Capítulo 21
POV TRISH
Volvimos a casa de Louis y apenas nos dirigimos la palabra por el camino. Tenía que volver a mi casa y, para ello, había dejado la ventana abierta. Estaba cansada y no tenía ganas de hacer malabares a esas horas de la noche. La distancia entre casa y casa no fuera muy grande pero aún así me asustaba, por lo que salté sin pensármelo. Me di un gran golpe cuando entré de nuevo en mi cuarto y tuve miedo de que eso despertara a mi madre por lo que me metí en la cama rápidamente y me tapé con el edredón hasta arriba. Hoy había sido un día muy largo y lo mejor es que me tendría que levantar en, exactamente, cincuenta y tres minutos. Genial.
Gracias, Louis.
En una hora estaría de vuelta en su casa y tendría que encararle. No tenía ninguna ganas de pensar en ello. No quería verle tan pronto. Necesitaba tiempo para pensar. Aún no era del todo consciente de los acontecimientos ocurridos aquella noche. Conocía la existencia de esa faceta violenta de Louis. Sabía que le habían detenido un montón de veces y que solía estar metido en muchas peleas, pero una cosa era saberlo y otra presenciarlo con mis propios ojos.
*
Apenas me quedé dormida, sonó el despertador. Saqué el brazo derecho del acogedor y caliente edredón, y apagué el sonido infernal que producía. Me incorporé, quedándome sentada en el borde de la cama y ahí fue cuando lo noté. Mi cuerpo se sentía como si le hubieran dado una paliza, como si hubiera sido pisoteado una manada de elefantes y hubiera estado en medio de un estampida de ñus. Mis hombros no soportaban el peso de mi cuerpo. Estaban totalmente caídos. Estaba muy cansada. Me llevé un susto al escuchar la puerta abrirse con un gran estruendo. Mi madre irrumpió en la habitación.
-Trish- pronunció mi nombre y fijó sus ojos en mí-. Vaya, qué rápido te has vestido hoy- se asombró. Me miré la ropa y recordé que ayer no me cambié al llegar. Bueno, quien dice ayer dice hace una hora-. Date prisa o vas a llegar tarde- dijo eso y volvió a cerrar la puerta al salir. Yo bufé.
Cogí la mochila tal cual estaba. No necesitaba meter ningún cuaderno. Total, no iba a usarlos. Quería salir cuanto antes de aquí y volver a dormir. Bajé a la cocina y cogí una manzana para no crear sospechas. Si mi madre me pillaba faltando a clases se armaría una buena.
-¡Hasta luego, mamá!- exclamé al salir por la puerta. Como siempre, no obtuve respuesta directa, tan sólo un murmullo lejano.
Me dirigí a la primera esquina y giré, dirigiéndome a la calle paralela a la mía, la calle dónde vivía Louis. No estaba de humor para hablar con él. La falta de sueño me hacía estar enfadada. Sólo quería meterme en una cama y dormir. La única razón por la que había aceptado la oferta de quedarme en su casa había sido porque no podía presentarme en la universidad en estas condiciones. Llegué a la puerta y toqué le timbre. Me sorprendí cuando abrieron. No era quién esperaba.
-¡Trish! Pasa, por favor. Ya me comentó Louis que vendrías- Gemma me saludó con una sonrisa radiante en la cara. ¿Cómo podía estar de tan buen humor a estas horas?
-H-Hola- balbuceé. Pasé con timidez hacia el hall. Ella cerró la puerta trás de mí.
-Ayer escuché a Louis llegar muy tarde a casa. Necesitas descansar. Ven, te acompaño a su habitación.
La seguí sin decir ni una palabra. No me esperaba tener una conversación con ella y no me había preparado para ello. Gemma, a parte de Harry, era lo más cercano que Louis tenía a una familia y me intimidaba a la vez que me asustaba. No quería caerla mal. No podía ser mucho más mayor que Louis y eso, en verdad, era una ventaja. Abrió la puerta de la habitación y la encontré totalmente vacía.
-¿Dónde está Louis?- pregunté extrañada. Creí que estaría ahí.
La habitación no se había tocado. Estaba tal y como la dejé ayer al salir. Eso me preocupó. ¿Y si después de dejarme aquí había vuelto a casa de Niall a terminar lo que empezó? Una mala sensación recorrió todo mi cuerpo. La mano de Gemma sobre mi hombro me tranquilizó.
