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16| AMATISTAS

La cantidad de dopamina que ha estado produciendo su cuerpo es exagerada. Bien dicen que un el amor transforma a las personas, y cuando esté es correspondido, incluso tus ojos pueden percibir más colores de los existentes.

Estar enamorado es como vivir en una eterna primavera, una en la que existen feroces tormentas, pero que al final del día, terminan siendo indispensables para que las flores del amor florescan con armonía.

Kim Hoseok, hoy puede decir que es un hombre afortunado, el alma más privilegiada por la divinidad de los cielos. Su dicha es tanta, que la sonrisa en su rostro no se desvanece ni con el más fatídico acontecimiento. Es feliz, tremendamente feliz, eternamente en primavera.

En el pasado, cuando descubrió sus sentimientos por Taehyung, se sintió acobardado, insignificante e insuficiente para poder poseerlo, el doncel castaño era inalcanzable, pero hoy, la cobardía ha abandonado por completo su cuerpo.

Bajo el calor de las velas, la habitación de su casa se ve iluminada por el ser más precioso existente en la tierra. La ventana abierta deja entrar el aire faltante ante tal excitante momento. Puede sentir las pulsaciones de su corazón aún aceleradas por la actividad física, pero a pesar de que ha pasado ya un buen rato de eso, el ritmo de sus latidos no parecen querer volver a la normalidad.

Su desnudez le permite apreciar la tranquila respiración del doncel a su lado, chocando cálidamente contra su pecho, indicándole que esto es real, que no es un simple sueño. Le ha hecho el amor.

Por primera vez desde que Taehyung está a su lado, le ha permitido entrar en su piel, y Hoseok no puede estar más contento. El sexo para él, siempre fue efímero, una satisfacción fugaz que cualquier cuerpo puede otorgarle; y es natural, una petición instintiva de tu cuerpo, y aunque no puede considerarse un "don Juan", ha tenido la experiencia suficiente para saber que lo que acaba de ocurrir con Taehyung fue mucho más. Fue inigualable, fue especial. No solo fueron dos cuerpos necesitados por el calor del otro, sino dos almas entregándose y fundiéndose en una misma. Sus besos, sus caricias, y sus labios pronunciando su nombre con tanta hambre, con ese anhelo, fue explosivo, divino.

No tiene la certeza de cuánto tiempo ha pasado, pero de lo que puede estar seguro, es del hecho que sus ojos no se niegan a aceptar, simplemente no puede apartar la vista de su rostro tranquilo; no puede mantener sus manos quietas en su lugar cuando estás pican por acariciar su rostro, delinear cada facción y besar con delicadeza cada lunar.

Cuándo se rinde, cuando su cuerpo exige descansar, le proporciona un casto beso sobre su frente, y se siente la calidez recorrerle el pecho cuando el doncel se abraza con más impetu a su torso. Con una sonrisa cansada, sus párpados van perdiendo la batalla de la conciencia, y pronto se ve envuelto en un profundo sueño.

No puede pedirle más a la vida.

...

Muy temprano por la mañana, cuando los pajarillos comienzan a volar por los cielos de Sirgo, y los rayos del sol se adentran por la ventana de la habitación; Taehyung despierta con pesadez.

Sus ojos se abren perezosos por el reconfortante sueño, y su estómago gruñe exigente por alimento; quiere moverse, levantarse de la cama y buscar su desayuno, pero pronto cae en cuenta del brazo rodeando su cintura con fuerza, y se exalta asustado por la fuente de calor que siente en su espalda desnuda.

Sus ojos se abren en grande, bastante alarmado por lo que está sucediendo. Recorre con la mirada toda la habitación, encontrandose con los muebles conocidos y el florero de peonías en el tocador. Esta en la habitación de Hoseok, la misma que ha acogido su seguridad desde hace un tiempo atrás. Un suspiro de alivio escapa de sus labios cuando su olfato reconoce el aroma propio de su primo, pero se tensa nuevamente al recordar lo que sucedió por la noche.

El sonido de sus cuerpos chocar, los besos compartidos, y esa mezcla de aromas, vuelven a su mente como un remolino.

Sus mejillas se tiñen de rojo cuando se percata de su entera desnudez, y se gira con cuidado para encontrarse con el rostro sereno del hombre dormido a su lado. Detalla con la mirada sus facciones afiladas tan parecías a las suyas, y no puede evitar sonreír con calidez ante la bonita vista, ante el sentimiento de amor que se instala en su pecho.

Aunque lo intenta, no puede evitar comparar a Hoseok con Jungkook, ambos hombres son tan distintos, y sus expericias con ellos, también lo son. Para ser honestos, Taehyung no esperaba encontrarse con su hyun por la mañana, sus experiencias pasadas estaban marcadas en su piel con acero. Jungkook jamás despertó a su lado después de tener intimidad, pues este siempre desaparecía antes de que el sol saliera por el horizonte, dejándolo en una enorme cama vacía y fría en su totalidad; pero Hoseok, él se quedó, y no solo eso, sino que incluso entre sueños se encontraba velando por su seguridad, brindandole calor con su cuerpo.

Sus lágrimas comenzaron acumularse en sus ojos cuando se percata de lo mal que la ha pasado, pues incluso el sexo fue diferente, cuidadoso y lleno de amor.

Taehyung jamás había hecho el amor.

A pesar del tiempo que ha pasado, su corazón sigue herido por todo lo que vivió junto al príncipe azabeche, el sentimiento de traición lo sigue atacando con frecuencia por las noches. Es patético, absurdo desde cualquier perspectiva. Ahora puede ser feliz, ahora los tiene a ellos.

Antes de que sus lágrimas escapen por sus mejillas, es testigo del despertar de su hyun, quién al abrir por completo sus ojos, le sonríe con cariño.

– Ya estás despierto. — murmuró adormilado el mayor. — ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? —Taehyung sonrió mientras negaba, sintiendo su cuerpo ser abrazado con más fuerza, lo que provocó un nuevo sonrojo. —Te ves precioso, Tae.

– Buenos días hyun. No me duele nada. — dijo quedito y se enterró en el pecho del mayor tratando de ocultar su vergüenza.

– No te escondas, cariño. En verdad te vez precioso.

– ¡Hyun! — chilló en protesta. — No me diga eso cuando sigo desnudo.

La risa de Hoseok salió genuina desde su vientre, y se encargó de acariciar con lentitud la espalda de su Taehyung.

– Tae, es tierno que te pongas tan tímido después de lo que hicimos anoche. Técnicamente ya conozco todo de ti. — le dijo cuando su risa se apasiguo, y levanto el rostro del castaño para verle a los ojos. — Y lo amé, Tae, cada momento, cada segundo de mi estadía contigo es maravillosa, tu cuerpo es perfecto, tú, con todo lo que representas, eres simplemente perfecto.

– Pero tengo estrías, y mi barriga ya no es plana. — musitó con un puchero. — También mis pechos crecieron y mis caderas son enormes...

– Eso es porque eres padre, doncel tonto. — lo interrumpió y se acercó hasta sus labios para darle un beso. — Nuestro bebé es el responsable de los cambios en tu cuerpo, y ciertamente yo lo encuentro fascinante.

La mención de su hijo provocó un estremecimiento en Taehyung, y un amargo sabor en su boca al saberse lejos de su pequeño bebé. — Hyun. ¿Cuándo podré verlo? Lo extraño mucho y siento que mi leche se está secando por no tenerlo cerca. Es un bebé todavía, me necesita para alimentarse.

– Partiremos por la noche, doncelito, solo tengo que ir a una reunión en el palacio y pasar por unas cosas a la casa de mi tío. Cuando estemos allá, todo irá mejor. Lo prometo.

– También quisiera ver a mi padre. — la melancolía y anhelo en su voz, lograron apretarle el corazón a Hoseok. — Lo extraño mucho, debe estarlo pasando muy mal.

– Está mejor, Tae. Puedo contarle todo lo ocurrido si tú así lo quieres no dudes que lo haré, pero tienes que estar conciente de lo que eso ocasionará en la vida de Jeon, si sigues firme en tu desición de no dañarlo, lo mejor es que lo mantengamos en secreto hasta que llegue el momento indicado.

El castaño suspiro con un intento de sonrisa y después asintió. — Supongo que es lo mejor, por el momento...

