Capítulo 60
POV TRISH
-¿Para cuándo lo podríamos tener?- pregunté, cansada de obtener siempre la misma respuesta.
Era el tercer apartamento al que llamaba y los anteriores me habían dicho lo mismo, que tenía que reservarlo con, al menos, dos semanas de antelación. Nosotros no teníamos dos semanas, lo necesitábamos ya.
-¿Cuándo lo quieren?- me preguntó la mujer al otro lado del teléfono.
-Lo antes posible.
-¿El martes por la mañana?- casi grito de alegría.
-¡Sí! Dios, sí. ¡Muchas gracias!- le hice a Louis un gesto, levantando los pulgares, para informarle de que ya teníamos apartamento.
-La casa fue desalojada por última vez la semana pasada, por lo que está limpia. Los anteriores inquilinos también eran estudiantes, como vosotros- me aclaró. Eso me trasmitía más confianza. Tenía buenas expectativas en este apartamento.
-¿Por qué se fueron?- pregunté con curiosidad. Tampoco era normal que se fueran a mitad del semestre. Tenía que informarme. No quería alquilar una casa que tuviera averías.
-Bueno, no está en una zona transitada, que digamos. Las discotecas y los pubs están un poco alejados y ellos decidieron irse a un piso más céntrico. Espero que eso no sea un inconveniente para vosotros. El barrio es bueno y tranquilo.
-Oh, no- suspiré aliviada a nosotros eso nos da igual.
Estuvimos hablando un poco más del dinero y la recogida de llaves y colgué.
-Por fin- murmuré tirando el móvil en la cama. Louis me desvió su mirada del libro que estaba leyendo para prestarme atención.
-De los tres que nos gustaban era el más pequeño. Vamos a vivir en una pocilga.
-Pocilga será tu habitación.
-¿Mi habitación?- alzó una ceja en desconfianza-. ¿Cuántas habitaciones tiene la casa? Si vivimos juntos no voy a dejar que duermas en una cama que no sea la misma que la mía- se levantó serio y me cogió de la cintura.
-Sólo hay una habitación, pero como te comportes como un imbébil, dormirás en el sofá.
-Creo que no tengo suficientes condones para lo que se aproxima. Tendría que salir a comprar más.
-Que duerma contigo no significa que vaya a acostarme contigo todas las noches- me zafé de su agarré y me fui hacia la puerta de la habitación.
-Técnicamente, sí que te acostarás conmigo si dormimos en la misma cama.
-Me has entendido- entrecerré los ojos y salí hacia el pasillo.
Llevaba todo el fin de semana escondida en casa de Louis. No había contestado ninguna de las veces que mi madre me había llamado y eso, seguramente, había empeorado las cosas. Creo que estaba removiendo cielo y tierra para encontrarme, hasta llamó a Harry para preguntar si sabía dónde estaba, toda una ironía.
Deseaba que todo esto fuera parte de una pesadilla. Louis se había estado comportando de forma extraña estas últimas horas y me preocupaba. ¿Qué pasaba si no quería ir a Oxford y, ahora, era yo la que le estaba forzando a irse? No quería obligarle a nada. No tenía por qué obligarle a que viniera, podríamos irnos a un sitio más cerca, en el propio Cambridge, o podría irme yo sola y que él siguiera viviendo aquí, una relación a distancia puede que no fuera algo tan complicado...
-Cállate- Louis me sorprendió por detrás, al bajar las escaleras.
-Pero si no he dicho na...
-Estabas pensando- me cortó él. Le miré con la boca medio abierta, mientras él me pasaba por delante.
-Sí...- balbuceé.
-Pues eso. Para- me miró de lado, como si supiera en lo que estaba pensando y él quisiera que dejara de armarme líos mentales.
Me quedé un rato parada, en medio de la escalera, pensando en lo que acababa de pasar y en lo que estaba a punto de pasar en mi vida. Al bajar, vi a Gemma terminando de hacer la comida, Harry poniendo la mesa y Louis tirado en el sofá, pasando los canales de la televisión sin interés alguno.
