XXXVIII - Sol
Probablemente se había equivocado en hablarles de ese modo a los otros Jefes, pero es que últimamente no estaba de buen humor, todo le irritaba y no quería desquitarse con los demás. Ni siquiera su trabajo podía sacarlo de su inconformidad.
El Instituto era una gran parte importante de su vida, solo que últimamente el asistir le causaba un gran malestar emocional. Ya que esta vez no había otra carta oculta en su maletín, de lo único que se arrepentía era de no haberle entregado su carta a Gabriel.
Solo pudo releer con gran nostalgia la primera carta que su prometido le hizo antes de regresar al Instituto, fue el mismo día que Adrián Rizzo le arruinó el día y olvidó entregarle la carta a su amado.
Si tan solo aquel día las cosas hubieran salido bien, pero ahora tenía en sus manos una carta que no entregó.
No podía hacer otra cosa más que lamentarse por no poder entregársela a tiempo. Después de aquel día sucedieron bastantes cosas, pero a pesar de todo Gabriel le hizo saber todas aquellas cosas que deseaba expresarle por cartas.
Era cursi admitirlo, pero el capo lo enamoro con todas las cartas que le dejaba a diario. A veces eran extensas, otras veces solo notas, pero siempre le hacía saber lo importante que era para él.
Una cosa que también extrañaba eran las rosas que solía dejarle, todos aquellos pequeños detalles se habían marchado gracias a una lluvia de balas.
Raffael lo había estado meditando un poco y quizás había encontrado la mejor opción para salvaguardar la estabilidad de su prometido. Era arriesgado pero valía la pena intentarlo, solamente necesitaba hablar con su asesor sobre el tema.
—Bianchi ¿Hay más familias fuera de Italia?
—La Mafia no admite personas que no sean italianos.
—¿Quién le dice qué no al dinero?
—Es simple tradición.
Eso no tenía sentido para el joven profesor, todo aquello sonaba demasiado absurdo ¿Por qué había que tener lealtad con un montón de canallas?
«Al diablo la tradición y las buenas costumbres»
—Quería preguntarle ¿Cómo se siente con todo esto que está sucediendo?
—¿Francamente? Me estoy muriendo por dentro sin Gabriel.
—Tal vez sea hora de que tenga esto.
—¿Por qué un sol Bianchi?
—Siempre le llamaba «sole», el Jefe a veces acostumbra a usar nombres clave para no revelar identidades. Creía que era una forma de salvaguardar la integridad de todos, incluso el Numerale posee un apodo.
De principio cuando usted llegó a la fortaleza y él regresaba de la guerra que tenía con Rizzo, lo primero que llegaba diciendo era que solo había vuelto por su «eterno sole», creo que creía que usted era lo único por lo que valía la pena regresar.
—Él solía decir que yo era especial, pero jamás lo comprendí.
Creo que Gabriel es alguien que puede tener a quien deseé, pero de tantas opciones solo pensó en quedarse conmigo.
—Algunas personas pueden ver más allá de lo que uno ve superficialmente, una persona puede considerarse un total fracaso, pero alguien más puede verlo de otra forma. No podemos controlar la percepción de las otras personas.
Él lo intento varías veces, salió con muchas mujeres pero nadie lograba hacerle sentir algo más alejado de lo superficial.
Creo que su curiosidad la despertó Tony, de hecho el Jefe estaba dudando de conocerlo, por que pensaba que tal vez era solo una idealización de algo que escuchó. Tal vez lo que lo terminó de convencer fue el audio de su voz.
—¿A qué audio te refieres?
—Si no mal recuerdo expreso lo siguiente «Una obsesión puede surgir por el deseo de escapar de la rutina», me temo que eso fue en lo que se convirtió.
—Tal vez la idea de tener una aventura, solo que se convirtió en algo más especial y es un tema interesante.
Aún recordaba aquella conversación con Tony, ese día estaba replanteándose mudarse de Italia por que la rutina lo estaba sofocando.
Y esa idea surgió tal vez por que su Padre se había marchado a Inglaterra.
A veces deseaba saber que fue lo que ocurrió con Tony, pero con el carácter que se cargaba Gabriel probablemente todo había terminado mal para quien fuera su mejor amigo.
—¿Y qué hay de usted? ¿Realmente pudo enamorarse?
—En más de una ocasión Gabriel me dijo que podía marcharme, pero no pude alejarme de aquí.
Supongo que las cartas y las rosas hicieron gran parte del trabajo, pero el tener a alguien que puede dar todo por ti es bastante lindo.
Pienso que todas esas cosas fueron las que hicieron que me enamorará de alguna forma de él.
Extrañaba demasiado a su prometido, no sabía como era posible que lo amará tanto, quizás era por que era su primer amor. Nunca estuvo con nadie más que no fuera él, la gran parte de su vida siempre se redujo a su carrera.
Había tenido un par de “crush” con algunas mujeres, pero nunca pasó a más de simples añoranzas.
Gabriel Lombardi era demasiado distinto a sus estándares, pero aún de todas formas lo amaba.
Daría lo que fuera por un beso del capo, todo valía la pena cuando él estaba cerca, pero ahora solo restaba esperar a que despertará finalmente.
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