Después de tan cariñoso encuentro, y un desayuno tranquilo, el castaño le sonrió de la manera más dulce posible a su hyun, acompañándolo en cada momento, hasta que la hora de irse llegó. Taehyung sabía perfectamente cuál era el tema a tratar en esa supuesta reunión en el palacio; pues aunque Hoseok, no le informaba a detalle lo que ocurría en la vida del príncipe, los periódicos y chismorreos en las calles no se hacían esperar.

Lo despidió con la misma dulzura con la que su Hyun lo trataba, y fue hasta que lo vio desvanecerse por la puerta de la mansión, que pudo borrar de su rostro esa sonrisa fingida que cargaba consigo desde aquella noche.

La caída del sol llegó con rapidez, y después de una ducha, Taehyung se encontró en la espaciosa habitación rodeado de productos de belleza y las ropas que usaría para su extenso viaje en carruaje, procurando que las prendas elegidas combinarán todas entre sí, hasta que un absurdo pensamiento se instaló en su mente al percatarse el empeño que ponía últimamente en su aspecto físico.

"La vanidad es un pecado."

O eso escuchó por ahí, en algún momento de su vida como noble. Los hombres suelen usar a las mujeres y donceles como objetos de su absoluta propiedad, mirandolos desde arriba, incapaces de agacharse a su altura, o por lo menos dignarse a bajar la mirada. Adoran de ellas, su incontenible pureza, y las pretenden obsequiando joyas y productos de belleza, pero cuando una de estas, se niegan a aceptar su mediocre cortejo, argumentando que son mucho más, que valen mucho más, ellos simplemente las catalogan como vanidosas, codiciosas y arrogantes; cuando ellas simplemente están siendo objetivas con sus deseos, son conocedoras de lo imponente que resulta su belleza externa como interna, y no pretenden bajar sus estándares por un simple cumplido barato. Para los donceles, aunque su situación es similar, ellos simplemente no pueden darse el lujo de rechazar algún cumplido, pues estos resultan escasos.

De pie frente al espejo, sus ojos son incapaces de reconocer su propio reflejo.

¿Es él? ¿Sigue siendo el mismo?

La respuesta es en un rotundo "no". El doncel frente al espejo, es solo un cuerpo de acero que fue forjado por la absulta soledad, rencor y desolación.

Sus dedos se posan sobre la piel de su inexpresivo rostro, encontrando que sus facciones se han endurecido, que sus ojos que antes brillaban en un miel precioso, ahora parecen opacos, y vacíos. Detalla con la mirada como sus dígitos recorren lo acanelado de su cuello, que justo ahora está lleno de marcas rojas y moradas, en total proclamación de posesión, y suspira cansado por lo tormentosos que resultan sus recuerdos de la noche anterior.

Con lentitud, la bata de baño que cubría su cuerpo, se desliza por su piel, dejando al descubierto más de esa posesiva evidencia en su desnudez. Los dedos de Hoseok en su caderas, que ahora lucen más anchas. Las mordidas deseosas de Hoseok en sus pechos hinchados por el alimento que su cuerpo ha estado produciendo, y los besos que Hoseok le entregó con tanta fascinación al inicio de su vientre.

Hoseok, Hoseok, Hoseok.

Hoseok amándolo como nunca antes lo habían hecho.

Hoseok borrando con el calor de su cuerpo los besos vacíos de le dieron en el pasado.

Hoseok haciéndole el amor, y derramando miel sobre su cuerpo inseguro.

No puede evitar que sus lágrimas nazcan nuevamente desde el interior de su pecho, pues ha sido todo tan irreal, tan mágico lo que experimentó a su lado, que incluso se siente inseguro de merecerlo, porque su Hyun lo amó de la manera más pura posible; mientras que él, se entregó por mero despecho, por pretender ejecutar una venganza de la que Jungkook nunca se enteraría, pero que aún así, deseaba llevar a cabo.

Un suspiro pesado se escapa de sus labios, cuando recuerda el motivo por el cual decidió entregarse a la lujuria del momento con el hombre de orbes esmeralda. Sus dientes capturan con fuerza su labio inferior, pretendiendo disipar las lágrimas que amenazan por salir. Hoy sería el día en el que Jeon Jungkook terminará su luto.

