Capítulo 43
*Leed la nota al final del capítulo ES IMPORTANTE y si no os acordáis de lo último que ha pasado releed el capítulo anterior ;)*
POV TRISH
-¿Sabes lo que más me gusta de ti?- susurró pasando un mechón de pelo detrás de mi oreja-. Que por una vez siento que alguien me entiende y no sabes lo mucho que significa para mí. Gracias por quedarte y no irte como hubiera hecho el resto.
-Ya te dije una vez que no me iba a ir y no lo voy a hacer- le recordé.
Su rostro parecía más tranquilo. Su mandíbula se había destensado y sus párpados no se encontraban tan alicaídos como hacía cinco minutos, la melancolía parecía haber desaparecido temporalmente. Me quedé un rato admirándole, simplemente, observando cada detalle. Su pelo tenía ondulaciones en algunos mechones, su pecho bajaba y subía lentamente al compás de su respiración, mostrando lo tranquilo que se había quedado después de descargarse de todo lo que pensaba, sus ojos, azules como el agua del mar, miraban tiernamente nuestras manos entrelazadas.
-Será mejor que durmamos. Se te están cayendo los ojos, Louis.
-Hmm...- soltó un murmullo incomprensible al cerrársele los párpados por completo.
-Te quiero.
-Hmm...
Sonreí. Me estiré para apagar la luz y nos cubrí con el edredón, dejándome caer, también, en los brazos de Morfeo.
*
Al día siguiente me llevó en moto a la universidad, dándole un beso al despedirme.
La semana se pasó muy rápida. Louis me llevó a comer fuera un par de veces. Normalmente, venía a mi casa a la hora de la cena para pasar un rato juntos y después se marchaba, ya que le pedí expresamente que lo hiciera así para que pudiera concentrarme en estudiar los exámenes que tenía esos días. Cuando llegó el viernes casi no me lo creía. Me había pasado las noches en vela, metida entre apuntes y más apuntes para poder aprobar con nota todas las asignaturas. Recuperar el tiempo perdido de todo ese mes no fue fácil y era por eso que, al hacer el último examen de todos, casi me eché a llorar. Salí de clase como si me hubieran quitado un gran peso de encima y además, feliz, porque me había salido realmente bien. Me fui al coche lo antes posible mientras el resto de la gente se quedaba discutiendo sobre el resultado de cada una de las preguntas.
Había quedado con Louis en que le recogería del taller a la salida. Al llegar, estaba apoyado contra la pared, esperándome. Cuando pasé por el portal de mi antiguo apartamento, un escalofrío recorrió mi espalda. Traté de ignorarlo y continué hasta parar el coche enfrente de Louis.
-Hola- saludó al entrar-. ¿Qué tal el último examen?- se acercó a darme un pequeño beso en los labios.
-Muy bien- respondí-. Ponte el cinto- Louis resopló, no acostumbrado nunca a seguir las normas, ni siquiera a ponerse el casco cuando iba en la moto-. ¿A dónde vamos a comer?
-No, conduce hasta tu casa.
-¿Qué? ¿Por qué?- tenía la esperanza de que después de esa horrible semana, y dado que había terminado los exámenes, nos iríamos a comer para celebrarlo.
-Tú hazme caso- contestó seco mirando fijamente a la carretera.
Refunfuñé pero acabé obedeciéndole. Había que mirar el lado positivo de las cosas, si no íbamos a comer, al menos podría dormir un rato y recuperar el sueño perdido.
Cuando llegamos, Louis no tardó en dirigirse a la cocina.
-¿No pensarás cocinar?- pregunté sabiendo lo chapuzas que era.
-¡Claro que no! Voy a mirar si tienes algo comestible pero como veo que no, voy a pedir comida china.
-Sabes que no me gusta lo oriental- respondí con las manos en las caderas.
-El arroz tres delicias y el cerdo agridulce sí, así que no mientas- sonrío divertido.
