Capítulo 70
POV LOUIS
No sabía cómo sentirme ni cómo reaccionar. Trish me observaba sin decir nada, sin moverse, y no sabía cómo tomarme eso.
-Trish...- volví a repetir como un idiota. No era un espejismo, ¿verdad?
-Hola- respondió ella. No, no era un espejismo, era ella de verdad. Joder.
Vi cómo su mirada escaneaba a Kylie de arriba a abajo y me di cuenta de que la situación no era la más adecuada. Acababa de salir de mi apartamento, nuestro apartamento, con una chica, los dos estábamos borrachos y eso daba mucho poder a la imaginación.
-Trish, no...
-Vale- me cortó ella dándome a pensar que lo entendía y me mostró una sonrisa cerrada, lo cual me pareció muy extraño.
Kylie me miraba sin saber muy bien qué decir. Yo intentaba no mirarla porque no quería joder más la situación pero sabía que esto estaba siendo tan incómodo para ella como para mí. Estaba completamente clavado en el suelo, mis pies no se movían y ninguna parte de mi cuerpo parecía responder.
-Mejor me voy...- Kylie se atrevió a romper el silencio incómodo que se había formado-... un placer, Trish- titubeó mientras ella la miraba desconcertada a la vez que sorprendida.
-Erm, claro...- murmuró Trish, no muy segura de qué contestar y Kylie se metió con rapidez en su apartamento, dejándonos solos. Me aclaré la garganta.
-¿Quieres.... pasar?
Sus ojos marrones me miraron con ilusión y temor mezclados. No dijo nada, simplemente se dejó caer por el apartamento. La seguí de cerca hasta que llegamos al salón.
-Con que la vecina... ¿eh?- comentó con una ironía melancólica, sin hacer contacto visual conmigo, ya que estaba detrás de ella. Me temí lo peor. Hasta aquí habíamos llegado. Lo de antes había sido la calma antes de la tormenta.
-No es lo que piensas- traté de decir pero ella me cortó girándose.
-No sabes... lo que estoy pensando- murmuró y yo perdí la respiración al sentir cómo nuestras miradas conectaban. Era la primera vez que lo hacían en mucho tiempo. Verme reflejado en sus dulces ojos era el clímax de mi existencia y lo había echado de menos. Joder que si lo había echado de menos...
Se volvió a girar y me fijé en cómo observaba detenidamente todos los rincones de la habitación, cada detalle, cada mota de polvo. Se dio la vuelta y se acercó a mí. Con su mano me acarició la mejilla, dulcemente, mirándome de esa forma tan especial, como si fuera lo único en el mundo.
-¿Por qué?- preguntó. Su mirada era triste.
-De verdad, no tengo nada con ella, por favor, tienes que creerme.
-No estoy hablando de eso- me cortó-. Estoy hablando de esto- me abrió los ojos con el pulgar, mirándome las pupilas con decepción-. ¿Por qué lo haces?
Alcé mi manó para posarla sobre la suya y apretar mi mejilla contra su mano, para sentir su calor.
-Porque te echo de menos.
-No lo entiendo... Harry me dijo que estabas bien- estaba desconcertada.
-Harry no sabe nada de esto. ¿Crees que me mostraría así de vulnerable delante de él?
-Pues lo haces delante de ella- comentó ligeramente molesta.
-Trish... eso no tiene nada que ver. Ella solo me... hacía compañía, no hay nada entre nosotros- repetí por enésima vez esta noche.
-Louis- chistó la lengua-, ¡no te estoy culpando de nada! ¿Puedes parar de decir eso? Cuantas más veces me digas que no hay nada entre vosotros, más motivos me das para dudar cuando, hacía cinco segundos, no tenía ninguno-. Tomó aire y continuó, cogiéndome de la mano-. Me alegro de que hayas encontrado a una... amiga con la que puedas hablar. Te entiendo. Yo también he hecho amigos.
-Ah, ¿sí?- fruncí el ceño. ¿Por qué Harry no me había dicho nada de eso?-. ¿Qué amigos?