-No ha dormido aquí- mi cara debió de ser suficiente respuesta para que la chica continuara hablando. Mi mandíbula se había tensado-. Quiero decir... que se quedó en el sofá del salón. Le he encontrado allí esta mañana- solté todo el aire que no sabía que había estado reteniendo.
-¿Y dónde está ahora?
-Se ha tenido que ir al taller. Hoy tenía turno por la mañana, ya sabes- asentí un par de veces. Casi no me acordaba de que Louis trabajaba allí-. Y Harry se ha marchado ya a la universidad, así que sólo estamos nosotras dos- me dedicó una sonrisa amable. No podía parar de mirarla a la cara y ver lo mucho que se parecía a su hermano-. Bueno, te dejo descansar. Siéntete como en tu casa. De hecho, ahora eres como de la familia.
Ella me seguía mirando con dulzura. No me atrevía a decirlo pero parecía feliz de verme ahí. O tal vez sólo era curiosidad por saber cómo era esa chica que había acabado pillada por Louis Tomlinson.
-Muchas gracias, Gemma- le sonreí con el mismo cariño que me había mostrado ella y salió por la puerta, dejándome sola en la habitación.
Miré a mi alrededor. Muchas cosas habían cambiado de la noche a la mañana, y nunca había dicho esto en un sentido más literal. Dejé la mochila apartada a un lado y me metí en la cama, tapándome con las sábanas que una vez había compartido con Louis. Mi subconsciente me estaba intentando jugar malas pasadas. Después de lo ocurrido la noche anterior algo en mí se activó y se dio cuenta de muchas cosas. Por mucho que me importara Louis, había algo dentró de mí que no llegaba a estar de acuerdo con las cosas que hacía. Las dos veces que había estado en el sitio donde hacían las carreras lo había sentido. Era un sitio peligroso. No pertenecía a ese lugar y por mucho que lo intentara, nunca iba a ser mi ambiente. Aunque ese no era problema, en principio. Estaba con Louis y eso era lo que importaba pero todo lo que pasó anoche me hizo reaccionar. Todo había cambiado al darme cuenta de que el peligro ya no era un lugar o un ambiente, sino el propio Louis. Mi cabeza diferenciaba perfectamente el bien del mal y sabía que Louis era el mal. No estaba al nivel de malo como lo podría estar un asesino, pero tenía claro que no era bueno.
Por otro lado estaba mi cabeza, la cual pasaba de meras apariencias y llegaba más allá, a ver la persona que Louis era realmente. Siempre que estaba conmigo era atento y cariñoso. Le gustaba hacer bromas y se interesaba por mí. Pensé que ese era el verdadero Louis, pero ayer, toda esa imagen de él se vino abajo, quedando enterrada bajo un manto de oscuridad. Ahora mi subconsciente y mi cabeza estaban de acuerdo y pensaban lo mismo sobre él.
Yo era una chica que había sido criada en un ambiente muy diferente a este, rodeada de gente con clase y bien asentada. Y con eso no me refería sólo a gente rica, sino a gente buena, personas que no hacían el mal, por mucho que no supieran el significado de humildad o modestia. Por más que quisiera cambiar y ser una persona más viva, activa, despreocupada... la persona que Louis me estaba enseñando a ser, nunca lo sería. Tenía que darme cuenta de una vez de que la Trish que era al empezar el curso era la Trish que sería siempre. Todo a mi alrededor me iba a acabar llevando al mismo sitio en el que empecé. Estaba estudiando Psicología, por el amor de Dios. ¡Me iba a pasar la vida en una consulta médica! Era un trabajo que requería responsabilidad. Iba a jugar con la vida de personas y tendría que estar centrada. No podría salir de fiesta cuando me diera la gana, o ir a una carrera de motos o, simplemente, quedarme en la cama durmiendo, como estaba haciendo hoy. No podría hacer lo que quisiera en cada momento. Tendría que estar muy atenta a las consecuencias. Y con todo esto, ¿dónde quedaba Louis? Exacto. Para el tipo de vida que yo quería llevar, o estaba destinada a llevar, no había sitio para él.
No tenía ningún problema mental y no era ninguna masoquista. Sabía perfectamente que mi subconsciente y mi cabeza tenían razón. Eran las partes más racionales que poseía y desde anoche no paraban de decirme que lo más sensato era alejarme de él. Era en ese tipo de momentos cuando otra pequeña y diminuta parte en mi interior susurraba que no lo hiciera: mi corazón.
Tenía el cuerpo totalmente dividido. Era un desastre. Sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal. Alejarme de Louis estaría bien para mí. Me libraría de problemas para el futuro y todo me iría mejor. Pero estaba mal dejarle solo. Mi corazón se negaba a abandonarle. Tenía fe en él y sabía que Louis era mucho más que lo que aparentaba. Por otro lado, quedarme con él y hacer como si nada hubiera pasado estaría mal para mí y bien para él. Él pensaría que podría seguir haciendo ese tipo de cosas sin que yo me molestara o sin que me importaran, pero yo no podía estar con esa clase de persona. Estaría cavando mi propia tumba. ¿Qué pasaba si algún día las cosas se torcían y Louis la tomaba conmigo? El simple pensamiento de eso me hizo temblar. No podía arriesgarme. Tenía que poner una solución pronto, antes de que Louis volviera. Mientras tanto, necesitaba descansar.
Me acurruqué en el centro de la cama, ocupando parte del espacio que había ocupado él por la noche. Respiré hondo y su aroma entró por mis fosas nasales como si estuviera aquí conmigo. Embriagada por su olor, me fui quedando dormida.
*
Me desperté con algo rozándome la cara. Aún adormilada, pensé que era mi perro el que me estaba molestando. Luego caí en la cuenta de que yo no tenía perro. Mis ojos se abrieron lentamente, acostumbrándose poco a poco a la clarida de la habitación y vislumbré una mano acariciando mi mejilla. Louis estaba sentado en la cama a mi lado. Estaba serio. Tuve un flashback de cuando le conocí. Tenía el mismo semblante blanco. Sólo miraba la zona dónde su mano rozaba mi piel. Ninguna expresión se paseaba por sus ojos, mucho menos por su rostro. Estaban sumergidos en una profunda oscuridad. Eran de un azul apagado, triste, melancólico. Aun viéndole así, sin ningún tipo de luz interior, era hermoso. Sus facciones, su perfecta piel, su cuerpo, su peinado. Todo hacía que te sintieras atraída físicamente a él. Era una especie de Edward Cullen a su manera. Misterioso y con un pasado oscuro que no le gustaba recordar. Su mirada se posó sobre la mía e intentó esbozar una pequeña sonrisa. Me incorporé lentamente, él apartando su brazo a la vez.
-Tenemos que hablar- declaré.
Acababa de decir la frase más temida de una relación.
-Lo sé- musitó Louis cabizbajo.
Él se separó un poco de mí para darme espacio y me senté con las piernas cruzadas. Había un silencio sepulcral en la habitación. La tensión se podía cortar con un cuchillo.
-Louis...
Comencé a decir y casi ya no podía ni continuar hablando. No iba a ser capaz de hacer esto. Me iba a costar la vida. Él se mantenía firme en su posición, sin mirarme, con la cabeza un poco agachada y la vista fija en sus manos.
-No he podido parar de darle vueltas a todo lo que ha pasado. Bueno, en realidad era mi cabeza la que comenzaba a montarse historias y a liar las cosas... y... todo eso- suspiré. Él habló antes de que pudiera continuar.
-No me dejes, por favor- sentí cómo mi corazón se estremecía.
Era lo peor que podría haber hecho. Ahora me estaba sentando todo mucho peor. Su voz no reflejaba su postura. Me hablaba casi suplicando y, sin embargo, su cuerpo estaba rígido, sin emociones.
-Louis yo... yo- balbuceé cuando sus ojos azules se posaron sobre los míos-... yo no quiero dejarte- sus hombros parecieron destensarse un poco-, pero tampoco puedo seguir con algo así- entró en pánico.
Sus pupilas buscaron rápidamente las mías pero yo aparté la mirada. No podía mirarle después de haber dicho eso. Mi corazón por dentro iba a estallar en mil pedazos. Le estaba haciendo daño. Lo podía notar a kilómetros de aquí.
-¿No puedes seguir con algo así o con alguien así?- murmuró. Eso era algo que no le podía responder a la cara-. Trish, mírame- demandó. No me dejó tiempo ni de reaccionar. Me cogió de la barbilla y me obligó a encararle-. ¿Te doy miedo?- formuló la pregunta serio. Quería esconder el temor en su voz pero no lo consiguió. Sabía que si le daba la mala respuesta iba a romper en cachos el poco afecto que se tenía así mismo.
Ya me había hecho esa pregunta más veces y la respuesta que aparecía en mi mente siempre era la misma, sin embargo, la que pronunciaban mis labios era completamente distinta. Quería contestar con un no rotundo y claro pero me estaría engañando a mí misma.
