Capítulo 6
POV TRISH
Mi pulsó se aceleró y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.
-¿Hola? -exclamé intrigada tras escuchar mi nombre pero ya era tarde, la línea se había cortado. Habían colgado.
Miré la pantalla del teléfono. No había rastro de la llamada. El móvil había vuelto a la pantalla principal. Habían dicho mi nombre. Apenas se había entendido pero lo habían dicho. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No me gustaba esta situación. ¿Por qué me llamaban? ¿Qué querían? Tuve una corazonada que provocó que mi cuerpo se tensara. Tenía un mal presentimiento. Sentí todos los nervios de mi cuerpo alterándose, mi corazón latir a mil por hora ante la idea que se estaba cruzando por mi mente. Sin pensármelo dos veces, llamé al número que tan insistente estaba siendo. Había gente fuera aporreando la puerta, diciendo que me diera prisa, pero no lo entendían, esto era más importante que hacer pis.
Esperé un rato mientras marcaba pero acabó por salirme el buzón de voz. Maldije por lo bajo e intenté llamar de nuevo. Esta vez me salió el mensaje de 'apagado o fuera de cobertura'.
-Maldita sea.
Me apoyé en la puerta, mirando el desastre que había ante mis ojos y en mi cabeza. Todo en mi mente era confuso excepto una idea que se hacía paso entre todo ese desorden pero que me negaba a creer. Si lo hacía me fallaría a mí misma y no podía permitirme eso. Ya me había fallado demasiadas veces.
Salí rápidamente del baño pero no me libré de las malas caras que me pusieron algunas personas. Al salir sentí la cabeza embotellada por culpa de la estruendosa música. Miré hacia la barra en busca de mis amigos. No les encontré a primera vista y no quise perder más tiempo, no tenía intención de ponerme a buscarles. Quería despejarme y olvidarme de la llamada por un momento pero no con alcohol. Aire, necesitaba tomar el aire.
Me dirigí hacia la salida y tras poner los pies en la calle tomé una gran bocanada, llena de oxígeno. Bueno, lo máximo que podía tener una ciudad como Nueva York. Crucé a la acera de enfrente, no quería quedarme junto al resto de personas que habían salido del pub a desinfectarse de aquel ambiente como yo y tener que entablar conversaciones innecesarias e incómodas. Coloqué el bolso sobre el capó de un coche y comencé a buscar un cigarro y el mechero. Sentí un gran alivio al palparlo entre las porquerías que llevaba ahí dentro. No solía llevarlo conmigo porque no lo utilizaba mucho. No fumaba, sólo en un tipo de ocasiones: cuando salía de fiesta. Era el único momento en el que me permitía fumar y es que no soportaba el sabor del tabaco si no lo mezclaba con alcohol. Normalmente lo utilizaba para llegar a coger el puntillo ideal de la borrachera, sin embargo, ahora sólo lo quería para que me relajara y calmara los nervios.
Me gustaba exhalar el humo por la boca con lentitud, me proporcionaba una increíble sensación de paz. Miré el móvil de nuevo, inconscientemente, pero no había más llamadas. En el registro sólo aparecía la que me habían hecho y las dos que había hecho yo. Apagué la pantalla y lo guardé con fuerza en el bolso. No quería darle más vueltas. Había salido para airearme y lo único que estaba haciendo era comerme la cabeza. Me senté en el bordillo de la acera y me terminé de fumar el cigarro con tranquilidad, sacando uno nuevo de la cajetilla.
POV LOUIS
-¡Horan! ¡Horan! -fui corriendo hasta él en cuanto vi que salía de los talleres. Él se percató de que me estaba acercando y se fue en otra dirección.
-Piérdete, Louis -masculló.
-¡Horan, necesito que me hagas un favor! -exclamé colocándome delante de él para frenarle el paso-. Guárdame el móvil -susurré para que nadie nos oyera.
-¿Estás de coña? No pienso a cargar yo con el marrón -se puso a andar dejándome con la palabra en la boca. Estaba molesto. Podía notárselo.
-Joder, Horan -mascullé entre dientes persiguiéndole-. Me acaban de avisar de que tengo un vis a vis a las doce.
-¿Qué? -el rubio frunció el ceño y se paró, curioso porque le contara más-. ¿Has solicitado tú un vis a vis?
-¡Claro que no!
-¿Entonces? -quiso saber. Por su mente rondaba la misma idea que por la mía.
-¡No lo sé!
-Eso no tiene sentido. Un vis a vis es un encuentro... íntimo.
-Lo sé -dije por enésima vez relajando un poco mi tono de voz.
Nos miramos pensando lo mismo. ¿Quién coño querría mantener un vis a vis conmigo?
-Esto no es normal -repitió Horan, sumido en sus pensamientos.
-Ya, pero el caso es que lo tengo y no puedo ir con un móvil en el bolsillo. Sabes que te registran cada vez que vas a entrar a una sala de esas -el rubio alzó la mirada y, aunque le tenía aquí al lado, le sentía muy lejos.
-Ese no es mi problema -masculló.
-¡Horan, no me jodas!
-¡No! ¡No me jodas tú, Louis! -se me encaró y tuve que dar un paso hacia atrás para no chocarme con él-. Siempre has sido un capullo pero desde que estás aquí... Dios, ¡eres insoportable! ¡Estás empezando a conseguir que me arrepienta de todo lo que hice por ti!
Mis cejas se alzaron, sorprendidas, pero en menos de un segundo tenía el ceño fruncido y los puños cerrados. Sentí que sus palabras estaban llenas de hipocresía.
-Pues si te arrepientes tendrías que haberlo pensado antes. Ahora ya es demasiado tarde para enmendar tu error porque, al igual que yo, estás aquí encerrado.
El joven me miró con decepción y tras unos segundos en vilo siguió su camino. Me mordí el labio inferior con fuerza, cabreado e incapaz de creer lo que estaba pensando en hacer.
-¡Horan! -le volví a llamar y tuve que echar a correr porque él no me hacía ni caso-. Te dejaré usarlo.
-¿El qué? -inquirió aborrecido.
-El móvil -susurré-. Parker me ha dicho -volví a mordérmelo, recordando la conversación que tuve con ese animal-... Que puede conseguir un cargador -el rubio se rió.
-¿Ahora te fías de Parker?
-¡Por supuesto que no! -bufé- Aquí sólo me fío de ti pero parece que no te das cuenta, joder -farfullé evitando su mirada.
-Sí me doy cuenta. El problema es que no lo valoras.
-¡Hago lo que puedo! ¿Vale? -estaba tenso y tenía la sensación de que me picaba todo el cuerpo.
-Dame el móvil antes de que me arrepienta -susurró pillándome desprevenido. Mis ojos se iluminaron-. ¡Venga, joder! -se apresuró.
Le cogí del brazo y le llevé a una de las esquinas, desde donde ninguna cámara nos podía grabar. Pasé el teléfono al bolsillo de su pantalón con mucha discreción y le di un golpe amistoso en la espalda, dándole las gracias.
Iban a dar las doce y estaba impaciente por el encuentro. Casi me dio un paro al corazón cuando estaba llamando a Trish y me llamaron por megafonía para presentarme en el despacho del director. Los guardias que vigilaban el patio comenzaron a buscarme para acompañarme, por lo que tuve que salir corriendo para que no me vieran con el móvil en la mano. No podía colgar a Trish mientras me estaba hablando. Bueno, en realidad me estaba gritando porque se pensaba que era un ladrón, pero no me importaba, necesitaba escuchar el sonido de su voz. Entré al comedor, el cual estaba ya desierto y me metí debajo de una de las mesas. Y fue así como, sin quererlo, se escapó de mis labios su nombre. Rápidamente colgué, asustado y apagué el teléfono.
-¡Tomlinson! -me llamó uno de los guardias-. ¡Vámonos! -me hizo un gesto con la cabeza y entendí que era hora de descubrir la verdad.
Había pasado muchas veces delante de la puerta dónde se hacía el vis a vis pero nunca había entrado. Antes de pasar a la habitación en cuestión, había una sala con dos vigilantes. Me cachearon el cuerpo entero sin el menor cuidado, me abrieron la puerta para que pasara dentro y cerraron de golpe. El cuarto estaba un poco oscuro. Había una cama en un lateral con una mesilla a su lado y, al otro, una mesa con dos sillas. Una de ellas estaba ocupada... Y no por una mujer, precisamente, sino por un hombre.