"El príncipe Jeon Jungkook, ha decidido terminar con el luto que la partida del difunto príncipe de Jeon dejó en su corazón.

¿Será está la oportunidad que las señoritas casaderas de la capital estaban esperando?

¡Caballeros nobles, manténgase atentos!

Quizas alguno de ustedes pueda ser el suegro de nuestro amado príncipe."

No es como si esperara que el príncipe le guardara luto eterno, porque era evidente que no lo haría; pero paso poco más de un año, y el pelinegro no había dado indicios de querer contraer matrimonio. Enterarse de que pronto una nueva mujer ocuparía el lugar de la cama que un día le perteneció, logró abrumarlo de una manera desbordante, pues aunque juraba no sentir más que rencor por aquel demonio, muy en el fondo deseaba que algún día este llegará por él, que apareciera por esa puerta y lo rescatará de aislamiento que él mismo se impuso, que lo buscará y lo besará mientras susurraba a su oído un "te extrañé".

Había ocasiones en las que miraba a su hijo, y encontraba en ese diminuto rostro infantil, toda la crueldad del hombre involucrado en su creación, pero aún con todo eso, imaginaba como sería su vida si tan solo Jungkook no lo hubiera orillado a cometer tal pecado aquella noche.

¿Querría a su hijo? ¿Lo amaría con la misma intensidad con la que él lo hace?

No lo sabe, y ciertamente no está dispuesto a averiguarlo.

El pequeño azabeche que nació de su vientre ahora tiene un padre que lo adora. Lo ama y lo protege como si fuera propio.

¿Podría el príncipe hacer eso por su propio hijo?

Supone que no.

Y esa respuesta la que lo motiva a seguir con tan complicado plan.

Sus ojos se dirigen a la ventana de la habitación que comparte con Hoseok, y ve a través del cristal, que la noche lo ha atrapado entre tantas divagaciones. Vuelve su mirada al espejo, y sonríe mecánicamente, está vez encontrando cierto encanto en su cuerpo, en el color de su piel, y en su rostro, el cual comienza a maquillar con esmero, tratando de ocultar entre capa y capa lo asqueroso que llegó a sentirse en su propia piel. Reproduciendo en su mente la misma frase una y otra vez, mientras termina de vestirse.

"Si tan solo pudieras verte como yo te veo, dejarías de pensar en lo horrible que te hicieron creer que eras. Amarías tu cuerpo tanto como lo hago yo. Te amarías a ti mismo tanto como lo hago yo."

En el tiempo que lleva viviendo en "libertad", se ha tomado muy enserio la tarea de aprender a quererse, de aceptarse tal y como es, porque ha descubierto que existen personas que lo aman, que lo respetan y que en verdad están dispuestos a dar la vida por él.

"Eres valiente. Eres capaz.  Eres valioso. Eres perfectamente hermoso."

Cuándo se encuentra listo en su totalidad, escucha desde afuera a los caballos relinchar, lo que anuncia la llegada de su hyun. Sus manos se mueven hábiles al comenzar a cubrir su rostro y cabello con la tela de un velo negro, y está vez una sonrisa genuina nace en rostro. Esta dispuesto a dejar todo atrás, comenzar una nueva vida, y de una vez por todas arrancarse el recuerdo de lo que fue, y la tormenta de lo que pudo haber sido.

Esta a punto de enterrar en la profundidad el fango al fantasma de Jungkook, y comenzar con aquello que se prometió.

"Vas a llorar lágrimas de sangre, Jeon Jungkook"

[...]

La ansiedad es como vagar de por vida en un náufrago. Siempre esperando la tormenta.

Incluso puedes entrar al ojo del huracán, y seguir sin encontrar la salida, sin poder ver la luz, sin encontrar la calma. Los escenarios catastróficos se proyectan en tu mente como un mal chiste, burlándose de ti, una y otra vez, hasta hacerte perder los sentidos. Tu cuerpo reacciona a corde a lo que tu mente transmite: miedo, desesperación, y absoluta soledad. Las emociones son tan rápidas, y tan intensas, que tus pulmones parecen perder su función de respirar, tu estómago se encoje en su lugar provocando un nudo firme en tu garganta hasta que las ganas de vomitar te vencen, pero aún vaciando todo tu interior, la sensación de pánico no se va. Lloras, gritas y súplicas por ayuda, pero nadie te ve, nadie te escucha. Eres tan insignificante, patético y exagerado que nadie tiende su mano en tu dirección. Y de nuevo el calor se dueña de tu piel, recorriendola con lentitud desde la punta de tus pies, hasta el último cabello suelto.

"Respira, respira"

Es lo que todos dicen, pero ese es el problema en primer lugar. Estamos respirando.

La calma, no es algo que Jungkook conozca. Esa paz tranquilizadora que invade tu cuerpo cuando el barco fluye al compás de las aguas tranquilas, parece un suceso inalcanzable. La presión que se ha impuesto sobre sus hombros desde muy corta edad lo han orillado a cometer acciones impropias de la corona.

En ocasiones, cuando mira la luna, se imagina un mundo en el que sus responsabilidades actuales son inexistentes. Un mundo en el qué él no es más que un simple campesino preocupado por arar la tierra de frijol, por arrear el ganado, agotarse por el esfuerzo físico realizado y llegar a una humilde pero acogedora casa al final del campo; besar a su esposo y sentirse preso de los gritos y brazos alegres que expresan sus hijos por su ansiada llegada. Es tan común lo que desea, tan cotidiano, que resulta ridículo para alguien que posee en su cuerpo sangre azul si quiera atreverse a imagar tales escenarios tan absurdos.

Está convencido de que si en algún momento llegará a externar tan profundo pensamiento, la gente se burlaría de él. Se reirían en su cara por tan estúpida alucinación. ¿Quién querría una vida en el campo, cuando tiene todas las comodidades de un futuro Rey?

El preguntaría lo siguente:
¿Quién querría las comodidades de un Rey, si a cambio tendrás que perder tu vida, tus sueños e incluso a ti mismo?

Pero la realidad es otra, porque por más que ese sea su sueño, es incapaz de renunciar a la corona, de decepcionar más a sus padres y pueblo. Es incapaz de arrojar todo por la borda, y lanzarse al mar abierto en un barquito de papel.

Es un auténtico cobarde, y lamentablemente para él, su cuerpo sigue con vida, pagando día a día la culpa del abandono e innumerables infidelidades. Tristemente y para el colmo de sus tormentos, sigue existiendo. Respirando en un entorno que no pidió, pero que tampoco tiene el privilegio y valor de abandonar.

Recuerda que en su niñez, los ataques malditos, se presentaban con una intensidad minúscula, provocando las constantes reprimendas por parte de sus padres y tutores; pero ahora, y desde que alcanzó la adultez, esos ataques malditos, se han vuelto insoportables, desastrosos y abrumadores en su totalidad.

Y no es para menos, pues sabe que sus equivocas acciones, lo llevaron hasta donde se encuentra actualmente: sumido en el agujero más profundo y oscuro de la culpa y la vergüenza.

El pasado, es una mezcla de mierda acumulada en el fondo del corazón. Una montaña de asqueroso excremento que vas acumulando sin darte cuenta, hasta que esa misma montaña alcanza un tamaño tan grande, que te alcanza, te atrapa y te destroza.

¿Soltar el pasado y vivir el presente?

¿Cómo podría si quiera atreverse a imaginar tal divinidad?

El pasado es parte de él, esas acciones equivocadas son las mismas que formaron a la persona que es actualmente. Lo odia, por supuesto, pero nada puede hacer al respecto.

O quizás sí.

En medio de un ataque maldito el pelinegro se ve en medio de un tiroteo, en absoluta desventaja sobre el enemigo, que resulta ser él mismo.

Lleva al rededor de dos semanas buscando pistas sobre el doncel de sus sueños. Ha recorrido la capital con el corazón en una mano, y toda su esperanza en la otra. Aferrándose a la idea de que quizás el precioso doncel con el que estuvo destinado a compartir su vida, siga en el plano terrenal, de que su hijo haya nacido sano, que ambos estén a salvo.

La incertidumbre de la ignorancia, lo ataca constantemente, la sensación es tan abrumadora, que no puede concentrarse en nada más, que no sea encontrar a la que un día pudo ser su familia. Ni siquiera la idea de que su padre este el borde de la muerte lo tiene tan preocupado, porque sí, Jeon Jungkook sigue siendo egoísta, y tan estúpido que no ha podido si quiera ponerse a pensar en lo que su madre pueda estar pasando.

Su oficina está repleta de documentos que tuvo que haber revisado ya hace un tiempo atrás, y ahora que el tiempo límite está cerca, no tiene más remedio que atender sus responsabilidades como gobernante regente.

El sonido de la madera ser golpeada con insistencia, logra hacer que el pelinegro despegue su vista de los documentos, y suelta un suspiro cansado, cuando el golpeteo no cesa.

– Adelante. — murmura con fastidio, y escucha la puerta abrirse rápidamente.

– Alteza. — saluda la mujer frente a él. — Sus baúles están listos en el carruaje, y hemos preparado un baño para usted antes de su partida.

– ¿Mi partida? — pregunta con incredulidad. La mujer parece querer morderse las uñas ante el nerviosismo, y asiente asustadiza cuando la mirada pesada y penetrante del pelinegro no se aparta de ella. — Sigo trabajando en esto, puedes retirarte.

– Lo lamento mucho, alteza, pero fueron órdenes directas de su majestad, la Reina. — insiste la joven al ver cómo el príncipe vuelve su vista a su trabajo. — Tendrá que partir hoy mismo si desea llegar a tiempo al Reino de Percia.

Cuándo aquel reino fue mencionado, Jungkook comprende al fin de que va todo. Y es que en verdad había bloqueado ese innecesario dato de su mente. Ciertamente, no quería ver con sus propios ojos la dicha de aquel hombre pelirrojo; está seguro de que podría sufrir algún colapso por culpa de su envidia, pero no podía faltar a dicha ceremonia, no si no deseaba poner a Sirgo en una situación comprometedora con el reino vecino.

– Supongo que tendré que partir. ¿Verdad?

A falta de tiempo para despedirse de su madre, el príncipe azabeche se ve en la obligación de redactar una nota para ella, deseándole buena salud, y fuerza para sobrellevar la situación con su padre.

También, escribió otra nota para su suegro, quién se había vuelto su consejero más íntimo en los últimos días, pues ambos compartían el mismo propósito de vida: encontrar a Taehyung. Y ahora que tenía que partir a la celebración en Percia; le informó de los avances que había tenido, siendo estos casi nulos, pero que aún así, notificaba.

Entrego dichas notas a los lacayos a su disposición, y se adentro en el carruaje que compartía con Taehyung cuando era necesario viajar.

Sería un viaje largo, lleno de sorpresas.

[...]

¿Cuánto tiempo se necesita para recorrer la distancia de Sirgo a Percia? ¿Cuántos días faltan para que Jungkook vuelva?

La creciente desesperación por parte del Duque Kim, incrementa considerablemente con cada minuto marcado en su reloj. Y no es que eche de menos al odioso príncipe, claro que no; pero lo necesita para encontrar a su Taehyung.

Si bien, cualquier persona con un poco de sentido común, se habría negado a la idea de aceptar la posibilidad de que los muertos pueden regresar a la vida; Kim Namjoon está lejos de ser un individuo común. Su vasta experiencia en la vida, le ha brindado una sabiduría digna de su título, pero son esos encuentros personales, los que le hacen estar convencido de que todo es posible.

Recuerda perfectamente como es que se vió envuelto en una circunstancia poco agradable a la vista, cuando su viudez era reciente. Ese instante en el que su atención se posó en unos preciosos ojos amatistas, en medio del bosque. Sigue presente en su memoria la manera en la que su pobre corazón recobró sus latidos, al sentirse preso de esa mirada lastimera y suplicante por piedad.

Era un día lluvioso, en el que había decidido abandonar su casa con el único propósito de despejar su mente, de llorar tranquilo sin la necesidad de correr al auxilio de su pequeño hijo. Pero lo que pretendía ser un paseo tranquilo en medio de la oscuridad del bosque, termino con él, arrodillado sobre el lodo del húmedo entorno frondoso, para cubrir con su abrigo al pobre doncel que temblaba de frío escondido en el hueco de un tronco seco.

