Capítulo 54
POV TRISH
Estar en los brazos de una persona y sentirte protegida es una de las mejores sensaciones del mundo. Simplemente, no quieres dejar sus brazos, no quieres separarte de él, quieres congelar ese momento en el tiempo para que nada cambie, para estar así de bien siempre.
Los brazos de Louis me envolvían tal que así y no los quería dejar ir. Las lágrimas se me secaron alrededor de los ojos, dejándolos asquerosos y pesados.
-Louis...- susurré contra su cuerpo.
-Mmm...- dado que estaba abrazada a él no podía mirarle a la cara.
-De verdad que siento haber dicho eso de tu madre, no quería herir tus sentimientos, sólo...
-Estabas cabreada- me cortó-. Supongo que no puedo echártelo en cara cuando soy yo el que salta a la mínima todo el tiempo.
-Ya, pero eso no es excusa. Me arrepiento mucho.
-Trish- me nombró-, déjalo. Ya lo tenía olvidado si no fuera porque tú hubieras vuelto a sacar el tema.
-Lo siento, sólo quería que lo supieras- murmuré avergonzada.
-¿Puedes dejar de disculparte por todo?- exclamó. Pude sentir una sonrisa en sus labios conforme hablaba.
-Lo siento...
-¿Ves?- me reí ligeramente y sentí cómo él me apretaba más fuerte.
-¿Te das cuenta de lo raros que somos?- dije al cabo de un rato. Nos habíamos separado y ya nos podíamos mirar a la cara. Los fluorescentes del baño le daban a los ojos de Louis un tono más oscuro.
-¿Por qué?- preguntó con curiosidad.
-Hace un rato nos estábamos peleando, luego yo llorando y tú consolándome y ahora nos estamos riendo. Es de locos.
-¿Estás segura de que no estás con el período?- me preguntó con esa sonrisa tan pícara suya.
-Pues no, idiota.
-¿Estás segura? Normalmente estás mucho más irritante cuando lo tienes.
-Gracias- musité con sarcasmo-. Pero, en ese caso, me haces pensar que tú lo tienes todo el tiempo.
-¿Yo?- asentí ante su sorpresa-. Sí, bueno, me has pillado. Se nota cuando lo tengo porque no puedo evitar sentarme en el sillón con una caja de bombones mientras veo Titanic.
-¿Lloras?- arqueé una ceja siguiéndole el juego. Él se acercó a mi oído.
-Desde que Rose intenta tirarse por la borda- su aliento, tan cerca de mi cuello, me erizó el vello de la piel, enviando descargas eléctricas a lo largo de mi espalda. Acto seguido se separó e intentó ocultar una sonrisa-. Pero dado que ni tú ni yo estamos en ese momento ahora, ¿crees que...?- dejó la frase en el aire.
-¿Qué?- sus ojos brillaban con diversión. Pequeñas esferas de luz se mostraban en el interior de sus pupilas, dándoles un efecto mágico.
-Ya lo sabes- me miró mordiéndose los labios y mis ojos se abrieron ligeramente. Solté una pequeña risa de adolescente. Tenía que estar de coña.
-¿Aquí?- murmuré. Él movió la cabeza, asintiendo. Pero... no podíamos. Él estaba con medio cuerpo escayolado-. No tenemos... condón- susurré. No sé cómo lo hizo ni de dónde lo sacó pero tenía un condón en la mano.
-Siempre llevo uno encima- me había dejado loca totalmente.
-¿Hasta en un hospital?- me reí-. Estás loco- me empujó hacia atrás hasta que mi cuerpo chocó con la pared. Al parecer podía moverse mucho mejor de lo que pensábamos.
-No te lo niego, pero loco por ti.
