III - Confianza
Habían pasado días desde la última vez que Raffael vió al Mafioso, algunos guardias le dijeron que por su bien solo acatará las órdenes de su Jefe, por que así podría tener más libertades. El profesor pensó que quizás tenían razón, además que se dio cuenta de que tenía algo a su favor, los guardias le dijeron que Gabriel había dicho que obedecieran todas sus órdenes.
Por lo tanto, decidió pedirles que le informaran al mayor que él quería verlo de inmediato, no importaba a qué hora, solo quería verlo.
El joven de ojos grises había tenido oportunidad de terminar algunos trabajos que tenía pendientes desde hace tiempo, incluso modifico algunos detalles en los reglamentos del Instituto. De pronto escucho como se abría la puerta y quito la vista de sus apuntes y se deshizo de sus lentes, noto que ya había oscurecido y él no lo había notado, todo por que estaba demasiado concentrado en su trabajo.
El capo noto como tenía periódicos alrededor, probablemente ya se había enterado de lo que sucedía en la ciudad.
—Bien ¿Qué es lo que quieres?
—Lo que sucede es que yo quería saber...
—Te había prohibido buscar información acerca de lo que sucede en la ciudad ¿Qué acaso no te lo dijeron?
El mafioso estaba demasiado alterado, pero al ver la mirada de su protegido se tranquilizó y supo que había dicho algo que no debió decir, en su mirada se notaba mucha confusión y sobre todo preocupación.
Y entonces Raffael supo que quizás no había sido correcto el haberlo llamarlo.
Gabriel se sentó en la cama donde estaba Raffael y lo miro con atención para que él siguiera con lo que realmente quería decirle.
—No he hecho absolutamente nada de eso, simplemente son periódicos escolares —suspiró—, y sí me lo informaron hace unos días.
Quería preguntarte sobre otra cosa, he estado trabajando en unos cambios para las normas del Instituto y en la creación de algunos talleres extras para los alumnos, los cuales fomenten su educación y quería saber si ¿Puedo mandar esto al Director Matt? Para que por lo menos él trabaje en esto, ya que tú has dicho que no puedo salir de este lugar.
—El Instituto ahora es tuyo, no tienes por qué pedir autorizaciones, ni mucho menos la opinión de alguien más. Prometo que pronto regresaras y darás esos cambios que quieres hacer, solo dame algo de tiempo para resolver algunas cosas ¿De acuerdo?
Raffael abrazo a Gabriel por la emoción, finalmente podría regresar a la civilización y volver a hacer su trabajo. Definitivamente los guardias de Gabriel no habían mentido, era mejor tratar al mafioso por las buenas.
«Pude sentirlo más de cerca, el sonido de sus latidos, su respiración, el olor de su perfume, cuando se separó de mí... observe más de cerca esos preciosos ojos grises.
Estoy seguro de una cosa, es mucho mejor cuando él estaba feliz, su aura cambia demasiado, es una persona que puede transmitir lo que siente»
—Si pudieras ponerle un precio a tus labios ¿Cuál sería?
El joven de ojos grises enrojeció ante las palabras del mayor y toco su boca suavemente.
—No vuelvas a hacer eso en frente de mí, por que a la próxima no me responsabilizare de lo que pueda suceder y te prometo que no será solo un beso.
Raffael enrojeció totalmente y se cubrió totalmente con las cobijas, después escucho como la puerta volvía a cerrase y tímidamente bajo un poco las cobijas para corroborar que Gabriel ya se había ido.
(Al día siguiente)
El joven profesor despertó muy temprano y estaba pensando demasiado en si acaso la puerta tenía seguro. Siempre estaba tocando la puerta para que los guardias abrieran, pero pensó en ¿Por qué no hacerlo él mismo?
—Sr. ¿Y ese milagro? Perdón, acaso ¿Necesita alguna cosa?
Raffael al llegar a la guarida de la Mafia pudo notar que Gabriel tenía un amplio jardín de frutos, flores y demás, era un perfecto patio ambiental.
—Solo salí a cortar algunas fresas para hacer algo.
Los guardias le dijeron a Raffael que ellos podían hacerlo por él, pero este se negó y continúo con su cometido.
No era muy bueno cocinando eso era una realidad, era de aquellos que ponía algo en un sartén y corría a esconderse detrás del refrigerador, sin embargo el aburrimiento lo mataba por lo tanto tenía que hacer algo y si eso era mejorar sus dotes en la cocina ¿Por qué no hacerlo?
El joven de ojos grises busco recetas en libros de como hacer un pastel y siguió todos los pasos, todo con la ayuda de uno de los guardias, que por cierto se habían quedado por si acaso el menor quemaba la cocina.
Por que si lo hacía entonces ellos y Raffael estarían en problemas.
«Ahora que lo pienso ¡No entiendo el porque me quede en un solo lugar! La guarida de la mafia no es tan mala, puedo andar por toda la zona con libertad.
Además de que los demás miembros de la Mafia no son tan crueles como pensé, me ayudan en todo lo que necesito, por que Gabriel ha dado órdenes estrictas de que así sea».
El profesor le preguntó a uno de los guardias que pasaría si ellos no cumplen esas órdenes y le respondió que realmente no deseaba saberlo, también le hizo saber que ahora tenía mucho poder.
Seguía sin entender a lo que se refería, pero ¿Qué otra coss podía hacer?
«En ocasiones nada es lo que parece ser, tal vez siempre hay que tener un poco de confianza»
Lo único que Gabriel Lombardi quería era protegerlo, no había mentido al decir que Bruno Rizzo ordenó matarlo, después de todo el profesor se negó a ser su informante.
Ahora muerto el jefe principal, quedaba el ascenso del Underboss, lo único que se preguntaba el capo era si él nuevo Don conocía acerca de Raffael, en cuanto murió Bruno no dudaron en atacarlos.
Estaban en una zona de guerra, por lo que ahora se estaba planteando seriamente en si lo mejor era mandar lejos al profesor.
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