Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 27

POV TRISH

Decían que morir era como quedarse dormido. Esto no era exactamente eso.

Me sentía como si estuviera atrapada en una caja oscura e infinita. No encontraba mi cuerpo por ningún lado, solo estaba mi alma. No sabía si estaba consciente o inconsciente. No sabía qué era este lugar pero hacía frío y era solitario.

Esperé y esperé, pero nadie aparecía. Ya no lo soportaba más. La ansiedad comenzó a consumirme. La oscuridad era un agujero negro que me estaba tragando cada vez más y en poco tiempo desaparecería. Me moví tratando de desatar las cuerdas imaginarias que atrapaban mi cuerpo, la soga que tenía al cuello.

De repente, un delgado y tenue rayo de luz me alumbro, como una cremallera que se habría y dejaba paso al sol. Entonces sentí un gran peso. Era mi cuerpo. Sentía el peso de mi cuerpo alrededor de mi alma. Seguía sin saber dónde estaba pero, por lo menos, había encontrado mi hogar.

Abrir los ojos fue una batalla que tuve que combatir con una energía que no tenía. Una vez que la luz entró en mi campo de visión, me relajé un poco más. Pasaron un par de segundos más hasta que logré visualizar las primeras figuras. Estaba en una habitación y había más claridad de la que necesitaba en aquel momento. Poco a poco reconocí el lugar y, aunque no había estado nunca allí, sabía lo que era. Una habitación de hospital.

La figura de una persona se apoyaba contra el cristal de la ventana. Parpadeé unas cuantas veces hasta que la visión se volvió completamente clara. Era un chico. Traté de decir algo pero me encontré con la boca seca. Mi voz se había perdido por el fondo de mi garganta. En vez de hablar, hice un ruido tan extraño, que el chico se asustó. Cuando se giró reconocí su rostro al instante, sin embargo, todo dejó de cobrar sentido entonces.

Aden.

¿Qué hacía aquí? ¿Cuándo había llegado? ¿No se suponía que estaba en Estados Unidos? El concepto espacio/tiempo había dejado de tener sentido para mí en ese momento. Nada lógico se pasaba por mi mente. ¿Cómo podíamos estar Aden y yo en la misma habitación? Era técnicamente imposible.

—¿Trish? —se sobresaltó. Sus ojos se habían abierto tanto que parecían dos océanos, y no solo por el color azul, sino por el agua de las lágrimas acumulados en ellos.

Sin embargo, dentro de todo este sinsentido había algo que había pasado por alto. ¿Qué hacía yo en una habitación de hospital?

Traté de hablar de nuevo pero lo único que conseguí fue toser. Aden se acercó a la cama corriendo. Me ayudó a incorporarme y me proporcionó un vaso de agua de la mesilla.

—Trish... —volvió a repetir. Parecía haberse quedado mudo, anonadado.  Pasaron unos segundos hasta que sentí la garganta con fuerza para hablar.

—¿Qué ha pasado? —inquirí pero él seguía en silencio, asombrado.

—Yo...

Su rostro mostraba una expresión confusa, tanto como la que debía de tener yo. Miles de preguntas se atropellaban por salir en mi boca pero mi garganta no cooperaba. Las marcas negras bajo los ojos de Aden me hacían pensar que no había dormido en un par de días y también tenía la necesidad de conocer el motivo. El chico me miró de arriba abajo un par de veces y se levantó sin haber contestado todavía a mi pregunta.

—Espera... Voy a llamar a un médico.

—No... ¡Aden! —le llamé lo más fuerte que pude pero él ya había desaparecido por la puerta.

Me quedé sola en la habitación. Empecé a sentir la ansiedad recorriendo cada fibra de mi cuerpo. Bajé la vista para descubrir que tenía una vía conectada en el brazo, varios cables pegados al pecho y un pequeño tubo en la nariz.

