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XXVI - Iniciación

Uomo d'onore

Lombardi era todo un estratega, todo le resultaba como lo planeaba.
¿Qué había logrado? Redujo considerablemente el poder de la Familia Palmieri resultado de la guerra con la desaparecida Familia Cramer.
Y lo más importante estaba acabando con los Rizzo, solo un golpe más y estarían lejos de alcanzarlo en poder.
Al capo no podía irle mejor, sin duda Dios lo había bendecido.

Este era uno de los días más importantes de su vida, por que finalmente tendría como suyo al hombre por el que tanto lucho, el rito secreto era una prueba de ello.

Solo que al comienzo de la iniciación su hermano lo veía con una mirada total de reproche. Por lo que decidió apartarlo del resto de los miembros de la Mafia.
Había jurado que todo el tema acerca de Raffael estaba cerrado, pero tal parecía que no era así.

—Eres una cabron, olvide decírtelo ayer.

—¿Ahora qué hice?

—A mí me vale madre tu vida sexual, pero no cojas en el pasillo. Eres un degenerado Gabriel.

—¿El que lo hace o el que lo escucha? ¿Quién es el degenerado? ¡¿Espera que demonios lo viste?!

—¡No! Y te vas a morir el día que no este, a ver quien te salva de tus idioteces, tuve que sacar a los integrantes de la familia que estaban cerca del pasillo.

—Agradecido con Dios.

La próxima vez debía ser más discreto, tampoco quería que el resto de la gente se enterará de su debilidad por el profesor.

Sin embargo no podía dejar de pensar que en frente de él estaba la persona que amaba, estaba bañando de su propia sangre la imagen del santo que eligió.
Estaba haciendo el compromiso más importante de la Mafia, no había vuelta atrás, al fin tenía al hombre por el que tanto lucho.

Raffael ya sabía las reglas que debía seguir y conocía el compromiso que estaba haciendo, después se encargó de quemar la imagen y pasarla rápidamente al resto de los integrantes. Después recitó el  juramento de lealtad que por ningún motivo podía romper.

Al terminar de hacer el rito escucho unas palabras que probablemente tendría en cuenta.

—La Omertà es la regla más importante, la cual por ningún motivo puede romperse. Con este símbolo de sangre juras tu lazo en esta Familia y por si alguna razón rompes este juramento tú ser se quemara igual que a la imagen del santo. Del mismo modo que te comprometes a ser leal con cada persona dentro de la organización, no olvides que la traición se paga con la muerte.
Sobre todo recuerda siempre ser uomo d' onore, con esto expuesto no olvides que ahora somos una Familia.

Aquello no sonaba nada bien ¿En qué se había metido el Profesor?
Había más gente de la que el conocía, pensó en que tal vez había cometido un grave error. Sonaba más serio de lo que parecía, sin duda la idea del compromiso logró hacerle olvidar el entorno de su alrededor.

¿Ya era demasiado tarde para huir? Simplemente necesitaba estar sólo y replantear todo el panorama.
Es solo que de pronto sintió como Gabriel lo rodeaba entre sus brazos, el estar cerca del capo era peligroso.
Cuando estaba con él hasta solía olvidar su nombre, los besos y sus caricias lo envolvían de un modo inexplicable.

Podía sonar algo cobarde, pero le asustaba el mundo de la Mafia, sabía que no era una organización benevolente con nadie.
El Mafioso al ver que estaba perdido en sus pensamientos lo apartó del lugar y se lo llevó a la habitación.

—Amor ¿Esto fue solo por el compromiso cierto? ¿De todas formas seguiré en el tramo de lo legal?

—Sí, el trabajo sucio es de los antonegra, no te preocupes cariño.
Solo seguimos con nuestro trato del Instituto ¿De acuerdo?
Sigue siendo lindo para mí —suscitó  para después seguir repartiendo besos  en el cuerpo del profesor—, de verdad  lo estas haciendo bien.

—Gabriel ¿Qué es lo qué tienes debajo del Instituto?

—Mañana hablaremos sobre ello, pero no es algo legal... eso ya debes saberlo.
Me temo que son suficientes emociones, necesitas descansar cariño, hoy fue un día bastante largo. Prometo contarte todo lo que quieras, aunque una parte de mí no quisiera perturbarte con mis negocios.

—¿Son drogas?

—La Mafia no se mete con las drogas, es un acuerdo que tenemos. Es demasiado riesgoso y conlleva penas en prisión demasiado altas.
Al menos nosotros nos preocupamos por cada miembro de la Familia.

Quizás lo mejor era no saberlo, entre menos supiera correría menos riesgos.
Por ahora solo se dejaría complacer por las caricias del capo.
Eso le ayudaría a pensar con claridad el por que le atraía alguien tan peligroso. Un hombre que si quisiera ya lo hubiera destruido.

Con cada roce recordaba que adoraba la manera en la que lo trataba, le atraía el sentirse querido y protegido.
Sobre todo deseado al grado de dejar todo por él.
Su inseguridad era que él no tenía algo que el capo quisiera, a veces se preguntaba el por que lo había elegido a él. Gabriel veía cosas que él no podía ver, cualidades que pasó por alto durante años.
Necesitaba escucharlo decir que lo amaba, quería reafirmar que valía la pena irse al infierno con tal de hacer su vida con aquél hombre.
Eso era lo que lo había convencido y lo que rompió su determinación.
Mandaría al diablo la carrera que tenía solo por un tipo sin escrúpulos, alguien que se escondía tras la mirada de un bendito ángel.

Cada vez aumentaba más la intensidad, al profesor le preocupaba que alguien más los escuchará.
Aunque probablemente ya más de uno de los miembros de la Mafia sabía que se estaba acostando con el Jefe de la organización.
Escalo tan alto a un puesto que no merecía y ahora tenía miedo de quizás ganarse el odio de su cuñado.

Finalmente comprendió que no había vuelta atrás y debía enfrentar las futuras consecuencias de sus acciones.

—No olvides que te amo, gracias por hacer esto por mí, pero recuerda que no debes involucrarte si no quieres.
Lo único que realmente me importa es tu tranquilidad.

—Cualquier cosa vale la pena si es que se trata de ti. Te amo mi amor.

«Ahí estaba otra vez la reafirmación de que el capo podía tenerlo todo»

Era simplemente un maldito con suerte y ahora estaba totalmente enamorado de alguien poco convencional.
Lo único que pedía es que Tony se estuviera pudriendo en el infierno.

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