Capítulo 73
POV TRISH
Estaba tumbada en la cama, con mi cabeza apoyada sobre el torso desnudo de Louis. Él me acariciaba la espalda con los dedos tan suave y delicadamente que podría quedarme dormida en sus brazos, a pesar de que eran solo las dos de la tarde. La casa estaba totalmente en silencio y el único sonido que escuchaba era el de su respiración y el latido de su corazón.
-Deberíamos comer- murmuré, sin embargo, levantarme de la cama y abandonar la cómoda posición en la que me hallaba no estaba dentro de mis planes para los próximos minutos.
-O podríamos quedarnos aquí- respondió Louis, tomando un mechón de mi pelo y pasándolo detrás de mi oreja-. Además, ya hemos tomado el postre. ¿Para qué comer?
Mis tripas rugieron en ese mismo momento y él se rió. Alcé mi cabeza para verle y sus ojos brillaban, tenían un azul especial, lleno de vitalidad. Me quedé totalmente absorta, perdida en ellos.
-No te vas a levantar a cocinar nada, ¿no?- inquirí, sabiendo de antemano la respuesta.
-No. Pero te puedo observar mientras cocinas tú. Hacerte compañía- me guiñó un ojo.
Me levanté, dejando el caliente edredón, y me vestí con rapidez. La ropa se me había quedado helada de estar en el suelo.
-La próxima vez no tires mi ropa por ahí.
-¿Tú crees que en esos momentos pienso en lo que hago?- preguntó con una pizca de picardía en su sonrisa.
Acabé haciendo un simple plato de pasta mientras él se entretenía en el salón viendo la televisión.
No habíamos hablado en serio desde que salimos del hospital. Es más, había intentado liberar su mente con otro tipo de actividades, sin embargo, no sabía cómo se sentía respecto a todo lo que estaba pasando y me daba miedo incluso preguntárselo; no porque me asustara su reacción sino porque temía que lo que estaba pensando se hiciera realidad. Un Louis que no hablaba nunca era buena señal.
Serví los platos en la mesa y ambos nos sentamos. Harry no aparecería hasta dentro de un par de horas y Gemma un tanto más tarde, por lo que nos daba tiempo a pensar qué íbamos a hacer con él.
-¿Se lo vas a decir ya?- inquirí enrollando los espaguetis en el tenedor.
-Sí- pinchaba con fuerza en el plato haciendo que me sobresaltara.
-No seas muy duro con él- murmuré con la voz calmada. Él hizo una mueca que interpreté como que iba a hacer todo lo contrario-. No- repetí.
-¡Pues que nos lo hubiera contado antes!
-Entiéndele.
-No puedo. No debería ocultarme esas cosas.
-Louis, estaba asustado- le recordé. Si Harry no nos había dicho nada estaba segura de que era porque sabría que nos decepcionaría.
-Me da igual.
-Tú haces lo mismo. Te drogas cada vez que la situación se te va de las manos- dejó de comer y me fulminó con la mirada.
-No me jodas, Trish- musitó entre dientes.
-Pero es que es cierto- reiteré.
-Deja el puto tema, ¿vale?- demandó con autoridad. Me repateaba cada vez que se sentía superior.
-Es que no quiero que le hagas sufrir más de lo que ya debe de estar sufriendo- mascullé empezando a enfadarme por su actitud-. No hablaste con él cuando besó a Finn, no sabes lo miserable que se sentía y es mi mejor amigo, no voy a dejar que le hagas daño.
-¡También es el mío!- me recordó.
-Ya, pero tú no sabes decir las cosas con tacto- le recordé.
-Pero tú eres demasiado blanda y no vas a saber hacer que aprenda.
-¡Es que Harry no ha hecho nada malo!- me llevé las manos a la cabeza frustrada-. Déjale en paz.
-No- chiste la lengua.
-¿Por qué me tiene que dejar en paz?- Harry entró por la puerta dejándonos a los dos perplejos.
-¿Cuándo has entrado?- le pregunté aterrada. No quería que hubiera escuchado la discusión. No quería ponerle más triste.
-Ahora- entre nuestros gritos y la televisión no me había percatado.
-Pues has llegado en el mejor momento- comentó Louis con una sonrisa-. Justo estábamos hablando de ti.
-Ya me he dado cuenta- dijo quitándose la chaqueta y tomando asiento.
-¿No tenías laboratorio por la tarde?- inquirí intentando llevar la conversación en otra dirección aunque sabía que no iba a durar mucho.
-Sí, pero en el último momento el profesor nos ha mandado un correo diciendo que no había clase.
