14| CORAZÓN EN LUTO
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El doncel dejó escapar una risita coqueta, y extendió sus brazos al aire. Jeon sin decir nada más, se lanzó al cuerpo del castaño, y lo tomo de la cintura para rodar en la cama, dejándolo a él contra el colchón.
– Te amo mucho Jungkookie. — susurro sobre sus labios. — Me haces tan feliz...
El pelinegro acortó la distancia, y se inclino para dejar besitos tronados en sus labios sin poder evitar la sonrisa que salía tan tonta de su interior complacido por sus palabras. — Yo te amo más, pequeño ángel, mucho, mucho más.
– No Jungkookie, yo siempre te amaré más.
– Puedo dejarte ganar cualquier cosa, precioso doncel, pero en esto no pienso ceder jamás, porque tú, mi bella flor blanca, eres el motivo de mi entera existencia, de mi felicidad y preocupación; eres tú el ser más divino que ha pisado esta tierra, y yo soy tan afortunado por tenerte así, entre mis brazos, para la eternidad. Dime esposo mío. ¿Cómo podría no amarte?
Las mejillas del castaño se tiñeron de carmín, y cohibido por las hermosas palabras de su amante, escondió su rostro en el cuello ajeno. — No digas cosas como esas tan a la ligera, Jungkookie, me haces sonrojarar.
Con sus brazos como cuerdas, fuertes y firmes en su cintura, Jeon se atrevió a llevar su nariz a la cabellera contraría, y aspiró descarado su aroma. - Te ves precioso cuando te sonrojas, mi amor, tus mejillas parecen unas tiernas manzanas que estoy dispuesto a morder.
– ¡Jungkookie! ¡Eso sería canibalismo! — chilló en protesta. — No puedes simplemente darme una mordida como si fuera una fruta. ¡Soy un humano! ¡Soy tu esposo!
La risa de Jungkook brotó genuina desde su diafragma, y soltando ligeramente su agarre, dirigió su diestra al rostro ajeno para obligarlo a mirarlo. - Y por eso mismo es que quiero y puedo darte las mordidas que quiera, porque eres mío, mío, mío.
– Soy tuyo Jungkookie. ¿Tú eres mío? — preguntó con timidez.
– Soy enteramente tuyo, mi precioso y pequeño jazmín...
El suave y gentil susurro de su nombre ser llamado por los labios de una mujer, provocaron que sus ojos se abrieran de golpe, e inmediatamente se encontró extendiendo sus palmas por el colchón, en busca del doncel castaño con el que no había parado de soñar desde que falleció, y como todas las veces no logro encontrar más que vacío y frío ocupando su cama.
Su corazón se apretó ante el recuerdo de su sueño, y deseó que fuera real. Sus lágrimas se acumularon con tristeza en la esquina de sus ojos, y se permitió soltar un grito rabioso cuando la impotencia disipó su pena.
Apretó sus cabellos negros con fuerza, intentando diluir de alguna manera el dolor en su corazón, hasta que se vio preso de unas cuantas miradas curiosas.
– Alteza. — saludaron las criadas al verlo sentarse en la cama. — Buen día.
Jeon suspiró con fastio mientras limpiaba sus lágrimas con la manga de su pijama. ¿Que de bueno tenía un día más sin él?
– Buen día. — fue lo que respondió. — ¿Qué hora es?
La mujer más grande entre el personal dió un paso al frente, y se inclino nuevamente en una reverencia. — Las cinco de la mañana, alteza. Hemos venido más temprano ya que el parlamento estará aquí a las siete en punto.
Otro suspiro. — Bien, supongo que debemos comenzar el día...
La primavera había llegado nuevamente a la tierra, luciendo colorida y alegre pese al dolor de su corazón. Los colores vibrantes de las flores, hacían a los curiosos viajeros suspirar con anhelo y júbilo por las hermosas posibilidades y alegría que la primavera cargaba consigo, pero Jeon no podía ver lo vivido de los colores, su cielo encontrandose constante en un azul y gris, al igual que su entorno. No encontraba en la estación el mismo entusiasmo que los demás, pues aunque la primavera representaba la vida, el solo podía ver muerte.