Vale, puede que fuera lo único que me gustaba pero no tenía ganas de comer eso. Me apetecía un buen plato de pasta. Louis cogió el teléfono y llamó a pedir la comida. Yo me subí a la habitación y dejé la mochila y el abrigo. Tenía las manos echas un asco, llenas de tinta de boli después de tanto escribir. Casi me arranco la piel con el pequeño cepillo intentando quitar las manchas.
Comimos en la pequeña mesa del salón mientras veíamos la televisión y manteníamos una conversación rutinaria. Tardé mucho en comer, me costaba hasta masticar de lo cansada que estaba.
-Vete a echar un rato- me recomendó Louis recogiendo los platos.
-Pero... ¿y tú?
-Me quedaré aquí viendo la tele. Cuando despiertes seguiré aquí-me guiñó un ojo y me dio un beso en la nariz.
-Me siento mal por dejarte aquí solo...
-Trish, será solo un rato y tú necesitas descansar- trató de explicarme.
-Está bien. En media hora bajo.
Subí a la habitación y me metí en la cama echándome el edredón hasta arriba. Estaba helada. No tardé mucho en dormirme, ni siquiera diez segundos. El cansancio pudo conmigo fácilmente.
POV LOUIS
Habían pasado diez minutos desde que se había subido y ya estaba hasta los cojones de ver a los malditos leones comiendo y apareándose en esa mierda de documental. Subí sigilosamente a la habitación para comprobar que estaba dormida. Asomé la cabeza por la puerta y, en efecto, estaba completamente rendida en la cama.
Suspiré aliviado. Ya podía ponerme manos a la obra con el plan. Una de las cosas buenas de Trish era que tenía un sueño profundo y no se despertaba con facilidad. En estos momentos era una gran ventaja. Entré lentamente a la habitación y abrí el armario. Había mucha ropa. No sabía cuál coger. Tampoco es que me importara mucho qué llevara puesto, pero sabía que a ella sí y no quería escucharla todo el camino quejándose. Tenía pensado llevarla de viaje. Un viaje corto, tan solo el fin de semana, pero suficiente para pasar tiempo a solas, celebrar que había terminado los últimos exámenes de este año y porque me hacía ilusión llevarla a este sitio. Yo ya tenía la maleta hecha en casa, sólo faltaba la suya y eso era lo que estaba intentando hacer. Saqué un par de pantalones y un par de sudaderas gordas. No íbamos a una pasarela, así que no era obligatorio que todo conjuntara, además, era invierno y a dónde íbamos a ir estaría helando. Abrí un cajón, en busca de calcetines y me encontré con que era el de la ropa interior. Sonreí de una forma muy gilipollas, la situación me hacía gracia. Me imaginaba cómo se pondría si supiera que le estaba cotilleando esas prendas. Levanté un sujetador negro con el dedo meñique aguantándome la risa. También tendría que coger recambio de esto, ¿no? Cogí lo más sexy del cajón. Ya que podía elegir, iba a elegir bien. Su maleta se encontraba donde siempre, apoyada contra la pared de la habitación, al lado del póster de Michael Bublé. La saqué al pasillo y allí me puse a meter todo. Incluí también el cepillo de dientes y demás cosas de aseo. Cuando hube terminado y pensaba que no se me olvidaba nada, volví a entrar a la habitación para despertarla. La moví suavemente hasta que abrió los ojos.
-¿Qué hora es?- preguntó nada más verme.
-La hora de irnos
-¿Irnos a dónde?- mi respuesta pareció despertarla por completo. Quitó la vista de mi cara y se fijó en la maleta que esperaba en el pasillo-. ¿Louis?- me demandó impaciente y con curiosidad en sus ojos.
-¡Nos vamos de viaje!- exclamé.
-¿De qué hablas?- preguntó aún medio adormilada-. ¿Estás de broma?
-No, no estoy de broma. El hotel ya está reservado y más nos vale salir ya si no queremos llegar allí muy tarde.
-Pero ¿a dónde?
-Edimburgo, la ciudad más encantada de Reino Unido- su cara pasó de asombró a emoción en cuestión de segundos. Observé ilusionado su reacción.
-P-Pero...- tartamudeó, sin saber qué decir. Su mente estaba yendo a mil kilómetros por hora, lo podía notar, y no era ni capaz de formar una frase coherente.
-Siempre estás viendo ese programa de los fantasmas y cómo sé que te gusta esa mierda pensé en pasar un fin de semana juntos en una ciudad repleta de ellos.
-Louis... yo...
-Lo sé, no te lo esperabas y estás muy agradecida. No pasa nada.
-No, no es eso...-suspiró-. Nadie me había conocido tanto como para saber que me encantaría ir a esa ciudad- parecía sorprendida y confusa a la vez. Sus ojos estaban fijos en los míos. No necesitaba palabras para saber lo que me estaba diciendo. Me estaba dando las gracias. No habían pasado ni cuatro meses desde que la conocí pero nos comunicábamos sin hablar como si nos conociéramos de toda la vida.
-Vamos, levántate que aún hay que recoger mis cosas en mi casa.
Se levantó nada más decírselo y se acercó a darme un beso en la mejilla.
*
POV TRISH
Íbamos a llevarnos el coche de Harry y Louis le dejó su moto para que éste no se quedara sin modo de transporte. Hablé un rato con mi amigo, comentando nuestros últimos exámenes mientras Louis metía las maletas en el vehículo. Suspiré cuando vi que ya lo había organizado todo. No me creí lo que estaba a punto de hacer. Nos despedimos de Harry y nos metimos en el coche. Estaba nerviosa, no iba a mentir. Louis, entre medias, decía cosas que me hacían gracia, relajándome un poco. Él siempre parecía saber qué decir para calmarme.
El viaje se me hizo muy pesado. Era un trayecto muy largo y no me había preparado mentalmente para ello. Paramos un par de veces en áreas de descanso a reposar y comprar alguna tontería para comer por el camino. Fue en ese momento que me di cuenta de lo mucho que comía Louis. Nunca parecía estar lleno. Empezó a oscurecer. Le sugerí conducir un rato pero se negó a hacerlo. El viaje acabó durando seis horas y media. Cuando llegamos allí ya era media noche. No pude ver mucho de la ciudad ya que nos fuimos directamente al hotel. Aparcamos y sacamos cuidadosamente el equipaje. Poca gente había a esas horas por las calles. Entramos por la puerta al gran vestíbulo, encontrándonos con un hombre en un uniforme en la recepción.
-Hola- lo saludó Louis.
-Buenas noches, señor. Bienvenidos a Edimburgo, Señorita...- me miró e inclinó la cabeza saludándome. Yo le sonreí. Me hacía gracia el respeto con el que nos trataba a pesar de que éramos unos simples adolescentes. Y su acento me hacía verle más simpático todavía.
El hotel estaba bastante bien. Era de tres estrellas pero parecía de cuatro o incluso más.
-Tenemos una reserva- anunció Louis.
-Claro. ¿Cuál es su nombre?
-Louis Tomlinson- noté el cambio en su tono de voz al decir su apellido.
-Muy bien- tecleó unas cuantas cosas en el ordenador y tras un momento en silencio sacó dos tarjetas, colocándolas sobre el mostrador-. Aquí está la llave. Que pasen una buena noche y que disfruten de su estancia.
-Gracias- dijimos Louis y yo a la vez.
Nos dirigimos hacia el ascensor y lo cogimos hasta la tercera planta. La habitación era amplia y eso lo agradecía. Había estado muchas veces en hoteles en los cuales las estrellas que tenían no garantizaban un espacio confortable. Dejamos las maletas a un lado. Sinceramente, no tenía ganas de ponerme a deshacerla.
-Abre el mini bar y coge algo de comer- me dijo Louis quitándose la chaqueta y depositándola en la almohada.
-No tengo mucha hambre.
-¿Cómo no puedes tener hambre?
-He estado sentada durante seis horas. No he hecho nada para tener hambre. Sólo quiero dormir, pero primero voy a darme una ducha rápida.
-Vale- respondió tranquilamente, encendiendo la televisión.
Como iba a ducharme tuve que abrir la maleta y coger cosas para cambiarme, como el pijama. Fui a coger unas bragas limpias y mi boca se abrió de par en par al ver lo que había allí. Cogí la ropa interior con la mano, incapaz de creer lo que Louis me había traído. No lo había pensado antes, pero había tenido que rebuscar en mi armario para hacer la maleta, por lo que había estado revolviendo entre mi ropa interior. Mis mejillas se tornaron rosáceas.
-¿Qué es esto, Louis?- exclamé. Se giró para ver a qué me refería y sonrió divertido.
-Tus mejores galas. Para alegrarme la vista, ya sabes...
-Eres increíble- mascullé muerta de vergüenza y metiéndome en el baño mientras escuchaba cómo él se quedaba riéndose.
La ducha me ayudó a relajar los músculos y a darme cuenta de que estaba en Edimburgo, con Louis y a solas. Suspiré. Era la primera vez que estaba en una ciudad totalmente distinta con un chico. Sonreí nada más pensarlo. Estaba extremadamente feliz de que me hubiera sorprendido de esa manera. Odiaba con toda mi alma cuando le salía su faceta de capullo, que era la mayoría de las veces, pero estas cosas eran las que me habían hecho enamorarme de él.
*
-¿A dónde quieres ir?- le pregunté al salir del hotel tras haber desayunado.
Había dormido realmente bien. ¡La cama de la habitación era la mejor que había probado en toda mi vida! Y tener a Louis a mi lado ayudaba a un sueño mejor.
-Había pensado ir a dar una vuelta por la ciudad y esta tarde ir a ver cementerios, no sé...- se rascó la nuca, no muy convencido.
-No, eso es perfecto.
Empezamos a andar y él entrelazó sus dedos con los míos en un dulce gesto. El frío era insoportable, se metía por todo el cuerpo pero tenerle agarrado de la mano me hacía sentir más protegida y resguardada. Su piel irradiaba calor contra la mía.
Caminamos un buen rato por las calles, inundándonos del ambiente de Edimburgo. Estaba realmente fascinada. Cada cosa que veía me maravillaba más que la anterior. Algunas calles eran peatonales y estaban cubiertas de adoquines. Todos los edificios eran de estilo antiguo, el cual daba a la ciudad ese estilo fantasmagórico que tanto me apasionaba. Incluso el frío lo hacía todo más real. Era la ciudad más bonita que había visto en mi vida y dudaba que viera una igual. En menos de dos horas me había enamorado completamente de ese sitio. Era todo perfecto. Fuimos a ver un castillo, diversas iglesias y gran cantidad de monumentos. Saqué un par de fotos aquí y allá, aunque Louis evitaba a toda costa salir en ellas. Después de estar toda la mañana perdidos por ahí decidimos parar en un restaurante a comer. Casi engullí la comida porque, después de ese descanso, íbamos a visitar los cementerios de la ciudad y mis ganas de ir habían ido aumentando a lo largo de la mañana. Salimos al cabo de una hora, con nuestra energía recargada al completo.
-¿A cuál vamos a ir primero?- pregunté mirando el mapa que había cogido en la oficina de turismo.
-Al de Old Calton- comentó. No supe qué fue pero una ligera emoción pasó por sus ojos y se marchó en cuestión de segundos. Parecía emocionado por ir allí, casi tanto como yo.
-Espera... el de Greyfriars Kirkyard está aquí al lado. Podemos ir a éste y luego al que dices tú.
-Está bien...
Volví a guardar el mapa en el bolso y nos dirigimos allí.
-¡Vaya!- exclamé al entrar al lugar.
Me parecía un cementerio poco común. Tampoco es que hubiera estado en muchos, así que no tenía mucha experiencia en el tema, pero era extraño a la vez que espectacular. Aquello parecía un campo abierto aunque con pequeñas lápidas a los pies. Me recordaba a un cementerio americano. Las tumbas estaban muy separadas unas de otras, no como solían estar en los cementerios a los que había ido yo.
-¿Sabes qué?- comentó Louis con las manos en los bolsillos-. Aquí está enterrado Bobby.
-¿Quién es Bobby?- inquirí desorientada.
-El perro que permaneció junto a la tumba de su amo durante catorce años.
-¿De verdad?- pregunté emocionada-. ¡Quiero verla!- exclamé-. Pensé que eso sólo era un dicho, no que hubiera pasado realmente.
-Pues sí. Mírala, es aquella de allí- señaló con el dedo.
Nos acercamos en silencio a la tumba y contemplamos el pequeño grabado que había en ella. Cerca había una escultura del pequeño animal, como uno de los símbolos más representativos del cementerio.
-Es muy sorprendente lo que puede llegar a hacer el amor por una persona. Se pasó aquí catorce años...- murmuré. Yo me vería incapaz de pasar catorce años de mi vida en un cementerio, por mucho que amara a la persona que estuviera enterrada.
Louis no comentó nada. Me cogió de nuevo de la mano y me llevó por otro camino.
-Dicen que por aquí vaga el fantasma de el sanguinario- comentó al cabo de un rato.
-Nunca he escuchado hablar de él.
-El abogado George Mackenzie. Se dice que no descansa en paz y por eso se dedica a molestar a los visitantes.
-Ojalá nos moleste a nosotros...- suspiré. Me encantaría tener una experiencia con un espíritu. Esto sonaba extremadamente raro pero quería comprobar que existían por mí misma.
-¿Estás loca?- exclamó casi gritando-. ¡Por supuesto que no!- se separó a medio metro de mí.
-¿Tienes miedo?- me reí pícaramente de su reacción.
-Pues claro que no. Pero no quiero jugar con fantasmas. No es algo muy normal, Trish.
-Sí, vale...
Le di un suave beso en los labios que tan solo duró un par de segundos, dándole la razón, pero le conocía lo suficiente para saber que mentía. Estas cosas no le entusiasmaban y, tal vez, no le daban miedo, pero sí sentía respeto por ellas.
A los diez minutos salimos de allí y nos dirigimos a otro cementerio. Esta vez, al de Canongate. Aunque Louis seguía insistiendo en ir al de Old Calton.
-¿Aquí está enterrado Adam Smith?- exclamé sin salir de mi asombro al leer el cartel de bienvenida al cementerio.
-Al parecer... ¿Por qué te emocionas tanto?- preguntó Louis curioso.
-No sé... Adam Smith es una persona muy importante y que esté enterrado aquí se me hace raro- comenté.
-Adam Smith, padre del capitalismo... aún recuerdo cuando le estudié.
-¿Le estudiaste?- pregunté sorprendida. Nunca llegué a saber qué llegó a estudiar exactamente durante el instituto.
-Di clases de Economía un par de años. Conozco bien a Adam- sonrió.
-Ya veo las confianzas- le tomé la mano y nos dispusimos a visitar su tumba.
No hicimos mucho más por allí. El cementerio era normal, como otro cualquiera, y en ese no había apariciones de fantasmas, por lo que salimos pronto y fuimos al tan deseado cementerio de Old Calton.
-¿Qué es aquello de allí?- señalé con el dedo. A lo lejos se vislumbraba Calton Hill, la famosa colina donde se hallaba el cementerio. En su cima podía verse una especie de monumento que me resultaba muy familiar-. Parece la Acrópolis de Atenas.
-Fue construido a su imagen y semejanza en memoria de los caídos en las guerras Napoleónicas- me quedé mirándole mientras andábamos.
-¿Cómo sabes todo eso?
-Me he estado informando- contestó orgulloso.
-¿Hace cuánto que tenías planeado hacer este viaje?
-Desde que me perdonaste- explicó. Salía vaho de su boca al hablar debido al frío-. Sentí que debía hacer algo por toda la mierda por la que te había hecho pasar y aquí está- un escalofrío recorrió mi cuerpo, haciéndome sentir miles de cosas en el estómago. ¿Cómo estaba tan ciego de no ver que tenía un corazón de oro?
-Me alegro de que tomaras esa decisión porque estoy disfrutando mucho de esto.
-Era ahora o nunca. Con tu madre de por medio nunca se sabe cuándo podré volver a tenerte para mí solo.
Tenía razón. No sabía cómo narices iba a soportar que volviera. Seguimos hablando hasta llegar a la puerta del cementerio.
-Hay un monolito a los mártires políticos. ¿Quieres ir a verlo?- me preguntó animado. Había cambiado de humor. Ahora se le notaba entusiasmado de estar aquí.
-Claro- respondí igual de alegre que él.
Era una estampa rara. Los dos estábamos que irradiábamos felicidad. Eso no sería extraño del todo si no fuera porque estábamos en medio de un cementerio, con personas muertas bajo nuestros pies. El hecho de pensarlo me dio escalofríos al mismo tiempo que una oleada de adrenalina. Aquel cementerio también me estaba gustando. Era tétrico y melancólico y, acompañado del frío de invierno, le daba un encanto particular. Caminamos por entre las estrechas callejuelas de tierra, admirando el lugar, Louis dirigiendo la marcha, hasta que nos detuvimos en una gran tumba. Y cuando decía gran me refería a que era grande... ¡enorme! Era una especie de pequeño monumento hecho en memoria a alguien. Debía ser la tumba de alguien muy importante porque ni siquiera la de Adam Smith había sido tan impresionante. Aquella era sólo una lápida esto era algo mucho más elaborado. No me costó encontrar el nombre del dueño, estaba sobre la puerta de rejas. Cuando lo encontré entendí todo: por qué Louis estaba tan entusiasmado, por qué quería venir aquí expresamente...
-David Hume- murmuré.
La expresión de Louis era irreconocible. Su rostro mostraba admiración a la vez que un profundo respeto.
-¿Por eso querías venir aquí?- inquirí.
-Es una de las personas que más ha influido en mi vida, por no decir la que más.
Entendía su punto de vista a la vez que se me hacía extraño. Louis no había tenido la oportunidad de tener a muchas personas que se preocuparan por él a lo largo de su vida ni que se preocuparan de darle unos valores. Tal vez, por eso es por lo que encuentra tanta admiración en la filosofía y en los filósofos, porque transmiten una ética y enseñan cómo debería actuar una persona, a la vez que daban respuestas a muchas preguntas existenciales, aunque no siempre tenían argumentos suficientes para respaldarlas.
-Sé que ha habido personas que han invalidado sus teorías pero yo creo firmemente en ellas. Me ha enseñado mucho. Me enseñó a ver las cosas de otra forma y a descubrirme a mí mismo.
Yo, como estudiante de Psicología, también había estudiado a Hume, ya que se le considera el primer psicólogo, así que, puede que no supiera tanto como Louis pero, algo del tema sí que entendía y quería saber más de cómo había evolucionado como persona gracias a este hombre.
-Cuéntame qué cosas te ha enseñado.
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Siento tener que cortar el capítulo así de golpe pero me estoy muriendo de sueño.
Tengo malas noticias. Empiezo los exámenes globales la semana que viene y voy a tener que hacer un parón. No subiré hasta dentro de dos semanas, posiblemente. Podría hacer tiempo para escribir pero con tanta presión y tanto agobio que tengo no me sale nada, no puedo concentrarme. Por eso he tardado más de una semana en subir un capítulo nuevo porque no tengo inspiració y, veo mucho más importante sacar el curso que escribir. Espero que lo entendáis. Ya os lo recompensaré en el próximo capítulo ;) ¡os adoro!
Patri xx
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