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XVI - Traición

Lo único que hacía olvidar al profesor de la realidad eran las caricias que le proporcionaba el capo.
Sin darse cuenta siempre terminaba queriendo sentirlo un poco más, se había vuelto adicto a todo él.
Amaba esos ojos azules, le gustaba la forma en la que lo miraba y lo deseaba, estaba más que listo para perderse entre sus bajos deseos.
Ahora estaba de rodillas ante él, estaba dudoso pero quería probarlo, tenía aquella parte de su hombría dentro de su boca. Solo deseaba repetir lo que su amado había hecho la noche anterior, era bastante inexperto pero sabía que con el tiempo aprendería a hacerlo mejor.

Sus ojos estaban centrados en el capo, el cual tenía sus ojos cerrados, pero a la vez había comenzado a sujetarlo con un poco de más fuerza.
Finalmente lo escuchó gemir y decir su nombre, pero aún sabía como tener al margen la elegancia su voz, simplemente pudo notar un ligero temblor.

¿Era posible hacerle perder la cordura? ¿Llegar a un punto en el que jamás pudieran separarse? No quería apartarse de él, por más peligroso que fuera... necesitaba tenerlo a su lado.
Aquel líquido empezó a descender por su boca, ya estaba bastante perdido cuando decidió tocar su cuerpo nuevamente.

El tiempo es crucial y era hora de ajustar cuentas, el capo ya había dado la orden de que retuvieran al inspector. Por más que deseaba tener al Profesor, había un carácter de más urgencia.

La mirada de preocupación de su amado se hizo bastante notoria, lo único que pudo hacer para calmarlo fue besarlo y hacerlo olvidar de lo que probablemente estuviera pensando.

Al llegar a su destino el Mafioso finalmente habló. Saco su cartera y le dio dinero en efectivo a su protegido, además de una tarjeta.

—Cómprate algo que te guste, quiero que luzcas radiante el día de mañana.
Entretente hasta las 08:00, tengo asuntos que resolver.

—Mi amor —respondió con una mirada de súplica—, de verdad lamento haberte mostrado los mensajes.

—¿Por qué lo defiendes?

—No lo hago, es solo que no le veo caso que hagas esto, es innecesario Gabriel. No puedes ir matando gente solo por que no les agradas.

El capo se llevo las manos a la cabeza, si le faltaban motivos para matar a Tony ahora había encontrado uno nuevo.

—Bien, pues vienes conmigo.

Uno de los hombres de confianza del capo ya se encontraba resguardando el apartamento en el que estaba Tony.
Sabía que podía confiar en que no lo dejarían escapar.

Aquella mirada sombría apareció de nuevo, Raffael se había equivocado en insistirle a Gabriel.
Por más que el joven de ojos grises quería suavizar las cosas no lo consiguió, ahora el Mafioso estaba más determinado que nunca.
Al llegar al lugar destinado el aura se sentía con más pesadez.
Los ruidos de una de las habitaciones puso en alerta al Profesor.
Para ese entonces Gabriel ya había sacado su arma y entró a la habitación proveniente del ruido.

El Profesor no quería entrar ahí, pero al escuchar la voz del capo y el inspector un escalofrío recorrió su cuerpo. Después de eso se escucho un fuerte golpe.

Entonces Gabriel volteo su mirada hacía él, sujeto su mano y lo obligó a entrar.
La escena era visceral, a Tony lo tenían amarrado y bastante golpeado.

—¿Te quieres despedir de tu amigo?

—Te dije que él no es una buena persona —respondió volteando hacía el profesor—, se que me equivoque, pero yo no quería esto para ti.

—No lo soy y él lo sabe a la perfección ¿Por qué no le cuentas quién entregó a Martín Fabrizio? Tú lo entregaste a Rizzo por dinero.

—Yo jamás quise involucrar a Raffael en esto, el que lo arrastró a esto fuiste tú. Eres una basura tanto como yo lo soy.

—Podré ser todo lo que quieras, pero no soy ningún traidor. Tú sabes perfectamente lo que le hago a los traidores.

—Hazlo, para que Raffael vea la clase de bastardo que eres.

—¿Crees que yo le tengo miedo a él? En lo absoluto, me tiene sin cuidado que pueda pensar de mí —seguido de ello disparo dos balas, una en cada pierna—, y para que lo sepas no pienso darte una salida rápida, te juro que vas a arrepentirte de haberte aliado con Rizzo.

Raffael salió de inmediato de ahí, ahora solamente le preocupaba saber acerca de su Padre.
Tomo el teléfono que había en el departamento y le marco a Fabrizio.

—Hola Papá, solo quiera saber ¿Para quién estas trabajando?


—Un hombre llamado Adrián Rizzo, un amigo me pidió de favor que lo apoyará con su hijo. E igual Tony me contacto con él, fue tanta la insistencia que accedí.

De pronto sintió como Gabriel lo abrazaba por detrás, el olor de su perfume era irreconocible.

Comenzo dándole besos en el cuello, sabía que trataba de tranquilizarlo de alguna manera.

Mientras que su Padre tuvo que colgar, por que al parecer era hora de darle clases al hijo de Rizzo.

—Sácame de aquí.

—Te prometo que voy a resolver esto, tengo gente vigilando la casa de Rizzo.
E igual tengo planeado hablar con Adrián, esto no era en lo que habíamos quedado.

Raffael no respondió, solo quería irse de ahí, no se sentía cómodo en un lugar en el que se percibía el olor a muerte.
El capo lo detuvo para besarlo, después lo atrajo hacía el para tratar de reconfortarlo.

—Cariño confía en mí suscitó mientras acariciaba su rostro—, te juro que haré todo lo posible por que este bien.

—Solo necesito que estés conmigo.

Gabriel pensó que había sido suficiente por ahora, se lo llevó lejos de ahí.
Había reservado una habitación para los dos, y al llegar el profesor fue directamente a darse una ducha.
El agua a veces lo ayudaba a meditar y pensar bien las cosas.

Mientras tanto el Mafioso estaba tratando de ponerse en contacto con Adrián Rizzo.
No quería que su protegido estuviera preocupado por ese tema.
En tanto a Raffael... no quería pensar en absolutamente nada, solo deseaba confiar en las palabras de Gabriel.

Y el hecho de que su Padre pudiera hablar con él, le hacía sentirse mejor, pero aún no despejaba sus preocupaciones del todo.

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