Los días pasaron con rapidez, y Jeon no podía creer que ya había pasado tanto tiempo en absoluto duelo.
Si bien, para todo el mundo, las circunstancias habían cambiado, él se mantuvo estancado, preso en su cuerpo culposo y manchado por la divina sangre de su cónyuge y su hijo innato.
Desde que Taehyung partió al cielo, el príncipe viudo se había entregado enteramente a su pueblo; retomando como propios los proyectos de caridad que el doncel castaño dejó tras su muerte. Su actitud arisca y déspota, cambio repentinamente, se mostró al mundo con un rostro que ni siquiera el conocía; regalándole sonrisas cerradas y amables a sus súbditos y empleados. Y compartiendo su poca riqueza con aquellos que más lo necesitaban.
Radical, increíble, y absurdamente ridículo.
Es rónico lo mucho que alguien puede cambiar después de tocar fondo. Incluso resulta gracioso, como el pobre hombre herido, parece convencido de su redención. Cómo si sus actos se bondad, fueran a borrar su tormentoso pasado.
Después de un ligero desayuno, el príncipe se encontraba frente al espejo de su alcoba, siendo vestido delicadamente por el monton de mujeres que lo asistían en sus necesidades, encontrando divertido como estás se esforzaban hasta perder la razón por no dejar ni una sola arruga en la la tela de su camisa de seda negra. Porque sí, Jeon se había mantenido en luto hasta entonces; vistiendo su cuerpo únicamente con colores oscuros y nada más que eso. Su madre, la reina, había insistido en cambiar su guarda ropa, pero él se había negado rotundamente, pues consideraba una falta de respeto si quiera atreverse a vestir de colores, cuando el cuerpo del doncel no había sido encontrado.
Ese tema lo mantenía frustrado e irritado, pues por más que buscaron en cada maldito rincón, no encontraron absolutamente nada, era como si la tierra hubiera abierto un agujero en su interior para resguardar en su corazón al ser más precioso que alguna vez vagó por el mundo. Pero no estaba dispuesto a rendirse en su búsqueda, pues al menos le debía una tumba donde descansar.
Cuándo su atuendo estuvo listo, miró en el espejo su reflejo, y quisó romper en pedazos el cristal por atreverse a burlarse de él, pues aunque podía divisar a un hombre al cual reconoció como alguien que conoció en el pasado, él sabía que ese imbecil no existía mas. Odiaba tanto lo que vía. Detestaba con fervor a la bestia maldita, causante de su dolor. Pero contrario a sus deseos por perder la cordura, se obligó a fingir una sonrisa conforme, sus pies se movieron con lentitud a la puerta, pero se detuvo enseguida cuando el ladrido de YeonTan capturó toda su atención. Retrocedió en sus pasos y se inclinó sonriente para capturarlo en sus brazos.
– Hoy no podrás acompañarme pequeñin, la corte quiere darme una nueva esposa, y tengo que ir a encararlos, no querrás verme tan molesto. ¿Verdad que no?
Una de las sirvientas a su alrededor lo miró sorprendida, pues el personal aún no lograba acostumbrarse a que el príncipe charlara tan a la ligera con el pequeño animal, como si pudiera entenderlo, como si realmente ese cachorro fuera lo único con valor que poseía.
Después de dejar un corto beso en el pelaje del cachorro, Jungkook se vió una vez más al espejo, suspiró con rencor, y se giro para ver a la fila de mujeres uniformadas frente a él.
– Cuiden bien de YeonTan, no podré dar un paseo con el, así que por favor encarguense de que camine aunque sea por un rato. — pidió con amabilidad y las sirvientas asintieron.
– Sí alteza. — respondieron al uno mismo.
[...]
