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Capítulo 66

POV TRISH

Me estaba volviendo loca. Horas después de hablar con Louis me arrepentí de haberle llamado. Sabía que no tenía hablarle para poder deshacer ese vínculo tan raro que tenía con él, pero el imbécil de William me había confundido y ahora volvía a estar como al principio. Mi cabeza odiaba lo que sentía mi corazón y mi corazón odiaba lo que decía mi cabeza. Yo estaba en medio de los dos, sin saber a cuál hacer caso. Me odiaba por ser tan débil y por no tener lo que había que tener para olvidarme de él, y me odiaba por no mandar a la mierda el orgullo y estar con la persona que me hacía feliz.
En definitiva, me odiaba y odiaba lo que sentía, y odiaba que no tuviera una relación fácil y sencilla, y odiaba que todo en mi vida siempre acabara mal, y no estaba dispuesta a que esto fuera otro fracaso, y tampoco estaba dispuesta a que acabara mal parada. Debía ceñirme a mi plan inicial y olvidarme de todo, encerrarme en mí misma y alejarme de todo lo tóxico que suponía estar con Louis, aunque al hablar con él me haya hecho sentir infinitamente mejor que estos últimos días.

Era casi medianoche y no era plan de llamar a esas horas a Harry, lo haría mañana. Me tumbé tal como estaba en la cama y, en la misma posición, me desperté al día siguiente.

*

En la televisión no echaban más que basura y no era sábado para poder ver Buscadores de Fantasmas. Pasaba los canales aburrida hasta que me acordé de algo. Louis, una vez, quiso que viera una serie. ¿Cómo se llamaba? No me acordaba del título, sólo que tenía algo de horror. Busqué en internet y la encontré, American Horror Story. Podría verla. No tenía nada mejor que hacer y era de día, por lo que ayudaba a que no me cagara de miedo. Hubiera preferido mil veces ver esto con él y no sola pero tenía curiosidad por saber por qué él quería tanto que la viera. Saqué el portátil y me descargué los primeros capítulos. Cuando estaba por el segundo, llamaron a la puerta. Dado que no había nadie que supiera que estaba viviendo allí y sólo había una persona con la que hablaba, estaba claro de quién se trataba y no estaba dispuesta a malgastar mi tiempo abriendo la puerta. Además, eso supondría levantarme del sillón y no estaba por la labor.

-Trish, abre, sé que estás dentro.

Gritó desde fuera cuando se cansó de llamar al timbre y aporrear la puerta.

-Ábreme o tiro la puerta abajo. Puedo hacerlo- me amenazó-. Soy policía- odiaba cuando usaba su posición para engrandecerse-. ¡Voy a hacerlo!

-Dios...- farfullé y me levanté de mala gana.

Nada más abrir la puerta vi cómo William estaba cogiendo carrerilla para intentar echar la puerta abajo.

-¿De verdad ibas a hacerlo?- exclamé.

-Claro que sí. No me abrías.

-¡No puedes hacer eso!

-¿Por qué no?- preguntó inocentemente-. Soy el jefe de policía.

-No puedes tirar una puerta abajo cuando alguien no te deje pasar, eso no está bien. Estás mal de la cabeza.

-Dime algo que no sepa- sonrió con su peculiar carisma.

-¿Qué haces aquí?- le demandé con dureza. No quería que se pensara ni por un segundo que le había perdonado por lo de ayer. Me había fastidiado mucho y aún seguía enfadada.

-¿Puedo pasar?- inquirió.

-No- entorné la puerta conforme hablaba, para que solo se me viera la cabeza.

-Tengo que darte algo.

-Me lo puedes dar aquí fuera- él se me acercó.

-Es tu nuevo DNI y todo el dinero que perdiste. No voy a sacarlo en medio de la calle- sabía que eso no era excusa, me lo podía dar igualmente, pero le dejé pasar.

Le dirigí hasta el salón y sacó todo lo que dijo que tenía mío.

-Esto es como disculpa por lo de ayer- puso una mueca. Parecía que la palabra disculpa no era bien recibida en su vocabulario.

-Gracias, pero sólo has hecho tu trabajo- rodé los ojos y le cogí las cosas de las manos. En efecto, era todo lo que llevaba en la cartera que me robaron.

-Normalmente tarda una semana ¡y yo te lo he hecho en un día!

-Vaya, te habrás herniado- por su expresión noté que no estaba contento con mi actitud.

-Te contaré todo lo que me pediste ayer.

-¿El qué?- pregunté. ¿Estaba dispuesto a negociar mi perdón? Me hacía gracia.

-Tú me contaste lo de tu novio y yo... te contaré mi historia- me quedé dudando un rato. No me importaba lo que tuviera que contarme pero por otra parte era una cotilla y no me aguantaba las ganas a conocer su historia y quién había sido la persona que le había convertido en el gilipollas que tenía delante.

-¿No se supone que tendrías que estar trabajando?

-Me he escaqueado- aclaró-. Son las ventajas de ser el jefe.

-Siéntate- le mostré el sofá. Le daría una oportunidad.

POVLOUIS

-Esta universidad es rara- musité.

-¿Por qué?- preguntó Kylie.

Hacía un día soleado y estaba hasta los huevos de los putos días soleados. Desde que llegué sólo había hecho sol, sol y más sol y estaba harto porque no me acompañaba a mi estado de ánimo. Quería que lloviese e hiciera frío, que nevase, incluso, pero no que hiciera solo.
Kylie me había pedido que la fuera a buscar al salir de clases porque decía que tenía caminar y no estar todo el día metido en casa. ¿Qué coño sabría ella y por qué le daba tanta importancia a lo que hacía yo? Aún así me dejé convencer.

-No sé... estoy acostumbrado a la de Cambridge, supongo.

-¿Cambridge? ¿Has estudiado en Cambridge?- preguntó ella emocionada.

-No, yo no... Trish estudia allí.

-¿En serio?- parecía asombrada. Puede que al contarle nuestra historia obviara ese pequeño detalle. Tampoco era muy importante de dónde viniéramos. No tenía por qué decírselo-. Igualmente, creo que Oxford es mejor- añadió.

-Eso pienso yo también- me quise reír-. ¿Qué piensas hacer cuando acabes la universidad?

-Irme a Nueva York y trabajar en Wall Street, está claro.

-¿En la bolsa?

-¡Pues claro! Wall Street es la capital de la venta de acciones al igual que Las Vegas es la capital de las fiestas y el dinero.

-Suena aburrido- murmuré.

-¿Has visto El Lobo de Wall Street?

-Sí, y lo único que no me pareció aburrido de todo lo que hacía DiCaprio fue el sexo- ella se rió.

-Sí, bueno, la película no hace mucha justicia a Wall Street pero, ¿no te pareció apasionante?- me parecía demasiado emocionada para un trabajo tan de mierda.

-¡Pues claro que no! Es una puta basura. Las tres horas de mi vida peor malgastadas.

-¿Y tú qué piensas hacer con tu vida? No te veo con mucha vocación- me acusó.

-Vocación tengo pero no las suficientes ganas.

Eso y que lo que me gustaba realmente, que era la filosofía, no tenía muchas salidas al mercado laboral.

-¿Cuál es tu vocación?

-No te lo voy a decir- estaba empezando a hacer demasiadas preguntas y me estaba empezando a joder tener que contestarlas.

-¿Por qué no?- frunció el ceño.

-No es asunto tuyo- la dejé bastante cortada después de aquello pero no estaba dispuesto a hablarle de cosas que con Trish había tardado meses en decirle.

Esto era lo que odiaba de las personas, todas esperaban que fuera amable y simpático con ellas y yo no era así. Acabábamos de llegar al punto en el que las decepcionaba y veían lo borde y rastrero que podía llegar a ser.

El resto del camino a casa fuimos en silencio y lo agradecí. No me importaba la compañía de Kylie pero hasta cierto punto. Era muy independiente y le agradecía que fuera simpática conmigo pero me gustaba vivir solo y hacer todo solo, y a la única persona a la que le permitía vivir mi día a día conmigo era a Trish. No conocía a Kylie de nada y no iba a comportarme como si fuéramos amigos del alma porque yo ni siquiera la consideraba mi amiga.

-Hasta luego- se despidió ella cuando llegamos a casa y se metió en su puerta.

Saqué las llaves y abrí la puerta. Me quité la ropa y me metí en la ducha. Últimamente, cada vez que necesitaba estar solo me gustaba meterme en la ducha con la botella de ron. Le daba un toque de soltero desgraciado muy triste. Era más emocionante así. Bebía mientras recordaba cómo sentía el tacto de Trish sobre mi piel, la suavidad de sus manos, la gentileza de su roce, la dulzura de sus gestos, la intimidad de sus palabras cuando nos duchábamos juntos, y ahora la había reemplazado por una botella de ron, era penoso. Lo único que tenían en común era una cosa, que hacían que me subiera la temperatura.

Al salir estaba un poco mareado. Me había bebido más de un cuarto de la botella sin tener nada en el estómago. No se me ocurría nada mejor que leer al jodido de Nietzsche. Su visión pesimista del mundo era lo que más se acercaba a mi forma de ser. Querría parecerme a Hume pero, estaba claro que, nunca saldría de mi personalidad nietzscheana.

El tío parecía estar completamente mal de la cabeza. No había más que leer cosas suyas como que los hombres habíamos creado a Dios a nuestra imagen y semejanza. En su época, decir eso estaba considerado casi pecado pero en nuestros tiempos no se alejaba tanto de la forma de pensar de la mayoría de personas y, por defecto, de la mía.

Leyendo hubo una frase que me llamó la atención: Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes.

Me reí amargamente ante la ironía de la situación. No era la primera vez que leía aquella frase pero era la primera vez que sentía que me representaba. Sin embargo, no creía que dijera la verdad sobre mí. Yo no era fuerte. Era un puto débil de mierda, nunca luchaba por nada, me rendía si veía el futuro no iba a ir bien, así que esa frase, por mucho que me intentara definir, me daba asco. Y últimamente también me cuestionaba si de verdad era independiente porque desde que conocí a Trish me había vuelto muy dependiente de ella. O sea que puede que la frase ni me definiera, ni pollas, tal vez, lo que mi mente querría era exactamente eso: ser independiente y fuerte, y sabía que estaba muy lejos de esos puntos.

POVTRISH

-Tengo una hija- anunció William al cabo de un rato.

-¿Qué?- ¿por qué no me lo había dicho antes y me había hecho creer que era un hombre sin corazón y sin familia?

-La tuve con la mujer de mi vida.

-¿Tu esposa?- trague saliva. Si ahora me salía con que estaba casado me iba a tener que tragar todas mis palabras.

-No... no nos llegamos a casar y ella ahora ni me habla.

-¿Por qué?

-El bebé fue inesperado y... yo era muy joven. No podía cargar con esa responsabilidad y no quería. Ella era americana y yo me vivía allí con ella. Me volví a Reino Unido y la dejé tirada. Helen no me dejó a ver a la niña cuando nació y solo la he visto un par de veces en toda mi vida, ella tampoco quiere mantener ninguna relación conmigo.

Notaba el dolor de sus palabras. El dolor de un padre al que se le ha prohibido querer a su hija y ese es el peor sentimiento al que puedes rechazar. Hay hombres que cometen errores dejando tiradas a las mujeres cuando se quedan embarazadas y él lo cometió, pero después se arrepintió y ni siquiera le habían tenido eso en cuenta, simplemente, le borraron de sus vidas y, por la tristeza de sus ojos, se notaba que él no las había borrado de las suyas.

-¿Te arrepientes de haberlas dejado?- susurré con el mayor tacto posible.

-Hasta hace unos años no... porque simo no hubiera podido obtener mi trabajo, pero ahora sí. Me ha costado veinte años llegar a comprender la importancia de tener una familia y ahora es demasiado tarde.

Me miraba con una intensidad en los ojos como si quisiera decirme algo. La familia siempre había sido importante para mí porque cuando tuve una de verdad no tenía la edad suficiente para poder apreciarla y ahora veía cómo, poco a poco, me estaba quedando sola.

-Esa es una de las razones por las que no creo que valga la pena que estés con un chico si te separa de tu familia. Soy contrario a esas cosas, lo siento.

-Tú no lo entiendes. No es él el que me separa de mi madre... ella se margina sola porque no le gusta Louis.

-Lo único que no quiere es que te destroce la vida.

-¡Y lo entiendo! Yo la entiendo, pero ella ni siquiera le ha dado un oportunidad a Louis- me estaba tratando más bien como si fuera mi padre y eso me hacía sentirme rara-. ¿Echas de menos a tu hija?

-No. No puedo echar de menos algo que nunca tuve pero me maldeciré toda la vida por haberlas abandonado a ella y a su madre.

-Y ahora... ¿estás solo?- era triste ver cómo una persona se encontraba sola en este mundo. Nadie quiere verse en esa situación.

-No, tengo una vecina tremendamente pesada y estridente- le sonreí.

-No puede ser. Tienes que tener a alguien más.

-No hay nadie que merezca la pena. Mis padres murieron, no tengo hermanos y mis familiares viven en Irlanda.

-Lo siento- murmuré despacio.

-No lo hagas. Estoy bien. Después de tanto tiempo te acabas acostumbrando y, además, sino no podría dar consejo a jóvenes como tú que van perdidos por el mundo.

-Gracias- musité a la vez que me fijaba en sus ojos azules.

Reflejaban el gran dolor de una pérdida. El primer día que me fijé en ellos sentí que eran demasiado claros pero, lo que pasaba era que estaban vacíos, no había nada que los alegraran. Tenían capas y capas de polvo sobre ellos después de pasar años sin ver la felicidad.

-Después de toda esta historia... ¿me perdonas?- arqueó las cejas esperando una respuesta prometedora. Fruncí los labios.

-Supongo que sí.

*

Pasaron tres días hasta que mi móvil volvió a sonar y la pantalla se iluminó mostrando el nombre de Louis. Las manos me temblaron conforme cogía la llamada.

-¿Sí?

-Sé que me pediste tiempo y sé que esto no es lo más parecido a eso pero necesito decirte algo- parecía nervioso y acelerado. No sabía por dónde me iba a salir y me daba miedo.

-Claro, dime.

-No has hablado con Harry, ¿verdad?

Se me había olvidado completamente llamarle. El día que iba a hacerlo, Will me entretuvo.

-No, me he enganchado a American Horror Story y no me lo puedo sacar de la cabeza.

-¿Estás viendo American Horror Story?- sonaba sorprendido a la vez que emocionado, como si no se lo esperara.

-Sí- respondí con timidez.

-¿Y eso?- comentó con curiosidad.

-No sé... dijiste que querías que la viera.

-Sí, pero no me esperé que fueras a hacerlo de verdad y menos... ahora-  ahora que no estábamos juntos, querría decir. Me quedé callada sin saber qué decir.

-Me gusta.

-¿En serio? No creí que fuera a gustarte.

-Tampoco es que me apasione ver asesinatos y gente muerta- escuché cómo soltaba una risilla al otro lado de la línea-, pero tú querías que la viera por la relación de Tate y Violet y... eso me gusta.

-Lo sé. Es intensa.

-Intensa y macabra- añadí.

-Pero pasional.

-Y llena de mentiras.

-Muestra un amor que supera la barrera de la muerte, uno que te consume, que te hace querer pasar todos los minutos de tu vida con esa persona en una misma casa.

-Que te mata.

-Y que te hace más fuerte.

Sentí que ya no estábamos hablando de la serie, precisamente. Nos quedamos los dos en silencio mientras lo único que se oía era el silencio de nuestras respiraciones entrecortadas, nerviosas por hablar el uno con el otro, reprimiendo palabras que, estaba segura, los dos querríamos decir pero las ahogábamos en suspiros.

-Te llamaba para decirte algo sobre Harry- acabó diciendo él después de un buen rato.

-¿Qué? ¿Está bien?- después de lo que me contó sobre su problema me asusté.

-Más o menos... no lo sé, me ha contado algo que... no sé cómo tratarlo, no sé que decirle, por eso te llamo a ti. Estoy seguro de que él te hubiera llamado a ti antes que decírmelo a mí pero como piensa que le odias me ha llamado a mí y... ¡sabes que no soy bueno dando consejos!

-Pero ¿qué ha pasado?- pregunté nerviosa.

-Él y Fletcher...

-¿Qué?- exclamé conteniendo el aliento.

-Se han besado.




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Hola babes, sé que subo muy esporádicamente pero no creo que pueda subir más a menudo por el tema dela universidad y demás. Es pero que no os moleste mucho. Subiré una vez a la semana y si puedo hacerlo dos pues mejor. Gracias por leer, os adoro :)


Patri xx

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