-¿Creéis que es la mejor decisión?- preguntó Gemma mientras comíamos. Noté que me estaba mirando y levanté la vista, encontrándome con una mirada preocupada y llena de simpatía.
-Sí. Ya está más que decidido- respondió Louis serio, queriendo aparcar el tema.
-Podéis quedaros aquí, no tenéis por qué iros tan lejos...- musitó la chica.
-Gemma...- le adviritó Harry a la vez que Louis estalló indignado.
-¡No nos vamos a quedar! ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? Trish tiene que alejarse de aquí. Ésta es una ciudad de mierda y siento que tu vida también lo sea.
-¡Louis!- le llamé la atención pero él, cogió y se levantó de mala leche de la mesa, dejándonos a los allí presentes con un gran malestar en el cuerpo por cómo acababa de tratar a Gemma-. Lo siento- me disculpé por él, pero la chica no despegaba sus ojos del plato, no queriendo levantar la cabeza. Harry tenía los labios apretados y el ceño fruncido, estaba enfadado.
-No pasa nada- susurró Gemma con una voz casi inaudible.
-Sí, sí que pasa- masculló Harry pasándose una mano por el pelo, disgustado con la situación y con su amigo.
Sólo había sido un simple comentario y Louis se había puesto como una fiera sin motivo.
-Voy a hablar con él- me levanté de la mesa dejando la mitad de la comida en el plato y me subí a la habitación dónde, suponía, encontraría a Louis. Estaba apoyado en la ventana, con un cigarro en la mano, echando el humo de su boca hacia fuera.
-Si vienes para echarme la bronca te puedes ir por donde has venido- sentenció echando una calada.
-No vengo a eso. Vengo porque quiero saber por qué te has puesto así. ¿Estás bien?- me adentré un poco más en la habitación, cerrando la puerta ligeramente para que los de abajo no escucharan la conversación, por si Louis volvía a decir alguno de sus improperios.
-Estoy cojonudo- volvió a darle otra calada.
-¿Me das uno?- esta vez no pasó de mí; se dio la vuelta y me hizo caso.
-¿Un qué?
-Un cigarrillo.
-Por supuesto que no- se guardó la cajetilla en el bolsillo interno de la chaqueta, lejos de mi alcance.
-¿Por qué no?- mostré mi indignación acercándome a él con los brazos cruzados.
-Porque tú no fumas.
-¿Y? Que me fume uno no me convierte en una adicta. Esas fueron tus palabras, ¿no?- él se tensó y me miró de esa forma, con la que escondía todas sus emociones.
-No quiero dártelo y no voy a dártelo- sentenció y se dio la vuelta, ignorando mi enfado.
-No me parece justo.
-Nada es justo en esta vida.
-Vale, entonces entenderás que no quiera devolverte tu pequeño paquetito de sustancias, porque no quiero devolvértelo y no voy a hacerlo.
-¿Mi qué?- se paró estupefacto.
-Sé dónde lo tenías, y te lo quité la noche que vine aquí. ¿Qué pensabas? ¿Que iba a dejar que tuvieras eso en tu posesión?
-No me toques los huevos con eso. Dámelo, Trish- me demandó malhumorado. Noté cómo sus ojos se volvían oscuros, como el mar cuando caía la noche.
-Dame el cigarrillo- nos quedamos en silencio uno segundos hasta que tiró la cajetilla de tabaco al suelo.
-¡Dame el puto paquete!- gritó. Me agaché a coger la cajetilla del suelo, ignorando sus gritos, y me encendí un cigarro mientras Louis me miraba ansioso, sin pestañear.
-No lo tengo. Nunca lo he tenido- él me miró sin entender, su expresión había cambiado de enfado a confusión.
-¿Era un truco?
-Sí- contesté simplemente y le di una calada al cigarro, echando, después, todo el humo en su dirección. Él se volvió a girar y se posicionó de nuevo sobre la ventana, expulsando el humo de sus labios hacia la calle.