El parlamento insistía con convicción, argumentando que el príncipe Jeon debía contraer matrimonio lo antes posible, y dar un heredero para fortalecer la corona. Mientras que todos los ancianos compartían su punto de vista, Kim Namjoon como el Duque y personaje más importante entre todo ese gentío, se mantenía cautivo de un silencio aterrador, solo mirando a los demás con las manos entrelazadas en su barbilla, y arqueando la ceja de vez en cuando para demostrarles que los escuchaba.
Cuándo las puertas del salón se abrieron y el príncipe apareció, todos guardaron silencio y se inclinaron ante él con una reverencia, todos excepto el duque Kim, quién ni siquiera se molestó en levantarse de su asiento.
– Buen día, alteza. — saludaron los presentes, esperando el típico asentamiento por parte del pelinegro.
Solo cuando Jungkook se sentó en la cabeza de la mesa, y asintió, la corte tomo asiento en sus respectivos lugares.
– Buen día, suegro. — saludó Jungkook mirando a su derecha, dónde Namjoon le regaló un gesto de desagrado.
La mirada cargada de resentimiento que el duque le dió, le heló el cuerpo. — No comprendo cuál es su afán por llamarme con ese honorífico. — soltó con crudeza. — Cuando mi hijo seguía con vida, usted nunca me llamó de esa manera. Por favor no vuelva a llamarme así, yo ya no soy su suegro, alteza. Mi hijo ha muerto.
La afirmación de su muerte siempre lograba descolocar al príncipe, pero se obligó a darle una sonrisa. — A pesar de aquel triste incidente, usted, duque Kim, siempre será mi suegro.
La risa nazal que soltó Kim causó que todos los presentes se sonrojaran, la evidente falta de tacto y respeto con el miembro que actualmente era el más importante de la realeza los paralizó, nadie comprendía el porqué del comportamiento arisco y descarado del Duque, pues claro, nadie sabia que el viejo era quién tomaba las decisiones de la corona, pues a pesar de la carta que le dejó su ángel antes de morir, seguía teniendo agarrados de los cojones a los "gobernantes" de Sirgo.
– No por mucho, alteza, para eso estamos aquí, para aclarar los acuerdos establecidos de su próximo matrimonio. — respondió después de un buen rato en el que se mantuvo mirándolo con seriedad. — Ya hemos acordado quien será la señorita que formará parte de la familia real.
El cuerpo de Jungkook se tensó al oír las palabras del Duque, pues aunque antes había tenido muchas discusiones sobre eso, Kim no había dado una afirmativa, pero ahora que lo estaba haciendo, no podía seguirse negando a contraer matrimonio.
– Me parece un poco apresurado, si les soy sincero, ha pasado solo un año desde que quede viudo, no me siento capaz de...
– Eso no es importante. — cortó el Duque. — Es usted un hombre sano, y con la enfermedad de su padre cada vez más grave, el que tenga un heredero pronto, es primordial.
La lengua de Jungkook paseo con rudeza por el interior de su mejilla, y apretó sus manos debajo de la mesa. En todo ese tiempo había tratado de controlar al maldito animal que vivía en su interior, despejando su mente en los lienzos que aprendió a pintar, pero ahora, todos lo estaban poniendo al borde de la mutación.
– El Rey de Percia ha dado a conocer la noticia de que su heredero ha nacido sano. — mencionó un conde, llamando la atención de Jeon.
– El Rey de Percia no está casado. ¿Cómo pudo haber tenido un heredero legitimo? — cuestionó otro hombre.
– Se dice que la prometida del Rey, quedó en cinta días después de que se comprometieran, por lo tanto, y aunque no estén casados aún, el niño es legítimamente el hederero al trono de Percia. — los presentes lo miraron con incredulidad, y el joven hombre rió nervioso. — Sus leyes son muy distintas a las nuestras, incluso el propio Papa está dispuesto a bautizar al pequeño príncipe, la ceremonia dará lugar en julio.
– ¡Eso es una barbaridad! — mencionó un Márquez. — ¿Cómo puede una mujer entregarse a un hombre sin haber contraído nupcias? ¡Seguro que es una ramera!
La risa de Namjoon volvió hacerse presente. — Supongo que usted conoce a muchas de esas ¿No es así Márquez Lee?
