntad es una orden que debe acatarse sin rechistar. Puedes seguirla al palacio si gustas, pero sino, entonces te veré una última vez antes de que el verdugo te arrebate la luz de tus ojos.

Sí bien era cierto todo aquello que dijo con tanto desprecio y superioridad, Taehyung realmente no tenía la intención de provocarle más desdicha a una criatura que había crecido rodeada de nada; y aunque fue una táctica peligrosa e insensible, dio los resultados esperados.

Cuando los guardias escondidos alrededor de la propiedad entraron a la choza por órdenes de Taehyung, Jimin hizo todo lo que estuvo en sus manos para evitar que los hombres entraran a la habitación en la que descansaba la niña; no le sirvió de nada, por supuesto, él solo no pudo luchar contra tan formidos caballeros, pero su desesperanza y convicción, convencieron al consorte de su lealtad.

Una vez que la niña de cabellos rojizos fue llevada hacia su carruaje, Taehyung se acercó hasta el doncel rubio, posó su diestra sobre su hombro y lo giró para obligarlo a mirarlo.

-No soy así, lo sabes bien, así que sube, amigo mío, hay muchas cosas de las tenemos que hablar...

Nt/a

Hola, solo para informarles que FATE concluirá muy pronto, únicamente habrá dos capítulos más. :)

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