Capítulo 4
POV LOUIS
Era increíble estar sentado delante de una persona a la que conocía de hacía tanto tiempo y sentir que estaba delante de alguien completamente desconocido. Ambos nos mirábamos en silencio y creo que, en el fondo, los dos sabíamos que acabaríamos en esta situación. Él solo y yo encerrado.
-No sé si podré venir la semana que viene -comentó Harry con sequedad.
-¿Por qué? -espeté. Era la única persona que me traía noticias del exterior. No podía hacerme eso.
-¿Para qué? ¿Para venir y que me digan que estás en la celda de aislamiento? -soltó una especie de carcajada sarcástica-. La gasolina no está barata.
-Yo no tengo la culpa. No entro ahí por voluntad propia.
-Pues parece que sí.
Ignoré la forma en la que me estaba mirando y cómo sus puños estaban contraídos sobre la mesa.
-¿Por qué te comportas así? -quiso saber.
-¿Es que no tienes nada más que decirme?
-¿No quieres salir de aquí o qué? Deberías ordenar las prioridades en tu maldita cabeza.
-Portarme bien no me va a reducir la condena. ¡Todo eso son gilipolleces! Lo único que me sacaría de esta cárcel antes de tiempo sería la fianza de setenta mil libras que no podemos pagar.
Harry me miró con una expresión muy seria y tensa. Ahora sí, tenía los puños apretados sobre la mesa y los labios fruncidos. Se estaba mordiendo la lengua para evitar decir algo.
-¿Qué pasa? -pregunté al ver que pasaba un rato y seguía en silencio.
-Gemma se ha ido a Londres.
-¿Para qué? -espeté. ¿Qué coño hacía Gemma en Londres? ¿Había dejado a Harry solo?
-La empresa para la que trabaja tiene varias oficinas por el país. Acaban de abrir una nueva en Londres y le ofrecieron irse. Lo estuvo sopesando y descubrió que allí tendría que trabajar el doble... pero el salario aumentaba considerablemente.
No entendía este repentino cambio en el rumbo de la conversación.
-¿Por qué coño se ha ido si va a tener que trabajar más? Es absurdo.
-¿En serio eres tan corto como para no entenderlo? -exclamó indignado. Sus mejillas se tornaron rosáceas ante el enfado, al igual que sus orejas-. ¡Lo ha hecho por ti! ¡Para sacarte de este sitio!
Me quedé rallado. Mi cabeza no lo entendía.
-Sabía que erais demasiado buenos conmigo pero nunca creí que... que... fuerais tan sumamente retrasados. ¿Es que no lo entendéis? -di un golpe sobre la mesa-. ¡Me merezco estar aquí! ¡Encerrado entre cuatro paredes!
El chico de rizos alzó las cejas, incapaz de creerse lo que acababa de decir.
-¿Sabes qué? -su mirada se volvió fría-. Sí. Te lo mereces. Por ser un cabronazo y mirar sólo por ti. Eres despreciable, inhumano, cruel, una auténtica toxina... pero eres mi mejor amigo... Dios... Te tendrías que estar pudriendo aquí solo, ni siquiera tendría que venir a verte porque desde que comencé a poner un pie en esta prisión me has tratado como una mierda. Te has ido alejando, cada vez más, y ahora estás más inalcanzable que nunca. Pero... joder, no puedo verte aquí. Estaba acostumbrado a tu presencia en mi vida y no puedo seguir si tú no estás -se pasó las manos por el pelo, frustrado y desesperado.
-Harry, ¡eres un necio. Hago cosas malas que dañan a la gente. ¡Hago daño a la gente! ¡Incluso te he hecho daño a ti! ¡Tenerme fuera sería un error!
-¡Esa gente te compraba droga porque ellos querían, no porque tú les obligaras!
-¡No estoy hablando de ellos! -exclamé demasiado alto, habiendo perdido los nervios, y sentí sobre mí la mirada inquieta de los guardias de la sala.
