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Capítulo 13

POV LOUIS

¿Valdría la pena cambiar tu forma de ser por una persona? Suponía que sí cuando tenías una personalidad de mierda y eras un cabrón. Cambiar sería lo mejor para ti y para los demás. Sin embargo, a mí me daba miedo convertirme en otra persona, ser alguien distinto, perder mi identidad. Esto era jodido porque lo que más me definía era mi comportamiento arrogante y antipático, mi crueldad, mi frialdad, mi falta de sentimientos. Y me daba miedo perderlo, me daba miedo perderme.

Estaba dispuesto a cambiar para recuperarla pero no estaba seguro de que pudiera cambiar al cien por cien. No podría dejar mi forma de ser un capullo de lado tan simplemente. Había estado conmigo durante demasiado tiempo, me había ayudado a construir los muros de combate al alrededor de mi corazón, los que me protegían del daño exterior, los que ella había intentado derribar durante tanto tiempo. ¿Debería tirarlos abajo sólo por una persona?

Y pensando en esto me daba cuenta de una cosa. Esos muros ya estaban destruidos porque ella había entrado en mi corazón, me lo había arrancado y se lo había llevado. No tendría por qué tener miedo a perderme porque ya estaba perdido. Lo que tenía que hacer era encontrarme de nuevo y para eso necesitaba cambiar.

Volví de camino al patio tras la visita de William aún con lágrimas en los ojos. No había derramado ninguna pero estaban ahí y me molestaban. Los guardias me soltaron al salir y el jaleo que había en la explanada me invadió. Me hizo sentir pequeño, en un mundo de asesinos y estafadores. Yo era un peón, movido de acá para allá. Alguien que había actuado mal y se había ganado enemigos, a veces a propósito, pero la mayoría de ellas había sido porque siempre se me había dado mal hacer amigos.

-¡Louis! ¡Louis! -los gritos de Horan en la distancia me sacaron de mis estúpidos pensamientos. Me limpié rápidamente los ojos con la manga antes de que llegara.

-¿Qué pasa? -pregunté con la voz ronca y tosí un poco para aclarármela.

-¿Estás bien? -murmuró confuso. Seguro que me estaba notando los ojos rojos. Joder.

-Sí, ¿qué pasa?

-Eh... Bueno... -Horan se miró los pies habiendo perdido el hilo de la conversación-. He estado mirando el libro de Sherlock Holmes, después de que lo dejara Parker de nuevo en la estantería, y he encontrado algunas frases subrayadas.

Eso era extraño pero también algo normal. Yo también subrayaba líneas al leer los textos de Hume.

-¿Y qué? Eso podría haberlo hecho cualquiera -murmuré dándole una patada a una piedrecita del suelo.

-Los presos no tienen lápices, te recuerdo.

Eso era cierto.

-Pero entonces ha sido...

-El guardia cómplice, sí -no sonreía pero podía notar que se sentía orgulloso tras haber descubierto tal cosa.

-¿Cómo estás tan seguro de eso?

-Porque había subrayado frases en las que hablaban de horas y de lugares. 'La tercera habitación de la segunda planta'. 'A la hora de cenar'. 'En la esquina del fondo del pasillo'. 'El miércoles a medio día'.

-¿Y eso qué tiene que ver? Puede ser un libro de segunda mano. Reutilizado -no podía creerme que todo fuera tan fácil porque las cosas nunca eran fáciles.

-No me jodas, Louis. ¿Una persona normal va a subrayar frases tan absurdas? No. Detrás de esas líneas se esconde la identidad del hombre al que buscamos -tenía un punto en eso que había dicho pero, aún así, estábamos muy perdidos.

-Vale, listo. ¿Y cómo vamos a descubrirlo con unas simples palabras? ¿Por arte de magia? Porque tengo un amigo que se llama Harry pero no recuerdo que se apellide Potter.

El rubio me rodó los ojos cansado de mi falta de fe y me llevó a un lugar más alejado.

-La última frase que había subrayada era 'un jueves lluvioso de invierno, tras la cena'. Y hoy es jueves.

Puede que todo esto fuera una tontería y pareciera que estuviéramos jugando a ser Sherlock y Watson pero también puede que Horan tuviera razón, y yo quería acabar con Parker y mandarlo a aislamiento de una vez por todas. Lo haría porque se lo merecía. Estaría intentando cambiar pero haría esta última putada antes de convertirme en santo.

Las horas pasaron y trazamos un plan para la noche. Fuimos de los últimos en acabar de cenar. Habíamos vigilado a todos y cada uno de los guardias. Había cinco en total. Wood, Graham, Wright, Hamilton y Daniels. Los conocía a todos y el que peor me caía era Hamilton pero no le veía traficando droga con un preso. Sentía repugnancia por nosotros.
Me faltaba aún medio yogur cuando uno de ellos, Graham, salió de la sala. Miré hacia la mesa dónde estaba cenando Parker y su asiento estaba vacío.

-¿Dónde está Parker? -me alarmé. Horan mi miró preocupado al descubrir que había desaparecido.

-¡No lo sé! Yo estaba mirando a los guardias -masculló-. ¡Eras tú el que tenía que vigilarle a él!

-Joder -bufé y me levanté metiéndome todo lo que quedaba del yogur de una vez en la boca.

Horan me siguió y, tras depositar las bandejas en los carritos, salimos discretamente. En teoría tendríamos que dirigirnos directamente a las celdas pero esperaba que nadie nos dijera nada si dábamos un rodeo por los pasillos.

-¿Había algo más subrayado? ¿Sabes dónde pueden estar? -susurré furioso mientras nos movíamos sigilosamente por la prisión.

No podía creer que por mi culpa se nos hubiera escapado la única oportunidad que habíamos tenido en días de descubrir quién era ese malnacido.

-Decía algo de cómo el tío que había matado a no se quién se había suicidado en el cuarto de baño. Y ahora, los baños de aquí, están llenos de gente así que dudo muchp que hayan ido ahí -me paré en seco.

-No si han ido al baño que usan los guardias y el personal de limpieza.

Horan me miró relativamente emocionado y asintió con la cabeza. Dimos un giro de ciento ochenta grados y comenzamos a andar en dirección contraria a las celdas.

-Louis, por aquí hay cámaras. Nos van a pillar -resaltó lo obvio.

-Ya lo sé. Pero sólo tenemos que decir que íbamos a reunirnos con Graham y Parker. Él es un guardia de seguridad. No nos vamos a meter en ningún lío.

-Ya. Yo no lo veo tan fácil.

-Relájate, ¿quieres? -mascullé. Lo que menos necesitábamos era un taquicárdico en un plan de vida o muerte. Tampoco es que fuera de vida o muerte, pero pasaba de ir a aislamiento otra vez.

Giramos un par de esquinas más y llegamos a la puerta del baño. Estaba cerrada pero salía luz por debajo.

-Están aquí -susurró Horan y coloqué una oreja en la puerta, intentando escuchar algo.

Eran jodidamente listos. En este pasillo no había cámaras. ¿Para qué debería haberlas si era un sitio por dónde sólo pasaba el personal de la prisión? No se oía nada desde fuera, tan sólo unos simples susurros que se me hacían imposibles de entender.

-¿Qué hacemos ahora? No tenemos pruebas de lo que estamos viendo -murmuró el rubio mordiéndose las uñas.

-Tenemos que...

No me dio tiempo a terminar la frase porque el pomo de la puerta se giró y tuvimos que salir corriendo para escondernos detrás de la esquina.

-¡Mierda! -mascullé pegándome a la pared y respirando a toda prisa.

-La próxima vez avísame con más tiempo y sin amenazas o no volverás a ver un cigarro en tu vida -escuché hablar a Graham y suponía que con eso se estaban despidiendo.

Toqué la mano de Horan y noté que estaba sudando. Estaba cagado y yo también. Si nos pillaban estábamos jodidos. Tendrían que irse por el pasillo contrario y, de hecho, escuché pasos alejarse, pero luego, otro par de pasos, comenzaron a andar hacia nosotros. Por el rabillo del ojo vi cómo Horan jadeaba y me miraba aterrado, esperando que le dijera qué hacer, pero yo me había quedado inmóvil, totalmente en blanco. Me separé de la pared justo cuando Graham giró las esquina y nos descubrió. Se quedó paró de golpe y su ceño se frunció, colocando su mano en la cintura.

