21| DESENMASCARAR AL USURPADOR
Las cadenas del pasado
Parte dos.
Jungkook.
La señal que necesitaba para comenzar mi plan, llegó con el estruendoso sonido de las campanas chocando entre sí. La catedral de Percia no está muy lejos del palacio, así que puedo escucharlas con claridad. En estos momentos el Papa ya debería haber hecho su fabulosa pasarela frente a todos esos creyentes hipócritas.
Hace unos cuantos minutos estaba decidido, tenía la certeza de que podía hacerlo, pero ahora simplemente no soy capaz de dar un paso al frente. Las paredes en tono marfil que me rodean, parecen burlarse de mí, y el inmaculado color me está mareando. Las náuseas crecen desquiciadas desde la boca de mi estómago, hasta topar con la campanilla de mi garganta. No hay nada en mi sistema, pues el desayuno que he tomado, ha sido solo el maldito cigarrillo que Jackson me ofreció por la mañana, cuando armamos el plan; pero aún así, logro sentir la acidez de mis jugos gástricos instalarse en mis papilas gustativas, y estoy completamente seguro de que podría vaciarme y nunca cansarme.
La bruma de nerviosismo, se ha llevado el poco valor que poseía, desvaneciendolo en el aire hasta transformarlo en polvo frente a mis ojos.
Estoy aterrado. Joder que sí.
Afortunadamente para mi orgullo herido, no hay nadie a mi alrededor. Por alguna extraña razón, los pasillos están desolados; y los pocos guardias que alcancé a ver antes de colarme en el pasillo de las habitaciones principales, estaban demasiado ocupados coqueteando con las criadas de cocina, como para notar mi presencia.
He logrado avanzar más de lo que esperaba, todo parece estar saliendo de maravilla, tanto que eso me pone a un más ansioso. Soy un hombre que ama la cacería, sé perfectamente donde, cuando y como colocar una trampa para que mi presa caiga redondita en ella. Ahora mismo me siento así; he dejado de ser el temible depredador, para convertirme en una vulnerable y necesitada presa.
Vulnerable por al fin aceptar mis sentimientos. Necesitado por volver a tener a Taehyung entre mis brazos.
Recordar su nombre siempre me trae sensaciones extrañas, y completamente contradictorias. Su fantasma no me abandona, se mantiene presente en mi mente, junto a la culpabilidad. Pero son sus preciosos ojitos miel y esa sonrisa geométrica, lo que me mantienen con vida, porque hoy en día, yo daría cualquier cosa por volver a verle, por tenerlo entre mis brazos y expresarle todo el amor que siempre he sentido por él.
Deseo una segunda oportunidad, y al parecer la vida me la está dando.
Desde esa noche en la que pude conocer al príncipe YeonJun; lo que era una diminuta chispa de esperanza, se transformó en una flama, tan pequeña y titilante que no alcanza a iluminar mis tormentos, pero es lo suficiente vivaz para convencerme de seguir adelante.
Con la imagen del pequeño YeonJun en mi mente, al fin me decido por laventar la vista del suelo. Puedo sentir el conocido zumbido de mis ataques queriendo nacer, pero lo detengo en seco, no puedo permitirme quedarme estancado en medio de este enorme pasillo y dejar que mis alucinaciones me consuman.
Así que me aferro a la idea de tener a mi familia de vuelta, respiro profundamente para llenar mis pulmones de aire y obligo a mis piernas a moverse con velocidad, pues sé que detrás de mí, la cobardía me asecha, y no pretendo que me alcance. No esta vez.
"Cuando la bifurcación del ala oeste llegué a su fin, deberá girar a su izquierda. Se encontrará con un sin fin de habitaciones en su camino, pero es la del final, la única que posee una enorme puerta de madera blanca, en la que la concubina se encuentra. No he podido verle el rostro, pero le aseguro, su alteza, que hay algo extraño ahí."
Sigo el camino que Lee Hyeri me ha indicado con anterioridad. Y sé que quizás deba desconfiar de ella, pero ahora mismo es ella, la única aliada que tengo dentro de este palacio. No tengo más opciones.