-¿Cuándo nos ibas a decir que habías dejado las practicas?- exclamó, yendo al grano.
Miré a Harry. El pobre chico se había quedado pálido y su sonrisa se había desvanecido. Empezó a tocarse las manos, sin saber muy bien qué hacer con ellas.
-Te he hecho una pregunta- dijo Louis. Le di una patada por debajo de la mesa, dejándole claro que dejara de portarse así.
-Porque sí- contestó Harry con el ceño fruncido, evitando su mirada.
-¿Es que eres tonto?- gritó Louis.
-Para de... insultarme- masculló Harry entre dientes.
-¡No puedo! Porque eres rematadamente tonto. ¿Cómo se te ocurre dejar el trabajo de tu vida?
-Ni siquiera me pagaban- arremetió Harry.
-Pero si hubieran seguido puede que te hubieran acabando haciendo fijo. ¿Es que no piensas?
-¿Qué más te da?
-¡Me da porque no quiero que acabes siendo un mierdas como yo!- gritó dando un fuerte golpe en la mesa y pude ver como el velo de tipo duro caía lentamente ante nuestros ojos.
-Sé lo que hago, Louis- habló Harry al cabo de un rato, más calmado-. Ya no me sentía a gusto trabajando allí con... Finn- finalizó.
-Lo sé y es por eso que le voy a...
-¡No!- gritamos Harry y yo al unísono.
-Déjalo estar- concluyó nuestro amigo-. No quiero que le hagas nada. La situación era incómodo, sí, pero él no tiene la culpa. Soy yo el culpable. No debería haberme pillado tan rápido.
-No le defiendas. Él debía cuidarte- refunfuñó Louis, odiando ver cómo le defendía.
-Espera... ¿qué?- exclamó anonadado-. ¿Por qué tenía que cuidarme? ¿Qué has hecho?
-Le dije que lo hiciera cuando me marché.
-¿Qué? ¿Por qué? ¡No soy un niño! ¡Tengo 19 años, joder!
-Harry, tienes... ¡problemas! ¡No podía dejarte solo!- Harry le miró con odio y dolor en sus ojos.
-El primer consejo para tratar a un enfermo es no hacer que se sienta como uno- se levantó dolido, su tristeza era palpable y yo sólo quería abrazarle-. Y si no querías dejarme solo no haberte ido.
Se dio la vuelta y de marchó corriendo a arriba. Encaré a Louis con el ceño fruncido.
-Lo has arreglado, eh.
-Cállate- dijo intentando volver a pinchar el tenedor en la pasta pero ya era inútil, el hambre se había ido.
-A esto es a lo que me refería- murmuré pensando en ir a ver a Harry-. Si tanto te preocuabas por él ¿por qué te portas como un imbécil?- se levantó farfullando sin saber lo que decía y desistí. Si se cabreaba con alguien estaba claro que iba a ser con él mismo porque conmigo no.
Me levanté, enfadada por cómo había tratado a Harry y me fui a su habitación a ver como estaba. Llamé a la puerta pero no hubo contestación, por lo que entré.
Estaba sentado en la cama, con sus codos en las rodillas y su cabeza entre sus manos. Me acerqué a él lentamente. No sabía si estaba llorando. Me incliné delante de él y le toqué con suavidad el brazo.
-¿Tú también crees que soy un enfermo sin remedio?
-Lo de que no tienes remedio sí que me lo creo- intenté animarle-, pero no creo en absoluto que seas un enfermo. Tuvo que decírmelo Louis, sino nunca lo habría notado- le cogí la mano y se la apreté con fuerza.
-¿No le odias a veces?- me reí con si pregunta.
-A veces.
-Me gustaría pegarle un puñetazo y dejarle un ojo morado... pero sé que me haría más daño yo que él- solté una carcajada-. ¡No te rías o pensará que no estoy enfadado con él!
-Lo siento- me tapé la boca, ahogando mi risa-. Él solo intenta ayudarte.
-Pues nunca parece acertar.
-Oye, la intentención es lo que cuenta ¿no?- me miró de reojo con una ceja alzada.
-Depende de los casos.
POV LOUIS
Había estado escuchando toda la conversación y decidí entrar por la puerta. Trish se levantó de inmediato, como si la hubiera asustado y eso me causó risa, aunque intenté no mostrarlo. Miré a Harry y le dije las palabras que suponía que eran las que se decían en estos casos.
-Lo siento- él me mantuvo la mirada y acabó asintiendo.
-Bueno, yo mejor me voy...- murmuró Trish.
-No. Solo quería decirle eso- Harry lo entendió. Sabía que no era una persona que dara muchas explicaciones-. Recoge tus cosas- le indiqué a Trish-, nos vamos a Nottingham.
*
Hicimos el viaje en moto y la sensación era jodidamente buena. Llegamos allí un poco antes de la hora de la cena y me alegré de tener una casa entera para nosotros solos.
-No seguirás enfadada conmigo ¿verdad?- la tomé de la mano y la junté a mí, obligándola a encararme.
-Solo porque ha sido la primera vez que te he escuchado pedirle a alguien perdón.
-Vale, ¿podemos ahora olvidarnos de lo que ha pasado hoy y pensar en el impresionante fin de semana que tenemos por delante para los dos solos?
-Me parece buena idea- me sonrió y me agaché para besarla.
Entramos en la casa, estaba oscureciendo y, al d
pasar y dar la luz descubrimos que ninguna bombilla se encendía.
-¿Qué está pasando?- preguntó Trish dándole a todos los interruptores de las habitaciones y viendo como ninguno funcionaba.
-Pues que no tenemos luz- saqué el móvil y puse la linterna.
-No me lo puedo creer. Si no hay luz no hay televisión, ni nevera, ni calefacción...- se empezó a estresar. Busqué dónde estaban los plomos e intenté prenderlos de nuevo pero no funcionó.
-No sé si esto es un apagón de solo nosotros o de todo el barrio.
-Las luces de las calles aún no se han encendido, así que no podemos saberlo.
-O eso, o tampoco les llega corriente...
Trish se fue a la planta de arriba y bajó con una gran caja.
-¿Qué es eso?
-Velas. Necesitamos ver la habitación, aunque sea- puede que fuera lo mejor-. Enciéndelas y pon unas cuantas en cada habitación. Tienes mechero, ¿no?- lo saqué del bolsillo del pantalón y se lo enseñé-. Bien, voy a ver si William tiene luz.
-¿Qué? ¿Por qué?- la paré. No me gustaba que se acercara a ese tío. Simplemente no.
-Ay, Louis. Déjame.
-No. Voy yo.
-¡No vas a ir tú! Si te ve en la puerta a ti ni te abre- probablemente fuera verdad pero me la sudaba. No sé por qué la acabé dejando ir mientras yo me quedaba encendiendo las putas velas.
POV TRISH
Me acerqué a casa de William y llamé al timbre. No veía luz dentro y eso significaba que aún no había llegado de trabajar o que estaba en la misma situación que nosotros. Me iba a ir, después de esperar un buen rato, cuando abrieron la puerta.
-¿Qué haces aquí?- fue lo primero que me dijo. Me encantaba su buen humor a todas horas del día.
-Un hola, qué tal no estaría mal, eh-me acerqué a su puerta.
-Trish, querida. ¿Cómo estás?- exageró-. Te he echado de menos- murmuró y me sentí extraña porque no sabía si eso lo había dicho de broma o de verdad.
-Bien...- me quité el pelo de la cara.
-¿Qué quieres? Porque no creo que vengas a ver cómo estoy- su humor parecía haber cambiado aunque yo no estaría muy segura.
-Venía a preguntarte si tenías luz. Louis y yo acabamos de llegar y no tenemos...
-¿Está él aquí?- me cortó.
-Sí- su ceño se frunció y su humor se había acabado al nombrarle a Louis. No me quería imaginar la situación si hubiera venido él-. Oye, sé que no te cae bien pero no hace falta que seas tan borde con él. No te ha hecho nada- renfunfuñó.
-Es gilipollas y los gilipollas no me caen bien- soltó sin una pizca de remordimientos.
-¡Deja de insultarle!- exclamé a la defensiva-. ¿Qué te ha hecho?
-Existir, eso me ha hecho.
-¿Me puedes decir si tienes luz o no? Porque no he venido para que pongas a parir a mi novio- alce la voz enfadada. Siempre lo jodía todo.
-¡No! ¡No tengo!- gritó.
-¡Pues muy bien!- grité y me giré, dispuesta a irme.
-Espera, Trish- me giré y le vi que había salido tras de mí-. Le odio porque es un imbécil de mierda- repitió-... y porque puede hacer esto cuando le da la gana.
Me cogió de los brazos, y le vi cómo se acercó con rapidez a mí para acabar juntando sus labios con los míos.
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He creado una cuenta en twitter para hablar de Fast. Es @PatriFlyingHigh DOY FOLLOW BACK :D gracias por leer la historia. Os adoro.
Patri xx
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