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Capítulo 57

POV LOUIS

-¿De verdad vamos a hacer esto?- pregunté incrédulo mientras Trish movía la silla de su escritorio para ponerla junto a la cama, dónde yo estaba tumbado.

-Sí.

-No necesito psicólogos, y menos un intento de uno- alzó la cabeza para mirarme.

-Metiéndote conmigo no consigues nada- me miró seria.

-Tampoco lo conseguiremos con esta... ¿cómo lo has llamado tú? Sesión.

Habían pasado unas cuantas horas desde que Trish me encontró en su habitación totalmente colocado y ahora, los efectos, ya casi se me habían pasado, casi.

-Me dijiste que me ayudarías a entenderte- apoyó los brazos en sus caderas.

-No, eso lo has deducido tú.

-Pues, si quieres, lo dejamos- masculló entre dientes levantando de nuevo la silla y llevándosela a su sitio original.

-¡No!- exclamé y se paró. Apreté los dientes clavando mi mirada en ella-. Está bien... hazlo.

Ella tardó en reaccionar. Colocó la silla a mi lado y se cruzó de brazos y de piernas.

-Habla- murmuró.

-¿Perdón?

-Que hables- repitió seria. La conocía perfectamente para saber por qué tenía la ceja derecha ligeramente levantada. Se estaba tomando esto en serio.

-No creo que esa sea la mejor forma de hablarle a un... eh... paciente- la palabra pasó por mis labios como si fuera veneno. Esto era absurdo. Éramos muy mayores para jugar a médicos y enfermeras.

-Como tú has dicho, no soy un psicólogo, así que utilizaremos mis propios métodos. Habla.

-¿De qué quieres que hable?- pregunté cabreado. No me gustaba ser un puto conejillo de indias.

-De lo que quieras- se recostó en el respaldo.

-Estoy mareado... y cabreado.

-Eso ya lo sé- me interrumpió. Era la primera vez que veía que su mirada se ponía tan intimidante.

-Eso por tu culpa. Tú me cabreas.

-No, son los efectos de la heroína a largo plazo.

-Pero ¿qué cojones...?- me incorporé de la cama alucinando totalmente-. ¿Qué te has leído? ¿La enciclopedia del drogadicto?- ella rodó los ojos

-No. Sólo he buscado en Internet.

-No hacía falta, ¿sabes?- contesté de mala gana.

-Ya lo veo- comentó y noté el gran sarcasmo con el que estaba cubriendo sus palabras.

-No lo vuelvas a hacer- le advertí.

-No lo hago sólo por ti. Los psicólogos también tratan con drogadictos, me tenía que poner al día tarde o temprano.

-Ya, claro...- refunuñé.

-Te vas del tema.

-¿Cuál es el tema?- exclamé haciendo aspavientos con las manos.

-¿Me tomas el pelo? Mira, si tú no quieres hacerlo yo no te voy a obligar. Hace un rato parecías dispuesto a que te ayudaran y ahora te niegad en rotundo- me miró seria pero fue el pequeño destello que capté en sus ojos de decepción lo que me hizo seguir con esto.

-Vale...- me volví a recostar en la cama-. No es fácil para mí hablar.

-No, lo que pasa es que estás colocado.

-Ex-colocado- remarqué.

-¿Qué? ¡Eso no existe!- noté como se le escapaba una sonrisa que le duró menos de un segundo.

-Claro que sí. Ex-colocado es cuando dejas de estar colocado.

-Interesante... pero vamos al tema- se centró.

-¿De qué se supone que tengo hablar?

-De tu vida, del tiempo, de cómo te sientes... de lo que te dé la gana.

-Estoy cansado- solté aborrecido.

-¿De qué?

-¿Estás de coña?- exclamé. Al ver que ella no decía nada, me vi obligado a contestar lo obvio-. Esta mañana me esnifé un paquete de heroína.

-Y ¿cómo te sientes al respecto?

-¿Es una pregunta trampa?- arqueé una ceja pero Trish me seguía mirando con esa mirada impasible.

-¿Cómo te sientes al respecto?- repitió.

-Es una pregunta trampa- esta vez dije con total seguridad.

-Dios, Louis, ¡olvídate de que soy yo!

-¡No puedo! No puedo cambiarte la cara así de repente. Te recuerdo que aún estoy un poco mareado. Me estás pidiendo demasiado para mi estado.

-Mientes- me cortó de golpe-. Esa no es la razón por la que no quieres contestar- me quedé mudo, sin saber qué decir porque tenía razón. Aparté la vista de ella. ¿Cómo coño había sido capaz de leerme? Siempre había sido capaz de ocultar mis emociones a la perfección, había estado años trabajando en ello y ella, en solo cinco segundos, había sido consciente de que la estaba mintiendo-. Dime por qué no quieres contestar.