Harry se quedó callado, con la boca abierta. Le había cortado en medio de una frase y después de mi intervención se quedó descolocado, sin saber qué decir. Era una gilipollez seguir hablando de este tema. No íbamos a ningún lado. Remover el pasado era algo que me atormentaba en las noches más oscuras y solitarias de la prisión... Aunque también fuera lo único que me mantenía con vida. El chico se aclaró la garganta al sentir que la voz no le salía y tosió repetidas veces.
-Ha venido alguien a verte -anunció.
-¿Qué? -me pilló totalmente desprevenido. ¿Quién coño querría venir a verme? Sólo podía pensar en Gemma y ni siquiera era posible porque se había largado a la capital.
Harry se levantó, asintiendo con la cabeza en señal de despedida y entendí que, viniera quién viniera a continuación, él no iba a estar presente. Traspasó la puerta y le perdí de vista. Pasaron unos minutos, los cuales se me hicieron eternos, hasta que una cabellera rubia traspasó el marco de la puerta y se sentó delante de mí.
-¡Mira quién se ha dignado a visitarme! -me reí sarcásticamente ante su cara de susto e incomodidad-. ¡Mi hermana!
Era la primera vez que decía eso en voz alta y en su presencia.
Kylie estaba dejado el bolso sobre la mesa conforme hablaba. Me miraba muy de vez en cuando y en periodos cortos, no más de dos segundos. Después volvía a fijar su vista en sus manos entrelazadas.
-¿A qué se debe esta visita tan especial?
Ella levantó la cabeza en un acto de valentía.
-Estaba... ¿preocupada? -balbuceó.
-¡Oh! -exclamé antes de que ella pudiera continuar. No sé si lo sabes... -me acerqué a ella, estirando mi cuerpo sobre la mesa y susurré-, somos hermanos.
Al separarme sonreí y me di cuenta de que eso la había puesto más incómoda.
-Siento que no estuvieras en el momento en el que nos enteramos tu padre y yo. Fue muy emotivo.
Comenté con una sonrisa de lo más irónica recordando el asco que me dio enterarme de la historia.
-También es tu padre.
Los puños se me cerraron involuntariamente. No sabía la gilipollez que acababa de soltar.
-Ese señor sólo es un prestador de esperma. No es nada más para mí.
-Puede que tengas razón pero esas personas tienen un nombre. Es padre.
-Si esperas a que llame padre a ese señor puedes ir trayendo la tumba porque puede que mueras antes de que me escuches decirlo.
-Louis, él no es como tu padrastro.
-¿Tú qué coño sabes de mi padrastro? -espeté incapaz de creer que alguien le hubiera dicho algo sobre Mark.
-Lo suficiente como para saber que fue horrible contigo y...
-¿Y William no lo es? -exclamé interrumpiéndola. Estaba llevando esto demasiado lejos-. ¿Te recuerdo quién me metió en esta prisión, en primer lugar?
Kylie agachó la cabeza, confundida.
-Sé que se arrepiente...
-¿Has hablado con él? -mascullé. Ella negó con la cabeza lentamente.
-¿Entonces? ¿Qué coño me estás contando? ¡No le importo una mierda! ¡Ni siquiera ha venido a visitarme! Si estuviera arrepentido habría venido a pedirme perdón. No ha hecho nada por mí, sólo una cosa, meterme en esta cárcel y procurarse de que no saliera porque quería robarme a mi novia.
La expresión de Kylie era muy confusa y no era para menos pero estaba harto de esta nueva familia. No necesitaba familia. Conmigo mismo me bastaba y me sobraba.
-Eso que dices no es cierto.
-¡Claro que lo es! William estaba...
-No, Louis. Nuestro padre fue quien interrogó a Niall... El que le convenció para que lo confesara todo sobre Davidson.
-Deja de usar el plural en esa frase. Me pone de los nervios.
-¿Te crees que esto para mí ha sido fácil? -estalló-. ¿Descubrir que tengo un hermano y que ahora está en la cárcel por culpa de mi padre? ¡Ha sido una puta mierda!
-Oh, ¿y crees que ha sido más fácil que lo mío? -solté una carcajada ante su cara desfigurada-. Mi padre biológico besó a mi novia. Mi propia hermana me besó a mí... ¿Qué? ¿Me sigues teniendo ganas? Van a poner las caras de todos nosotros como ejemplo al lado de la definición de incesto.
Kylie se quedó callada. Estaba tensa, evitaba mi mirada. No se esperaba que le sacara ese tema en este momento.
-Siento lo que sucedió aquella noche -musitó en un murmullo apenas audible. Se avergonzaba de ello.
-Que lo sientas no va a cambiar lo que pasó y el asco que me da mirarte a la cara.
Alzó la cabeza y descubrí algo que nunca había visto en ella. Lágrimas acumulándose en sus ojos. Sabía que no iba a llorar. Era tozuda como yo. Demasiado orgullosa. Tal vez por eso nos llevábamos tan bien en cuanto nos conocimos. La misma sangre corría por nuestras venas.
-¿Puedes decirle a Harry que vuelva a entrar? -pregunté al ver que se quedaba pasmada. Si no tenía nada más que decirme podía largarse.
Kylie salió de la sala disgustada y volvió al cabo de un rato seguida de Harry. La mirada del chico era dura y fría. No me acostumbraba a esa mirada en su rostro. La suya siempre había sido dulce y amable, puede que hubiera estado decepcionado a veces pero en ningún momento me había mirado por encima del hombro, como si fuera alguien superior. Nunca había visto tanta tensión en sus pupilas.
-Eres un desagradecido -masculló al colocarse delante de mí-. ¿Como puedes tratar a tu... -la palabra se perdió entre sus labios-, a Kylie así?
-Aquí no tengo que ser agradecido con nadie -me crucé de brazos.
-El problema es que nosotros -se señaló a él y a la rubia-, no formamos parte de esto -señaló el resto de la habitación.
-¿Tienes algo más que decirme o puedo volver a mi celda?
-¿Cuándo te darás cuenta del daño que has hecho a la gente? -susurró con una de las miradas más decepcionadas y rencorosas que le había visto nunca.
-No te enteras de nada, Harry. ¡Ya me he dado cuenta!
-¿Y cuándo piensas parar? -preguntó sin esperanza alguna.
-¡No puedo parar! No lo entiendes. Aquí no puedes ser débil porque te destrozan. Tienes que plantarles cara y demostrar quién es el más fuerte aquí dentro... O te arruinarán.
Sentí una fuerte presión en mis manos y descubrí que mis puños se estaban poniendo blanco de la fuerza con la que los estaba apretando.
-¿No te das cuenta verdad? -murmuró Harry con cierta ironía-. Ya te han arruinado.
Me levanté con brusquedad, decidido a irme. Harry no se movió ni un palmo. Se quedó mirando al frente, como si yo siguiera delante suyo. Antes de dirigirme al guardia para que me sacara de allí me acerqué al joven por detrás y susurré en su oído, mientras metía la mano en su bolsillo.
-A mí me habrá arruinado esta gente... pero tú te has arruinado solo.
Sin esperar una reacción por su parte, me dirigí hacia el guardia que vigilaba la puerta de entrada y con una sola mirada supo que ya había terminado. Llamó a uno de sus compañeros y me llevaron al patio, donde se encontraban todos los presos en ese momento. Debería de dejar de llamarlos así. Presos. Yo también era uno de ellos. No podía excluirme de ese grupo. Daba igual la gravedad del delito que hubiéramos cometido fuera, aquí todos éramos iguales. Aquí todos éramos compañeros.
*
Ayer me pasé el día pululando solo por el patio. La poca gente con la que hablaba se había metido en los talleres, en los cuales yo no podía entrar por mala conducta. Sólo había entrado en ellos una vez, después siempre me habían denegado la entrada. Y era lo mejor. Parker siempre estaba ahí metido y no podía soportar las ganas de partirle la cara cada vez que le veía.
-¿Qué haces ahí parado? ¿No te vas a duchar? -preguntó Horan. Era por la mañana y el rubio parecía que había decidido volver a hablarme. Sus berrinches me recordaban a los de una chica en sus días.
-No.
-¿No? -exclamó extrañado, frunciendo el ceño-. ¿Qué vas a hacer entonces? -me giré en su dirección, tenía la toalla agarrada a la cintura y el neceser en la mano.
