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15| INTRIGAS Y MENTIRAS

Resulta desconcertante y tremendamente aterrador lo que un hombre con poder puede llegar hacer por despecho.

Hace unas cuantas décadas atrás, cuando la corona estaba en manos de Jeon JoongKi I, las cosas en el reino eran un auténtico caos. El ego herido de un hombre no es algo con lo que se deba jugar, y mucho menos tratándose de alguien de un rango tan alto.

Tanto la iglesia como la corona han detestado el poder de la magia impartida por paganos. Pero en muchas ocasiones, los escrúpulos y deseos carnales de los caballeros, suelen jugar un papel importante. Jeon JoongKi no era del tipo de hombre que pudiera resistirse a las caricias de una mujer, pues el monarca tenía viviendo en su palacio a más de diez concubinas, pero la Reina, la gobernante absoluta de su corazón no era más que una simple campesina de ojos violetas. La mujer poseía una belleza envidiable, la finura de sus rasgos faciales, su escultural cuepo y esa manera tan sensual y elegante al hablar, terminaban encantando a más de uno, pero esa bella mujer, era la guardiana de un gran secreto, pues formaba parte de un aquelarre poderoso, siendo ella la bruja que sacrificaron para un bien común.

Sus dotes mágicos y hechizos, fueron la fuente de cientos de muertes innecesarias. Unas cuantas palabras susurradas al oído del monarca eran suficientes para que esté terminara haciendo su voluntad. Demostrando así lo débiles que pueden ser los hombres y supuestos alfas en el poder.

Pero como todo cuento de terror, la pesadilla terminó cuando una de las concubinas del Rey, atrapó a la reina siendo le infiel al monarca con una mujer.

El escándalo que provocó aquella noticia fue arrasandora, y bastaron solo un par de investigaciones para confirmar que la mujer no era más que una bruja astuta. La encarnación de la estrella de la mañana.

Jeon JoongKi I, sufrió una fuerte decepción, pues el hombre realmente amaba a la mujer que ocupaba el trono junto al suyo, pero está solo jugó con su pobre hombría. Su ego y orgullo como hombre y monarca, quedaron pisoteados, hundidos en la profundidad del fango.

Dicha mujer, fue condenada a morir en la hoguera, quemada en vida con leña verde. Su agonía duró al menos tres días, y fue ejecutada en medio de la plaza de la capital como una promesa a lo que sucedería después.

Apoyado por la iglesia, el reino de Sirgo comenzó su tarea para purgar sus calles de estás viles mujeres lujuriosas y avariciosas. Asesinando una a una hasta que quedaron hechas cenizas. Pero hubo tres brujas que lograron escapar de tan fatídico destino. Las hermanas Kim, quienes en algún momento, fueron las brujas más poderosas del aquelarre, huyeron al centro del bosque, ese bosque al que la luz mundana no podía llegar, pues las horribles bestias que gobernaban en plenitud no eran para nada amigables.

Al pie de una colina, las brujas construyeron una pequeña cabaña con a penas lo necesario para sobrevivir. Sus hechizos y magia, fueron ocupados para liderar a las bestias, quienes obedecían sus órdenes y cuidaban de ellas. Lamentablemente para la mayor de las tres, quién se encontraba embarazada, las circunstancias poco habitables, le provocaron la muerte tras dar a luz, y el destino de las otras dos brujas, fue un absoluto misterio, al igual que aquel híbrido mágico.

[...]

Sentado en su escritorio, el príncipe de Sirgo movía su pie con insistencia, provocando un sonido poco agradable al oído de sus sirvientes. La ansiedad que llevaba sintiendo desde hace días no parecía querer desaparecer, pues la imagen de aquella cabaña seguía corriendo por su mente con tanta insistencia que incluso había pausado sus actividades rutinarias.

¿Taehyung estaba con vida?

Era la pregunta más recurrente en su mente. Y como no, si el hombre había vivido un duelo horrible, cargado en culpa y desespero. Pero ahora había una pequeña esperanza en su corazón, y con eso le bastó.

Quisó mantener aquello en secreto, y mover sus cartas con la mayor discreción posible, pues si es que resultaba ser verdad que Taehyung estaba con vida, había alguien ocultandolo, y suponía que ese alguien era Kim Hoseok.

Un sin fin de escenarios y suposiciones atacaron sus sentidos por días, incluso había estado soñando con aquello. Si bien Hoseok tenía el sustento económico y el poder para mantenerlo oculto, su posición como aprendiz al ducado, le limitaba a actuar con descaro, por lo que supuso debía tener a alguien trabajando con él, y ese sin duda alguna, no podría ser el Duque Kim; se necesitaría ser un excelente actor, y maestro del engaño para fingir la pena con la que el hombre andaba. También estaba seguro de que hubiera acabado con él y su familia si tan solo supiera lo que le hizo a su Taehyung.

Otra prueba contundente, era el hecho de que existía una carta, en la que el doncel se había despedido de su padre, e incluso había rogado por el perdón del príncipe. Resultaba absurdo que el Duque supiera algo. ¿Pero entonces quién?

La hora del banquete había llegado rápidamente, una de las criadas le informó que el parlamento ya se encontraba en el comedor principal para llevar a acabo la reunión que había está posponiendo desde hace un tiempo.

Un fuerte suspiro se escuchó retumbar por las paredes del despacho. Sin querer lidiar con los ancianos entrometidos, Jeon peinó sus largos cabellos azabeches hacia atrás, y se levantó de su silla para dirigirse a la puerta.

Cuándo el salón del comer lo recibió, sintió su estómago revolverse cuando en la cabecera contrarea de la larga mesa divisó el cuerpo menudo de una mujer, con la cabeza cubierta con lo que parecía un velo de color lila.

Los muy descarados incluso habían traído a la pobre chica.

¿Es que acaso no saben en lo que se meten?

Sus pasos se ven apresurados cuando a la distancia distingue el rostro sonriente de Kim Hoseok, pero termina deteniéndose abruptamente cuando esté al girar para charlar con el doncel Park, deja al descubierto una parte de su cuello. La piel se ve ligeramente amoratada, con esos diminutos puntos carmín que delatan la fuente de la supuesta herida.

La sangre de Jungkook entró en ebullición, su rostro se torna rojo en rabia, y sus manos se aprietan con ganas de romper algo. Su naríz por ejemplo, o sus costillas quizás.

Aunque sus ojos siguen clavados con furia sobre aquel "chupetón", el pelinegro se obliga a respirar profundamente unas cuantas veces hasta que su cuerpo se apaciguó. Con una sonrisa y camla fingidas, se obliga nuevamente a moverse del lugar en el que ancló, y recibe gustoso todas las reverencias que le dan como bienvenida.

– Siéntense. — dice luego de un rato. — Disfrutemos de la comida.

La corte asiente con una sonrisa, y toman asiento en su lugar después de ver al príncipe tomar sus cubiertos.

– Es un honor verle de nuevo, alteza. — musita el conde Dong.

– Dong TaeMin, el placer es todo mío. Me informaron que tuvo que partir a sus tierras por órdenes de su Rey. ¿Cómo se encuentra él? - la sutileza de sus palabras, y su semblante cómodo provocan cierto grado de incomodidad en el parlamento, pues aún no se acostumbran a ver al príncipe en esta nueva faceta.

Por otro lado el doncel rubio rodó los ojos ante la pregunta protocolaria del azabeche, y recibe un codazo a modo de reprimenda por parte de su esposo.

– Nuestro Rey goza de buena salud, incluso mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de conocer al príncipe Min. ¿No es así, cariño?

Jimin sonríe genuino al recordar al pequeño príncipe, y asiente. — Es un bebé muy saludable también.

– Me alegra que las cosas en su reino vayan tan bien, por favor envíele mis felicitaciones. — responde el azabeche con la mandíbula apretada.

– De hecho, alteza, el Rey Min ha enviado conmigo una invitación al bautizo del príncipe, para usted. Se la entregaré una vez la reunión llegué a su fin.

Antes de que Jungkook pueda decir algo en respuesta, el fingido carraspeo de garganta proveniente de su suegro se hace presente, y lo mira con una sonrisa.

– Suegro, que gusto verle a usted también.

Namjoon mantiene su semblante neutral, pero todos los presentes pueden sentir su aura áspera y malhumorada que siempre carga consigo.

– Ya le he dicho que no me llame así, Alteza. — reprende con sutileza. — El motivo de esta reunión que ha tratado de posponer, es para presentarle a la señorita que contraera matrimonio con usted. Se que tuve que consultarlo primero con su majestad la reina, pero debido a los estrictos cuidados que su padre necesita, me ha dicho que está indispuesta.

Los músculos de Jungkook se tensan, y le es inevitable mirar al frente. La imagen que encuentra le resulta lamentablemente, pues apesar de que el banquete ha comenzado la mujer se mantiene quieta cuál muñeca de porcelana. Pero se siente al borde de la mutación, cuando al mirar de reojo distingue una sonrisa ladina en el rostro de Hoseok, quién ha tratado de disimularla dando un trago a su bebida.

– Es lo que veo. — pronuncia hosco, para después mirar a la mujer. — ¿Señorita?

– Señorita Im. — pronuncia el Barón. — La señorita Im NaYeon es mi nieta, majestad.

– Señorita Im, por favor retire el velo de su rostro, debe estar hambrienta. — ordena con voz pausada, y ve las delicadas manos de la mujer retirar con sutileza la tela de su rostro, dejando al descubierto la belleza deslumbrante que está posee, y Jungkook realmente admite, que de no ser por su corazón ocupado, hubiera estado saltando de felicidad por su nueva compañera. — Es usted muy bella, señorita Im.

La tez pálida de la mujer, cambia a un rojo carmín en cuanto esas palabras fueron pronunciadas, pero se abstiene de mostrarse cohibida frente a tantos hombres.

– Es un honor conocerlo, alteza. — saluda la rubia con una sonrisa, e inclina ligeramente su cabeza en una reverencia. — Me encontraba entusiasmada, por conocer a mi prometido.

El trago de vino que tenía en la garganta, es expulsado fuera de su boca tras una tos repentina. La afirmación lo tomó por sorpresa, pues no esperaba que la mujer hablara tan clara frente a tanta gente.

Tenía agallas.

– Lamento el mal entendido, y que su abuelo la haya hecho venir, usando usted un atuendo tan ostentoso, seguro que es muy pesado. — responde con voz ronca. — Pero me temo que ha sido todo en vano, no soy su prometido, y mucho menos planeo casarme con usted.

La afirmación descoloca a todo el parlamento. Los Im se miran con expresión confundida y ofendida. El Duque da un fuerte golpe a la mesa llamando la atención del príncipe.

– ¡Es una completa falta de respeto de su parte hacer una escena así! — espeta furioso.

– Una escena que pudo evitarse si todos ustedes escucharán las palabras de su príncipe. — grita al aire callando los murmullos que han comenzado a formarse. — Usted, suegro, me ha faltado al respeto a mí, a mi luto y la memoria de su hijo.

La mueca de rabia, y su mandíbula apretada fueron suficientes para que todos supieran que el Duque estaba más que molesto. Los presentes agacharon la mirada en sumisión, y pretendieron hacer oídos sordos.

– ¡Mi hijo está muerto! Entre más pronto lo asimile, más fácil será llevar su vida con normalidad. — bramó en tono alto, y se puso de pie, imponiendo su presencia ante el príncipe azabeche, quién no paraba de retarlo con la mirada. — Mi Taehyung no tiene nada que ver aquí, mi pobre niño está descansando, y estoy hasta los cojones de que usted siga sacándolo a colación cada que tiene oportunidad.

Hoseok, quien se había mantenido en silencio, se levantó de su asiento para tranquilizar a su tío. Entre el forcejeo, el mayor termino manotenado con fuerza en su dirección por lo molesto que le resultó su toque, y termino vertiendo el líquido de su copa en su camisa blanca.

– Jeon Taehyung, seguirá siendo mi esposo hasta el día en el que mi alma abandone mi cuerpo, y me vale una mierda si este imperio se viene abajo, no voy a casarme.

[...]

Después del alboroto armado en el comedor principal, Jungkook se dedicó a romper unas cuantas flechas en el campo de entrenamiento, específicamente en el área de arquería.

El príncipe había encontrado en el arco una manera sana de drenar toda su adrenalina y frustración, cuando los lienzos no lograban apasiguar su tormentoso instinto destructivo. Sentir el viento chocar contra su rostro, y concentrar todos sus sentidos en la puntería, le resultaba bastante tranquilizante. Podría pasar horas bajo el sol simplemente lanzando flechas.

Cuándo el la oscuridad se comió al sol, y su campo de visión se vio limitado a unas cuantas antorchas; un lacayo se acercó hasta él con una nota en sus manos.

– Alteza. — pronuncia temeroso el hombre. — Han enviado una carta desde la recidencia Kim, el hombre que la envío dijo que era urgente.

La mirada severa que Jungkook le da, hace que sus piernas flaqueen, y aprieta los ojos con fuerza esperando ser reprendido, pero en cambio solo sinete el papel deslizarse por sus dedos.

Cuándo el azabeche lee el contenido de dicha nota, suelta un fuerte suspiro, y mira de reojo al lacayo que ha logrado recomponer su postura.

– Dile a mis criadas que preparen un baño para mí. — dice después de un momento. — Y encárgate de limpiar aquí.

El lacayo suelta un silencioso suspiro, y asiente a lo pedido. — Sí alteza.

...

Después de tomar un baño refrescante, y vestirse apropiadamente, el carruje que perteneció a Taehyung lo espera en la entrada del palacio. Kim Namjoon lo había invitado a cenar, y aunque Jungkook sabía que tenía otras intenciones con dicho encuentro, no podía negarse a esa invitación, pues era más una orden que otra cosa.

Cuándo la recidencia del Duque lo recibe, siente todo su cuerpo tensarse, pues desde aquél día, dónde el cuerpo del doncel había sido hurtado, no se atrevió a pisar la propiedad. Los recuerdos de su cuerpo sin vida lo atacan nuevamente, y el reconocido estremecimiento en su pecho lo abruman de sobre manera.

Los lacayos y criadas se inclina ante él en un recibimiento protocolario, y el les sonríe amablemente. Posteriormente es guiado por los amplios pasillos de la mansión. Su vista se deja encandilar por las preciosas decoraciones y la perfecta arquitectura, algo que en el pasado no pudo notar debido a su naciente dolor, pero ahora que se encuentra más tranquilo, puede decir con seguridad que el hogar del Duque es digno de él, pues no solo es un lugar muy grande, sino que también le resulta acogedor sentirse rodeado de las paredes que fueron testigos del crecimiento de Taehyung.

Es en su recorrido por el salón principal, cuando se encuentra con la puerta entre abierta de lo que supone es un despacho. La criada que lo guiaba no se percató de su abrupto detenimiento, y siguió andando por el lugar sin el príncipe a su lado.

La curiosidad nunca fue algo propio del pelinegro, pero ahora que se sienta tan amenzado y esperanzado, no puede evitar que sus pies se muevan en dirección a la puerta. Pero ciertamente no esperaba encontrar lo que vio.

En el centro de la habitación, y de espaldas a él, Kim Hoseok se encontraba retirando su camisa, dándole al azabeche una amplia vista de lo que parecías ser arañazos.

No eran arañazos de un gato.

Él al ser el rey de la promiscuidad, sabía identificar perfectamente lo que los amantes escandolosos podrían llegar hacer cuando el placer los ataca, y le resultó curioso que justo Taehyung era ese tipo de amantes. De aquellos que arañan, muerden y marcan, a pesar de ser muy tímido, el doncel castaño fue adaptándose a los encuentros maritales, y perdía los sentidos cuando los espasmos del orgasmo atacaban su cuerpo.

Quizás estaba siendo paranoico.

Se había encontrado en muchas circunstancias donde inevitablemente terminaba asociando todo a su alrededor con el doncel castaño. Pero algo era cierto, y es que algo dentro de él, creía fielmente en la posibilidad de que Taehyung estuviera con vida, y encontraba bastante razonable el hecho de que su esposo hubiera decidido encontrar abrigo en los brazos protectores de quién fue su más fiel guardián.

No era una idea descabellada.

¿Verdad?

La simple idea de su Taehyung siendo tocado por otro hombre lo abrumó. No podía ni deseaba imaginarse al doncel gimiendo el nombre de otro nombre, regalándole a alguien más sus cálidas caricias y esos besos tiernos después de un acto que él creía era el único merecedor.

Pensar a Hoseok recorriendo su cuerpo, lo cabreo hasta la médula, y no lo meditó, ni siquiera se molestó en pasar desapercibido, simplemente entró a la habitación, cegado por sus irracionales celos; ganándose una mirada desaprobatoria por parte del hombre frente a él.

– Alteza. — dice en tono frío, terminando de acomodar su camisa. — No creía que era usted del tipo que disfrutaba fisgonear.

– La puerta estaba abierta. — se excusa con simpleza. Su cuerpo se deja descansar en el escritorio del despacho, y mira a Kim con desaprobación. — ¿Tiene usted un nuevo amante?

La sonrisa del castaño se agranda al percibir la duda en sus palabras, y esa oscuridad que destilan celos en sus pupilas lo hacen regocijarse orgulloso.

– No es de su incumbencia. — atina por decir. — Mi vida amorosa, o sexual, no son asuntos que deba atender con usted.

– Es solo que me parece curioso. Es usted el mismo hombre que ha rechazado las ofertas de unión como si fueran simples migajas de pan. ¿Y de repente está usted marcado? Eso me sorprendió.

– Me lastime mientras entrenaba, nada grave, seguro sanare pronto. — responde altivo.

– No lo creo.

La risa de Hoseok entró por los tímpanos del azabeche como la más horrenda sonata, y tuvo que contratar sus ganas de golpearlo por atreverse a burlarse de él.

– ¿Es que acaso tiene algún tipo de enamoramiento conmigo, alteza? — cuestiona con burla. — Debe usted tener muchas ganas de permanecer en la familia Kim.

– Cuide sus palabras, aprendiz Kim. — advierte Jeon dando un paso al frente, levantando su barbilla amenazante, pero Kim le responde de la misma manera.

– No creas que me olvido de lo sucedido con mi Taehyung, Jungkook. Puedes engañar a todo el mundo con tu actitud "renovada", pero no a mí, y créeme que en cuanto tome el poder del ducado, todo lo que conoces se convertirá en cenizas.

» Mi tío ha sido considerado contigo porque esa fue la última voluntad de Taehyung. - la distancia que los separaba se redujo a nada, y el índice acusador de Hoseok se hundió con fuerza en el pecho del pelinegro, dándole énfasis a sus palabras. - Irónico. ¿Cierto? Pues a pesar de ser tú el culpable de su muerte, se aseguró de mantenerte a salvo de él, pero no de mí, porque yo vi el dolor en su mirada por mucho tiempo, y juro por su memoria que voy acabar contigo. Solo espera Jungkook, espera por mí.

– Tienes una lengua muy larga Hoseok. - dijo impasible el pelinegro. — La última vez te salvaste de ser ejecutado por traición, pero créeme, eso no volverá a pasar.

– ¿Tienes el poder, Jeon? — la mandíbula apretada y sus músculos tensos, lograron hacer sonreír aún más a Hoseok. — Lo único que posees es un título vacío, no tienes poder de absolutamente nada; el ducado Kim es quien lleva las finanzas de tu supuesto mandato, y sabes perfectamente que actuar en contra mía, sería ponerle la soga al cuello a tu familia, pero ¡Vamos! En eso eres experto, hombre. Así que inténtalo, atrevete a soñar con un mundo sin mí en el, y la primera en caer será tu bella hermana. ¿Quieres jugar conmigo? Entonces acepta las consecuencias.

La tensa atmósfera se ve interrumpida por el carraspeo del mayordomo principal de la mansión, y ambos hombres se ven obligados a fingir que nada ocurrió, cuando el anciano, le pide a Jungkook que lo siga al comedor, donde el Duque ya lo espera sentado en la cabeza de la mesa.

Hoseok sigue de cerca al príncipe, cerciorandose de que esté no logré escabullirse por ahí.

Cuando el mayordomo abre la puerta del salón, la severa mirada de Kim se apasigua al ver a su sobrino detrás del príncipe, y le brinda una cálida sonrisa.

– Creí que ya habías partido, hijo. — pronuncia Namjoon extendiendo sus brazos para recibir un abrazo que su sobrino no duda en darle al escucharlo llamarle hijo.

– Estaba por salir. — le dice con una sonrisa. — Pero me encontré con una rata en el pasillo, ha detenido mis pasos.

Jungkook bufa ante el comentario, pero Namjoon suelta una escandolsa risa.

– Lo puedo suponer, la carroña anda muy activa en estos días. — concede burlesco entendiendo la metáfora usada por su sobrino. — Ten cuidado, hijo, eres el portador de un gran poder.

– Lo tendré en cuenta, tío. Por ahora debo irme si quiero llegar a la frontera antes del amanecer. Solo quería despedirme de usted.

– Ve con cuidado, Dios está contigo.

– Nos vemos pronto, tío.

Mientras los Kim jugaban a la familia feliz, Jeon se había mantenido en su lugar con los ojos entrecerrados.

¿A dónde se dirigía?

Cuándo el Kim menor abandona la habitación, toda la atención del Duque recae únicamente en el príncipe, y toda esa desbordante felicidad y calidez se disipa para ser reemplazada por una mueca que demuestra molestía e incomodidad por tener al príncipe en su hogar.

– Alteza, por favor tome asiento. — dice Namjoon después de lo que parece un eterno silencio. — Le pido disculpas por mi falta de hospitalidad, pero bueno, mi sobrino es lo único que me queda. ¿Puede entenderlo, verdad?

– Por supuesto, suegro, lo entiendo muy bien.

El mayor rodó los ojos al cielo ante ese honorífico, pero termina por tomar asiento, no deseaba tener otra discusión por eso.

– Tome asiento, en un momento traerán los platos a degustar. Espero que sean de su agrado, mis cocineros son tan buenos como los que tiene usted en el palacio.

El pelinegro asintió con una sonrisa, y tomo asiento en el otro extremo de la mesa, justo frente a Namjoon.

– Desearía que fuera usted al punto de está reunión, me temo que no tengo mucho tiempo para extender mi visita.

– Está usted volviendo a sus viejos hábitos. - suelta sin miramientos. — Es bueno ver qué su naturaleza hosca y poco amable no se ha ido de usted. La verdad es que me encontraba bastante preocupado por el antiguo Jungkook. ¿Tanto le dolió la muerte de mi hijo?

– Lo que puede verse a simple vista, no debe ser juzgado. ¿No cree?

– Bien, pues es momento de que termine con su luto innecesario. Cómo sabrá, soy yo el que tiene absoluto poder sobre su corona, y he decidido que es momento de que asuma su papel como gobernante de una bendita vez.

– Mi padre sigue con vida, Duque Kim.

– No por mucho tiempo, y eso lo sabes bien. Necesitas una esposa, y un hijo para asegurar nuestro trono.

Jeon se había mantenido apasible todo este tiempo, pero tras escuchar al hombre pronunciar esas palabras con tanta crudeza, no pudo evitar curbar sus labios en una sonrisa torcida.

– ¿Nuestro trono? — repite incrédulo. — Va a disculparme, pero el trono es mío independiente del poder que usted crea poseer, yo no soy como mi padre, suegro, eso téngalo presente.

– Por supuesto que no eres como tu padre, eres incluso más insignificante que él. — contraataca el duque con una sonrisa. — Lo único que mantenía nuestra relación estable, era tu matrimonio con mi hijo, pero ahora que ya no está, no necesito moverme con sigilo, si yo lo deseo puedo incluso coronar a mi sobrino como el siguiente monarca; pero no lo quiero así, mi Hoseok, es preciado para mí, no quisiera poner en su espalda un peso tan grande. Pero tú. — lo apuntó con el tenedor de plata. — Tú no me importas en lo absoluto, y si aún respiras es porque mi hijo así lo quisó, pero no dudes de que pueda cambiar de parecer.

» Soy un hombre voluble. ¿Qué le puedo hacer?

Con la mandíbula apretada y sus manos hechas puños por debajo del mantel de la mesa, Jungkook se obligó a exhalar el aire contaminado por el veneno soltado por parte del hombre frente a él.

Esta acorralado, no tiene salida.

Ha recibido dos amenzas en menos de media hora. ¿Es acaso normal?

Hay una carta bajo su manga. ¿Será que debe usarla ahora?

– No estoy dispuesto a aceptar un nuevo matrimonio cuando mi esposo sigue con vida. — lo dijo. No comprende el porqué del que su lengua ha cosquilleado tras pronunciar sus sospechas al aire, pero se siente gratificante afirmarlo. — Me convertiría en un bigamo.

El rostro de Namjoon se mantiene sin expresión alguna por un largo tiempo, sus ojos se clavan en los del príncipe, buscando en su alma esa burla en él, pero no logra encontrar más que la pura verdad.

Jungkook creía genuinamente que su hijo estaba vivo.

– ¿Cómo dice? — cuestiona burlón. — ¿Es este uno de sus intentos baratos para eludir su responsabilidad?

– Puede creerme o no, pero se que usted al igual que yo, piensa que la desaparición de su cuerpo fue sospechosa.

– No digas estupideces, Jeon. — bramó molesto. Su mirada se torno oscura, en una clara advertencia para detenerse. — Yo vi el cuerpo de mi hijo, estaba sin vida. Incluso mis médicos revisaron su cuerpo, es simplemente absurdo.

Jungkook se levantó de la mesa con una tranquilidad aterradora, y mientras rodeaba la mesa, saco de su saco un pañuelo. Cuándo estuvo frente al Duque, extendió la tela de seda hasta él.

Los ojos miel del mayor recorren con intriga el pañuelo, y abre los ojos en grande cuando en la esquina de este encuentra las iniciales de su hijo.

– El día que me perdí en el bosque encontré una pequeña cabaña al pie de una colina. — comienza a relatar el azabeche. — Abandonada en su totalidad, pero en el interior de esta se encontraban ropas hechas con la seda que mi madre le obsequio a usted cómo regalo el día de mi boda, y no solo eso, querido suegro. — se detuvo un momento para ver la expresión perdida y sorprendida del Duque. — No creo que usted lo sepa, pero Taehyung estaba en cinta cuando supuestamente falleció. — está vez la confusión de Kim era casi palpable. Se encontraba perplejo ante tal descubrimiento, pero se limitó a guardar silencio y dejar que el príncipe iluminará su ignorancia. — También encontré ropa de bebé, y la caja de música que fue obsequiada en su cumpleaños, debe recordarla bien.

» A lo que quiero llegar con todo esto, suegro, es que hay algo en mi que me dice que Taehyung sigue con vida, y alguien lo tiene cautivo. Ese día, mientras luchaba con su sobrino la casa quedó vacía, y aprovecharon nuestra ausencia para llevárselo. ¿Para que lo querrían si ya estaba muerto? ¡Es absurdo!

» Y lo que me hace pensar que mi teoría es un hecho irrefutable, es que ese lugar, dónde se encuentra la cabaña, está protegido por innumerables talismanes paganos. Una bruja hábito ese lugar, y estoy casi seguro que fue ella quién lo regreso a la vida.

La piel trigueña característica de los Kim, en este momento se ve de un pálido enfermo. Namjoon ha comenzado a hiperventilar, y sus lágrimas han comenzado a correr con fuerza por sus mejillas.

Para él, no fue nada fácil continuar con su vida, como si su motivo no hubiera sido arrebatado. La tristeza aún sigue presente en su pecho, la añoranza de tener a su retoño entre sus brazos son tantas que en ese momento no logra conectar los hechos dictados por el azabeche con su pasado.

Recordar a su hijo lo derrumba, y transforma esa terrible pena, en una rabia feroz.

– ¡Estás mintiendo! — grita con la voz rota. — Solo estás diciéndome esto para no casarte con la señorita Im. ¿¡Cómo puedes jugar con el corazón de un padre, de esta manera!?

La preocupación por Namjoon en Jungkook es genuina, intenta acercarse para ayudarlo en su ataque de ansiedad, pero solo recibe una amenaza cebera cuando el mayor lo apunto el filo de una daga.

– Juro por mi madre que no miento. Solo necesito un año, suegro, solo un año para encontrarlo, es lo único que le pido.

Namjoon parece meditarlo un momento, y sería una cruel mentira si dijera que no se encendió una pizca de esperanza en su interior.

– Un año, Jungkook. Tienes solo un año para comprobar que lo que dices es verdad. Pero si no lo haces, mi consideración se volverá nula, y acabaré con todo lo que algún día te perteneció.

La sonrisa complacida del azabeche se ensancha y asiente efusivo.

– Es una promesa. Voy a encontrarlo, suegro. Encontraré a nuestro Taehyung...

[...]

N/a
Park Jimin es hijo del Conde Park de Percia, y está casado con el Barón Dong TaeMin, pero Jimin no lleva su apellido dado a su rango en la sociedad. Una vez que su padre muera, TaeMin pasará a tomar el apellido de Park.

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