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Capítulo 46

*leed el final del capítulo anterior por si no os acordáis de como acabó ;)*

POV TRISH

-No hace falta que contestes- le tranquilicé al ver que había empalidecido ante la pregunta.

Mi madre en verdad, parecía que no pero, estaba de broma.

-Te los dejaste el otro día en casa al meterte en la ducha- le expliqué para que me siguiera la corriente.

-Ah... sí... lo siento señora Parker...- Harry agachó la cabeza avergonzado por la situación y cogió los calzoncillos sin mirarnos a la cara. Mi madre le miró con una pequeña sonrisa.

-No te preocupes, pero que no vuelva a pasar- le advirtió-. Y te recuerdo que te dije que me llamaras Lillian, me siento muy mayor si no.

-De acuerdo, Lillian- el chico sonrió.

Se formó un silencio incómodo hasta que Harry reaccionó.

-¡Pasad, pasad! No os quedéis fuera.

Me gustaría saber dónde estaba Louis y que hacía. Esperaba que no hiciera ninguna tontería.

-¿Harry?

Gemma apareció por la puerta de la cocina y nos descubrió caminando detrás de su hermano. Me dedicó una sonrisa al reconocerme y se quedó mirando a mi madre, no esperando encontrarla allí.

-Ésta es mi hermana Gemma- las presentó Harry.

-Mucho gusto- la chica le dio la mano amablemente.

-Harry me ha hablado mucho de ti- comentó mi madre.

Decir eso me parecía una exageración. Harry no había hablado tanto de Gemma delante de ella pero bueno, suponía que era lo que se decía en esas ocasiones.

Los dos hermanos compartieron miradas cómplices.

-Pasad- nos ánimo Gemma a ir hacia el salón.

Nos sentamos en los sillones alrededor de la televisión.

-Veníamos a daros las gracias personalmente por habernos invitado a pasar la Nochebuena con vosotros, es todo un detalle.

Los Styles se miraron sin tener idea de lo que estaba hablando y me di cuenta de que Louis no les había dicho nada, por lo que decidí intervenir.

-Eso, Harry. Gracias por hacerme la propuesta el otro día. Significa mucho para mí.

Levanté una ceja a la mitad del comentario para que pillara la indirecta. Harry se rió cortésmente, y se pasó las manos por el pelo.

-Le costó aceptar, que conste- le comentó a mi madre y ella se lo tragó todo.

Estuvieron hablando más tiempo sobre el tema mientras Harry se inventaba la mitad de las cosas que decía. Gemma se mantenía al margen para no meter la pata. Más adelante cambiaron de tema y la chica entró a formar parte de la conversación de nuevo, hablando con mi madre sobre diferentes temas en los que Harry hacía una intervención de vez en cuando.

-Estoy muy agradecida de que Trish haya encontrado amigos como vosotros.

Al parecer, estaba disfrutando de su compañía y eso era difícil pero, siendo honestos, ¿a quién le iban a caer mal Harry y Gemma?

-Me alegro de que no seáis como los sinvergüenzas esos de las motos con los que se juntaba antes. Menos mal que no acabó con ellos.

En ese momento los tres nos miramos y estallamos en carcajadas nerviosas ante la ironía de la situación. Nadie se atrevió a hacer un comentario al respecto.

Estuvimos hablando un poco más y fijamos las horas para ir a cenar al día siguiente. Nos despedimos de ellos y nos volvimos a casa. Respiré aliviada al salir por la puerta y que no se hubiera descubierto nada de Louis.

Estaba preocupada porque no le había comprado ningún regalo para su cumpleaños pero no había caído en que también era Navidad y necesitaba hacer regalos a mi madre, a Harry y a Gemma. No tenía tiempo por lo que, por la tarde, iría a comprarlos.

POV LOUIS

Qué asco de mujer. Cada día me gustaba menos. La conversación se había escuchado entera perfectamente desde arriba. No podía creer cómo alguien podía ser tan superficial. Pensaba que eso sólo existía en los reality shows. Me sorprendió que Harry y Gemma no la cagaran con lo de Nochebuena, conociendo lo tontos que son a veces.

Pero su madre... su madre era lo que me sacaba de quicio. No podía con sus etiquetas de casa perfecta, trabajo perfecto, hija perfecta y vida perfecta. Había escuchado cómo se había referido a mí y a mis amigos... bueno, que ya no eran amigos, pero me había dolido tanto como si lo siguieran siendo, y sentía náuseas. ¿Cómo podía juzgar a alguien por su apariencia sin conocerlo?

Bajé las escaleras una vez que se hubieron marchado. Harry estaba tirado en el sofá viendo la tele y Gemma en la cocina. Entré para coger una cerveza.

-Parece maja la suegra- bromeó. Estaba haciendo la comida.

-No estoy de humor.

Cerré la puerta de la nevera de golpe y abrí la lata.

-Podrías habernos comentado algo de que mañana venían a cenar y tal...

-Podría, es cierto- pegué un sorbo a la bebida.

-Louis- me miró seria.

-Gemma- la imité.

-¿Qué se supone que voy a cocinar? No tengo comida para tantos y tras haber conocido a esa mujer no creo que se conforme con un trozo de pizza.

En Navidad siempre cenábamos pizza. No éramos como todo el mundo que se gastaba el sueldo del mes en comida que ni siquiera podía permitirse. Era un tiempo para disfrutar y ¿qué mejor manera de disfrutar que con una pizza? Además era mi cumpleaños y ese día mandaba. Obviamente fui yo quien inventó esa tradición.

-Pues que te ayude Harry.

-Claro, siempre Harry... ¿y tú?

-¿Quieres que incendie la cocina otra vez?

-Eres un exagerado- me dio la espalda para coger comida de la nevera.

-¡Habló la que casi me deja estéril cuando descubrió el desastre!

-Pues que sepas que a una chica se la conquista con el paladar también.

-Si lo dices por Trish, ya está más que conquistada, pero gracias por el consejo- la guiñé un ojo.

-Eres asqueroso. ¿Te lo había dicho antes?

-A diario, pero gracias- sonreí triunfante.

-Algún día en el futuro tendrás tu propio piso y te encontraremos muerto de hambre por no saber cocinar- comenzó a preparar una ensalada.

-Un futuro no muy lejano...- murmuré.

-¿Por qué dices eso?- me preguntó extrañada.

-Me voy a mudar a Oxford.

-¿Qué?- Harry pareció aparecer por la puerta en el momento clave.

Los dos me miraron asustados esperando una explicación.

-Necesito convencer a Trish pero, en  cuanto lo haga, nos iremos los dos.

-Estás de coña, ¿no?- Harry me miró sin querer creérselo. Negué con la cabeza tomando un trago de la cerveza.

-¿Y con qué dinero?- preguntó Gemma con el ceño fruncido.

-La semana que viene voy a correr la última carrera y te aseguro que con lo que ganaré ahí voy a tener más que de sobra. Además, tengo un dinero ahorrado de otras anteriores.

-Y ¿qué vais a hacer en Oxford?- exclamó Gemma.

-Trish no va a querer irse de aquí en la vida.

Ignoré el comentario de Harry y respondí a su hermana.

-Vamos a estudiar en la universidad.

Se produjo un silencio sepulcral. Se habían quedado sin saber qué decir.

-Louis, ¿no crees que Oxford es demasiado para ti?- inquirió Gemma.

-Claro que no- me jodió que dudara de mí.

-Louis...

-Sabes perfectamente que tengo capacidades- añadí fríamente.

-Hace cinco años, no ahora- espetó Harry.

-¿Cuál es tu problema?- me giré encarándole. Me estaba tocando los cojones con sus comentarios.

-¿Es que no ves que Trish es feliz aquí? Vino a Cambridge persiguiendo su sueño, el cual es el de estudiar en esta universidad. No puedes obligarla a irse.

A veces Harry y Trish parecían la misma persona. Mi amigo se había convertido en un samaritano y no sabía cuál era el objetivo de toda esta mierda que me estaba soltando. ¿Acaso no nos quería juntos? Él era siempre el que nos había estado ayudando y ahora ¿me salía con esto? ¿Poniéndose de su parte? ¿De quién se suponía que era amigo? ¿Mío o suyo?

-Escúchame bien- le señalé con el dedo-. Yo no la voy a obligar a nada. Al final ella acabará cediendo porque sabe que no puede estar sin mí. Cuando no estamos juntos no funcionamos y me seguirá adonde quiera que vaya porque si no, nunca será feliz.

Los ojos verdes de Harry se clavaron con furia sobre los míos. Sabía que estaba enfadado, su mandíbula estaba tensa.

-Deberías escucharte a ti mismo y pensar si eso es cierto o eres el que no puede vivir sin ella.

Me miró con desdén y se marchó, sin poder responderle.

-Gilipollas...- mascullé, dejando que el cabreo y la ira se apoderaran de mí.

-Louis, cállate- Gemma me miró seria al oírlo. Dejé la lata con fuerza contra la encimera.

-¡Me tenéis hasta los huevos!

Me largué de ahí. Cogí las llaves de la moto y la chupa de cuero y me fui de casa.

*

Era 24 de diciembre, mi cumpleaños. Era casi la una de la tarde y aún seguía en lacama. Nadie había entrado a despertarme, mi móvil no había sonado y esperaba que siguiera así el resto del día. Odiaba con toda mi alma este jodido día. No había dormido una mierda por la noche. Todas las noches del 24 de diciembre, desde que tenía 18 años, se me hacía imposible dormir sin tener pesadillas. Siempre de lo mismo. Se repetían todos los putos años. Ojalá mi habitación fuera la de Harry y pudiera ver a Trish desde la ventana. Me relajaría enormemente.

Me levanté sin ganas. Me puse un pantalón de chándal viejo que estaba tirado en el suelo y una camiseta blanca de tirantes. Salí de la habitación encontrándome con un silencio asolador. En la puerta de entrada me encontré una nota en la que Gemma y Harry decían que se habían ido a comprar comida para la cena. Suspiré al cogerla y la arrugué en mi puño. No tenía ni ganas de desayunar. No tenía ganas de nada, sólo de ver a Trish por la noche y esperaba que no hiciera nada relacionado con mi cumpleaños o estallaría.

*

Eran las ocho. Trish y su madre ya habían llegado. Estaban todos abajo cenando mientras yo estaba escondido en mi habitación con un mísero plato de pizza. Había que joderse que tuviera que estar escondido como un delincuente en Navidad y en mi propia casa. Esto lo hacía por Trish y por nadie más. Aún no la había visto, sólo había escuchado cómo hablaba con Harry y Gemma al entrar. Mantenían una charla animada que no lograba escuchar. En cuanto hube descubierto que el tema de conversación lo había sacado su madre había cerrado la puerta. No estaba dispuesto a escucharla hablar de sus gilipolleces de moda.

El ambiente entre Harry y yo seguía siendo frío. Él seguía cabreado por alguna razón que desconocía y seguía sin entender por qué. Siempre me había apoyado y ayudado en lo que a Trish se refería y le había contado todas las cosas que tenían que ver con ella. Ese berrinche era absurdo.

Fui sacado de mis pensamientos cuando la puerta se abrió de repente. Trish se quedó mirándome. La verdad es que no estaba en condiciones de ser visitado por una novia. Estaba tirado en la cama con la misma ropa que me había puesto esta mañana al levantarme y los bordes de las pizzas sobre el edredón. Asqueroso y patético. Ella, en cambio, estaba guapísima. Llevaba un vestido negro corto con palabra de honor. Sus piernas eran perfectas y la hacían parecer mucho más alta junto a los tacones.

-Me encantas- susurré anonadado,  perdido en su belleza.

-Shh...- se puso un dedo en los labios para que guardara silencio y entró en la habitación, cerrando la puerta a su paso.

Llevaba una bolsa detrás suya, intentaba esconderla pero era más grande que ella. Me levanté inmediatamente y la di un corto beso en los labios. Cada vez que sus labios tocaban los míos era como si me inyectaran un calmante en la piel y me relajara al instante.

-¿Feliz cumpleaños?- musitó.

-No- me separé de ella instintivamente.

-Lo siento, tenía que decirlo. Se me hace raro no poder hacerte una gran fiesta e intentar hacer de éste un gran día.

-Ni lo sueñes.

-Los cumpleaños son días para estar feliz- me recordó mirando nuestras manos entrelazadas.

-Ya, pero para mí es...

-El peor día del año- me cortó-. Lo sé y lo entiendo- me acarició la mano con suavidad. Su mirada me transmitía comprensión.

-Parecemos una pareja casada. Tú acabándome las frases. Quién lo diría- ella se rió ligeramente.

-Te he traído un regalo- colocó la bolsa entre nosotros. Era grande.

-No. No. No, te dije que no me gustaba celebrar este día. No quiero regalos. ¡No quiero nada!- entré en pánico.

No me gustaban los regalos, ni siquiera recordar que era 24 de diciembre porque todo me traía recuerdos, el dolor seguía siendo insoportable y la opresión en el pecho era inaguantable, apenas era capaz de respirar.

-No es por tu cumpleaños, es... mi regalo de Navidad- murmuró ella tímidamente.

Se miraba la punta de los pies, incapaz de mirarme a los ojos después de haberla chillado. No quería herir sus sentimientos pero el pánico había podido conmigo.

-Oh.

Miré la bolsa, ahora con curiosidad. La cogí y le di un beso en la mejilla.

-Gracias.

Me senté de nuevo en la cama, ella hizo lo mismo. Saqué el gran paquete envuelto. Me seguí sorprendiendo de lo grande que era. ¿Qué me habría comprado?

-¿Cómo has subido aquí?- pregunté mientras lo abría.

-He dicho que me encontraba mal y que iba al baño.

-No puedes estar mucho tiempo, entonces.

-No...

Maldije a su madre y a todos los que no nos querían juntos. Cuando quité todos los envoltorios me quedé mirándo el regalo sorprendido.

-Es una especie de proyector- me explicó-. Te metes en una habitación a oscuras y te proyecta la constelación que elijas. También puedes proyectar la Vía Láctea y te viene con unos pequeños proyectores portátiles que te proyectan cometas y meteoritos. Es un poco de niños, lo sé, pero...

-No, es perfecto- la callé.

Aquello era el mejor regalo que me habían hecho en la vida. Me quedé embobado mirándolo mientras abría la caja y lo sacaba. Quería probarlo en ese mismo instante. Quería ser pequeño otra vez.

Saqué el cacharro donde se suponía que se iban a ver las proyecciones. Trish tenía razón, era un poco para niños pequeños pero me la sudaba. Lo encendí y rápidamente se proyectó una constelación en la pared. Trish apagó la luz y la magia empezó. Me sentí como cuando fuimos al parque el primer día, todo un crío. Pasé todas las constelaciones que había en la memoria del proyector hasta acabarlas.

-¿Te gusta?

-Me encanta- suspiré. Ella sonrío tímidamente, feliz por haber acertado con el regalo-. Estás preciosa esta noche- me miró con las mejillas apretadas.

-Tú... también- tragó saliva.

-Gracias. Es una forma muy sutil de decir que doy asco.

-¡No es verdad! Para mí estás precioso siempre.

Me quedé observándola con curiosidad. Tenía suerte de tener a alguien como ella a mi lado, que se hubiera enamorado de mí. No la merecía.

-Eso no es cierto pero ¿sabes lo que sí que es cierto? Que tienes una galaxia entera dentro de ti. Es por eso que brillas tanto- susurré. Fue más un pensamiento que un comentario, pero mis labios lo proyectaron.

-Ahora mismo no brillo. Estamos los dos en la oscuridad- hizo alusión a la habitación a oscuras pero yo no me lo tomé así.

La estaba jodiendo mucho. Últimamente la había hecho muchas putadas y aunque había intentado arreglarlo y ella parecía haberme perdonado, no olvidaba lo que había hecho y no quería llevarla a mi campo de oscuridad. No quería que se convirtiera en un alma fría como la mía. No quería joderla la vida como me la jodieron a mí pero la necesitaba más de lo que necesitaba a nadie. Era demasiado egoísta como para dejarla ir.

Mientras mi mente deliraba la descubrí contemplándome.

-¿Por qué me miras así?- susurré.

-Podría estar un minuto mirándote y encontrar infinitas cosas que me gustan de ti y tú, en cambio,no sabes apreciar ninguna.

-Porque no...

-Sí, Louis, sí tienes. Ojalá te vieras con mis ojos.

Ojalá que no. No quería meterme en toda la mierda que llevaba dentro así que le di la razón para no discutir.

-Yo también tengo algo para ti- su cara se iluminó al instante.

-No hacía falta...

-¿Bromeas? Después de lo que me has regalado a mí, lo mío va a ser una porquería.

Había ido a comprarlo esta mañana con prisas y sólo esperaba que le gustara pero no tenía ni punto de comparación con el suyo. Me daba hasta vergüenza dárselo porque daba pena. Era la típica gilipollez pero yo lo había hecho porque pensaba que a ella le haría ilusión.

Me fui al armario a sacar el pequeño paquete. Ella lo cogió con mucha ilusión. Lo abrió con agilidad y lo cogió delicadamente entre sus manos. Era una bola de nieve en forma de corazón con una foto nuestra dentro.

-Es...

No dijo más. Agitó la bola y se quedó embobada mirándonos. La foto la había hecho en nuestro viaje a Edimburgo, al despertarme el último día. Ella aún seguía durmiendo abrazada a mí por lo que cogí el móvil y nos hice una foto. Pensé que le haría ilusión porque a mí no me gusta hacerme fotos y así tendría una en la que saliéramos juntos.

-Es...- volvió a repetir.

-Aún no lo has visto todo. Dale la vuelta.

En la parte de abajo de la bola había un grabado.

"Para mi miércoles, mi sol con mi arcoíris, de un martes de otoño y lluvioso"

Pasó las manos por el grabado como si quisiera que las palabras se filtraran para siempre en su piel.

-¿Vas a llorar?- me asusté al ver cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Me miró a punto de llorar y se acercó para darme un beso. Sus labios mustios tocaron los míos dulcemente y después me abrazó.

-Es perfecto, Louis. Tú eres perfecto. No sé por qué te empeñas tanto en esforzarte en serlo porque, de verdad, la perfección debería esforzarse en ser tú.

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Ha costado pero ya estoy de vuelta! Por fin estoy de vacaciones y podré invertir mi tiempo en escribir aunque el viernes me voy unos días con mis amigas a la playa así que dudo que suba en cinco días pero antes de irme vuelvo a subir. Cualquier pregunta hacedmela en @doncasterhero_ en twitter. ilysm ♡

Patri xx

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