-Mi vecino- arqueó una ceja al ver la expresión en mi cara-. ¿Te molesta?
Claro que me molestaba, joder. ¿Por qué tenía qué hacer amigos? ¿No podía hacer amigas? ¡A saber quién era ese gilipollas que lo estaba intentando todo con ella! Pero, claro, ella quería que cambiara y no podía contestar que sí a su pregunta.
-No.
-Mientes fatal cuando estás celoso, ¿sabes?- parecía divertirse.
-¿Es que cómo quieres que me siente que estés con otro mientras yo estoy a kilómetros de distancia?
-Fuiste tú el que decidiste venir- remarcó.
-Fuiste tú la que te fuise en primer lugar.
-¿Te recuerdo el motivo?- me dijo con dureza.
-No, gracias- nos quedamos en silencio y pude notar el color en sus mejillas y en su frente-. Admite que a ti tampoco te sienta bien que esté con Kylie. También te conozco, Trish. También eres celosa y sé que te jode que haya estado con ella emborrachándome día sí y día también- le dije serio.
-Vale. Perfecto. Tú ganas. No, no me gusta que estés con ella, ¡pero prefiero que estés con ella a que te sientas solo y te hagas estas cosas!- me señaló los ojos.
-¿No lo entiendes? Por mucho que esté rodeado de personas, solo cuando estoy contigo es cuando me dejo de sentir solo... Por eso hago estas cosas, porque la frustración y la desesperación es más fuerte que yo.
-Pensé que tú eras más fuerte- susurró-. Tú siempre has sido fuerte por mí...- y me miró con esos ojos...
Se alejó de mí y se aclaró la garganta. Cogió el mechón de pelo que le caía por la cara y se lo puso detrás de la oreja.
-No quiero que hagas esto, Louis. ¿Por qué has vuelto a recaer?- bajé la cabeza y resoplé.
-Si te soy sincero nunca lo dejé.
Su mirada estaba llena de tristeza y sentía que la había cagado con lo de Kylie y lo de las drogas. Sabía cómo se sentía ella al respecto y la había decepcionado... otra vez.
-¡Pero no me culpes!- traté de defenderme-. Es una forma de desestresarme. Hay gente que escucha música, otra que sale a correr y yo tengo mis propios... métodos.
-Ven- cogió mi mano y me llevó hasta el dormitorio.
Su tacto sobre mi piel me volvía loco. Abrió la cama e hizo que me sentara en el borde. Aún me sentía mareado aunque con su llegada parecía que se me había quitado la borrachera de golpe.
-Quiero que duermas y que descanses. Mañana nos veremos. Hoy no ha sido buena idea venir.
Iba a irse pero yo no lo iba a permitir. No me arriesgaría a que se fuera y no volviera, como pasó la última vez.
-Quédate conmigo, por favor- ella se giró sorprendida por mis palabras.
-¿Qué?- susurró.
-Duerme conmigo, te lo suplico. No te vayas. Quédate aquí esta noche.
-No es buena idea, Louis...- dijo dudosa. Me levanté y me acerqué a ella.
-¿Dónde vas a quedarte sino?
-Iré a un hotel. Hay uno a dos calles de aquí, lo he visto al venir.
-¿Vas a quedarte en un hotel pudiendo dormir conmigo en esta casa? Nuestra casa.
Al decir esas palabras ella pareció reaccionar. Aproveché el momento de vulnerabilidad y la cogí de la muñeca. La arrastré conmigo hasta el colchón e hice que se tumbara a mi lado. Tenía su vista fija en el techo, insegura, y yo estaba tumbado de lado, con mi vista fija en ella.
No me creía que fuera real. No me creía que volviera a estar a mi lado. Supliqué para que esto no fuera un sueño. Rocé la palma de su mano con la yema de mis dedos, fijándome en su reacción. Se puso más nerviosa y evitaba, ante todo, mi mirada. Eso me molestaba y me impulsé para colocarme encima de su cuerpo, con las manos a ambos lados de su cabeza. La cogí de la muñeca, tenía el pulso a mil por hora.
