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Capítulo 9

POV TRISH

Leí el mensaje repetidas veces tratando de buscarle una explicación a por qué me estaban mandando estos mensajes a mí. Harry entró en la habitación y me descubrió con el ceño fruncido y la lengua entre mis labios.

-¿Qué pasa? -preguntó arreglándose la camiseta.

-El gilipollas que te ha robado el móvil ahora manda mensajes poéticos -le enseñé el móvil y su expresión se volvió confusa pero pronto se recuperó.

-Será algún graciosillo -se rió, intentando quitarle importancia al asunto pero eso no consiguió calmarme, es más, me puso más de los nervios.

-¿Acaso no te importa lo que puedan estar haciendo con tu móvil? -esto era serio y él se lo estaba tomando a broma. Podrían acceder a muchas de sus cuentas, si es que Harry había usado el móvil alguna vez para comprar algo desde una aplicación.

-Ya le dije a Kylie antes que fuera a poner la denuncia e hicieran que bloquearan el móvil y la tarjeta SIM. Déjalo estar -bufó.

Me quedé perpleja. Harry nunca me bufaba.

O sea que ¿ahora Kylie se había convertido en su mejor amiga allí?

-Está bien -sentencié y fui al baño dispuesta a hacer pis y alejarme de él porque el de Kylie era un tema que seguía sin llevar bien.

Sabía que no quería hablarme de ella porque era un tema tabú, ya que estaba relacionada con todo lo de Louis, pero no necesitaba ponerse tan borde. Yo sólo quería lo mejor para él.

HARRY POV

Cuando nos dijeron que la cena ya estaba lista, Trish salió del baño, y me esperó en las escaleras para bajar, me os tensa que cómo se había ido. Yo me excusé diciendo que me quería cambiar la camiseta. La chica asintió y bajó. Con suerte, había dejado el teléfono en la habitación. Lo cogí y rápidamente escribí un mensaje, cansado de esto.

"Déjate de tonterías, Louis. Lo digo en serio. H"

Lo envié y después lo borré para que Trish no lo viera.

Era mentira lo que le había dicho de Kylie. No le había dicho a nadie nada acerca del teléfono porque no quería que nadie se enterase y, como sabía que Louis lo tenía, quería hablar con él antes de que pusiera una denuncia de verdad y diera el móvil por perdido, bloqueándolo así del todo. Dejé el teléfono sobre la cama y bajé al salón, dónde nos esperaba la cena.

POV LOUIS

Me desperté al sentir demasiada claridad en la celda. Abrí los ojos para descubrir que los primeros rayos del sol iluminaban los barrotes y el reflejo me daba en toda la cara. Gruñí molesto. Una vez que me despertaba no podía volver a dormirme. Saqué el móvil de debajo de la almohada y descubrí un mensaje de Trish. Mi corazón comenzó a latir apresuradamente mientras se cargaba. Al abrirlo todas mis ilusiones cayeron al suelo rompiéndose en mil pedazos.

"Déjate de tonterías, Louis. Lo digo en serio. H"

¿H? Volví a leer el mensaje. ¿¿¿H???

-Será cabrón...

¡El capullo de Harry estaba con Trish! ¿Qué cojones hacía Harry en Nueva York? ¡Por el amor de Dios! No tenía dinero para pagarme la puta fianza ¿pero sí podía costearse un viaje a Nueva York? ¿Qué coño? Miré el mensaje con indignación y estuve a punto de responder llamándole de todo pero me contuve. Si lo hacía, Trish sabría que había sido yo el que la había estado llamando y no quería que se enterara todavía. Borré el mensaje cabreado y apagué el teléfono, con un escaso cuatro por ciento de batería. Me daba absolutamente igual lo que me dijera el gilipollas de Harry. Iba a seguir mandándole mensajes si me daba la gana. Ahora era mi móvil y mis decisiones. Guardé el teléfono bajo la almohada y me tapé con las sábanas indignado, tratando de conciliar de nuevo el sueño, pensando en lo mucho que me relajaría el cigarro de Parker al día siguiente por la mañana.

La tormenta hacía que Trish temblara debajo del edredón y bajo mi cuerpo, y eso hacía me resultara imposible dormir. La lluvia, los rayos y los truenos asustaban a mucha gente pero a ella no, por eso no entendía por qué estaba temblando.

-¿Estás bien, pequeña? -susurré en su oído desde atrás.

Ella yacía apoyada en la parte izquierda de su cuerpo y yo la tenía agarrada de la cintura desde atrás, mi pecho pegado a su espalda y nuestras piernas entrelazadas. Lo que me hacía imposible verle la cara.

Sentí cómo negaba lentamente con la cabeza. Odiaba que el interruptor para dar la luz en mi habitación estuviera al lado de la puerta en vez de al lado de la cama. Quería dar la luz pero no quería dejar de abrazarla.

-¿Qué te pasa? -pregunté, quitándole el pelo de la cara y descubriendo su rostro oculto bajo un mar de lágrimas.

Joder. Me incorporé y me senté en la cama para poder verla claramente en la oscuridad de esa noche de diciembre.

-Trish... -balbuceé incapaz de formar una frase con sujeto y predicado.

No se me daban bien los sentimientos y nunca sabía qué decir cuando alguien lloraba. Siempre solía salir corriendo y dejar a la persona llorando con sus problemas. Pero aquí no podía hacer eso, no con ella. Sus problemas también eran mis problemas.

-¿Qué te pasa, pequeña? -susurré tirando de su brazo para que se sentara como yo lo estaba. Necesitaba que me hablara. Me estaba destrozando verla así.

-He tratado de no pensar en ello en todo el día -admitió con un hilo de voz nasal, por culpa del llanto-. Pero creo que ha sido la tormenta lo que ha hecho que me venga abajo.

-¿Qué es eso en lo que... eh... no querías pensar? -musité, no queriendo forzarla a que hablara si no quería pero... Joder, necesitaba que hablara y me contara qué era lo que le estaba haciendo llorar de esa forma. Tomó una gran bocanada de aire con la boca y suspiró.

-Hoy es el aniversario de cuando metieron a mi padre en la cárcel.

Me quedé en blanco, sin saber cómo responder a eso. No me esperaba que fuera algo tan impactante. Mi cuerpo se volvió rígido, incapaz de tocarla.

-Pero... Ese día tuvo que ser un alivio para ti y tu madre, ¿no? ¿Por qué lloras? -eso provocó que comenzara a llorar de nuevo y yo me mordí la lengua lo más fuerte que pude por bocazas.

-No es el día lo que me ha puesto así, ha sido la tormenta. Me ha hecho recordar una noche... Una noche horrible -se volvió a llenar de lágrimas y yo le acaricié el pelo.

La abracé con fuerza, intentando reconfortarla sólo como yo sabía hacerlo. No iba a hablar ni a decir nada. Si ella quería contarme lo que pasó, lo haría. Sabía que yo la escucharía.

-No recuerdo cuántos años tenía pero sé que era lo suficientemente mayor cómo para darme cuenta de lo que pasaba. Fue una noche de tormenta, como la de hoy. No me asustaba el fuerte sonido de la lluvia contra el cristal pero me molestaba y me impedía dormir. Comencé a preocuparme porque eran casi las dos de la mañana y al día siguiente tenía que ir al colegio. De repente empecé a escuchar el sonido de platos en el piso de abajo. Se me hizo extraño que mi madre estuviera fregando a esas horas de la noche. El sonido cada vez se hizo más fuerte y yo me tapé los oídos con las manos, como si eso fuera a pararlo -sonrió con una ironía melancólica-. Decidí ponerme las zapatillas y bajar al piso de abajo para ver qué pasaba y, cuando llegué, descubrí el suelo lleno de platos rotos. Mi padre tenía parte de la vajilla en la mano y se los estaba tirando a mi madre, la cual se tapaba la cara con las manos, pegada a la pared y llorando, tratando de defenderse. No sé si mi padre había bebido o ese era su comportamiento habitualmente pero yo me quedé petrificada en el sitio, sin gritar, sin salir corriendo en su defensa, sin hacer nada. Tal sólo viendo cómo las manos de mi madre se llenaban de arañazos y la sangre comenzaba a caer por sus brazos. Creo que ella me vio parada en las escaleras pero no dijo nada por miedo a que mi padre la tomara contra mí. El estruendo de un trueno, que hizo retumbar toda la casa, fue lo que me hizo reaccionar y subí corriendo de nuevo hasta mi habitación, como una cobarde. Me escondí debajo del edredón, llorando sin parar, muerta de miedo, rezando para que mi madre no acabara muerta, hasta que la tormenta amainó y los gritos pararon. Al día siguiente mi madre llevaba vendas en las manos y tenía el labio cortado y algún que otro moretón por la zona del pómulo... Fue la noche que más miedo he pasado en toda mi vida.