-Eres buena, Trish Parker- murmuró sin mirarme. Me acerqué a él y eché las cenizas por la ventana.
-¿Me vas a contar ahora qué te pasa?- le miré fijamente y sentí cómo él quería evitar mirarme-. Louis...
-No quiero que interfieran en tu decisión. No quiero que te hagan pensar que todo esto es una locura y que somos dos gilipollas haciendo el tonto porque no, no quiero que te metan cosas en la cabeza- masculló frustrado y volvió a fumar.
-Soy consciente perfectamente de que esto es una locura. Pueden decir lo que quieran, pero no me van a hacer cambiar de opinión. No puedo quedarme aquí- no después de lo que me había dicho mi madre.
-Lo sé. Por eso, Trish. No quiero que te hagan sentir mal.
-Te prometo que no lo harán pero ahora baja y discúlpate con Gemma- él se zafó de mi intento de tocarlo, irritado-. Ella sólo quiere protegerte.
-No, Trish, no digas eso porque no la conoces. Gemma sólo me protege cuando lo cree conveniente y le da la gana, no siempre.
-Entonces con más razón deberías escucharla. Lo hizo con buena intención- él gruñó pero acabó soltando el cigarro por la ventana y bajó al salón.
Cuando llegué, Harry estaba aún serio pero Gemma y Louis parecían haberlo arreglado, aunque la tensión se seguía notando en el ambiente. Terminamos de comer en silencio y yo me subí para terminar de arreglar las cosas para Oxford.
Era domingo, la casa la tendríamos el martes por la mañana, por lo que tendría que coger los billetes de tren para el martes a primera hora. Martes... sonreí como una imbécil. Martes y miércoles.
No sabía cómo ni cuándo iba a volver a mi casa. Tendría que recoger mis cosas y enfrentar a mi madre. Tampoco quería irme sin decir nada; no podía y no quería. Más que nada para ahorrarla tiempo en buscarme en una ciudad en la que ya no iba a estar. Eso sí, no iba a decirle a dónde iba. Era curioso que ella se fuera a mudar en un mes a Estados Unidos. ¿Cuándo pensaba decírmelo? Me sentía inútil cada vez que estaba con ella. Nunca me contaba nada, ni me decía casi nada. Me seguía viendo como una niña pequeña y me daba mucha rabia que no confiara en mí para contarme las cosas más adultas. Habíamos pasado por mucho las dos solas y, solas, seguimos adelante. No entendía cómo ahora me dejaba tanto de lado y me trataba de esta forma. Siempre nos habíamos llevado bien, hasta hacía unos meses. Louis tenía razón: esta ciudad no hacía bien a nadie.
POV LOUIS
-¿Y el apartamento?- preguntó Gemma mientras vertía el té en mi taza.
-Está cerca de la estación, creo.
-Eso es bueno para Trish.
-Lo sé. Creo que ahora mismo está haciendo el pago por transferencia del primer mes.
-¿Tan pronto? ¿Sin haber visto el piso en persona?- su preocupación era evidente. Puede que Trish acabara teniendo razón.
-Tampoco es que tengamos otra opción. Nos tenemos que quedar con ese apartamento sí o sí.
-Supongo que tendrás que buscarte un nuevo trabajo allí- mi amiga le dio un sorbo a su taza y vi cómo apretaba los ojos con fuerza porque, seguramente, se había abrasando la lengua-. ¡Dios!- exclamó. Yo sonreí.
-Sí, supongo que sí- contesté divertido por la situación. Me acerqué a ella mientras seguía haciendo aspavientos con las manos para darse aire-. Necesito que cuides de Harry- susurré. El chico se había ido a su habitación y se había encerrado allí sin decir nada a nadie.
-¿No lo llevo haciendo toda mi vida?- replicó Gemma.
-Sabes que Harry no lleva bien... los cambios.
-¿Te recuerdo quién tiene la culpa de eso?- me echó una mirada fría y llena de resentimiento.
