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23| ASÍ ME CUESTE UNA VIDA

Entre la neblina y esas nubes grises que anuncian una pronta tormenta, la miel de sus ojos se pierde en el cielo, distinguiendo apenas los astros brillantes del firmamento. La luna menguante titilando su esplendor, iluminando a ciegas las incongruentes sensaciones que abarcan una gran parte de su cuerpo.

El recuerdo de sus labios sobre los suyos es abrumante, aún tiene la sensación vívida y latente de sus salivas mezclandose, de sus respiraciones agitadas, calientes y temerosas por alejarse. Sus lágrimas corriendo cuál rió desmadrado, feroces e incontrolables; puede incluso seguir escuchando la sincronía de sus latidos y ese toque frío sobre la piel de su rostro.

Pero el miedo que sintió cuando escuchó la voz furiosa de Yoongi retumbando en sus adentros, lo hace tambalear nuevamente. Todo se ha arruinado, la realidad lo ha golpeado una vez más.

¿Cómo pudo corresponder a ese beso?

¿Cómo pudo olvidar todo lo que sufrió a su lado?

Ahora después de aquel incidente que lo ha dejado temblando de miedo, sus manos se aferran con fuerza al material áspero y poroso del barandal de piedra; está tan molesto consigo mismo, siente tanto rencor por Jungkook, que su respiración se vuelve arritmica. Su boca intenta capturar la mayor parte de oxígeno posible, pues su naríz se ha congestionado por tanto llorar, pero el llanto no cesa, sus mejillas se mojan de una manera tremendamente hermosa, absurdamente lastimera.

A pesar de estar reviviendo el dolor de su pasado, el doncel de cabellos castaños y mirada perdida, sigue siendo estúpidamente hermoso.

La racionalidad lo ha abandonado una vez, y desde esa altura, desde ese balcón de piedra, Taehyung se pierde en la sensación que el viento frío y húmedo que choca contra su piel. Cree fielmente que si se suelta, podría caer al suelo, pues sus piernas han perdido toda la fuerza que había logrado obtener, porque verse perdido en esa mirada profunda y oscura, le trajeron recuerdos que había enterrado muy en el fondo de su corazón herido; porque Jeon Jungkook sigue metido muy dentro de su piel, sigue absorbiendo su alma.

Los sollozos que durante toda la noche había intentado a callar, salen guturales y lastimeros desde su centro. Levanta una de sus manos temblorosas y cubre su boca para amortiguarlos, no quiere que nadie lo escuche, ya ha sido bastante humillado en esa noche, así que no pretende llamar más la atención; no desea darle a ese hombre el privilegio de verle flaquear. No está vez.

La actuación que dio allá adentro ha consumido por completo el poco autocontrol que poseía, pero justo ahora, se siente al borde, la pena y el rencor lo están devorando por dentro, y no se cree capaz de soportarlo más. Esta enojado, ansioso, frustrado, y asustado hasta la médula.

No quiero volver. No quiero volver. No quiero volver.

Quiere huír, necesita correr lejos de él, necesita estar alejado de todo el mundo. Quiere esconderse en algún rincón y sentirse reconfortado por la oscuridad, por la soledad que siempre lo acompaña. Quiero tomar a su hijo y huir de todo, formar una nueva vida, empezar de cero, solo con su bebé, pero ahora, incluso la posibilidad de verlo dar sus primeros pasos parece lejana.

Es un cobarde. Un completo estúpido por sentir su corazon acelerarse por él, por no poder conseguir que su presencia deje de agobiarlo al grado de perderse a sí mismo. Por atreverse a preocuparse por su bienestar, cuando él lo único que hizo fue dañarlo, asesinarlo a sangre fría. Y ahora que por fin estaba siendo feliz, que su vida parecía tomar una tonalidad diferente a gris, él volvía a aparecer, con esa estúpida sonrisa petulante, y ese precioso rostro.

A pesar de todo el sufrimiento vividó, y el tiempo perdido; le sigue amando.

¿Cómo puede sentir algo tan puro por alguien que no es mas que un desquiciado pecador?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

El sentimiento de soledad, y la brisa de la noche, lo envuelven en un manto para nada reconfortable.