Mis ojos se dirigieron por fin a los suyos. Estaban más castaños. Ella podría saber jugar a este juego pero yo también sabía. Junté mis manos sobre mis labios y respiré hondo.

-Creo que sabes perfectamente por qué no quiero contestar. Vamos... dilo- puede que ella pudiera leerme a mí, pero yo también la podía leer a ella a kilómetros de distancia. Las aletas de su nariz se movían nerviosas, entendiendo que la había descubierto y porque sabía por qué no quería responder a su pregunta.

-Porque no quieres decepcionarme- murmuró, con la mirada fijada en mí.

-Y lo he hecho, ¿a que sí?- inquirí, conociendo de antemano su respuesta.

-Te sientes bien. Lo volverías a hacer si te encontraras mal. Lo volverías a esnifar si te encontraras nervioso y necesitaras relajarte o, como dices tú, evadirte. Así es como te sientes.

-No quería decirlo porque sabía que no te gustaría la respuesta.

-No, tienes razón, no me gusta, pero te he dicho que hicieras como si no estuvieras hablando conmigo.

-No es fácil cuando no quieres hacer que la persona que quieres sufra- murmuré y se creó el silencio entre nosotros.

-Tampoco es fácil ver cómo la persona que quieres se destruye a sí misma- negué con la cabeza.

-No me estoy destruyendo, yo sólo...

-Cambiemos de ejercicio- se aclaró la garganta cortándome. Se levantó de la silla y se fue de la habitación. Volvió a los pocos segundos con unas hojas en las manos. No entendía nada.

-¿Qué es eso?- pregunté, aunque ella no me hizo ni caso. Las colocó en orden y me mostró la primera

-Dime qué ves- comentó.

-Eh... nada. Sólo son garabatos negros sobre un fondo blanco.

-Louis, tienes que echarle imaginación- me explicó.

-Pues yo estoy falto de ella...- susurré.

-¿Qué?

-Nada. A ver... pues veo un laberinto... sí, un laberinto, de esos que tienen los setos muy altos y que están en algunos parques.

Trish me observaba mientras hablaba, sin decir nada pero diciéndolo todo. Tenía una pequeña libreta a su lado pero no apuntó nada.

-Siguiente- musitó pasando a la segunda hoja-. ¿Qué ves aquí?

-... ¿nubes? Eh... ¿un avión volando entre nubes? No sé, es confuso.

-Mmm...- tarareó-. ¿Nada más?

-¿Debería ver algo más?- pregunté preocupado. Tampoco quería cargarla, quería decir la respuesta correcta.

-No, no...- musitó girando las hojas para mirarlas ella misma con el ceño fruncido.

-Oye... ¿sabes lo que estás haciendo?- inquirí ya que no la veía muy segura de sus métodos.

-No, la verdad que no- una tímida sonrisa se escapó de sus labios y sentí mi cuerpo relajarse al instante-. Me lo dieron el otro día en clase pero no hemos empezado a usarlo.

-Entonces, ¿qué cojones estamos haciendo?- pregunté, sonriendo yo también.

-No lo sé- se empezó a reír.

Se tapaba la boca mientras carcajadas desmesuradas salían de sus labios. La hice gestos para que se acercara a mí. Obedientemente de levantó y se vino a mi lado. La cogí de la cintura y la senté sobre mis piernas, acurrucándola sobre mi pecho, dónde podía notar cómo se seguía riendo aunque no pudiera verle la cara. Ni hablar de mis problemas, ni pollas... ella era mi mejor medicina.

POV TRISH

Mi risa era amarga, tanto que hasta podía pasar por mi risa normal. Estaba atrapada entre los brazos de Louis pero me sentía mal porque le había mentido. Sí que sabía utilizar esas hojas y sí que sabía lo que significaba cada una de sus respuestas.

El laberinto significaba que toda su mente estaba hecha un lío, que era difícil salir de ella, que no encontraba la salida. Una persona normal hubiera contestado que eran unas espirales de pasta o algo parecido. Al fin y al cabo, como había dicho él, tan solo eran unos simples garabatos.

Las nubes y el avión me habían recordado a su deseo de evadirse, de irse a otro lugar en el tiempo. Es como si de verdad quisiera coger un avión e irse de aquí pero era confuso, había nubes que cubrían el cielo, lo que quería decir que no era algo que tuviera claro.

Quise parar en ese momento porque ese ejercicio no me estaba ayudando a descubrir nada nuevo que no supiera ya. Preferí obviarlo y terminar. Ya había torturado demasiado a Louis con el tema, no quería incomodarle más. Necesitaba descansar.

De pronto un ruido me sobresaltó y me hizo levantarme de golpe, recordando dónde estaba y con quién.

-¡Dios!- mascullé. Escuché el sonido de las llaves siendo depositadas en el mueble de la entrada-. ¡Mi madre!- exclamé susurrando, levantándome de la cama.

-No me jodas...- murmuró Louis tapándose la cara con una mano.

-¡Muévete!- le espabilé.

-No estoy en las mejores condiciones para este ataque de nervios, aún estoy colocado.

-Tienes que irte- le interrumpí-. Salta a tu casa.

-¿Tú me oyes cuando hablo? Estoy co-lo-ca-do.

-No me toques la moral. Hace un momento me has dicho que estabas solo mareado- le miré nerviosa.

-¿Quieres que salte de una casa a otra estando mareado? ¿Quieres que me hostie y esté otro mes metido en un hospital? No, gracias.

-¿Trish?- gritó mi madre desde abajo.

-Sí, ¡estoy arriba!

-Por favor, Louis

-No.

-Pues métete debajo de la cama, me da igual.

-¿Por qué no se lo decimos?- murmuró serio, deteniéndome.

-¿Estás de coña?

-No. ¿Hace cuánto que estamos juntos? ¿No crees que ya es hora de que ella lo sepa?

-¡Claro que no! ¿Estás loco? Si se entera me mata a mí y luego a ti.

-Suponiendo que eso pasara... no dejaría que te pusiera un dedo encima pero, ¿no piensas que ya nos hemos ocultado suficiente tiempo? Tarde o temprano se lo vamos a tener que decir.

-Prefiero tarde- contesté apresuradamente.

-Trish- me agarró de la muñeca y me hizo dar la vuelta y encararle.

-Decírselo no cambiará nada entre nosotros... ¿verdad?- tenía el ceño fruncido.

-Claro que no. ¿Estás tonto?- pasé una mano por su pelo para tranquilizarle-. Sabes por qué no quiero decírselo. No quiero que se enfade conmigo, no quiero que me vuelva a llevar lejos de ti.

-No lo hará.

-Eso no lo sabes, Louis...- susurré.

-Sí, porque yo te seguiré si hace falta- me aseguró.

Escuché ruidos en la cocina, lo que me indicó que mi madre no tenía intenciones de subir, pero tampoco nos podíamos descuidar.

-No te entiendo. ¿Quieres volver a las peleas? ¿A ver cómo te trata mal? ¿Acaso no recuerdas la última vez que estuvísteis juntos?

Yo lo recordaba perfectamente. Fue en mi apartamento, el día del robo y aún tengo grabados en la memoria todos los comentarios despectivos que le dijo. No quería que eso se repitiera, no quería que le hicieran daño, y menos ahora, que estaba en un momento tan delicado.

-Sé defenderme.

-Lo sé- le sonreí tiernamente, pasando una mano por su pelo-, pero ahora no es el momento- rodeé su cuello con mis brazos y nos quedamos cara a cara.

Sus ojos estaban aún enrojecidos pero estaban comenzando a recobrar su color azul natural. Le di un corto beso en los labios y, al separarme, junté nuestras frentes, cerrando los ojos.

-Te quiero- le susurré. Quería que lo supiera, que fuera consciente de ello. No iba a permitir que lo olvidara.

-Yo también te quiero- dijo al cabo de un rato.

Se separó de mí y se frotó el pelo con las manos.

-Será mejor que me vaya, no quiero meterte en más líos- le agarré de la muñeca.

-¿Estás seguro?- no quería forzarle a saltar. Podía quedarse aquí escondido hasta que se sintiera mejor.

-Sí.

Le solté y él se subió al marco de la ventana. La de Harry estaba abierta, aunque dudaba que hubiera alguien dentro. Saltó y le vi caer al otro lado.

-¿Estás bien?- grité. Se giró y me enseñó el pulgar, asegurándome de que todo estaba bien, y se fue.

*

-¿Se consiguió saber algo de quién robó en el apartamento?- mi madre dejó de comer y me miró seria. Estaba claro que a ella le gustaba ese tema tan poco como a mí. No había sido muy buena idea sacarlo mientras cenábamos, pero tenía un motivo.

-No.

-¿Y esa investigación que estaban haciendo?

-Se dejó hace meses, Trish. Nunca sabremos quién fue- contestó metiéndose un trozo de brócoli en la boca-. ¿Por qué preguntas eso ahora?- me encogí de hombros.

-Últimamente echo en falta muchas cosas que se llevaron- en esto no mentía.

-¿Cómo qué?- sonreí con nostalgia.

-La plancha morada que compramos en París, ¿te acuerdas? Hacía maravillas con el pelo. No he encontrado otra igual.

-No me hagas recordar ee maldito cacharro- dijo con desprecio pero en el fondo sé que el recuerdo le hacía gracia.

Fue la segunda vez que mi madre me llevó a París. Era por un desfile. Me había dejado con una chica para que me cuidara mientras la colección de mi madre salía a la pasarela. Yo tenía nueve años y me escapé. Me encontré en el backstage, donde maquillaban a las modelos y vi a una chica guapísima con un pelo precioso. Su estilista tenía una plancha morada en la mano y, como sabía que esa modelo era de la colección de mi madre, pensé que la plancha también lo sería, por lo que, cuando el hombre no miraba, la cogí y me la llevé. A mi madre casi le da algo cuando me vio con ella en la habitación del hotel.

-También echo de menos toda mi colección de maquillaje.

-Trish, por Dios...

-¿Qué? Es verdad. Había almacenado una gran colección de productos y, aunque muchos no los usara, me gustaba poder presumir de que los tenía. Podía montar un Sephora con todo eso- se rió.

Se hizo el silencio en el que mi madre aprovechó para comer.

-También hecho de menos la foto del abuelo...- susurré. Mi madre me miró entristecida. Ese puede que fuera el objeto que más me dolió que rompieran. Ese hombre había sido como un padre para mí, había hecho lo que nadie ha hecho nunca por mí. En la foto yo tenía tres años y salíamos los dos por el campo. Ninguno miraba a la cámara, fue una foto espontánea, y le tenía mucho cariño. Que me rompieran eso fue como si me quitaran un trozo de alma, de mis recuerdos.

-Lo sé, cielo... piensa que tienes más fotos con él.

-Ya...

Pero era ésa la que más me gustaba. De tanto pensar en todo lo que se habían llevado o habían destrozado se me estaba olvidando el verdadero propósito por el cual había sacado el tema.

-Mamá... ¿por qué no te gustaron mis amigos cuando les viste?- apreté con fuerza el tenedor, esperando la respuesta.

-¿Qué amigos, Trish?- me miró desconcertada.

-Pues mis... mis amigos, ya sabes... Zayn, Niall...- me detuve ahí, con miedo a nombrar a Louis.

-No sabía que esos eran tus amigos- dijo cogiendo el segundo plato. Su comentario había sido hiriente pero, ¿es que de verdad no lo sabía?

-Bueno, Zayn era mi novio...

-No me recuerdes eso, por favor te lo pido- me cortó en seco. Me humedecí los labios, sin saber cómo iba a acabar esto.

-¿Por qué les despreciaste tanto? Quiero decir, ellos... no te hicieron nada- fijó la vista en mí con el semblante serio.

-¿No te has parado a mirarles un segundo, Trish? Llevan escrito la palabra peligro en la frente.

-No les conoces.

-No necesito conocerles para saber que es verdad. ¿O tengo que recordarte lo que le hizo ese chico al pobre Nick? Por no mencionar la manera tan rastrera en la que te usó- sus palabras eran como patadas en el estómago.

-No todos eran así...

-No, hombre... claro- noté el sarcasmo en su voz-. Luego estaba ese otro que parecía que había sido criado en una perrera por sus modales. ¡Que no conocía a mi hija, dijo! ¿Quién se creía él para decir eso de mí?

-Todos estábamos un poco nerviosos aquella noche.

-Sí y se demostró quién sabía controlarse y quién no. Además... ¿a qué viene todo esto?- me preguntó sin entender nada pero, de repente, su rostro cambió-. ¿No seguirás saliendo con ese... chico...Zayn?

-¿Qué? ¡No!- exclamé.

-Trish, por favor...- murmuró al borde de un ataque.

-¡Que no! ¿Cómo puedes pensar que iba a seguir con él después de lo que me dijo?

-¿Y el otro?- preguntó con miedo.

-¿Qué otro?- me asusté.

-El que te- se paró a la mitad de la frase y me pareció que le dieron como arcadas- el que te... besó en la calle... ¿Qué pasa con ese?- se me encongieron las tripas de golpe.

-Nada- ella arqueó una ceja-. No le he vuelto a ver- dije sonando lo más convincente posible y funcionó. Ella chistó la lengua.

-No eran buena gente, hiciste lo correcto.

-Sí...

El móvil me vibró en el bolsillo y lo saqué por debajo de la mesa para que mi madre no lo viera. Era un mensaje de Louis.

* puedes venir a mi casa?? no hay nadie*

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Estoy teniendo problemas para subir porque estoy de vacaciones y no tengo internet, así que a la minina que pillo algo, subo. Siento la espera pero gracias por leer y comentar y votar :) ily

Patri xx

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