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05| MASCULINIDAD FRÁGIL

Los matrimonios entre familia, son algo de todos los días. Mientras no fueran hermanos, no importa si comparten apellido. Entre más pura se conserve la sangre de su linaje, mucho mejor.

¿Y entonces por qué Hoseok jamás pidió la mano de Taehyung?

La respuesta es más simple de lo que parece, pues el hombre de piel blanca, no considera su alma lo suficiente digna para unirla con la del doncel.

Taehyung es simplemente el ser más bello en toda la extensión de la palabra, su alma, su esencia y su corazón, son tan puros como para pretender alcanzarlo, corromperlo y ensuciarlo por las manos que tan manchadas de carmín están.

Desde que fue elegido por su tío, Kim Namjoon; sabía que podía darle una vida digna, que a su lado nada podría faltarle. Estaba dispuesto incluso de perdera vida por él, de vivir mil vidas más sí es a su lado, si sus preciosos ojos topacio brillan para él, y solo para él.

Ha estado enamorado de su primo el tiempo suficiente para saber, que todo en él brilla, que su piel es suave como la seda, y su cabello rizado y rebelde como el agua del río fluyendo y chocando contra las rocas. Que su voz se corta cuando algo le duele, y que llena sus mejillas como una tierna ardilla si la comida en su plato es su favorita. Que adora cantar mientras toca el piano, y que borda hasta ver sus preciosos dedos sangrar cuando está estresado. Que llora en silencio y se rompe cuando piensa que nadie lo ve. Que se esconde el mundo cuando esté lo hiere a profundidad.

Lo sabe todo de él, sus anhelos y más grandes sueños; sus tristezas e inseguridades; su mal humor y arranques de ira. Kim Taehyung, es tan interesante como los astros del cielo, sublime, perfecto y etéreo.

Y ahora mismo no sabe que hacer, no soporta el ardiente dolor en su pecho cada que ve su sonrisa geométrica brillar para un hombre indiferente. Ese hombre que le ha arrebatado el amor más grande y puro de su vida.

Lleva un tiempo viviendo en el palacio junto a su pequeño castaño, está junto a él más tiempo del que pasa con su esposo. Lo ha visto quedarse dormido mientras lo espera, lo ha notado perder el brillo de sus ojos cuando esté no llega a las citas que le prometió; lo ha atrapado tragandose su tristeza para él mismo, y lo ha escuchado llorar cuando piensa que se ha ido.

Lo rompe, lo jode, pero no se siente capaz de hacer nada. Su cabeza sigue queriendo buscarle una excusa a esos tratos tan indiferentes, a esas miradas frias y fastidiadas que el pelinegro le da cuando Taehyung le plática su día.

Lo jode, le arde ver cuando el príncipe le roba pequeños y discretos besos a los labios que tanto añora.

La resignación es la zona en la que se ha mantenido oculto, la cobardía no le permite salir del agujero tan profundo de su dolor.

Pero está tarde, todo ha dado un giro inesperado.

Su niño no está por ninguna parte.

Taehyung desapareció...

[...]

La mañana pinta con entuciasmo el cielo, y todo parece indicar que será el día perfecto.

Se ha mantenido en la tina de su baño el tiempo suficiente para empapar su piel de aroma a jazmín, se ha aplicado un tratamiento en el rostro, y ha pedido que lo maquillen, peinen y arreglen de manera especial.

El vestido que luce en su cuerpo es precioso y sutil, con las costuras adecuadas, en los lugares correctos, destacando la finura de su estrecha cintura, y lo ancho de sus caderas.

El color rosado aperlado de la prenda hace destacar lo acanaledo de su piel, y porta joyería fina de oro en su cuello y orejas.

Esta perfecto, se ve perfecto.

Necesita verse perfecto para su esposo.

Han paso varios días en los que su pelinegro no ha vuelto a su alcoba a dormir con él, o bueno, acompañarlo aunque sea un rato. Jungkook le dijo que tenía mucho trabajo, y que ese era el motivo de su ausencia por las noches.

Hoseok, le aviso que este día en particular, tenía cosas que atender junto a su padre, y le pidió que no saliera sin compañía, pero era algo que estaba dispuesto a desobedecer.

Sin su primo rondando cerca, podría al menos ver a su lindo príncipe durante el almuerzo, así que preparó una canasta con todo lo que sabe a su esposo le encanta, y así poder pasar tiempo de calidad con él, aunque sea en su despacho.

Ha preparado todo desde la noche anterior, y desborda en emoción ante la anticipación del fuerte aroma varonil inundado sus pulmones.

Con la canasta en sus manos, sale de su habitación después de dar un último vistazo en el espejo, y aliza su falda para verse impecable.

Con solo una dama de compañía a sus espaldas, Taehyung camina dando pequeños brinquitos por todo el palacio, contento y canturreando la melodía que sonó en su primer baile como pareja el día de su boda.

Cuando se encuentra frente a las enormes puertas de madera, los dos guardias que la custodian se ponen frente a él.

– Buenos días alteza. — dicen al uno mismo.

– Buenos días. — saluda con tranquilidad y recibiendo gustoso la reverencia que hacen para él. — Anuncien mi llegada, por favor.

Los hombres se miran entre sí, disimuladamente, según ellos, como si estuvieran jugando a la pelota, y cuando uno finalmente pierde el mortal juego, se adentra en la habitación cerrando de inmediato la puerta ante la mirada curiosa del castaño, quién se asoma para poder ver a su esposo, pero finalmente no logra verle ni un pelo.

Después de varios minutos, un muy enrojecido guarda vuelve aparecer.

– Disculpe la tardanza, ya puede pasar.

A Taehyung no le extraña en lo absoluto que el pobre hombre haya salido tan colorado, pues sabe el efecto que su príncipe tiene el los demás. Su mirada y presencia son algo que no se puede tomar a la ligera.

Después de darles una sonrisa en agradecimiento, su mano libre vuelve al corsé que trae puesto, y como una manía, alisa nuevamente su falda. Su postura es recta y elegante, justo como le han enseñado sus profesores de etiqueta; y debido al tiempo libre que tiene, puede practicar la mayor parte del tiempo sus modeles, que de por sí ya eran buenos, pero al convertirse en el esposo del príncipe heredero, su comportamiento debe ser impecable. Esta ansioso por poder contarle a su esposo lo mucho que ha avanzado en sus estudios, y por supuesto lo mucho que lo ha extrañado.

Cuando las enormes puertas del estudio (al que muy pocas veces se le permite el acceso) se abren, y Taehyung atraviesa el umbral, los ojos rojos y cansados de Jungkook viajan hasta él sin poder evitarlo. Y es que el doncel posee un aura que desborda alegría, incluso si su semblante demuestra tristeza.

Con la mirada clavada en él, lo recorre por completo, y sería un pecado decir que no le atrae en lo más mínimo. Y sobre todo, cuando apuesta por vestir como una dama.

Quizás se deba a su ego herido, o a su masculinidad frágil, pero cada vez que Taehyung utiliza un vestido, siente su entrepierna despertar. El ajustado corsé que lleva, deja poco a la imaginación de lo que es la esbelta figura debajo de este, y las mangas en sus brazos solo cubren una parte de sus hombros, dejando lucir con descaro la piel acanelada se sus clavículas. Inevitablemente siente su boca aguarde con anticipación, y su lengua está tan mojada que desea pasarla por el sobresaliente hueso. Marcarlo y morderlo a su antojo.

No es que no lo desee cuando está vestido con trajes, porque lo hace, pues la tela deja verle el bonito y redondo trasero, y a Jungkook le encanta su trasero. Por Dios que sí.

Pero hay algo en el hecho de portar vestidos que lo vuelve loco. Se ve precioso, sí, pero va más allá de eso: y es la necesidad que tiene por sentirse hombre, por sentirse hacer lo correcto a la hora de sus encuentros, de arrancarle el corsé con las manos y levantar su falda para penetrarlo, hacerlo suyo mientras lloriquea de placer.

Para la mayoría de los varones, el complacer a su pareja les resulta absurdo. ¿Para eje tomarse la molestia? Mientras ellos tengan un agujero caliente en el cual saciar su apetito sexual, su pareja puede irse a tomar por culo. Pero para Jungkook, el príncipe vanidoso y engreído el placer que otorgan sus caricias es primordial, siente su ego alimentarse cada ves que pronuncian su nombre con tanto deseo, y se enorgullece al ver los estragos del orgasmo ajeno, orgasmo al que llegaron por sus habilidades en la cama.

No hay nada mejor que eso.

En sus veinticuatro años de vida ha tenido muchas mujeres debajo de una cama, y hasta el día de soy solo un hombre bajo la suya. Recuerda que un viejo amigo le contó que la grandeza de ser un Rey implicaba eso, tener mujeres a montones, sexo desmedido y borracheras placenteras.

Las relaciones hombre con hombre están prohibidas, pero hay una excepción, los donceles, los varones que pueden dar vida como cualquier otra mujer. La mujer es degradada a nada, y sirven como incubadoras humanas, como objetos únicamente valiosos durante los encuentros carnales, pero al mismo tiempo joyas preciosas que todo mundo quiere poseer, corromper y usar a su antojo.

Los donceles no son diferentes, incluso, se puede decir que son lo más bajo en la jerarquía domanda por los hombres. Una falla asquerosa y abominable en la naturaleza.

Amar a un doncel es condenarse a una vida de críticas y burlas por doquier. Significa ser señalado por todo el mundo como un homosexual.

Jeon Jungkook no es homosexual, simplemente no lo es.

Claro que no lo es.

Pero entonces... ¿por qué se siente tan embrigadado por él?

Tan perdido en la curvatura de su sonrisa y cintura.

Tan deseoso por sus cálidos besos. Besos que jamás había disfrutado dar a cualquier otra mujer.

No sabe con exactitud cuánto tiempo ha estado viendo el cuerpo del castaño, y no es hasta que escucha una tímida risita salir de él, que se percata de que ha pasado mucho.

Las mejillas sonrojadas de Taehyung le indican también, que su expresión es de asombro y evidente hambre. Por lo cual se sienta de nuevo correctamente y elimina cualquier rastro de adoración en su expresión.

No puede darle a entender lo mucho que le gusta. Sería peligroso.

– Buen día alteza. — saluda Taehyung haciendo una reverencia.

Sus ojos miel buscan algún espacio libre en el escritorio de su esposo, pero este se encuentra atiborrado de documentos, por lo cual opta por dejar la canasta en una mesita cerca de la diminuta sala de estar.

Cada uno de sus movimientos son atentamente seguidos por el pelinegro, quién se siente incapaz de mirar otra cosas que no sea el cuerpo ajeno. Y se siente como un completo idiota por perderse en su piel, por añorar su tacto. Hace solo unos minutos reprendio al guardia que lo interrumpió, y aquí está, cachondo y dispuesto a todo por un poco de la dulce miel que su esposo destila.

Taehyung al no recibir respuesta, toma asiento frente al escritorio de su esposo, y con una sonrisa timida se atreve a hablar nuevamente. — Lo extrañe mucho, no ha pasado a visitarme ni una vez en muchos días.

Eres tan bonito...

Maldita sea Taehyung. ¿Por qué eres así de bonito?

Jungkook asiente no prestándole mucha atención a sus palabras.

– Ven aquí. — susurra con voz ronca y las pupilas ensombrecidas por deseo. Taehyung no duda mucho en acatar su pedido, y con una sonrisa se detiene justo frente a él. — Siéntate aquí. — dice palmeando sus piernas.

– Alteza, no creo que sea apropiado...

– Siéntate aquí Taehyung, si yo te lo pido, entonces tú obedeces. ¿De acuerdo?

El castaño asiente no muy convencido, pero se sienta en el regazo de su esposo sin rechistar más. Puede sentir los muslos duros de Jungkook bajo él, y de inmediato su cuerpo se ve apresado por sus fuertes manos, las cuales recorren por sobre la tela su cintura.

Jungkook se acerca hasta él sintiendo sus dedos picar en desesperación por ir más allá, por sentir la caliente piel trigueña y así poder saciar su voraz apetito. Y es que aunque ha estado muy ocupado intentando encontrar el método perfecto para pagar su deuda, su mente está siempre pensando en su esposo.

Ridículo. ¿No?

