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Capítulo 49

POV LOUIS


Estaba oscuro. Conseguí abrir los párpados ligeramente para que me entrara claridad pero al instante volvieron a caer, sumiéndome de nuevo en la oscuridad...

Seguía oscuro. Abrí un poco los ojos de nuevo. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que lo intenté la última vez. Logré divisar una figura de espaldas, con el pelo cayéndole en cascada por detrás. Mis párpados no aguantaron mucho más...

Todo estaba negro antes de abrir los ojos. Esta vez no había nadie delante de mí. Fui capaz de ver que estaba en una habitación de lo que parecía ser un hospital y poco más. Volví a caer...

Ya me había acostumbrado a la oscuridad y a estar inconsciente. Lo que fuera que me hubieran metido en el cuerpo tenía mucha fuerza y era una puta mierda porque me sentía drogado todo el rato, sin tener control sobre mí mismo. Los párpados me seguían pesando y sólo fui capaz de abrirlos hasta la mitad. Vi a una chica y a un chico hablando con un hombre. Mi retina era incapaz de enfocar la visión y estaba demasiado cansado como para tratar de escuchar la conversación...

Sentí un gran peso en mi brazo izquierdo. No estaba seguro de si era algo malo o un alivio porque al fin pudiera sentir algo. Abrí los ojos con todas las fuerzas que poseía, que debían ser nulas. Sorprendente, conseguí abrirlos más de lo que antes había podido. Esta vez, logré enfocar.

Estaba en una cama, una máquina  controlaba mis pulsaciones, un cuerpo yacía a mi lado, respirando profundamente. Más que a mi lado estaba totalmente echado sobre mí. Reconocí las ondulaciones del pelo de Trish. Podía notar su respiración chocar contra la piel de mi brazo. Estaba dormida. Miré alrededor. No había nadie más. Estábamos los dos solos. Quise quitarme las sábanas pero me fue imposible. Tenía puesto un cabestrillo en el brazo derecho que me llegaba hasta el hombro. Podía sentir cómo respiraba con dificultad y tenía un ligero cosquilleo en la nariz. Me habían puesto un tubo con oxígeno. La vía la tenía conectada a la vena del brazo derecho, apenas sin espacio entre todos los tatuajes. Todo este tiempo había sentido la frente oprimida y ahora entendía por qué: tenía la cabeza vendada. Para colmo también sentía cómo no podía mover una de las piernas, la cuál, seguramente tendría escayolada. Intenté incorporarme pero sentí que apenas tenía fuerzas. No sabía cuanto tiempo llevaba en esta posición pero estana cansado de ella.

Mis movimientos de incomodidad despertaron a Trish. Poco a poco se fue levantando hasta que fijó su vista en mí.

-¿Louis?

Me miraba sorprendida a la vez que aliviada, con una sensación de felicidad en su rostro. Quise hablar pero tenía la boca completamente seca.

-Espera- me acercó un vaso de agua a la boca del que me dio de beber.

Tragué como si no hubiera bebido en años.

-¿Cómo te sientes?- preguntó. Su dulce voz me hizo sentirme bien al instante.

-He estado mejor...- dejé de hablar en cuanto sentí un intenso dolor en el estómago. Me toqué instintivamente-. ¿Por qué me duele aquí?

-Tienes un par de costillas rotas.

¿¡También!?

-¿Hay algo que no tenga roto?

-La lengua, al parecer.

Trató de aliviar el tema y esa pizca de humor me gustó. Intenté incorporarme pero Trish me frenó en cuanto me comenzaron a doler de nuevo las costillas.

-Será mejor que te quedes tumbado.

-No quiero estar aquí. Me quiero levantar de esta puta cama.

-Relájate, ¿quieres?- intento tranquilizarme con su dulce voz.

-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?- pregunté con curiosidad. Ella se quedó callada por un momento.

-Varios días...

-¿Qué día es hoy?- demandé con dureza.

-Siete de enero.

¿Siete de enero? ¿Había pasado ocho días en la cama de este hospital? Ocho días que habían transcurrido sin que yo los viviera.

-Pero... y... ya es...

-¿2014? Sí. Feliz año nuevo.

-Y yo he estado aquí...- lo dije más para concienciarme a mí mismo que para aportar algo a la conversación.

-Sí...

Nunca me había pasado esto y no sabía cómo sentirme. Me había desmayado otras veces y siempre me había resultado todo muy extraño. El tiempo no paraba porque tú te hubieras quedado inconsciente pero no era lo mismo un desmayo que estar inconsciente ocho días. Me había perdido el comienzo del nuevo año y ocho días de mi vida que no podría recuperar.

-¿Cómo supiste que estaba aquí?

-¿Te creías que no me iba a enterar?

-No... me refiero el día del accidente. Estabas aquí, hablando con alguien, te escuché.

No sabía cómo era capaz de recordar eso pero el hecho era que lo hacía y que, en ese momento, estaba consciente dentro de mi inconsciencia. Trish abrió la boca sorprendida al descubrir que la había escuchado.

-¿Quién más estaba?

-Harry.

Claro, cómo no.

-¿Cómo os enterasteis tan rápido?- se quedó callada, mirándose las manos.

-Me llamó Zayn- dijo con un ligero hilo de voz.

-¿Ese capullo qué?- exclamé anonadado.

No había sido capaz de llamar a Trish, ¿verdad? ¿Por qué coño no se metía en sus putos asuntos?

-Cálmate.

-¿¡Cómo quieres que me calme, Trish!? ¡No tienes ni idea de lo que ha hecho ese hijo de la gran puta!- grité, su simple nombre me provocaba estar fuera de mí.

-Sí que lo sé... y no fue él.

-¿Cómo que no fue él? ¿De qué estás hablando?

-Fue Liam.

-¿Qué?- ella suspiró, un suspiro profundo y cargado de tensión.

-Zayn me lo ha contado todo, Louis.

Sentí el corazón pararse de golpe. Toda la sangre de mi rostro se desvaneció. Me faltaba la respiración. Ya está. La había perdido. Los muy gilipollas me habían engañado y humillado. Se lo habían dicho todo y yo no sabía qué cojones decir ni qué cojones hacer para evitar que me dejara. La boca se me secó de nuevo. No soportaría estar otra vez sin ella. Sus delicadas facciones se mostraban alicaídas, decepcionadas.

-Trish...- las palabras no me salían.

-No- me tapó la boca con la mano-.Déjame hablar... Liam fue el que quiso que tuvieras un accidente desde el principio.

Espera... ¿qué? ¿De qué coño me estaba hablando?

-Zayn y Niall no tuvieron nada que ver.

Pero...

-A Zayn casi le casi le tiras de la moto cuando tú te caíste. Fue Liam el único que quería hacerte daño. Estaba cegado por la ira y el rencor. Zayn y Niall no tienen la culpa.

Entonces... ¿no estaba hablando de eso? ¿No sabía nada de lo del robo? ¿Ni del trato? ¿Ni iba a dejarme? Respiré profundamente y sentí que la sangre volvía a fluir tranquilamente.

-No entiendo nada- le expresé después de pensar en todo lo que me había dicho.

-Que no la tomes con ellos dos porque nunca han querido hacerte daño.

Me quedé un minuto pensativo, intentando centrarme en el tema del que me estaba hablando. No me hizo falta pensar mucho cuando sus acciones me vinieron a la mente.

-¿Y tú te lo crees?- la miré esperando una respuesta. Ella me miró dubitativa.

-Pues... claro. ¿Por qué no?

Sonreí irónicamente.

-Con todas las putadas que les he hecho ¿crees que es verdad que no querían hacerme nada?

-Zayn fue muy sincero cuando me lo contó.

-Dios, ¡Trish! ¿Cómo puedes ser tan ingénua?- me miró seria, como siempre que la trataba como si fuera una niña pequeña pero es que, en este caso, se estaba comportando como tal.

-Conozco a Zayn, Louis.

-¡No! ¡No le conoces en absoluto! ¡Ya te lo demostré una vez! Zayn miente más que habla. ¿A quién le crees? ¿A él o a mí?

-Niall ha estado preocupado por ti- me cambió de tema y eso me jodió aún más-. Me ha estado llamando.

-¡No me metas a Horan en esto porque me la suda! Y, además, ¿tú desde cuándo tienes su número?

-Louis...- me advirtió para que parara.

Me jodía que hiciera eso aunque me estuviera pasando con ella pero toda esta situación me comía las entrañas.

-No les creas, Trish. No creas nada de lo que te digan.

-Hasta ahora ellos han sido los únicos que me han dicho la verdad- me soltó fríamente.

-¿Qué quieres decir con eso?- apartó la mirada de mí.

-¿Por qué no me dijiste ese día que ibas a correr?

-Porque no quería preocuparte- mentí-.

-Somos una pareja. No entiendo por qué me has ocultado eso. Pensé que nos lo podíamos decir todo siempre. Yo, por lo menos, te cuento todo lo que hago.

-Vi cómo te pusiste la última vez y no quería que se repitiera.

Sus labios se cerraron, marcando una fina línea.

-La última vez me puse como me puse porque   te comportaste como un imbécil, te recuerdo- se cruzó de brazos.

-No fui yo el único que se comportó así aquella noche ¿o te recuerdo lo que hiciste con Horan?- las mejillas de Trish se enrojecieron con el cabreo-. ¿Qué te traes con él? ¿Tenéis algo?- seguí.

-¿Cómo puedes decir eso?- gritó y se levantó de la silla indignada-. Después de todo lo que he pasado contigo ¿cómo me puedes venir con eso?- exclamó dolida-. Si tú no confías en mí ¿cómo voy a confiar yo en ti?

-Ah, o sea que ¿ahora no confías en mí?

-Yo no he dicho eso.

-Se ha entendido perfectamente, Trish- intenté cruzarme de brazos pero no pude con la maldita via y la escayola de mierda.

-¡Siempre malinterpretas todo! Nunca eres capaz de ver las cosas cómo son, siempre te crees que son el doble de difíciles y retorcidas pero no te das cuenta de que, las pocas cosas de la vida que son simples, tú siempre te las complicas.

-¡Sería más fácil si no fuera tan difícil mantener una puta conversación contigo!

La mirada que me echó Trish en ese momento no sé ni cómo describirla. Me dolió más que mil puñales clavados en la espalda.

-¿Qué son esos gritos?

La puerta de la habitación se abrió y apareció Harry con el pelo revuelto mirándonos preocupado.

-¿Louis?- me miró sorprendido al verme despierto.

-Yo me voy- anunció Trish. Cogió su bolso y sus cosas y se marchó de la habitación.

Harry la miró sin entender qué estaba pasando. Cuando volvió la mirada hacia mí descubrí que tenía los mismos ojos que Trish, marcados por ojeras y cansados.

-¿Qué has hecho?- preguntó cerrando la puerta y acercándose a la cama.

-Gracias por preguntar qué tal estoy y tal después de haber despertado de un coma.

-¡No estabas en coma! ¡Eres un exagerado!- exclamó-. Tan solo te administraron una medicación muy fuerte que te dejó inconsciente por días. Llevamos desde ayer esperando a que te despertaras.

-¿Qué me ha pasado entonces?- se sentó en la silla en la que, segundos antes, había estado sentada Trish.

-Has tenido un grave accidente.

-¿No me digas, Harry? Vaya, me descubres América- dije sarcásticamente.

-Al parecer te chocaste contra una pared y tu propia moto. El impacto hizo que te rompieras la pierna y algunas costillas, y te hiceras un esguince en la mano.

-¿Y en la cabeza?

-Te chocaste con el manillar y...

-¿Y qué?- le demandé nervioso.

-Si te hubiera dado un poco más a la izquierda- su voz fue decayendo conforme hablaba-... no hubieras llegado al día de hoy- dijo en un susurro.

Sentí todo mi cuerpo encogerse ante sus palabras. Me acojoné. Un escalofrío me recorró la espalda de arriba a abajo. Podría estar... ¿muerto?

-¿Tan grave fue?- apenas fui capaz de encontrarme la voz después de su confesión. Él asintió con la cabeza.

-No lo parece porque tú has estado dormido pero nosotros lo hemos vivido todo desde fuera y... no te recomiendo pasar por ello.

-Yo...

-¿Qué ha pasado con Trish ahora?

Cambió de tema. Yo seguía sin encontrarme la voz, seguía perdido, no lograba encontrarme. Podría estar muerto y entonces sí que me hubiera alejado de Trish para siempre.

-No sé...- murmuré con la mirada perdida.

-No sabes lo mal que lo ha pasado, Louis. Vino a casa llorando diciendo que estabas en el hospital, en la UCI porque habías tenido un accidente. Casi le da un ataque a ella y ni siquiera sabía qué te había pasado exactamente.

Mi cabeza era incapaz de analizar toda la información que le estaba llegando de golpe.

-Se ha pasado aquí los días y las noches, no ha querido separarse de ti, incluso cuando las enfermeras la obligaban a salir de la habitación porque se acababa el horario de visitas, ella se quedaba esperando en la sala de espera. Nunca he visto a alguien preocuparse tanto por una persona.

Joder.

-¿Por qué discutíais?

-Por... Malik, supongo...

-¿Supones? Louis, eres gilipollas. Siempre lo tomas con ella, la persona que menos se lo merece- refunfuñó indignado.

Tenía toda la puta razón. Ella preocupada por mí y yo tratándola como una mierda. Me daba asco, joder. ¿Cómo eran tan, tan, tan gilipollas? Ella era la que había estado cuidando de mí todo este tiempo cuando he estado mal, ha sido esa persona que nunca tuve y encima le echo cosas estúpidas en cara, cosas que sé que no son verdad.

-Soy gilipollas- murmuré.

-Y un celoso de mierda- añadió Harry recostándose en la silla.

-Y un novio horrible.

-Dime algo que no sepa- le miré con odio.

-Cállate- él me devolvió la mirada divertido, conteniéndose la risa-. ¿Puedes ir a buscarla?- le pedi. Necesitaba hablar con ella y despejarme la mente.

-No. Primero voy a avisar a una enfermera para decir que te has despertado.

-Pero luego la traes- le demandé mientras se levantaba.

-Haré lo que pueda- murmuró al salir.

-Puto Harry...- mascullé.

POV TRISH

Salí de la habitación sin siquiera mirar a Harry. Las palabras de Louis me habían hecho daño, no sólo su último comentario, sino todo en general.

Me fui a la máquina expendedora a por una botella de agua. Llevaba nueve cafés en lo que llevaba de día y aún así me caía de sueño pero no podía seguir administrando cafeína a mi cuerpo. Eran las siete de la tarde y no sabía qué hacer, si irme a casa a dormir finalmente o seguir aquí ahora que Louis había despertado, aunque tal como me había tratado no me apetecía volver allí dentro. ¿Para qué? ¿Para que me tratara como una estúpida o para reprocharme que no se podía hablar conmigo? O, bueno, lo mejor era la supuesta relación que le ocultaba con Niall. Absurdo. Todo esto era absurdo. Me había pasado ocho días enteros sin moverme de esta cárcel, viéndole en una cama rodeado de tubos, vendas y escayolas, y no entendía qué narices le pasaba con Zayn cuando, sin él, no me hubiera enterado nunca de lo que le había pasado.

Louis tenía razón en una cosa, Zayn ya me había mentido una vez pero la cara de Niall al contarme lo que había pasado corroboraba que era cierto. Niall podría ser muchas cosas pero era un pésimo mentiroso y se le notaba cuando mentía y cuando decía la verdad. Era una persona muy transparente.

Bebí un poco y volví de nuevo a la sala de espera cercana a la habitación de Louis. Encontré a Harry hablando con uno de los médicos que habían estado tratando a Louis. Me quedé sentada observando su conversación. Al cabo de un rato, Harry se sentó a mi lado.

-Después de esos gritos deberías haberte comprado una tila o algo- comentó señalando la botella. Sonreí amargamente.

-Debería, sí...

-Sabes que no dice esas cosas de verdad- me dio un suave golpe con el hombro, intentando animarme. 

-No serán de verdad, pero las dice.

Creo que Harry era el único que nos conocía plenamente a los dos y sabía lo mucho que en el fondo nos queríamos pero lo idiotas que podíamos llegar a ser.

-No se lo tengas en cuenta. Me acaba de reconocer que es un gilipollas.

-¿En serio?- él asintió-. No se lo tomo nunca en cuenta pero ya me cansa que no confíe en mí después de todo.

-A Louis le cuesta mucho...

-Confiar en alguien, lo sé. No me sueltes el rollo de siempre. A mí también me cuesta estar en una relación porque la última no salió nada bien y, sin embargo, aquí estoy, intentando dar un 200% sabiendo que Louis no es una persona nada fácil.

-No hace falta que me lo jures, a mí no- dijo comprensivo.

-Lo que me fastidia es que apenas he dormido estos ocho días porque estaba preocupada por él y en cuanto despierta lo primero que hace es ponerse a discutir.

-Ya... nunca he visto a una persona que después de ocho días inconsciente se levante con ganas de discutir.

Le miré y no pude evitar reírme. Harry sonrió también. Me conocía lo suficiente para saber en qué momentos me reiría con un chiste malo como ese.

-Me ha pedido que volvieras a entrar.

-¿Para qué? ¿Para seguir dudando de lo que le digo?- bufé.

-Posiblemente...- se rió-. O tal vez no. Ya sabes como es Louis, nunca hace lo que esperas que vaya a hacer.

Jugué con la botella entre mis manos, pensando en lo que hacer. No perdía nada por ir y si salía mal, me iría a casa. Me aseguré de que todas las enfermeras habían salido de la habitación para adentrarme.

Pasé silenciosamente. Habían inclinado un poco la cama para que Louis no estuviera tumbado del todo, si no un poco sentado. Le encontré mirándose la vía que le conectaba con la vena.

-Creo que no deberías tocarte eso si no quieres tener una hemorragia.

Quitó las manos sorprendido al escuchar mi voz.

-Me han dicho que luego venían a quitármela porque ya no la necesito.

Me quedé de pie, en una esquina de la cama observándole. Tenía bolsas en los ojos, su color de piel era totalmente pálido y estaba embutido en vendajes y escayolas, todo un cuadro.

-Siéntate, por favor.

Me acerqué lentamente a la silla en la que había estado sentada antes.

-No, aquí- dio unos golpes al lado suyo, en la cama.

Dudé un poco pero acabé complaciéndole.

-¿Me puedes hacer un favor?- preguntó.

-Depende.

-Ignora todo lo que te he dicho antes.

Le aparté la mirada. Al menos lo reconocía. Algo era algo.

-Soy muy gilipollas y no me gustaría pasar por lo que has pasado tú. Olvida todo lo que te he dicho porque no estaba pensando con clarida. Creo que tanta medicina me ha afectado.

-No, tu eres así siempre- le contradije.

-Bueno, es verdad- sonrió un poco-. Haz como si lo de antes no hubiera pasado y empecemos de nuevo.

Volvió a cerrar los ojos y se hizo el dormido. Después de unos segundos los volvió a abrir lentamente.

-¿Trish?- dijo con un hilo de voz-. ¿Dónde estoy?- se hizo el desconcertado, como si se acabara de despertar.

No pude evitar que una sonrisa se escapara de mis labios, haciéndome reír.

-Eres muy tonto.

Él me sonrió también. Apesar de en el mal estado en el que se encontraba estaba precioso. Esto era lo que quería ver, sus ojos azules conectando con los míos. Con eso ya estaba tranquila. Era lo que más había deseado ver durante estos ocho días. Se me pasó por la cabeza la posibilidad de no volver a ver nunca esa mirada azul penetrante y casi me da un ataque de pánico. Su mirada era mágina y era lo que más me gustaba de él. Me tomó la mano con la que no tenía escayolada y me acarició la piel.

-¿Cuánto tiempo llevas sin dormir?

-Ya no me acuerdo.

-¿Por qué no te has ido a casa a descansar?

-Porque no podía dejarte solo- confesé.

Harry y Gemma me habían obligado a irme a casa muchas veces pero yo me negaba. Tan solo había ido para ducharme, el resto del tiempo lo había pasado aquí con él.

-Tienes ojeras.

-Gracias- respondí con ironía.

-No, no lo decía por eso. Sabes que tú siempre estas preciosa, es sólo que... nadie había hecho algo así por mí antes.

Abrí la boca sorprendida, sin saber qué decir. Le apreté con dulzura la mano como muestra de aprecio a sus palabras.

-¿Y tú madre?- bufé ante su recuerdo.

-Está en Nueva York otra vez.

-¿Por qué?

-Ha tenido que ir por una cosa a la que la han invitado o no se qué, no me digas lo que es. Se fue nada más comenzar el año.

-¿Me puedes contar más relajadamente lo de Malik?- me preguntó.

-Si te vas a poner a ladrar como antes no.

-¿Ladrar?- él se rió de la palabra que había usado pero paró al poco rato-. No me hagas reír que me duelen las costillas, joder- eso me hizo reír a mí-. Cuéntamelo, por favor.

Me coloqué mejor, posicionándome enfrente de él.

-Cuándo Zayn me llamó estaba contigo en el hospital.

-¿Vino conmigo?- me preguntó extrañado.

-Sí y no- le expliqué-. Zayn también se cayó de la moto y también le trajeron al hospital.

-Pero ¿la ambulancia fue a las carreras?

-Claro.

-¿Y la policía?- preguntó preocupado.

-También. Detuvieron a varios.

-¿Payne?- dijo esperanzado.

-No, a Liam no- me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja.

-Joder...- masculló.

-Cuando me llamó Zayn estaba en la ambulancia de camino al hospital. A mí me pillaron llegando a casa de la cena y, sin que se enterara mi madre, fui a buscar a Harry y vinimos aquí.

-¿Malik y Horan han visto a Harry?

-Sí, pero le presenté como mi amigo, no te preocupes.

Sabía que ese era un tema delicado para él. Suspiró tranquilo.

-Fue ahí cuando nos contaron lo que pasó con Liam y créeme cuando te digo que lo decían de verdad. Fue todo su culpa, ellos no tuvieron nada que ver.

-Te creo lo que me dices y perdón si antes me he puesto así pero sigo sin fiarme de ellos.

En ese momento las enfermeras tocaron la puerta y entraron con un carrito.

-Es la hora de la cena, Louis- anunciaron como si fuera un niño pequeño. Era una cosa que odiaba de los hospitales, te trataban siempre como si fueras imbécil.

-Tengo una mano escayolada y en la otra la vía. ¿Cómo voy a comer?

-Para eso estamos aquí- aclararó la do mujer.

La cara de horror de Louis casi me hace estallar en carcajadas, se le fue todo el color del rostro al pensar que esa mujer le darían de comer como si fuera un bebé.

-¿No puede dármelo ella?- preguntó señalándome.

-¡Claro!- exclamó la enfermera sonriéndome. Yo la devolví la sonrisa cortésmente.

Escuché a Louis suspirar de alivio mientras colocaban la bandeja a su lado y tocaban los mandos de la cama para sentarle bien.

-Es la primera comida que tomas en ocho días así que procura masticar tranquilamente, no tienes prisa. ¿Vale, cariño?

Louis me miró extrañado ante el uso de esa palabra de afectividad y casi se me vuelve a escapar la risa. A los pocos minutos me encontraba dándole de comer, como si de un niño se tratase.

-Podría acostumbrarme a esto- comentó.

Arqueé una ceja y él se rió.

-Entonces... ¿estás sola en casa?- preguntó pícaro.

-Sí y me temo que tu vas a pasar una larga temporada aquí, amigo mío.

-No me jodas...- se quejó.

Le estuve dando de comer en silencio. Por el rabillo del ojo vi que Harry nos estaba mirando con una sonrisa en la cara. Negué con la cabeza para mí misma y seguí dando a Louis de comer. Él ni siquiera se percató, parecía estar embobado. Tenía la vista fija en mí y no la apartaba.

-¿Por qué me miras tanto?- pregunté con curiosidad.

-Porque siempre me fascinas. Podría admirarte durante un minuto y encontrar mil cosas que me encantan de ti.

Dijo igual de embobado que antes, como si no hubiera dicho nada transcendente pero para mí había sido como el primer rayo de sol que sale después de la tormenta. No sabía cómo lo hacía pero después de todas nuestras discusiones me decía cosas así que me hacían olvidar por qué estaba enfadada con él.

-No quiero más- me dijo al cabo de un rato, cuando aún le quedaba la mitad del yogurt.

No le hubiera obligado a tomar más pero si el hospital le daba esta cantidad de comida sería porque la necesitaba y tendría que respetarla.

-Son solo tres cucharadas más.

-No- se negó cerrando la boca justo cuando le iba a meter la cuchara y el yogurt acabó manchando su bata.

-Mira lo que has hecho- me quejé.

-A mí no me eches la culpa, lo has tirado tú.

Con una servilleta limpié la ropa y me acabé terminando yo el yogurt, sabiendo que no habría manera de que entrara en razón.

-¿Hace cuánto que no comes?- preguntó preocupado.

-Louis, he estado comiendo- le dejé claro. No quería que se convirtiera en mi madre 2.0, porque oposiciones no le faltaban.

-Tienes que cenar.

-Luego me bajo a la cafetería. De tantas veces que he estado allí esta semana creo que me van a hacer cliente del mes.

-Quiero un cigarro.

-Claro que sí.

-Quiero fumar- repitió al notar el sarcasmo en mi voz.

-¡No vas a fumar!- exclamé indignada.

-Mi chica, tan simpática como siempre- sonrió irónicamente.

Cada vez que decía esas cosas como mi chica era capaz de hacer que mis pulsaciones se elevaran a mil, pasara el tiempo que pasara, siempre conseguía hacerme sentir como el primer día.

-Quiero estar contigo pero sería egoísta de mi parte si te pido que te quedes- me dijo tristemente-. Vete a casa a descansar.

La verdad era que no me había podido hacer más feliz con esas palabras. La habitación ni siquiera tenía sofá, solo había una incómoda silla y había "dormido" ahí ocho noches, quería volver a mi cama.

-¿Estás seguro?

-Sí. Vete o acabarás haciendo la transformación definitiva a mapache.

-Gracias, siempre da gusto escuchar tus palabras.

-Sabes que lo digo con cariño, tonta.

Tonta


Amaba cuando usaba esas palabras de forma cariñosa.

-Te quiero- me dijo sonriendo.

-Te quiero- le contesté.

Cogí el bolso y me levanté.

-¿No me vas a dar un beso?- puso cara de perrito abandonado y con todas las vendas que tenía y lo dolorido que parecía estar, era la cosa más achuchable del mundo.

Me acerqué de nuevo a él y le di un suave y delicado beso en los labios, para no hacerle daño. Al apartarme sonrió.

-Deberías haber hecho esto mientras estaba inconsciente. A lo mejor me hubiera despertado- murmuró con gracia.

-Claro que sí- me coloqué la bufanda en el cuello mientras andaba hacia la puerta-. Hasta mañana, bello durmiente.

Escuché la dulce melodía de su risa por el pasillo mientras me alejaba.

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Se ha notado mucho el incremento de comentarios y votos del último capítulo respecto a los otros y solo quería decir que muchas gracias :') sois geniales y seguid así! comentando y votando asdfghjklñ  ¡Os adoro! ily

Patri xx

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