-Louis...- susurró nerviosa- ¿...qué haces?- pero en ese momento no era capaz de hablar porque lo único que tenía en mente eran sus labios... y a por sus labios fui.
Me acerqué a ellos con delicadeza, para no asustarla. Quería volver a sentir como sabían, quería volver a conectar con ella. Al principio, no me respondió pero acabó cediendo y me devolvió el beso. Joder, esto era peor que cualquier droga, mejor que cualquier medicina. Sentí cómo la vida volvía a correr por mis venas. Esto era lo que necesitaba y necesitaría siempre, su amor.
-Louis- se paró y me separó de ella, rompiendo el hechizo en el que parecíamos estar-. Esto no es buena idea... no... no podemos hacer esto... yo...
-¿Por qué no?- pregunté apenado. El miedo me invadió por dentro-. ¿Aún me quieres?- sus pestañas revolotearon y agachó la cabeza. Eso no era buena señal. Era una señal jodidamente terrible.
-Me destrozaste el apartamento y me lo ocultaste durante meses, me hiciste vivir una gran mentira, me hiciste sentir... mal, muy mal, y no debería decirte esto, pero...- se paró.
-¿Pero?- se armó de valor y me miró a los ojos.
-Nunca he dejado de quererte.
Una sonrisa se esbozó en mi cara. Ya lo sabía, por algún motivo, sabía que me seguiría queriendo.
-Entonces, ¿qué te detiene?
-Esto- nos señaló-. Nosotros... ahora... no está bien.
-¡Sí que está bien! El problema es que estás pensando con la cabeza, no con el corazón. Escucha a tu corazón, Trish. ¿Qué dice?- balbuceé acelerado, sólo podía pensar en besarla y como no dejara de hablar de gilipolleces no podría hacerlo.
-No lo sé...
-¿Cómo que no lo sabes? Claro que lo sabes.
-No lo sé porque mi corazón lo tienes tú... siempre lo has tenido tú...- tomó aire mientras a mí me había quitado todo el que tenía con su respuesta-. Así que dime, ¿qué dice mi corazón?- susurró expectante. Sonreí con picardía.
-Dice que estar esta noche conmigo es lo que quieres, que quedarte a mi lado es la mejor opción. ¿Confías en mí?
Esa era un tema delicado y que requería un gran esfuerzo. Su confianza no era fácil de ganar y no sería fácil recuperarla. Pero daría hasta mi último aliento por que volviera a confiar en mí.
-Buenas noches, Louis- me dio un tierno beso en la frente y se recostó a mi lado.
No había contestado a la pregunta pero se quedaba, se quedaría conmigo, y no podía pedir más.
POV TRISH
Me desperté a mitad de la noche con algo pesado sobre mi estómago. Abrí los ojos y descubrí a Louis abrazado a mi cuerpo. Podía sentir su respiración contra mi piel. Parecía un ángel. Era lo más hermoso que había visto en toda mi vida. Aprovechando que estaba dormido, le acaricié el pelo, sabiendo que no se despertaría. Gruñó en sus sueños y se despegó un poco de mí. Tomé esa oportunidad y le aparté de mi lado sin que se inmutara. Me levanté de la cama y me fui al baño a hacer pis.
Eran las cuatro de la mañana y apenas había dormido. Mi cabeza no paraba de darle vueltas a toda esta situación. Decidí venir hoy porque era viernes y, si las cosas salían bien, podría pasar aquí el fin de semana pero, lo primero que vi al llegar al apartamento fue a Louis borracho como él sólo, saliendo con una chica que estaba igual o más borracha que él. Sin olvidar que tenía los ojos tan rojos que era posible que se hubiera pasado la tarde fumando maría o esnifándose a saber qué.
No era la situación que me había imaginado. Sabía que Louis no era un príncipe azul y no iba a abrir la puerta y recibirme con un ramo de rosas pero su situación me había dejado un poco decepcionada y, sobretodo, preocupada. Es por eso que saqué el móvil y llamé a Harry. Necesitaba hablar con él y que me dijera qué había estado pasando en Oxford.
-¿Sí?- respondió somnoliento al contestar.
-Siento llamarte a estas horas.
-¿Quién eres?
-Trish.
-¿Y por qué me estás llamando en medio de la madrugada un sábado?- preguntó irritado.
-Porque necesito hablar contigo.
-¿No puedes esperar hasta mañana? No sé si lo sabías pero estaba durmiendo.
-Estoy en Oxford- le solté de golpe.
-¿Que estás en dónde?- exclamó sorprendido y sin entender.
-¿Quién es Kylie y por qué no me has contado nada de ella?
-¿Quién es Kylie?- se extrañó.
-¡La vecina de Louis!- susurré.
-No la conozco, lo siento. No sabía que las señoras mayores ya se habían empezado a quejar de él. Pensé que aguantarían más.
-¿Qué? Kylie no es ninguna señora mayor, es una chica, ¡de su edad! ¿Por qué no me lo has contado?
-¡Yo no sabía nada!
-¿Y por qué no te enterarse? Es su compañera de borracheras y porros. Otro tema del que no tenías ni idea... ¿Cómo se te ha podido escapar que Louis se drogaba a tus espaldas?- eso me había dolido. Él me prometió que cuidaría de Louis.
-¿Qué?
-Lo que oyes. Ha vuelto a recaer, delante de tus ojos, y ni te has dado cuenta, Harry.
-Joder...- me imaginé cómo se pasaba la mano por los ojos-. ¿Estás con él ahora?
-Estoy en el baño de su casa. No sé qué hacer.
-¿Pis?- inquirió.
-¿Tú eres tonto?
-Son las cuatro de la mañana, Trish, no esperes respuestas elocuentes de mí- solté un bufido. En verdad, esperaba más-. Intentaré averiguar quién es esa Kylie, no te preocupes. Ahora vuelve a dormir y no lo pienses.
-Harry- dije antes de que colgara.
-¿Crees que él y ella...?- no me atrevía ni a terminar la pregunta. Él se quedó en silencio, sin decir nada. Tardó en contestar.
-No.
No había sonado muy convincente y no sabía qué pensar. No era fácil volver a confiar en Louis después de lo que hizo pero él nunca me había engañado, nunca me había mentido en ese sentido. El problema era que ya no éramos nada y él era libre. Quería confiar en él, pero me venían a la mente todo tipo de noches, Louis borracho o colocado, y esa chica en su apartamento. Se me revolvía el estómago.
Además, ¿por qué la traía a casa? Louis siempre ha sido una persona muy independiente, ni siquiera me tragaba a mí, ¿por qué a ella, en menos de un mes, la tenía tanto aprecio? No había más que ver la forma en que se despidieron. Conmigo tuvieron que pasar dos meses hasta que empezó a tragarme, ¿qué tenía ella de diferente? Me hacía sentir insegura. Conocía a Louis y conocía el amor que sentía hacia mí y, a pesar de las mentiras, en esto le creía. El problema era que mis inseguridades siempre estarían ahí.
-Buenas noches, Trish- se despidió.
-Buenas noches, Harry.
POV LOUIS
Me desperté y me encontré una cama totalmente vacía, estaba solo en la habitación. Los rayos de sol se hacían paso por la ventana e iluminaban la estancia, dejando al descubierto un paisaje desolador porque Trish no estaba por ningún sitio. ¿Se habría ido?
Me levanté y sentí una sensación extraña en el cuerpo, un malestar que fue subiendo poco a poco por mi pecho y que me hizo tener que salir corriendo hacia el baño para vomitar. Fue asqueroso. Mi sistema devolvió todo el alcohol que había consumido la noche anterior y ahora sentía el quemazón en mi garganta por el paso de fluidos.
Después de estar cinco minutos sentado en el suelo del baño, me incorporé para buscar a Trish por el resto del piso, pero no estaba. Se había ido. Bufé y le di una patada al sillón que casi me deja sin equilibrio.
-Me cago en la puta- exclamé. No me había imaginado nuestro reencuentro así. No quería estar borracho cuando nos volviéramos a encontrar, ni quería que me viera con Kylie. Quería que viera que había cambiado, pero ¿a quién iba a engañar? No había cambiado lo más mínimo, no podía seguir engañándome a mí mismo. Seguía siendo el mismo gilipollas de siempre.
Sonó el timbre y estuve a punto de no abrir, no quería enfrentar a Kylie ahora mismo, no estaba de humor. Pero me llevé una sorpresa al abrir la puerta y ver a Trish cargada de bolsas. Fruncí el ceño. ¿Qué estaba haciendo?
-¿Me dejas pasar?- preguntó algo incómoda al ver que me quedaba en medio como un imbécil, sin dejarla entrar.
Me aparté y ella pasó casi corriendo hasta que llegó a la cocina y las soltó todas en el suelo. Tomó aire y se quedó apoyada un rato sobre la encimera, intentando recuperar el aliento. Las bolsas tenían pinta de pesar bastante.
-He visto que no tenías nada en la nevera y te he ido a hacer la compra- explicó-. Tenía hambre y tú también necesitas comer.
-Pensé que te habías ido- ella me miró sorprendida por mi intervención.
-Pues no... aún estoy aquí- murmuró e hizo un pequeño saludo con la mano.
-Gracias por... ir a comprar- si era sincero, no recordaba cuál había sido la última vez que había echo la compra.
-¿Cuánto tiempo hace que no comes algo decente?- musitó abriendo la nevera. Estaba vacía, literalmente. Sólo había unas cuantas cervezas y una lechuga pocha.
-Cuando estoy en la universidad como en la cafetería porque me sale gratis- le expliqué.
-¿En la universidad?- me miró sorprendida. Mierda, no le había dicho nada de eso-. ¿Vas a la universidad?- se paró en seco.
-Sí...- me aclaré la garganta-, estoy trabajando allí.
-Ah...- ella abrió la boca en sorpresa.
-Sí, bueno... Kylie me aconsejó que probara a trabajar en la biblioteca porque ella estudia allí, así que...
-¿Kylie?- murmuró ella.
-Sí- fui a coger una de las bolsas para meter las cosas en la nevera.
POV TRISH
¿Por qué tenía a Kylie hasta en la sopa? Vi cómo Louis empezó a organizar las cosas por la cocina y preferí dejar el tema. Los celos no eran algo que ayudaran a nuestra situación, así que intentaría dejarlos de lado. Por el rabillo del ojo vi cómo se apoyaba en la encimera.
-¿Qué te pasa?- le pregunté antes de que saliera corriendo por la puerta. Le seguí asustada y por el pasillo escuché cómo vomitaba. Me acerqué al baño sin muchas ganas de presenciar la escena pero preocupada por su estado.
Olía horriblemente mal pero me arrodillé a su lado y le sujeté la cabeza, de la frente, mientras vomitaba. Era una cosa que mi madre siempre hacía conmigo cuando vomitaba de pequeña y siempre me daba sensación de seguridad. Cuando hubo acabado, tiré de la cadena inmediatamente.
-Creo que deberías tomarte una aspirina.
-No tengo- masculló con asco. Le costaba hablar por el mal gusto que se le había quedado en la boca-. Siempre se las pido a Kylie...- se levantó del suelo-, voy a pedirle una.
-¡No!- le frené-. No te preocupes, ya voy yo. Vete a comer algo, mientras.
-Está bien... vive en la puerta de la derecha- me recordó.
Le dejé en la cocina y me aventuré fuera del piso a llamar a la puerta de Kylie. Al abrir estaba claro que no esperaba que fuera yo. Se quedó un poco sorprendida.
-Hola, Louis me ha dicho que tendrías aspirinas- saludé, intentado ser lo más amable posible, aunque puede que mi expresión facial lo que menos trasmitiera fuera amabilidad.
-Erm... sí, sí, sí- repitió la palabra tres veces-. Pasa, pasa...- qué manía tenía con repetir las cosas, me ponía nerviosa.
Entré a su apartamento y, lo reconozco, me puse a mirar cada detalle, intentando hacerme una idea de cómo era, si era de fiar o no, si le gustaba el rock o pop, el blanco o el negro, Louis u otro tío... pero, lamentablemente, lo único que vi fueron unas botellas de alcohol en la cocina y eso no daba muy buena impresión.
-¿Hace mucho que vives aquí?- le pregunté.
-Un par de años- balbuceó, seguramente porque no pensaba que querría entablar una conversación-. Estudio en la universidad.
-¿Qué estudias?
-ADE. ¿Y tú? Louis, me contó que estudiabas en Cambridge.
-Sí, estudio Psicología- pareció que la sangre había huído de su cara al decírselo.
-¿Entonces sabes cuando alguien miente?- exclamó emocionada. ¿Está chica era tonta o...?
-Estudio para ser psicóloga, no para ser Dios- rodé los ojos sin que ella se diera cuenta.
-Y... ¿vas a venir a vivir aquí?- se estaba mordiendo el labio y eso era señal de nerviosismo.
¿Por qué me preguntaba eso? ¿Qué más le daba a ella? ¿Tenía esto que ver con Louis? Porque no quería pensarlo, pero mi mente me estaba traicionando.
-No, ¿por qué voy a venir a vivir aquí?- alcé las cejas, esperando su respuesta.
-No sé, creía que... ya sabes, Louis y tú...- dejó caer.
-Louis y yo ¿qué?
-Habíais vuelto- explicó. Espera, ¿qué sabía de Louis y de mí? No, más bien, la pregunta adecuada era ¿cuánto sabía de nosotros?
-Pues siento decepcionarte- o alegrarte, seguramente la estaba alegrando por cómo se le estaban iluminando los ojos-, pero no. Lo siento pero pertenezco a Cambridge y esto es todo lo contrario.
Si había decido venir a esta ciudad había sido por Louis pero ahora que había pasado todo este lío no sabía cómo sentirme al estar aquí.
-Ya, bueno, a mí me gusta más Oxford y... las cosas que hay aquí- ¿eso iba con segundas? ¿Se refería a Louis? ¿Me estaba desafiando o algo? Porque era lo que parecía.
-Bueno, y a mí Cambridge- sonreí falsamente-, sobretodo porque no tiene las cosas que hay aquí- no tenía vecinas borrachas como ella. Alargué el brazo para que me diera las aspirinas y me fui del apartamento.
Me quedé un momento parada en el rellano, delante de la puerta de Louis. La existencia de Kylie no estaba en mis planes. Nunca había pensado en tener que competir por él. Es que ¡era ridículo! Louis y yo éramos un hecho y que Kylie intentara algo con él era absurdo porque sabía que Louis la rechazaría. Aunque, bueno, sería gracioso de ver. El caso es que puede que desconfiara de Louis en algunas cosas pero nunca había desconfiado de su amor, al igual que yo nunca había dejado de quererle, y Kylie, simplemente, no tenía sitio en esta ecuación.
Llamé a la puerta y Louis rápidamente me abrió.
-¿Por qué has tardado tanto?- me preguntó de golpe.
-No las encontraba- moví la caja de aspirinas, provocando que sonaran, y entré-. ¿Has desayunado ya?
-Sí. Te estaba esperando- me sorprendió al ponerse delante de mí y coger mis manos.
Aún seguía teniendo los ojos escocidos y su aspecto era bastante lamentable, en general: su pelo estaba enmarañado, tenía barba de tres días y su ropa estaba tan arrugada que dudaba que se la hubiera planchado alguna vez desde que había venido a Oxford. Pero, por tonto que pareciera, este era el Louis que más me gustaba, el que parecía más real, el que no trataba de aparentar. No llevaba chaquetas de cuero, ni tenía su pose de tipo duro, ahora sólo era Louis, mi Louis de siempre y verle así, tan natural, me hacía recordar lo asqueroso que era el tiempo cuando no lo pasaba a su lado haciendo tonterías.
-¿Para qué?- inquirí.
-Tenemos que hablar.
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