Capítulo 24
POV TRISH
-James, no te hagas el imbécil- estaba confusa. No sabía si creerle o no. A mí nadie me había dicho nada de que James tuviera un hermano gemelo. No parecía alguien distinto, parecía el mismo James.
-¿Otra vez? ¡Que no soy James! ¡Qué pesada!- refunfuñó el chico.
-Pero... no puede ser- murmuré recapacitando.
-Según la ciencia, sí. Un óvulo y un espermatozoide de mis padres se dividió en dos y en el útero de mi madre surgieron dos bebés, en vez de uno. No es tan difícil de entender.
Observé sus facciones y su pelo. Era clavado a James. No podía encontrar ninguna diferencia. Tampoco es que conociera mucho a James, recién le había conocido hoy, pero eran demasiado parecidos para reconocerlos.
-Sois iguales.
-¡Muy lista, Einstein! A eso es a lo que me refiero con lo de ser gemelos- exclamó de forma irónica.
-No eres muy simpático, ¿sabes? -sonreí forzadamente.
-Apartarme de la chica con la que me estaba liando, inventarte que tengo novia y recibir una torta de su parte, tampoco es de ser buena gente- me contestó de igual manera-. Por eso y por lo que has dicho de Ashley, debes de ser Trish- dedujo, haciéndose el interesante.
-¿Por qué sabes quién soy?
-Bueno, eres amiga de la novia de mi hermano. Te han nombrado alguna vez- explicó metiendo las manos en los bolsillos traseros de su pantalón.
-¿Y qué haces aquí?- con aquí me refería a en el mismo sitio donde había quedado yo con la pareja.
-He quedado con James y Ash.
-¿Qué? No. Yo he quedado con ellos- repliqué. Sólo esperaba que esto no fuera un plan para juntarme con él porque me pondría de muy mal humor.
-¡Y yo también!- respondió molesto ante mi actitud-. Eres un poco posesiva, ¿no crees?
Pues si yo era posesiva es que no conocía a Louis.
-Además, no hay que ser muy inteligente para saber lo que están tramando- murmuró, pasándose de listo otra vez.
-¿Qué están tramando?- pregunté esperando que no dijera lo que estaba pensando.
-Pues juntarnos a ti y a mí, Einstein. Por eso nos han citado a los dos con ellos. Es una cita doble.
-Estarás de coña, ¿no?- dije sin la mínima pizca de gracia.
Él miró pasado mi hombro y sonrió. Me giré y vi como James y Ashley se estaban acercando a nosotros. Iban cogidos de la mano y sonreían de oreja a oreja, al igual que Sebastian. Debía ser yo la única que no tenía motivos por los que sonreír.
-Trish, veo que ya has conocido a Seb. ¡Me alegro!- esa fue la manera de saludar de Ashley.
Pues yo no me alegraba de nada.
-¿Qué tal, hermano?- se saludaron James y Sebastian chocándose las manos y dándose un golpecito en la espalda. Ahora que les veía juntos reforzaba mi teoría: eran exactamente iguales. Comenzaron a hablar entre ellos y a andar hacia la pequeña cafetería.
-¿Por qué no me dijiste que tenía un hermano? ¡Y encima gemelo!- mascullé una vez que pude coger a Ashley por banda.
-¿Te interesa?- preguntó con una sonrisa pícara.
-¡Claro que no! ¿Estás loca? -empecé a sentir cómo toda la sangre de mi cuerpo se calentaba más con cada palabra que salía por su boca.
-Ay, Trish, no seas así. Estás en el mercado. Según tú, no tienes novio. ¡Vive la vida y disfruta de lo que te estamos ofreciendo! -murmuró señalando con la cabeza a Sebastian.
Le miré con la cara desencajada. ¿Desde cuándo Ashley hablaba de una forma tan... vulgar? ¿Quién era ella y qué había hecho con mi mejor amiga?
-Quita esa cara de amargada. Estamos aquí para pasárnoslo bien, tú con Seb y yo con James, no para verte esa cara de muerto que traes hoy- siguió con la misma actitud.
-¿Me quieres emparejar con Sebastian?
-Encima te quejarás. Te he cogido a lo mejorcito de Cambridge. Con clase, dinero, prestigio y encima es el hermano de mi novio. ¡Podremos salir en citas dobles!- exclamó entusiasmada. Yo sólo quería darme una palmada en la cara y maldecir todo.