Comencé a agobiarme. Sentí la necesidad de tirar de todos ellos a la vez y sacarlos de mi cuerpo cuando vi cómo un médico entraba apresurado, seguido de varias personas más.

—Mamá —murmuré, viendo cómo la mujer traía la misma expresión en el rostro que Aden. Pánico y alivio mezclados en un torbellino de emociones que se reflejaban también en la cara de Matt, el cual había entrado a su lado.

—Trish. ¿Estás conmigo? —me habló el médico. Fijé mi vista en él, esperando que él me diera alguna respuesta. Su vista, en cambio, estaba mirando todos los marcadores y demás aparatos que se encontraban a mi alrededor.

Estaba asustada. Y no por todos los cables ni por el hecho de estar en la cama de un hospital, sino por la expresión que ponían todos cuando me miraban. Era como si estuvieran viendo un fantasma.

—Trish —volvió a llamarme el médico y esta vez, me miró directamente a los ojos—. ¿Cómo te encuentras?

Me pasó una luz cegadora por las pupilas, mientras Matt y mi madre se mantenían alejados, sin decir absolutamente nada. Pero conocía suficiente a mi madre para saber que estaba llorando.

—¿Bien? —respondí con miedo. Cuando estás en un hospital nunca sabes cuál es la respuesta correcta.

—No pareces muy convencida —sonrió, queriendo aliviar la tensión del ambiente.

—Estoy bien —traté de sonar lo más segura de mí misma que mi voz me dejaba. La puerta se abrió de nuevo y entró Aden.

—¿Sabes en qué año estamos? —preguntó y la escena me recordó a una de una típica película americana.

—Dos mil veinte.

—¿Recuerdas lo que ha pasado?

Miré a todos los allí presentes sin saber qué responder. Todas sus miradas estaban fijadas en mí y lo parados que estaban me estaban poniendo más nerviosa aún. Me sentía extraña, me estaban haciendo sentir así.

—No pasa nada si no lo recuerdas, Trish. No va a cambiar tu estado.

—¿Mi estado? —esa expresión puso a todo mi cuerpo en tensión.

—¿Quieres que te refresque la memoria? —asentí levemente porque, aunque estuviera aterrada, lo que más quería era que alguien me contara la verdad—. Bien. Ibas en coche por una carretera, de camino a Londres. Era de día. Llovía y hacía frío... ¿Te suena?

Mi cabeza, al parecer, estaba perfectamente porque recordaba el momento con claridad. Ir en el coche, con el parabrisas moviéndose delante de mí. La música de la radio inundaba mi campo auditivo como si estuviera viviendo el momento de nuevo, y de repente...

—El camión —miré al médico.  Éste asintió con una sonrisa apologética en sus labios.

Los flashbacks comenzaron a inundar mi mente. Recordaba la estrecha carretera vacía, y de repente un camión fuera de control cruzándose en nuestro camino. Recordaba gritos, los míos y los de...

—Louis.

El nombre salió de mi boca como un suspiro, y cada letra fue como una puñalada en los pulmones.

—¿Dónde está Louis? —me incorporé cuando ni siquiera sabía que tenía fuerza para hacerlo. Miré al médico pero éste me miró con una expresión confusa—. ¿Mamá? —la miré a ella en busca de respuestas pero su rostro era imposible de leer—. ¿Dónde está Louis? —grité esta vez y se empezó a escuchar un pitido resonando por toda la habitación.

—Trish, por favor, tranquilízate —el hombre trató de echar mis hombros de vuelta a la cama pero intentaba resistirme a ello. Escuché a mi madre exclamar algo pero no pude entenderlo—. ¡Salgan, por favor! —ordenó a mis familiares y empecé a llamarles a gritos cuando vi que todos salían, asustados.

—¿¡Dónde está Louis!? —grité desesperadamente.

—No sé quién es Louis ni dónde está, Trish.

—¡Ellos lo sabían! —señalé la puerta por dónde habían salido, agobiada.