Tal vez mi errores del pasado hayan pasado factura a más de una persona, incluyendo a Harry, pero esos fueron otros tiempos, ni siquiera yo era consciente de lo que hacía. Aunque puede que Gemma tuviera razón y hubiera jodido a su hermano en más de una forma.
-Trish y yo nos vamos a ir y él se va a quedar aquí solo.
-Estoy yo.
-No es suficiente y lo sabes.
-... y Finn- añadió.
Al nombrarle me hizo cambiar de parecer. Gemma podría tener razón. Puede que no se quedara solo del todo, puede que saliera algo bueno de que Trish y yo nos fuéramos. Si nosotros nos íbamos él iba a tener que aferrarse al único amigo que le quedara y ese sería Finn. Puede que acabara todo con un final feliz. Aunque esa era una opción. La otra, y completamente opuesta, era que Harry se encerrara en sí mismo, como había estado haciendo todos estos años hasta que apareció Trish, y sólo se relacionara con Gemma. No podía dejar que eso pasara. No iba a dejar que Harry se quedara echo una mierda por mi culpa otra vez. Ya había cometido muchos errores con él en el pasado y no iba a sumar otro a la lista.
-¿Qué día es hoy?- pregunté.
-Domingo, ¿por qué?
Finn trabajaba los domingos. Me bebí el té de un trago, notando lo mucho que quemaba, y lo dejé sobre la mesa.
-Luego vuelvo- declaré y me puse en pie cogiendo la chaqueta y las llaves de la moto. Harry se pensaba que no sabía dónde las había escondido. Qué ingénuo. Salí y me fui al hospital.
Al llegar vi mucho ajetreo. Había médicos dando vueltas por todas partes. Me estaban poniendo la cabeza como un puto bombo y el olor a medicinas del hospital no ayudaba. Me fui derecho al despacho de Finn pero después de estar llamando insisténtemente por un minuto, nadie abrió. Iba a ir a la secretaría para preguntar dónde se había metido cuando le vi pasar a toda hostia por una esquina.
-¡Fletcher!- grité y salí corriendo detrás de él. Pareció escucharme y se detuvo.
-¿Louis? ¿Qué haces aquí? ¿Tú también estás contagiado?
-¿Qué?
-Ha habido un brote de vómitos y gastroenteritis aguda. Unos huevos en mal estado que han sido vendidos en un mercado. ¿Has comido huevos?
-N..No... creo que no- me quedé dudando en lo que había comido pero mi mente estaba en blanco. ¡Sólo habían pasado dos horas y ya no me acordaba, no me jodas!
-¿Para qué estás aquí entonces? Me distraes- comenzó a andar y casi le pierdo por quedarme pensando en los putos huevos.
-Necesito hablar contigo.
-¿Ahora?
-Es importante.
-Lo siento, Louis, no puedo hab...
-Es Harry.
-¿Otra vez? Ya te he dicho que no soy gay y espero que dejes de intentar lo que sea que estés intentando. Ponle este sedante al paciente de la cabina tres- le pidió a otro médico con el que nos topamos y siguió andando.
-No es eso. Necesito explicarte algo.
-Louis, ¿no ves cómo está el hospital? Ahora no es lo más importante.
-¡Es lo más importante para mí en este puto instante y sólo te estoy pidiendo un puto favor de no más de cinco minutos! ¿¡Es que no hay más médicos en este jodido hospital!?- se paró alarmado por mis gritos y me miró un momento antes de resoplar con fuerza. Lo más probable era que hubiera aceptado porque le intimidaba.
-Anderson- paró a un médico que iba corriendo por el pasillo-, coge estas carpetas y échalas un vistazo, atiende a los pacientes de las cabinas once, doce y trece, y sácale sangre a la mujer de la cabina ocho, creo que ella no está contagiada, pero por si acaso- le ordenó mientras me hacía señas para que le siguiera.
-Pero, ¡doctor Fletcher! No puedo hacer todo esto yo solo.
