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Capítulo 59

POV TRISH

Me puse de pie casi de un salto al ser consciente de lo estaba pasando. La boca se me secó de golpe y me quedé clavada en el suelo, como un palo, sin moverme.

-¿Qué te crees que estás haciendo?- musitó en un tono de voz suave pero lleno de veneno.

Su tez estaba pálida, sus labios fruncidos y sus cejas parecían una sola de lo juntas que estaban. Sus ojos castaños irradiaban odio y muchas más emociones que no era capaz de descifrar. No me atrevía a mirar a Louis, no me atrevía a moverme, no me atrevía a decir absolutamente nada porque no tenía ni idea de qué era lo que podría decir para que no se armara la Tercera Guerra Mundial.

-¿Tú eres tonta?- volvió a murmurar-. ¿Tú es que no piensas, Trisha Parker?- su mirada iba de Louis a mí y viceversa-. ¿¡Cómo te atreves a traerlo a casa!?- exclamó, ahora, fuera de sí. Estaba gritando y noté cómo a mis pulmones les costaba respirar. No quería que se enterara de lo nuestro y menos de esta forma-. ¿¡Cómo te atreves a traer a ese engendro a mi casa!?

-No es ningún engendro- mascullé entre dientes y con un susurro apenas audible.

-¿Cómo dices?- exclamó ella mostrando sus dientes. Parecía un perro.

-Que no es ningún ¡engendro!- grité. Podía decirme lo que quisiera, podía insultarme, podía hasta abofetearme, pero con él que no se pasara lo más mínimo porque acabaríamos mal.

-Por el amor de Dios, Trish... ¡es un delincuente! ¿Es que no lo ves?- gritó-. Creí que Nick me estaba tomando el pelo cuando me lo dijo, pero veo que es cierto.

-¿Nick? ¿Qué tiene que ver Nick en todo esto?- exclamé sin enterarme de nada. Louis se mantenía al margen del tema y mejor, era mejor que no hablara.

-Me lo encontré el otro día por la calle y me dijo que hacía un mes había venido a casa a felicitarte por tu cumpleaños y que le abrió la puerta este... este vagabundo- señaló a Louis.

-¡Deja de llamarle así! ¡No es ningún vagabundo!- grité desquiciada, se estaba pasando y me estaba poniendo enferma.

-¿Encima le has dejado que estuviera en esta casa solo? 

-¿Qué?

-Nick me dijo que cuando vino estaba él en casa solo y tú no estabas. ¿Le has dejado solo en esta casa?- repitió con dureza. Me quedé muda. ¿Cómo sabía Nick todo eso? ¿Cuándo había venido? Mi silencio le sirvió a mi madre de respuesta-. ¿¡Cómo te atreves!?- me soltó una bofetada en la cara y Louis se levantó de inmediato poniéndose entre las dos, manteniéndome protegida detrás de él.

-Como le vuelvas a poner un solo dedo encima juro que no respondo- dijo con frialdad. El Louis intimidante había vuelto y hacía mucho que no lo veía salir a la luz. Un escalofrío me recorrió toda la espalda recordando en lo peligroso que podía convertirse.

-¿Crees que me das miedo?- exclamó mi madre con una sonrisa perversa.

-¿Crees que me lo das tú?- respondió él serio. 

Los dos se quedaron en silencio, mirándose el uno al otro. Parecía un concurso de miradas, quien la apartara primero perdería.

-¿Cuánto tiempo llevas ocultándome esto?- se dirigió a mí, pero me daba miedo contestar. Me daba miedo hasta mirarla. Sabía que me estaba odiando en esos momentos.

-El suficiente para saber que conozco a tu hija mejor que tú- masculló Louis y mi madre sonrió sarcásticamente.

-Las dos veces que te he visto me has dicho lo mismo, ¿es que no tienes otras formas de intentar hacerme daño?- le miró con desprecio. Trish... ¿cómo has podido caer tan bajo? Tú aspiras a más, hija.

-Mamá- la advertí.

-Me has decepcionado. ¿Qué pensabas? ¿Que nunca me iba a dar cuenta? ¿Que íbais a continuar con vuestro amor hasta el final de los días? ¡Madura, Trish! ¡Con este sinvergüenza no vas a llegar a ningún sitio! ¿Le has visto? No me extrañaría que fuera un maldito y enfermizo drogadicto.