– Solo digo que es un poco extraño que nadie conozca aún a la madre el príncipe. ¡Es absurdo! Por algo el Rey no quiere mostrarla en público, presiento que es una señorita de baja moral.
– No se meta en asuntos que no le competen, Márquez. Podrían acusarlo de traición. Démosle gracias a Dios, que el Conde Dong no esté presente, sabe lo feroz que se comporta cuando se hablan temas de su reino.
Jungkook se aclaró la garganta con evidente fastidio, y golpeó ligeramente la mesa frente a él para llamar su atención. - No comprendo porque la vida del Rey Min pueda interesarme. Y creo que no debería aclararlo, pero este no es el lugar indicado para fomentar el chismerio.
Kim lo miro con los ojos entre cerrados, y sonrió con complacencia al distinguir los celos en su semblante. — El Rey Min, ha aportado grandes cantidades de oro para que el reino de Sirgo progrese, alteza, si él lo desea, puede arrebatarle todo, y ahora con la noticia de su heredero, su trono se ha fortalecido, Min Yoongi es una amenaza para usted, y debe poner caras en el asunto.
– No voy a casarme, suegro, la memoria de mi esposo sería burlada si contraigo matrimonio tan pronto. ¡No lo haré! Y pueden intentar lo que quieran, pero es un hecho, no voy a casarme hasta no encontrar el cuerpo de mi esposo. — la seguridad con la que habló logró aturdir al parlamento, y todos lo observaron con cautela. — Así que sí quieren que me case, hagan todo lo que esté en sus jodidas manos para encontrar su cuerpo, de lo contrario pueden irse mucho a la mierda.
Tras decir eso, se levantó de su asiento, y salió de la habitación con un portazo tan molesto que logró hacerlos jadear. Pero Jeon no planeaba retractarse, no podía aceptar un matrimonio cuando el cuerpo del doncel seguía desaparecido, si bien era algo que tendría que hacer eventualmente debido a su responsabilidad con el reino, no quería fallarle. Se prometió hace muchas noches que lo encontraría, queria al menos tener un cuerpo al que adorar en el cementerio del palacio.
Todo cae por su propio peso...
[...]
Desde que salió del salón, y después de visitar los aposentos de su madre, Jungkook se encuentra vagando sin rumbo alguno por el bosque. Su ropa y zapatos poco apropiados para una caminata tan larga ya lograron ocasionarle estragos en su cuerpo cansado. La noche ha caído, y el cielo se ve a penas iluminado por la menguante luna en el centro. No sabe con exactitud cuánto tiempo lleva andando, pero supone que es bastante cuando su garganta súplica por un poco de agua.
Agotado y exaltado por las miles de emociones que aturden sus sentidos, se obliga una vez más a limpiar sus lágrimas saladas de sus ojos irritados por tanto tallarlos. Estar rodeado por la naturaleza parece tranquilizarlo un poco, pues los árboles no lo juzgan, la fauna no comprende su dolor pero tampoco hacen el intento por preguntar, todo está mejor así.
Es después de vamos minutos, que logra distinguir a la distancia el sonido el agua fluyendo con tranquilidad por lo que supone ser un río, o un pequeño arrollo, y se dirige en esa dirección esperando obtener un poco del líquido vital que su cuerpo cansado tanto anhela. Cuando logra encontrar el río, una sonrisa irónica aparece en su rostro, y se inclina para tomar con sus manos el agua cristalina. Bebe un poco, y limpia su rostro sudado y sucio por el largo trayecto, sintiendo de inmediato un cosquilleo extraño instalarse en las sonas que tocaron el líquido.
Una vez más, y justo como en la mañana, alcanza a ver su reflejo en el agua. Su mirada se niega a ver tan horrenda imagen, y levanta la cabeza al cielo para admirar las estrellas en el cielo, pero no puede verlas, porque al instante que su vista se clava en el negro del universo, las nubes mundanas cubren celosas las constelaciones. Gritándole en silencio que sus ojos impuros no son dignos de admirar tal belleza.
