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One.



Todo era genial.

 

Tenía todo lo que cualquiera pudiera pedir.

Y lo eché a perder.

Todo comenzó cuando tuvimos que mudarnos por el trabajo de mamá. Yo sabía que también era por todo el bullying que recibía en la escuela; pero traté de darme ánimos diciendo que todo iba a mejor en donde quiera que fuéramos.

 
 
Yo tenía nueve años, y pesaba el triple de lo que los niños de mi edad pesaban. Papá decía que no era importante, pero yo sufría al verlo triste cuando no podía jugar a la pelota conmigo porque me cansaba muy rápido.

La cosa es que nos mudamos a Georgia, específicamente Atlanta; mamá era una excelente vendedora de bienes y raíces, y papá era un ingeniero químico respetado. Económicamente nos iba genial, nunca nos faltó nada. Solo que...

Bueno, yo era el único problema de la familia. Un gordito rubio sin nada más importante en la vida que sus padres.

Hasta que ella llegó.

Nos mudamos en un barrio de clase media-alta, solo por seguridad. Un buen vecindario con gente amable, o eso decía el anuncio, a diez minutos del trabajo de mamá; a cinco de papá.

Mamá me dijo que esperaría unos días antes de ir a mi nueva escuela, teóricamente no sabía el porqué, pero algo ya me imaginaba.

El camión de mudanza llegó una hora antes de que nosotros. Así que cuando llegamos, los trabajadores ya casi bajaban todas nuestras cosas.

Espera aquí un segundo, cariño, ya vuelvo. Dile a tu padre que compre la cena. — Recuerdo haber asentido e hice lo que me pidió. Me preguntó si quería ir con él, me negué.

Así que me quedé en el patio mirando todo mientras que mamá arreglaba cosas arriba.

Hasta que escuche ruidos en el patio trasero, obviamente me dio curiosidad.

Fui caminado algo aletargado, no sé si por mi grasa o por el viaje. Al llegar escuché los sonidos más fuertes, pero no provenían de mi casa, si no la de al lado.

Una niña estaba de espaldas, con dos muñecas en las manos.

Aquí comandante Barbie lista para despegar. Espero que no haya problemas esta vez, Houston. — La niña rió la mar de contenta.

Yo también reí y ella se giró asustada.

¿Tu eres mi nuevo vecino? — Me preguntó y asentí  anticipando la discriminación.

¿Te gustan los astronautas? — Dijo acercándose a la valla que separaba nuestras casas. Yo volví a asentir.

Oh, entonces serás mi mejor amigo. Ven, le diré a mamá que nos prepare galletas. — Ella entro corriendo mientras que yo seguía plantado, ¿ella no me había discriminado!

Ella volvió dos segundos después agitando los brazos.

—¿No vas a venir o que? —

Caminando lo más rápido que pude llegue a su puerta delantera, ¿debía yo tocar? o tal vez solo se burló de mí...

Pero tuve que tragarme las palabras cuando ella muy sonriente me abrió la puerta.

—¡Mamá ya estamos aquí! Él es mi amigo... eh ¿Cómo te llamas?— Dijo apenada.

Justin.— Dije yo, un nombre común para un gordito común.

Un placer, Justin. Yo soy Grecia y tengo ocho, cumpliré nueve en solo dos semanas. — Dijo parándose como super héroe, no sabía que sentir, pero me estaba empezando a sentir bien junto a ella.

No me había dado cuenta, pero mamá me había dicho que empezaba la escuela en dos semanas, justo el día del cumpleaños de Grecia.

Durante esas dos semanas previas a mi iniciación escolar, Grecia y yo habíamos sido uña y mugre. Su mamá se llevaba genial con mi mamá, y su padrastro veía partidos de fútbol con el mío.

Ella ni una sola vez me había dicho nada sobre mi obesidad, y yo se lo agradecía mentalmente.

El día llegó, y yo me escudriñe detrás de Grecia, ciertamente tenía miedo de lo que podían decir de mí. Tenía mucho miedo puesto que Grecia era un año menor que yo, pero por lo visto ella se las arregló para saltarse un año. Fue ahí donde descubrí que ella era terriblemente inteligente, y que además, seríamos compañeros de clase.

Su mamá convenció a la mía para llevarnos en las mañanas, si mamá nos buscaba en las tardes. Y mamá obviamente encantada, aceptó.

Entonces ese día mamá me preparó con chiche y moño para la escuela, me dio dos pastelitos y un jugo; y se despidió de mí.

Fui a la casa de Grecia y ella abrió la puerta emocionada, detrás de ella había un gran cartel que decía "Feliz cumpleaños" y solo ahí recordé. Me sentí fatal.

Le di un abrazo y la felicité mientras que ella chillaba de emoción.

—¡Por fin iremos a la escuela! Ya me estaba aburriendo con todos esos juguetes viejos y programas de bebés. — Dijo una vez en el auto, aunque yo sabía de primera mano que ella adoraba sus juguetes y que se podía pasar la tarde entera viendo Bob Esponja.

 
Cuando llegamos, me di cuenta de golpe que Grecia era muy popular. Todas las chicas eran sus amigas y todos los chicos, también. Todo el mundo se apresuró a felicitarla en cuando llegamos y yo me quedé un poco atrás sin saber que hacer, si ya era algo raro con Grecia a mi lado, imagínense como sería sin ella.

Luego de abrazar a todo el mundo ella se giró, como buscándome, y cuando me encontró, me hizo una señal para que me uniera a ella. Yo arrastré mis pies, no deseando ser visto por nadie.

Él es mi amigo Justin, es nuevo en la ciudad. — Dijo ella agarrandome del brazo, todo el mundo respondió con un "Hola, Justin" y yo solo moví la mano. Era demasiada atención indeseada para mí. Así que solte mi brazo de la mano de Grecia con cuidado y fui a sentarme en el fondo de la clase.

El día transcurrió con rapidez y la campana del recreo se hizo sonar.

Me senté al lado de Grecia, mientras todo el mundo le daba sus regalos. Y me sentí mal.

Saqué mis pastelitos y le di una mordida, y se me ocurrió que tal vez un pastelito era mejor que nada. Así que se lo di.

Feliz cumple — Le dije, un poco apenado, pero ella sonrió.

Gracias Jus, no tenías porqué.—

Me encogí de hombros y ella siguió hablando con sus amigos mientras se comía el pastelito.

Nada podía ir tan bien para Justin Bieber, así que tan pronto como me acabé la merienda, mi estómago rugió pidiendo más, y muy fuerte.

Grecia se giró riendo y me alcanzó un sándwich, me guiñó el ojo.

Ya me llené. — Se encogió de hombros, y me puso el sándwich en las manos, yo me sentí avergonzado. Al ver que no lo tomaba ella abrió el sándwich y me lo puso frente a la boca.

Yo se que quieres, vamos cómetelo. — Yo solo rei y lo tomé, de veras tenía hambre, y ella asintió satisfecha.
 

El tiempo corrió sin más, y yo me hice el perrito faldero de Grecia, pero no me malinterpreten; ella era mi mejor amiga, iba donde yo iba y viceversa.

Hasta que llegó la secundaria.

 
Yo estaba terriblemente asustado, había crecido en altura sí, pero también había ganado algunos kilos más, y unos cuantos de ellos fueron obra y gracia de Grecia, que siempre me alimentaba bien. 

Nunca me había dado cuenta de lo preciosa que era Grecia hasta el día de su cumpleaños número trece.

Ella tenía el cabello castaño oscuro, y en el sol podías hasta notar algunos mechones rojos escondidos por ahí. Sus ojos verde pardo habían tomado un brillo especial ese día y yo estaba seguro de que era porque ella quería ser adolescente demasiado. Además se había convertido en una pequeña mujercita y les juro que traté duramente en no pensar en ella de esa manera pero se me hizo imposible. Ella era muy linda, delgada y popular. Cosa que yo no era.

A los catorce, descubrí que estaba perdidamente enamorado de ella.

Para entonces yo era conocido como el amigo gordito de la preciosa Grecia Porter, y muchas personas me hablaban solo para poder agradarle a ella.

Yo estaba muy embobado por ella, pero no era el único. Sin embargo era el único que lo disimulaba.

Digo, sería tonto confesarle mi amor a Grecia solo para arruinar nuestra amistad. Además era gordo y ella era una total diosa.

Recuerdo vagamente que una vez un chico con anteojos vino a preguntarme sobre los gustos de Grecia, sobre que películas le gustaba, que clase de música escuchaba, que clase de chicos le atraían. Yo solo negué y me fui.

Esa vez me sentí muy utilizado pero más que nada muy celoso.

Así que me alejé de Grecia.

Solo por el simple hecho de cuan doloso podía ser verla con muchos chicos y chicas, siendo el centro de atención de toda la secundaria.

Al principio ella no se dio cuenta, mucha gente la rodeaba y era muy fácil escabullirme. Hasta dejé de ir con ella en las mañanas, y le dije a mamá que vaya a buscarla pero que yo iría con mis amigos.

Lo cual era mentira, pero mamá encantada de escucharme hablar sobre unos supuestos amigos, accedió encantada.

Lastimosamente Grecia sabía bastante bien que yo no tenía amigos, o al menos eso sospechó cuando mi madre se lo dijo.

Así que después de casi una semana ignorandola, ella apareció enojada en la puerta de mi casa.

¿Acaso ya no quieres ser mi amigo? Porque si es así Justin deberías avisarme a mí y no escudarte en tu madre ¿No crees?— Soltó ella a borbotones, algo agitada y con un ceño fruncido.

—Yo... em, yo solo... — Yo estaba en shock, ella nunca me había hablado así y por supuesto no le diría que era por que me gustaba o porque sentía celos de los chicos que hablaban con ella. No supe que decir hasta que los ojos de ella se llenaron de lágrimas.

Grecia yo... — Ella me interrumpió bruscamente.

—No Justin, debiste decirme, algo o darme una señal. ¿Desde cuando tienes amigos? ¿Me estas reemplazando? — Ella miró hacia el cielo, y yo sabía que lo hacía para contener sus lagrimas, un gesto propio de ella, y se me rompió un poco el corazón, yo estaba estático.

Ella perdió la batalla contra sus lágrimas, y bajó la cabeza.

¿Que hice mal? — Se le quebró la voz y yo me sentí un idiota. La abracé fuerte y me disculpe.

No hiciste nada tonta, solo... necesitaba un tiempo a solas. Solo eso. — Respondí apenado.

Ella se secó las lagrimas y se separo, me entró un miedo horrible de perderla y me quise golpear muy fuerte.

Yo pensé... bueno pensé que dije o hice algo malo. Y cuando tu madre dijo que irías a la casa de tus amigos me asusté, pensé que ya no querías juntarte conmigo y todo empeoró cuando ya no te veía en el colegio, tenía miedo de que no quisieras ser mi amigo. — Ella nunca me miró y yo sabía que ella se sentía muy apenada, lo cual la llevaba siempre a frotarse el brazo. 

Nunca podría alejarme de ti tonta, eres mi mejor amiga. — Dije cediendo, pero solo Dios sabía que la quería y mucho.

Ella pareció decepcionada por un segundo y no entendí porqué. Pero volvió a abrazarme y rió.

Solo avísame la proxima vez que necesites espacio tonto, me vas a sacar una úlcera uno de estos días. — Reímos y para compensarlo me invitó a comer pizzas en su casa. Yo no podía hacer nada más que aceptar.

Desde ese día volvimos a ser Grecia y Justin contra todo, me sentí muy mal con todo lo que ocurrió en esa semana sin Grecia y supe que debía tragarme todo lo que sentía. Porque desde luego hubieron, hay y habrán chicos interesados en Grecia, y yo era una forma fácil de llegar a ella.

Por supuesto Grecia tenía amigas, a veces me decía que tendrían noche de chicas y que no me enoje, yo solo reía.

Y todo parecía ir viento en popa. Pero como yo tenía muy mala suerte; enfermé.
 
 
Me diagnosticaron diabetes tipo II, y tuve que hacerme una serie de estudios médicos que me dejaron fuera de la escuela por casi tres semanas.

Grecia estaba bastante preocupada y venía a mi casa todos los días después de la escuela. Yo le decía que no se preocupara, que yo estaba bien, que mi gordura tenía que pasarme la factura en algún momento. Y ella se enojaba. Ella decía que no era lo bastante justo conmigo mismo y bla bla bla, yo era un gordo sin remedio y esas eras palabras de consuelo, como las que se dicen a los familiares cuando una persona se va. Sabes que no va a volver, pero aún así les dices "Todo va a estar mejor".

 
Finalmente pude recuperarme y volver al colegio. Aparentemente había un chico nuevo que se había hecho muy cercano de Grecia en mi ausencia, y ni bien llegamos ella nos presentó.

 

Justin, él es Carter. Carter, él es Justin.— Ella esperó emocionada a que nos saludasemos. Yo solo le pasé la mano, y él me la estrechó a regañadientes.

Cool. Hey Carter... — Ellos empezaron a hablar sobre quién sabe que tema y se dirigieron a la cafetería. Yo solo me quedé en mi casillero tratando de no lucir un perro faldero. Y tratando sobre todo no enojarme.

Carter Di'Martino era absolutamente todo lo contrario a mí.

Él era alto, 1,87 más o menos, yo tenía al menos diez centímetros menos. Era bastante musculoso también, tenía cabello negro azabache y ojos casi grises. Y me alarmé.

Estaba por seguro asustado. Él podía alejarme de Grecia en un santiamén. Me refiero a que, él era en persona, el sueño Americano.
 

Yo ya había perdido.

No obstante el tiempo siguió transcurriendo,  y llegó el cumpleaños dieciséis de Grecia.

 
Ella había florecido como un tulipán, pequeño, colorido y audaz.

Era la persona más buena del mundo, y rompía todo estereotipo de chica popular que pudo haber existido antes.

 
Yo y Carter nos habíamos hecho "amigos" pero había un acuerdo tácito en donde se sabía perfectamente que solo era por Grecia. 

Le hice un regalo, una pulsera, con un dije de tulipán, era de plata con pequeñas incrustaciones rojas. Fue el ahorro de una vida. Pero valía la pena.

Ella lo amó, me abrazo y me dijo gracias al menos un millón de veces y me sentí muy contento.

Hasta que llegó Carter, y le regaló un Iphone con un protector personalizado con una foto de ellos.

Me sentí derrotado. Ella nunca cambiaba esa funda, y sin embargo nunca se ponía mi regalo.

Me enojé y se lo dije.

Es muy hermoso Justin, ¿ y si luego se me pierde? Me hoy a sentir una persona horrible. Por eso no lo saco de casa. — Yo solo asentí, sabía que lo decía por lastima.

Luego como por arte de magia, llego mi cumpleaños. No me hubiese acordado de no ser por lo insistente que Grecia era sobre ese tema.

Todo fue normal, ni siquiera hice una fiesta ni nada. Solo cumplía otro año más.

Hasta Carter me felicitó, lo cual fue raro, pero por mientras manteníamos una relación normal.

Grecia me llevó a la playa en la noche, yo le rogué no ir pero ella insistió muchísimo, así que no tuve otra opción.

 
Grecia tomaba un helado mientras que yo solo compre una coca cola zero.  Ella literalmente me arrastró hasta el faro, y cuando por fin llegamos tuve que sentarme y descansar.

Ella se sentó a mi lado en silencio. 

¿Te gusta alguna chica, Justin? — Yo la miré. Ella estaba mirándome fijamente. Yo negué sin saber que decir.

—Porque a mí me gusta un chico.

Algo en mi se revolvió, y miré al mar sin mirarla a ella, era tonto; no sadomasoquista.

Ella continuó al ver que no respondía.

 
Él... Bueno él me hace reír, me hace sentir bien solo estando a mi lado, me hace sentir especial... Y yo tengo miedo de que él no sienta lo mismo.

 
—No hay persona en el mundo a la que no le gustes, Grecia. — Dije apretando mi botella de más.

Ella suspiró y vaciló, parecía muy nerviosa.
 

¿Te... Yo te gusto Justin? — Me miró. Yo me quedé helado.

Grecia... yo no, ah... — Ella me interrumpió.

Justin tu me gustas. — Se quedó estática por un segundo y yo también.

¿Estás bromeando? — Dije, me iba a enojar mucho si lo hacia para burlarse de mi.

Ella se sonrojó.

No... Justin tu sabes muy bien que soy una chica directa y yo... yo ya no podía soportarlo más, te quiero mucho y me gustas cada día más, yo solo pensé que era como amigos, pero cada vez que no estás conmigo me siento triste, cuando ríes me dan ganas de reír porque te miro y... Me gustas muchísimo Justin. — Suspiró y me miró esperando mi respuesta.

 
Yo solo atiné a reír con ironía.

Me levanté.

Esto no es chistoso Grecia, de verdad. ¿Crees que puedes burlarte así de mí? No tengo amigos, soy un gordo enfermo de los pies a la cabeza ¿y piensas que alguien como tú se va a gustar se mi? Podré ser un perdedor pero no soy tonto.

 
—No es una broma... — Se le aguaron los ojos inmediatamente.

¿En serio, Grecia? ¿Piensas que soy así de tonto? Me lo esperaba de cualquiera menos de ti, no puedo creer que... — Me interrumpió levantándose.

—¡¡No es una broma!! — Me gritó enojada.

 
Si no te gustaba solo tenías que decirlo. — Dijo ya llorando. — Yo pensé que tal vez sentías lo mismo, pero no tuviste que ser tan cruel. — Sollozó.

Feliz cumpleaños. — Me arrojó una cajita y se fue corriendo.

Yo estaba sinceramente confundido, ¿Estaba realmente Grecia Porter, el amor de mi vida, enamorada de mi? ¿De un gordo? 

Tomé la cajita cuidadosamente, y la abrí.

 
Era un bolígrafo grabado y me sentí un estúpido cuando lo leí.

"Feliz cumpleaños tontito. Tuya, Grecia ♡"

El mundo cayó a mis pies.

Fui lo más rápido que pude a la casa de Grecia, y me abrió su padre.

Hola Justin, Feliz cumpleaños.

—Gracias señor, ¿Está Grecia?

 
—Ella llamó, va a tener una pijamada con las chicas. ¿Que no te dijo?

—Ah si, ya recordé, gracias señor, buenas noches.

—De nada, hijo.

La llamé un millón y una veces, le mande miles de mensajes y ella no me respondió.

Yo estaba viviendo mi infierno personal.

Al día siguiente fui a la escuela solo, y la encontré sentada con Carter y las chicas.

Me acerqué sin saber que hacer.

Hola, Grecia.

—Hola. — Dijo sin mirarme.

¿Podríamos hablar?

—Estoy ocupada. —Todas tomaron sus cosas y se levantaron, dejandome solo en medio de la cafetería.

Yo la había cagado, pero sabía algo que podría lograr que me perdone. Así que me escapé de la preparatoria y fui a la floristería más cercana.

No me malinterpreten, todo valía la pena por ella, pero los tulipanes eran jodidamente caros.

Fui a su casa y le conté todo a su mamá, que lloró un poquito, pero accedió a ayudarme en mi plan.

La esperé sentado en su cama, mirando el único tulipán que tenía en mi mano, y cuando por fin llegó, lo supe de antemano.

Sí, mamá, ya lo sé. — Escuché a lo lejos y me puse nervioso.

Ella entró y le puso pestillo a la puerta. Se giró y pegó un salto.

 
Por Dios, no puedes estar ahí sin más. Me vas a matar del susto.

 
Luego se dio cuenta de todo y se puso seria de vuelta.

Me miró pidiéndome respuestas.

Lo siento.

Le dije y le alcancé el tulipán.

Ella me miró.

Estaba cegado por mi realidad, desde pequeño pensé que nadie nunca me querría por mi condición. Y ayer estaba un poco descolocado. Pero la verdad Grecia, es que lo lamento muchísimo. Y que yo en realidad te adoro, como no tienes idea, eres lo único bueno de mi vida, mi única amiga, mi única compañía. Y sé que si no me perdonas, lo tendré bien merecido.
 

Ella soltó su mochila y agarró el tulipán.

Claro que te perdono Justin, creo que en parte fue mi culpa por soltarlo todo de una sola vez sin dejarte procesarlo.

 
Me abrazó y yo la abracé sin ningunas ganas de soltarla.

 
Entonces ¿estamos bien?

—Claro que si tonto.

—Entonces déjame mostrarte algo.

Abrí las puertas del balcón de su habitación. Y allí en el patio trasero donde todo empezó, se leía en tulipanes:

"¿Quisieras ser mi novia?"

Ella miró anonadada y luego me miró a mí.
 

¡Siiiiii! Justin sí, oh por Dios. Me voy a desmayar.

Me abrazó saltando y luego se puso en puntitas.

 
Claro que quiero ser tu novia.

Y me besó, la besé,  y me sentí en las nubes.

 

Y de esa forma, yo Justin Bieber, el gordito empeñado en hacer feliz a la mujer de su vida, me hice novio de Grecia Porter, la más hermosa mujer de toda Atlanta. 

Pero como dije al principio, yo la perdí. 





Me quedé atrapada en el tráfico una hora y media, entonces se me ocurrió este shot al ver pasar a un gordito de lo más hermoso.

 
Si alguna vez ves esto gordito, te amo y mi culo es tuyo AH QUE cjau.

 

Tiene una segunda parte, asi que agréguenla a su biblioteca y esperen, que la segunda parte se viene con sobredosis de drama.

 











Con cariño.

 

S.




























































































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