-Ocúpate de ellos mientras tanto, ahora vuelvo- chilló y se giró hacia mí-. Espero que seas conciso en tu explicación o te voy a tener a ti de ayudante cuando esas personas se pongan a vomitar en un cubo- hice una mueca de asco-. Tú serás el que lo sujete- aclaró.
-Te he entendido, joder.
-Pues empieza- se paró en medio del pasillo y se cruzó de brazos.
-Trish y yo nos vamos a mudar- sentencié poniéndome serio.
-... ¿y?
-Me preocupa Harry.
-¿Por qué? Es mayorcito para buscarse nuevos amigos.
-No... no lo entiendes. Harry tiene... problemas- traté de expresarme sin poner a Harry como un puto enfermo mental. Fletcher se tocó la barbilla.
-¿Un trastorno?
-¿Qué?
-¿Tiende a apartarse de la gente?- era una pregunta pero había sonado más como una afirmación.
-... sí- me aclaré la garganta.
-Ya me he dado cuenta. Conmigo es con él único con el que habla en el hospital.
-Cómo no...- debía habérmelo imaginado antes.
-¿Qué tiene?- preguntó serio.
-TPE.
-¿Trastorno de la personalidad por evitación?
-Sí.
Me sentía como si hubiera traicionado a Harry al decírselo. A él no le gustaba que habláramos de ello, de su problema, ni siquiera lo sabía Trish, y decírselo a Fletcher había sido como romper esa promesa. Pero no podía hacer nada, Fletcher era médico y era normal que, tarde o temprano, descubriera los síntomas.
-¿Por qué?- preguntó Fletcher y no pude evitar recordar el momento en que se lo diagnosticaron.
Gemma entró con Harry a la consulta, mientras yo me quedé fuera, apoyado contra la puerta. Los últimos meses habíamos notado cómo Harry se comportaba de forma extraña. Pasaba mucho tiempo metido en su habitación, ya no hablaba con sus amigos y, lo que más nos extrañó a todos fue que, a la mínima que intentabas acercarte a él, se apartaba, no dejaba que le tocases. Él lo intentaba hacer de forma sútil pero, poco a poco, nos fuimos dando cuenta. Después de la 'broma' que le gastaron mis amigos no había vuelto a ser el mismo. Entendía que le hubiera afectado y que se comportara de forma distinta las primeras semanas pero, meses después, seguía igual y nos empezamos a preocupar. Gemma llevaba meses sin hablarme y ahora, más que nunca, me echaba la culpa de todo lo que le pasaba a su hermano. Yo, simplemente, me limitaba a ignorarla diciéndole que fueron mis 'amigos' los que le gastaron la broma pero ella me conocía para saber que yo también había estado metido en el plan. Discutí con ella cuando me ofrecí a acompañarles a ver al psicólogo para que viera a Harry. Al fin y al cabo, no quería verle mal, me preocupaba su situación. Entraron los dos a la consulta y yo, aprovechando un momento que no había nadie por el pasillo, apoyé la oreja contra la puerta y escuché la conversación.
-Tiene la tensión un poco alta- escuché decir al médico y hubo un silencio prolongado-. ¿Estudias mucho?
-Sí- escuché decir a Harry.
-¿Cuánto al día?- todo el día, pensé.
-Todo el día.
-¿Sales mucho?
-Salgo para hacer lo necesario; ir al instituto, hacer la compra...
-No, me refiero con tus amigos.
-Ah... no- se quedó callado-. Este curso es muy duro y no tengo tiempo casi de salir de casa.
Me tuve que quitar de la puerta cuando vi que la mujer que estaba en secretaría se acercaba. Pasó por delante de mí y se quedó hablando con otra mujer a unos metros de donde yo estaba, impidiéndome pegarme a la puerta. Cuando se hubo ido y pude volver a escuchar, la sesión casi había terminado.
-Tienes un trastorno de la personalidad por evitación. No es muy común lo que te pasa, sin embargo, no tienes por qué alarmarte. Te explico... es un trastorno de la personalidad cuya principal característica es un patrón generalizado de inhibición social, sentimientos de inadecuación, evaluación negativa, rechazo y evitación de la interacción... otra forma de llamarlo es fobia social. Harry, tienes miedo de relacionarte con las personas porque piensas que pueden criticarte, que te pueden avergonzar y se pueden reír de ti. Te aislas, te centras en tu trabajo (en este caso los estudios) para aislarte de los demás, evitas el contacto físico porque lo asocias con estímulos desagradales y te autocriticas. Lo único que te pasa es que estás asustado de la gente. Dime, ¿has sufrido o estás sufriendo bullying?
-No...- balbuceó Harry.
-No- lo reafirmó al cabo de un rato Gemma, para darle credibilidad.
-Entonces, ¿has pasado por algún momento bochornoso que te haya hecho pensar de forma distinta?- nadie respondió.
-Sí- contestó Gemma, al ver que Harry no decía nada-. Hace unos meses, había una chica con la que...
-¡Para!- el grito de Harry fue tan fuerte que me separé de inmediato de la puerta acojonado.
Me fui alejando de la habitación y me senté en los asientos que había en frente de la consulta. Las palabras trastorno de la personalidad no paraban de dar vueltas en mi mente. Había vuelto loco a Harry. Era mi culpa. Era yo el que le había hecho eso, era yo el culpable de que ahora estuviera llorando como un poseso en esa habitación mientras Gemma le contaba al psicólogo toda la historia. Su llanto y esas palabras eran lo único que podía escuchar. Ahora me daba cuenta que todo esto había llegado demasiado lejos, que ya no hacía ni puta gracia. Le había arruinado la vida y nunca me lo perdonaría.
-Un trauma... es una historia jodida, no soy el indicado para contártela- me miré los pies. Me daba asco-. ¿Entiendes ahora lo que trato de pedirte?- susurré.
-Creo que sí- suspiró-. Quieres que cuide de él.
-Sí, algo así- él resopló con ironía-. ¿Podrás hacerlo?
-¿Cuánto tiempo váis a estar fuera?
-No creo que volvamos.
-¿Pretendes que 'cuide' de Harry... toda la vida?
-No. Solo quiero que le eches un vistazo de vez en cuando, que controles que está bien, no quiero que vuelva a decaer.
-¿Ha sufrido depresión?- exclamó Fletcher.
-No- mentí-, pero se encierra en sí mismo. Es tímido.
-Ya...
-Por favor.
-Yo tampoco quiero que esté mal, es un buen chaval- le miré unos instantes y noté cómo en su cabeza debatía el qué hacer-. Pues claro, no puedo decir que no. No te preocupes, le echaré un ojo mientras estés fuera.
-Por lo menos hasta que encuentre a alguien con quién hacer amistad, como Trish- realmente Trish había sido su única amiga desde el incidente.
-Sí, esa chica es un sol. No deberías perderla nunca. Se pasó aquí día y noche mientras estabas inconsciente.
-Lo sé.
-Debo irme si no quiero que Anderson la cague y ponga mal la intravenosa a los pacientes- murmuró caminando por dónde habíamos venido.
-¿Por qué se lo has encargado a él entonces?
-¿Acaso me has dado otra opción?- exclamó un tanto desquiciado y se fue.
-Me voy entonces, pero recuerda, como vea a Harry mal voy a ir a por ti y voy a hacer que pases más días de los que quisieras en este hospital, y no trabajando, precisamente.
-Que sí, Louis. Vete ya, que me estás molestando.
Me dijo que sí como a los tontos, no era gilipollas, pero me fui igualmente; allí sólo estorbaba.
POV TRISH
-Harry, ¿puedo pasar?- dije aporreando la puerta. Desde dentro me invitó a pasar y yo me adentré. Tenía las cortinas echadas y estaba en la mesa del escritorio, haciendo un trabajo, o eso parecía-. ¿Estás bien?
-Claro- murmuró concentrado.
-Venga, Harry, puede que no te haya parido pero te conozco lo suficiente.
-No, lo que pasa es que estudias Psicología y sabes reconocer los síntomas de depresión- me contradijo.
-No, lo que pasa es que soy tu mejor amiga y te conoczco- le contradije yo a él. Eso hizo que levantara la vista de la pantalla del ordenador un segundo-. A penas has comido y nada más acabar te has encerrado aquí. Llevas dos días igual.
-¿Qué quieres?
-Saber que vas a estar bien cuando nos vayamos.
-¿Por qué voy a estar mal?- preguntó indiferente.
-¡Me ofende que me digas eso!- me hice la ofendida de verdad-. ¡Qué bien sienta que te vayan a echar de menos, oye!- musité con sarcasmo. Sus ojos verdes se posaron sobre los míos con una tímida sonrisa.
-Claro que te voy a echar de menos.
-Entonces, ¿por qué no me lo dices?- le devolví la sonrisa, igual de tímida.
-Te lo estoy diciendo ahora- sonreí el doble y él se levantó. Era muy alto. Rodeé mis brazos alrededor de su cuerpo y sentí cómo él apoyaba su barbilla sobre mi cabeza mientras me abrazaba.
-Yo también te voy a echar de menos- vaya que si le iba a echar de menos... me iba a sentir desnuda sin él. Después de tantas noches hablando por la ventana, de tantas tardes de estudio juntos y de tantos momentos en los que era mi único punto de apoyo, me iba a faltar algo cuando me fuera a Oxford.
-Y voy a estar bien, tranquila- me aseguró, frotándome la espalda.
-Te quiero tanto...
-Y yo- justo en ese momento, caí en la cuenta de algo.
-Creo que es la primera vez que te digo te quiero- susurré.
-Lo sé.
-Es guay ¿a que sí? Decirlo por primera vez, digo.
-¡Ya ves! Sólo falta que dejes a Louis y te fugues conmigo- estallé en carcajadas. A veces Harry podía ser muy idiota y me encantaba cuando se portaba así. Habían tenido que pasar muchos meses para que se soltara de esa forma conmigo y ahora no lo cambiaría por nada del mundo.
-Te fugas con ella y te rajo las venas- Louis entró por la habitación y yo me aferré más a Harry, el cual se rió ligeramente. Louis se acercó a nosotros y puso una mano sobre el hombro de nuestro amigo mientras yo seguía entre sus brazos.
-Nos vas a seguir teniendo- le dijo y noté cómo mi corazón se encogía ante sus palabras. Parecía que nos mudábamos a otro continente, por el amor de Dios, sólo íbamos a estar a unas horas de distancia. Éramos todos unos exagerados.
-Lo sé.
-Y Trish va a seguir en la universidad contigo. Nada va a cambiar- le aseguró.
-Sí, sí que va a cambiar... esta casa por fin conocerá la paz- vi cómo Louis intentaba contenerse la sonrisa pero no lo consiguió.
-Eres un cabroncete de mierda.
-Mira quién fue a hablar...
-Y quiero que sepas que estás invitado a ir a Oxford las veces que quieras.
-Pensaba que eso era algo obvio. Soy el mejor amigo de los dos, ¡tengo pase VIP a ese apartamento!
-No te motives...- le aconsejó Louis mientras yo veía divertida la conversación desde un tercer plano.
-No hace falta ni que preguntéis por el padrino de boda porque está claro que voy a ser yo, y el del niño también...
-Te he dicho que no te motivaras, ¿ves lo que pasa cuando recibe tanto amor, Trish?- me cogió del brazo y me separó de él con fuerza-, que se monta sus historias en la cabeza y no hay quien le pare. Yo siempre le he dicho que iba para guionista pero no quiso hacerme caso.
-Si te hubiera hecho caso en todas las cosas que me has dicho durante mi vida, estaría en la cárcel con cadena perpetua.
Nos quedamos los tres entre tonterías en la habitación, disfrutando del que sería uno de nuestros últimos momentos juntos antes de que nos separáramos.
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