¿Qué más da si estoy yendo a mi propia muerte?
Al menos llegaré al infierno sabiendo que lo he intentado.
Estoy tan perdido convenciendome a mí mismo, que estoy haciendo lo correcto, que no me percato de en qué momento he llegado, pero mis pies se detienen, y la imponente puerta de color blanco me sonríe siniestra.
Ahí dentro se encuentra la respuesta de mi existencia.
Las manos me tiemblan al buscar en el bolsillo de mi saco, la llave de oro que la nodiza me ha dado, y cuando la encuentro, no puedo evitar extenderla entre mi palma para examinarla.
Joder. Esto es una maldita trampa.
¿De que otra manera ella obtendría la maldita llave de su habitación? Si yo he sido testigo de lo mucho que Yoongi cuida de esa supuesta concubina.
No tiene sentido.
Pero realmente, nada lo tiene. Así que lo intento. Giro la llave dentro de la cerradura y la puerta se abre en seguida. Mis párpados se cierran con fuerza mientras mi mano termina por empujar la madera, y espero con paciencia, por unos largos segundos que mi cuerpo sea tirado al suelo, o que la risa de Yoongi entre por mis oídos, pero nada de eso sucede, y es en ese momento cuando abro los ojos con lentitud, esperando nuevamente cualquier cosa, menos la serenidad en la que me encuentro rodeado.
Si algo tengo que reconocer de ese maltido duende pelirrojo, es su exquisito gusto cuando de decoración se trata; pues mis pupilas se expanden extasiadas por la divinidad de la habitación. Estoy seguro que si yo no hubiera nacido como príncipe, ahora mismo estaría dando saltos llenos de emoción, pues el entorno minimalista y ese toque "maternal" choca de lleno contra mí.
El color rosa pálido y los detalles dorados, hacen del lugar glamuroso, pero es ese aroma familiar, dulce y floral, lo que lo hace reconfortable.
Es tan adictivo, y malditamente conocido que inmediatamente me siento en casa. Siento a mi cuerpo entrar en un trance celestial, en el que me olvidó de todo, y por fin puedo concentrarme en mi tarea.
Busco por todos lados, sacudiendo los cajones de los innumerables muebles de esta gigante habitación, pero no hay nada que capte mi atención, nada lo suficientemente bueno para terminarme de convencer de que Taehyung es quien habita este lugar.
Siendo guiado por las manecillas del reloj, mis pasos se dirigen hasta la cama, que como supuse, está acondicionada con una cuna anexada. Sonrió con tristeza, pues es así como he imaginado mi habitación con Taehyung.
Mis dedos recorren celosos la textura del material, saboreando nuevamente mi más grande anhelo, y me dejó caer de espaldas sobre el suave colchón. La seda de las sábanas me hacen rodar un poco, y termino enterrando mi rostro en las almohadas. Sé que parezco un loco, pero nada de eso importa cuando mi olfato capta ese aroma a jazmín.
Estoy tan cerca, pero a la vez tan lejos...
La salinidad en mis pupilas comienza a acumularse en las esquinas de mis ojos, cuando me obligó a levantarme, y está vez hay algo que llama mi atención; pues justo del otro lado, hay un diminuto mueble con el cajón medio abierto, como queriendo que le eche un vistazo. Me acerco, y me encuentro con una pila de cartas atadas con un listón precioso.
Todas están firmadas con el mismo remitente. JH.
¿Quién es?
Y lo más importante, ¿Por qué sabe tanto sobre los asuntos de Sirgo?
"Jeon ha partido a Percia está noche. ¿Estarás bien?"
Mis ojos comienzan a leer superficialmente las líneas escritas en el papel, y es impresionante la cantidad de guarradas que las personas pueden llegar a redactar cuando están cachondas. Por qué sí, al parecer este tal JH se está comiendo la torta de Yoongi.
Ese hombre es un grande. Tiene todo mi respeto.
