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Capítulo 82

POV TRISH

Había llamado a Louis y no me lo cogía, por lo que acabé llamando a Harry y me acababa de enterar de que habían vuelto del gimnasio hacía dos horas... pero Louis no había aparecido por casa. ¿Dónde mierdas estaba? Probé a llamarle otra vez pero no hubo suerte. No tenía ni idea de adónde podría haber ido y me preocupaba. Decidí salir a buscarlo aunque eso fuera una tarea prácticamente imposible. No le habría pasado nada, ¿verdad? Todo esto me pintaba muy negro porque Louis no tenía necesidad de ir a ningún sitio y eso me mosqueaba. Tendría que estar ya en casa.

Di una vuelta por los alrededores, por si había decidido ir a dar una vuelta. Fui al parque en el que quedamos el día que acepté ser su novia, pero no había ni rastro de él. Llamé diez veces más, pero todo el tiempo me salía el buzón de voz y eso era lo que más me extrañaba; no decía que el teléfono estuviera apagado sino que, directamente, estaba pasando de responder a la llamada... o vete tú a saber qué.

Seguí andando, sin darme cuenta a dónde iba. Me estaba alejando del centro de la ciudad y, por estas calles, no había mucha gente, lo cual no me gustaba un pelo. Iba por una callejuela pequeña y estrecha que tenía salida a una especie de avenida, deshabitada totalmente. Aquel barrio parecía un pueblo fantasma. Me habría cruzado con dos o tres personas en media hora que llevaba por allí. A lo lejos, vi a una persona sentada al lado de unos contenedores de basura con las manos en la cara. Olían extremadamente mal. ¿Qué haría ese pobre ahí sentado? Al pasar de largo le escuché toser y aminoré la marcha. Me giré despacio y con el corazón en un puño.

-¿Louis?

El chico no se movió, ni se inmutó, pero conocía a Louis lo suficiente como para saber cómo tosía. Eché un vistazo a su vestimenta y no me quedó menor duda de que se trataba de él.

-Louis- volví a decir, un poco más alto, y él alzó con pesadez la cabeza.

La oscuridad de la noche y las pocas farolas de las que la calle estaba dotada me hicieron difícil que le reconociera a simple vista, pero ahora que le veía la cara sabía que no estaba bien.

-¿Qué estás haciendo aquí?

Me puse de cuclillas, a su altura, y le acaricié el rostro con una mano. Le aparté el flequillo de la frente y pude apreciar de cerca sus ojos, completamente hinchados e irritados, de una fuerte tonalidad roja.

-¿Has estado fumando?- el olor a basura impedía que mi nariz percibiera otro olor pero su rostro pálido, sin vida, inexpresivo, me lo confirmaba todo.-¿Por qué lo has hecho?- me levanté y vi que él intentaba hacer lo mismo pero apenas se mantenía en pie. Daba lástima verle. Estaba decepcionada.

-Trish... yo...- le costaba hablar y tenía la voz ronca.

-¿Tú qué, Louis?- espeté. Él agachó la cabeza-. Lo sabía.

Empecé a andar. Quería dejarle ahí tirado porque no se merecía que le llevara a casa pero no podía dejarle aquí solo en este estado.

-¿Vas a venir o te vas a quedar aquí?- exclamé.

El me miró y después de un rato, comenzó a andar detrás de mí. Así pasamos todo el camino. Yo dirigiendo la marcha y él siguiéndome como un perrito faldero por detrás, sin hablar. Estaba enfadada pero más que eso, disgustada. Él siempre se había excusado con que se drogaba cuando se sentía mal pero es que ahora no tenía ninguna excusa, no tenía ningún maldito problema, no se sentí mal, y se había puesto hasta las trancas de a saber qué sustancia.

Llegamos a casa y tiré las llaves sobre el mueble de la entrada. Eran más de las diez y no había comido desde el medio día, pero se me había quitado todo el hambre.

-¿Vas a seguir así toda la noche?- masculló. Era la primera vez que me hablaba desde que le había encontrado. Su tono era frío y borde, como si estuviera cabreado.

-Así ¿cómo?- fruncí el ceño, sin entender.

-Sin hablar.

-¿Qué quieres que diga?- le respondí de la misma forma. Me molestaba aún más que se estuviera haciendo el ofendido. No tenía ningún derecho.

-Mira... paso- me dejó con la palabra en la boca, en medio del pasillo, y subió las escaleras.

-¿Que pasas de qué?- mis palabras le hicieron frenar. Cuando se giró pude ver en sus ojos la misma oscuridad que tenían cuando le conocí, apagados, llenos de rabia, de odio contra el mundo... de odio hacia mí.

-De ti, Trish. Paso de ti- me dirigió esas palabras y volvió a subir las escaleras, ignorándome.

-Muy maduro por tu parte, Louis. Huyendo siempre de los problemas- eso último pareció cabrearle aún más porque bajo las escaleras apresurado y se colocó a mi altura.

-No pretendo que estés orgullosa, a ver si te enteras de una puta vez- podía notarle el mareo aún presente en su cuerpo por cómo arrastraba las palabras al hablar.

-Ni yo que hagas algo para que lo esté. Lo que no tolero es que te drogues porque, joder, Louis, ¡eres un adicto!

-¡No soy ningún adicto!- me gritó en la cara y ahora sí, pude sentir el olor de la marihuana mezclado con otra sustancias que no supe identificar en mis fosas nasales. Esa frase le había puesto, nervioso, histérico.

-¡Sí que lo eres!- me dolió más a mí decirlo que a él escucharlo, pero era la pura verdad. Se había convertido en un adicto, no podía controlarlo, ya no-. ¿Por qué coño te has drogado hoy?- sentí las lágrimas a punto de salir al ver al hombre que más quería en este mundo en este estado tan lamentable.

-¡Por que me salía de los cojones!

-Una respuesta muy adecuada...

-¡Es una respuesta genial!- no paraba de gritarme. Me crucé de brazos y le planté cara.

-Tienes un problema con las drogas y no eres capaz de admitirlo.

-¡No tengo ningún puto problema! ¡La que tiene el problema aquí eres tú, que te piensas que soy una especie de príncipe azul! ¡Y te vas a joder porque no lo soy, ni pienso serlo! ¡No pienso ser una buena persona porque a las buenas personas les tratan como a tontos ingenuos, sin valor! ¡Las buenas personas no valen nada! ¡No valen una puta mierda!

-¿Así es cómo me ves tú?- me mordí el labio hasta el punto que me hizo daño.

-¡Sí! ¡Eres como el resto!

-No sabes lo que dices- negué con la cabeza, incapaz de creer todo lo que estaba diciendo. Nunca le había visto así-. Las drogas te transforman.

-¡Las drogas no me hacen nada! ¡Siempre he sido así pero tú, como una más de esas personas buenas gilipollas, eres una tonta ingenua que no quiere verlo!

-¿Crees que soy tonta?- cada palabra dolía más que la anterior, eran como latigazos en la espalda que te hacían sangrar, te machacaban y, contra más tuvieras, menos fuerzas para aguantar tenías.

-¡Eres una jodida subnormal, Trish Parker! ¡Subnormal!

-¿Sabes qué? Estoy harta de este tema- murmuré, a punto de que las lágrimas comenzaran a correr por mis mejillas por la forma en que me estaba tratando-. Te conviertes en algo horrible cuando esas sustancias de mierda toman el control de tu cuerpo- la mirada que me lanzó después, fue la más fría y rencorosa que me había lanzado en toda mi vida.

-Si no te gusta como soy te puedes largar. No tengo por qué aguantarte.

Sus palabras, llenas de veneno, atravesaron mi piel y todos mis sentidos, por muy heridos que estuvieran, reaccionaron de la misma forma, recogiendo todo el odio que él me había lanzado y convirtiéndolo en mío propio. Se había pasado mucho, me había dejado en la mierda, pero mi cuerpo no lo consentía.

-No me voy a ir de mi propia casa.

Mi mirada se volvió fría, como la suya, y pude contemplar su rostro arder de rabia.

-Pues entonces me voy yo.

Se movió rápidamente hacia la puerta y se fue, dando un fuerte portazo. Pronto se escuchó el sonido de la moto arrancando y perdiéndose en el silencio de la noche.

Mis rodillas desfallecieron y caí al suelo, haciéndome un daño atroz pero incomparable al dolor que me habían causado sus palabras y sus actos. Lágrimas de impotencia cayeron por mi rostro. Después de encontrarle hoy entendí que Louis no sabía controlar sus impulsos y las drogas le convertían en un arma letal, capaz de destruir cualquier rastro de luz. Él lo era todo para mí y me había dejado reducida a la nada. Había conseguido hacerme sentir un vacío en mi interior, lo había arrancado todo de golpe. Podía llegar a matar por esas puñeteras sustancias pero a sus seres queridos era capaz de humillarlos, los aniquilaba, en cuanto le quitaban sus juguetitos o se metían con ellos.

Estaba más colocado que nunca, y lo sabía, le había visto muchas veces. Se iba a matar conduciendo en ese estado, pero mi cuerpo no reaccionaba, mis entrañas se estaban desgarrando, las heridas de sus palabras profundizaban en mi ser y era incapaz de hacer nada al respecto porque estaba dolida, herida, humillada, decepcionada y cabreada. Sentía que mi cabeza iba a explotar. No podía hacer nada, las lágrimas no cesaban y mi interior estaba destrozado por su veneno.

*

-¿Por qué Louis me acaba de llamar diciendo que ha vuelto a Oxford y que mañana no va a quedar conmigo?- Harry estaba histérico al otro lado del teléfono.

¿Había vuelto a Oxford? ¿Cómo? ¿Se había ido... sin más? No podía creerlo. Cogí una servilleta del rollo de la cocina y me limpié la nariz.

-¿Qué te pasa?- me lo notó.

-Que... Louis se ha ido.

-Eso ya lo sé- contestó con gracia. No lo entendía.

-No, Harry... se había colocado, hemos discutido y... se ha ido.

-¿Qué?- su voz se volvió seria-. ¿Cuándo ha pasado eso? Si, prácticamente, me acaba de dejar en casa.

-No lo sé... no sé lo que ha pasado. Me lo he encontrado en medio de la calle, al lado de un contenedor... irreconocible... ¿puedes venir?- mi voz tembló y temí volver a llorar.

-En un minuto estoy allí.

Y, como prometió, en escasos segundos, sonó el timbre. Abrí la puerta y Harry me señaló unas llaves de un coche.

-Vámonos a Oxford.

-¿Qué dices?- estaba con el albornoz puesto por el frío que hacía y me había pasado dos horas llorando en una esquina de la cocina. No sentía los ojos y tenía la nariz tan irritada que sentía que se me caería a cachos en cualquier momento.

-Venga, ¡sal! ¡Nos vamos ya!- me agarró de la manga y tiró de mí hacia fuera. Llevaba puesto el pantalón del pijama, al igual que yo.

-¿Estás loco? ¿Para qué vamos a ir a Oxford?- me solté de su agarre.

-No me fio de él, de lo que pueda hacer estando solo, colocado y después de una discusión contigo.

-No sabes las cosas que me ha dicho, Harry...- me alejé de él-. No tengo fuerzas para ir y enfrentarle-. Me sentía demasiado humillada, y más para ir a buscarle. Siempre me dejaba pisotear mi orgullo por él. Era él el que se había ido esta vez y por su propia voluntad.

-Es Louis...- me hizo entrar en razón.

-¡Y yo soy Trish, joder! La gilipollas que siempre perdona, la imbécil que permite toda clase de cosas y luego todo le estalla en la cara. ¡Estoy harta!

-También eres la chica que está enamorada hasta las trancas de ese imbécil.

-¿Y él?

-Él igual y lo sabes, joder. Enamorado no describe la totalidad de sus sentimientos hacia ti.

-Ya... pero tal vez amar no es suficiente. El respeto es... importante y...

-Trish, ¡métete en el puto coche ya!- me cortó-. No sabes lo que estás diciendo.

-¡Tú no estabas aquí para ver cómo me humillaba, cómo se reía en mi cara de lo tonta que era! ¡Louis! De todas las personas en el mundo que me podían poner a parir ha sido Louis... la única que pensé que me defendería siempre.

-Sabes que todo esto fue culpa de las drogas, no era él quién hablaba.

-¡Exactamente, Harry! ¿Cómo voy a esperar que una persona me tenga respeto si no se lo tiene ni a sí mismo? Tiene una maldita adicción y no lo reconoce.

-Vale, pero entra en el coche y podremos hablarlo durante el camino. Por favor.

Nos miré a los dos, la ropa que llevábamos, las pintas qué teníamos. A continuación me fijé en su preocupación, clara en su rostro. Decidí no pensarlo, caminé hacia el coche y me metí dentro. Harry me imitó, situándose en el asiento del conductor.

-Que sepas que esto lo estoy haciendo porque me lo has pedido tú, no por él- remarqué, cruzándome de brazos.

Puso el motor en marcha y, a la una de la mañana, nos dispusimos a ir a Oxford. No nos dirigimos la palabra durante una buena parte del viaje. La música de la radio rellenaba el silencio incómodo que habíamos creado en el vehículo, pero la verdad era que tenía pocas ganas de conversación. Es más, aún me estaba preguntando por qué estaba yendo yo hacia allí. Podría haber ido Harry solo. Lo de Louis me había dolido pero más que montara este espectáculo el mismo día que nos habíamos hecho nuestro primer tatuaje juntos. Por un momento deseé que no fuera el último... por un momento pensé que las cosas saldrían bien... por un momento...

Me quedé dormida después de una hora de trayecto, en una posición que hizo que mi cuello viera las estrellas. Al despertarme me fijé en Harry.

-¿Qué haces?- le pillé con el móvil entre las manos mientras conducía.

-Estoy intentando llamar a Kylie para que localice a Louis, pero no me lo coge.

¿Kylie? ¿No había más personas en la faz de la tierra que teníamos que llamar a alguien en quién no confiaba? Al parecer no. Probó un par de veces más, ya que no me dejaba que la llamara yo, hasta que a la cuarta, creo, lo cogió.

-Joder...- masculló al colgar.

-¿Qué ha dicho?

-Que está en la puerta de un pub, de fiesta, o sea que no tiene ni idea de dónde está Louis.

-Perfecto...- musité con ironía. Se suponía que era amiga suya, ¿dónde estaba cuando se la necesitaba?

-Le he dicho que vaya para el apartamento, pero igualmente, creo que nosotros vamos a llegar antes.

No me fiaba de Kylie pero no me quedaba más remedio que confiar en ella y en que encontrara a Louis y le hiciera parar lo que fuera que estuviera haciendo, en el caso de que estuviera haciendo algo peligroso.

Los minutos en el coche se me hicieron eternos, y eso que ni siquiera quería llegar.

-Bajas del coche, ves lo que está haciendo Louis, le paras, le calmas, y nos marchamos.

-Ni de coña, Trish, tú vienes conmigo, no me jodas- le pegó un leve golpe al volante.

-No entiendo por qué no puedo esperarte en el coche- me crucé de brazos.

-Porque ahora Louis te necesita.

Pues hacía un par de horas no parecía hacerlo...

-Tú no lo entiendes, Trish, porque no le conocías antes- negó con la cabeza-. Estás escribiendo la historia de su vida. No dejes de escribirla por una pelea. Haz de ella un capítulo oscuro y turbio, pero no dejes el libro a medias, sigue escribiendo la historia.

Entendía la preocupación de Harry por su amigo y a la vez no. Era la primera vez que me cuestionaba por qué seguía siendo amigo de Louis con todo lo que había sufrido por su culpa. ¿Por qué lo hacía? ¿Cómo podía hacerlo?

La razón por la que no quería bajar del coche era porque no quería ver sus ojos irritados y rojos, ni su piel más pálida de lo normal, ni el hueco que se había formado en sus mejillas, resaltando demasiado sus pómulos... no era una imagen bonita de él, aunque él siempre fuera bonito.

Llegamos a su calle y Harry dejó el coche aparcado en doble fila. Total, eran las tres y media de la mañana, nadie iba a coger el coche a esas horas de la noche. El estómago me daba vueltas, el corazón me latía a mil. Sí, estaba nerviosa porque, en el fondo y aunque no lo reconociera, sabía perfectamente que Harry tenía razón y Louis no era coherente cuando estaba colocado. Subimos por las escaleras, incapaces de controlar nuestra ansia de llegar al apartamento.

Al subir los últimos peldaños me chocó ver la puerta abierta. No estaba abierta de par en par, si no entornada, y eso me dio mala espina. Harry me miró con el ceño fruncido y empujó la puerta con suavidad. Se escuchaban ruidos y a una chica hablando.

-Es Kylie- susurró Harry y, por un momento, mis hombros se destensaron.

Nos metimos en el interior del piso y seguimos la luz. Provenía del dormitorio. La puerta estaba entreabierta. Me adelanté a Harry para que Louis me viera entrar, viera lo que era capaz de hacer por él aún estando cabreada, y largarme de allí porque, sinceramente, solo quería dormir.

¿Conocéis esa sensación de ahogamiento? Como si alguien te estuviera apretando la garganta. ¿Esa sensación con la que sientes que te derrumbas al caminar, que la tensión del momento es tan grande que tu cuerpo desfallece? ¿Con la que sientes todo a tu alrededor volverse negro hasta acabar inmersa en una total oscuridad? ¿Con la que sientes que pierdes la cabeza, te entregas al delirio? ¿Con la que sientes que tu mundo deja de ser tuyo?

Abrí la puerta de la habitación. Harry se había equivocado, Kylie no estaba por ningún sitio. La escena que vi ante mis ojos no se me olvidaría en la vida porque fue la que me convirtió en la persona fría que era hoy, fue la daga que desgarró mi alma y rompió mi corazón en dos cachos, pudriéndose ambos a la vez. Louis estaba enredado en las sábanas de la cama con una rubia mientras ella gritaba de placer.

La línea del ritmo cardíaco de nuestros corazones, que había tatuada en nuestras muñecas, se había parado para siempre.

Hora de la muerte, 3:42 am



{este NO es el último capítulo}
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No sé muy bien cómo empezar esta nota porque bueno, espero que no me odiéis por ese final del cap :/
Os venía a recomendar una historia que bueno, personalmente, es una de mis favoritas. Es una historia que me llegó al alma, me hizo llorar lo que nunca he llorado, te mueres de amor y dulzura al leerla, te metes en la trama, sientes el dolor y la alegría de los personajes, y está tan tan tan bien escrita que se merece un premio, de verdad. Me da lástima que tenga tan pocas lecturas porque es una historia que merece tanto la pena que se merece más, se merece llegar al millón. Se llama Irrelevant y está escrita por mi mejor amiga, que bueno, más que amiga es mi soulmate. Su user de wattpad es @MeriOopsHi y espero que la busquéis y le deis una oportunidad porque, os aseguro que no os vais a arrepentir. Si os la empezáis a leer ponedme un comentario aquí abajo y decidme qué os parece :)
Os adoro a todos y mil gracias por leer !!

twitter: @PatriFlyingHigh
instagram: @fast.fanfic

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