La puerta al descanso entreno vuelve abrirse para él. Brillando inmaculada, llamándolo y seduciendolo para obligarlo a saltar.

Quizás inconcientemente había elegido el piso más alto del palacio para celebrar el baile. O quizás, siempre consideró la opción de perderse entre los reconfortables brazos de la muerte.

Repentinamente Taehyung se siente acalorado por la idea que había creído erradicada; sus manos vuelven a tomar con fuerza el borde del barandal, e impulsa su torso hacia adelante. Una ráfaga fría choca con violencia contra su rostro, provocando que su cabello, ahora un poco más largo, se pegue en sus mejillas húmedas, y templando su cuerpo de manera gratificante.

Desde esa altura, puede ver las hermosas hectáreas que rodean al palacio. Los jardines que fueron plantados en su honor; las fuentes que se llenaron con agua para que pudiera verla caer; y los preciosos animales que descansan bajo el cobijo de los árboles.

Todo está tan calmo, tran profundamente tranquilo, que se siente envidioso de la dicha de la naturaleza, por su ciclo infinitamente armonioso, por su belleza. Y quiere tocarla, quiere perderse entre el pasto, sentir su cuerpo picar e impregarse con su fresco aroma.

Desearía poder tener un par de alas en su espalda y volar con libertad por el vasto cielo. Desearía dejar de sentir este terrible dolor...

Añora tanto poder escapar de la jaula en la que Jungkook lo tiene preso, que no es consciente de que sus pies ahora están escalando los barrotes. Su mirada se ha perdido en las estrellas, y una de sus manos se eleva codiciosa intentando alcanzar a rozar una de ellas y descubrir si es que quizás, pueda brillar como una.

Cuando siente que está cerca, cuando siente sus dedos hormiguear por la cercanía, sus alucinaciones se ven interrumpidas cuando su nombre es pronunciado con terror. Su cuerpo se ve preso de unos fuertes brazos en su cintura, provocando que caiga de espaldas al suelo.

En ese instante la realidad se vuelve nítida, su raciocinio se devuelve a su cuerpo para sentir la calidez familiar del cuerpo debajo de él, y sus ojos se abren con arrepentimiento cuando se encuentra con el rostro de Yoongi expresando profunda tristeza, absoluta preocupación; sus ojos se han irritado por las lágrimas, y sus brazos se atan con más fuerza a su cuerpo, dejándolo inmóvil, incapaz de moverse.

- Yoon... - alcanza a murmurar, pero se detiene en cuanto el pelirrojo entierra su rostro en su cuello para comenzar a llorar.

- Taehyung, no puedes huír así. - pronuncia entrecortado. - ¡No puedes dejarme así!

En ese momento se dio cuenta lo que había hecho, de lo que estuvo a punto de hacer. Había creído que amaba su vida, que al fin había superado las ganas de querer morir, pero no fue así, y una vez más, a causa de Jeon Jungkook, Taehyung estuvo a punto de quitarse la vida.

Pero ahora el castaño no puede culparlo por todo, porque él ha hecho todo mal, jamas debió exponerse públicamente, jamas debió fantasear con la idea de ser importante para alguien. Jamás debió bajar la guardia, debió encerrarse en su habitación para terminar de criar a su hijo.

- Y-yo no...

- ¡No! - lo interrumpió el monarca. - Lo he arruinado todo, esto es mi culpa. Perdoname Taehyung, por favor perdóname. Sé que debí esperar, se que debí ser más discreto y cuidarte como te lo prometí, pero no puedes volver a intentarlo, yo te amo, en verdad te amo y lucharé por ti, iría hasta el fin del mundo solo por ti, así que no debes preocuparte por nada, me tienes a mi, nos tienes a nosotros, no estás solo, por favor no te vayas, mentente con vida, mantente a mi lado...

Completamente perdido en sus palabras, el castaño se giró un poco para poder verle a la cara, para poder acariciarlo.

- Tengo tanto miedo Yoongi. - se sinceró soltando más lágrimas. - Tengo tanto miedo de él, de mí, de nosotros. No quiero volver, no quiero que me lleve...

El pelirrojo apretó la mandíbula furioso consigo mismo, por no ser capaz de cumplir con su palabra, por no protegerlo de Jeon, pero las cosas estaban hechas, el destino había jugado sus cartas y la victoria fue para él, la suerte le sonrió. Ahora solo debía esperar, debía ser paciente para poder rescatarlo.

- Iré por ti, lo prometo. Así me cueste la vida, voy a traerte de vuelta, y criaremos juntos a nuestro hijo. - sus manos acariciaron el rostro del menor, tratando de transmitirle seguridad. - Por favor, cariño, no llores, al menos está noche estamos juntos, por esta noche olvídate del mañana.

Cuando sus lágrimas fueron limpiadas por las tiernas caricias del monarca, Taehyung asintió, se dejó abrazar por él, se dejó envolver en sus brazos y se perdió en el arrepiento de su mirada.

En ese momento, con los dos tirados en el suelo del balcón, con sus corazones martilleando su pecho, Yoongi acercó su rostro hasta el contrareo, permitiendo que sus respiraciones se mezclaran, y las ganas de borrar cualquier rastro de Jungkook se apoderó de él. Sus labios se movieron ansiosos por los suaves belfos del dolcel, quién correspondió a duras penas, el brusco contacto.

Desde el interior del lugar, unos ojos oscuros miraban la tierna escena con absoluto coraje. Su corazón destrozado estalló hasta hacerse nada, pues Jungkook no podía asimilar lo que estaba presenciando, no podía creer que Taehyung estuviera siendo besado por alguien más, cuando hace solo unas horas atrás, eran sus labios los que se encontraron.

[...]

El viento azotó con ferocidad el agua fría que caía de las nubes contra las ventanas de la habitación. El entorno se estremeció tras el fuerte rugir el cielo, provocando que los ojos se Taehyung se abrieran precipitadamente, ante tal estruendoso sonido.

Con el corazón acelerado, y aún un poco atontado por su reciente despertar, miró con pánico todo su entorno, encontrandose con las mismas paredes rosadas y doradas que el día anterior, lo cual lo hizo suspirar aliviado. A pesar de afuera hacia un frío tremendo, ahí dentro, bajo las colchas de su cama y el calor proveniente de su precioso angelito dormilón y el cuerpo relajado de un hombre de cabellera rojiza, se sentía extremadamente cálido.

Min Yoongi había tenido la oportunidad de dormir a su lado (después de tanto tiempo), pues Taehyung se había sentido muy inseguro sin su presencia, así como también, había decidido disfrutar el mayor tiempo posible de su compañía.

Una sonrisa afligida se dibujó en su rostro cuando notó la posición en la que durmieron. YeonJun estaba aún con su rostro enterrado en su pecho, dispuesto a alimentarse en cualquier momento; mientras que Yoongi tenía su fuerte mano sosteniendo la barriga de su bebé, protegiéndolo aún durante la inconciencia, de los peligros del exterior, pues al igual que el doncel, el pequeño azabeche le temía a las tormentas.

Sintió sus lágrimas nacer, pues adoraba lo mucho que Yoongi se esforzaba por ser un buen padre, por ser un buen compañero; y ahora que tendría que partir, no le quedaba duda de que su hijo estaría bien, pues a pesar de no llevar la misma sangre, el monarca pelirrojo estaba dispuesto a arrojarse al fuego por YeonJun, lo quería tanto y sin restricciones, que le dolía el corazón por tanta ternura que le causaba.

Cuando el cielo se aclaró, y la lluvia cesó un poco, los ojitos negros de su niño se abrieron perezosos y en busca de su pecho, por lo que Taehyung lo amamantó manteniendo su posición hasta que quedó satisfecho, y después de recibir mimos por parte del doncel, se giró con audacia sobre la cama, mirando intrigado al cuerpo que seguía durmiendo a su lado. Sus rodillas se flexionaron para tomar impulso y se trepó hasta la cabellera rojiza del monarca, la cual no dejaba de jalonear en un intento por despertarlo.

Después de un buen rato en el que Yoongi gruñó malhumorado por no querer despertar, sus zafiros al fin se abrieron y una enorme sonrisa se apoderó de su rostro en cuanto las encías del pequeño pelinegro lo saludaron.