Se quedó callada, mirándose las mano, y entendí que había acabado. Tras terminar de escuchar el relato sentí la adrenalina bajar hasta mis puños, los cuales se cerraron en tensión, queriendo partirle la cara a ese cabrón, igual que había hecho con la pobre madre de Trish. Quería pegarle hasta matarle. El pensamiento me asustó en cuanto se cruzó por mi mente pero pronto le di la bienvenida al recordar que lo que merecía ese hombre era estar muerto.

-Siento que tu padre fuera un hijo de puta -murmuré sin saber qué otra cosa decir más que la pura verdad.

-Yo también.

La admiraba por haberse sabido mantener pura y llena de luz, a pesar de toda esa oscuridad que llevaba metida dentro. Dios, era un puto ejemplo a seguir. Estaba maravillado por todo el coraje que tenía. Yo, en cambio, había hecho de mi vida un infierno, no había sabido soportar el dolor, me había hundido en las profundidades de mi ser. Lo único que había sabido sacarme a la superficie era su luz, la cual se sentía atraída por mi oscuridad y ésta la recibía con los brazos abiertos, queriendo ser iluminada.

Tal vez, por eso nos habíamos enamorado, porque nuestras almas estaban igual de rotas.

Me desperté sobresaltado tras escuchar el timbre que indicaba que era la hora de levantarse. Pasé una mano por mi frente. Estaba sudando. Unas cuantas gotas de sudor me caían por la nuca y por las patillas. Lo que acababa de soñar no era un sueño cualquiera... Era un recuerdo. Esa noche había existido de verdad y, por un instante, volví a sentir todo el rencor y violencia que había sentido al escuchar su historia.

Me di asco. ¿De verdad iba a hacer un trato con Steve Parker? ¿El mismo hombre que había hecho de la vida de Trish un suplicio y había destrozado la vida de su madre? Tal vez por eso ella se había vuelto tan estirada, estaba seguro, y si eso no hubiera pasado, puede que hasta hubiera apoyado la relación entre su hija y yo. Ese hijo de puta tenía la culpa de todo, de los problemas de esas dos mujeres y de los míos. Había hecho muy mal en cruzarse en el camino de Louis Tomlinson. Puede que ya estuviera en la cárcel pero le iba a arruinar su mísera vida aquí dentro. Iba a trazar un plan e iba a hacer que se pudriera en una celda de aislamiento para siempre.

Bajé a desayunar con Horan, al cual todavía no quise decirle nada acerca de mi plan porque sabía que la cagaría. Tras habernos llenado el estómago, nos reunimos con Parker en el patio.

-¿Has traído eso? -farfulló y yo saqué un poco el móvil del bolsillo de mi pantalón para que lo viera.

-¿Y tú eso? -respondí.

-Aquí soy yo el que hace las preguntas, chaval.

Me contuve sólo porque sabía que después sería yo quién le cerrara la boca.

-Tienes tiempo de usar el móvil hasta esta noche. En la cena lo quiero de vuelta -le informé.

-¿Qué? ¿Eso desde cuando es así? No habíamos acordado eso -se enfadó.

-O me lo das a la hora de cenar o no hay trato, Parker. Te dejaré el móvil tantas veces como cigarrillos me traigas. ¿Me has entendido? -mascullé y él me miró con mala cara pero asintió-. Y espero que me lo devuelvas con la batería cargada.

Hicimos el intercambio de objetos y cada uno tiró para su lado. Él entró en los talleres y Horan y yo nos quedamos en un banco

-¿Me vas a dejar echar una calada? -preguntó con ilusión en su mirada.

-No.

-¿Cómo que no? -se alarmó-. Me preguntaste si quería formar parte del trato y te dije que sí y ahora ¿vas a fumarte el cigarro tú solo?