En ese entonces, los cazadores de brujaras seguían siendo patrocinados por Jeon JoongKi II, quién al querer seguir con el último mandato de su padre, continuó con la purga total de estas mujeres libidinosas, y astutas; erradicando la posibilidad de que algo similar pudiera pasarle a él. Estos dichosos cazadores, no eran más que asquerosos estafadores sin oficio, que se aprovechaban de las señoritas de su agrado, para terminar abusandolas y conderlanas a morir en la hoguera cuando su libido cesaba.

Había escuchado leyendas sobre estos seres mágicos, y esos orbes violetas que enloquecian a cualquiera, y aunque quisó dejarlo ahí, no tuvo el corazón para hacerlo, cuando de sus esponjosos labios salió un suplicante "ayudeme por favor".

No sabía en qué se estaba metiendo, era joven e inexperto, así que sólo siguió su instinto, pensando en que su esposa habría aprobado que él extendiera su mano en ayuda a una pobre alma en desgracia.

Lamentablemente no contó con que ese precioso ser era atrayente por naturaleza, y terminó enamorado de esté de la manera más loca posible.

Sus piernas se mueven con rapidez cuando sus orbes miel divisan la casa que hace un tiempo construyó para él, y siente sus manos temblar al sentir el material firme del roble en la puerta. El nudo en su garganta se hace más firme, cuando al fin llama, y espera ansioso los escasos minutos que se demoró en abrir, sintiendolos como una eternidad. Y al fin abre, la lámpara sobre el techo, es la única fuente de luz que posibilita la vista, y nuevamente, cuando su rostro está frente a él, siente ese escalofrío recorrerle la piel de pies a cabeza.

– Duque Kim. — saluda con una sonrisa. — ¿Qué lo trae por aquí en una noche tan fría?

Namjoon se queda estático en su lugar, permitiendo que sus ojos se embriaguen de la belleza etérea y deslumbrante que posee el doncel frente a él, y es entre ese silencio sepulcral cuando siente sus manos ser presas por las del otro.

– ¿Quiere pasar? Justo estaba por terminar de preparar la cena. — vuelve a hablar, está vez notandose en su voz la incertidumbre de su presencia.

– ¿Dónde está mi hijo Seokjin? — es lo primero que sale de los labios del Duque. Áspero y desesperado.

La expresión amable del doncel se disipa al instante, y sus orbes amatistas brillan con intensidad.

– Está muerto. — responde de inmediato, y desliza su mano del toque que había estado proporcionando como si este quemara. — Si ha venido acusarme por hurtar su cuerpo, por favor retírese.

Las lágrimas del Duque se escapan por sus mejillas al no poder retenerlas más. Sus piernas flaquean incapaces de soportar su peso, y cae de rodillas al suelo.

– Solo tú pudiste regresarlo a la vida, solo tú eres capaz de hacerlo. — murmura con la voz fragmentada, suplicante, mientras sus manos se aferran a la tela del pantalón que el doncel trae puesto. — Por favor Seokjin, por favor acaba con mi agonía, y dime dónde está mi hijo, devuélveme el motivo de mi existencia, ayúdame, por favor ayúdame...

Seokjin mira alarmado a su alrededor, buscando entre la oscuridad los ojos curiosos de algún viajero o podiosero. Sintiendo en la piel de sus piernas las lágrimas sinceras que el duque suelta sin reprimenda, y deja escapar un jadeo de sorpresa al ver a Namjoon levantar la mirada.

– Por favor levantese, podrían verlo...

– Solo necesito una esperanza Jinie, solo una esperanza para poder seguir viviendo. — lo interrumpe. — Por lo que tuvimos, por el amor que aún siento por ti, por favor ayúdame...

[...]

N/a: La primer escena es el día en el que Jungkook conoce a su prometida, pero obviamente narrado desde la perspectiva de Tae.

En la segunda escena, ya han pasado varios días desde que Tae se fue, y Jungkook tiene que partir con anticipación a Percia porque el recorrido es largoooooo.

La última escena, son días después de que Jungkook partiera de Sirgo.

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