—Escúchame. Tienes que tranquilizarte. Acabas de salir de un coma. No puedes moverte así, has perdido musculatura. Y no puedes tener ningún sobresalto, por eso les he mandado que salieran.

—¿Has dicho... coma? —le interrumpí. Ni siquiera había escuchado el resto de la frase desde que esa palabra había aparecido en ella.

—Sí, Trish... Coma.

Tomé una gran bocanada de aire. Me costaba respirar, era como si mis pulmones rechazaran el oxígeno que se les proporcionaba. Estaba en un incendio y las llamas me acorralaban, ahogándome.

Pero pronto una mano trajo un aparato a mi boca, y fue con un soplo de aire fresco. El médico sujetaba la especie de máscara mientras mi respiración volvía a ser estable.

—¿Estás bien? —me preguntó más relajado.

—Quiero ver a mi madre —musité. Sería la única que me daría respuestas. O ella o el propio Louis.

—No creo que sea buena idea.

—Por favor —me sostuvo la mirada durante un rato pero acabó bajándola.

—Lo siento. Basta de visitas por hoy. Necesitas descansar. Y no lo digo como frase cliché, Trish. Realmente necesitas descansar.

Se levantó en cuanto vio que podía respirar con normalidad. Colocó algunos cables alrededor de las maquinas y caminó hacia la puerta.

—¿Doctor? —le llamé antes de que saliera—. ¿Cuánto tiempo he estado en coma?

—Mañana hablamos —asintió con la cabeza y se marchó.

*

Durante el resto del día entraron un par de enfermeras a revisar las constantes. Parecían simpáticas pero no tenía intención de entablar conversación con nadie. Si nadie me quería decir nada, yo tampoco diría nada a nadie hasta que no obtuviera respuestas.

Me pasé la mayor parte del día con lágrimas en los ojos, sollozando por no saber lo que estaba pasando. Y Louis. Era lo que más me preocupaba. Me había puesto en lo peor y el dolor era tan extremo que tuve que borrarme ese pensamiento de la cabeza. Sin embargo, tenía que pensar con claridad y la situación no parecía estar de mi parte. Aún así, si algo malo realmente malo hubiera pasado, lo habría notado en sus rostros y lo poco que había visto en ellos era miedo hacia mí, no hacia una situación externa. Lo peor era no poder dejar de pensar en el accidente y las consecuencias que podría haber tenido. Era extraño. Estaba al borde del abismo.

No recordaba nada del accidente. Solo el impacto, un fuerte dolor y oscuridad. No le recordaba a él. No sabía qué le había pasado. No sabía nada. Y vivir en la incertidumbre era como morir una y otra vez, cada segundo.

La noche había caído pero yo no encontraba el sueño por ninguna parte. Había estado durmiendo a ratos durante todo el día y ahora las ganas de dormir se habían evaporado. Me había pasado el día medio grogui. Al parecer me habían suministrado una gran cantidad de medicamentos. Noté cómo la puerta se abría sigilosamente, pero estaba girada hacia el otro lado, sin poder ver de quién se trataba.

Escuché pasos acercarse. Tan solo esperaba que no fuera una de las enfermeras charlatanas que querían darme conversación. Pero no era ninguna de ellas. Estaba oscuro pero vi un rayo de luz posarse delante de mí, como un ángel.

—¡Harry!

Traté de incorporarme pero me sentí mareada, por lo que volví a apoyar la cabeza en la almohada.

—Harry —volví a susurrar, mientras veía al chico como si fuera un espejismo.

—Shh... —me silenció con el dedo sobre sus labios—. Nadie puede saber que estoy aquí. Las palabras se atragantaron en  mi garganta una vez más.

—Dios, Harry... ¿Por qué? —sentí una ráfaga de emociones concentrarse en mi pecho.

—Tengo que hablar contigo.

*

Pregunta Importante:

#TeamCap o #TeamIronMan

Yo #TeamCap 'til the end of the line!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro