Capítulo 77
POV LOUIS
En cuanto sentí que me besaba, un escalofrío recorrió mi cuerpo, de arriba a abajo, que me hizo apreciar que esos labios eran tiernos y dulces, incluso un poco agresivos, pero no eran los labios que siempre había besado, no eran los labios de mi Trish.
Cogí a Kylie de las muñecas y la separé de mí con fuerza. Estaba bastante decidida y lanzada y me costó apartarla de mi cara.
-¡Kylie!- grité enfurecido, haciéndola reaccionar.
Estaba borracha como una cuba y no sabía lo que hacía, no me hubiera besado nunca si estuviera sobria. Ella sabía que yo estaba con Trish y no era tan gilipollas como para intentar una cosa tan imposible y con tan pocas posibilidades de que saliera bien. Bueno, siendo honestos, con el cero por ciento de posibilidades. Me miraba con el ceño fruncido, sin entender por qué la había parado.
-¡Esto está mal!- grité con cara de pocos amigos.
Di gracias de que Trish estuviera en el baño y no rondando por los alrededores. Kylie dejó de oponer resistencia y noté cómo sus ojos se aguaban, dando paso a las lágrimas.
-Joder, no...- maldije.
¿Qué coño debía de hacer ahora que se ponía a llorar? Solo sabía consolar a una persona en el mundo y era a Trish... y tampoco es que fuera un maestro en ello. La mayoría de las veces sabía que dejaba de llorar porque ella misma se lo proponía, no porque yo hiciera nada especial, pero me gustaba saber que le era útil en algo. Pasé mis brazos alrededor de sus hombros y la atraje hacia mí, sintiendo cómo su cuerpo recibía fuertes sacudidas por la fuerza del llanto. La dejé llorar en mi hombro.
No conocía mucho de la vida de Kylie, si me paraba a pensarlo. Podía considerarla mi amiga porque pasábamos mucho tiempo juntos. Joder, era la única persona que conocía en esta maldita ciudad, pero no sabía qué podría haberle pasado para que se hubiera puesto tan sensible de repente. Supuse que la gran cantidad de alcohol que tenía en la sangre era uno de los responsables, pero era la primera vez que la veía llorar así desde que la conocía. La solté conforme se fue relajando.
-¿Mejor?- le pregunté, aún incómodo porque hubiera intentado besarme, y ella asintió.
Sabía que estaba borracha pero estaba cabreado porque ella era consciente de que tenía novia y sabía lo jodida que era nuestra relación, se lo había contado, sabía que pendíamos de un hilo y que era muy fácil romperlo, y aún así había decidido lanzarse a por mí en vez de ir a por otro.
No sabía qué hacer en esos momentos pero no quería estar cerca de ella y soltar toda la furia que tenía dentro aquí. Pensar en lo jodido que se hubiera puesto todo si Trish nos hubiera visto me dio ganas de pegarle un puñetazo a la pared y... tenía que relajarme, salir de allí. La miré por última vez y me fui, dejándola sola con todo el maquillaje de los ojos cayéndole por las mejillas. No me dio nada de lástima y me pregunté si de verdad podía ser tan cruel. Al parecer sí.
POV TRISH
Llegar al baño fue un alivio. Me sentía realizada por haberlo encontrado después de haber estado horas buscándolo. Sin embargo, al abrirlo, todos mis sentimientos de júbilo se fueron a la mierda. El suelo estaba lleno de vómito. Sentí el olor colarse por mis fosas nasales y mandar descargas a mi cerebro en forma de arcadas. Apoyé una mano en el marco de la puerta, sintiéndome mareada, y me fui de allí.
Necesitaba otro baño, si es que había. Las arcadas se repetían, una y otra vez. Quería vomitar. Todo el alcohol que había estado consumiendo durante toda la noche me había pasado factura y ahora iba a salir de la forma más violenta posible.