-¿Qué estáis haciendo aquí?

-Eh... -balbuceó Horan mientras aquel hombre sólo me miraba a mí. ¿Por qué coño había tenido que ganarme tan mala reputación en este sitio?

-¡Es mi amigo! -señalé al rubio-. No sé que le pasa. Está sudando. Mírele la frente. ¡Y las manos! Casi vomita en el baño pero unos tíos casi le dan una paliza por haber estado a punto de vomitar delante de ellos. No sabía qué hacer con él y pensé que tal vez podríamos usar este baño. ¡Mírele!

Graham observó a Horan aún con el ceño fruncido y di gracias porque la adrenalina hubiera tomado el control de su cuerpo y estuviera sudando como un cerdo. Si le mirabas desde fuera sí que parecía estar enfermo.

-¿Os habéis vuelto locos? -exclamó el guardia al cabo de un rato-. ¿Os creéis que esto es un hotel? ¿Que podéis escoger el baño que os dé la gana? No. Tenéis un cuarto de baño y allí que vais a ir.

-¡Pero le meterán una paliza! Sabes cómo es la gente de aquí. No van a dejar que un tío eche la pota en el mismo sitio dónde luego ellos van a cagar.

Graham suspiró repugnado pero más repugnancia me daba a mí saber que ayudaba a Parker en sus sucios negocios.

-Dad gracias que aquí no hay cámaras porque lo que voy a hacer es una infracción.

Deberías darlas tú, gilipollas, que eres el que está traficando con un maltratador.

Abrió la puerta con una llave especial y nos metió a ambos dentro.

-Venga -exclamó metiéndose también.

-¿No... No nos vas a dejar solos? -musité. Esto iba de mal en peor.

-¿Eres imbécil, Tomlinson? Claro que no. Venga, Horan. Vomita. No tengo todo el día.

Mi amigo me miró horrorizado, totalmente pálido y sin saber qué coño hacer. Rápidamente tomé su mano y nos metí a ambos en uno de los tres baños, cerrando la puerta a mi paso.

-¿Qué coño haces, Tomlinson? -gritó Graham desde fuera aporreando la puerta.

-Es hipocondríaco. ¡Lo pasa mal cuando está enfermo! ¿Quiere que le dé un telele? ¡Déjeme estar aquí! -exclamé rezando para que no tirara la puerta abajo.

-¡Sal de ahí ahora mismo!

-Créame que preferiría estar ahí fuera con usted -intenté sonar lo más enfadado posible para sonar creíble. El hombre se calló y le oí suspirar.

-Horan, date prisa. Tenéis que estar en la cama ya. En menos de cinco minutos cierran las celdas -suspiré aliviado pero Graham no se movió de su posición. Estaba justo detrás de la puerta. Podía ver su sombra por el hueco de debajo.

-No puedo vomitar -susurró el irlandés más nervioso que nunca.

-Tienes que hacerlo o estaremos jodidos -ahora yo también había empezado a sudar.

-¡Tú nos has metido en esto! -masculló manteniendo la voz baja.

-Vomita -le demandé.

-¡No puedo! Coño.

-¡Métete los dedos! -su expresión fue hasta cómica.

-¿Estás loco? ¡No pienso hacer eso! ¡Qué puto asco!

-¡Horan! -Graham aporreó la puerta desde fuera. Se estaba empezando a mosquear y nos iba a pillar y a mandar a aislamiento para el resto de nuestras vidas.

-Niall, por el amor de Dios, métete los putos dedos o te juro que te los meto yo y entonces sí que vas a vomitar, pero hasta tu primera papilla.

El chico me miró una última vez antes de bufar y arrodillarse ante el retrete, sus manos temblaban, todo su cuerpo temblaba.

-Joder... -susurró medio llorando antes de meterse los dedos hasta la garganta.

Dejó escapar unas cuantas arcadas y tosió un par de veces pero no llegaba a vomitar. Miré alrededor del pequeño cuarto y pensé en meterle la escobilla por la boca. La cogí entre mis manos y se la acerqué. Los ojos de Horan se abrieron como platos, totalmente aterrorizado. Se metió los dedos con fuerza y esta vez sí que acabó devolviendo. Alcé la cabeza, incapaz de presenciar la escena o acabaría vomitando sobre su cabeza. Las tuberías de aquel sitio estaban corroídas y oxidadas. Daban asco. Estaba empezando a sentir arcadas yo mismo cuando me fijé en un pequeño detalle.

-Horan, ¿estás bien? -gritó Graham desde fuera al escuchar el vómito.

-Sí. ¡Ya casi está acabando! -exclamé y alcé la mano hacia una de las tuberías.

-¡Daros prisa! El tiempo se acaba.

-Vamos, Horan, coño -le pegué un suave empujón sobre su hombro y el chico alzó la cabeza dedicándome una mirada con la que hubiera podido matarme si las miradas matasen.

Tosió un par de veces y cogió papel para limpiarse la boca. Escupió en el retrete y yo tiré de la cadena antes de que mi vista se pudiera fijar en los fluidos que había dejado mi amigo. Le ayudé a levantarse y él, tras tambalearse ligeramente, logró mantenerse estable. Abrí la puerta y Graham estaba esperando fuera con los brazos cruzados. Comprobó que Horan se encontraba mejor y volvió a retomar su carácter de dictador.

-Volved cagando hostias a las celdas si no queréis pasar dos semanas en aislamiento. ¡Venga! -exclamó y él y yo salimos corriendo de allí.

-Juro que yo te mato -masculló mi amigo sin aliento mientras corríamos por los pasillos, él con la mano sobre su estómago.

-Cállate y corre. No quiero volver a aislamiento -estábamos ya en nuestro corredor, sólo faltaba llegar a nuestras celdas.

-¡Pues haberlo pensado antes de decir que era yo el que tenía ganas de vomitar! Joder. Encima no ha servido para nada -me detuve mientras él continuó corriendo y comencé a reírme. El rubio se paró en la distancia al escucharme.

-Te equivocas.

Terminamos de caminar en silencio hasta llegar a nuestros ya conocidos barrotes y saqué de mi bolsillo un pequeño papel, lo mínimo para que él pudiera verlo.

-¿Qué es eso? -suspiré y lo volví a guardar.

-Puede que no sea mucho pero es un ticket de compra de una cajetilla de tabaco, de la misma marca que trafica Parker. Con este recibo, los cigarros que tenemos escondidos y ese poco de maría que nos dio hace un par de días, le podremos mandar a aislamiento para siempre. Aunque tendríamos que seguir pidiéndole cigarrillos durante unas semanas, para que el castigo sea más grande, ya sabes.

-¿Estás seguro? -Horan parecía confuso.

-No, pero no podemos hacer más -bufé respirando con dificultad, agotado por la carrera-. Grabarles con el móvil sería demasiado arriesgado. Podrían meternos también a nosotros en aislamiento.

Sonó el timbre que indicaba que todos deberíamos estar dentro de las celdas porque iban a cerrarlas. El irlandés se fue a meter en la suya pero le agarré del hombro, haciendo que se detuviera.

-Oye... No podría haber hecho esto sin ti... Así que... Eh... ¿Gracias? Supongo -sus ojos me observaron de arriba a abajo.

-¿Me estás... agradeciendo algo?

-Joder, ¿por qué os cuesta tanto creerlo? -bufé indignado recordando la reacción de William.

No era como si me hubiera convertido en Teresa de Calcuta de repente. Sólo estaba dando las gracias. No era nada del otro mundo.

-Porque tú no eres así.

-Es que eso es lo que trato de hacer, Niall. Dejar de ser como soy -mascullé. Él sonrió con ternura, incluso inocencia. Algo absurdo porque él era de todo menos inocente.

-Me gusta cuando me llamas Niall -reconoció.

-Pues no te acostumbres -su sonrisa se deshizo ligeramente y me mordí el labio-. Quiero decir... A mí también.

El rubio volvió a recuperar esa chispa de felicidad que le había brotado en los ojos la primera vez y se metió en su celda, con una sonrisa genuina en la boca.

