Capítulo 10
-¿Salir a dónde?- Louis se rió.
-Vamos, Trish, no te hagas la tonta- me miró con una sonrisa de medio lado-. Quiero que seas mi novia- sabía perfectamente lo que había querido decir pero no me lo creía.
Quería que fuese su novia. Sonaba raro y a la vez apetecible.
-¿Estás seguro de que quieres eso?
No quería que esto fuera uno de sus momentos impulsivos y que luego se arrepintiera. No quería hacerme ilusiones y que luego me las arrancaran de raíz. No quería sufrir como lo hice con Nick, aunque sabía que una relación con Louis no iba a ser nada fácil.
-No sé- se miró las botas indeciso, incapaz de soportar la intensidad de mi mirada-. Es la primera vez que se lo pregunto a una chica.
Si esas palabras no hubieran salido de su boca nunca me las habría creído.
-¿Nunca le has pedido salir a nadie?
-No he tenido la necesidad- respondió encogiéndose de hombros.
-¿Nunca has tenido novia?
-Claro que sí, Parker. He estado con chicas pero nunca se lo he pedido, simplemente surgía.
Me hacía gracia su historia. Nada de lo que estaba relacionado con Louis era ordinario. Le miré con los ojos entrecerrados, sonriendo.
-Eres raro, Louis Tomlinson.
-Dijo la que no sabe ponerse un simple casco.
-¿Cuántas veces me lo vas a recordar?- mascullé.
-Todas las que pueda- se rió-. Me gusta hacer rabiar a la gente. Sobre todo a ti. Tienes algo distinto a los demás.
-¿Ah sí? ¿Y qué es?
-Que tú, al contrario que los demás, te pones el triple de roja cuando te cabreas y estás muy graciosa.
-Louis, para- le obligué.
Estaba haciendo que me pusiera roja de verdad. Él se empezó a reír a carcajadas. Sabía perfectamente lo que hacía. Su risa era una dulce melodía cuando no estaba manchada de cinismo ni sarcasmo. Podría acostumbrarme a escucharla todos los días y que yo fuera el motivo de que surgiera. Cuando logró parar continuó hablando.
-No me has contestado todavía.
Me miró a los ojos, examinándolos e intentando descifrar lo que se me cruzaba por la mente. Estaba nervioso. Se mordía el labio inferior sin darse cuenta. Se veía muy adorable.
-Creo que...
-Trish, por favor, contesta ya. Me estás matando.
Estuve a punto de reírme ante su intranquilidad pero logré contenerme. No me había dado margen para contestar pero la respuesta era sencilla.
-No.
-¿Qué?
El brillo de su mirada se marchitó y todo rastro de felicidad en su rostro desapareció. Sentía mucho haber dicho eso pero tenía que hacerlo.
-Lo siento, Louis, de verdad, pero si quieres salir conmigo debes aprender que...- le miré a los ojos porque no quería perderme detalle de su reacción- me gusta mucho hacer bromas- su cara de confusión me hizo estallar en carcajadas.
Confusión, desconcierto, caos, odio, alivio... Todo eso reflejaba su mirada. Me sentía mal por haber mentido y haberle dicho que no, pero después de tantas veces que él me había tomado el pelo sentí que ese era el mejor momento para devolvérsela.
-Sí, saldré contigo- murmuré entre risas.
-Eres muy tonta.
La tímida sonrisa que se formó en su cara era la estampa más bonita que había visto en mucho tiempo. Una sonrisa completa, de oreja a oreja. Sus ojos, azules como el mar, ahora eran resplandecientes y brillaban como las estrellas. Me gustaba ver a Louis así de feliz y risueño, y si para ello tenía que estar a su lado, lo haría más que encantada.
-Me siento aliviado. Pensaba que ibas a decir que no y me ibas a mandar a la mierda.
-No puedo negar que se me pasó por la mente.
-Eso es mentira- me pilló.
-¿Por qué creías que te iba a dejar de lado?