William.
No esperé ni un segundo más para aporrear la puerta y obligar a que me sacaran de allí.
-¡Dejadme salir! -di un golpe seco a la puerta metálica. No conseguí respuesta por lo que seguí con los golpes-. ¡Dejadme salir!
-No puedes salir de aquí -escuché su voz a mis espaldas. Me giré indignado.
-No me dirijas la palabra -le advertí pero él no pareció inmutarse. Volví a dar golpes a la puerta pero nadie abría.
-Puedes seguir aporreando la puerta tanto como quieras pero deberías saber que he pedido que nos dejen solos durante media hora.
Me giré con rencor en la mirada, tratando de controlarme.
-¿Quién coño te crees para manejarme como un títere a tus anchas? - él agachó la cabeza y se aclaró la garganta.
-Soy el jefe de policía de Nottingham, te recuerdo. Puedo llegar a ser bastante convincente.
-Lo que puedes llegar a ser es bastante repugnante.
-Sí, y creo que tú también sacaste eso de mí.
Sus ojos azules hicieron mella en los míos, mirándome fijamente...
Azules tenían que ser. Maldito bastardo.
-¿Para qué coño has venido? -exclamé perdiendo los nervios. Me estaba tocando los cojones con sus estúpidos comentarios.
-He venido a hablar contigo.
-No entiendo el idioma subnormal, lo siento. Vuelve otro día -me apoyé en la puerta, lo más lejos de él posible y ahí esperaría hasta que abrieran.
-Louis -musitó, y no fue hasta la cuarta vez que dijo mi nombre que respondí molesto.
-¿Qué?
-¿Te crees que yo quería venir aquí y soportarte durante media hora?
-¿Si no querías para qué cojones has venido? -exclamé irritado, sacado de quicio.
-Porque soy tu padre y se supone que eso es lo que hacen los... padres.
-No. No eres mi padre. Sólo pusiste el puto semen. Eso no te convierte en nada.
-Si piensas que me hace ilusión tener un hijo tan maravilloso como tú estás muy equivocado.
Fue ahí cuando salió su verdadero carácter.
-¿Me lo dices a mí, cuando mi propio padre fue el que me metió en la cárcel? Puede que incluso estés nominado a padre del año y estemos aquí sin saberlo.
-¡No sabía quién eras en ese entonces!
-¡No intentes aparentar que te preocupas por mí ahora que sabes que soy tu hijo! ¡Me odiabas antes y, si no lo hubieras descubierto, me seguirías odiando!
-Si lo hubiera sabido antes nunca hubiera dejado que te metieran aquí, ¡por el amor de Dios! -dio un golpe sobre la mesa con fuerza.
-¡Soy un delincuente y tú un policía! No hubieras sido capaz de resistir la tentación.
-No me conoces.
-¡Y tú a mí tampoco! Por eso creo que cada uno debe seguir por su camino y continuar como si nada de esto hubiera pasado. Vuelve a tu increíble comisaría de Nottingham y yo volveré a mi celda.
Él negó con la cabeza y se pasó la mano por el pelo, echándoselo hacia atrás.
-¿Te crees que puedo seguir con mi vida sabiendo que tengo un hijo del cual no he sabido de su existencia hasta ahora? -se río con sarcasmo-. Eres un niñato de mierda. No sabes nada de la vida.
-¿Y tú sí? -pregunté con dureza.
-Ojalá no, pero sí.
-Qué pena, oye.
El hombre pasó de mostrarse provocador a exhalar suspiros de derrota. Tosió un par de veces antes de seguir hablando.
-Oye, puede que Kylie tenga razón, yo...
-¿Kylie? ¿Qué tiene que ver Kylie en todo esto? -no quería que también la metiera en el tema. Eran demasiados frentes abiertos en un día.
-Ella me dijo que estabas mal...
-¿O sea que ni siquiera has venido por tu propia voluntad? -mascullé incrédulo-. Esto es acojonante. ¿Encima te has atrevido a darme lecciones de vida? Vienes a la fuerza ¿y encima me tratas de dar lecciones de vida?
-Empecemos por el hecho de que ni siquiera me caes bien.
-Porque soy exactamente como tú, ¿no? -él bufó desesperado.
-No. Yo al menos lo estoy intentando.
-Pues déjalo. No lo intentes. No quiero que lo intentes. Me da igual. Si pensabas que seríamos una familia feliz estás muy equivocado. Las familias son algo que no se me da bien.
-A mí tampoco.
Recordé la historia de Kylie, sobre cómo había crecido sin un padre. La había abandonado. Creció sola con su madre porque él se acojonó y se largo. Su relato me pareció triste pero no más triste que el mío. Miré a los ojos a aquel hombre y mis mismas palabras retumbaron en mis oídos.
Nos parecíamos más de lo que deseaba.
La puerta de la habitación se abrió de repente, pillándome desprevenido, y uno de los vigilantes interrumpió la charla. Agradecido de que se hubiera terminado la media hora, comencé a andar hasta la salida.
-Adiós, Louis.
Me paré y giré levemente mi cabeza al escucharle hablar con voz firme, mirándole por encima de mi hombro.
-Adiós, William.
POV TRISH
Había pasado más tiempo fuera del que me había propuesto y, cuando quise mirar el reloj, el tiempo había pasado volando. Fue poner un pie de vuelta en el pub y encontrarme a Harry tirado en el suelo.
-¿Qué ha pasado? -grité corriendo hacia él.
-¡Se ha caído! -exclamó Aden por detrás. No me había percatado de su presencia. Se estaba partiendo de risa, tenía lágrimas en los ojos. Cogió a Harry por las axilas y le ayudó a levantarse.
-¿Estás bien? -le pregunté un poco más relajada. Verle de repente en el suelo me había puesto el corazón a mil.
-Me he... caído -balbuceó Harry. Miró a Aden y comenzó a reírse tan fuerte como él.
-¿Estás borracho? -inquirí, incapaz de creérmelo.
-No -murmuró volviéndose serio.
-¡Claro que sí! No mientas -Aden le golpeó amistosamente el brazo y Harry volvió a reírse.
-Menos mal que fuiste tú el que me dijiste que me controlara -el de rizos puso cara de perrito abandonado, sin ni siquiera intentarlo, y no pude evitar reírme-. En cuanto a ti -señalé a Aden-. Ya hablaremos mañana.
-¿Por qué? ¿Qué he hecho? -preguntó con inocencia, como si no hubiera roto un plato en su vida.
-Lo sabes perfectamente. Venga, Harry. Vámonos.
-Sólo le he invitado a una copa -se excusó mirando con una sonrisa a mi amigo.
-¡Aden, para! -exclamé angustiada.
-¿Qué pare de qué? ¡No he hecho nada!
-¡De mirarle sonriendo cómo si hubiera pasado algo que yo no sé y fuera muy pervertido!
El chico se río descontroladamente y noté a Harry reírse también a mi lado, agachando la cabeza. Aden intentó hablar pero le corté.
-¡No quiero saberlo! Sea lo que sea, que se quede entre vosotros.
El chico se mordió la uña del dedo pulgar y sonrío con picardía.
-Está bien. Supongo que lo más adecuado es que os lleve en el coche a casa.
-No, déjalo. Creo que a éste le vendrá bien un poco de aire.
Harry me miró divertido y después, nuestras miradas se interrumpieron por el cuerpo de Aden, que se había acercado a Harry. Presencié cómo se daban dos besos en las mejillas para despedirse y se sonrieron. Sonrisas que ocultaban más de un secreto.
Caminamos en silencio por la fría noche de vuelta a casa. Harry tenía una pequeña sonrisa plasmada en la cara que trataba de ocultar pero, a pesar de la oscuridad de la noche, era bastante visible. Aunque le hubiera dicho a Aden lo contrario, me moría de ganas por saber lo que había pasado en todo el rato que estuve fuera. No creí que hubiera estado tanto tiempo tomando el aire pero, al parecer sí, porque a Harry le había dado tiempo de emborracharse.
-Dios mío, ¡me quiero morir! -gritó de repente.
-¿Qué pasa? -me alarmé.
-No le pedí el número a Aden -susurró con el ceño fruncido y un gran gesto de preocupación en su rostro.
-Eres tonto, ¿verdad? -murmuré y él me observó totalmente perdido-. Lo eres, ¿a que sí?
-Deja de insultarme -se quejó como un niño pequeño y yo me aguanté la respiración para no reírme en su cara.
-Harry.... ¡Soy amiga suya! ¡Yo tengo su número!
-¿De verdad? -exclamó emocionado. Rodé los ojos y continué andando. Él tardó en reaccionar pero acabó siguiéndome. Borracho tenía más peligro que un niño de tres años.
-Te lo acabo de mandar por mensaje -comenté al cabo de un rato, mientras pasábamos por el parque que se encontraba a cinco manzanas de mi casa.
-Gracias, eres la mejor -me pegó un puñetazo cariñoso pero me hizo más daño del que seguramente pretendía.
-¿Qué estás haciendo? -me detuve al ver que se había parado y ahora se subía a una de las verjas.
-Quiero entrar al parque.
-Harry, no eres Hugh Grant.
-Ni tú Julia Roberts. Ahora que nos hemos aclarado, ¿podemos entrar?
Me quedé mirándolo un rato y estuve muy tentada de dejarle ahí solo colgando. Trataba de hacer fuerza con los brazos para que los barrotes no le dieran en la entrepierna.
-Te vas a matar -dije riéndome e intentando escalar la verja como él.
-No. Lo tengo todo controlado -musitó mordiéndose la lengua y bajando con cuidado para no aplastarse un huevo.
-Mañana te vas a reír cuando te cuente todo esto.
Las farolas del parque estaban apagadas y no se veía absolutamente nada allí dentro. Sacamos nuestros móviles y los pusimos en modo linterna. Tras investigar un poco el lugar, Harry se tumbó en una explanada de césped.
-Aden es un tipo... Interesante -comentó al cabo de un rato.
-¿Interesante? -me reí.
-Sí. Me despierta curiosidad.
-Vale...
-Pero también intimida. Mucho.
-¿Intimidar? ¿Aden? -¿hablábamos de la misma persona?
-Sí. Él... -Harry resopló, pasándose las manos por la cara-. ¡Tiene tanta experiencia! Realmente sabe cómo tratar a las personas y yo... Yo no sé ni decirles la hora sin que me entren sudores. Él es... Simplemente genial -dijo el chico que lo conocía de sólo un día.
-Ya, y el que sea guapo no tiene nada que ver, ¿no?
-A ver, Trish, tiene mucho que ver -sentenció serio-. No puedo creer que le guste alguien como yo.
-¿Qué? ¿Te ha dicho eso? -exclamé sorprendida ya que no esperaba que Aden fuera tan directo.
-No exactamente. Me invitó a una segunda bebida y a la mitad me llevó a la pista y... Bueno- no podía verlo pero sabía que se estaba poniendo rojo.
-¿Bueno, qué? -quise saber. No podía empezar la historia y luego dejarla a la mitad.
-Su forma de bailar es un poco... Descarada.
-Lo sé -murmuré imaginándome la escena. Por más que lo intentara no me imaginaba a Harry bailando así-. ¿Os habéis liado? -pregunté esta vez más directamente ya que estaba todo el tiempo yéndose por las ramas.
Los ojos del chico evitaron mi mirada conforme respondía.
-... Sí.
-¿Sí? ¿En serio? -grité con efusividad.
-¡Sí, pero cállate! -me tapó la boca entre risas-. No puedes decírselo a nadie.
-¿A quién se lo voy a contar, inteligente? -él era mi único amigo.
-¡Nueva York es genial! -exclamó al echarse contra el suelo. La sonrisa soñadora que tenía plasmada en su rostro dejaba ver un trozo de la poca confianza que tenía Harry en sí mismo y eso me hizo feliz.
-Pienso exactamente lo mismo -me reí mientras me sentaba a su lado.
-Pero Cambridge es mejor -me puso mala cara.
-Ah, bueno, vale. Cambridge es mejor, sí -le seguí la corriente. No recordaba haber visto a Harry así, borracho y feliz. Aunque fuera un estado pasajero y momentáneo, no quería que acabara nunca. Quería verle feliz siempre.
-Sé que te lo he dicho ya pero Cambridge es muy solitario sin ti -pasé una mano por sus rizos.
Sentí que con ese comentario el ambiente entre nosotros había cambiado.
-Por favor, vuelve conmigo -susurró con miedo a que sus palabras sonaran demasiado alto y me asustaran.
-Harry...
-Todo el mundo me abandona.
Con esa frase logró romperme el corazón. Si había algún pedazo de él todavía ileso, él acababa de cargárselo.
-Eso no es cierto. Yo siempre voy a estar a tu lado... Y Gemma también, no seas tonto.
El chico se quedó callado y yo temí decir algo más por miedo a meter la pata. Odiaba ver a Harry así pero no podía volver. Me abracé las piernas y alcé la cabeza para observar el cielo de noche. En Cambridge las estrellas se veían más, el cielo estaba más despejado, no había tanta polución, y era mucho más hermoso. Y lo sabía porque por mi mente no paraban de pasar recuerdos de una noche en concreto. Recuerdos que, por mucho tiempo que pasara, no podía olvidar... No quería olvidar.
-Nunca te llegué a contar algo que pasó hace unos meses -murmuró el chico en un susurro. Esta vez su voz había perdido todo rastro alegría, se había vuelto seria y sabía perfectamente por qué.
-Harry no hace falta que me lo dig...
-William es el padre de Louis.
Mi respiración se cortó tras un grito ahogado. Mi mente se nubló y todo lo que intenté dejar atrás hacía unos meses volvió a mi mente como si lo hubiera vivido ayer. Los recuerdos parecían ansiosos por volver a mí y recordarme todo lo que había sucedido. Intenté analizar la información pero nada bueno salía de ella. Sentí los músculos de mi cuerpo tensarse y, de repente, comencé a sentir un dolor extraño, que iba invadiendo lentamente cada parte de mi cuerpo. Un dolor que no era mío. Escalofriante y oscuro. El dolor que, sabía que, había sentido Louis.
-No puede ser... -mis labios susurraron, incrédulos.
-Lo es.
-¿Cómo... Cómo lo sabes? -balbuceé tratando de formar una frase coherente.
-Gemma lo sabía todo este tiempo. Conocía al padre biológico de Louis. Su madre le enseñó una foto.
¿Gemma? Nada de eso tenía sentido. Es decir...
-Pero... Todo este tiempo... William lo sabía...
-No, no -él musitó con el ceño fruncido, tratando de recordar el momento a pesar de la borrachera-. Él se enteró al mismo tiempo que Louis... Es una historia muy jodida.
Me quedé callada. No sabía qué decir. No sabía qué responder. No podía imaginarme cómo habría sido el momento en que se enteraron. Después del alcohol y de todas las emociones vividas aquella noche sentí ganas de echarme a un lado y vomitar. Comencé a escuchar un ruido y me volví hacia Harry asustada.
-¿Estás llorando? -pregunté con lástima, incapaz de verle la cara. Se había erguido y sentado, y se tapaba la cara con las manos. Pequeños sollozos se escapaban por su boca.
-Ha cambiado mucho, Trish... Está perdido, Dios...
Sollozo aún más fuerte y yo me paralicé, me quedé inmóvil sintiéndome incluso mucho más frágil que él.
-¿Conoces esa sensación, cuando vas a tirarte a la piscina y descubres que el agua está helada, en vez de caliente, como esperabas? Ver a Louis es mucho peor. Es como tirarte y descubrir que no hay agua dentro. Es hacerte daño constantemente. Es subirte al bordillo una vez más y volver a tirarte sabiendo incluso lo que te espera, porque Louis está así... Está completamente vacío.
¡Hola bbys! Cumpliendo mi promesa, he subido en menos de una semana yayyy !! Este capítulo me resultó raro de escribir así que lo siento si os ha dado esa impresión (?)
Como ya os aventuré la semana pasada, quiero conoceros un poco más, así que aquí va la pregunta de esta semana:
¿Sois Louis, Liam, Harry, Niall o Zayn girl? Yo soy Louis x
{Y ahora otra pregunta que no tiene nada que ver con esto... QUE OS PARECE LA NUEVA CANCIÓN??? ASDFGHJKLASDFGHJKL A mí me encanta !! Sobre todo los altos de Harry :') }
Votad por el capítulo, por fa. Es importante xx ¡Os adoro!
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