-¡Cállate, Horan! -le silencié tras ver que había llamado la atención de varios presos-. Aquí nadie va a fumarse nada.

-¿Qué estás diciendo? -preguntó sin entender y me junté a él para susurrarle al oído.

-Tengo un plan y voy a destruir a Parker. Pero para eso, necesito tu ayuda.

El rubio se separó de mí con la misma expresión de confusión que hacía unos segundos y yo sonreí, pensando en lo mucho que disfrutaría haciendo a ese canalla sufrir.

POV TRISH

En la cena de ayer mi madre me había explicado que hoy necesitaba que fuera a trabajar porque tenía que mandar a las revistas las fotos que quería que usaran en sus publicaciones y ese, desafortunadamente, era mi trabajo. Así que aquí me encontraba, sentada en mi mesa, con el ordenador delante y cargado de miles de fotos. El ascensor se abrió y dejó salir a un radiante Aden. Miró por el pasillo y al interior de la oficina.

-¿Dónde está tu amigo? -preguntó ansioso. Lo directo que fue me pilló desprevenida.

-Le he dejado en casa durmiendo. ¿No querrás que me lo traiga aquí y se pase el día sin hacer nada?.

-Pues claro que quiero, Trish. ¿No es obvio que claro que quiero? -dejó su café sobre su mesa mientras suspiraba.

-Relájate, tigre.

-¡No puedo! Llevo pensando en él desde que... ¡entró por esa puerta! -señaló al ascensor y se pasó las manos por la cabeza.

-Y me parece genial que estés interesado en él pero recuerda que en unos días volverá a Inglaterra -él me rodó los ojos y siguió hablando.

-No sabía si llamarle o no porque suponía que quería pasar tiempo contigo, y tú con él, así que no os he molestado. O sea que me debes un favor muy grande -me quedé con la boca abierta.

-¿Yo? Tú flipas.

-Trish, por lo que más quieras, haz que...

-Oh, ¡Aden! Me alegro de que ya estés aquí. ¿Puedes pasarme las notas que te dejé ayer en el cajón? Las necesito por ordenador. Gracias -mi madre le sonrió con ternura y se metió en su oficina. El chico gruñó y abrió el cajón con fuerza.

-Tienes suerte de ser la hija de mi jefa y que yo me tome este trabajo muy en serio -masculló sacando la pila de papeles y poniéndose a trabajar, zanjando de una vez el tema. Le copié y me puse a seleccionar las fotos para la revista.

El día no se pasó tan duro cómo creía. Seleccionar fotos era algo relativamente divertido. Que el cielo estuviera completamente despejado y los rayos de sol entraran por la ventana posándose en mi mesa, también ayudaba. A media mañana Aden se bajó a por un café al Starbucks mientras que yo me quedé en la oficina hablando un rato con Matt. Cuando la media hora pasó, volvimos a nuestros asientos. A los cinco minutos de haberme puesto de nuevo a trabajar, una gran sombra cubrió toda mi mesa.

-¡Buenos días! -alcé la cabeza instantáneamente al reconocer esa voz.

Harry. Por el rabillo del ojo vi cómo Aden escupía todo su café de vuelta en el vaso por la impresión.

-¿Qué haces aquí? -sonreí. Me sorprendía que hubiera sabido venir desde casa.

-Me aburría allí solo. Prefiero estar aquí viéndoos trabajar -el plural en esa frase hizo que Aden comenzara a toser. Harry le miró preocupado y el chico, cuando terminó, sonrió avergonzado.

-Hola -movió la manos de una forma muy ridícula. Aden nunca sentía vergüenza.

-Hola -Harry respondió igual de tímido, pero eso que era normal en él.

-Bueno... Creo que voy a por un café -comenté levantándome. Me estaba empezando a sentir incómoda por la tensión que había entre ellos dos.

-¿Café? ¿Quieres un café? Yo te lo traigo, no hay problema -exclamó Harry pisándose las palabras conforme hablaba-. ¡Ahora vuelvo! -sentenció antes de que pudiera decir algo. En menos de tres segundos había desaparecido.

-¿Ves? -exclamó Aden una vez que las puertas del ascensor se hubieron cerrado-. Me está evitando.

-¡No te está evitando! -exclamé tratando de quitarle esa idea de la mente.

-¡Claro que sí! Es evidente.

Puede que sí que le estuviera evitando pero me imaginaba que era porque Harry nunca sabía cómo tratar este tipo de situaciones.

-¿Y tú desde cuando te pones tímido? -inquirí. El chico bajó la cabeza y pude notar un cierto rubor en sus mejillas que trataba de esconder a toda costa.

-¿Es que no lo ves? -suspiró resignado mirando al ascensor-. Él es un chico con un futuro prometedor. Estudia Medicina, y nada más y nada menos que en la universidad de Cambridge. Es listo, alto y guapo. ¿Qué va a pensar de un mindundi neoyorkino que se pasa las noches borracho cómo yo? -me quedé sin palabras al ver lo equivocado que estaba.

-Harry no es así. No juzga a las personas por su apariencia, sino por lo que son por dentro -dije con honestidad. Él se rió con ironía.

-Eso es lo que dicen todos sobre sus mejores amigos.

-¿Estás insinuando que te estoy mintiendo? -le miré seria. Él volvió a suspirar y se recostó en su respaldo.

-¡No lo sé, Trish! Sólo sé que quiero ser lo suficiente para ese chico porque tengo la sensación de que es alguien genial y no quiero perderme la oportunidad de estar un rato a su lado. Ya lo probé en Sparkle Rainbow y me quedé con ganas de más.

Justo en ese momento Harry reapareció con un café en la mano y Aden, cabizbajo se levantó.

-Voy a por algo de comer -musitó, casi para el cuello de su camisa, y se marchó. Esta vez Harry no se ofreció a ir a comprarlo.

-¿Qué le pasa? -inquirió con una curiosidad mucho más prominente que de costumbre.

-Sufre mal de amores- comenté probando el café. No estaba acostumbrada a comprármelo en las maquinas de la oficina pero no estaba malo.

-Ah... No sabía que estuviera viendo a alguien... -sus ojos se apagaron, sin captar la indirecta que le acababa de lanzar.

-¿Eres imbécil, Harry? ¡Estoy hablando de ti! -sus ojos volvieron a coger brillo y se abrieron al máximo.

-¿De mí? ¿Estás segura? ¿Y por qué se ha ido tan triste? ¿Ha sido por algo que he dicho? Joder, sabía que no tendría que haber venido -se mordió las uñas y se quedó mirando al suelo.

-¿Has venido para verle? -él trató de ocultar la sonrisa.

-Eso y porque de verdad me aburría -sonreí acomodándome en mi silla.

-¿Por qué no te relajas? Estás un poco tenso.

-¿En serio? -yo asentí.

-Creo que eso ha sido lo que le ha bajado el ánimo.

-¿Por qué?

-¡Pregúntaselo a él! Son cosas entre vosotros. Yo no quiero saber nada -me desentendí del tema esperando que esta vez Harry sí pillara la indirecta y fuera a hablar con Aden de una vez por todas.

Era triste y emocionante a la vez, ver cómo los dos se gustaban y querían conocerse un poco más pero sabiendo que, dentro de unos días, Harry tendría que volver a Inglaterra.

Aden volvió al cabo de un rato, sin comida ni nada, y se paró delante de Harry, con el ánimo totalmente renovado, sorprendiéndonos a los dos.

-¿Quieres salir a cenar esta noche?

Mi boca se abrió de par en par al ver la proposición delante de mis narices. Miré a Harry y le encontré petrificado mirando a Aden como si fuera un fantasma. Se quedó totalmente en blanco. Le pegué un pisotón por debajo de la mesa y eso le hizo reaccionar.

-Eh... sí... sí... estaría bien... ¿no?

-Sí... supongo...

Hablaron los dos de una forma tan tímida y tan poco usual que me tuve que ir al baño por miedo a soltar una carcajada delante de ellos. Ojalá ese tiempo a solas les ayude a comunicarse mejor porque parecen dos paletos. En el espejo vi los pocos tatuajes que cubrían mi brazo y comencé a entender a lo que se refería Aden. Por vestir de una forma, hablar de una forma, llevar tatuajes o beber para divertirte, ya te asignaban en un grupo social. Eso era injusto y una gran putada. Suponía que esa fue una de las razones por las que comencé a hacérmelos yo misma, para demostrar a la gente que era una persona estudiosa, que había ido a la universidad de Cambridge, trabajaba y que se preocupaba por su futuro. Y llevar tatuajes no la designaba a ningún grupo social. Tal vez le hacía diferente, pero un diferente original.

*

Ayudé a Harry a prepararse para su cita después de repetirle mil veces que no me importaba que fuera a pasar tiempo con Aden en vez de conmigo. Él también se merecía disfrutar de vez en cuando. Al acabar, nos sentamos a esperar en el salón. Cuando Aden llegó, llamó a la puerta y yo me escondí. Iba guapísimo, de lo más casual pero aún así guapísimo, al igual que Harry. Los dos se sonrieron tímidamente y cerraron la puerta. La timidez se les pasaría después de la primera cerveza. Al menos a Harry.

Subí a mi habitación a ordenarla un poco y, al rato, escuché el sonido de la puerta principal. Era mi madre.

-¿Y Matt? -pregunté bajando las escaleras y no verle.

-Ha parado en la tienda para comprar unas cosas.

-¿Dónde está Harry? -preguntó al ver que el chico no hacía acto de presencia.

-Ha salido a cenar con Aden.

-¿Con Aden? -se sorprendió y empezó a marujear-. ¿Como que con Anden? ¿Una... cita?

-Exactamente una cita -sonreí sentándome en el sofá. Ella también lo hizo.

Le conté algunos detalles ya que sabía que ella se moría por saberlos y después nos quedamos calladas durante un rato hasta que ella rompió el hielo.

-Hija, hay algo que te quiero preguntar desde hace unos días... -sentí que el tema que sacara iba a ser incómodo por la forma en la que estaba hablando-. ¿Por qué ha venido Harry? -me mantuve en silencio.

-Porque le echaba de menos y él a mí, supongo -respondí con sinceridad. Al menos esa era una de las razones.

-¿Estás segura? ¿No hay nada más? -sus ojos encontraron los míos y entendí de lo que me estaba hablando.

-Sí... puede que sí -suspiré y cogí aire. Decírselo a Matt era una cosa pero decírselo a mi madre...-. Louis y yo ya no estamos juntos -murmuré y ella cerró los ojos.

Se me hacía muy raro tener que decirlo cómo si hubiera pasado ayer cuando ya habían pasado cuatros meses.

-Me lo temía. ¿Qué ha pasado, si puedo preguntar?

-¿La distancia? Quién sabe... Ya no era lo mismo -me inventé tratando de sonar afectada, lo cual lo estaba, pero no podía dejar que viera la mierda en la vivía.

-¿Es por eso que te has estado comportando así últimamente?

-Así, ¿cómo? -me extrañé.

-Saliendo por las noches y volviendo a casa a escondidas.

Agaché la cabeza. Ya había hablado de ello con Matt y bastante me costó, no quería repetir la charla.

-Lo siento, de veras -me aseguró. Esa confesión me pilló desprevenida.

-Pensaba que te alegrarías. Nunca te ha gustado.

-No, porque sabía cómo acabaría esto. Aunque la verdad es que ha acabado mejor de lo que pensaba. Pero no me alegro de verte triste, Trish. Eso nunca.

Suspiré con ironía. Si ella supiera...

-Sé que hemos tenido nuestras diferencias respecto a ese tema pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites.

Simplemente asentí con la cabeza. Desde que estaba con Matt estaba más relajada, había aprendido a no ser tan cerrada de mente y se portaba mejor conmigo, en todos los sentidos. Le debía mucho a ese hombre.

Nuestra conversación se vio interrumpida por el sonido de mi móvil. Lo saqué pensando que sería Harry en medio de un ataque de histeria pero me equivocaba... Era el número robado de Harry... Otra vez.

"El hombre es un ser racional [...] Rara vez actúa, habla o piensa sin una finalidad o intención - DH"

Hola, vengo a deciros que no sé cuándo volveré a subir porque no me encuentro bien. Sólo espero, y deseo con todas mis fuerzas que sea pronto.
¿Alguna vez habéis tenido alguna experiencia traumatizante en vuestra vida? No hace falta que la contéis. Sólo quiero saber si sí o no.
Os quiero mucho, no lo olvidéis nunca.

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