Capítulo 69
Podrían pasar una y mil vidas y me seguiría sintiendo culpable por dejarle, aún sabiendo que era lo correcto y lo más sensato de hacer. Podría estar equivocada, todavía era joven, pero nadie, en toda mi vida, me haría sentir tan viva como Louis Tomlinson.
Cerré el pequeño cuaderno al que una vez puse el título de 'Louis' y dejé el bolígrafo a un lado de la mesa. Me froté la cara con las manos y deshice el moño desaliñado que me había hecho. Guardé el cuaderno en un lugar seguro en mi habitación y me aseguré de que nadie, si le daba por rebuscar, lo encontraría. Bajé las escaleras hasta el salón y vi que Will estaba poniendo la mesa.
-Gracias por quedarte- murmuré tras seguirle hasta la cocina y coger los vasos para ayudarle.
-No hay de qué. Total, tampoco tenía nada mejor que hacer- rodé los ojos. Había estropeado el momento con su sarcasmo.
-Con un de nada habría bastado- mascullé.
-Lo sé- él sonrió.
No sabía por qué William me protegía tanto. Me resultaba un tanto extraño porque no nos conocíamos desde hacía mucho pero había algo en él que me daba seguridad. Tal vez fuera que él, como había dicho otras veces, estaba completamente solo, y puede que se sintiera con la necesidad de proteger a alguien más que así mismo, puede que necesitara compañía.
Cenamos mientras él me hablaba de temas banales, intentando distraerme de Louis. Will era divertido pero su humor a veces era un tanto extraño, un poco retorcido. Eso sí, no podía negar que tenía gracia. Si contaba algo gracioso podías acabar llorando de la risa.
-¿Puedo quedarme a dormir aquí esta noche?- preguntó al acabar la cena.
Le miré perpleja y un poco boquiabierta. Lo veía un poco raro e inapropiado ya que él vivía en la casa de al lado.
-¡Es broma, mujer!- se empezó a reír descontroladamente y bufé-. ¡Tenías que haberte visto la cara!
-Claro, muy gracioso...- forcé una sonrisa y ambos nos levantamos.
Llevamos las cosas de nuevo a la cocina mientras William se seguía riendo. Lo recogimos todo y él se puso el abrigo para marcharse. Le acompañé hasta la puerta para despedirme. Antes de salir se giró y me habló.
-Cuando dejes de pensar que soy un maltratador hablamos- me guiñó un ojo aposta, para que me sintiera aún más incómoda e hizo ademán de salir por la puerta pero le frené.
-No pienso que seas un maltratador, Will- él se giró con el ceño fruncido.
-¿Por qué no?- preguntó totalmente serio-. Podría serlo. Podría tener a todo el cuerpo de policía engañado. Es un buen plan. Nadie me descubriría. Nadie sospecharía nunca de mí- me observaba detenidamente, con los ojos entrecerrados mientras me hablaba.
-No eres un maltratador- repetí mis anteriores palabras más lentamente. Sus ojos azules me miraban sin entender y puso esa mirada de desafío que le salía a veces.
-No debes fiarte nunca de nadie, Trish Parker.
Se subió el cuello del abrigo y se marchó con las manos en los bolsillos. No entendía a qué había venido eso pero había una cosa que estaba clara, y no necesitaba a William para saberlo, la vida misma me lo había enseñado: no puedes fiarte ni de tu propia sombra.
POVLOUIS
Llamé a la puerta del apartamento con agresividad. No es que estuviera de mal humor, de hecho, me encontraba muy tranquilo, pero quería hablar con Kylie ahora y no iba a esperar.
La puerta se abrió con cuidado y su cabellera rubia apareció por detrás. Me observaba sin decir nada.
-Sé que has sido tú- le restregué por la cara el paquete dónde, la noche anterior, había estado la hierba. Con la forma en la que me miraba sabía que, en efecto, me lo había dejado ella. Además, no conocía a ninguna otra persona en Oxford más que ella y mi casera, y no creía que aquella mujer fuera a dejarme un paquete de droga en el rellano.
-Pensé que la necesitarías- susurró. ¿Por qué podía mostrarse así de inocente hablando de este tema?
-¿Te parezco un tío que la necesite?- inquirí, aún sabiendo que sí.
-¿De verdad quieres que te conteste a eso?- arqueó una ceja y levantó la mano para coger el paquete-. Te lo has terminado entero.
-Sí, si hoy me echan del trabajo será por tu culpa.
-No es bueno tomar tanto y menos estando tú solo- me intentó concienciar.
-Entonces, ¿para qué coño me lo das?- exclamé. No entendía qué pretendía.
-Porque vi cómo estabas ayer y conozco a gente que pasa por lo mismo. Conozco sus reacciones. Conozco lo que necesitan- puede que fuera verdad y conociera a yonkis suicidas, no me extrañaría, pero yo no era así.
-No, nadie pasa por lo mismo que yo- lo mío era mucho peor. Mis recuerdos, a lo largo de mi vida, no los tenía nadie más que yo.
-¡Claro que sí!- me contradijo-. Deja de ser tan egocéntrico. No eres el único que sufre por amor.
-Si sólo fuera eso...- suspiré-. Créeme, es mucho peor.
-Créeme tú también, hay gente que tiene la vida mucho más jodida que tú y que yo.
-Está claro que no sabes lo que es sentirte odiado por tu propia madre ni saber el daño que le has hecho a miles de personas porque eres un cabrón. No tienes ni idea de lo que es cargar con eso. Y, además, añadámosle que la única persona que era capaz de quererte se ha esfumado porque, como a muchas otras, le jodiste la vida- no fui consciente pero acabé casi chillando en medio del pasillo.
-Amigo- murmuró Kylie en voz baja-, sé que estás jodido pero no la tomes conmigo porque sólo trato de ayudarte.
Podía notar la verdad en sus ojos, era pura, sus intenciones eran nobles. Se me daba calar bien a las personas y preferiría que Kylie fuera una zorra poligonera pero, por desgracia, me había topado con una tía amable y leal, y aún no entendía por qué se portaba así conmigo.
-¿Por qué lo haces?-susurré.
-Porque te entiendo. Yo... también tuve una época jodida y no está bien ver cómo todo el mundo es un lugar frío, oscuro y desolador. Esa no es la forma de enfrentarse a la vida.
-¿Qué vida? Si ya no está ella...- me quedé pensando en el suave tacto del pelo de Trish entre mis dedos. Kylie sonrió cruzándose de brazos.
-Eres un romántico empedernido. Nunca lo hubiera pensado- vi cómo me miraba maravillada, como si fuera una especie de criatura única.
-Di lo que quieras. Romántico o no, sigo siendo un cabrón.
Volví a casa a por las llaves y nos fuimos a la universidad, ella a estudiar y yo a trabajar. Al finalizar mi turno regresé al apartamento solo, Kylie aún tenía clases. Hacía una cierta brisa que me estaba dejando las orejas heladas y, en esos momentos, echaba de menos cuando Gemma me obligaba a ponerme uno de esos gorros de lana. Iba tan metido en mis pensamientos que, cuando fui a abrir la puerta de la casa, pasé por alto a la persona que se encontraba apoyada en el portal.
-Sí, también es un placer volver a verte- fue en ese momento que me giré y me quedé boquiabierto.
-¿Qué estás haciendo aquí?
-He venido a visitar- murmuró con las manos en los bolsillos.
-¿Por qué?- no quería que estuviera aquí.
-¿Acaso no puedo?
-Harry...- le miré con los ojos entrecerrados. No estaba para bromas. ¿Qué coño hacía aquí? ¿Cómo sabía dónde vivía?
-¿Me vas a dejar pasar o vamos a charlar aquí fuera?- me mostró sus hoyuelos y bufé.
-¿Tú no tendrías que estar en la universidad?- pregunté molesto mientras abría con las llaves.
-¿Desde cuándo te interesa si voy o no a la universidad?
-A mí me da igual pero no sabía que Gemma se había vuelto tan benévola en mi ausencia.
-Mi hermana no sabe que estoy aquí- anunció orgulloso.
-¿Cómo?- me paré en seco antes de entrar en el ascensor-. ¿Te has escapado?- él se encogió de hombros.
-Algo así.
-¿Quién eres y que has hecho con el pardillo de mi amigo?- le miré casi sin reconocerle. Harry haciendo novillos, esto sí que era una novedad.
-¿De dónde venías?- me interrogó.
-¿Qué más te da?- contesté de malas maneras entrando al apartamento. Me puse a un lado y cerré la puerta después de que pasara.
-O sea que aquí es donde vives a costa de tu ex-novia...- murmuró tras poner un pie en el piso. Rodé los ojos y sentí las ganas de empujarle contra una pared. Tenía una hostia en la cara. Harry podría ser muchas cosas pero a veces era peor que un grano en el culo.
-Deja el tema- musité serio.
-Sabes que he venido aquí para saber como estás, ¿no?- dijo adueñándose del sofá-. Ya que tú no te dignas a ir a vernos...- eso iba con rencor.
-No puedo pensar en volver a Cambridge. No me siento cómodo en esa ciudad.
-¿Nunca volverás? Y ¿qué vas a hacer cuando Trish vuelva?- le miré molesto.
-Pues volver, está claro. Con ella es distinto. Mi lugar está dónde esté ella pero ahora no... espera- incliné la cabeza hacia un lado sospechando-, ¿tú sabes donde está Trish?
Harry apartó la mirada de mí y su rostro se volvió serio.
-No te lo voy a decir, si es lo que piensas.
-¿Perdón?- tosí.
-Me has oído.
-¿Eres imbécil o te lo haces?- me puse delante suya para que no pudiera hacer otra cosa más que mirarme a la cara.
-Ella tampoco sabe dónde estás tú, ¿por qué debería decírtelo?
-¡Porque soy tu mejor amigo!
-Y eso no me ha traído más que problemas...- me miró con una sonrisa pícara en su rostro.
-Si has venido aquí para ser un coñazo, te puedes ir- me fui a la cocina a por algo de comer.
-Escúchame, Trish está bien, te lo prometo, y no va a hablar contigo en un tiempo- declaró y sentí cómo el fuego corría por mis venas después de soltarme eso.
-¿Por qué?
-¡Porque es lo mejor!- elevó la voz-... para los dos. Necesitáis un tiempo separados, Louis, lo vuestro no era sano.
-¿Y tú la apoyas?- grité.
-¡Fue idea mía!- exclamó y yo me quedé perplejo.
-¿De que lado se supone que estás?- le miré sin reconocerle. Era yo el que había sido su amigo toda la vida, no ella.
-¿Desde cuándo hay lados? Estoy mirando por el bien de los dos.
-No, estás mirando por su bien.
-¿Sabes cuál es tu problema? Que estás obsesionada con ella- escupía las palabras como si de veneno se tratasen.
-¿Y? ¿Qué hay de malo en eso?
-Que eso no es amor- soltó y me acerqué a él empujándole con fuerza contra el respaldo del sofá.
-No me vengas con gilipolleces y me sueltes que lo que siento por ella no es amor porque soy capaz de dislocarte el hombro en menos de un segundo- aunque estaba poniendo resistencia a mi empuje, una ligera sonrisa se esbozó en sus labios.
-Me lo acabas de demostrar. La solución a tus problemas está en echarla de menos.
¿Echarla de menos? No, él no tenía ni idea. Le solté e hice como que no había pasado nada pero en mi interior me estaba riendo. Harry no sabía nada. Su ausencia lo único que me provocaba era dolor, angustia, terror y un miedo a estar solo que no podía soportar. Hacía que tomara malas decisiones como tomarme una paquete entero de maría o emborracharme hasta tal punto que mi sistema sanguíneo se convertía en ron. ¿La solución a todo eso? Era fácil. Se llamaba Trish Parker.
POV TRISH
Los días pasaban y, aunque no quisiera admitirlo en voz alta, echaba de menos a Louis. Después de habérmelo confesado a mí misma que le seguía queriendo, seguía pareciendo malo admitírselo a los demás.
Harry era partidario de que me diera un tiempo, lejos de todo, aún sabiendo lo peligroso que podría ser Louis en un estado tan vulnerable. Sin embargo, dijo que él lo tenía todo bajo control.
Will, por otro lado, me animaba a que siguiera yendo a la universidad y no dejara de lado mis clases. En efecto, era lo mejor que podía hacer estos días. Estudiar me mantenía alejada de mis pensamientos y hacía que los días se hicieran más cortos. No fue ninguna sorpresa que en poco tiempo me convirtiera en la primera de la clase, no hacía más que incar codos.
Fueron pasando las semanas y cada vez me sentía mejor conmigo misma, con el mundo, pero el vacío en mi pecho seguía presente, lo seguía sintiendo fuera a dónde fuera e hiciera lo que hiciera.
Las personas entran en tu vida por una razón concreta, eso era siempre lo que leía en los libros, y era cierto. Estaban las que entraban, hacían su trabajo y salían de ella tan rápido cómo habían venido y luego estaban las que entraban para quedarse. Cada uno elegía quién se quedaba y quién se iba y mi corazón no estaba dispuesto a dejar marchar a Louis, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Al terminar de escribir las palabras en mi cuaderno, tomé una decisión. Habían pasado muchos días, interminables, y puede que fuera hora de hacerle una pequeña visita a Louis, aunque sólo fuera para verle cinco minutos, pero quería tenerle delante de mí y quería poder mirarle con mis propios ojos, quería saber que seguía siendo real. Me fiaba de Harry pero necesitaba comprobar por mí misma que estaba bien y que esto no estaba siendo un completo error, que era lo mejor para los dos.
En ese momento llamaron a la puerta. Bajé a abrir y dejé pasar a William que venía con una carta en la mano.
-¿Qué es eso?- le pregunté con curiosidad.
-Estaba en tu jardín, se ha debido de caer del buzón- me la tendió y la cogí. La abrí con agilidad y le eché un vistazo-. Es de la universidad... para la matrícula del curso que viene y eso...- la volví a meter en el sobre y lo dejé sobre la mesa mientras Will me miraba expectante.
-¿Cuándo acabas?
-A finales de abril, pero los exámenes los tengo a mediados de mayo. No me queda mucho.
-¿Cómo te van las clases?- preguntó quitándose la bufanda.
-Bien, me van bien. ¿Quieres un té?- comenté dirigiéndome a la cocina y sintiendo como él me seguía por detrás.
-Sí.
Me ayudó a prepararlo y cuando lo hubimos servido, nos apoyamos en la encimera y estuvimos un rato hablando. Hacía varios días que no le veía y me estuvo poniendo al día de su vida, la cuál no era muy larga, sólo me informó de los casos que había tenido en la comisaría.
-He pensado en ir a ver a Louis- Will dejó su taza lentamente en la mesa.
-¿Qué?
-Le echo de menos, creo que ha pasado el tiempo suficiente... ¿no?- por la cara que me estaba poniendo me estaba haciendo dudar. ¿Acaso no habían pasado suficientes días? ¿Semanas?
-Él te estuvo engañando durante... ¿cuánto? ¿Seis meses? ¿Más? ¿Te riendes al cabo de unas pocas semanas? Ni siquiera ha pasado un mes- parecía molesto.
-¿Qué tiene eso que ver?
-No lo sé... dímelo tú- su rostro y su tono de voz me dejaban claro que no estaba de acuerdo con mi decisión.
-¿Por qué no quieres que vaya?- le encaré con los brazos cruzados. Hablar con él de estos temas era como darme de golpes contra una pared.
-No me parece... adecuado.
-¡Harry estaría de acuerdo conmigo!- exclamé.
-Ya, el problema es que yo no soy Harry- volvió a coger su taza y le dio un sorbo.
-¡Siempre me llevas la contraria! Nada de lo que hago te parece bien- me molestaba su actitud. Él, al contrario que Harry, no conocía nuestra historia, por mucho que se la hubiera contado nunca nos había visto juntos, ni sabía lo mucho que nos necesitábamos el uno al otro.
-No, Trish, sólo soy alguien que te hace cuestionarte si tus decisiones son correctas o no. Da igual que yo te lleve la contraria o no, tú eres la que decide, pero si empiezas a replantearte mis palabras es porque, tal vez, no estés preparada para verle- bufé y me fui de la cocina.
¿Por qué tenía que ser siempre tan frustrante? ¿Por qué no podía ser una persona normal que me apoyara en mis decisiones como cualquier otro amigo? ¿Cuál era el problema? Siempre estaba hablando con ese tono de sabelotodo y te hacía sentir imbécil a su lado. Podría darme su opinión del tema y dejarse bobadas porque estaba harta de que la gente intentara decirme cosas con segundas intenciones, estaba cansada de tener que pensar en lo que querían decir de verdad. Quería que fueran claras y se dejaran de rodeos.
-¿Te has cabreado?- inquirió al entrar por la puerta, segundos después de mí.
-¡Sí!- dije alzando los brazos y me le quedé mirando. Él no hizo absolutamente nada, se quedó ahí quieto. Volví a resoplar.
-¿Por qué?- preguntó al cabo de un rato con un suave hilo de voz. Me acerqué a él lentamente, cerrando el gran espacio que había entre nosotros.
-Dime por qué te jode tanto que quiera ir a ver a Louis. Y dímelo claro. ¿Por qué?- sentí el calor que irradiaba su cuerpo y cómo los botones de la camisa parecían a punto de estallar de lo apretada que le quedaba. Le miré a los ojos y esperé, por una vez desde que nos conocíamos, que me dijera la verdad al respecto, sin bromas ni moralejas.
-Porque no es bueno para... ti- dijo entre dientes, casi en un susurro.
-¿Cómo sabes que no es bueno para mí si ni siquiera le conoces?
-No es buena gente...
-¿Qué estás diciendo? ¡No le conoces! Hablas como si... espera- en ese momento caí en la cuenta y comprendí lo que estaba pasando y no me gustaba un pelo-, ¿has buscado su expediente?- los ojos de Will cayeron al suelo-. ¿Por qué lo has hecho?- le grité separándome de él.
-Porque quería ver qué clase de gente era. ¡Es un delincuente!
-¡Dios! ¡No le conoces!- volví a repetir por enésima vez en menos de cinco minutos.
-¿Y qué más da conocerle o no? Eso no va a cambiar el hecho de que sea un maldito delincuente, que pone vidas en peligro y podría poner la tuya también.
-¡No sabes de lo que hablas! Él nunca me haría daño.
-¡Ya te lo ha hecho! ¿O te olvidas de que destrozó tu apartamento y todos los recuerdos que tenías en él?
Eso había sido un golpe demasiado bajo y no estaba dispuesta a tener que tragar con esta mierda ni un minuto más. Tener una relación con Louis significaba tener que ir en contra del mundo, defenderle delante de todos, y me estaba empezando a cansar de que el mundo ni siquiera le diera una oportunidad para entenderle.
-Vete- le demandé.
-No- se puso recto y se acercó a mí, intentando molestarme y cabrearme más.
-Vete- repetí.
-Sólo quiero hacerte ver qué clase de persona es porque, está claro, que estás demasiado obsesionada con él como para darte cuenta de que es malo para ti.
-¿Y quién se supone que es bueno para mí?- grité, notando cómo el aire de mis palabras chocaba contra su piel debido a la proximidad.
Sus ojos bajaron por un segundo hacia la parte más baja de mi rostro y por un momento pensé que iba a decir algo pero se quedó callado, luchando contra sí mismo para hablar, porque le notaba sufrir, notaba cómo cada poro de su piel quería expresar sus pensamientos pero sus labios no reaccionaban, no se movían, no hablaban. Me miró a los ojos y su ceño dejó de estar fruncido, se relajó, el azul de sus pupilas reflejaba calma, paz... y, de repente, soltó todo el aire que había estado conteniendo de golpe. Se giró, dejándome sola en medio del salón, cogió rápidamente sus cosas y se marchó, sin decir absolutamente nada.
POV LOUIS
Miré al techo del salón y vi una pequeña araña moviéndose. Me hizo gracia y me empecé a reír descontroladamente. A mis risas se unió Kylie, que se reía sin saber el motivo, problablemente, porque estaba borracha como una cuba, lo que lo hacía más gracioso para mí. Era viernes por la noche y estaba tan colocado y borracho que me estaba riendo de una araña que había en mi techo. Lo más normal, vamos. Estaba espanzurrado en el sofá y Kylie estaba en una posición muy extraña en el suelo.
-¿Por qué te emborrachas todas las noches?- me sorprendió con esa pregunta y en esos momentos no tenía muchas ganas de ocultar la verdad.
-Porque me quiero olvidar de que estoy solo.
Ella me miró con los ojos tristes y, aún sabiendo que cuando estaba sobrio eso me jodía bastante, lo dejé pasar. Me quedé mirando al techo. Tal vez no estaba tan solo, ahora tenía una araña de mascota.
-Oye... ¿qué le pasó al final a tu amigo?- cambié de tema.
-...ah, pues...- le entró hipo y me reí-... salió del armario- aspiré con fuerza, mostrando mi asombro a la historia que me había estado contando antes.
-¿Era gay?
-¡No! Salió del... armario, literalmente... mis amigos le habían encerrado dentro...- se empezó a reír, recordando la escena y yo la seguí.
-¿Quieres más?- levanté la botella de ron.
-Deberíamos parar, Louis...- me levanté, ignorándola y notando cómo todo daba vueltas a mi alrededor. Le fui a echar un poco más en su vaso pero ella me frenó, incorporándose-. No vamos a llegar ni a mañana. Son sólo las nueve.
-¿Qué más da? No tienes nada que hacer mejor que emborracharte conmigo.
-Podría estar con mis amigos... en un local... con más gente...- intentó sugerir.
-Claro que no. Sabes que yo soy más interesante- ella se rió.
-Louis Tomlinson, te lo crees demasiado- se puso en pie, sujetándose en mí y se apoyó en mi hombro. Su aliento era una mezcla entre ron y vodka y eso, mañana, le iba a a pasar factura-. Será mejor que me vaya. No quiero que los dos acabemos en el hospital. Y esto- dijo quitándome la botella de las manos-, me lo llevó.
-Sí, mamá...- contesté y la acompañé hasta la puerta.ABrí y ella salió.
-Vente mañana a mi casa.
-Vale- la sonreí y ella se acercó a darme un beso de despedida.
De lo mareado que estaba, me moví sin querer hacia un lado cuando ella me fue a dar el beso y me lo dio demasiado cerca de mis labios. Me quedé quieto. Eso había sido extraño y ella también lo había notado. Lo que ninguno de los dos habíamos notado era que había una persona al borde de la escalera a la que no dejábamos pasar. Fue cuando mis ojos enfocaron en su rostro que descubrí de quién se trataba.
-Trish...
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