Sabía que no había tiempo para encontrar otro baño, por lo que corrí hacia la puerta principal, chocándome con adolescentes sudorosos que iban dando tumbos, intentando mantenerse en pie y no hacer el ridículo de sus vidas dándose la hostia del año. Salí a la calle y vomité en la primera línea de matorrales que mi vista fue capaz de alcanzar. Mis rodillas comenzarona desfallecer, perdían fuerza por segundos mientras todo el alcohol y la comida de la cena salían de mi boca sin control, como si fuera una cascada. Estaba mareada, mis piernas no aguantaron más y se doblaron, haciéndome caer, pero unos brazos me agarraron impidiendo que me comiera el suelo. Me reestablecí, apoyándome en el cuerpo que me sujetaba por detrás, y seguí vomitando, con los ojos acuosos. Pasó la mano por mi frente, retirándome el pelo de la cara y agarrándomelo por detrás.
-Espero que acabes pronto porque si no voy a vomitar yo también- noté la voz de Louis en mi oído.
A los segundos mi estómago parecía haber tenido suficiente. La garganta me ardía por los fluídos que acababan de pasar por ella. Nunca había vomitado de esta forma tan brutal en medio de una fiesta. En todo caso, lo había hecho el día de después por la resaca, pero no así.
Louis me dio la mano y cogió mi bolso, de donde me sacó un clínex. Me limpié la boca y escupí dentro, librándome de los restos y del mal sabor que sentía dentro. Alcé la cabeza. Sus ojos eran el único sitio donde me sentía como en casa, daba igual dónde estuviera, me hacían sentir bien.
-Estoy horrible, ¿a que sí?- él hizo una mueca.
-Bastante- solté un suspiro.
Esperaba que todo esto tuviera su recompensa y la noche de borrachera me sirviera para no acordarme de nada de lo que había pasado hoy. No quería recordar los problemas de mi madre, ni el beso con William, ni las ganas que tenía Kylie de robarme a mi novio. No quería acordarme de nada.
-Será mejor que nos vayamos todos a casa- comentó.
¿Todos? ¿Qué todos? Se giró y yo con él, porque estaba enganchada a su cuerpo, y vi a Kylie en el marco de la puerta principal, con los brazos cruzados y la mirada perdida en un punto a lo lejos. Estaba mareada, cansada y sin ganas de nada, pero de mi garganta se escapó una carcajada que se ahogó con el griterío de la fiesta. Sabía que yo tampoco parecía una princesa en aquellos momentos pero las pintas de Kylie me provocaron la risa desde lo más profundo de mi ser. Escuché un murmullo y vi a Louis intentando aguantarse la risa también. Me apretó la mano con fuerza para que parara de reír. Aunque él también lo hacía yo estaba siendo más descarada, y la verdad era que poco me importaba.
Louis le hizo un gesto con la mano para que se acercara. En ese momento volvíamos a ser personas presentables.
-Ya que ninguna de vosotras puede articular más de dos frases con coherencia y yo soy el que va más sobrio, tendré que conducir. Kylie, dame las llaves.
Habíamos venido en el coche de Kylie, ya que era ella la que sabía dónde se encontraba la casa y yo no estaba dipuesta a traer mi coche a una fiesta de una fraternidad, para que le hicieran a saber qué. Kylie rebuscó en su bolso hasta que sonó el pequeño tintineo del metal chocando entre sí. Le ofreció las llaves a Louis y nos dispusimos a andar.
-Salgamos de aquí- anunció él, cogiéndome de la mano y procurando que Kylie caminara a nuestro lado.
Había una buena caminata hasta el lugar dónde habíamos aparcado el coche porque Kylie, por muy tonta que pareciera, no lo era, y no quería que se lo arañaran o le rompieran los cristales. Cuando estábamos a punto de llegar, nos quedamos totalmente cegados por unas luces que aparecieron de la nada. No estaba en mi mejor estado para identificarlas pero parecían... ¿Flashes?
-¡Trish! ¡Trish! ¡Trish!- empecé a escuchar mi nombre una y otra vez, y mis piernas se bloquearon sin saber hacia dónde andar.
-¿Es verdad que Lillian va ser expulsada de la empresa porque está en la ruina?
-¡Trish, aquí!- sentí cómo me ponían micrófonos de todo tipo delante de la boca.
-¿Es cierto que Lillian y, el también empresario, Matt Henderson tienen planes de boda?
-¡Te hemos visto vomitar! ¿Crees que te has pasado bebiendo esta noche?- sentí los flashes de las cámaras en la cara.
-¿Cómo llevas que tu madre viva lejos de ti, Trish?