Como Louis se entere de esto, me mata. A mi primero y luego a Sebastian. Luego descubrirá que fue idea de Ashley lo juntarnos, y la matará a ella. A James también le matará de paso. Con lo mal que le ha caído, seguro que sí. Esto iba a ser un desastre.
Entramos a la cafetería y los gemelos se fueron en busca de una mesa para cuatro. Al sentarse, James y Ashley tuvieron la maravillosa idea de ponerme al lado de Sebastian y ellos dos enfrente. Genial.
La tarde fue extraña. Me sentía fuera de lugar. Sebastian y James eran demasiado parecidos a nosotras. Sus padres eran grandes empresarios, tenían una fortuna enorme y su meta en la vida era seguir sus pasos, graduándose primero en Cambridge. Los dos estaban estudiando diseño, pero ramas distintas. James quería encaminar su carrera al mundo de la moda, al igual que Ashley, y convertirse en el próximo Tommy Hilfiger, y Sebastian iba a ser diseñador de interiores. A pesar de todo eso, me seguía sintiendo rara. Era como si me hubiera desacostumbrado a este ambiente. Había pasado tanto tiempo con personas sumamente normales que se me hacía raro hablar sobre cuántas prendas exclusivas había en mi armario.
Los gemelos se ocuparon de pagar la cuenta de los cuatro cafés. Fue un detalle por su parte. Sebastian no paraba de echarme miraditas y sonreírme, y eso me hacía sentir incómoda porque, de una manera u otra, con cada sonrisa, cada mirada y cada guiño, me recordaba a Louis. Sus ojos azules se proyectaban en mi mente, al igual que la sonrisa de Sebastian se borraba y aparecía la pícara del motero arrogante.
Esta situación me mataba. Me había molestado todo lo que dijo, como me trató... yo no merecía nada de eso. Aunque la idea menos arriesgada era pasar de él, no estaba dispuesta a hacerlo. Me podría hacer daño, que no me rendiría tan fácilmente. Ya no lo hacía porque Louis fuera un reto, sino porque se había convertido en una parte de mí. No había pasado ni un día desde que le había dicho que no quería seguir con él, oficialmente, y ya sentía como si me hubieran arrancado un cacho de piel.
Después de una hora en la cafetería, decidimos abandonarla. Nos pusimos de nuevo los abrigos y salimos del lugar. La noche empezaba a caer sobre la ciudad.
-¡Ha sido una tarde increíble!- exclamó Ashley, tomando la mano de James.
-¡Sí! Deberíamos repetirlo- sugirió su novio.
Le eché una mirada fría a Ashley, sabiendo lo que estaba haciendo. Quería que esto se convirtiera en una costumbre entre los cuatro y yo no estaba dispuesta. Sebastian sonrió nervioso, metiéndose las manos en los bolsillos del abrigo negro. Yo no respondí. Me limité a observar la escena desde un tercer plano.
-James, creo que deberías llevarme ya a casa. Sabes lo histérico que se pone Nick si no he llegado antes de que anochezca.
-Es verdad. Es más controlador que su madre- explicó James con ironía, mirándonos a Sebastian y a mí.
Oh, ¡qué casualidad que Ashley tuviera que irse tan pronto y yo me tuviera que quedar con Sebastian a solas!
La pareja se despidió con la mano y se alejaron por la calle.
-Bueno, yo también tengo que irme- murmuré.
Mi madre no tenía ni idea de que había salido con Ashley. Obviamente no le podía contar nada sobre ella o las cosas se pondrían más feas de lo que ya estaban. Cuando llegara a casa, me iba a caer un buen interrogatorio sobre dónde había estado y con quién, así que sería mejor que no llegara excesivamente tarde.
-Te puedo llevar si quieres- sugirió el chico amablemente.
-No. He venido en coche, gracias.
-Pues puedo acompañarte hasta él- siguió insistiendo.
-Sebastian, no hace falta. Sabré cuidar de mí misma en el camino de aquí hasta el coche- tal vez soné un poco antipática, pero no quería tener nada que ver con él, ni quería que acompañara a ningún lado.
-Vale, vale, pero no hace falta que te pongas tan seria y me llames Sebastian- sonrió. Parecía que no le había sentado demasiado mal el que yo le hubiera rechazado. Era mejor así-. No me gusta que me llamen así.
-Pero es tu nombre- repliqué.
-Ya, pero suena muy serio y me recuerda a cuando mi madre me echa la bronca. Sebastian...- susurró y enseguida negó repetidas veces con la cabeza, recordando el momento-. Mejor llámame Seb- aclaró con una nueva sonrisa. No podía negar que tenía una sonrisa encantadora.
-Está bien... Seb- al decir su nombre, él asintió con la cabeza-, pero no hace falta que me acompañes. Me sé bien el camino, así que... ¿Adiós?
-Por lo menos despídete de mí en condiciones, ¿no?- me pidió, tonteando conmigo. No es que tuviera ganas de hacerlo, pero tampoco se lo podía negar. El chico se había portado bien. Nos dimos un abrazo cariñoso y nos separamos rápidamente.
-Bueno, pues... hasta luego- me despedí, rogando que no se le ocurriera otra excusa para quedarse más rato conmigo.
-Nos vemos pronto- murmuró y me dirigí al coche. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y es que no me sentía bien conmigo misma.
Llegué a casa con los últimos rayos de sol aún en el cielo. Abrí la puerta y dejé las llaves en la entrada.
-¿Trish? ¿Eres tú?- preguntó mi madre desde el piso de arriba, con temor en la voz.
-No. Soy un ladrón. Manos arriba. Esto es un atraco- murmuré mientras me deshacía de mi abrigo. Mi madre bajó por las escaleras asustada. Me miró haciendo una mueca.
-Muy graciosa- respondió del mal humor.
-No sabes cuánto- la dejé en el pasillo para adentrarme a la cocina. Quería comer. Tenía hambre. Abrí el frigorífico y saqué una manzana. No tardaríamos en cenar, por lo que no quería llenarme. Mi madre se asomó por la puerta y se quedó apoyada en el marco de ésta, observándome.
-¿Dónde has estado?- me preguntó. Mucho había tardado.
-Salí con a Harry a tomar un café- le respondí. En el camino de vuelta había estado maquinando todo el plan sobre qué le iba a contar y no había manera de que se enterara de la verdad, así que estaba tranquila. Podía preguntar lo que quisiera.
-Ah- exclamó sorprendida. Sabía que si metía a Harry en esto, no me metería en líos. Además, mi madre no iba a hablar con él, así que no se enteraría nunca-. Y ¿qué tal?- preguntó curiosa, como siempre.
-Bien. Queríamos discutir un tema que se debatió en clase esta mañana- mentí.
-¿Cuál?
-Ay, mamá. ¿Qué más te da? ¡Si no entiendes nada de Psicología!
-A mí no me chilles, eh- me avisó con un dedo. Ya empezábamos... Le di un mordisco grande a la manzana. No quería seguir con esta conversación. Salí de la cocina hacia mi habitación y al cerrar la puerta, la voz de mi madre me paró.
-¡Trish!- la vi subiendo por las escaleras en mi dirección-. Tengo que hablar contigo- el corazón se me puso a mil. No porque tuviera miedo de que hubiera descubierto algo de mí, y eso que había varias cosas que le ocultaba, sino porque siempre que decía esas palabras era porque pasaba algo malo.
-¿Qué pasa?- la preocupación se notó en mi voz al hablar.
-Nada malo, no te preocupes- me tranquilizó con una leve sonrisa-. Mañana me tengo que ir a Nueva York, por dos semanas.
Mi cara de sorpresa fue de foto. ¿Nueva York? ¿Dos semanas? ¿... Y yo?
-Nos lo acaban de comunicar hoy. A mí también me ha pillado por sorpresa. Tenemos dos desfiles allí y los dos se llevan una semana y media de diferencia, por lo que sería absurdo hacer el primero, volver aquí para después irme de nuevo, así que tendré que estar en Nueva York dos semanas seguidas.
Esto era una broma. Tenía que serlo. No podía ser verdad. O un sueño. Un sueño hecho realidad. Fuera lo que fuera no era real. ¿Me iba a quedar sola en casa por dos semanas? ¿Lejos de sus berrinches, de su mal humor y de las peleas? ¿Iba a tener la casa para mí sola? ¿Estaría relajada durante dos semanas? Sola...
-Trish- mi madre pasó la mano por delante de mis ojos para hacerme reaccionar. No había sido consciente de que había viajado a mi mundo. Cuando vio que la volvía a prestar atención, habló-. Estaba pensando en que esta noche podrías invitar a Harry a cenar, para conocerle.
-No sé, mamá...- dudé por un momento, sin saber qué decir. Saqué el móvil no muy convencida.
-No seas tonta, anda. Dame el número que yo le llamo.
-No. Si le llama alguien, esa soy yo- lo que me faltaba era que ella hablara con él.
-No, Trish. Quiero llamarle yo e invitarle personalmente. Ha sido mi idea- cogió el móvil de mi mano-, así que le llamo yo- con un último tirón, lo logró sacar de mi agarré y comenzó a buscar por el listín.
Me ataqué de los nervios por si veía escrito el nombre de Louis, pero luego me alivié al recordar que la L iba detrás de la H. Cuando lo encontró, copio el número al teléfono fijo y se llevó el aparato a la oreja. No podía quitárselo, o si no, pensaría que la ocultaba algo. Sentí cómo las manos me comenzaban a sudar. Recé todas las oraciones que me sabía, esperando que Harry fuera un poco avispado y le siguiera el rollo a mi madre si hacía algún comentario sobre lo de esta tarde. Muchas cosas habían pasado en un solo día y yo aún no me había recuperado ni de la primera.
-¿Harry?- preguntó mi madre.
Imaginaba que el chico ya le había cogido el teléfono.
-Soy Lillian, la madre de Trish- aclaró con una sonrisa, intentando sonar lo más simpática posible-. Como ella y tú sois tan amigos, me preguntaba si esta noche te gustaría venir a cenar a casa. ¡A Trish le encantaría!- agregó.
Estaba segura de que Harry en ese momento se estaba preguntando por qué le llamaba mi madre, en vez de yo. Por su bien, esperaba que dijera que sí. Si se negaba a venir mi madre le cogería manía. Era muy especial para esas cosas.
-¡Perfecto!- exclamó mi madre.
Al parecer Harry había aceptado la invitación.
-¿Te doy la dirección?- mi madre se calló y pude escuchar, ligeramente, cómo Harry hablaba al otro lado de la línea-. ¿Qué vives en la casa de al lado?- mierda.
¡Maldita sea, Harry! ¿Cómo le dices eso?
-No... Trish no me había dicho nada.
Mi madre me miró como si la hubiera hecho quedar mal. ¿Por qué tenía que haber abierto la boca?
-¿Tu hermana? Ah, ¡pues claro! ¡Que se venga también! Claro, claro... no se va a quedar sola en casa.
Genial. Si no me era suficiente con Harry, ahora también venía Gemma. No es que no quisiera que vinieran, lo único que no quería es que se juntaran con mi madre. Sólo faltaba Louis para completar la noche.
-Es más, Harry ¡que vengan todos los que viven contigo! ¡Cuántos más mejor!
Eso es. Sí. ¡Traer a Louis sería algo divino! A lo mejor, la cara de mi madre al verle me hacía gracia y me subía el ánimo.
-¿En media hora os parece bien? Ya que no vivís lejos- río cortésmente-. Muy bien, pues aquí estaremos. Hasta luego- colgó y me sonrió-. En media hora Harry y su hermana están aquí- comentó triunfante-. ¡Me voy a la cocina a preparar la cena, que no me da tiempo!- giró por el pasillo y bajó las escaleras a toda prisa.
Harry y Gemma venían, pero... no sé le ocurrirá a Louis venir, ¿no? Mi madre les ha invitado a todos pero Louis no podía venir a esta casa con ella presente y él lo sabía. Tal vez, por fastidiarme un rato se pasaba por aquí, pero solo esperaba que tuviera dos dedos de frente y que no se le pasara por la cabeza. Si mi madre se enteraba de que seguía en contacto con él, estaba muerta.
Salí de mi mundo cuando mi móvil vibró, en señal de que tenía un nuevo mensaje de Harry.
Llevo desde la una de la tarde sin saber nada de Louis y me acaba de mandar este mensaje:
"Ya nada tiene sentido. No puedo continuar así. Lo siento, Harry. Lo siento de verdad."
Es capaz de hacer cualquier cosa. ¡Ayúdame!
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