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XLII - Licencias

Una de las reglas de oro de la Mafia era la discreción, demasiada atención significa un peligro inminente.
El hecho de que pusieran normas en México para controlar la gasolina no significaba nada, de todas formas siempre existía alguien corrupto.
Lamentablemente uno de los países más bellos estaba sumergido en la corrupción, durante décadas los políticos se encargaron de saquearlo.
Y no solo eso, gran parte de su territorio había sido incluso robado por el país vecino.

Bianchi debía comunicarle la nueva ley al Underboss de la familia, pero este estaba ocupado teniendo una conversación con su Padre.

—¿Ya estás listo para hablar de lo sucedido?

—¿Qué quieres saber? Es simple me voy a casar con un hombre.

—No tengo problema con eso Raffael, al final del día es tu vida.
Estoy preocupado por tu seguridad ¿A qué se dedica tu prometido?

—Bienes raíces, tiene un par de negocios de importación por ahí, todo es legal.

—Un acreedor de bienes raíces no necesita tanta seguridad.
He vivido en Italia lo suficiente como para saber a que se dedica, extorsión, apuestas, incluso los rumores dicen que también esta dentro de los sindicatos ¿Y qué decir del control de muelles? La maldita Mafia esta en todo lo que genere dinero.

—¿Tienes alguna prueba o es simple suposición?

El profesor estaba sumergido observando algunos papeles, revisaba el margen de ganancias de esta semana gracias a la gasolina.
2 millones de dólares a la semana no eran nada despreciables.
Fabrizio no le respondió la pregunta, por lo que el joven de ojos grises volvió a reanudar la conversación.

—Papá yo te quiero muchísimo, pero asegúrate de tener pruebas concluyentes antes de acusar a una persona. Y de todas maneras me voy a casar con Gabriel, no es algo que entre a discusión.

—¿Esto es por tus problemas de dinero? Me imagino que ni siquiera pagaste tus impuestos.

—Para eso esta el Cassetto de la familia, él organiza mis cuentas. Si es que existiera algún problema ya me lo hubiera notificado.

—No dependas de otros Raffael.

—Papá no, ya basta, estas haciendo muchas suposiciones que no son.

—Solo no te metas en problemas, no te arriesgues demasiado.

—Adiós Papá tengo que trabajar. Y de verdad aprecio tu preocupación, pero te aseguro que estaré bien.

Raffael le agradeció a su Padre que al final lo comprendería.
Pero el asesor de la familia quería tratar un asunto serio que ocurría en México, una nueva norma que podría truncar sus planes.
Comenzó hablándole sobre las licencias que ahora estaba impartiendo el Gobierno Mexicano.

El nuevo capo escuchó con atención lo que decía el asesor, pero a la vez se aseguro de revisar los puntos que venían en la nueva ley.

—Bianchi por favor ¿Cuánto llevas trabajando para la Familia Lombardi?

—Fui Consigliere a partir de Don Damián y de ahí me encargue de asesorar a Don Gabriel y ahora a usted, llevó 15 años trabajando en esta familia.

—El negocio es más lucrable con las licencias, veo que pusieron la opción de obtener una para mayoristas. 
Creamos una empresa ficticia y obtenemos la licencia, con esto podemos comprar mucho más.
Ya no serán gestores de gasolina, si no la venderán directamente a las grandes empresas.
Con esto ya no tendremos que limpiar el dinero, podremos deshacernos de las neveras y el bicarbonato.
Básicamente lo que hizo el presidente de México fue volver privado el negocio de la gasolina, si había un porcentaje de riesgo eso se elimino con las licencias para mayoristas.

—Pero Jefe si la gasolina se vende en gran cantidad a empresas privadas ¿No ocasionará un desabasto de gasolina?

—Si hay desabasto la gasolina se vuelve más cara, eso significa más dinero. Lo único que hicieron fue privatizar la gasolina, ya no le pertenece al Gobierno Mexicano, si no a un grupo de empresas privadas.
Consigue esas licencias Bianchi, debemos hacerlo antes de que algún listo de Estados Unidos se nos adelante.

Realmente al profesor no le importaba demasiado el tema del negocio, solo estaba tratando de mantener el poder de la familia hasta que su prometido regresará a salvo.
Estaba ansioso de tener su apellido de manera oficial, le hacía ilusión el casarse con Gabriel.

—Lamento haber interrumpido la plática con su Padre solo por ese problema, no tengo madera para pensar como lo haría un Don de la Mafia.

—Descuida, eres un gran apoyo para mí Bianchi, pero hay algo que quisiera saber ¿Hay algún problema si gasto algo de dinero?

—Hasta dónde se el dinero es suyo, ya queda a consideración de usted.

Quería comenzar a planear de la boda, no deseaba morir antes de casarse.
Conocía perfectamente cual podría ser su destino, aún recordaba que la Mafia no era benevolente con nadie.
Lo pensó detenidamente y finalmente no quiso tomar parte del dinero de su prometido, prefería gastar sus propios ahorros en un traje.

Raffael había salido de la fortaleza de la familia, claramente acompañado de Bianchi y Luca, por que debido a la situación actual no podían permitirse bajar la guardia.
Su asesor le recomendó un lugar para conseguir el traje, era el sitio dónde el principal capo de los Lombardi mandaba a hacer los trajes que siempre portaba. El profesor se sonrojo al pensar en su prometido, Gabriel tenía un gusto exquisito para los trajes, solía verse demasiado bien.
Al ver el lugar al que lo habían traído bajo su moral ampliamente, por ahorros se refería a lo que guardo de su sueldo como profesor, no tenía tanta plata para comprar un traje fino.

Estaba por marcharse cuando el hombre encargado del local lo saludó, no supo como paso pero ya estaba dentro del estacionamiento.
No había manera de que pudiera pagar un traje de esa magnitud de precio, tampoco sabía como zafarse de la amabilidad del encargado.

Bianchi observó la incomodidad en él, y claramente intuyó que era debido a los precios del lugar.
El asesor tomó su teléfono y llamó al Jefe principal, le comunico lo que sucedía, además de lo que intuía.

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