- Pequeño príncipe insolente. - lo acusó el hombre con un tono meloso. - Tendré que castigarte por despertar a tu Rey.

Y así con las risas de su niño, y una preciosa escena, Taehyung comenzó su último día en Percia, tratando de pasar el mayor tiempo posible acompañado de esos dos hombres quienes habían logrado sacarle un sin fin de sonrisas, y aunque realmente lo estaba disfrutando, no podía borrarse de la mente que al caer el sol, tendría que partir.

Siendo vestido por las damas de su corte, escuchó a una de ellas llamándole "Su alteza Jeon" y no pudo sentirse más abatido por eso, pues hacia tanto tiempo que no era llamado así.

Los sucesos de la noche anterior volvieron a tumbarlo, pues aún no terminaba de asimilar todo lo que un simple baile ocasionó. Su mentira se vino abajo cuál casita de paja tras un viento feroz.

Justo después de compartir aquel beso que aún podía sentir sobre su piel, y que Yoongi hiciera aparición en el salón, Jimin se tumbó a su lado tomandolo de la misma manera en la que Jeon lo había hecho; acariciando su rostro, llorando en su hombro, realmente sorprendido por su repentina aparición. Y eso fue todo lo que los demás necesitaron para confirmar que el futuro consorte de Percia, era nada más y nada menos, que el príncipe hederero de Jeon, ese mismo doncel que había fallecido hace más de un año.

Pero las cosas no terminaron ahí, sino que el monarca pelirrojo y el príncipe de Sirgo, montaron un numerito territorial y bastante innecesario, viéndose envueltos en una pelea a puño limpio. Fue tan ardua y sumamente pareja, que ambos hombres terminaron doblegados por el otro, guiados por la rabia, posesividad y rencor; terminando ensangrentados y con el rostro herido. Nadie había podido separarlos, era tanta la adrenalina en sus cuerpos que la fuerza había incrementado, y terminaron rompiéndole la nariz a quienes intentaban detener el enfrentamiento; pero fue hasta que Jungkook retó a Min a un duelo a muerte, que Taehyung había intervenido, parándose en medio de ellos a sabiendas de que jamás lo lastimarían, o al menos Yoongi no lo haría.

La multitud se había agrupado a su alrededor para mirar mejor el espectáculo, así como también comenzar a comentar entre murmullos lo que estaba sucediendo; pues todos estaban sumamente sorprendidos. ¿Quién diría que el misterioso concubino era el príncipe del reino vecino?

Nadie lo había sospechado.

Y por supuesto, que no dejaron pasar la ocasión para comenzar a atacar al doncel, pues era inaudito que esté hubiera podido hacer aquello. ¿Cómo pudo fingir su muerte para escaparse con su amante? ¿Cómo pudo el respetado Rey descarado, aceptar a alguien casado, y con un hijo?

Todos esos comentarios, y miradas de desaprobación, lograron hacer que Taehyung sufriera un ataque de pánico. Jungkook estaba a punto de comenzar una guerra, pues todos los presentes lo estaban apoyando. Quitar del mapa a un Rey estúpido y con tanto poder jamás venía mal.

Pero antes de que las cosas pudieran ponerse más calientes, Kim DahYun apareció colgada del brazo de su esposo, Kim MinYun, quién propuso llevar a cabo un breve interrogatorio antes de llevar el caso a juicio; pero por lo que había escuchado, lo más seguro era que Taehyung fuera condenado a muerte por el delito de adulterio y bigamia, aunque está última no fuera concretada aún.

Yoongi intervino de inmediato, pues aseguro frente a todo el mundo que el doncel había perdido la memoria, y que había sido él, el único responsable de su repentina desaparición.

Después de responder a todas las preguntas, Jungkook aseguró que no comenzaría una guerra, perdonaría a su esposo y a su amante, con la única condición de llevarse a Taehyung de regreso a Sirgo, y llevar a cabo un juicio para averiguar si el príncipe YeonJun era su hijo, y de ser el caso reclamaría también que fuese llevado a sus tierras para criarle como el futuro príncipe a herdar Sirgo.

Por supuesto que Yoongi no estuvo de acuerdo con aquello, y no temiendole a la guerra, lo incitó a ir al campo de batalla.