POV TRISH

Habían pasado tan sólo unas semanas desde que Harry se había ido y me sentía como si hubieran pasado meses. Con él aquí había recuperado ese sentimiento que había dejado atrás hacía mucho tiempo. Felicidad. Él me daba fuerza y ahora que se había ido había vuelto a olvidar por completo lo que era ser feliz. Volví al trabajo, dónde veía a Aden, el cual no me ayudaba precisamente a sentirme mejor por la ausencia de Harry. Había veces que él parecía estar incluso peor. En cuanto conseguía olvidarme de mi amigo por un momento, él tenía que soltar un comentario como:

-¿Nunca has tenido esa sensación de ver a una persona y, desde el primer momento, saber que es especial? ¿Que pase lo que pase nunca la vas a olvidar?

En esto se resumían mis días desde que Harry se había marchado.

-Aden...

-Soy gilipollas, lo sé.

-No. Sólo un poco pesado.

-Entiéndeme, Trish -suspiró.

-Y lo hago, Aden. Eso no quita que seas un pesado -el chico bufó desde el escritorio de al lado.

-Me lo ha notado hasta mi padre. ¡Mi padre! Y ya sabes que los dos pasamos mucho el uno del otro. No sé qué estoy haciendo con mi vida -se pasó las manos por el pelo.

-Yo sí sé lo que vas a tener que hacer con tu vida si no acabas de editar ese artículo antes de las doce. Vas a tener que buscar otro empleo.

Aden giró la silla completamente para ponerse cara a cara conmigo y sonrió.

-Tu madre no me despediría en la vida. Soy su niño favorito. No seas tonta.

-¿Quieres un café? -inquirí saturada por culpa del trabajo y de él.

Era mi amigo pero podía llegar a superar mis límites a veces y yo tampoco estaba de muy buen humor. No quería ser antipática con él en estos momento tan, aparentemente, difíciles para él.

-Todavía no es la hora del descanso -exclamó preocupado. En teoría, teníamos prohibido salir entre horas.

-Mi madre no me despediría en la vida. Soy su niña favorita. No seas tonto -le imité y me levanté.

Prefería quedarme en la cafetería del edificio pero quería salir a la calle por lo que opté por ir directamente al Starbucks de la esquina y ahorrarme el trayecto después. Pedí mi café y le compré un muffin de chocolate a Aden para que se callara un rato. Justo cuando ya estaba de vuelta sonó mi móvil y rápidamente pensé en una excusa para mi madre. Sin embargo, no era ella. Otra vez había conseguido pillarme desprevenida.

-¿William? -pregunté al ponerme el teléfono en la oreja.

-Hola -me saludó animadamente-. ¿Cómo estás?

-Bien. Trabajando y eso -él bufó.

-¡Lo siento! Se me había olvidado el cambio horario. Te llamo más tarde -murmuró apresuradamente pero antes de que colgara le detuve.

-¡No! Ahora estoy en el descanso. No te preocupes. ¿Qué querías? -el hombre se aclaró la garganta.

-Quería darte las gracias.

-¿Y eso? -me extrañé y le pegué un bocado al muffin. Me paralicé mientras tragaba al recordar que eso era para Aden.

-Por ayudarme con Louis -me paralicé aún más ante la mención de ese nombre. Le escuché suspirar-. No sé qué hubiera hecho si no hubiera sido por ti.

-No fue nada, de verdad -contesté incómoda.

-A mí no me engañas, Trish. Estuve contigo la primera vez que rompiste con él y no estabas bien. No me puedo imaginar lo mal que lo has tenido que pasar.

Este William me recordaba al que había conocido la primera vez. El que con una simple conversación sobre sus años de juventud lograba evadirme y hacerme olvidar mis problemas. En verdad, él no había cambiado, habían sido las circunstancias las que nos habían cambiado.

-Sí, bueno, prefiero no hablar de ello. Ya estoy bien.

-Ya... Te dije que me arrepentía por mi comportamiento y, aunque nada sea como antes, quiero que sepas que me tienes aquí... por si alguna vez necesitas algo, ya sabes. Te debo una muy gorda.

Me quedé en silencio. A pesar de la larga conversación que mantuvimos la última vez, se me hacía realmente raro hablar con él después de todo lo que había pasado.

-¿Cómo está? -me sorprendí hasta yo misma al hacer esa pregunta, pero no podía negar que había una parte muy dentro de mí que necesitaba saber que él estaba bien para poder estar tranquila.

-Mejor. ¡Mucho mejor! -William me trasmitió su alegría al instante al escucharle tan aliviado. Una pequeña sonrisa se esbozó en mis labios. A pesar del dolor que me había provocado me alegraba saber que estaba bien-. He estado yendo estas últimas semanas y ha estado hablándome de su pasado, de su madre, de Harry, de las carreras... Hasta del cártel. Todo gracias a ti -le escuché sonreír.

-Vaya.

Se me hacía realmente extraño que Louis se hubiera abierto con William pero, tal vez había descubierto que podía confiar en él. Tal vez había sentido esos lazos que les unían y había decido desahogarse con él después de tantos meses de agonía.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Sí, claro.

Me mordí el labio ligeramente porque no sabía si era buena idea formularla. Paré enfrente de las puertas del edificio de la empresa.

-¿Vas a pagarle la fianza? -él suspiró casi al instante.

-Sí. Tengo que sacarle de ahí. Fue mi culpa que acabara ahí dentro y no voy a parar hasta sacarle. Pero necesito tiempo. Me gasté los ahorros que tenía en la matrícula del nuevo curso de Kylie. Oxford no es barata.

-Ya, me imagino.

-Pero con la ayuda de Gemma desde Londres podremos recortar ese tiempo. ¿Lo preguntas por si al salir va a buscarte? Le retendré aquí si es lo que quieres.

-¿Qué? No, claro no. Es porque... De verdad quiero verle fuera. Aunque sinceramente, no creo que hiciera algo así... Lo cual es mejor -balbuceé. Me reí estúpidamente. Ni siquiera sabía de lo que estaba hablando.

-¿Qué estás diciendo? -William parecía confuso y no le culpaba.

-Louis. ¿Acaso no te acuerdas de lo que pasó?

Se había acostado con otra.

-Sí. Me acuerdo. Y créeme que él también.

Sentí unas ganas inmensas de colgar. No quería que me dijera aquellas cosas. No quería mentiras ni que me trataran de convencer de sus sentimientos. Sabía lo que había pasado, lo había visto con mis propios ojos.

-Oye, William, tengo que volver al trabajo. Voy a tener que colgar.

-Sí, claro. Ya hablaremos -me le imaginé sonriendo.

Me despedí de él y colgué. Cogí el ascensor y subí rápidamente a mi planta. Al llegar dejé la chaqueta sobre mi silla y le dejé el muffin a Aden sobre la mesa.

-¿Qué es esto? -preguntó impactado.

-¿Un muffin? -él lo cogió con desconfianza mientras yo volvía a encender la pantalla de mi ordenador.

-¡Le falta un cacho!

-¡Lo siento, vale! ¡Me lo comí sin querer! ¿También me lo vas a echar en cara? -exclamé dejando salir todo lo que había estado conteniendo tras la conversación con William

-Yo no... -comenzó a decir el chico tímidamente pero la voz de mi madre le interrumpió.

-¡Trish! ¿Se puede saber dónde estabas? ¡Llevo más de media hora llamándote! -¿tanto tiempo había estado hablando con William? La miré arrepentida desde mi silla- Sabes que no puedes salir entre horas. Soy tu madre pero eso no quiere decir que puedas hacer lo que te dé la gana. ¡Tienes una responsabilidad! Sabes el horrible inicio de campaña que hemos tenido. Estamos teniendo pérdidas. La empresa te necesita ¿y tú te vas por ahí a tomarte un café? ¡Trish, acabo de despedir a dos personas!

Estaba muy cabreada y yo no me atrevía ni a hablar porque sabía que llevaba razón. El problema era que ella no conocía mis motivos y pasaba de explicárselos porque sabía lo mucho que le tocaba los ovarios el tema de Louis.

-Ponte a trabajar. ¡Ya! -gritó y por primera vez en cuatro meses la vi más como a mi jefa que como a mi madre.

Volvió a meterse en su despacho, echando humo por las orejas y cerró con fuerza. Menudo día me esperaba, en el trabajo y luego en casa. Aden no dijo absolutamente nada y se lo agradecí porque no quería hablar. Podríamos acabar mal.

POV LOUIS

Habían pasado un par de semanas en las que habíamos acumulado material suficiente para delatar a Parker delante del director. Nos habíamos repartido la droga y los cigarrillos. Cada uno tenía la mitad. Hoy era el día. Hoy le arruinaría la vida a Parker igual que él se la había arruinado a Trish y a su madre. Todo estaba planeado. Cada movimiento, cada frase, cada cigarrillo. También teníamos planes de repuesto por si el primero fracasaba. Estaba todo calculado al milímetro. Nada podía salir mal.

Bajamos a desayunar y Horan y yo estuvimos hablando con unos cuantos compañeros en la mesa. Vi a Parker a lo lejos y sonreí sabiendo lo que le deparaba el destino. Me gustaba esto de escribir el futuro de las personas. Me daba poder.

Estábamos terminando nuestros platos cuando un par de guardias se acercaron a nuestra mesa. Me tensé al instante. Cómo nos hubieran pillado el cargamento estábamos jodidos.

-Horan, vámonos -anunció uno de ellos.

-¿Qué? -mi amigo alzó la cabeza de su plato, ajeno a todo lo que estaba pasando alrededor.

-Que termines y vengas con nosotros.

-¿A dónde? -preguntó preocupado, sus manos comenzaron a temblar y las escondió debajo de la mesa. Mierda.

-Hoy es tu día de suerte, campeón -dijo uno de ellos dándole una palmada en la espalda.

Esperaba que eso no fuera sarcasmo y que no nos hubieran pillado.

-¡Acaban de pagar tu fianza!

Y esperaba que eso fuera una broma.

-¿Perdón? -balbuceé, atragantándome con los cereales.

Horan me miró con los ojos como platos, sin saber qué hacer ni qué decir. Estaba totalmente pálido. ¡Esto tenía que ser una puta broma!

-¿Quién ha pagado su fianza? -gruñí. Todos los hombres que nos acompañaban en la mesa se mantenían en silencio.

-No es tu incumbencia, Tomlinson. Sigue comiendo -me hizo callar el guardia más alto y eso me puso más nervioso.

-No, no. Yo quiero saberlo -intervino Horan sin dejar de mirarme-. ¿Quién ha pagado mi fianza?

Los guardias se miraron entre sí y dijeron que tenían que mirarlo. Sacaron los papeles que le darían la libertad al rubio y se pusieron a inspeccionarlos en busca del nombre.

Esto era increíble. No podía estar pasando. Hoy no... ¡Hoy no! Aparté la vista de Horan porque no podía mirarle a la cara en ese momento. Me volvía a quedar solo otra vez. ¡Le habían sacado a él antes que a mí! ¿Quién coño había estado ahorrando tantísimo dinero como para pagarle una puta fianza? ¡El no tenía a nadie y yo, que se suponía que tenía a mucha gente, seguiría aquí encerrado durante meses! ¿Qué coño iba a hacer? Veía el futuro más negro que nunca desde que había entrado aquí y, por primera vez en muchas semanas, me daba igual que me metieran el aislamiento. Es más, lo preferiría. Así no tendría que verle la cara a nadie. Estaba claro lo que quería el destino de mí, que estuviera solo. Y tal vez no tendría que luchar tanto contra eso. Debería aceptar mi realidad y seguir solo para siempre.

-¡Aquí está! -habló uno de los guardias señalando el papel. Mientras el otro leía en voz alta.

-Ha sido Zayn Malik.

¡Hola cuties! Me encantó la cantidad de comentarios que hubo en el último capítulo y más porque había notado que en los anteriores había bajado la cantidad. Pero mil gracias por comentar y por favor no os olvidéis de votar. Es sólo un clic y muy importante para mí ILYSM XX
Btw, vistéis los VMAs? Mi parte favorita fue la actuación de Justin awww bebé :')

Podéis agregarme a snapchat y mandarme snaps divertidos porque me gustan y los contesto todos. Me haría mucha ilusión y así podríamos hablar más en la intimidad !! El user es patriflyinghigh :)

Os adoro bbys xx

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