Al segundo siguiente me encontré en un beso donde nuestras bocas se morían la una por la otra. En el tiempo que llevábamos en el hospital no había podido besarle así y ahora me daba cuenta de lo mucho que lo había echado de menos. Cada vez que nuestras bocas se encontraban volvía a sentir la adrenalina corriendo por mis venas. Era como si sus labios fueran una droga y, nada más probarlos, tuvieran efecto en mí. El brazo que tenía escayolado hacía un poco de bulto pero el otro se movía por todo mi cuerpo con total libertad. Nos separábamos de vez en cuando porque a Louis le costaba respirar más de lo normal. Poco a poco su mano se hizo paso debajo de mi ropa.
-Louis... -murmuré sin aliento-. ¿Estás seguro?
-Cállate- me cortó de la forma más sutil, volviendo a pegar sus labios con los míos.
Simplemente, me dejé llevar y confié en que él podía hacerlo. Llevaba demasiado tiempo sin sentir su tacto sobre mi cuerpo y no era capaz de controlarme. Estaba siendo totalmente irracional. Cuando quise darme cuenta estaba sintiendo de primera mano el amor de Louis, ambos intentando contenernos para no hacer ruido y ser descubiertos y, la próxima vez que parpadeé, fui consciente de que lo acabábamos de hacer en el baño público de un hospital.
-¿Estás bien?- le pregunté intentando recuperar el aliento. Louis estaba sentado en el suelo pegado a la pared, recuperándose también.
-Sí.
-Creo que deberíamos salir.
Le ayudé a levantarse y a estabilizarse. Si yo me sentía cansada del reciente esfuerzo, él tendría que estar que se caía por los suelos. Salimos del baño y al final del pasillo vimos a Harry desconcertado. Queríamos entrar en la habitación antes de que nos viera pero no tuvimos esa suerte. Louis no podía correr así que era obvio que nos acabaría pillando. Se acercó a nosotros apresuradamente.
-¿Qué hacíais los dos en el baño?- preguntó con el ceño fruncido, quitándose el pelo de la cara.
-Hablar.
-No te importa- dijimos Louis y yo al unísono. Quise darme una palmada en la frente. La coordinación, Dios.
-¿Hablar?- Harry enfocó toda su atención a mí, decidiendo ignorar el comentario borde de Louis-. ¿Por eso llevas la camiseta del revés?
Bajé la mirada y vi todas las costuras por fuera. Mierda. Las mejillas se me tiñeron de rojo, muertas de vergüenza.
-Juro que tenéis una forma muy rara de arreglar las cosas- murmuró Harry, sabiendo perfectamente lo que acabábamos de hacer. Qué vergüenza.
POV LOUIS
-Te podías haber hecho daño, Louis- murmuró mi amigo.
-Joder, Harry, déjame en paz.
-Finn y yo os hemos estado buscando como locos al ver que ninguno de los dos estábais-reconoció. Conociendo a Harry sabía que se habría preocupado más de lo normal. Puede que hasta hubiera pensado que nos habían secuestrado.
-Con que Fletcher ¿eh?- este era mi turno para hacer que se ruborizase, como él acababa de hacer con Trish.
-Ni se te ocurra- me miró serio, retándome con los ojos.
-¿Qué pasa con el doctor Fletcher?- inquirió Trish, la cuál no tenía ni idea del tema.
-Pues que aquí al amigo le gusta- murmuré con una sonrisa de lado, viendo como Harry se ponía cada vez más rojo. Era muy gracioso de ver.
-¿En serio?- Trish le miró, y él no sabía dónde meterse.
-¡Vamos, Styles! ¡No te cortes ahora!- le di una ligera palmada en el hombro.
-Es muy mono- Trish empezó a hacer todo tipo de comentarios femeninos con los que me daban ganas de vomitar. Ahora recordaba por qué yo no aguantaba a las chicas la mayoría de las veces-. Pero... ¿es gay?- preguntó.
-No lo sabe- respondí yo por él. Harry no se había dignado a hablar por la vergüenza.
-¡Si estáis aquí!- exclamó Fletcher, que acababa de girar la esquina del pasillo.
La cara de Harry al escucharle por detrás fue mortal. Solté una pequeña risilla pero él enseguida me dedicó una mirada letal con la que interpreté que si no quería quedarme con el resto de articulaciones escayoladas debería callarme.
-Veo que les has encontrado- se dirigió a Harry personalmente y Trish me dedicó una mirada cómplice, sin decir nada-. ¿Dónde estaban?
-Eh... dando una vuelta- Fletcher se giró hacia mí inmediatamente.
-Louis...- me advirtió. Sabía que no le agradaba nada la idea de que fuera por ahí andando en vez de usar la silla de ruedas.
-Estoy bien. Puedo andar. No soy un paralítico- me defendí.
-Ya sé que no lo eres pero tú verás lo que haces.
-Entonces, ¿ya sabes a qué hora podremos irnos?- preguntó Trish.
-Sí. A las cinco.
-¿Es oficial?- inquirí.
-Sí. A las cinco podrás salir de aquí, pero por ahora vamos a llevarte a tu habitación- apartó a Trish de mi lado e hizo que me apoyara en su hombro para andar.
-Harry, podrías ayudar tú también- mencioné a mi amigo, el cuál me miró con ganas de estrangularme.
-Eso, Harry- exclamó Fletcher sonriente.
Entre los dos me llevaron hasta la habitación y me tumbé en la cama. No iba a mentir. Estaba muerto por culpa de todo el ejercicio que acababa de hacer. Me tumbé y sentí cómo las costillas me mataban por dentro.
-Será mejor que no te muevas hasta que te vayas, no hagas que me arrepienta de mi decisión- me advirtió Fletcher. Sus ojos claros pasaron por todos y cada uno de mis puntos débiles. Cómo ahora se echara para atrás me iba a tirar por la ventana-. Tienen que traerte ropa para que te puedas poner luego- aclaró-. Y... Harry- el chico del pelo rizado y ojos verdes le miró sin creer que se estuviera refiriendo a él-. ¿Puedes venir un momento?- el chico me miró un milisegundo y asintió con la cabeza.
-Sí, claro.
Fletcher sonrió y le dejó espacio para que saliera delante de él. Trish se los quedó mirando pasmada hasta que salieron de la habitación.
-¿Y eso?- preguntó señalando al lugar por el que se acababan de ir Harry y Fletcher. Me encogí de hombros.
-Ya nos los dirá cuando vuelva.
-¿Crees que Finn es... gay?- dijo la última palabra más bajo.
-No lo sé. Puede que sí o puede que no. Hoy en día es gay hasta la persona que menos te esperas, así que...- dejé la frase en el aire. Trish se apoyó en la pared de mi lado, con los brazos cruzados.
-Ya, pero... no sé... a él no le veo. Es como si tuviera una corazonada- murmuró preocupada, con el ceño fruncido.
-Yo tampoco, la verdad, pero quién sabe. A lo mejor se hace gay por Harry, en plan película- Trish me miró sabiendo que eso sería poco probable.
-No quiero que le hagan daño- admitió. Se estaba mordiendo la uña del pulgar y sabía que lo estaba haciendo inconscientemente. Siempre lo hacía cuando algo la preocupaba pero ella no se daba cuenta.
-Fletcher no tiene pinta de ser mal tío- comenté. Era un poco cabrón a veces por lo de ser médico y tal pero no me caía mal, y eso era decir mucho.
-Pero, tal vez, Harry esté confundiendo la amabilidad de Finn con la atracción.
-En ese caso es su culpa, no de Fletcher.
-Lo sé pero nosotros somos sus amigos...- sabía qué cara me iba a poner en cuanto la mirara. Tenía esa carilla de cachorrito perdido y abandonado. No la ponía a la fuerza, era simplemente que cuando quería pedir algo parecía un pobre cachorro. Bueno, a ver, no es que Trish tuviera cara de perro, era sólo que se parecía a veces a un perro, bueno... sería perra... buah, ¡da igual!
-¿Y? ¿No pensarás qué vamos a meternos en esa relación? Porque yo no voy a hacerlo ni tú tampoco. Es su vida.
-¡No quiero meterme en su relación!- se defendió-. Sólo quiero que Harry piense con la cabeza fría y no se encapriche con él antes de tiempo.
-Creo que eso es demasiado tarde- dije en voz alta.
-Pues yo espero que no.
Cogí el móvil de Trish para hablar con Gemma y decirle que esta tarde me darían el alta. De paso, le pedí que me trajera ropa de casa. Después de algo más de media hora entró por la puerta.
-Vengo sólo porque te dan el alta pero me estoy muriendo de sueño.
-¡Eres una exagerada!- exclamé imitándola. Ella siempre me decía eso.
-Ha estado trabajando toda la noche, Louis- me explicó Trish.
-Mira, ¡que me voy y te vas a casa desnudo!- me amenazó. Escuché cómo una pequeña carcajada se escapaba de los labios de Trish.
-No tengo nada de lo que avergonzarme- miré a Gemma pícaro y ella me rodó los ojos asqueada.
-No sé dónde tenías tus pantalones de deporte, así que te he traído estos de Harry y este anorak suyo también, ya que tú sólo tienes chaquetas de cuero- explicó aborrecida, sacando la ropa de la pequeña mochila que traía consigo.
-Joder...- odiaba tener que ponerme ropa de Harry. Era como cuando la ropa de los hermanos pasaba de unos a otros, el problema era que él era el pequeño y tendría que ser al revés.
-¿Dónde está Harry?- preguntó su hermana con curiosidad.
-Está hablando con el doctor Fletcher- dijo Trish.
-¿Por qué?- preguntó Gemma con el ceño fruncido.
-O puede que se estén enrollando en el cuarto de la limpieza- sugerí yo.
-¿Qué?- Gemma alzó una ceja.
-Que al pequeño Harry le gusta el médico del hospital, ups- me tapé la boca como si no hubiera querido decirlo.
-¿En serio?- Gemma miró a Trish, la cuál asintió con una medio sonrisa-. ¿Qué le pasa a mi hermano? Nunca me cuenta nada- se enfurruñó.
-Que está enamorado- alargué la última letra.
-No está enamorado- intervino Trish seria-. Apenas le conoce.
-Puede, pero sí que le gusta- le contradije.
-¿Cómo se enteró de que era gay?
-No lo sabe- dijimos Trish y yo al unísono.
-Ah, perfecto. No sé ni para qué pregunto. Harry siempre va a por lo que no le corresponden.
-Aún no sabemos si le corresponde o no. Puede que sea gay y puede que ahora mismo estén confirmando una cita para esta noche.
-¿Desde cuándo eres tan romántico?- exclamó Gemma al cabo de un rato. Me miraba como si no me reconociera y eso me ofendió.
-¡Yo no soy romántico!- me defendí. Mi amiga miró a Trish en busca de ayuda. Ella me miró indecisa.
-... depende del momento.
-¡Oh, por Dios! ¡No soy romántico! ¿Alguna vez te he llevado al cine? ¿O te he regaladao una caja de bombones?- nunca hacía lo que un novio se supone que hace. Ni siquiera llevábamos una relación romántica.
-No, pero me has regalada flores y me has escrito una carta preciosa- susurró.
Sus ojos miraron avergonzados a los míos. Las pupilas le brillaban como dos diamantes y me miraba de una forma extraña pero hermosa. Enamorada.
¿Era romántico? ¡Claro que no! La mitad del tiempo lo pasábamos peleando. No podía ser romántico, no me comportaba como tal pero, cuando se refería a ella, hacía cosas tan diferentes, y que en mi vida pensé que llegaría a hacer, que puede que tuvieran razón y me hubiera vuelto un romántico. Lo único que sabía que era verdad era mi amor por ella.
-Ves, lo que yo decía- saltó Gemma-, un romántico. Trish, no sé qué demonios le has hecho, pero le has convertido. Te doy las gracias.
-Que lo sea con ella no quiere decir que lo sea contigo. No esperes unas flores por tu cumpleaños porque no van a llegar. Confórmate con que me acuerde del día- Gemma me miró poniendo cara de asco, como siempre que me ponía borde con ella.
En un rato, Harry entró a la habitación tranquilamente. ¿Cuánto tiempo había pasado con Fletcher? No podía evitar la sonrisa que se le dibujaba en los labios. Venía feliz, más de lo normal y eso me preocupaba. No quería pensar en lo que había podido llegar a hacer. ¿Se lo habría tirado en el cuarto de la limpieza? El simple pensamiento me puso de mala hostia. Esperaba que no o iba a romperle la cara a ese soplapollas de Fletcher.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué quería hablar contigo?- Trish le empezó a atiborrar a preguntas. Típico de ella. Yo escuchaba atento. Esta vez, Harry sonrió sin intentar disimularlo. Sus hoyulos se le marcaban perfectamente.
-¡Me ha ofrecido hacer unas prácticas en el hospital!- exclamó. Gemma y Trish comenzaron a felicitarte y yo suspiré aliviado-. El otro día le dije que estaba estudiando Medicina y le comenté que me gustaría hacer prácticas desde mi primer año porque en la universidad no empezamos hasta el tercero. Entonces él, al parecer, ha estado moviendo unos cables para que pudiera estar por aquí algunos días y ayudarle.
-¿Y la universidad?- preguntó Gemma preocupada.
-No te preocupes, me ha dicho que intentaríamos cuadrarlo con mi horario.
-¡Eso es genial, Harry!- Trish le abrazó. Al soltarse, él me miró, esperando que dijera algo.
-Mientras no experimentes conmigo, yo también me alegro.
-Gracias- murmuró.
-Pero ahora no me digas que esa sonrisa es sólo porque te ha ofrecido las prácticas, ¡eh! ¡Que te conozco!- exclamé un poco demasiado alto.
-¿Te puedes callar?- me reí de lo nervioso que se ponía, es que de verdad, me parecía super gracioso-. No ha pasado nada.
-Ya, ya... ¿has averiguado si es gay?- él se rascó la cabeza y se frotó el pelo.
-No, aún no.
-¿Y a qué esperas? ¿A que te lo diga él mismo? Porque no lo va a hacer, ya te lo digo yo- le advertí. O espabilaba o se le iba el tren.
-Bueno, ¡vale! ¿Podemos dejar de hablar del tema?- dijo nervioso.
-Le vas a perder...
-¿¡Podemos!?- exclamó irritado. Gemma se rió de su hermano y él se sentó indignado en la única silla que había libre al ver que todos nos reíamos de su comportamiento.
*
Ya eran las siete. Hacía aproximadamente una hora que estaba en casa. Bueno, fuera del hospital porque no estaba en mi casa. Después de hablarlo mucho habíamos decidido que lo mejor era que me quedara a dormir en casa de Trish estos días porque mi habitación, en mi casa, estaba en el piso de arriba y con la pierna escayolada no podía estar subiendo y bajando escaleras. En cambio, Trish, tenía un sofá-cama en su salón, del cual me adueñaría los próximos días. Acabábamos de terminar de cenar y yo estaba sentado en uno de los sillones, viendo cómo Trish desmontaba el sofá y sacaba la cama.
-¿No has vuelto a ver a tu padre desde que le metieron en la cárcel?- pregunté. Trish se detuvo. No esperaba que le hiciera esa pregunta. Se giró lentamente. La poca luz que daba la lámpara del salón y su pelo, el cuál le caía por la cara, ponían en sombra su rostro.
-No...- me observó, insegura.
-Y... ¿no has ido nunca a verle?
-No.
-¿Ni te gustaría?
-¿Por qué me estás preguntando eso?- sus ojos me observaban impaciente . Me miré las manos, las cuales estaban sudorosas.
-Porque quería saber si a ti...- no fui capaz de terminar la frase porque me estaba imaginando la escena en mi mente y quería matar a ese gran hijo de puta.
-¿... me pegaba?- yo asentí. Trish me miraba con los ojos muy abiertos y con la inocencia de una niña pequeña-. No.
-¿Nunca?- ella negó con la cabeza suavemente. Solté un suspiro de alivio. Sentí cómo mi interior se relajaba. Se sentó en la cama que acababa de hacer.
-No llegó a ponerme una mano encima porque mi madre no se lo permitía- le temblaba la voz-. Puede que no me pegara pero, aunque fuera pequeña, los gritos, los golpes, las peleas y todo eso quedó grabado en mi memoria y hay veces que... no se va- me levanté de mi asiento y me senté a su lado, rodeándola con mi brazo bueno.
-Puedes llorar, ¿sabes?- la dije al notar las lágrimas a punto de caer.
-No quiero- sorbió por la nariz. Sabía que no le gustaba llorar, siempre prefería hacerse la fuerte.
-A veces es necesario echarlo todo fuera- susurré en su oído.
-No me gusta ser débil- murmuró.
-Llorar no es de débiles, llorar es de valientes. Valientes que aceptan que tienen un problema y lo afrontan. Todos los problemas duelen y todos los problemas hacen llorar. Si no lloras, es que no lo has aceptado, entonces sí que eres débil.
Fue ahí cuando lloró. La dejé consolándose en mi hombro. Cada parte de mi ser me ardía de rabia por verla llorar pero no era algo que yo pudiera evitar ni controlar. Tan sólo podía acariciarla y reconfortarla hasta que se sintiera mejor.
-Nunca he hablado de esto con nadie- reconoció después de que se le acabaran las lágrimas. Con razón había llorado tanto. En sus ojos había temor. Sabía lo que le estaba pasando por la mente. Sus recuerdos seguían vivos dentro de ella.
-Trish- la tomé de la cara con ambas manos y la hice fijar su vista en mí-, no va a volver. Te lo prometo. Y si vuelve, yo me encargaré personalmente de volverle a meter en la cárcel- había gotas en algunas de sus pestañas y cuando pestañeaban desaparecían como si de magia se tratase.
-No quiero verte en la cárcel como a él. Es por eso que tengo tanto miedo cuando te vas por ahí a hacer carreras ilegales, o juegas con droga... no quiero que te conviertas en él- sentí cómo volvía a empezar a llorar pero esta vez la frené.
-Ey, no me voy a convertir en nadie- rocé suavemente su piel con mi pulgar-. Soy Louis y siempre seré Louis, nunca voy a cambiar, seguiré siendo el mismo cabrón de siempre- una sonrisa se le escapó de los labios.
-¿Eso no va a cambiar?- inclinó la cabeza.
-Por mucho que lo intente creo que no. Es mi marca personal.
-Me alegra que digas eso. Serás un capullo pero no eres tan mala persona como crees ser y no deberías cambiar por lo que otros dijeran de ti. Si no hubieras sido un poco capullo no me hubiera enamorado de ti.
-¿Ah, no? Cuéntame más de eso- dije curioso. Ahora, por lo menos se la veía un poco más alegre. Un poco.
-No- se zafó de mí y se levantó-. Esa es otra historia y tenemos que descansar. Ha sido un día largo- dijo destapando las sábanas de la cama.
-¿Te quedarás?- señalé con la cabeza a la cama.
-No.
-¿Por favor?
-Es que...- se mordió el labio inferior-, sabes que me muevo mucho mientras duermo y no quiero pegarte una patada y hacerte más daño- no pude evitar reírme ante tanta inocencia y ternura.
-No lo harás, y si lo haces da igual, si viene de ti sería un dolor dulce y con el que estaría encantado de tratar.
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