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XXXI - Futuro

Lo había estado pensando bastante y tal vez era hora de abandonar el trono de capo. Quería que su prometido viviera una vida tranquila.
Una en la que no estuviera preocupado por su seguridad.
Lo amaba lo suficiente como para dejar todo por él, tal vez Raffael era su ruina total pero estaba dispuesto a afrontar las consecuencias.

Estaba por marcharse cuando la voz del profesor lo hizo detenerse.
Lo vio tenerle su mano, en señal de que quería que se acercará.

—¿Hasta cuándo vas a dormir conmigo?

—No quiero arrebatarte tu comodidad, descansa mi vida.

—Y yo te necesito conmigo, ven a la cama por favor.

—No sabes lo mucho que te amo, nada me haría más feliz que pasar el resto de mi vida contigo.
Lo poco que me quedé quiero compartirlo a tu lado.

El capo postro un beso en la frente de su protegido, después quito todo aquello que le estorbaba para poder recostarse al lado de su prometido.

«Un capo sabe cuando esta a punto de morir»

Esta noche no la olvidaría tan fácilmente, cada momento con él siempre lo recordaría.

Gabriel se despertó y a su lado aún se encontraba Raffael, no comprendía como había vivido tanto tiempo sin su amor.

Hoy era el día de descanso del profesor, por lo que le pidió un favor muy especial, quería ir a visitar a su Padre, deseaba asegurarse que todo estuviera bien con él.
Además de comentarle acerca de su compromiso, aunque todavía no tenían una fecha exacta.

El Mafioso tuvo que acordar un trato con Adrián Rizzo, tal vez también aprovecharía para contarle acerca de Fernando y así apaciguar de una vez todo el conflicto interno que tenían.
Estaba algo nervioso por tener que conocer a su suegro ¿Cómo tomaría su compromiso?
Tal vez lo mejor era solo mencionar los negocios legales que tenía.
No se imaginaba contarle el hecho de que era un Jefe de la Mafia, uno de los mejores de los 5.

Se suponía que irían temprano, pero su prometido no se veía con intenciones de soltarlo, seguía totalmente abrazado a él.
Tuvo que safarse de su agarre con mucho cuidado, no quería despertarlo. Estaba planeando sorprenderlo con algo especial, él mismo prepararía el desayuno.

Cuando terminó su objetivo decidió despertar a su protegido.
Realmente quería sorprenderlo, pero no le mencionaría que él mismo le había preparado el desayuno.
Ese era su plan hasta que apareció su hermano menor Sergio.

—¿Y a mí que me preparaste hermanito? ¿O solamente concentirás a mi cuñado?

—Gracias respondió para después darle un beso en la mejilla a su prometido—, no creí que supieras cocinar, es magnífico.

—Me alegro de que estés aquí, hoy te encargo el territorio, voy a la casa de Rizzo y no puedo permitirme abandonar todo aquí.

—¡¿Estás loco Gabriel?! ¡¿Es enserio?! Absolutamente no, te van a matar si vas para allá.

—Correré el riesgo.

—Solo iremos a ver a mi Padre, para avisarle del compromiso. Creo que es una buena oportunidad para que se conozcan.

Gabriel le hizo una señal para que guardará silencio, no quería preocupar a Raffael con suposiciones absurdas.
Los hermanos se fueron a conversar a un lugar más privado, pero de todos modos nada calmaba a Sergio.
Había algo que no lo dejaba tranquilo, por lo que acordó acompañarlo, pero se quedaría fuera del complejo de Rizzo, tampoco querían levantar sospechas.

El menor de los Lombardi se encargó de llevar un montón de armas escondidas, jamás iría a un territorio enemigo desarmado.
Su hermano se estaba ablandando a causa del profesor, lo positivo es que aún portaba las navajas del cinturón.
Al menos le quedaba un poco de sentido común, pero igual la sensación de intranquilidad seguía estando en él.
El aire se sentía turbio, no era una buena señal, algo iba a pasar, pero no sabía con exactitud que era.

No confiaba en Adrián, ni en ningún de los otros, todavía no olvidaba el asunto de su Padre.
De todas formas dejaron la orden de vigilar a Fernando Rizzo, no se les olvidaba que era un potencial enemigo. No por nada fue considerado uno de los mejores capos.

Gabriel le pidió que esperará a fuera, antes quería tratar un asunto personal con Raffael, por lo que aguardaria en el auto y se llevó la sorpresa que también los acompañaría Bianchi.

—Necesitaba hablar a solas contigo, solo quiero decirte que se acabó —hizo una pausa y observó como su prometido cerraba los ojos, lo había malentendido—, hablo de la Mafia.
Quiero que estés a salvo por lo que estoy dispuesto a cederle el puesto de Jefe a Sergio, trataré de arreglar las cosas con Rizzo de una vez.
Espero que realmente resulte, no quiero estar más involucrado en otra guerra con él ni con otra familia.

—Te prometo que estaremos bien mi amor, no quiero perderte por ese mundo tan turbio. Gracias amor, no puedo esperar para casarme contigo.
Te amo demasiado jamás dudes de ello, podremos lograrlo del modo correcto.

—Espero que así sea y yo también te amo.

Después solamente besó a su prometido, él cual sin dudar le correspondio y no deseaba apartarse de él, quería demostrarle todo su amor en ese beso.
El principal capo tan solo esperaba no equivocarse con su decisión.
Sin embargo creía que Sergio ya estaba listo para asumir el cargo como Jefe, pero aunque se marchará no tendría problema en seguir dándole consejos.

Siempre sería su hermano menor, por lo que haría cualquier cosa por él.

Gabriel quería cambiar el destino que había sufrido su Padre, no quería terminar del mismo modo.
Estaba dispuesto a hacer lo necesario con tal de quedarse con él hombre que amaba.
Pero algo dentro de él le decía que no merecía ser feliz, no puedes salir con honor de la Mafia y él comprendía que solo hay dos modos de salir.
No podía cambiar su pasado, esta era la familia en la que le tocó vivir.

Lo correcto y más sensato era abandonar Italia e iniciar de nuevo.

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