-¡CÁLLATE!- grité a todo pulmón instintivamente. Esas palabras me habían revuelto el estómago y me habían hecho querle arrancar todos los pelos de la cabeza. Salí de mi escondite, detrás de Louis y le planté cara a mi madre-. ¡Deja de hablar así de él! ¡No le conoces en absoluto! ¡No tienes ni idea! ¡No entiendes nada!

-¡Claro que lo entiendo, Trish! ¿Qué te piensas? ¿Que yo no he tenido tu edad? Seguro que te ha prometido amor eterno y tú, como una necia, te lo has creído. ¡Qué ingénua eres, hija mía!

-Yo nunca le he prometido gilipolleces de esas y nunca lo haré- intervino Louis.

-Ah, entonces peor, sólo la usas para echar un polvo. Espero que no hayas caído tan bajo, Trish- me miró con despreció, sin vergüenza a mostrar el asco que le daba.

Tenía tanta rabia acumulada dentro que no era capaz de organizarla para sacarla fuera. Ella nunca me había tratado así, de esta forma tan rastrera, hablando de mí cómo si fuera una zorra. Para colmo estaba haciendo daño a Louis y eso me hacía daño a mí. Todo esto era lo que quería evitar, que se hicieran daño mutuamente. Louis y mi madre se quedaron mirándose sin decirse nada pero diciéndoselo todo, mientras el único sonido que se escuchaba en la estancia era el de mi llanto descontrolado.

-Fuera de mi casa. Ahora- escuché decir a mi madre. Louis no dijo nada pero noté cómo se movía y me dejaba sola-. ¡No quiero volver a verte por aquí! ¡Nunca!- exclamó.

Escuché cómo Louis cogía su chaqueta, las lágrimas me nublaban la visión, estaba totalmente desorientada, no entendía bien lo que estaba pasando. Me había puesto tan nerviosa que sólo era capaz de escuchar los latidos de mi corazón, retumbando con fuerza en mis oídos. 

-No...- susurré, pero nadie pareció oírme. 

Vi cómo un gran destello de luz me cegaba aún más de lo que ya estaba. Era la puerta de la entrada, que se había abierto. Si Louis se iba, yo me iba con él. No pensaba quedarme en esta casa con esta mujer después de todo lo que acababa de pasar. No me sentía segura, el único sitio y con el único con el que quería estar era con Louis. Eché a correr detrás suya.

-¡Trish!- me llamó mi madre al verme pasar como una bala por su lado, pero yo no me detuve-. ¡Trish vuelve aquí!- se acercó a la puerta cuando yo ya estaba en la calle. Louis se giró y se sorprendió al ver que había salido detrás de él. Me cogió de la mano y miró con frialdad a mi madre, la cuál no quería salir para no montar una escena en medio de la calle y que todo el barrio hablara de ella. Siempre igual, doña perfecta-. ¡Trish como no vuelvas aquí ahora mismo voy a hacer que te mudes conmigo a Nueva York el mes que viene! ¿Me has entendido?

Apreté con fuerza la mano a Louis y tiré de él, mientras las lágrimas seguían cayendo de mis ojos. Escuché a mi madre gritar en la distancia pero por culpa de mis sollozos, no era capaz de entender lo que decía. Cuando estuvimos fuera de su vista, Louis me apretó contra él y me acarició la espalda mientras seguíamos andando.

-Tranquila...- me susurró. Noté que varias personas nos miraban por la calle y me sentía incómoda llorando ante tanta gente pero no podía evitarlo, no podía parar.

Me llevó hasta su casa. Sólo esperaba que mi madre no nos hubiera seguido. Lo único que faltaba era que también descubriera que Louis vivía con Harry. No me lo perdonaría en la vida. Hablando de él, Harry se cruzó con nosotros en la escalera.

-¡Ey, amigos! ¿Qué tal...?- se quedó con la palabra en el aire-. ¿Qué ha pasado?- preguntó preocupado.

-Nada, Harry, ahora no- Louis le empujó a un lado, fuera de nuestro camino y me llevó hasta su habitación, dónde cerró la puerta y echó el pestillo.