-No tengo miedo de ti, Louis... tengo miedo de la persona que eres- una lágrima se deslizó por mi mejilla a la vez que se me quebraba la voz. No me creí capaz de volver a hablar, pero debía explicarle-. Sé que eres bueno y que ese pequeño trozo de bondad está debajo de todos los muros que has construido sobre ti. Sé que existe y no quiero dejarte. Dios, claro que no quiero. Por favor, no pienses ni por un momento que quiero alejarme de ti, pero las palabras ya no son suficientes, Louis. Tú mismo me dijiste que yo era la única que podía salvarte. Confié en ti, pero has vuelto a meterte tú solo en toda esa mierda. No puedo seguir confiando en meras palabras. Necesito hechos, que me demuestres que te importo. Si no esta relación no sirve de nada. Soy fuerte y lo quiero ser por ti, pero no puedo aguantar ciertas cosas.
-Pues vete. Aléjate- bufó poniéndose a la defensiva. Se puso de pie. Sólo conocía una forma de reaccionar, poniéndose agresivo-. ¡Esto es lo que soy, Trish!- se señaló a sí mismo-. Y sí, lo admito, soy el mismo de siempre. No he cambiado y nunca lo voy a hacer. ¡Todo lo que me ha ocurrido en la vida me ha hecho convertirme en lo que soy hoy! ¡No puedo cambiar el pasado!
-Pero sí el futuro- enfaticé.
-Trish, por mucho que cambie en el futuro, para la gente siempre seré el Louis de las peleas, el Louis de las carreras ilegales, el Louis de las detenciones, el Louis violento y agresivo y eso, no lo puedo cambiar. Los fantasmas de mi pasado me van a perseguir siempre. Lo quiera o no -forzaba las palabras fuera de su boca. El azul de sus ojos se hallaba bajo una intensa niebla.
-Pues deja que te ayude a intentarlo-susurré. No quería que siguiera metido en peleas ni en malos asuntos. Quería que le fuera bien en la vida porque ésta le había tratado muy mal y con las peleas y todo lo demás, lo único que hacía era meterse en más mierda.
-Me ayudas estando conmigo- afirmó lo que ya me había confesado más de una vez.
-Ya, pero yo no puedo seguir así. Tengo que romper esto. Lo siento- declaré en un susurro. Mi corazón se desgarró. Él no quería alejarse de él, lo quería tener cerca.
-Pues entonces vete. No te necesito- mis ojos se abrieron como platos. A veces era increíble lo testarudo y orgulloso que podía llegar a ser. Estaba enfadado. Mis comentarios le estaban sentando mal pero teníamos que pasar por esto si quería que las cosas acabaran bien.
-No me voy a ir a ninguna parte- susurré. Que quisiera dejar esta relación no quería decir que quisiera dejarle a él. ¿Tan difícil era de entender?
-Pues yo sí quiero que te vayas.
-O conmigo, o sin mí. ¿No tienes un término medio nunca?- para Louis siempre era todo blanco o negro. No había escala de grises.
-No. Vete ya- sentenció serio, señalando la puerta. Primero me obligaba a venir aquí para descansar y ahora me echaba. Le miré perpleja.
-Pero...
-¡Que te vayas, joder!- ahora sí, estalló. Dio un fuerte pisotón con su bota de cuero que retumbó en el silencio del lugar-. Ésta es mi puta casa. ¡No quiero verte! Ya no somos nada. No tienes razón para estar aquí. ¡Vete!
Se estaba comportando como un niño pequeño al que le negaban un caramelo. Siempre se ponía agresivo. No sabía controlarse ni una vez, ni siquiera conmigo, y eso me hartaba. No iba a darle el placer de derramar ninguna lágrima. Me levanté, cogí la mochila y me largué de malas maneras. No le miré ni a la cara al salir de ahí. Estaba igual de enfadada o más que él. Bajé las escaleras pisando más fuerte de lo necesario los escalones y me marché de su casa.
En vez de pedirme perdón o de prometerme que intentaría cambiar, me había echado, sin importarle lo más mínimo. Él mismo me había alejado de su vida y me sentía dolida, herida. Creí que le podía intentar ayudar pero no se dejaba. Nunca se dejaba.
Ayudar a Louis Tomlinson era algo imposible.
twitter: @PatriFlyingHigh
instagram: @fast.fanfic
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro