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XX - Regreso

Raffael estaba emocionado de regresar al Instituto, por que después de lo sucedido no le fue sencillo reincorporarse de inmediato.
Pero a pesar de ello Gabriel seguía igual de atento con él.
No dudaba que había escogido al hombre correcto, aunque su trabajo no fuera uno convencional.

Ya habían regresado a Italia, pero el capo estaba empeñado en que su protegido aprendiera el mundo en el que se había involucrado.

—Ahora que oficialmente eres mío necesitas aprender a defenderte, estoy seguro que si en algún momento quieren dañarme irán por ti.

—Pensé que nadie sabía de lo nuestro.

—Cariño tarde o temprano se sabrá. No soy el tipo de hombre que planea esconderte.

—Eres tan dulce y a veces tan tenebroso.

El hombre de ojos azules le entrego a su protegido un cinturón, en el que podía esconder un par de navajas.
Además de darle una pistola y un revólver.

—Nunca salgas de la casa sin estar armado. Y ahora te haré una pregunta ¿Estarás dentro de la organización o no?

—Solamente si te soy útil dentro del rango legal.

—Trataré explicarte esto de manera breve, como sabes mande a construir una especie de guarida debajo del Instituto, pero es más bien un almacén.
Tienes que procurar revisar que no haya incendios, al igual que procurar a los idiotas de tus alumnos.
Tu trabajo es cuidar que nadie tenga acceso al almacén, no quiero intrusos dentro del Instituto.

—¿Algo más que deba saber?

—Las navajas del cinturón se usan como último recurso. Y espero de verdad que no tengas que usarlas.

—Estaré bien amor —respondió postrando un beso en los labios del contrario—, no tienes por que preocuparte. Confía en mí tanto como yo lo hago en ti.

No era que no confiara en él, es simplemente que le preocupaba que alguien pudiera hacerle algo.
Hasta ahora se había negado a tener debilidades y sin duda alguna Raffael cambio todo su panorama.

Existía algo que no dejaba tranquilo a Gabriel, un presentimiento no muy grato. Estaba dudando si se había equivocado en haberlo dejado ir.
Y tal vez no estaba tan equivocado, por que los capos de los Lombardi estaban más empeñados en la seguridad de lo subterráneo que el Instituto en si.

Una voz hizo que el Profesor se pusiera en alerta, alguien había entrado a su oficina.

—Hasta que al fin conozco al protegido de los Lombardi, aunque su seguridad es pésima, sin duda Gabriel esta perdiendo los valores.
Me presento soy Adrián Rizzo ¿Has escuchado hablar de mí?

—Tal vez, pero quizás no le tome tanta importancia.

—Si estuvieras conmigo estarías mejor protegido —dijo con una sonrisa—, yo no dejaría que nadie te arrebatará tu tranquilidad.

—¿Lo dice el mismo hombre que acorralaron los Lombardi? No creas que no sé el por que detuvieron esta absurda guerra.

—El mismo que va a cobrarle lo que su familia le hizo a mi esposa.
Voy a terminar esto de una vez por todas, haré que Gabriel sienta el mismo dolor que yo sentí.

Rizzo saco su arma y apunto en dirección a Raffael, aquellos ojos onix se veían totalmente decididos.
El Profesor suspiro con pesar, saco el revólver que le había dado el hombre de ojos azules y apunto su arma en dirección al capo.

—¿Es realmente necesario hacer esto? Yo no tengo nada que perder, al contrario al matarte a ti libero a mi Padre, además que finalmente Gabriel estaría tranquilo. No me importa si tengo que morir aquí, al menos te llevaré conmigo.

—No sabes lo que dices Raffael, no comprendes absolutamente nada.
Ni siquiera sabes quién soy realmente, no te involucres en un mundo tan turbio como es este.

—¿Quién eres exactamente?

Esos ojos onix albergaban algo mucho más profundo, el Profesor pudo notarlo por un instante.
Aquella mirada perdida y llena de dolor ocultaba un sentimiento de anhelo. Raffael pensó en ¿Cuáles fueron las circunstancias qué hicieron que Rizzo acabará de esa manera?

Mientras tanto Adrián recordaba lo bien que se había sentido que alguien más lo escuchara.
Fabrizio era el único que lo comprendía, la persona que no le lanzaba una mirada llena de miedo hacía él. Y era absurdo por que simplemente no sabía a lo que realmente se dedicaba.

«¿Acaso se atrevería a matar a su único hijo? ¿Su venganza estaba más allá de lo que creyó alguna vez?»

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