– Incluso el cielo me niega la oportunidad de verte brillar una vez mas, Taehyung. - suspira melancólico. — ¿Estás allá arriba, precioso doncel? ¿Puedes mirarme desde el cielo? - sus manos comienzan anclarse con fuerza en la tierra húmeda que sostiene su cuerpo, y la arranca a puños por la desesperación que el silencio rodeándolo. — Se que no merezco tu perdón, mi amor, se que soy la persona menos indicada para pedirte esto, pero solo quiero saber si tú estás bien, si ahora que te has ido eres libre. Quiero saber si es que sonríes y bailas al ritmo de la melodía de los ángeles. Necesito saber si eres una estrella, y si nuestro hijo brilla junto a ti.
» Sé que no quieres escucharme más, pero yo necesito tanto hablar contigo, te extraño tanto Taehyung, te necesito tanto, que respirar me es una acción tan difícil de ejecutar. Tú ausencia está acabando conmigo, y yo... Lo siento mi amor, en verdad lamento todo lo que te hice. ¿Podrías volver? ¿Podrías perdonarme una vez más?
» Estoy tan celoso de Min, por tener lo que yo alguna vez tuve a tu lado. Nuestro hijo tendría cerca de cinco meses de vida, y a mí me hubiera encantado verte llevar en tu sagrado vientre al fruto de nuestro amor. — el amargo recuerdo le provocó náuseas, esas ganas de volver todo lo que había en su interior, incluyendo la pena y la culpa. Se vacío en el pasto frente a él, pero esos sentimientos no abandonaron su cuerpo. Sus ojos lagrimearon nuevamente, y su vista se nubló. — Si yo te hubiera contado sobre tu embarazo... ¿Seguirías aquí conmigo Taehyung? ¿Que hubiera cambiado si tan solo yo no hubiera sido tan cobarde?
La necesidad de poder ver las estrellas, obligaron al pelinegro a seguir caminando, se adentró en la espesa neblina del bosque, y lloró con intensidad hasta sentirse sin más fuerza.
Luego de varios minutos caminando, sus mirada borrosa alcanzó a distinguir una colina, a la que corrió decidido. Quería subir hasta la cima y desde el punto más alto de la protuberancia, admirar el cielo, admirar a Taehyung. Pero sus pasos se vieron interrumpidos por una enorme piedra en el suelo, que lo hizo caer de rodillas.
Maldijo por lo bajo al sentir el dolor en la piel de sus piernas, y miró a su alrededor solo para encontrarse con una pequeña cabaña justo a su izquierda. La construcción parecía vieja y abandonada, pero al estar en el suelo, pudo distinguir la huella de una carrera, ¿o una carruaje?
La intriga y curiosidad pronto opacaron su desesperación por la luz estelar, y se levantó despacio del suelo para dirigirse a ese misterioso lugar. Sabía que llevaba horas andando sin rumbo, y que probablemente se encuentre en el corazón del bosque, lo que hacía de esa cabaña aún más peculiar, pues él tenía conocimiento absoluto de todas las construcciones en su reino, y ciertamente, una en medio del bosque no estaba registrada en los documentos de arrendamiento. Pero lo que resultaba increíble, era el hecho de que todo el mundo sabía de las bestias despiadadas que gobernaban en la penumbra, estás mismas bestias que no tenían piedad en arrebatar la vida de inocentes mundanos como él. Nadie en su sano juicio se atrevería a vivir en lugar así, a menos que fuesen brujas.
La simple idea de encontrarse con esa mujeres marginadas y desquiciadas, lo aterro por un momento, pero había algo en ese lugar que lo llamaba, como si dentro de esas paredes fuera a encontrar algo realmente valioso, así que se acercó, llamó a la puerta un par de veces y al no recibir respuesta se adentro con lentitud por el lugar.
Un polvoriento y húmedo recibimiento fue lo único que obtuvo, pues justo como imaginó, el lugar estaba completamente desolado, no había nadie viviendo ahí. Escucha la madera del suelo crujir ante su peso, y se desliza por el lugar buscando una fuente de luz para encontrar aquello que no parece buscar. Dirigido únicamente por sus instintos, logra encontrar un pequeño candelabro con una leva gastada hasta la mitad, la cual enciende enseguida cuando la caja de de cerillos se hace presente momentos después. Con la pequeña flama luminosa y titilante, se adentra está vez más seguro y confiado por el lugar. Iluminando sus pasos, y deteniéndose cada tanto para apreciar las nulas y tétricas decoraciones.
Las imágenes herejes, brillando en las paredes logran hacerle erizar la piel, y descubre que era una casa de brujas cuando en la cocina un montón de frascos con líquidos sospechosos fueron descubiertos por sus ojos.
Mierda...
Ahí comprendió que ese era el motivo por la lejanía de la cabaña, pues recuerda que unos años antes de que él naciera, su padre se había encargado de erradicar a las mujeres tocadas por Satanás, y obviamente, por lo que sus ojos veían, unas cuantas habían logrado escapar.
La pregunta era... ¿A dónde habían ido? ¿Era está una trampa?
Con las pulsaciones de su corazón acelerado, su instinto de supervivencia se activó, y decidió salir de aquella casa para no ocasionar más problemas de los que ya tenía. Sus piernas se movieron miedadosas y apresuradas por lo que parecía ser una pequeña sala de estar, y tropezó sin razón aparte, cayendo una vez más en la noche al suelo. Y lo que descubrió debajo de una de las sillas le heló el cuerpo por completo, pues un periódico reciente de Sirgo esperaba ser encontrado debajo del polvoriento lugar.
Sus manos tocaron el papel, y con ayuda de la vela, alcanzo a distinguir la noticia escrita por la imprenta, de la muerte de su esposo. El pinchazo conocido en su corazón lo mareo, pero logró estabilizarse cuando miro hacia atrás y se encontró con una puerta cerrada.
¿Por qué las brujas querrían saber sobre la muerte de su esposo?
No tenía sentido.
Cuándo se levantó, abrió la puerta de lo que parecía ser una habitación, y nuevamente perdió la noción de su entorno. En esta habitación habían pertenencias de un noble, y por lo que podía distinguir a simple vista, no era cualquier noble, pues la seda era fina, y de excelente calidad, algo que solo la realeza podría pagar, y bueno, los Kim...
¿Los Kim?
Su entrecejo se frunció, y se movió apresurado intentando buscar algo más, no sabía que era lo que quería encontrar, pero cualquier cosa serviría.
Lo primero que pensó, fue en la posibilidad de arruinar el ducado de su suegro para que al fin lo dejara en paz, pero encontró algo que realmente no se esperaba.
Arrumbado en la esquina de la habitación, se encontraba una caja de música, esa que reconoció enseguida al recordar la sonrisa de Taehyung cuando se la obsequiaron en su cumpleaños, y que llevaba meses buscando en su habitación.
¿Por qué estaba ahí?
La desesperación atacó con más intensidad su cuerpo, y con apenas una diminuta flama ilumando el lugar, tiro todo al suelo.
Habían ropajes de un bebé, al igual que trajes para un doncel.
No puede ser lo que está pensando ¿verdad?
¿¡Verdad!?
Cuándo terminó de revisar los bailes de ropa, se dirigió al otro extremo de la habitación, donde abrió el cajón de un pequeño mueble a lado de la cama, y encontró un sin fin de cartas, pero solo una, llamo su atención.
"Me encuentro ansioso, contando los días con anhelo para que nuestro encuentro se haga realidad.
Iré por ti en menos de lo que esperas, precioso doncel. "
Conocía esa letra, pero ¿De dónde? ¿De quién?
Tomando en sus manos un pequeño gorro tejido de lana, y el pañuelo de un jazmín, todo cobró sentido para él.
Una sonrisa de alivio se instaló en su rostro, y soltó un suspiro seguido de más lágrimas.
– ¿Estás vivo Taehyung? ¿Todo este tiempo estuviste vivo?
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