"Tengo el apoyo de mi suegro, de mi hermana y el reino Yuin. ¿Crees que tengo miedo de a ir la guerra, Min? Ten en cuenta que tu pueblo sufrira las consecuencias de tus estúpidas acciones, y mi hijo también lo hará, es por él que te estoy dando un está opción, después de todo, si no tienes nada que temer, entonces llevemos esto a juicio."

Con esas palabras, Taehyung tembló de miedo, no había pensado en la posibilidad de que tuviera tanto apoyo, y mucho menos el de su padre. ¿Por qué no le contó antes de lo sucedido?

Con la cabeza fría, y estando realmente asustado por someter a su hijo a una situación tan horrible, el castaño convenció a Yoongi para desistir. Se iría por voluntad propia, y después, tal vez podrían encontrar la manera de sacarlo de ahí.

Ahora después de veinte horas de ese terrible suceso, el palacio fue evacuado, los invitados se retiraron indignados por las acciones de su anfitrión, y era algo que traería graves consecuencias al reino perciano; pero podrían pensar en ello después.

Cuando la oscuridad terminó de comerse al sol, y la noche reinó en el cielo, Jungkook apareció de nueva cuenta en el palacio, llevando sus carruajes y unos cuantos hombres para escoltar a Taehyung de vuelta a Sirgo.

Decir que estaba nervioso era poco, estaba aterrado pero al mismo tiempo, demasiado feliz. Las cosas habían sucedido justo como había planeado, y ahora podría recuperar al amor de su vida, podría al fin tenerle entre sus brazos. También había creído que su perdida de memoria era una hermosa bendición, pues así podría comenzar de cero con él, y está vez se encargaría de amarlo como corresponde, justo como se lo merecía. Y aunque la idea de dejar a YeonJun a manos de Min, seguía doliendole, estaba seguro de que era su hijo, pues ya no quedaba duda a ese irrefutable hecho.

La lluvia seguía cayendo a cántaros cuando las puertas del palacio fueron abiertas para él, así que un poco mojado, se adentró por el pasillo principal, solo que está vez tenía una sonrisa radiante en su rostro, demasiado ansiosa por poder ver una vez más a ese bonito castaño que tanto había extrañado. Ese día en particular fue el más difícil de sobrellevar, pues no podía contenerse las ganas de irrumpir en su habitación y llevárselo de una buena vez, pero Min había sido claro, Taehyung necesita asimilar la situación y despedirse de su hijo.

Por supuesto que lo comprendía, y si ya había esperado tanto tiempo por él, podía hacerlo un poco más.

[...]

Sentado en el balcón de su habitación, Taehyung miraba la tormenta caer con fuerza sobre él, su rostro estaba empapado, y el frío comenzaba a calarle los huesos, pero al menos en ese instante podía sentirse relativamente bien.

Cuando las criadas lo encontraron, le hicieron regresar adentro para darle un baño y volverle a vestir, está vez ajustandole un traje negro y botas de cuero adecuados para la tempestad.

Ya había sido notificado de la presencia de Jeon, pero ciertamente no le prestó tanta importancia, se tomó el tiempo debido para arreglarse y pasar unos momentos más con su niño, quién parecía presentir su adiós, pues desde la tarde había adoptado una actitud reacia con todos, exigiendo el calor y compañía del doncel, quién no se negó en lo absoluto.

Cuando estuvo listo, y el pesado abrigo fue colocado, Taehyung tomó a su hijo en brazos para salir. No estaba preparado para el viaje tan largo, y mucho menos todo lo que tendría que pasar, pero lo estaba haciendo por su hijo, lo estaba haciendo por él y todas las personas que lo apoyaron, aunque estar cerca de Jungkook fuera algo que jamás creyó que volviera suceder estaba listo. Pues ahora más que nunca podía sentir que lo odiaba. Lo odiaba por aparecer nuevamente a su vida, lo odiaba por separarlo de su hijo, lo odiaba por atreverse a besarlo, lo odiaba por fingir que lo amaba, que lo había extrañado, lo odiaba porque a pesar de todo lo seguía amando.