Se siente impotente al no poder despejar su mente de tan dulce doncel; y frustrado hasta médula, al no poder mantener encuentros sexuales con mujeres sin imaginárselo a él, simplemente no lo disfruta. Le jode ya no poder sentirse satisfecho, pues no importa con cuántas mujeres se encuentre, su cuerpo no responde a menos que imaginé que el cuerpo debajo suyo es el del doncel frente a él.

Ha estado divagando en la posibilidad de sentirse enamorado. Ha tenido el tiempo suficiente para cuestionarse sobre el sentimiento tan bochornoso que invade su cuerpo cada vez que lo ve.

Pero algo es seguro, y es que no soporta escucharlo hablar, le fastidia de sobremanera tener que fingir que le interesa lo que tiene para contarle. Le molesta la manera en la que come, la forma de su rostro al bostezar después de despertar, su caliente piel abrazándolo por las noches, y la manera en la que el timbre de su voz se eleva cuando algo le emociona.
Detesta la inhumanamente lo caprichoso y llorón que puede llegar a ser, cuando lo único que quiere es huir de sus brazos e incontables besos.

Lo destesta, lo odia.

Lo aborrece por tenerlo atado de pies y manos.

De no ser por él, ahora mismo tendría una vida normal, podría disfrutar de sus fiestas y encuentros casuales sin la necesidad de esconderse tanto. Detesta saberse preso en un matrimonio que ni de joda pidió, y odia con más fervor, el hecho de que todo el mundo piense que le van los hombres, que le agrada la sensación de hundirse en un cuerpo tan similar al suyo. Es cierto, pero no lo ama, Taehyung lo obliga a sentirse así. ¿No es así?

No puede simplemente ignorar el subidon de hormonas que acaparan su cuerpo cada que lo tiene debajo suyo.

Quiere castigarlo, corromperlo y ensuciarlo cómo ha hecho el castaño con él y su pobre y frágil masculinidad.

Con la creciente irá recorriendo su cuerpo, y la frustración del dolor en su entrepierna, se decide al fin por pasar su naríz en un recorrido tortuoso y necesitado por la piel expuesta de sus hombros; sintiéndose embrigadado por él agradable aroma a jazmín que últimamente posee.

– Hueles tan bien Taehyung. — dice dejando un beso sobre la delgada tela que cubre sus brazos. — Yo también te extrañé.

¿Miente?

No lo sabe.

Quizás se debe al calor de su aliento al chocar contra su lóbulo, o tal vez a la dureza del cuerpo ajeno tan cerca del suyo, pero Taehyung se remueve inquieto en su lugar, y da un saltito ante la precipitada sensación del músculo mojado recorrer la extensión de su cuello, dejando un recorrido de saliva por dónde pasa, y diminutas marcas violetas brotan al sentir su piel ser succionada por sus finos labios rosados.

Ha descubierto que su cuello resulta ser la zona más erógena de su cuerpo, unos cuantos besos hacen que su libido despierte, y que su cuerpo reaccione positivamente ante los estímulos que le brinda el pelinegro.

Cuando el hueco de sus clavículas es chupado con parsimonia un gemido sale gutural del castaño, y se aferra a los hombros fuertes de su esposo al sentir que en cualquier momento podría caer.

– Alteza... — susurra con la respiración entrecortada.

– Shh. - sisea poniendo su índice en los labios pomposos y ligeramente maquillados del doncel. — Complace a tu esposo Taehyung. He estado muy estresado trabajando. ¿Que te parece? ¿Me dejarías ver qué llevas debajo de tu falda? — pregunta con descaro, y recorre la tela hasta llegar al dobladillo.

Taehyung es incapaz de negarse cuando Jungkook lo mira de esa manera, con las pupilas dilatadas en deseo. Si bien se había arreglado de manera especial para él, ciertamente solo esperaba un cumplido por su parte, pero que lo estuviera viendo así, tan desesperado y deseoso, lo hizo sentirse bien, le calentó el corazón.

Se sentía tan especial, tan bonito y perteneciente...

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VERSIÓN SIN CENSURA DISPONIBLE EN INKSPIRED.

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¿Estuvo mal pedirle parar?

– Jungkookie, yo...

– ¡CALLATE, MALDICIÓN! Tu único deber es complacerme Taehyung, ese es tu puto deber. — señaló con la mirada ensombrecida.

No podía creer lo que estaba diciendo. Pero tampoco podía detenerse.

– Lárgate ahora. — dijo señalando la puerta.

Las lágrimas del doncel no paraban de salir desesperadas, y aún con la respiración entrecortada, intento acercarse a su esposo, intento tocarlo, pero este se apartó de un manotazo.

– Alteza por favor, escucheme...

– Dije que quiero que te largues, no quiero verte. — vocifero colérico. — Hoy solo me has demostrado lo inservible que eres Taehyung...

Lo siguiente que el castaño sintió fueron las pálidas manos de su esposo tomándolo con fuerza por el ante brazo, y guiándolo cómo si de un trapo sucio por todo la habitación y con dirección a la puerta, la cual fue cerrada de golpe tras dejarlo afuera.

Su respiración se volvió cada vez más irregular, la opresión en su pecho más desesperante, y sus gruesas lágrimas no le permitían ver con claridad. Afortunadamente para él, los guardias de la puerta se habían alejado para darles privacidad desde que los gritos comenzaron a escucharse. Y no había nadie, no tenía a nadie.

Le dolía el corazón, estaba desconcertado, se sentía humillado, inútil y estúpido. Su cuerpo dolía, y de su entrada ligeras gotas de sangre brotaban recordándole lo doloroso que fue ese encuentro.

Quería pedirle a su esposo que abriera la puerta, que le dejara explicarle que simplemente le había dolido, que por favor no dejará de amarlo. Pero su dolor era inmenso, sabía que aunque el pelinegro abriera la puerta, su voz no saldría y sus lágrimas solo empeoraría mucho más la situación.

Así que corrió, huyó lo más rápido que su anatomía lastimada le permito, sin rumbo alguno, o quizás sí...

[...]

La reunión que tuvo con su tío se adelantó, y agradeció a los cielos el poder regresar al palacio antes de lo esperado. Toda la mañana tuvo una sensación extraña apoderándose de su pecho, un presentimiento feroz y desgarrante.

Temía que algo pudiera ocurrirle a su Taehyung en su ausencia, por lo cual, a penas salió del despacho de su tío, tomo su caballo y cabalgó hasta el palacio.

Todo parecía ir de maravilla, todo transcurría con tranquilidad; pero al entrar a la habitación de su primo la opresión en su pecho se hizo más intensa.

Las sirvientas no sabían donde se había metido después de ir a visitar al príncipe, y otras juraban que el pelinegro había sido visto en los aposentos de su madre hace poco tiempo, y que Taehyung no estaba junto a él.

Desesperado por encontrar a su niño, corrió entre los largos pasillos hasta el despacho del príncipe, y sin esperar autorización, entro abriendo la puerta de golpe.

El desconcierto que Jungkook tenía en su rostro era evidente, pero no le importó en lo absoluto.

– ¿Dónde está Taehyung? — apregunto acelerado y dejó caer su peso en su rodillas.

Jungkook soltó una risita burlona, trono los labios y lo miro con la ceja alzada.

– Debería estar en su habitación, ¿yo que se?

El rostro de Hoseok se transformó en rabia pura, sus mejillas se enrojecieron y su mirada se oscureció. Dejo su cansancio de lado, y avanzó con seguridad hasta el escritorio del príncipe, dónde estampó sus manos creando un estruendoso sonido por toda la habitación.

– El príncipe Taehyung no está en su habitación, he revisado personalmente el jardín de jazmín y tampoco está ahí. Las sirvientas dicen que vino aquí, y después de verlo a usted, simplemente desapareció.

La soberbia y burla en Jungkook se disipó abruptamente, y la preocupación invadió su cuerpo.

– No juegue conmigo aprendiz Hoseok, mi esposo no es un tema con el que deba jugar.

Con la mandíbula apretada, Hoseok sonrió de lado. — Mi primo es el motivo de mi adoración, príncipe Jeon, y jamás jugaría con algo como esto.

» Voy a buscarlo hasta por debajo de cada maldita piedra de Sirgo. Y cuando lo encuentre, porque le juro que lo haré, voy a preguntarle que es lo que lo que pasó. Si usted tiene algo que ver con todo esto, juro por mi Taehyung, que voy arrancarle los ojos con mis propias manos y se los daré de comer...

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