Me guió hacia la cama, en la cuál me tumbé y me encogí, juntando las rodillas con mi pecho. Louis se recostó detrás de mí y me abrazó por detrás, entrelazando nuestros dedos de las manos. Seguí llorando mientras notaba cómo él me daba pequeños besos por el cuello y espalda.

-... lo siento...- sollocé.

-Cállate. No digas nada- susurró.

-... lo siento... lo siento... lo siento...- sentía que no había suficiente número de veces para expresarle lo mucho que sentía todo este lío.

-Trish...

-Siento todo lo que te ha dicho...- lloré

-Al fin y al cabo no ha dicho nada lejos de la realidad. Delincuente, drogadicto... ha faltado llamarme hijo de puta para describirme- musitó y podía notar el asco hacia sí mismo en u voz.

-No. No la escuchés, por favor, tú... tú no eres así- dije entrecortadamente.

Después de todos estos meses, intentado que Louis tuviera un poco de confianza en sí mismo y un poco de amor hacia su persona, llegaba la tonta de mi madre y lo mandaba todo a la mierda. Le había echado en cara todo lo que yo había tratado de hacer que olvidara. Esperaba que Louis fuera lo suficientemente listo para olvidar esas palabras y centrarse en las mías, que eran las que importaban de verdad. No había cosa que quisiera más en el mundo que esa, que Louis se quisiera a él mismo tanto como decía que me quería a mí.

POV LOUIS

La escuché llorar durante dos horas, sin descanso. Llegó un punto en el que me empezó a preocupar porque no paraba pero comprendía que necesitaba llorar para desahogarse.

La pelea había sido intensa pero había valido la pena, o eso esperaba. No me había gustado que pasara así de repente, sin anestesia, pero que se descubriera era lo mejor para todos. El peor momento ya había pasado, ahora todo sólo podía ir bien. Le plantaba pequeños besos de vez en cuando en la cabeza, para hacerla sentir que seguía ahí con ella. A veces se me olvidaba lo frágil que Trish podía ser cuando a asuntos de su familia se refería.

-¿A Tate y Violet también les pasa esto?- la escuché susurrar. Su voz había perdido toda fuerza.

-¿El qué?- me incorporé un poco para poder mirarla a la cara. Tenía los ojos rojos e hinchados, llenos de lágrimas aún y su mirada perdida en la pared de la habitación.

-¿Los padres de Violet también odiaban a Tate?- me estaba hablando de los personajes de la serie de la que le había hablado antes. 

-Es complicado...- la historia era tan sumamente macabra y surrealista que no sabía cómo cojones explicárselo.

-¿Por qué?

-Sus personalidades son... diferentes a las nuestras.

O puede que no tanto...

-¿Se querían?- preguntó.

-¿Por qué quieres saberlo?- ella se encogió de hombros-. Tate la quería más que a nada en el mundo- murmuré.

-¿Amor del tipo de los que darían la vida por ella?- solté un pequeña carcajada.

-Es irónico que digas eso pero sí, supongo que sí.

-Espero que tuvieran problemas- musitó. 

-¿Por qué?- pregunté sin entender. Su comentario me había hecho gracia, pero había sido cruel para haberlo dicho ella.

-Porque las buenas historias de amor son sobre personas que tienen problemas y es difícil que estén juntas. 

¿La nuestra sería una buena historia? Al pensarlo me aterré. No soportaría ver nuestras movidas en una pantalla. En todas las series hay un personaje que no cae bien a nadie, y en la nuestra sería yo, el cabrón que no hace más que cagarla.

-Entonces la suya es una buena historia de amor- murmuré, respondiendo a su anterior comentario.

-¿Con final feliz?- preguntó.

-Sin final.

-¿Cómo que sin final?- giró sobre su cuerpo para quedarse boca arriba y poder mirarme a la cara, confusión en su rostro.

-Tendrás que ver la serie para entenderlo- sonreí. Ella volvió a tumbarse en la misma posición que antes.

Su móvil vibró y lo sacó para mirar de qué se trataba. Al cabo de un rato habló.

-¿Crees que mi madre me obligará a ir con ella a Nueva York?

-No, no puede hacer eso. 

-Louis, es capaz- me enseñó el mensaje que le acababa de mandar.

*Vuelve a casa ahora mismo o te compro un billete de avion. No estoy jugando, Trish.*

-Pero... ¿hace cuánto que sabes que se iba a mudar a Nueva York?

-Me acabo de enterar- musitó triste.

Lillian, encima de tratarla como una puta mierda, le acababa de soltar esa bomba a la cara sin piedad. ¡Pensé que Trish ya lo sabía! Había sido una hija de puta al decirle eso en un momento de tanta debilidad.

-No te vas a ir a ningún sitio. Te quedarás conmigo, te lo prometo.

-No conoces a mi madre...- me advirtió.

-Sí que lo hago pero ¿qué quieres que haga?

-Irnos. No quiero estar con ella- pareció entrar en pánico de repente. Comenzó a respirar muy rápido. 

-¿A dónde?

-A Oxford.

¿Había oído bien? ¿Había dicho Oxford?

-¿Esto va en serio?- ella asintió. Indecisa, pero asintió-. Si lo sé antes, le hubiera dicho yo mismo  que estábamos juntos- la mirada que me echó Trish fue letal y entendí que me había pasado-. Lo siento.

-Es que no lo entiendes. Ella me quería ver con un trabajo, bien posicionada y con un marido rico, como toda la gente a su alrededor. Estar contigo, para ella, es como si hubiera fracasado en la vida. La he decepcionado, Louis...

Para ser honestos, no entendía por qué cojones se sentía mal. ¿Qué más le daba haberla decepcionado o no? Ella no estaba haciendo nada malo, pero la puta de su madre se lo tomaba como si hubiera matado a alguien. Noté cómo volvía a llorar pero cogí su cara entre mis manos y la obligué a que me mirara.

-Tú madre no sabe la suerte que tiene por tenerte como hija. Incluso yo, que te conozco desde hace solo unos meses estoy orgulloso de la persona que eres. Que nadie te diga lo contrario, ni siquiera ella.

-Yo... no quería que...- su labio comenzó a temblar y sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. La atrapé entre mis brazos.

-Tú no tienes la culpa de nada. El problema es suyo.

-Quiero irme de aquí, Louis.

-¿Estás segura? Podemos quedarnos aquí, en esta casa.

-Llevas meses dándome la lata con Oxford y ahora ¿eres tú el que quiere quedarse?- me echó en cara, sentándose y apoyándose en la pared.

-Pues claro que no.

-Pues entonces. Dame el ordenador. Vamos a buscar apartamentos.

*

-¿No crees que esto es un poco precipitado?- la pregunté. Sí, ahora era yo el que no estaba tan seguro de querer irme. Trish lo estaba haciendo por un arrebato de ira y miedo y, por mucho que yo quisiera irme para joder a Lillian y dejar de lado toda la mierda y los problemas de esta ciudad, no quería que luego Trish se arrepintiera.

-Es la tercera vez que preguntas lo mismo. ¿Crees que he cambiado de opinión después de diez minutos?

-Pero no te aceptarán en la universidad de Oxford- le dije.

-Ya lo sé- contestó seria.

-¿Entonces?

-Seguiré viniendo a ésta. Cogeré el tren o lo que sea. No es tan difícil. ¿Te gusta éste?- preguntó enseñándome un apartamento.

-¿De dónde vamos a sacar el dinero?- después de decidirlo así, tan precipitadamente, me había dado cuenta de que yo no tenía ahorrado lo suficiente.

-Soy rica ¿recuerdas?- rodé los ojos. Qué puto asco me daba que me dijera eso-. Siento decirlo así, a mí tampoco me gusta presumir de ello, pero tengo una cuenta en el banco, podemos coger el dinero de ahí.

-¿Y yo? ¿Estaré de ocupa? ¿Viviendo de gratis?

-Tu sueño hecho realidad- me guiñó un ojo. Parecía que había recuperado un poco el ánimo.

En ese momento llamaron a la puerta y fui a quitar el pestillo. Era Harry.

-Mi hermana dice que si te vas a quedar a cenar- le preguntó a Trish.

-Sí, se va a quedar- respondí yo por ella.

-Vale. ¿Estás... bien?- preguntó dudoso. Antes había visto como metía a Trish llorando como una jodida magdalena en la habitación y estaba seguro de que se había pasado la tarde comiéndose la cabeza.

-Pasa, anda- le indiqué y cerré la puerta tras él.

-¿Qué pasa?- preguntó confuso.

-Nos vamos a ir- intervino Trish.

-¿A dónde? ¿No decías que te ibas a quedar a cenar?- preguntó el muy idiota.

-A Oxford, nos vamos a Oxford- aclaró Trish y Harry me miró instintivamente a mí, con el ceño fruncido y los labios apretados en una fina línea.

-¿Qué dice?

Sabía la postura de Harry respecto a este tema pero no estaba dispuesto a que jodiera ahora los planes de Trish. Ya no se trataba de mí, ahora era ella la que estaba dispuesta a irse.

-Harry...

-Louis, no me jodas- exclamó.

-¿Puedes salir un momento y te lo cuento?

-Si queréis quedaros aquí. Voy a bajar a ayudar a Gemma con la cena- dijo Trish al levantarse y salir de la habitación-. Y, Louis, apunta el número de ese apartamento- me indicó y se fue.

Los ojos verdes de Harry ardían, eran puro fuego. Estaba cabreado. Le conté, lo mejor que pude, lo que había pasado y por qué Trish quería irse de aquí tan apresuradamente.

-¿No es un poco precipitado?- inquirió, tratando de asimilar todo lo que le había explicado.

-¡Eso es lo que le digo yo, joder!- me frustré.

-Tal vez sólo tenga que hablarlo con su madre y todo se arreglará.

-No, Lillian ya no confía en Trish. Si ella se va a Nueva York, no va a dejar que Trish se quede aquí sola y menos conmigo rondando por los alrededores.

-Puedo hablar yo con ella, si quieres...

-¡No! Tú mantente al margen. Lo que nos faltaba era que se enterara de que vivo contigo. Escúchame bien, Harry- me puse delante suya-. Tú ahora más que nunca debes ser el mejor amigo de Trish, el que cae bien a su madre. No puedes dejar que te relacionen conmigo, porque entonces Trish, sí que se va a la mierda. Lillian la quiere alejar de mí pero no puedo permitir que la quieran alejar también de ti porque entonces Trish se quedaría sola.

-Vale, vale... relájate- me frenó.

-Estoy muy relajado- contesté con frialdad, pasando una mano por mi pelo revuelto.

-Se te ve- murmuró sarcásticamente mi amigo-. Y ¿cuándo os iríais?

-No lo sé... depende de Trish y... de ese apartamento, joder, esto es demasiado para un sólo día, ¡coño!- pegué una patada a la papelera, la cuál cayó, causando un gran estruendo al estar hecha de metal.

-Gemma se alegrará de que te vayas- dijo Harry con ironía.

-Lo sé. Y tú también.

-Qué va...- negó con la cabeza-... pero porque se va Trish y la echaré de menos. Tú me la sudas.

-Claro- me aclaré la garganta-. Entonces no querrás saber de qué he hablado con Fletcher, ¿verdad?- su rostro palideció y en sus mejillas se formó un tono rosado.

-¿Cuándo has ido al hospital?- preguntó serio y con intriga. 

-El otro día. Me tenían que hacer unas pruebas y comprobar que todo seguía bien.

-¿Por qué no me lo habías dicho?- masculló enfadado y celoso-. ¿Qué le has dicho?

-Creo que nos acaban de llamar para cenar- murmuré abriendo la puerta pero él me cogió y la cerró de nuevo con fuerza.

-¿Qué le has dicho?- sus ojos me tiraban balas y era muy gracioso de ver. Era jodidamente gracioso verle así.

-Le hablé de relaciones y tal...

-Pero ¿tú eres imbécil?- fui a contestar pero él me tapó la boca con la mano-. No hace falta que respondas. Sí, eres gilipollas.

*Flashback*

Fui al hospital por la cita que tenía con Fletcher para revisar que los huesos estaban perfectamente recuperados. No le dije nada a Harry porque sabía que querría venir conmigo y necesitaba hablar a solas con el médico. Me recibió cordialmente en su despacho y fuimos directamente al grano. Le mostré los resultados de la prueba de Rayos X que me había hecho la semana pasada y me estuvo comentado cómo todo estaba en su sitio finalmente. Antes de irme, como era casi antes de la hora de comer y sabía que no tendría más gente detrás de mí, le di un poco de conversación para intentar sonsacarle la información que Harry no se atrevía a preguntarle.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- Fletcher me miró extrañado-. De hombre a hombre- aclaré.

-Claro, Louis. Dime.

-Verás... le otro día estaba hablando con Trish y tenemos un problema porque...

-Sabes que no soy ginecólogo, ¿verdad?- me cortó.

-¿Qué? Dios, ¡no está embarazada, joder! Siempre uso condón- le miré mal.

-Me alegra saber eso- puso una cara que parecía que iba a llorar porque no le gustaba el tema y me hizo gracia.

-Vale, el caso no es Trish, o sea, no es nosotros... ¡el tema es Harry!- odiaba cuando a mi lengua no le daba por seguir lo que decía mi cerebro y se trababa la muy puta. Me hacía parecer gilipollas.

-¿Harry?- Fletcher parecía interesado o, simplemente, sorprendido.

-Sí. Tú... ¿le ves bien? 

-Eh... sí, ¿por qué iba a estar mal?

-Sufre por amor- le respondí.

-¿Ah sí?

-Sí.

-Y ¿yo que puedo hacer al respecto?- preguntó sin entender. Le miré intensamente hasta que pareció ver la luz-. Oh, no...- se tapó la boca con los dedos-. Yo no...

-¿Tú no?- pregunté extrañado.

-¿Yo qué?

-¿No?

-¿Qué?

-¿No eres gay?- aclaré.

-¿Tengo cara de gay?- sus ojos casi se le salen de las órbitas al hacer la pregunta.

-En realidad tienes cara de Ben, pero te llamas Finn... 

-¿De qué estás hablando?

-Tú eres el problema- traté de explicar.

-¿Por qué?

-¿Acaso no es obvio?

-Supongo- se frotó la cabeza, intentando comprender la situación-, pero... Harry nunca se ha portado de esa forma conmigo- solté una carcajada irónica.

-¿Qué esperabas? Es Harry.

-Sabes que está prohibido fumar en los hospitales, ¿verdad?- me dijo al ver cómo me encendía el cigarro-. ¡Apaga eso! ¡Vas a hacer saltar la alarma!- exclamó señalando el aparato del techo. Lo apagué de mala hostia porque quería fumar.

-¿Qué vas a hacer entonces?

-¿Por qué voy a hacer algo?- parecía nervioso. Sabía que se había puesto nervioso y tenía que saber por qué.

-¿Te gusta Harry?

-¡Pero si tiene cinco años menos que yo!

-¿Y? Es muy maduro para su edad- mandaba cojones que yo, que no era partidario de esta relación, estuviera incitando a que se formase.

-No puedo, Louis.

-¿Por qué no? ¿Tienes novia?

-No.

-¿Entonces?

-¡No soy gay! Resaltó lo obvio.

-Podrías probar otros aires- me alzó una ceja como si estuviera diciendo gilipolleces.

-¿Por qué no lo haces tú?

-Porque yo sí que tengo novia.

-No me gusta Harry. A ver si me entiendes... no de esa forma.

-Dale una oportunidad.

-¡No, Louis!

-¿Por qué? ¿Quieres romperle el corazón?

-¿Romperle el corazón? Pero ¡qué dices! No puede estar tan pillado... ¿no?- preguntó con miedo a la respuesta.

-No te lo imaginas.

-Joder...- se pasó las manos por la cara repetidas veces y se alborotó el pelo, atacado de los nervios.

-Yo mejor me voy... he quedado con Trish para comer- me levanté del asiento y cogí el cigarro para fumármelo nada más salir del edificio-. ¡Piénsatelo!- exclamé al salir de la habitación y me largué.

-Yo creo que deberías ir a por él- comenté a Harry,  recordando mi conversación con Fletcher. Me preguntara lo que me preguntara no le iba a decir de qué hablé con él.

-¿Pero es gay o no?

-No lo sé, Harry. Tú inténtalo. No tienes nada que perder.

-Sí, mi dignidad.

-Esa la perdiste hace mucho, no te preocupes- le di unas palmaditas en la espalda y me fui para abajo a cenar.

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Vale, la próxima vez que suba que será el miércoles, me encantaron todos los comentarios del último capítulo, es que me encanta cuando comentáis tanto, me hacéis feliz, so votad y comentad pls ¡os adoro!

Patri xx

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