-Voy a cagar. ¿Quieres venirte conmigo o crees que puedo hacerlo solo?
-Vale, joder -masculló algo entre dientes que no supe entender por su fuerte acento irlandés. Fue a meterse en la ducha justo cuando se giró para decirme algo más pero se quedó callado como un muerto, mirando fijamente a un punto-. ¿Qué es eso?
Seguí su mirada y me aterré al descubrir dónde se habían posado sus ojos. Mierda.
-¿El qué?
-¿Eso es un móvil? -exclamó.
-¡Shhhhh! -gruñí acercándome a él-. ¿Quieres que se enteren y me vuelvan a llevar a aislamiento? -susurré.
-¿De dónde has sacado un móvil? -me miró con el ceño fruncido y yo lo escondí mejor en la toalla.
-Es de Harry -le dije al oído.
-¿Te lo ha dado? -se sorprendió.
-No. Se lo he quitado -sonreí.
Horan se quedó mirando la toalla un tanto desconcertado.
-¿Qué vas a hacer con él?
-No sé... ¿Enterarme de lo que pasa en el exterior? Aún no lo tengo muy claro.
En verdad sí que lo tenía pero no quería decírselo. Todo esto era por ella, por supuesto.
Nos dimos cuenta de que un grupo de personas nos miraba desde una de las esquinas del vestuario y decidimos ir a realizar nuestras labores. Horan se metió en la ducha y yo me encerré en uno de los baños. Saqué el teléfono de la toalla y lo sujeté entre mis temblorosas manos. Lo encendí y me saltó la contraseña. Menos mal que el teléfono era de Harry y no de otra persona o no hubiera sido capaz de desbloquearlo. En seguida me salió el fondo de pantalla. Era una foto de la universidad de Cambridge. Muy típico de Harry. No estaba seguro de si echaba de menos la ciudad después de toda la mierda que había vivido en ella. Fuera como fuese decidí abrir la lista de contactos. No me hacía falta buscar ahí. Me sabía el teléfono de memoria, pero quería saber si tenía puesta alguna foto de ella. Al llegar a la T vi la imagen de la persona a la que más añoraba desde que estaba aquí metido. Era una foto antigua, de este invierno. Salían Harry y ella en una de las clases de la universidad. Me quedé absorto en su sonrisa y sus ojos llenos de vida y felicidad.
Quería recordarla así siempre, cómo era antes de conocerme, cómo era antes de que arrasara con sus sentimientos... Cómo era cuando era feliz.
Le di al botón de llamar sin pensármelo dos veces y cuando fui consciente el teléfono ya estaba marcando. Mi pulso se disparó, se puso a mil en menos de un segundo y sentí un nudo en la garganta que me impedía respirar con facilidad. De pronto la marcación paró y se escuchó un profundo silencio.
-¿Sí? -su voz sonó al otro lado del teléfono y me quedé sin habla.
Meses. Habían pasado meses desde que había escuchado su voz por última vez. Posiblemente una de las últimas cosas que me dijo fue capullo o imbécil pero adoraba la forma en la que sus labios se movían mientras hablaba. Eran finos y elegantes.
-¿Harry? -volvió a hablar y esta vez noté algo en su voz. Parecía somnolienta, como si acabara de despertarse...
Joder. Puto cambio horario. ¡Para ella tenía que ser medianoche! No había caído en eso. Mi corazón latió a mayor velocidad después de que por mi mente pasaran miles de recuerdos en los que yo había sido la primera cosa que ella veía al despertarse. Recuerdos de tiempos en los que la había hecho feliz. Recuerdos que, algún día, se quedarían en el olvido porque ahora yo, lo único que significaba para ella, era dolor.
Rápidamente, y antes de que pudiera decir nada más, colgué la llamada.
POV TRISH
Me sentía como si estuviera atrapada en un sueño, bajo la influencia de un hechizo que me impedía moverme por mí misma. Cada vez veía peor. Todo se iba volviendo oscuro. Era imposible remediarlo. Cada vez más... y más... y más... y más...
-¡Trish! -mi madre pegó un golpe en el escritorio y mis ojos se abrieron de par en par en alerta-. ¿Has llamado a la tintorería para aclararles que necesitamos la ropa dos horas antes de lo previsto para la sesión de fotos?
-Dios... -me pasé las manos por la cabeza mordiéndome el labio inferior con fuerza-. Se me ha olvidado -suspiré sintiéndome horriblemente mal. A la mujer se le borró todo rastro de color de la cara.
-Madre mía, hija... ¿En qué estás pensando?
-No te preocupes, Lillian. Me he encargado yo de ello está mañana -anunció Aden desde el escritorio de al lado y mi madre soltó un gran suspiro de alivio.
-¿Les has llamado? -el chico asintió con la cabeza y mi madre sonrió un poco más relajada.
-Gracias, Aden- hizo un gesto con su muñeca para después poner una cara extraña-. ¿Qué hora es? -inquirió y me percaté de que se había olvidado su reloj dorado en casa.
-Las once y cuarto -contestó el chico mirando la pantalla de su ordenador.
-¡Madre mía! -volvió a exclamar mi madre. Parecía que esa sería su nueva muletilla.
-¿Qué pasa? -murmuré.
-Tenía una cita y llego tarde -comentó mientras volvía corriendo a su oficina y cogía su bolso.
-¿Adónde vas? ¿Y con quién? -quise saber. Normalmente era Matt el que salía de la oficina para las reuniones, no ella.
-Trish, no todo mi trabajo puedo hacerlo desde mi oficina -me recordó y tras despedirse con la mano, se dirigió a los ascensores.
-Pensaba que ya se había reunido con el fotógrafo... -comenté extrañada.
-A lo mejor va al banco.
-Sí... Sí, eso tiene sentido.
Tras ese comentario recordé que ella no era la única que tenía trabajo por hacer. Miré hacia mi izquierda y vi la pila de papeles que tenía amontonada, aún por archivar. Hoy estaba siendo una mañana agotadora para todos y se nos podía notar en la cara.
Aden utilizó su descanso para darse un paseo al Starbucks y comprarme otro café. Esa mañana ya me había tomado el usual con mi madre de camino a la empresa pero parecía que la cafeína no me había hecho efecto.
-Por el amor de Dios, Trish. ¡Quita esa cara ya! Me está entrando sueño hasta a mí -exclamó Aden desde su silla. A su comentario le siguió un bostezo que me hizo reír.
Él ya se había acabado su taza y a mí aún me quedaba la mitad. Me lo estaba tomando a la fuerza. No tenía ganas pero necesitaba la cafeína o mi cuerpo no aguantaría la larga jornada.
-¿Qué has hecho esta noche para estar tan cansada? -me preguntó el chico.
-Nada -murmuré.
-¿No habrás salido otra vez de fiesta?
-¡No! -exclamé incómoda.
Era cierto lo que decía. No había hecho absolutamente nada, sólo que mi cuerpo decidió pasarse la mayor parte de la noche despierto porque pensó que era más guay que descansar unas horas. Y todo por culpa de la extraña llamada de Harry a las tantas de la mañana.
-Sabes que hoy nos tenemos que quedar hasta que acabe la sesión de fotos, ¿verdad?
-Sí, lo sé -me eché sobre la mesa fingiendo un sollozo-. No me lo recuerdes.
Lo único que me mantenía con fuerzas era la siesta que me iba a echar en cuanto llegara a casa. Me levanté de la silla para estirar un poco las piernas hasta la papelera que se encontraba al lado de los ascensores. Pensé en beberme el resto del café de un trago, a ver si de ese modo me subía más rápido la cafeína, como pasaba con el alcohol. Me llevé el vaso a los labios justo cuando la puerta de uno de los ascensores se abrió y lo que vi provocó que el recipiente se me cayera al suelo de golpe. Una mata de pelo oscuro.
-Oh dios mío... ¡Harry!
Recorrí corriendo el corto espacio que nos separaba y me abracé a él cual koala. Él, me alzó entre sus brazos, devolviéndome el abrazo. No podía creer que estuviera aquí. No podía creer que hubiera realizado un viaje de ocho horas completamente solo. Sabía que a Harry le costaba mucho abrirse y salir de su zona de confort por lo que, que hubiera hecho todo esto sólo para venir a verme, significaba todo y más para mí. Sentí algunas lágrimas caer por mis mejillas y posarse en su cabello. Comencé a decir cosas sin sentido mientras pasaba las manos por su pelo una y otra vez, sin creerme que estuviera aquí de verdad. Sentí su pulso bajo mi fuerte abrazo y respiré el olor de su fragancia. Mhmm... Olía a casa.
-Te he echado muchísimo de menos -le había dicho esto muchas veces por teléfono pero cobraba mucha más importancia y sentido al decírselo en persona-. No puedo creer que estés aquí.
-Yo tampoco -sonrió mientras me dejaba de nuevo en el suelo-. Aunque he de reconocer que la conversación que tuvimos el otro día me dio una idea.
-Pero... ¿Cómo...? ¿Y cuándo...? -no lograba terminar ninguna pregunta porque eran muchas las dudas que tenía en ese momento en mi cabeza-. ¿Cómo has llegado aquí? ¿Cómo has sabido encontrarme?
Harry esbozó una sonrisa de lado y miró hacia atrás. Como era tan alto no me había percatado de que mi madre se encontraba a sus espaldas.
-¿Mamá? -murmuré sorprendida.
-¿Sorpresa? - ella sonrió hasta que sus ojos cayeron al vaso que había derramado-. Madre mía, ¡cómo has puesto el suelo! -suspiró-. Llamaré a que lo limpien.
Harry se rió mientras yo seguía sin creerme lo que estaba sucediendo.
-No me puedo creer que hayáis hecho todo esto a mis espaldas -me crucé de brazos mirándolos a los dos. Era muy repetitiva pero no podía creer que tuviera a mi mejor amigo delante de mí después de tantos meses.
-Harry ha sido el que lo ha hecho todo. Yo sólo he puesto el coche para traerle del aeropuerto hasta aquí -el chico sonrió ruborizado.
Mi madre se despidió diciendo que tenía más cosas que hacer y nos dejó solos.
-Dios -sonreí y volví a abrazarle con fuerza. Necesitaba sentir que estaba cerca. Noté cómo él también me apretaba contra su pecho y apoyaba su cabeza en la mía, creando una escena de lo más tierna. Había añorado esos momentos.
-Podría quedarme así todo el día -musitó contra mi pelo.
-Y yo. Hasta que me creyera que estás aquí de verdad.
Me separé de él y le miré de arriba a abajo. Estaba guapísimo. Su estilo no había cambiado para nada, seguía fiel a él, y su pelo se lo notaba un poco más largo de lo normal, pero seguía llevándolo hacia arriba, en su característico tupé de rizos. Aún así, y a pesar de tanta belleza, podía notar intensos círculos negros bajo sus ojos indicando la falta de sueño. Tal vez por la diferencia horaria o por el agotador vuelo.
-¿Cuánto tiempo te vas a quedar? -le pregunté.
-Cinco días. Quiero llegar a tiempo para el inicio de clases.
-Oh... Es verdad -caí en la cuenta de que el semestre tenía que estar a punto de comenzar.
-Va a ser raro no verte por allí.
-Lo sé. Ya se me hace raro no verte por aquí... Y eso que nunca has estado -él sonrió y miró a su alrededor.
-O sea que aquí es donde... ¿Trabajas? -sonrió de lado y se acercó a mi escritorio.
Le echó una ojeada, mirando alguno de los papeles por encima y toqueteando los lápices y calculadoras. Llegó hasta el última tramo, donde había un pequeño corte que separaba mi escritorio del de Aden. Harry se quedó parado por un momento y en seguida entendí el por qué. Se había cruzado com la mirada del otro chico, el cuál nos observaba desde su silla con curiosidad.
-Oh, Harry -me puse entre medias de los dos-. Éste es Aden. Aden, este es mi mejor amigo, Harry.
Aden se levantó para estar a nuestra altura y resultó ser casi de la mis,a talla que Harry. Mi amigo sólo le superaba por escasos milímetros.
-Hola -Aden le ofreció la mano y Harry se la dio, creando así un saludo demasiado formal para la clase de persona que era Aden. Tal vez Harry se pensaba que era alguien decente. Si le conociera...
-Aden es amigo mío, aparte de que trabaja aquí conmigo.
-Oh -Harry se sorprendió.
-Trish me ha hablado mucho de ti -comentó metiéndose las manos en los bolsillos mientras se inclinaba ligeramente hacia delante. Y era verdad. Solía hablar mucho de Harry porque Harry era de ese tipo de personas de las que se merecían que hablaran de ellas por lo maravillosas que eran.
-No soy tan guay como ella me pinta -reconoció con modestia.
-Ella nunca ha dicho que fueras guay.
Quise matar a Aden en ese momento por ese comentario tan desafortunado. Harry se quedó cortado, sin saber qué decir. ¿A qué había venido eso? ¿Tenía celos de mi relación tan buena con Harry o qué?
-Era broma -comentó con una sonrisa nerviosa al ver que ninguno de los dos habíamos pillado su chiste.
Harry se rió por cortesía pero yo le eché una mirada fulminante queriendo que dejara sus chistes malos para cuando mi amigo no estuviera presente.
-Harry, no creo que hoy me sea posible salir de aquí antes de tiempo para enseñarte la ciudad -hice una mueca de incomodidad-. Tenemos una sesión de fotos muy importante y tenemos montones de fichas que rellenar -anuncié señalando la pila de papeles.
-Oh.
-Sí...
-Bueno, puedo esperar aquí hasta que termines -murmuró sentándose en una silla al lado de nuestros escritorios-. No tengo prisa -me guiñó un ojo y yo pasé una mano por su pelo desenmarañándoselo un poco.
Pasaron las horas y, debía de reconocer que la presencia de Harry me había levantado el ánimo considerablemente. Entre risas había rellenado la mayoría de las fichas y ahora nos disponíamos a bajar a las plantas de abajo para la sesión.
-Oye, ¿dónde está el baño? -preguntó mi amigo en el ascensor.
-Al salir a la derecha. Esta ubicado en el mismo sitio que el de la planta de arriba -le informé.
Cuando el ascensor abrió sus puertas. Harry se fue hacia los servicios y Aden y yo nos quedamos en el pasillo esperándole. Me fijé en cómo Aden se quedaba mirando el lugar por donde había desaparecido el de rizos.
-¿Por qué nunca me has dicho que tu mejor amigo está... está...? -tartamudeó mirando embobado el rastro que había dejado Harry hasta el baño.
-¿Tan bueno? -terminé la frase por él. Sonreí disfrutando de la forma en la que Aden parecía interesado en él.
-Le hacía de todo.
-Aden, por Dios -me llevé las manos a la cara.
-¿Qué? ¿Tú le has visto? Su pelo, su ropa, su estilo... ¡Parece sacado de una revista de modelos! No me extrañaría que fuera modelo en Inglaterra -yo me reí.
-No, no es modelo. De hecho, está estudiando medicina.
-¿Médico? -Aden se mordió el labio inferior y una sonrisa juguetona se esbozó en sus labios.
Le pegué un codazo al ver que Harry volvía y tras un gesto por su parte nos pusimos en marcha hacia la sala. Me di cuenta de que Aden miraba de una forma muy descarada a mi amigo desde que había vuelto. La habitación estaba llena de modelos con diferentes vestidos de fiesta, grandes focos, ordenadores y varias cámaras sobre una mesa. Nos colocamos en una de las esquinas para no molestar al resto de gente que lo estaba poniendo todo a punto para la sesión.
-Bueno y... Contadme -comenzó a decir Aden-. ¿Alguna vez os habéis acostado?
-¿Qué? -mascullé horrorizada. Harry agachó la cabeza sin saber dónde meterse.
-Venga, me lo podéis contar. Sabes que soy de confianza -sabía que sus palabras podían ir con dobles intenciones. Se notaba que quería saber si Harry y yo habíamos tenido algo pero esas no eran las maneras ni el momento.
-Claro que no -mascullé entre dientes. No podía creerme que nos hubiera hecho esa pregunta.
-Una pena -murmuró mirando a Harry de arriba a abajo-. ¿Ni siquiera lo habéis hablado ninguna vez?
-¿Qué problema tienes? -le encaré.
-Ninguno -él alzó las manos en son de paz-. Es que conociendo tu historial con los tíos se me hace raro que no lo hubieras hecho.
Ouch.
-Soy gay -anunció Harry quitando la atención de mí y dejándome helada ante su repentina confesión.
-Oh -exclamó Aden sorprendido.
Estaba alucinando. ¿Desde cuándo Harry hablaba de su vida privada tan fácilmente? Su orientación sexual siempre había sido un problema para él. Le había costado mucho abrirse y contármelo incluso a mí por miedo al rechazo. No entendía cómo podía haberlo dicho ahora de una forma tan despreocupada. Le miré boquiabierta mientras Aden trataba de salir de su shock y él sólo me alzó las cejas.
-En ese caso creo que voy a ir a por una copa de esas de... Ahí -señaló con la cabeza una de las mesas utilizadas para el decorado. Habían decorado el set con globos de color negro, purpurina y luces de colores. En las mesas había botellas de alcohol y vasos llenos de ellas.
-Sabes que esas copas no tienen alcohol, ¿no?
-Da igual. Iré a probar.
Se alejó de nosotros a paso acelerado y le vimos perderse entre la multitud.
-¿Qué le pasa? -murmuró Harry con el ceño fruncido.
-Las hormonas... No sabe controlarlas.
Mi amigo se echó el pelo hacia atrás y miró durante un rato más a Aden.
-Qué tío más raro.
-Sí, bueno... -me salió una risa nerviosa-. Cómo tú.
-¿Yo? -se tocó el pecho-. ¿Yo por qué?
-¿En serio? -suspiré con fuerza al ver que volvía a fruncir el ceño sin entender-. ¿Por qué me has llamado esta madrugada? Pensaba que ya controlabas los cambios horarios.
-¿Qué? Yo no te he llamado -empalideció.
-¿Cómo que no? Sí lo hiciste. Tengo la llamada. Mira -le enseñé la pantalla del móvil.
-Trish, no tengo mi móvil. Me lo robaron.
-¿Qué?
-Sí. El otro día... Ayer, para ser exactos. Salí a la calle y al volver a casa me di cuenta de que ya no lo tenía en el bolsillo. Me lo han tenido que quitar.
-¿No se te habrá caído al suelo? -podía llegar a ser muy patoso.
-No soy tan tonto, ¿vale? Tenía que coger el tren para ir a Londres así que no pude poner la denuncia.
-Entonces... ¿Tú móvil lo tiene el ladrón?
Él se encogió de hombros. ¿Había hablado con un ladrón? No sabía cómo sentirme al respecto.
-A no ser... -comenzó a decir pero cortó la frase a la mitad. Sus ojos verdes se clavaron en mis pupilas y sentí su repentino miedo y alivio como un rayo que cruzaba el país de norte a sur en un milisegundo y después, toda luz en su mirada se apagó, volviendo a su estado natural.
¿Qué había sido eso?
Tengo una noticia muy importante. ¡Voy a participar en los Wattys con Fast: Incineration, la segunda parte de Fast! Pero para conseguirlo necesito vuestra ayuda. Primero necesitaría que votarais en todos los capítulos (si no lo habéis hecho ya) y comentéis porque los votos y comentarios son algo que el equipo de wattpad tiene mucho en cuenta. Y por otro lado me ayudaríais en el premio de Elección del Público si pusiérais tweets con el nombre de la historia (Fast: Incineration), el link de la historia y el hastag #MyWattysChoice. Sé que tal vez es pedir demasiado pero he soñado con ganar un Watty desde que ingresé en Wattpad y sería un sueño hecho realidad. No soy buena en muchas cosas y siento que en esto es en lo único en lo que destaco. Sería genial poder ganar. Sé que podemos hacerlo pero yo sola no puedo. ¡Os necesito!
Una vez más, os doy las gracias por leer. No sabéis lo mucho que os adoro :') xx
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