Aunque me gustaría seguir leyendo el contenido de esta novela erótica, sé que no me queda mucho tiempo antes de que el duendecillo astuto regrese a su palacio, así que me guardo en el interior de mi saco, esas cartas más comprometedoras, con toda la intención de usarlas en su contra después.
Cuando estoy acomodando nuevamente las cartas en su lugar, mis dedos chocan contra un metal frío. Sé que hay muebles con cajones de doble fondo, porque joder, incluso yo los utilizo; pero me parece curioso y un tanto extraño, que esa dama tenga algo más escondido por ahí. Las cartas ya son lo suficientemente poderosas para derrocarla, incluso podría ser condenada a muerte por el delito de adulterio, así que no sé que otra cosa pueda poseer, que sea mucho más valioso que estás mierdas.
La curiosidad puede tanto conmigo, que a pesar de que ya me he rendido a la idea de que Taehyung pueda estar aquí, me dedico a retirar el fondo falso del cajón, solo para encontrarme con una diminuta caja de terciopelo azul marino. Mi ceño se frunce, y mis dedos se dedican a abrir la tapa con prisa.
¡Carajo!
Definitivamente no estaba preparado para esto.
En cuanto mis ojos se posan en ese diamante, puedo sentir las pulsaciones de mi corazón disminuir su ritmo hasta quedar completamente pausado. La sangre se me estanca en los pies, y el aire parece no querer entrar a mis pulmones.
Entre mis manos tengo el anillo de compromiso que hace un tiempo coloqué en anular de Taehyung, y no solo eso, sino que también está el de bodas.
Me quedo estatico por un largo rato, solo mirando el brillo de esos aros que tan bien conozco. Y sé que no son una jodida réplica, porque están grabados con el sello de mi reino, y las iniciales de mi esposo. Estos anillos han formado parte de mi familia por más de diez generaciones.
Con sumo cuidado, tomo el anillo de bodas, que no es más que un aro de oro rosa con diminutas amatistas incrustadas. Lo acercó a su gemelo, y casi puedo sentir esa corriente mágica que recorrió mi cuerpo el día en el que Taehyung lo colocó sobre mi dedo.
Taehyung...
Mi Taehyung está con vida.
[...]
Taehyung.
Ahora que hemos vuelto al palacio, tengo que admitir que me siento mucho más ansioso. Desde que sé que Jungkook ronda por aquí, no he tenido si quiera un segundo de tranquilidad, pero existía cierto grado de confort, sabiendo que no tenía que mostrarme públicamente ante nadie.
Ahora que finalmente Yoongi me ha presentado frente al mundo como su prometido, la atención que tanto me agobia, está sobre mi hijo, y por supuesto en mí; es tanta y tan sofocante, que no puedo evitar mirar en la dirección por la que Yoongi se fue antes de que estás ocho señoritas se aglomeraran a mi alrededor para bombardearme con preguntas indiscretas.
Estoy tratando con todas las fuerzas de mi cuerpo mantener la compostura, pero juro por mi hijo, que cada vez me lo están poniendo más difícil. Los músculos de mi cuerpo están más tensos que de costumbre, y cuando siento que estoy a punto de estallar y gritarles que se larguen, Yoongi aparece nuevamente. Se abre paso entre la multitud de víboras cizañosas para rescatarme. Cómo siempre lo ha hecho.
Su presencia logra reconfortarme enseguida, y siento como mi cuerpo se relaja considerablemente ante el aroma varonil que emana de su cuerpo.
– Mi prometido no puede hablar. — les dijó Yoongi con una sonrisa apenada, y me mira con ese brillo de disculpa por haberme dejado solo. Las jóvenes a mi alrededor parecieron demasiado contentas cuando apareció, pero después de decir eso, las veo abrir los ojos con sorpresa, y hacer algunas muecas burlonas antes de inclinarse en una reverencia que a penas y puede ser conciderada como tal. — Pero puede escucharlas. — vuelve a decir. — Por favor no lo agobien, es difícil para él, no poder comunicarse con ustedes.
– Lo sentimos mucho su majestad. — pronunciaron al uno mismo, y yo me veo en la necesidad de virar los ojos hacia atrás.