-Porque te he jodido muchas veces y tal vez pensabas que estar conmigo sería estar jodida las veinticuatro horas del día.
Mi mente pensó en algo muy distinto a lo que Louis quería hacer referencia. Nunca había pensado en él de esa manera... Bueno, sí. ¡Pero fue un sueño!
-¿Te has puesto roja?- se extrañó.
-No.
Moví la cabeza hacia abajo para que el pelo tapara mi rostro.
-Sí- me contradijo.
-Me ha dado pena que pensaras que no estaría contigo por eso- mentí mientras sentía como él se acercaba.
-No tienes que sentir pena por mí- me contestó endureciendo un poco su tono de voz.
-No la siento- alcé la cabeza y junté nuestras frentes. Quería que me creyera.
Sentí su respiración chocar contra mi barbilla y pronto se separó de mí, creando cierta distancia entre nosotros. ¿Qué había pasado? Me fijé en su postura corporal y descubrí que tenía los hombros tensados. Masculló algo incomprensible.
-¿Qué te pasa?- pregunté asustada.
-¡Que quiero hacer esto bien!- exclamó.
No paraba de mirarme mientras se movía nervioso, frustrado, manteniéndose alejado de mí. No entendía lo que estaba pasando. Bufó de nuevo.
-Quiero que esto sea distinto.
-No te entiendo...- musité en un susurro apenas audible.
-No quiero ser el capullo de otras veces- masculló.
-¿Qué quieres decir?
En ese momento se acercó a mí a toda prisa. Su cuerpo colisionó con el mío, pegándome por completo a la pared.
-Que por mí lo hacemos aquí y ahora.
Tragué saliva por su proximidad y por la importancia del tema al que se referían sus palabras. Ese asunto me inquietaba
-No creo que sea el mejor momento ni el mejor lugar para hablar sobre esto- hablé con la respiración entrecortada-. Vámonos.
Me deslicé hacia un lado, llegando al pomo de la puerta pero él tiró de mí, dándome la vuelta para encararle de nuevo.
-Espera.
Colocó sus brazos a cada uno de los lados de mi cabeza, impidiendo mi huida.
-Tú... prefieres ir despacio, ¿verdad?
-No sé, Louis- murmuré nerviosa-. Sigo pensando que este no es el mejor sitio para hablar de esto.
-Respóndeme- sonó posesivo.
-¿Por qué?
-Quiero saberlo... ¿Por favor?- me pidió amablemente.
Un momento me estaba hablando como un controlador y al siguiente era un caballero. Sólo Louis.
-Sí, supongo que sí.
Él sonrió y comenzó a reírse.
-Tranquila, iremos despacio- se rió-. Te has puesto tan blanca que parecía como si nunca lo hubieras hecho.
Se volvió a reír y yo también aunque esta vez sin ganas. Él lo notó y su sonrisa se desvaneció.
-Espera- frunció el ceño, confuso, observándome de arriba a abajo-. Tú...
Negué con la cabeza ligeramente antes de que dijera nada. Sus labios se separaron, dejando a la vista su sorpresa.
-¿Y el imbécil ese de tu ex... Nick?- inquirió.
-¿Un intento fallido?- me encogí de hombros.
-¿Me estás vacilando?
Agaché la cabeza ligeramente avergonzada.
-¿Nunca lo has hecho?
-¡No!- exclamé con todo el chorro de voz que me había estado guardando.
-¿Te incomoda hablar de esto?
-Bastante- respondí sin mirarle a la cara.
Giré la cabeza hacia un lado para poder evitarle. Me miraba con curiosidad y lo único que hacían sus ojos era ponerme más nerviosa. Él seguro que había estado con montones de chicas. No había más que verle fardar.
-El sexo es algo natural.
-Ya.
-¿No quieres hacerlo conmigo?
Volví a tragar saliva y me di cuenta de que se me había quedado la boca seca.
-No es eso. Es que...
-¿No estás preparada?
-Dios ¡Louis! Ni siquiera hemos tenido nuestro primer beso como pareja y me estás hablando de temas mayores. Yo no...
Fui callada cuando sus labios se juntaron inesperadamente con los míos. Estaban ásperos, debido al frío, pero tiernos al mismo tiempo. Sólo habían pasado dos días desde que le había besado por última vez pero lo había añorado.
Aunque le había besado muchas veces, este beso era distinto a todos los demás. Éramos una pareja, acabábamos de cruzar el límite de todo lo limitado. Si cuando conocí a Louis en aquella gasolinera alguien me hubiera dicho que acabaría siendo su novia y, me hubiera reído en su cara. Sin embargo, aquí estábamos los dos, perdiéndonos el uno en el otro.
Se separó lentamente, después de aquel gentil beso, pero tomándome por la cintura, pegando su torso al mío.
-Ahora que hemos tenido nuestro primer beso ya puedes contestar- sugirió alegremente.
-Louis...
-En el caso hipotético de que te dijera: mañana a las nueve en mi casa. ¿Qué dirías?
Su mirada era tan profunda que me obligaba a contestarle.
-Puede que sí... o puede que no. No sé- él sonrió.
-Lo tomaré como un sí.
-Pero primero tendría que saber dónde está tu casa.
-Joder, Trish, sé que te lo ha dicho Harry. No te hagas la tonta.
-Vale, pero ¿podemos dejar este tema? No estoy cómoda.
-Es que a mí me gusta el sexo y quiero hacerlo contigo.
Extrañamente empecé a sentir calor. Me ardía el cuerpo. Era una sensación que pocas veces había experimentado y nubla mis sentidos. Si ya de por sí Louis era mi perdición, hablando de esos temas me hacía perder la cordura. Se acercó lentamente, de nuevo, pegando nuestros cuerpos sin dejar ningún espacio entre ellos. Sus pupilas estaban mucho más dilatadas que antes. Su boca pasó por mi lóbulo, succionándome la piel justo debajo de la oreja. Trazó un camino de besos hasta la mandíbula, haciéndome temblar.
-Trish... ¿qué me estás... haciendo?- jadeó.
Empezó a besarme la comisura del labio, para luego pasarse a mi boca. Lo hacía de forma muy seductora y como nunca lo había hecho antes. Ahora iba con otros propósitos. Cuando juntó su lengua con la mía ya estaba perdida. Sus fuertes brazos, sus rasgos tremendamente atractivos, su pelo enmarañado, su olor masculino, su aliento con sabor a fresa, sus largas y grandes manos sujetándome por la cintura. Era demasiado para mí. Todo él, en sí mismo, hacía que mis rodillas se doblaran y me hacía débil. Hizo presión sobre mí con su pecho y tuve que dar un paso hacia atrás para no caerme. Choqué de nuevo contra la pared. Los muros de aquella habitación parecieron juntarse, y todo lo que importaba en ese momento era Louis. Me tenía acorralada. Sus labios se movían con delicadeza sobre los míos, pero había una pizca de desesperación a la vez. Un gemido se escapó por mi parte cuando bajó su mano derecha por mi cintura. No esperaba ese roce y lo que más me sorprendió fue que no hice nada por detenerlo. Metí mis manos por debajo de su camiseta, tocando su cálida piel y la zona de sus abdominales. Esto estaba yendo demasiado lejos, pero no quería que parase. ¿Hasta dónde iba a ser capaz de dejarle llegar? La imagen de Harry me vino a la mente y recordé que nos estaba esperando fuera. Era muy posible que nos hubiera oído. Tenía que parar esto ya, porque si dejaba que llegara a más me perdería en la esencia de Louis. Él había comenzado a deslizar mi camiseta hacia arriba pero, antes de que llegara a desvelarme más trozos de mi piel, le aparté con un manotazo y él cortó el beso riéndose.
-Vale, vale. Me ha quedado claro.
Su sonrisa de lado y sus ojos resplandecientes me recordaban a un niño pequeño viendo una piruleta que le acababa de comprar su madre, pero que no podía comer hasta que recogiera los juguetes.
-Deberíamos salir. Ya me he perdido una clase, no quiero perderme otra más.
Él hizo un leve gesto con la cabeza, asintiendo. Me alcanzó la mochila y me la colgué de un hombro. Aún seguía con el subidón que me había entrado hacía escasos segundos y no tenía ganas de ir a clase. Antes de abrir la puerta, Louis me cogió de la mano, pillándome desprevenida. Gestos dulces como esos eran los que me llevaban a pensar que, por mucho que Louis fuera un capullo, tenía un buen fondo.
Al salir nos encontramos a Harry apoyado en la pared, leyendo un libro. Típico de Harry.
-¡Ya era hora! Pensé que no ibais a salir nunca- exclamó.
Se frotó el pelo y se echó el flequillo hacia atrás. Estaba guardando el libro en su mochila cuando se percató de que nuestras manos estaban entrelazadas.
-Eh...- se quedó tartamudeando sin saber qué decir-. ¿Por qué estáis agarrados?- preguntó con el ceño fruncido.
Sus ojos verdes nos miraban a Louis y a mí, sin entender y con cierta angustia.
-Le he pedido que sea mi novia- murmuró Louis como si fuera algo obvio.
-¿Y?- Harry me miró a mí.
-¿Tú qué crees?
Volvió a contestar Louis levantando nuestras manos. La boca de Harry se abrió de par en par al conocer la noticia. Una suave risa se escapó de los labios del mayor. Me gustaba cuando estaba con Harry. Se mostraba tranquilo y parecía una persona completamente distinta. Más joven incluso. De nuestra edad. Porque no había que olvidar que, por muy infantil que portara a veces, Louis tenía tres años más que yo.
-¡Ahora seremos cuñados!- exclamó Harry sonriendo, mostrando sus hoyuelos.
-¿Cuñados? Me dijiste que Louis era tu amigo no tu hermano- entré en pánico por un segundo. ¿Me habían mentido?
-No somos hermanos- me confirmó Louis echándole una mirada letal a Harry por haber hecho que me confundiera más.
-Pero como si lo fuéramos- aclaró el de rizos.
-Harry es mi mejor amigo- sentenció Louis-. Desde los nueve años.
-Oh- fue lo único que fui capaz de decir.
El timbre sonó y Harry se disculpó, diciendo que tenía que irse ya a su próxima clase o llegaría tarde. Louis me acompañó hasta mi edificio. Aún me quedaban dos clases para terminar la jornada.
-Luego te vengo luego a buscar- murmuró Louis dándome un suave beso en los labios.
No había nadie por los alrededores, lo que quería decir que las clases ya habían empezado y que llegaba tarde.
-No creo que sea una buena idea- le advertí-. Mi madre puede sospechar.
-¿Y qué?
-Que no quiere que esté cerca de ti ni de ninguno de vosotros- le recordé.
-¿Tan mal la caigo?- se rió.
No te lo imaginas.
-Pero esta tarde nos podemos ver. Después de cenar. Si quieres, claro- murmuré nerviosa.
No sabía cómo iba a apañármelas para salir si mi madre no me dejaba ir a ningún sitio, pero me apetecía estar con Louis y pasar tiempo con él, hablar un poco más. Lo que acababa de pasar había sido todo muy precipitado.
-Sí- se limitó a decir-. ¿Te paso a buscar?
-No. Prefiero ir yo directamente. ¿Nos vemos en los jardines de ese parque, a la orilla del río?- sugerí señalando la calle de agua que partía en dos la ciudad.
-Claro- me volvió a besar y se alejó.
Entré rápidamente en la clase, pidiendo disculpas al profesor por mi retraso. Me pasé las siguientes dos horas pensando en cómo sería mi tarde con Louis y esperaba que, por una vez, no hubiera complicaciones.
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