03
Hyunjin.
—Viejo Yang, tiempo sin vernos, —dije saludando al viejo más asqueroso de este podrido negocio, el viejo Yang es el rey de los prostíbulos y subastas ilegales de menores de edad y cualquier cosa bonita que se encuentra en las calles. Es un maldito cerdo, pero siempre es bueno ser colega de alguien así, he conseguido buenas distracciones en sus prostíbulos, además de algunas recomendaciones para socios nuevos, sería hipócrita de mi parte fingir que no somos la misma basura, las drogas que tráfico destruyen vidas y este viejo destruye vidas el mismo.
—Joven Hwang, el futuro prometedor de la familia, —dice con dramatismo fingido, —¿busca algo en especial o solo vienes a dar la vuelta?
—¿Tienes algo especial para la noche? —pregunté curioso, hace tiempo me sentaba en la sala de subastas a ver si algo me apetecía, pero eran chicas y chicos demasiado llorones, no dejaban de gritar, no soy fan del ruido o las lágrimas, por ello solo me bastaba con la atención de alguna buena puta o un niño bonito.
—Dices que no te gusta la mercancía ruidosa, esta noche tengo algo así para subastar. Date una vuelta por el salón. —Me guiñó el ojo, le sonreí de vuelta siguiéndolo al salón de subastas, él escogió una mesa para mí, con una de las mejores vistas a la plataforma donde ponen la mercancía.
Me senté en la mesa, para relajarme pedí un Gibson, miré sobre mi hombro y Jackson asintió indicando que estoy a salvo.
La luz de la plataforma se activó mostrando a una linda gatita, la cola felpuda y las orejas puntiagudas, la chica no llora escandalosamente como otros, hasta se ve linda así, pero no me gusta tanto como para gastar algunos miles de dólares por ella, sé que al final me aburrirá después de unos días y sería un problema liberarla sin que me denuncie o algo parecido.
La pobre no pudo contener sus gritos cuando vio a su comprador, un tipo alto con barba, tiene una cara asquerosamente pervertida, seguramente un fanático del sadismo.
Pobre chica.
La luz se apagó y la cortina que rodea la plataforma se cerró, deben estar trayendo la siguiente subasta.
No tardó mucho para que la cortina se abriera y la luz se activará, es otra chica, pero esta si es ruidosa, estaba gritando con toda su desesperación que la dejaran salir o algo, me aburrí de verla, fue un alivió que la subasta se cerrará rápido, la cortina se abrió y cerró varias veces, el viejo Yang tenía razón varios de los chicos y chicas a subastar eran callados, pero seguían siendo un desastre de lágrimas silenciosas, nada que valga la pena.
Estuve a punto de entrar en la subasta de un chico de unos veinte, tal vez menos, era callado y no lloraba tanto, pero lo vi demasiado asustado, no me gustó su cara de desesperación.
El viejo Yang se acercó a mi mesa al ver que nada me llamaba la atención.
—¿Qué pasa, nada te gusta? —preguntó con un tono algo engreído.
—Viejo, conoces lo especial que soy, si esa fue toda tu mercancía, me fallaste, —dije como burla, lo vi carcajearse alto, incluso otros miraron a mi mesa.
—Más vale que tengas lo suficiente, por que el que sigue es el mejor toda la noche, te gustará, dejaré que me dispares a la cabeza si no lo hace.
—Ohh... si estás dispuesto a apostar algo así, debes estar muy seguro de mis gustos.
—Me gusta el peligro. —Con esas palabras el viejo se fue, pasó un rato algo largo hasta que la cortina se abrió de nuevo, la luz se activó y mi garganta se secó.
—Bien, empecemos con la subasta. ¿Qué les parece treinta mil dólares?
Estaba por levantar mi paleta, pero un tipo de una mesa detrás lo hizo.
—Cincuenta mil dólares, —ofrecí.
Escuché al mismo tipo alto de barba que se llevó a la primera chica subir la suma a setenta mil, o no, ese hijo de puta no se llevará a mi chico.
El chico en la plataforma es precioso, único, no grita, no llora, aunque puedo notar restos de lágrimas en sus ojos, él solo está allí, sobre la plataforma con el collar en el cuello, las orejas de perro y esas prendas de encaje que no dejan nada a la imaginación.
Cuando me di cuenta la oferta ya pasaba los cien mil dólares, una mierda, me levanté de la mesa y miré al viejo Yang.
—Te doy lo que pidas viejo, —esa fue mi última oferta, el viejo Yang sabe que le conviene tener a gente como yo y Minho de su lado, más si tiene la oportunidad de pedir un favor como pago.
La oferta se cerró y, aunque habían muchos disgustados ninguno es tan peligroso como la rubia de ojos azules en la esquina, la conozco, ella también maneja drogas es como mi rival en el negocio, me odia y ahora más ya que le gané, se llama Kim Dahyun, la conocen porque adora a los jovencitos, nadie sabe bien que hace con ellos, pero chicos como el cachorro que acaba de bajar de la plataforma son sus favoritos.
Le sonreí porque me encanta ponerla furiosa.
Caminé a la puerta, el viejo Yang me esperaba —Me gustaría una reunión para hablar sobre el pago, —dijo mientras me guiaba a la habitación donde seguramente estará mi cachorro.
—Por supuesto, estoy abierto a cualquier forma de pago, pero no te pases de listo viejo, —advertí, el sonrió y abrió la puerta.
Entré a la habitación escuchando la puerta cerrarse detrás de mí, el chico estaba mirándome, está asustado puedo verlo en sus ojos, pero no llora, no grita, no muestra su desesperación, no se ve tan destruido, es perfecto.
—Hola, —saludé muy cordial, —¿Cómo te llamas?
—Seungmin, —su voz es baja, pero firme y sus ojos no dejan de seguirme.
—¿Solo Seungmin? —él asintió. —¿Tienes miedo? —asintió de nuevo, es tierno que sea sincero. —¿Qué edad tienes?
—Dieciocho —bajó la mirada y respiró profundo para mirarme de nuevo —¿Qué tengo que hacer para que me dejes ir? —su pregunta me sorprendió, él no está pensando en lo horrible que es su situación actual, solo piensa en lo que necesita hacer para volver a ser libre.
Pequeño iluso.
Me acerqué a la cama y lo tomé de las mejillas, bajé mis labios a su frente y dejé un beso suave, él cerró los ojos, no sé a qué se debe su reacción, mis labios siguieron bajando por su rostro, hasta que llegué a su boquita abierta.
—Yo nunca te dejaré ir, eres mío Seungmin. —quise besarlo, pero movió su rostro empujándome lejos.
—No soy tu propiedad, —dijo mostrándose firme, es encantador, muy divertido, —soy una persona, no un juguete.
Lo tomé de las muñecas y jale con fuerza, pegándolo a mi para que sintiera mi calor, —no estás en posición de ser orgulloso, Seungmin, tienes mala suerte, el viejo Yang te encontró y ahora eres mío, —tenía ganas de destrozar esa tela de encaje que apenas y cubre su bonito cuerpo para follarlo duro, pero me contuve, —hagamos una apuesta tú y yo, —empecé a explicar lo que pasará de ahora en adelante, —no voy a tocarte sin tu permiso, —lo vi fruncir el ceño —si te portas bien y sigues dos sencillas reglas serás feliz.
—¿Qué reglas?
—La primera es que no llores y tampoco grites, odio el llanto y el ruido, la segunda es que no debes agotar mi paciencia, y déjame decirte que no soy muy tolerante.
—Dijiste algo de una apuesta, —sonreí, me encanta que sé tan atentó a lo que digo.
—Como te decía, no soy muy paciente, me aburro rápido, así que, solo debes soportarme hasta que me aburra de ti, pierdes si me das lo que quiero, y lo que quiero es cojerte tan duro que lo tengas en ti por días. Si logras aguantar, ganas tu libertad. —Dejó de mirarme, no dije más, salí de la habitación, Jackson entró apenas salí, escuche a Seungmin pelear con él, pero sé que Jackson será capaz de llevarlo al auto y dejarlo callado.
Fui a tomar un trago, el viejo Yang está muy feliz, ya no hay más subastas esta noche, al poco tiempo Jackson me indicó que mi juguetito ya está en el auto, pagué el trago y caminé fuera del club.
Subí al auto, Seungmin sigue vistiendo esas transparentes prendas, pero no parece incomodo con mi mirada sobre él, sé perfecto que debe estar muerto de miedo, deseando acurrucarse en algún lugar y llorar, pero no me lo muestra, es orgulloso y seguro de sí, no le da vergüenza su cuerpo, aunque viste como una puta.
Lo mejor que he visto en años, finalmente encontré algo para relajarme y divertirme un rato, algo que vale la pena.
...
Seungmin.
Tengo miedo, ¿Dónde está Dios cuando más lo necesito?
¿Por qué me pasó esto? Yo solo quería trabajar y pagar mi matricula, y ahora... ahora estoy con un loco que se cree mi dueño por que ganó una subasta. No soy un objeto, no soporto que me trate así.
Está mirándome, sus ojos oscuros me asustan, mi garganta está seca, mis manos heladas, esta maldita ropa asquerosa me hace sentir tan humillado. Tan provocador, como si invitara a este tipo a tocarme y definitivamente es lo último que quiero.
Ayuda, alguien por favor, quien sea, ayúdenme.
No conozco nada del lugar a donde vamos, yo solo conocía las calles del colegio al orfanato y el restaurante donde trabajo. No sé en qué parte de la ciudad estoy.
Joder, no debí ser ambicioso, debía trabajar más turnos para pagar la matricula.
Quisiera decir que quiero ir a casa, pero no tengo un hogar.
El auto se detuvo después de un largo viaje que casi no recuerdo, estoy muy aturdido, mis ojos se abrieron en grande, la casa de este tipo es inmensa, miré a todos lado tratando de encontrar el final del terreno de la casa, pero no encontré nada, incluso pude notar otras casas, como si fuera un vecindario dentro del territorio de la casa.
Salí del auto y el tipo alto del que ni siquiera sé su nombre puso su mano sobre mi cintura, me alejé de inmediato viendo su sonrisa.
¿Cómo... cómo es que tiene una sonrisa tan linda? Es escalofriante, su rostro parece amable, pero su aura es siniestra y peligrosa.
—Tranquilo bonito... dije que no voy a tocarte hasta que me dejes hacerlo.
—Eso nunca pasará —dije convencido de que por más que insista nunca dejaré que me toque. Ni siquiera me gustan los hombres.
Él sonrió, —¿Recuerdas mis reglas? —asentí a su pregunta, —pues ten muy presente la segunda. Entra, —ordenó cuando la puerta se abrió.
Di una mirada rápida a todo lo que me rodea, hay tipos armados hasta los dientes por todo el lugar, no sé dónde estoy ni quienes son estas personas, pero mis opciones se limitan a obedecer y observar.
Di varios pasos dentro de la casa, una fila de sirvientes con uniforme esperaba frente la puerta, reverenciaban al tipo alto y él sonrió. De nuevo.
—Wonjin lleva a Seungmin a su habitación y busquen algo para vestirlo, —me miró de pies a cabeza, me encogí al recordar que mi ropa es transparente y aún tengo el collar en mi cuello con las orejas de perro en mi cabeza. —Aunque lo que viste no está mal, —él continuó y me sorprendí cuando su palma golpeo mi trasero, —que buen culo tienes.
Me giré y lo sujeté del cuello de su perfecta camisa de botones, dejé ir mi rodilla contra su entrepierna provocando que él hincara la rodilla izquierda con un suspiro de dolor.
Antes de reaccionar a lo que hice el tipo mayor que me llevó al auto antes me golpeó con la culata de su pistola y mi vista se nubló.
Acabo de joderlo todo.
Cuando desperté vestía ropa decente, algo que cubría bien mi cuerpo, suspiré aliviado solo hasta que recordé lo que hice antes de desmayarme y la incertidumbre comenzó.
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