Las preguntas retumbaban en mi cabeza, sentía que iba a explotar por momentos.
-¡Trish! ¡Solo una declaración!
-¡Ya basta!- una voz grave y profunda se hizo escuchar por encima de todo el jaleo. La de Louis-. Como volváis a ponerle una mano encima desearéis no haber nacido. No os vuelvo a avisar- les advirtió y temí por la seguridad de todos esos periodistas que no conocían el carácter de Louis.
-¡Trish! ¿Es tu novio? ¿Louis Tomlinson?
-¿Cuánto tiempo lleváis saliendo?
-¿Estáis felices juntos?
-¿Soléis desmadraros mucho en las fiestas? ¿Tanto como hoy?
-¿No crees que beber tanto es malo?
Antes de que fuera consciente todo lo que me estaban gritando, habíamos llegado al coche. Louis me ayudó a meterme dentro y cerró la puerta furioso. Los periodistas aún seguían lanzándome preguntas a través del cristal, pero me oculté con una mano, para no salir más en la fotos. Este había sido el ridículo más espantoso de toda mi vida. Pronto Louis se unió a mí, en el asiento del conductor y arrancó, sin esperar más. Cerré los ojos hasta que estuvimos lejos de allí.
Al abrirlos me sentí vulnerable. Más que nunca. ¿Qué acababa de pasar? Unos periodistas me habían acosado. Mi madre siempre había sido medianamente famosa y alguna vez salía en alguna que otra revista pero... ¿Yo? A mí siempre me habían mantenido al margen. Nunca nadie se había acercado a mí y mucho menos de esta forma tan descarada. Yo no era relevante pero, al parecer, algo había cambiado si habían venido en mi busca a sacar información.
Lo peor de todo no era el hecho de que ahora era probable que fuera su pequeño mono de feria, si no que me habían pillado en la peor situación del mundo. ¿Qué dirían de mí después del espectáculo que les acababa de ofrecer? Les había dado de qué hablar para rato. Me habían visto vomitar, borracha, con Louis...
-... sabían tu nombre- musité, cayendo en la cuenta.
-¿Qué?- escuché una voz por detrás y me di cuenta de que Kylie estaba en los asientos traseros. Me había olvidado completamente de ella.
-Louis... sabían tu nombre- volví a decir esta vez más alto, preocupada-. ¿Cómo saben cómo te llamas?
-Es la prensa, cariño. Lo saben todo- me contestó su amiga desde atrás. Louis me echó una mirada que no supe cómo interpretar. Estaba cabreado por lo que acababa de pasar y por cómo había pasado. Y sabía que, al igual que yo, se sentía expuesto.
Íbamos a salir en alguna revista, eso estaba claro. No iban a dejar pasar una oportunidad así, y me sentía la peor persona del mundo por haber involucrado a Louis en esto. Sabía cómo era; no le gustaba la gente, no le gustaba relacionarse con personas, sentía asco por el mundo, de todo lo manipulado por el ser humano, y la prensa era el súmmum de las manipulaciones.
Lloré en silencio. No quería tener una vida pública. La famosa era mi madre, no yo. Iba a ser psicóloga y no necesitaba publicidad, ni buena ni mala. Pero, lo que más miedo me daba no era lo que dijeran de mí, yo podía soportar las críticas,sabía cómo era y un par de artículos no me iban a hacer cambiar de parecer... lo que me preocupaba era lo que dijeran de Louis.
Llegamos al apartamento. Ni siquiera sabía cómo Louis había sido capaz de conducir hasta aquí sin estar sobrio del todo. Aún así lo había conseguido. Nadie dijo nada. Kylie se metió en su piso sin despedirse y nosotros en el nuestro. Me quité el abrigo y lo dejé apoyado sobre el sillón. Me senté a un lado. Louis se quedó de pie, en la entrada, mirando la pequeña mesa con atención.
-¿Estás bien?- le pregunté. Mi voz se rompió al hablar pero me dio igual. No iba a pretender que estaba bien cuando me sentía como una mierda, humillada y utilizada. Él no respondió. Se había quedado plantado en el suelo, sin reaccionar.
-No puedo creer lo que ha pasado- murmuró y pude notar el cabreo en su voz-. No quiero que digan ni una sola palabra mala de ti, porque como lo hagan...
-Lo van a hacer- murmuré pasiva. No iba a comerme la cabeza con eso, era imposible parar lo que se nos venía encima, solo podía aceptarlo.
-¡No!- gritó, enfurecido y se marchó de mala leche a la habitación, donde se encerró, dando un fuerte portazo.
Me quedé sola en el salón, con mis pensamientos. No se escuchaba nada. Eran las cuatro de la mañana, tampoco es que la gente estuviera despierta como para hacer ruido, pero no oía ningún sonido proveniente de la habitación de Louis. Pensé que lo mejor sería dejarle solo, por lo que fui al baño a quitarme todo el maquillaje que me desfiguraba la cara y a lavarme los dientes un par de veces, hasta que se me quitara el asqueroso sabor a vómito. Al acabar, me di otra ducha. Esta vez sí que me lavé el pelo, esperando que el agua fría cayera por mi cabeza y me quitara el mareo que aún sentía. Salí del cuarto con el pelo mojado, pero lo suficientemente seco como para que no goteara, y me adentré en la habitación.
Me sorprendí al ver que estaba totalmente a oscuras, ni una sola luz alumbraba el entorno. Caminé a tientas hasta llegar a lo que suponía que era la cama. Palpé con las manos el edredón y fui recorriendo su contorno hasta uno de sus laterales. Esperaba que Louis estuviera tumbado encima porque si no estaría haciendo el tonto de una manera muy patética. Pasé la mano por encima del edredón, intentando encontrar su cuerpo pero estaba vacío. ¿Dónde se había metido? De repente, sus manos me cogieron de una de las muñecas, haciendo que el corazón casi se me saliera del pecho, y tiró con fuerza de mí, haciéndome llegar hasta él. Estaba colocado en el lado opuesto de la cama, por eso no le había encontrado. Pronto me encontré subida encima de su cuerpo.
-¿Qué haces?- susurró de una forma tan gélida y sensual que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera con tan solo esas palabras.
-Buscarte- respondí nerviosa. Seguía borracha y no sabía de qué humor estaba él.
-Pues ya me has encontrado. ¿Ahora qué piensas hacer?- musitó, su aliento con olor a fresa chocando contra mi cuello.
Su voz ronca era lo más sexy que había escuchado en mi vida. Metí la mano por debajo de su camiseta, tocándole los abdominales y soltó un gemido. Me equivocaba... ése era el sonido más sexy que había escuchado en mi vida. Como siguiera así, era capaz de arrancarle la ropa sin preocuparme de si la rompía o no y, quise controlarme porque yo nunca me comportaba así.
-Dime... ¿qué piensas hacer?- volvió a preguntar y yo me mordí el labio, intentando reprimir mis propios gemidos, gruñidos, aullidos, graznidos... no sabía ni lo que era capaz de hacer con este hombre debajo de mí. Sus manos dejaron de tocarme y noté que se las puso detrás de la cabeza, facilitándome el acceso a cualquier parte de su cuerpo. Sentí algo duro tocarme el estómago y me mordí el puño de la emoción. Parecía retrasada y casi solté una carcajada, porque cuando estaba nerviosa solía entrarme la risa floja. Pero de verad que él no era consciente del suplicio que me estaba haciendo pasar. Me volvía loca, completamente, en todos los sentidos, amoroso, carnal, pasional... volvía locos a mis sentidos, quedaban anulados, y mi cuerpo entero quedaba dirigido por mis instintos, los cuales solo tenían una única cosa en mente. Me estiré hasta su oído y le susurré, de la misma forma que él me había hecho a mí.
-Hacerte gritar.
POV LOUIS
Sentí como poco a poco me iba despertando, pero me costaba mucho abrir los ojos. Anoche bajé las persianas pero, aún así, algunos rayos de sol se colaban dentro de la habitación. Querría meter la cabeza dentro del edredón pero me ahogaría si lo hiciera. Sentí un gran mareo, peor que el de ayer, y en ese momento supe que la resaca de hoy iba a ser legendaria, más que nada porque Trish estaría mucho peor que yo y no tendría a nadie que cuidara de mí esta vez. Abrí los ojos, definitivamente, y lo primero que hice fue buscarla. Era raro no encontrarla durmiendo abrazada a mí, después de habernos acostado. Estaba al otro lado de la cama, desnuda, con toda la espalda al aire, boca abajo y dormida como un tronco. Me reí internamente de su postura porque ella era la primera que decía que se le hacía imposible dormir boca abajo y ahora mismo lo estaba haciendo. Aunque, si lo pensaba bien, era normal que durmiera así porque tenía que estar agotada, después de lo de anoche. Tras mis 23 años de vida, podía asegurar que la noche de ayer había sido la más fogosa, pasional y excitante que había tenido el placer de vivir. ¡Había sido jodidamente increíble! Me había levantado hasta empalmado.
La dejé durmiendo en la cama porque, cuanto más durmiera y más tarde se despertara, mejor, y me fui al baño a ducharme. Al salir la encontré sentada en el sofá, envuelta en mantas.
-Hace frío- murmuró, temblando levemente.
-Eso te pasa por dormir desnuda- me echó una mirada aniquiladora mientras sus mejillas se coloreaban.
-¿Podemos no hablar de lo de anoche? Gracias- se escondió bajo las mantas.
-¿Por qué no?- me reí-. ¡Si fue flipante! ¡Cómo te movías! ¡Hasta me la chupas...!
-¡Para!- gritó, tapándose los oídos con fuerza y decidí dejar mi tortura.
Sabía que anoche se había comportado así porque estaba borracha perdida y no sabía lo que hacía, por eso ahora se moría de vergüenza al pensar en ello. Tendría que emborracharla más a menudo.
Fui a la cocina a hacer algo para desayunar cuando llamaron insistentemente a la puerta. Tenía una ligera idea de quién podía ser. Al abrirla, Kylie se me echó encima.
-¡Primera plana! ¡Primera! ¡Ahí! ¡En toda la puta portada!- le quité el periódico de las manos.
"¿Hija rebelde y consentida de Lillian Parker borracha y vomitando en una fiesta con su novio?"
Seguir leyendo en Página 35.
Sentí una mala hostia incontrolable de repente. Sentí las ganas de liarme a hostias con todos y cada uno de los gilipollas que habían venido anoche a por Trish. ¿Rebelde y consentida? ¡Trish no era ni una pizca de esas dos cosas! Era verdad que yo también llegué a pensar que era una pija consentida cuando la conocí pero, a lo largo de nuestra relación, me había demostrados infinitas veces que no era cierto. Y lo asqueroso de la prensa era que en cuanto te ponían un título, un apodo, un mote... te quedabas para siempre con él. Y no estaba dispuesto a que Trish fuera la borracha rebelde y consentida.
-¿Rebelde y consentida?- escuché a Trish leer en voz alta. Se había levantado y ahora estaba a mi lado leyendo el titular.
-¡Eso no es lo peor!- gritó Kylie, histérica-. ¿Por qué tengo que salir en la foto? ¿Por qué me tienen que meter en este marrón? ¡Ni siquiera soy amiga tuya!- exclamó con repugnancia. Entendía su cabreo porque a mí tampoco me hacía ninguna gracia salir en la portada, y menos con las pintas que llevábamos los tres ayer, que peor no podíamos ir. Joder.
-Ve a la página 35- me ordenó Trish.
-¡Eso! ¡Seguid leyendo! Os va a encantar...- comentó con una gran ironía y quise estamparle una de las hojas en la puta boca para que dejara de graznar. Me estaba poniendo de los putos nervios.
El reportaje no era muy extenso, lo que sí que daba una gran impresión era la cantidad de fotos que había acompañándola. Trish vomitando. Yo sujetándola por detrás. Los dos riéndonos de Kylie a escondias -aunque suponía que no era tan a escondidas-. Yo abrazando a Trish, donde se podía apreciar cómo mis manos estaban ligeramente más abajo de la cintura, dando una no muy buena impresión. Los tres dirigiéndonos hasta el coche. Y luego, el resto de fotos fueron las que nos tomaron cuando nos acorralaron en medio de la calle.
Trish Parker, la joven hija de la prestigiosa diseñadora Lillian Parker, fue descubierta anoche saliendo de una fiesta en una fraternidad en la ciudad de Oxford, a las tres de la mañana. La joven rebelde parecía no encontrarse en su mejor estado. Se la vio vomitar a las afueras, totalmente ebria, mientras su novio, el tatuado Louis Tomlinson, la acompañaba en el mismo estado.
-Espera... ¿el tatuado?- exclamé. ¿Qué coño tenían de malo mis tatuajes? ¿Le hacían algún mal al mundo? Seguí leyendo, aún más cabreado. El tatuado...
Parece ser que la pareja decidió ir a la fiesta en busca de diversión, sin embargo, todo acabó por los suelos. Sus declaraciones posteriores no fueron nada coherentes y se vio cómo Tomlinson trató de forma nefasta a los fotógrafos con amenazas, dándonos a ver la clase de personas con las que se relaciona la hija de una de las diseñadoras más famososas y solicitadas del momento. Esperemos que la pequeña Trish cambie de conducta y de compañías, y que esto no afecte de ninguna forma a la vida profesional de su madre.
-¡No le afectaría si no abriérais vuestras putas bocazas! ¡Gilipollas!- grité al periódico, enfurecido.
-Por mucho que grites no te van a escuchar...- musitó Trish con tristeza en su rostro.
-Eh, mírame- le demandé, tomándola de la barbilla. No iba a dejar que esta mierda le afectara-. Un simple artículo no va a destruir tu vida... ni la de tu madre- por mucho que quisiera que eso pasara.
-No lo entiendes, Louis...- se separó de mí, librándose de mi roce-. Puede que no destruyan la vida de mi madre pero sí que van a afectar a su carrera- negué con la cabeza, intentando tranquilizarla-. Louis, ¡no me jodas!- una lágrima cayó por su mejilla-. Tú siempre dices las cosas como son, aunque duelan, ¡no intentes animarme con mentiras porque sabes que todo lo que estás diciendo no es cierto!- gritó, y me jodió que Kylie tuviera que presenciar esta escena.
La atrapé entre mis brazos y dejé que llorara. Hoy estaba más sensible que nunca por la resaca, conocía esa sensación a la perfección, era como si todavía estuvieras borracho. Tienes las emociones a flor de piel. Apoyé mi mejilla contra su pequeña cabeza y miré a Kylie, que se mantenía en silencio, sin hacer ningún comentario, lo cual le agradecía, porque no era el mejor momento. Al mirarla me di cuenta de que no habíamos cerrado la puerta cuando ella había entrado y vi una figura alzarse por detrás. Era una persona. Alta. Cuando estuvo más cerca pude ver de quién se trataba. Joder. No era una persona, era el gilipollas número uno.
-¿Qué coño estás haciendo aquí?- casi lloré al verle aparecer por la puerta. ¿Cómo había llegado el gilipollas de William hasta mi casa? ¡Cómo!- Trish se retorció bajo mis brazos para ver a quién le estaba dedicando semejantes palabras y se quedó muda.
-¿Qué...?- intentó hablar pero no pudo. No tenía sentido que este gilipollas estuviera aquí. Ninguno.
-Espera... ¿le conocéis?- intervino Kylie, la cual parecía no entender nada. Como yo. Yo tampoco entendía nada. Era una cámara oculta, ¿verdad?
-Por desgracia- murmuré, ganándome una mirada petrificadora por parte de William.
-¿Y tú? ¿Les conoces?- le habló William a Kylie. Ésta le miró con odio.
-No. Estoy en su casa porque... no sé... me gusta allanar casas ajenas... ¿tú qué crees?- parecía cabreada porque le estuviera hablando. Kylie podía ser muy borde si se lo proponía y más en momentos como éste, en que ya estaba cabreada de por sí. Era normal que le contestara de esas formas a una persona que no conocía de nada, o...
-Espera...- caí en la cuenta de algo. Parecía que estaban manteniendo un concurso de miradas, a ver quién podía más, pero aquello me daba mala espina-. ¿Vosotros os conocéis?- hice la pregunta y los dos me miraron, más cabreados que segundos antes. William se me quedó mirando como si fuera gilipollas, lo que me sentó como una patada en los cojones y quise partirle la mandíbula, pero fue Kylie la que habló y me dejó en shock.
-Es... es mi padre.
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