Al llegar al pasillo principal, sus ojos capturaron la sobra de Jungkook de pie frente a las puertas, con el cabello húmedo y la mirada encandilada por su presencia. Y a pesar de tener el rostro hinchado y con heridas, Taehyung pudo ver intacto el atractivo del hombre.

Se quedaron miradose por un largo rato, pero cuando el pelinegro estuvo a punto de avanzar, el matrimonio Dong apareció junto con Min, quienes bajaron a despedirlo.

Las despedidas siempre fueron algo que el doncel destestaba, pues no soportaba la idea de dejarlo todo atrás, de abandonar a quienes expresaban genuina preocupacion por él. Pero Jungkook estaba ahí, y no quería mostrarse débil, no quería llorar en su presencia; así que respiro hondo, y recibió con una sonrisa triste el abrazo que Jimin le ofreció.

- Tae... - pronunció el rubio muy cerca de su oído, soltando lágrimas por la tristeza. - Por favor perdóname... Y-yo no quise...

Taehyung suspiró alejandose despacio del agarre, pues había sentido a su hijo removerse incómodo por quedar en medio de sus cuerpos.

- No tienes nada de que disculparte. - le dijo quedito. - En todo caso soy yo el que te debe una disculpa. Por favor disculpame Jimin, no sabes lo difícil que fue para mí no contarte todo lo que estaba sucediendo.

Pero había algo en la mirada del otro doncel, que Taehyung no pudo descifrar. Era como se sintiera culpable por algo, como si realmente su presencia le doliera.

- Iré contigo Tae, solo espera por mí.

El aludido negó con la cabeza, y extendió su mano libre para acariciar su rostro palido - Lamento que nuestro reencuentro sea también una despedida. - le dijo una vez que el rubio atrapó su mano libre, al placer bastante contento con su gentil tacto. - Pero no puedo permitir que vayas conmigo, estás en cinta y mi bebé necesita a alguien que cuide de él. ¿Podrías hacer eso por mí?

Jimin asintió y volvió a abrazarlo con fuerza. - No dudes ni un segundo en que lo haré, después de todo es mi ahijado, y te debo tanto, por favor perdóname...

- Confío en ti, tranquilo.

Después de separase, TaeMin se inclinó ante él en una revrencia, y le aseguro que haría todo lo que estuviera en sus manos para proteger a su hijo mientras no estaba, y Taehyung le agradeció con una sonrisa.

El tiempo se estaba extendiendo, y Jungkook estaba ya bastante impaciente, debían partir cuánto antes. El clima era horrible, el cielo no parecía querer dejar de llorar, y el camino a Sirgo era muy largo. Se acercó hasta ellos a pasos inseguros, y fue testigo de un nuevo beso compartido entre Taehyung y Yoongi, pero al igual que la noche, no fue capaz de hacer algo respecto, simplemente los mirto con tristeza, y espero paciente a qué terminarán de despedirse.

- Es hora de irnos. - anunció con la voz más firme que pudo, y Taehyung se giró a verlo con los ojos rojos y lagrimosos, pero asintió.

Jungkook vió como el castaño le entregaba a YeonJun a Min, y el corazón se le terminó de romper cuando el infante comenzó a llorar desesperado por su lejanía, pataleando inconforme, buscando con sus diminutas manos el calor y aroma de su padre, quién ese instante se soltó a llorar com la misma intensidad que el pequeño príncipe.

- Mi amor, mi niño bonito. - pronunció Taehyung en un susurro, completamente roto. Sus manos acariciaron su cabello ahora húmedo por el calor de su esfuerzo, para posteriormente acariciar sus mejillas, limpiando el resto de sus lágrimas. - Volveré por ti, bebé, pronto estaremos juntos nuevamente, solo tienes que ser paciente y muy valiente, puedes hacerlo. ¿Verdad que sí? Mi YeonJunie será un principito muy valiente.

- Cuídate mucho, cariño. - le dijo Yoongi, mesiendo a su hijo. - Volveremos a vernos, tenlo por seguro.

El castaño apretó sus labios para no dejar que sus sollozos sugieran saliendo, y asintió. - Cuida mucho de él, por favor, es tan chiquito, me necesita tanto...

- Pronto Tae, por favor espera por nosotros, resiste por nosotros.

Cuando estuvieron a punto de volverse a besar, Jungkook se paró frente a ellos carraspeo la garganta e intentó tomar la cintura del doncel, pero este se alejo de su tacto tan pronto como pudo.

- Tae, en verdad debemos irnos.

Yoongi gruñó por la interrupción, miró con rencor la pelinegro y tomó a Taehyung de la cintura para guiarlo hasta la entrada, dónde terminó de despedirse de todos, y salió siendo seguido por dos lacayos, quienes sostenían una sombrilla para evitar que terminara mojándose más de la cuenta hasta llegar al carruaje.

Cuando sus ojos se enfocaron en el carruaje, se detuvo en seco, y un nudo en su garganta se apretó con fuerza, pues lo reconoció enseguida, era el que ellos ocupaban cuando debían salir. Todos los recuerdos indiferentes de Jungkook volvieron a su mente, no podía creer que estuviera a punto de irse con él, no podía terminar de asimilar que estaba dejando a su hijo, y esa libertad que por tan poco tiempo saboreó. Se giró de nueva cuenta para mirar lo que estaba a punto de dejar atrás, y observó como los guardias y los criados que estuvieron a cargo de él, salieron a pesar de la tormenta, inclinándose en una reverencia de despedida.

Y estuvo a punto de llorar nuevamente, pero podía sentir la presencia de Jungkook detrás de él, podía percibir su aroma y escuchar su respiración agitada, así que simplemente retomo su camino hasta el carruaje y subir a este de una buena vez, pues sabía que si demoraba un poco más era capaz de regresar y aferrarse a su hijo. Cuando llegó hasta la puerta del carruaje, Jungkook le extendió la mano para ayudarle a subir, pues los peldaños eran altos y debido a la lluvia, podría resbalarse. Taehyung miró su mano con desprecio y evitando a toda costa cualquier contacto directo con su piel o su mirada, decidió pedirle ayuda al lacayo que aún sostenía la sombrilla, y subió como buen pudo hasta dejarse caer en los cojines.

Cuando Jungkook subió detrás de él, y las puertas fueron cerradas, el doncel se perdió en las ventanas, viendo con tristeza como comenzaba a alejarse de ese lugar al que tanto le había costado llegar.

En todo ese tiempo, el castaño no había compartido pronunciado palabra alguna con el príncipe, pues seguía apegado a su mentira, esa en la que había perdido el habla. Podía notar como el hombre movía su pierna con nerviosismo e incluso estaba mordiéndose las uñas.

- Tae. - pronunció al fin, soltando un fuerte suspiro. - Se que tal vez no me recuerdas, y quizás pienses que te estoy alejando de tu hogar, pero no lo estoy haciendo, simplemente estoy regresandote a dónde perteneces.

Taehyung resopló en un intento de risa por sus palabras, pero no se volteo a mirarlo, su vista seguía clavada en el camino.

- Yo soy tu esposo, y así me cueste una vida, voy hacer que me recuerdes, voy a lograr que me abras tu corazón nuevamente, te lo prometo...

Taehyung al fin lo miró, y Jungkook realmente no supo cómo tomarse el hecho de que esa expresión tan dura fuera dirigida a su persona. Jamás creyó que el doncel podría mirarle así, con tanto rencor y odio que incluso podría palparlo, era evidente que le aborrecía, que no soportaba su presencia, y aunque sabía que lo merecía, aún no estaba listo para recibir un trato tan arisco por su parte, porque ciertamente creyó que el castaño lo recibiría con los brazos abiertos justo como la noche anterior.

El silencio volvió apoderarse del reducido lugar, pues Jungkook no fue capaz de decir algo más, respetaría su tiempo, y su espacio, porque a pesar de que no habían hablado en absoluto, sabía que el castaño si que podía hablar, lo había visto hace un rato, pero no era digno de sus palabras, no era digno de su presencia, lo sabía perfectamente.

Por otro lado, Taehyung estaba sumamente ofendido por sus palabras, por esas miradas que le lanzaba. ¿Enserio podría ser alguien ser tan cínico?

"Vas a llorar lágrimas de sangre Jeon Jungkook, así me cueste una vida, voy a devolverte todo el dolor que has provocado en mi..."

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