Inmediatamente después de eso, me esfuerzo en extender una sonrisa de lo más marcada para hacer que mis ojos se achiquen, y ellas puedan ver qué las ha disculpado por su insistente parloteo. Tan pronto como me pongo de pie, mi cuerpo se impulsó en busca del calor de Yoongi; por mero instinto, como si las células de mi piel supieran que a su lado nada puede pasarme. He tomado su interrupción como una clara invitación a mi tan esperada huída, y nuevamente, sin siquiera atreverme a meditarlo, enredo mi brazo con el suyo.
Fue una acción tan natural, y sin otras intenciones, que no puedo avitar sorprenderme por lo bien que he tomado su presencia. Mis ojos viajan hasta la unión de nuestros cuerpos y después levanto la vista para mirar su expresión.
No parece sorprendido, y mucho menos incómodo por mi tan desesperado contacto, sino que todo lo contrario, porque aún sin mirarme siento como su mano libre acomoda la mía, y la sostiene ahí, en un intento por mantenerme mucho más cerca a él.
Es extraño recibir estos tratos tan dóciles. Aún no logro acostumbrarme del todo a este nulo rechazo por su parte.
Jungkook jamás habría permitido que le tomara del brazo de esa manera frente a tanta gente.
Pensar en él siempre me trae recuerdos que deseo olvidar, esos mismos que hacen querer echarme a llorar en la comodidad de mi cama y jamás salir de ahí. A pesar de todo el tiempo que ha pasado, Jeon Jungkook sigue presente en mi vida, y lo odio, detesto que su simple presencia me afecte de esta manera. Porque no voy a mentir, estoy nervioso, asustado y también un poco emocionado.
No quiero verlo nuevamente, eso es seguro, pero sí que quiero que él me vea. Estoy deseando que sus ojos se posen sobre mí, que me reconozca y no pueda acercarse a mí. Anhelo que vea lo feliz que soy, lo bien que me he tomado su cruel abandono, y lo poco que lo echo de menos.
Aunque todo sea una mentira, deseo que sufra.
Sé que él no me quiere, que jamás lo hizo, pero algo es seguro, y es que los hombres aman su ego. Adoran proclamar como suyos los corazones más dulces, y no son capaces de asimilar la idea de que alguien más se los robe.
Es un pensamiento absurdo. Pero se me permite. ¿No es así?
La amargura de su recuerdo, me hace querer vomitar, pero me abstengo de armar un numerito aquí; así que levantó la mirada, mantengo una postura correcta y aliso el corsé que llevo puesto con mi mano libre.
Pasamos un buen rato en silencio, Yoongi camina con calma por el amplio salón sonriendo y agradeciendo a todos los que se nos acercan a felicitarnos, hasta que encontramos un momento de tranquilidad, y lo escucho hablar.
– ¿Te están molestando mucho? — me pregunta Yoongi, mirando a su alrededor para cuidar que nadie pueda escuchar nuestra conversación.
– Son más vivaces de lo que recordaba. En tu coronación a penas y se tomaron la molestia de saludarme, pero hoy, parece que soy alguna bruja extraña con deformidades. — le digo lo más quedito que puedo , y lo escucho reír ante mi comentario. Después siento como suelta mi mano, y estoy a punto de quejarme cuando lo veo jalar una silla y extender su mano para indicarme que tome asiento a su lado. — ¿Te burlas de mí? — lo acuso con los ojos entrecerrados.
Yoongi niega. — Solo me parece gracioso lo mal que tomas la atención dirigida a ti. Están aquí por ti, precioso, por ser el padre de nuestro hijo. — cuando toma asiento junto a mí, siento mi mano ser apresanda nuevamente, y jadeo sorprendido cuando entrelaza nuestros dedos en un agarre mucho más firme e íntimo. No puedo evitar sonrojarme.
A penas estoy sintiéndome cómodo con todo esto, cuando lo veo buscar con la mirada entre la gente que ya se acerca al comedor.
– ¿Qué ocurre? — le pregunto. La duda es palpable en mis palabras, y lo veo fruncir el ceño.
Yoongi jamás está tan serio, y eso me asusta.
– El príncipe de Yuin acaba de llegar, y no me pareció haberlo visto en la catedral.
— ¿Es el príncipe que estaba en tu despacho esa vez? ¿El amigo de Jungkook? — Yoongi asintió. — ¿Sabes dónde está él? No es que quiera verlo, pero realmente me pone mucho más nervioso, no saber dónde está metido.
Mierda. ¿Por qué no dice nada?
Jungkook no puede estar haciendo de las suyas. ¿Verdad?
Veo como Yoongi levanta su mano para llamar la atención de la servidumbre, y tan pronto como su mano cae a su regazo, un guardia y una criada ya estaban a su lado esperando por una orden.
– Envíen a buscar al príncipe Jeon. — le susurra al guardia, pero he alcanzado a oírle, y nuevamente siento mi cuerpo tensarse.
– Ahora mismo enviaré a buscarlo, majestad. — pronunció el aguardia y salió con rapidez del salón.
– No solo es un hijo de perra, sino que también un maleducado. — soltó Yoongi en un suspiro gruñón.
– ¿Crees que esté tramando algo?
– Ya lo sabría, cariño. Tranquilo. Recuerda que nada en este palacio ocurre sin que yo lo sepa antes.
Su voz es tranquila, pero puedo ver la duda en ese mar de marea turbulenta que tiene por ojos. Y aunque quiero seguir con esta conversación, no me queda más remedio que dejarla morir, pues el banquete está a punto de comenzar y las sirvientas han comenzado a servir la comida en la vajilla que elegí para está ocasión. Porque sí, Min Yoongi ya me ha dado las responsabilidades que me corresponden como futuro consorte. Es un poco apresurado, lo sé, pero estoy listo para esto, ya fuí un príncipe heredero, me he preparado para ser "la madre del pueblo de Sirgo."
Antes de que pueda perderme nuevamente en mis pensamientos, la voz aguda de Jimin entra por mis oídos llamando mi atención, y lo veo acercarse a nosotros con TaeMin a sus espaldas. Los he visto rodar por todo el salón presumiendo de su nuevo parentesco con la corona, y pavoneandose orgullosos, cuando mi niño, a quien llevan en sus brazos, les ha sonreído de la manera más coqueta y risueña posible a los invitados.
– Su majestad. — habló Jimin tomando asiento a su lado. — El príncipe YeonJunie es el niño más adorable que he conocido.
Y no puedo estar mas de acuerdo con eso. Mi YeonJunie es el angelito mas bonito.
– No es como si conocieras a muchos niños, Park. — se burló Yoongi, y extendió sus brazos para que Jimin le pasará a mi hijo. Cuando lo tuvo entre sus manos, YeonJun jugueteo un poco con el cuello de su traje, pero al escucharme reír, lo veo hacer una expresión de absoluta felicidad, pataleando y sacudiendo sus manitas con euforia; como si no me hubiera visto en años. Yoongi truena la boca en desaprobación, y cuando mi bebé no para de moverse inquieto, cede a lo que desea, y me lo da. — Y así como es adorable, también es un pequeño traidor.
Todos nos reinos ante la indignación de sus palabras, y yo dejo de prestarles atención, para jugar con mi principito inquieto, quién no deja de jalonearme el velo.
– No se burle usted de mí, su majestad. — volvió a hablar Jimin. — Pronto tendré entre mis brazos a un pequeñín igual de bonito como el príncipe.
TaeMin por su parte solo pudo aclararse la garganta por el repentino comentario.
– ¿Qué pasa Barón? ¿No desea usted tener a un heredero pronto? — cuestionó Yoongi con un tono escalofriante. Por el rabillo del ojo puedo ver cómo ha arqueado una ceja, y el barón niega con tanta insistencia que soy capaz de captar el movimiento a pesar de estar alejados. — ¿Entonces? ¿Cuál es el problema?
– Su majestad, discúlpeme, pero no quería arruinar el día del príncipe YeonJun con esta repentina noticia. — pronunció con timidez. — Incluso a mí me ha tomado por sorpresa, pero al parecer mi querido Jimin esta llevando en su vientre a nuestro primer hijo.
Bien, eso sí que me interesa. La sorpresa invadió mi cuerpo, y tomando las manitas de mi hijo me atrevo a girar en dirección a ellos.
¿Jimin va a tener un bebé?
– ¡Hombre, pues felicidades! ¡Enhorabuena! — exclamó Yoongi poniéndose de pie para darle un abrazo a su amigo, quién correspondió de inmediato. — Me hace feliz saber que el matrimonio al que le di mi bendición, está dando frutos.
Jimin sonrió contento, y recibió también, un abrazo por parte de Yoongi. — Es repentino, pero lo hemos esperado hace mucho tiempo.
Hay un momento de absoluta tensión, todos han guardado silencio y no apartan la mirada de mí.
¿Por qué me miran?
Sigo tan aturdido por la repentina noticia que por momento pienso que YeonJun me ha terminado por jalar el velo, así que llevo una de mis manos para corroborar que todo siga en su lugar, y así es. ¿Entonces por qué..
– Cariño. — escucho la voz aterciopelada de Yoongi. — ¿No vas a...
Sus palabras quedan flotando en el aire cuando su cabeza gira lentamente hacia el matrimonio quien se mantiene expectante a mi reacción tardía.
Aún sin pensarlo mucho, y con la lágrimas de felicidad amenazando por brotar de mis ojos, me pongo de pie, y le doy a YeonJun a Yoongi, quién lo toma rápidamente. Siento su mirada siguiendo cada uno de mis movimientos; pero no me importa, porque tan pronto como estoy frente a Jimin, mis brazos se extienden y lo atrapó en un abrazo tan fuerte que lo escucho jadear.
Lo he extrañado mucho, él ha sido mi único amigo, la única persona que se acercó a mí de manera genuina, y realmente estoy feliz por él.
– Oh, su alteza. — se queja en mi oído, pero no le prestó atención, sino que lo abrazó con más fuerza. — Podría aplastar a mi bebé. — se burló Jimin con una risita incómoda, y es en ese momento que decido soltarlo. Cuando nos alejamos, la bonita sonrisa que se había dibujado en su rostro, ahora es una mueca de preocupación, pues se ha dado cuenta de mis ojos llorosos. — ¿Qué ocurre? ¿Esta usted bien?
Yo sonrió para él, a pesar de que no puede verme a totalidad, y luego asiento.
Yoongi avanzó a mi auxilio, pegándone a su costado con su mano libre. — Vante no puede hablar. — repitió con dulcura. — Pero su mirada es mucho más expresiva y sincera que todas las palabras que desearía decirte, Jimin.
Y es verdad, porque estoy seguro que si supiera la verdad, y yo pudiera hablarle, mis palabras no saldrían. Mi alegría es tanta, que simplemente no tendría nada que decirle...
[...]
Jungkook.
En cuanto las criadas encargadas de atender mis necesidades, me informan que Min me está buscando, siento el miedo recorrer mi cuerpo. Afortunadamente he sido cuidadoso, y estoy casi seguro de que nadie me ha visto, pero no lo estoy completamente, y sé que si Min se entera de mi excursión por los aposentos de Taehyung tendré que enfrentarme a un nuevo problema, que por el momento no necesito.
Tratando de disipar ese pensamiento de mi mente, me obligó a mantener la calma. Pero joder. ¿Cómo mierda puedo estar tranquilo después de lo que vi?
Hay dos posibles respuestas a qué Yoongi tenga en su poder los anillos de mi Tae.
La primera, es que Taehyung siga con vida, y que como lo estuve pensando, lo tenga cautivo y probablemente hechizado. Porque por más vueltas que le dé al asunto, mi esposo jamás estaría aquí por su propia voluntad, no en sus cinco sentidos, al menos.
La otra, y la menos problable para mí; es que él haya hurtado su cuerpo.
Cualquiera de esas dos opciones es lo suficiente ofensiva para mí y mi reino, pues no solo me ha robado al amor de mi vida, sino que también al príncipe heredero de Jeon; y ese es un delito que ocasionará una guerra. Una jodida guerra que estoy dispuesto a ganar.
La rabia que siento en estos momentos es inhumana; puedo sentir mi sangre entrando en hervor, y a la bestia que vive en mí, luchando por salir a flote, pero no es el momento. Ahora mismo tengo que ir a ese jodido banquete y darles a todos la mejor sonrisa que pueda fingir.
Si voy a ir a la guerra necesito aliados.
Yuin está de mi lado, eso es seguro; y si le cuento a mi suegro lo que descubrí, será el primero en saltar contra Percia.
Había pensando en la posibilidad de quedarme tumbado en la cama, dejar pasar por alto la festividad, calmar mis pensamientos. Pero no puedo hacerlo, una vez más, mis responsabilidades como príncipe me arrastran a un lugar al que no quiero asistir. Así que dejo a las criadas ayudarme a vestir, y después de unos cuantos minutos estoy lo suficiente presentable para salir.
Una risita burlona se escapa de mis labios cuando al abrir la puerta de la habitación, mis ojos enfocan los dos cuerpos fornidos de los guardias que Min ha enviado por mí. Los dejo guiarme por el palacio, y casi podía jurar que estaban llevándome al calabozo de no ser porque de un momento a otro, la música y las risas alegres de un gentío, entraron por mis oídos.
En cuestión de minutos, me encuentro en el salón donde el banquete se está celebrando. Cuando mi cuerpo está completamente dentro, la conocida sensación de nerviosismo vuelve atacarme con brutalidad, pues a pesar de que hay al rededor de doscientas personas ya sentadas alrededor del enorme comedor, mi vista solo es capaz de mirar en una dirección, a una persona en específico.
En la cabeza del comedor, sentado junto a Min Yoongi, logro a distinguir a una figura esbelta, con el rostro cubierto casi por completo por un velo de tul en color vino. Al igual que sus facciones, su cabello está escondido, pero alcanzo a ver desde mi lugar, como algunos mechones rebeldes y ondulados, luchan por salir de ese apretado adorno que sostiene todo en su lugar.
Todo a mi alrededor deja de tener sentido. Los sonidos de los cubiertos chocando contra la vajilla, de pronto se vuelven inexistentes, al igual que todos los murmullos alegres mezclados con la envidia e hipocresía por parte de los presentes; y solo soy capaz de escuchar mi respiración acelerada. Mi cuerpo se vuelve hipersensible; tanto, que soy capaz de percibir a gran escala las ráfagas del viento fresco que se alcanza a colar por las ventanas, chocando contra mi piel, erizando mis bellos por completo; cuando por un efímero momento, por un bendito instante, Taehyung, quién parece sonreír en direccion a Yoongi, enfoca su vista en mí.
Me siento tan dichoso, tan malditamente feliz cuando nuestras miradas se funden. Los estallidos de mi corazones retumban en el centro de la tierra, provocando un terremoto de emociones y sensaciones. Y por un momento puedo jurar que estoy a punto de desmayarme, porque realmente no creo que sea posible que mi cuerpo pueda sentir tantas cosas tan contradictorias al mismo tiempo.
Mi vista se nubla ante la salinidad de mis lágrimas, y no puedo retener el río que se desboca sin piedad. Estoy feliz, mierda que sí.
Quiero avanzar, ansío llorar y gritar de felicidad, pues a pesar de que aún no sé con certeza su identidad, el destino ha vuelto a susurrarme al oído que nuestros caminos están unidos, que no importa cuántas veces intentemos separarnos, la vida nos volverá a juntar de alguna u otra manera.
Taehyung y yo estamos unidos por el lazo rojo de la vida. Nuestro destino es el mismo.
Hay un momento en el que mi cuerpo entra en una crisis indescriptible, mi corazón suplica por aproximarme a él, por arrancarle el velo y descubrir de una maldita vez, si es el precioso rostro de mi esposo el que se esconde detrás de el. Anhelo poder perderme en la profundidad de sus ojos una vez más, abrazarlo, fundirlo entre mi pecho y hacerlo parte de mí, para que jamás pueda escapar, para poder besar sus labios hasta que la muerte reclame mi cuerpo; pero cuando intento dar un paso al frente las fuerzas me fallan, mis piernas no parecen querer responder. Siento el ardiente tirón de las cadenas que mi pasado obligandime a mantenerme anclado en mi lugar, incapaz de llegar a él.
Siento mi alma fragmentarse y la impotencia crecer dentro de mí, cuando mi campo de visión se ve obstruida por el rostro de mi amigo, dejándome imposibilitado a ver a ese precioso angel nuevamente. Y su voz me arrastra de nuevo a la realidad.
– Jeon. — murmura Jackson con la voz entrecortada, tomando mis hombros con fuerza — Lo he conseguido. Todo marcha de acuerdo al plan.
A pesar de que debería estar sonriendo por la buena noticia, solo puedo asentir, pues soy incapaz de formular palabra alguna. Mi mente no puede pensar en nada más que no sea recuperar a mi esposo.
– Pensé que ese doncel nos pondría las cosas difíciles, pero joder amigo, no hay nada que esté precioso rostro mío no pueda lograr. — lo veo mofarse con orgullo, y eso me saca una sonrisa.
– ¿Te lo has tirado? — le pregunto, y por su mueca decepcionada, se que no es así. — Mantenlo contento, necesito que su padre testifique a mi favor cuando pida la custodia de mi hijo.
Jackson asiente y se plata a mi lado, mirando en la misma dirección que yo.
– ¿Pudiste conseguir algo? — asiento. — ¡Joder! ¿Qué? ¿En verdad es tu esposo?
Lo miró con reproche. Ha alzado la voz más de lo debido, y el se disculpa con una sonrisa.
– Tiene sus anillos; el de bodas y de compromiso. Ahora solo tengo que estar completamente seguro de que es él, y llevarlo conmigo. YeonJun será un poco más complicado debido a que ha sido bautizado con el apellido de ese imbécil, pero si ese médico confirma que Taehyung estaba en cinta, todo será jodidamente fácil, y me llevaré a mi hijo de aquí.
– ¿Y entonces? ¿Qué procede? — me pregunta dudativo mirando a mi hijo en el regazo de Yoongi. — Hermano, ese niño es idéntico a ti.
La afirmación me hace sentir orgullo, porque joder, claro que se parece a mí, es mi hijo. No tengo duda alguna. Puedo sentir su sangre llamando la mía.
– En el baile. — le digo con calma. — Asegúrate de invitarlo a bailar. Yo me encargo del resto. Esta noche tendré que desenmascarar al usurpador.
Antes de que pueda decirme algo más, las criadas nos interrumpen, llevándonos a nuestros respectivos lugares. El banquete comienza con una melodía de fondo, y yo hago una mueca inconforme cuando me percato de lo alejado que me encuentro de ellos. Incluso pareciera que me han enviado hasta el final para no tenerme cerca, y honestamente no los culpo, incluso lo agradezco, pues sé, que estando cerca de ellos no podría contenerme.
Durante toda la cena, Yoongi no ha parado de pavonearse, presumiendo lo increíble que es su familia, y lo afortunado que es, por recibir tal dicha. Y yo tengo que aguantarlo, tragarme los celos que comienzan a carcomerne la piel lentamente.
La importancia de no poder acercarme me está volviendo loco, y aunque me encuentro incluso más ansioso que la última vez que estuve aquí, no huyo, me mantengo en mi lugar, picoteando la comida, fingiendo una sonrisa que sé, que sale tétrica, y me mezclo en la conversación un par de veces para hacerme notar.
Después de lo que parece una eternidad, el banquete finaliza, y todos nos movemos en dirección al salón donde el baile dará lugar.
Esta noche al fin, podré volver a tenerte entre mis brazos, mi amor...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro