22| DE VUELTA A MIS BRAZOS
Las cadenas del pasado
Parte tres.
Jungkook.
Me he mantenido en el rincón del salón oculto de ti, porque a pesar de que durante la cena he intentando llamar tu atención, tú no me miraste, no después de ese instante tan íntimo en el que nuestras almas se reencontraron; y te pasaste todo el rato mirando a ese hombre, a otro hombre que no soy yo. Ahora estoy tan avergonzado de mi propia piel, de mi existencia tan banal, tan insignificante ante tu magnificencia.
Eso me hizo recordar todas la veces en las que desee que tus ojos se apartarán de mí; cuando fuiste mío y yo simplemente fije mi interés en otro lugar, en otros cuerpos. Hoy puedo decir con toda la seguridad que poseo, que no hay nada más en este mundo que desee tanto como que vuelvas a mirarme como lo hacías, que tus tiernas sonrisas sean dirigidas únicamente a mí, que tus brazos me aten a tu cuerpo cálido, que tus besos me pertenezcan, que tú me pertenezcas y me permitas la oportunidad de redimirme.
Tuve tanto de ti, tanto y a manos llenas que simplemente no supe que hacer con ello. Pudimos haber sido oro puro, dinamita expuesta al fuego esperando estallar, y yo apague tu llama, apague tu mirada, extinguí tu vida con mis estúpidas acciones, con mi egoísta negación ante el precioso amor que aún siento por ti.
Mi amor, ¿Podrías regresarme a la noche en la que nos conocimos?
Esa vez primera en la que nuestras almas inocentes e ingenuas se prometieron amor eterno. ¿Tienes tú el antídoto del tiempo? ¿Posees la cura a esta amargura que invade mi cuerpo cada vez que él te toca?
Pequeño YeonJunie, has crecido tanto.
¿Cómo pude olvidarme de ti?
¿Cómo pude haber sido capaz de fallar a mi palabra?
Supongo que nunca tuvo tanto peso después de todo; pues yo jamás te merecí.
Es hasta ahora que me doy cuenta de que has nombrado a nuestro hijo, con el nombre que yo te dí aquella noche en la que nuestra promesa fue sellada con la luna de testigo. Y no se cómo tomarme ese irrefutable hecho. ¿Al fin me has recordado tú también?
¿Existe si quiera una remota posibilidad para que volvamos a estar juntos?
Me encuentro deseando que así sea, porque ciertamente no creo que exista otra manera de vivir que no sea a tu lado, perdiendome eternamente en la miel de tu mirada, bebiendo de tu piel.
Estoy sediento de ti, enloquecido por la ferviente necesidad de sentirme revitalizado con tu presencia. Y estoy haciendo un esfuerzo sobre humano para no lanzarme sobre tu cuerpo y fundirte en mi pecho.
¿Deseas tú lo mismo que yo?
¿Podrías decirme que todo irá bien?
¿Podrás amarme nuevamente?
Sintiendo mi corazón cada vez más apagado, mi instinto de supervivencia se ve multiplicado a mil, y aunque no quiero apartar mi mirada de tu divino cuerpo, hay algo que necesito hacer para sacarte de aquí, y si todo sale bien, mi amor, quizás todas estas preguntas que invaden mi mente, al fin puedan tener respuesta.
[...]
Los murmullos de los nobles, las risas amistosas y el armonioso sonido de la música, se mezclaban con la absoluta incomodidad del parlamento.
Min Yoongi, había tenido el descaro de colocar dos tronos en el interior del salón donde el baile estaba dando lugar. Si bien su prometido tenía el derecho de sentarse a su lado en celebraciones como esta, jamás podría ocupar un trono, dado que, aún no estaban unidos en matrimonio; pero claro, el monarca se pasó ese pequeño dato por las bolas. Estaba decidido a hacerles ver a todos, lo importante que Taehyung era en su vida, y por supuesto para el reino de Percia.
Taehyung muy a su pesar, ocupó ese lugar a la izquierda de Min. El doncel conocía a la perfección las normativas que debía seguir como futuro consorte; las cosas que podía y no hacer. Por lo mismo, ahora se sentía bastante incómodo con todas esas miradas de desaprobación por parte de los hombres ancianos.
No estaba en sus planes imponer su palabra contra todo pronóstico. Ya de por sí, estaba siendo difícil para él, tener toda esa atención indeseada por su repentina aparición, y las especulaciones que había hacia su hijo. Porque siendo sinceros, YeonJun no se parecía en nada al monarca pelirrojo, lo cual ya estaba siendo en extremo sospechoso para todos.
La noche estaba en pleno apojeo, cuando Yoongi se levantó de su lugar tras charlar con una señora joven, de cabellos dorados, y se despidió momentáneamente de su amante, con casto beso en el dorso de su mano y una sonrisa tranquilizante. Aunque para Taehyung, en ese momento, las circunstancias eran todo, menos tranquilas, pues por más que se había esforzado en intentar apasiguar la creciente ansiedad en su pecho, no lo había conseguido en absoluto.
Tratando de parecer contento por la celebración, el castaño se acomodó mejor en su lugar. En un intento desesperado por despejar su mente de los cientos de escenarios catastróficos que no dejaban de atormentarlo, se dedicó a admirar el espectáculo que los jóvenes casaderas estaban dando en la pista de baile. Le resultaba de cierta manera tranquilizante enfocar sus sentidos en las movidas melodías, en esos pasos tan precisos y ensayados que todos se esforzaban por presumir, porque claro, jamás está de más alardear de las extensas horas que pasaron encerrados en los salones de sus mansiones, con un instructor profesional.
La danza para Taehyung, era una de las bellas artes más completas y difíciles de capturar; pues para un pintor era fácil dejar huella en el mundo, al igual que los músicos con sus partituras, pero la danza no podía ser registrada en otro lugar mas que en los corazones, y a su parecer era la manera más romántica de conocer a alguien. Los sutiles toques y esas sonrisas escondidas, parecían ser la más preciosa proclamación de amor.
Algo que jamás tuvo el privilegio de experimentar.
El doncel había tomado muchas clases de todo tipo en su niñez; conocía las bellas artes en todo su esplendor, y podía considerarse afortunado por ello; pero era triste saber que con ninguna de ellas pudo ser cortejado.
Antes de que un suspiro cargado en melancolía se logre escapar de sus labios, su vista logra enfocar una figura esbelta caminar con elegancia y porte, digna de su corona, hasta él. Los nervios lo invadieron, pues no sabía que intenciones tenía el hombre, y con Yoongi lejos, las cosas podrían tornarse desastrosas en cualquier momento, pero poco le duró el sentimiento, cuando la sonrisa resplandeciente y un tanto coqueta del joven príncipe de Yuin, lo cautivó por completo.
– Su majestad. — saludó el rubio inclinandose en una reverencia. — Me he enterado que su habilidad para el habla le ha sido arrebatada, y no puedo evitar sentirme entristecido por ese dato.
Taehyung frunció el entrecejo no comprendiendo a que venía aquel cometario tan fuera de lugar, y Jackson pareció comprenderlo enseguida, pues su sonrisa se elevó aún más sobre su rostro.
– No me malinterprete, pero me encontraba deseando poder deleitarme con su preciosa voz. — agregó de inmediato, y escuchó al doncel soltar una risita — Por ese motivo me he decidido a invitarlo a bailar; he de admitir que sus pasos de hace un rato, me han dejado cautivado, y la enviadia se sembró en mi interior, por no poder acercarme a usted con su prometido rondando tan cerca y a la defensiva.
Taehyung estaba deseando poder hablar para negarse a su invitación. No sabía si todos los nobles se comportaban tan descarados, pero debía admitir que le resultaba gracioso, incluso hasta un poco halagador, pues nadie se había atrevido a invitarlo a bailar en todo lo que va de la noche.
– Por favor no me rechace, me encuentro muy solo y con ganas de bailar con usted al menos una pieza. — insistió al ver la duda en los ojos del contrario. — ¿Qué dice? ¿Me concedería el precioso privilegio de guiarlo en la pista de baile?
Cuando Jackson le extendió su mano, el castaño se mordió el labio con fuerza, pero terminó por sonreírle con la mirada, pues sus ojos se entrecerraron creando medias lunas. Su mano se posó con delicadeza en la ajena, y fue guiado hasta el centro de la pista para poder comenzar a bailar.
Nada podría pasar por aceptar bailar con el príncipe. ¿Verdad?
[...]
De pie en un rincón del gran salón donde el baile en honor al príncipe del sol estaba dando lugar; con la mirada perdida en los sutiles pasos ensayados de los bailarines en la pista, Jungkook recordaba las palabras que su hermana le dijo hace unos años atrás, esa noche en la que fue obligada a abandonar el cobijo de su hogar para partir como la nueva consorte de un reino desconocido y sumamente alejado de las tierras que la vieron crecer.
"Muchas veces, las cosas que no puedes cambiar, son las mismas que terminan cambiandote luego."
Antes había creído que su hermana solo intentaba alardear sobre su impresionante sabiduría y conocimiento adquirido gracias a su diligencia y las extensas horas que le dedicaba a su estudio; pero ahora, lograba comprender el peso que esas palabras tenían, pues no solo intentaban ser un consuelo para él, sino que también, para ella misma.
Estaban cargadas de verdad.
La mente de cada individuo resulta ser un mundo completamente distinto, imposible de comprender a totalidad, al igual que sus corazones; pues son esas vivencias pasadas las que nos arrastran a un presente igual de doloroso, o quizás un poco más luminoso, lleno de sabiduría. Nadie nace sabiendo como vivir, como amar, como perder; y es hasta que tocas el fondo, cuando al fin te das cuenta de la realidad, de todas esas desiciones equivocas y dañinas. El perder a las personas que amas, el perderte a ti mismo, es muchas veces, lo que uno necesita para retomar el rumbo, o tomar un camino diferente.
Palpar el fondo para lograr impulsarte a la superficie.
Los recuerdos amenos y las alegrías marcadas en el corazón, son aquellas que nos recuerdan quienes somos, de dónde venimos y a qué dirección vamos.
En un mundo donde los prejuicios son muchos, y la suerte muy escasa, la habilidad de adaptarse a las circunstancias y luchar por encontrar un respiro ante el sofocante ahogo, es algo que muy pocas personas son capaces de lograr.
Perderse a sí mismo no es una opción.
Para Jeon Jungkook este presente es absurdo, lo que está experimentando parece un chiste, una alucinación creada por sus anhelos, una burla del destino que carece de gracia. Después de tantos años en los que solo conoció la parte más horrenda y oscura de la vida, la suerte parece estarle sonriendo por fin. Pareciera que la vida ha decidido recompensarle por toda la tristeza vivida en su pasado, por las injusticias soportadas, por ese niño al cual se le arrebató la inocencia y le privaron de su infancia, por sus alas cortadas y su esperanza hecha pedazos.
Min Yoongi, el duendecillo endemoniado que se ha atrevido a hurtar lo que más ha querido en la vida; ha sido lo suficiente estúpido para servirle en bandeja de plata todo lo que necesitaba para que su plan carezca de fallas, y resulte un rotundo éxito.
¿En verdad no lo pensó?
¿Creía que no se daría cuenta?
¿Lo creyó tan estúpido como no atreverse a actuar?
Después de la terrible tristeza que le provocó ver al doncel bailando complacido en los brazos del monarca pelirrojo, el príncipe de Sirgo ha logrado bloquear con efectividad sus deseos de perderse nuevamente en su miseria, y comenzó a moverse entre la multitud para mostrarse tal cual es. Derribó sus barreras, retiró su máscara y dejó su orgullo a un lado para lograr conmover los corazones de los invitados. Tras contarles lo terrible que fue perder a su esposo fallecido, a esa preciosa luna que antes brillaba en su cielo ahora oscuro y vacío; sus relatos fueron efectivos, totalmente convincentes pues provocó en los demás un poco de compasión e incluso lástima hacia su persona, y se los ganó de una manera que jamás creyó posible, pues tal parece que la desgracia de unos, es el placer de otros. Así que prometieron ayudarle en la búsqueda de su cuerpo, los convenció a ponerse de su lado.
Nada de lo que había dicho era mentira, todo lo contado era la absoluta verdad, se mostró vulnerable para obtener aliados que lo ayudarían a recuperar lo que más deseaba.
Su última carta ha sido lanzada a la mesa, y se encuentra euforico ante la expectativa de la apuesta del todo por el todo. Pues de cualquier forma ya no tiene nada que perder, sino que, todo por ganar; y Kim DahYun será la protagonista de la escena final.
La joven rubia apareció frente a sus ojos como una bendición, pues ella aunque no lo pareciera, es la mujer más poderosa del mundo. Al ser la esposa del juez mediador entre las familias de la corona, estaba al tanto de todo lo que ocurría dentro de los territorios. Su belleza deslumbrante y completo dominio sobre el vejestorio de su marido, la convierte en una arma peligrosa, una aliada que cualquier monarca desearía tener contenta; pues un solo susurro suyo puede salvar la vida muchos, o provocar la muerte más dolorosa y vergonzosa de toda una nación.
Afortunadamente para él, la joven resulta ser íntima amiga de su hermana YeJi. Aunque no lo pareciera, los hermanos Jeon mantienen una relación bastante cercana a pesar de estar tan alejados, y entre tantas cartas enviadas por la reina pelinegra, se enteró de que la esposa del juez se sentía afligida por no ser tomada en cuanta el mundo aristócrata; pues al ser una mujer, pequeña e inofensiva, era (como todas las muejes y donceles) irrelevante para la mayoría.
Fue cuestión de volver a sus viejas y empolvadas mañas, para que la rubia cayera presa en su palabrería adulante y coqueta, pero Jeon no se arriesgo a halagar su físico, sino que mencionó lo brillante que era tras una breve conversación, y lo imponente e importante que debía ser para el juez y por supuesto para el mundo entero. Y así, con un choque de copas, se la guardo en el bolsillo.
Ahora mismo, con el rítmico sonido de la música y el eco provocado por los tacones de los danzantes en el centro del salon, Jungkook se ancló frente a la pista de baile, firme y decidido para ejecutar el último movimiento. Se ha quedado quieto por un largo rato, solo observando como el mundo se mueve, como conspira a su favor, así que cuando distingue los cambios en la melodía su cabeza se gira a su derecha, encontrandose de inmediato con el rostro lleno de seguridad de su amigo, quién pregunta con la mirada si debe dar el siguente paso, y él confirma, dándole un ligero movimiento de cabeza y una seña con la mano que han establecido esa misma mañana.
La chispa de esperanza que logró encender, se a avivado y convertido en ambición, y es el calor de aquella flama es la responsable de que tire de la cuerda que sostiene telón, y la verdadera la función da comenzo.
Es tanta su expectativa, sus ganas de poder corroborar la verdad que siente en su pecho, sabe que Taehyung es el precioso ser, que se esconde detrás de esos velos, sabe que su más grande amor está a unos cuantos metros de distancia esperando por él, lo sabe, puede sentirlo en la piel, pero aún debe corroborarlo, debe encararlo para poder lanzarse a su brazos sin quedar en ridículo, y de ser el caso, debe ser ahora, frente a toda esa gente que ha puesto de su lado, los necesita de testigos.
Con la ansiedad queriendo invadir su cuerpo, Jungkook aprieta sus manos en la tela de su traje negro, y sus ojos se mueven con rapidez siguiendo cada movimiento, se mantiene atento a cada detalle, a la posición de los hombres importantes. Todo está saliendo de maravilla, y su ansiedad termina por marcharse cuando logra distinguir la cabellera rojiza de Min, perderse entre las puertas de la salida, junto a DahYun, quién se gira en su dirección para darle una mirada victoriosa y llena de orgullo a sí misma.
Jungkook suspira exhalando alivio, y le dedica una sonrisa de aprobación antes de que está termine por llevarse lejos a Yoongi, y cerrar las puertas.
Es en ese momento, cuando la satisfacción está cada vez más cerca de él, que su vista vuelve a enfocarse en el trono, y se llena de orgullo al ver qué Jackson no ha perdido el tiempo, y ha hecho uso de sus dotes seductores para convencer a Kim Vante a aceptar su invitación a bailar.
Mira la escena ansioso, su labio inferior es apresado con fuerza cuando distingue la duda en el semblante del doncel misterioro, pero en cuanto su delicada mano acanelada cae sobre la pálida de su amigo, la emoción lo invade, pues había algo dentro de él que esperaba que no aceptará bailar con el príncipe rubio, pero la hecho, y no solo eso, sino que se mueve ingenuo y seguro hasta el centro del lugar, sonriéndole con la mirada.
Una nueva tandada de mujeres y cabelleros que no tuvieron oportunidad de bailar con la melodía anterior, se incorporan con su pareja en una fila perfecta, dejando a la concubina en el centro, dándole respetuosamente el lugar que merece.
El carraspeo de una joven lo saca de órbita, y fija su mirada en la sonrisa aniñada de la joven que porta un vestido violeta precioso.
– ¿Le importaría sacarme a bailar, su alteza? — le dice la castaña con una sonrisa tímida, y Jungkook se ríe por aquello, pues la joven no parece tener más de quince años.
– Sería un honor. — responde con simpleza, pues después de todo necesitaba una compañera de baile, y que mejor que una niña inocente para ayudarlo a ejecutar su plan. — Es su primer temporada ¿No es así?
– Así es su alteza. — le dijo cuando se incorporaron en la pista, muy alejados del centro. — Soy Son ChaeYoung, y tengo catorce años. — está vez se inclinó en una reverencia para presentarse. — Si cree que estoy intentando seducirlo está muy equivocado, la verdad es que hay un caballero que ha llamado mi atención, pero no me ha mirado en toda la noche... Así que creí que si me veía bailar con alguien tan atractivo como lo es su alteza, quizás podría...
Jungkook soltó una carcajada.
– Está bien, puedes usarme pasa darle celos a ese muchacho, pero solo si tú me ayudas con algo también. ¿Qué te parece? — la joven sonrió contenta y asintió en repetidas ocasiones. — Bien, pues mi objetivo es llegar hasta el centro de la pista, tienes que ser muy rápida y precisa para que nadie nos note. ¿De acuerdo?
– ¿Por qué no movernos ahora? — preguntó incrédula. — Aún podemos hacerlo.
– Quiero sorprender a alguien. El concubino del Rey, es un gran amigo mío, y no he podido verle desde hace mucho tiempo. — mintió con descaro, pero funcionó pues ChaeYoung abrió los ojos sorprendida. — Cuando estemos cerca, quiero bailar con él, y tú podrás terminar la danza con el príncipe de Yuin. ¿Qué te parece? Te aseguro que tus amigas, y las demás señoritas estarán muertas de envidia cuando vean que has bailado con dos príncipes en la misma noche.
Los ojos de la niña se llenaron de anhelo, y aceptó de inmediato aquella propuesta. Después de eso sería la joven más llamativa del reino, y estaba ansiosa por ello.
Cuando la melodía comenzó, las damas y donceles fueron los primeros en inclinarse en una reverencia, y los hombres le siguieron después. Con el suave y envolvente sonido, la danza comienza de matera sutil, compartiendo sonrisas y tímidos toques en las manos, para posteriormente girar en cuatro tiempos alrededor del otro, deslizando sus pies por el suelo de manera grasil.
Mientras todos van moviéndose al ritmo, el príncipe pelinegro se ha alcanzado a colar al menos tres puestos más cerca, y le agradece a su compañera lo fácil que le está resultando desplazarse de manera discreta hasta su objetivo.
De un momento a otro, y siendo totalmente repentino, la sonata cambia, convirtiendose en una Pavana movida, alegre y eufórica.
Las manos pálidas del príncipe se ciñen con firmeza sobre el corsé de su joven compañera, a quien le sonríe con complicidad para comenzar a girar sobre saltos por toda la pista, rompiendo totalmente las reglas de la danza, pero pasa muy poco tiempo para que los demás imiten sus pasos, haciendo más fácil que se camuflajeen y mezclen hasta llegar al centro, donde solo dos parejas se interponen de su objetivo.
La señal que necesita, llega en cuando la melodía cambia de nueva cuenta, y se torna sutil, totalmente romántica o quizás melancólica. En ese momento, sus pasos se han detenido casi por completo, y se dedica a esperar a que las vueltas comiencen para poder continuar.
– Ahora, cuando te gire, el príncipe Jackson tomara mi lugar. ¿Estás lista? — musitó Jungkook, acercándose hasta el rostro de ChaeYoung, para no ser escuchado por nadie más que ella.
– Cuando usted me diga, su alteza. — responde decidida.
Jungkook asiente, y sus ojos buscan a los de su amigo, quién se ha colocado como barrera para que Vante no se percate de lo que está sucediendo a su alrededor.
Todo comienza a tornarse borroso en cuanto ChaeYoung y Taehyung giran sobre su propio eje, siguiendo los pasos del baile, y es en ese momento cuando los príncipes se deslizan en dirección contrarea, tomando el lugar del otro con sus respectivas parejas.
Ahora es Jungkook quién sostiene la mano de Taehyung, y en cuanto sus dedos hacen contacto, la electricidad conocida, recorre el cuerpo de ambos.
Todo parece ocurrir con lentitud, y la realidad se distorciona cuando Taehyung vuelve a su posición inicial, encontrandose cara a cara con Jungkook, quién no tarda en tomar su cintura con delicadeza y dedicarle una sonrisa de lo más placentera.
Es hora de desenmascarar al usurpador.
El pánico lo invade, sus ojos se abren con sorpresa y su cuerpo se queda rígido, completamente estatico en su lugar. No lo comprende, no sabe en qué momento ha llegado a esta posición. No es capaz de asimilar que ya no es el príncipe de Yuin el que sostiene su cintura, sino que es ese mismo demonio que atormenta sus sueños, que lo persigue en sus recuerdos.
Su corazón comienza a acelerarse, el oxígeno parece intixicante y su sangre se niega a fluir por su cerebro pues ha perdido la capacidad de pensar con claridad.
Jungkook lo está mirando con adoración, con tanto anhelo que incluso parece otra persona. Su labio interior tiembla, y puede distinguir que sus lágrimas están a punto de brotar, pero no lo hacen, no sudece.
Esta a punto de preguntar qué ocurre, quiere saber si esto es solo una de sus pesadillas, pero los empujones de las parejas a su alrededor le hacen recordar dónde se encuentra, el bullicio de la gente lo hace reaccionar, y tal parece que Jungkook ha sentido lo mismo, pues no pasa mucho tiempo antes de que sus manos lo aprieten con fuerza.
No pueden escapar, la vida los ha colocado en esa circunstancia por alguna razón, pero el miedo no abandona el cuerpo del doncel, así que sus ojos recorren el lugar, en busca de alguien que pueda rescatarlo, pero nuevamente está solo, se encuentra indefenso entre las garras de su depredador.
No puede correr, no es capaz de gritar por auxilio, pues el aroma familiar y esa mirada profunda lo envuelven en una telaraña pegajosa, dulce y difícil de deshacer. Detecta inmediatamente que Jungkook está nervioso, pero al mismo tiempo sumamente complacido, victorioso.
¿Lo ha descubierto?
No tiene tiempo de responderse, pues el pelinegro le sonríe de nueva cuenta antes de comenzar a danzar, y no sabe cómo, mucho menos porqué, pero su cuerpo se mueve, la tensión abandona su cuerpo y sigue bailando, siente el calor del otro adentrarse por los poros de su piel. Por un momento, cuando la fluidez vuelve, recuerda que está cubierto, que el gentío a su alrededor lo resguarda, y que aunque no hay alguien cerca que pueda ayudarlo en este momento, está seguro, solo debe terminar la danza con normalidad, actuar como si nada de lo que está sucediendo lo afectara.
Para Jungkook las cosas estaban siendo diferentes, pareciera que el salón se hubiera quedado completamente vacío, y solo sus cuerpos los cuales se movían con familiaridad al compás del otro, fueran los únicos existentes en la tierra; respondiendo inconcientemente al insistente llamado de sus corazones que no paran de rogar por el amor del otro, por su vitalidad, por una segunda oportunidad.
Completamente al borde el abismo, indecisos por dejarse consumir en las llamas del infierno de su pasado, o aventurarse a un nuevo horizonte donde su "nosotros" jamás existió, dónde nunca más existirá.
Siguiendo los pasos de aquella melodía que no son capaces de escuchar, sus pies se desplazan con delicadeza por el suelo, girando a cuatro tiempos; acercándose mutuamente, atrayendose magnéticamente sin permitir que sus miradas se alejen del otro, anhelando el momento en que puedan encontrarse nuevamente.
Tan rápido como la primera vez, tan electrizante y cautivante como aquella vez primera, las manos de Jungkook se rozan con gentileza la piel expuesta de su rostro.
Cómo un impulso mortal, la sangre de ambos entra en ebullición, cuando la música cesa. Jeon gira con delicadeza el cuerpo del doncel, retirando de un movimiento rápido, la tiara que sostiene el velo en su lugar; sus dedos toman la tela de tul color vino que cubre su rostro y cuando su muñeca cae a su lugar, el velo termina por caer también, justo cuando Taehyung se ha girado a verle nuevamente.
Ya no hay duda alguna, no hay palabras que puedan explicar la gratificante sensación que se expandió por el débil cuerpo del príncipe pelinegro, quién siente sus ojos llenarse de sal, y sus piernas flaquear, imposibilitado cualquier movimiento.
Taehyung por el contrareo solo ha podido llevarse las manos al rostro, intentando cubrirlo, pero ya es demasiado tarde, pues alcanza a escuchar los jadeos sorpresivos de todos los presentes, quienes han fijado la atención en ellos.
Cuando Jungkook cae de rodillas al suelo, el castaño se percata de los sollozos que esté suelta, de los lamentos que se escapan por sus finos labios.
Esta atonito, aturdido por lo que está sucediendo. Su cuerpo comienza a temblar, y al igual que Jungkook se deja caer al suelo, pues no puede mantenerse de pie, no cuando han retirado su máscara frente a tantas personas. Pero no puede llorar, no puede hacer otra cosa más que mantenerse quieto esperando todo, cualquier cosa, menos sentir las frías manos del príncipe sobre su rostro una vez más.
Jungkook lo toma con fuerza, lo acaricia con insistencia, como queriendo cerciorarse de que esto no es un sueño, que está vez su Taehyung, su pequeña flor de jazmín si está frente a él, que es real, que al fin lo ha encontrado.
– Mi amor. — alcanza a pronunciar con la voz rota. — Taehyung, precioso pedacito de cielo, estás con vida. Mi amor... Estás con vida...
Tan pronto como terminó de decir aquello una lágrima se escapa de los ojos miel del doncel, y siente sus labios ser presos de un beso lleno de arrepentimiento, de vergüenza. Su cuerpo reacciona por sí solo, y sus labios se abren ligeramente para corresponder a aquel roce celestial.
Se deja envolver entre la calidez desesperada del otro, se pierde entre las miles de mariposas resucitadas en su interior, esas caricias, en ese calor, que tanto había extrañado, ese que creyó olvidar.
Pero ahí estaba de nuevo, perdiendose entre el laberinto del infierno.
El instante es tan efímero e imposible de creer, que sus ojos se cierran, sus lágrimas comenzan a correr una tras otra a la par de las contrarias, findiensose en un solo llanto, en un mismo corazón.
Pero todo acaba cuando el grito ronco y rabioso retumba por las paredes del lugar.
– ¡Aleja tus putas manos de mi prometido!
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