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Capítulo 12

POV LOUIS

¿Qué había querido decir con que Trish era más feliz que nunca? No podía ser verdad. Yo estaba hecho una mierda, totalmente perdido. Me odiaba a mí mismo, no le encontraba sentido a la vida. No podía dejar de pensar en ella. Era el único pensamiento que me aliviaba, aunque también era el que más me atormentaba. ¿Cómo podía estar bien? ¿Qué sabía él? ¿Tenía contacto con ella? Si eso era cierto no sabría qué pensar. En todo el tiempo que llevaba aquí encerrado nadie me había hablado de Trish. Tampoco es como si lo hubiera querido escuchar. No quería oír cómo otra gente hablaba con ella, escuchaba su risa, sus historias de su día a día, mientras yo no podía. Y que el gilipollas de William fuera uno de ellos me ponía de mala hostia. ¿Cómo era su vida sin mí? Ella y yo lo éramos todo. No podía ser mejor que cuando estábamos juntos... O tal vez sí. Joder, ¡claro que sería mejor! Todo lo que hice fue para que ella tuviera una vida mejor, alejada de mí, más tranquila y sin peleas o sufrimiento. Quería que ella fuera feliz lejos de mí pero no sin mí. Era demasiado egoísta para dejarla ir, pero el hecho era que ya la había dejado ir y ahora todo era un maldito desastre. Ella vivía bien y era feliz, y yo era una trozo de mierda encerrado en un vertedero que lo único que quería era volver a tenerla entre mis brazos.

Puede que la hubiera cagado con ella pero había sido necesario, tenía que irse para que no le salpicara mi mierda, pero ahora lo único que quería era tenerla de vuelta, recuperarla. No quería ser infeliz. No quería pasarme los días llorando por su ausencia. No quería ser... esto. No quería ser el antiguo Louis, no podía serlo. Quería ser mejor. Mejor para ella. Tenía que hacer lo que fuera para que ella quisiera volver a estar conmigo. Joder. Las palabras de William daban vueltas por mi mente y me atormentaban. No quería que estuviera más feliz que nunca, quería ser yo el que la hiciera estar más feliz que nunca. Y así lo haría.

Pero, para ello, primero tenía que salir de aquí.

POV TRISH

-¿Con quién hablabas? -preguntó Harry con el ceño fruncido al entrar en la habitación con una toalla en la mano y el pelo mojado.

Justo acababa de colgar. Tiré el teléfono en la cama y me crucé de brazos. La conversación me había dejado un poco tocada. Era incapaz de hacer una valoración de mi estado emocional.

-Con Louis.

Harry se detuvo y me miró impactado, toda la sangre habiendo desaparecido de su rostro, pálido como la leche. Sus ojos apenas se atrevían a mirar a los míos detrás de su cascada de pelo castaño.

-¿Qué? -musitó en un susurro tan bajo que apenas pude escucharlo.

-Sí. Ese chico de pelo castaño, ojos azules, ropa negra de cuero, motero, mal hablado... Ya sabes.

Harry seguía sin decir nada, mirándome como si lo que le estuviera diciendo pareciera una fantasía más que una realidad. Era incapaz de pronunciarse hasta que el silencio se hizo tan incómodo que no le quedó más remedio que hablar.

-No me lo puedo creer... -volvió a susurrar, pasándose la mano por el pelo, apartándoselo de la cara. Los mechones mojados se quedaban pegados a su rostro.

-Pues tienes suerte porque estoy de coña. No he hablado con Louis -apreté los labios y él pareció respirar aliviado a la vez que frunció el ceño.

-¿Por qué estás diciendo esto entonces? -sabía perfectamente a qué me refería pero no quería delatarse sin asegurarse de que yo le había descubierto.

-Porque podría haber pasado. ¡Tú lo sabías! Sabías que él tenía tu móvil y no me dijiste nada. Yo seguía contestando las llamadas que venían de tu número pensando que era la gente que te lo había quitado y resulta que era, nada más y nada menos que Louis.

Harry me miró sin decir nada, avergonzado, podría decirse, lo que me puso aún más nerviosa después de la conversación llena de recuerdos que acababa de tener.

-¡No te quedes callado! ¿Por qué no me lo has dicho?

-¡No lo sé! -exclamó. No esperaba que levantara tanto la voz-. ¡No sabía cómo reaccionarías si te enterabas de que el que te había llamado había sido Louis así que me callé!

-¿Y dejaste que siguiera llamando? ¿Y mandando mensajes? Dios, no me lo puedo creer -me senté en la cama y me tapé la cara con las manos.

-¿Qué tiene eso de malo? -alcé la cabeza sintiendo cómo la tensión en mi cuerpo iba aumentando.

-Lo tiene todo de malo, Harry. No quiero saber nada de él. No quiero escuchar su voz. No quiero que me mande mensajes. Joder. Me vine aquí porque quería olvidarme de todo lo que había pasado allí. Quería olvidarme de esa ciudad y de él, ¡tú lo sabías! ¿Por qué me estás preguntando esto?

-¡Porque él también está mal! Y no tuve el valor de decírtelo porque... no sé. Este estúpido juego podría hacerle bien a él.

Entendía que Harry siempre había estado dividido en esta situación pero no podía permitirme saber nada de lo que le pasaba a Louis. Había tenido este debate mental más de una vez. A veces se me hacía casi imposible no pensar en él por las noches, de madrugada, y no quería ni pensar en qué se convertiría mi vida si volviera a hablar con él. Mi cabeza me lo impedía y sabía que tenía que hacerle caso a ella, antes que a mi corazón.

-Lo siento -musitó al cabo de un rato. Se sentó a mi lado y no tuve más remedio que girarme.

-Está bien, pero debes decirle que no vuelva a contactarme.

-Vale.

-Y ni menciones que descubrí que era él. Creo que intentaba que no me enterara.

Harry asintió y acto seguido me abrazó. Rodeé su fuerte cuerpo con mis brazos y suspiré sobre su hombro. Habría venido a Nueva York huyendo del pasado pero aún sentía que éste me perseguía. Quería pasar esta etapa y que todos pudiéramos volver a ser felices.

-¿Con quién hablabas entonces, si no era Louis? -me preguntó con curiosidad al separarnos. Tomé una gran bocanada aire y contesté.

-Con William.

Harry abrió los ojos como platos, totalmente extrañado.

-¿Cómo tiene él tu número? -exclamó con el ceño fruncido.

-Se lo habría dado Kylie, no sé.

-¿Y qué quería? -se levantó y se cruzó de brazos.

-Hablar de Louis.

-¿Para qué?

-Para ayudarle. Estaba conduciendo de camino a la... prisión. Iba a verle y me ha estado preguntando cosas de su pasado.

La conversación había sido extensa y la mayoría de las cosas las había respondido con monosílabos porque me negaba a relatar historias que no eran mías.

-¿Y se lo has contado? -se alarmó el chico.

-¡Claro que no! Sólo le he dicho unas cuantas cosas por encima. No soy quién para contar nada sobre Louis. Le dije que tuvo problemas con su madre, que se marchó de Blackpool y fue a Cambridge, que vosotros le seguisteis y le acogisteis. Y todo lo que vino después... bueno, ya se lo había contado hacía unos meses.

Cuando me mudé de nuevo a Nottingham tenía muy buena relación con él y hablábamos mucho de Louis, por lo que sabía muchas cosas.

-No entiendo a ese hombre -dijo con desprecio al cabo de un rato.

-Pues yo sí. William no es el malo que todos pintan. Es un buen tipo. Era cuestión de tiempo que se diera cuenta de qué era lo correcto.

-Si tú lo dices... -dejó la frase en el aire y se pasó la toalla por el pelo.

-¿Qué te apetece hacer hoy? -quise cambiar de tema. En un par de días él volvería a Inglaterra y no quería desperdiciarlos hablando de lo que pasaba allí, precisamente. Estábamos en Nueva York.

-Me da igual. ¿Quieres ir al cine? No hemos ido nunca juntos.

-¡Tienes razón! Tenemos que cambiar eso.

-Definitivamente. Y ya que no tenemos nada para comer, podemos ir al KFC del centro -me sonrió con dulzura, de esa forma tan característica con la que se le marcaban los hoyuelos.

*

El vuelo de Harry salía de madrugada, a las dos y media. Le había llevado de compras por la mañana y le había regalado unas cuantas cosas para que se llevara a Cambridge y empezara el curso con el armario renovado. Sin embargo, a pesar de que las compras siempre ponían de buen humor a la gente, él parecía tener una cosa que no paraba de darle vueltas en la cabeza. Más que una cosa, una persona. Aden.

-¿Qué le vas a decir? -le pregunté al llegar a casa. Mi madre y Matt se pasarían el resto del día en la oficina.

-Nada. ¿Qué quieres que le diga? -exclamó un tanto borde. Se ponía así siempre que le hablaba de él.

-No sé. Te recuerdo que al final no me contaste cómo os fue en la cita -y lo curioso era que Aden tampoco me había dicho nada.

-Normal -explicó-. No fue nada del otro mundo -dijo mirando por la ventana.

-¿Entonces estás listo para despedirte?

Harry chistó la lengua y me miró directamente a los ojos. El verde estaba teñido de una tonalidad más oscura.

-Pues claro que no, Trish. No sé ni cómo ni cuando voy a hacerlo -comenzó a morderse las uñas y yo le aparté la mano con suavidad. Quería quitarse esa manía.

-Cómo, no lo sé, pero cuándo, sí. En unos minutos.

Me fijé en su garganta y vi cómo tragaba saliva.

-¿Qué?

-Sí. Aden me mandó un mensaje antes y me dijo que se pasaría en un rato por aquí.

-¿Es broma? -exclamó alarmado.

-No, Harry. En cuestión de minutos Aden va a cruzar esa puerta.

-¿Por qué has tardado tanto en decírmelo? Dios. ¡Ni siquiera me he duchado! -exclamó habiendo perdido totalmente los nervios. Era gracioso verle.

-Pues dúchate.

-¡Dios! -exclamó y salió corriendo para arriba.

Mientras Harry se estaba duchando le mandé un mensaje a Aden y le dije que se tomara su tiempo en llegar, ya que me había avisado hacía tan sólo unos minutos y, prácticamente, nos había pillado en bragas. Sin embargo, la respuesta no fue la esperada.

"Acabo de aparcar. Estoy en la puerta"

Y exactamente al terminar de leerlo, escuché cómo unos nudillos aporreaban la puerta. Harry se iba a querer matar. Abrí con cuidado y me encontré a mi amigo americano vestido con ropa exclusiva de la nueva colección, ya que aún no había salido a la venta. Se notaba que esto era tan importante para él como lo era para Harry, aunque los dos trataran de ocultárselo el uno al otro.

-¿Por qué has llegado tan pronto? -esto era un desastre. Gracioso, pero un desastre.

-No había concretado hora. ¿Puedo pasar? -hizo la pregunta al ver que me quedaba parada bloqueándole la entrada. Me eché a un lado y le dejé entrar.

-Harry está en la ducha -le expliqué.

-¿En serio? ¿Crees que podría... Subir? -sonrió mirando las escaleras que conducían al baño de arriba atontado.

-Aden.

-¿Qué? -me sonrió el chico con picardía.

-Haz lo que quieras. No es mi relación -él se rió con sonoras carcajadas. A veces me sorprendía lo abierto que era con ese tipo de cosas. No tenía pudor. Era todo lo contrario a Harry.

-Tranquila, no voy a hacerlo. Por mucho que quiera, no creo que sea apropiado que me meta en su ducha el día que regresa a su país.

-Siéntate en el sofá, si quieres. Voy a hacer té -le informé. Conocía a Harry y sabía que el té ayudaría a calmarle los nervios.

-¿Desde cuando eres tan británica? ¿Eso es lo que haces cuando Harry está aquí? ¿Tomar té? ¿Es una cosa de británicos? -comentó divertido con un acento inglés demasiado pijo. Él estaba acostumbrado a verme tomar café por las mañanas, nunca había estado conmigo en casa por la tarde, que era cuando yo solía tomarme el té.

-¿Y vosotros tomar café y comer hamburguesas?

-Sí, señora. Exactamente.

Me reí y fui a la cocina. Saqué la tetera y puse el agua a hervir. Cogí dos tazas mientras tanto y, al rato, escuché los pasos de Harry bajando las escaleras apresuradamente.

-¡Trish! -me llamó y apareció por la puerta al escuchar el sonido que hacía el agua al hervir-. ¡Ya estoy! ¿Te gusta esta camisa? Estos son los pantalones que me he comprado esta mañana. Espero que el pelo se me seque antes de que llegue. Dios, no me puede ver así. Mira qué pintas -se quejó mirándose los pantalones y yo me mordí el labio inferior al ver una figura apoyándose en el marco de la puerta. Mi corazón latió a mil por hora de la emoción.

-Yo creo que estás genial. El pelo mojado es muy... Sexy.

Harry se quedó inmóvil al escuchar la voz de Aden a sus espaldas y su vista se perdió en un punto de la habitación. Se giró con cuidado, parecía tener hasta miedo.

-¿Has... Has escuchado lo que he dicho? -balbuceó en un intento fallido  de sonar seguro de sí mismo.

-Si quieres puedo pretender que no para que no te sientas incómodo.

-Gracias -trató de sonar aliviado.

-Un placer.

-Bueno -musité interrumpiendo el intenso flirteo-. Aquí tenéis el té, por si queréis. Yo me voy a subir a mi habitación.

No me dijeron nada, estaban demasiado ocupados mirándose a los ojos. Les había mentido. No me subiría a mi habitación. Me quedé a la mitad de la escalera, escuchando la conversación. Era una maldita cotilla pero no podía remediarlo.

-Entonces... ¿Te vas? -escuché a Aden hablar. No podía verles, sólo escucharles y con dificultad.

-Sí, me voy. El curso empieza pasado mañana -le explicó Harry.

-Claro, claro... Vas a ser médico. No puedes permitirte faltar a clase. Es bueno que seas tan aplicado. Serás un buen profesional.

-Sí, bueno, supongo.

Se hizo el silencio y me moría de ganas por saber qué pasaba. Suponía que los dos estaban demasiado nerviosos como para hablar. Aún así, sabía que Aden tomaría las riendas de la situación y así hizo.

-¿Sabes? No quiero hacer de éste un momento incómodo. Sólo quería despedirme de ti porque... Bueno, no quería que te fueras sin decir adiós. No soportaba la idea de que te fueras sin decir adiós.

Eso había sido precioso y eso que se conocían de apenas una semana.

-Ya, yo... Me alegro de que hayas venido -murmuró Harry con voz grave. Apostaba lo que fuera a que se estaba rascando la nuca.

-¿En serio?

-Sí. Quería... Eh... Agradecerte por esta experiencia... momentos... Dios, sabes que no soy muy bueno con las palabras pero ha sido un placer conocerte -escuché una ligera risa por parte de Aden y sonreí.

-¿Siempre eres tan formal?

Sí.

-Creo que sí.

-Me gustaría haber podido llegar a conocerte un poco más.

Mi corazón...

-Ya, bueno. Supongo que cuando empezamos esto sabíamos que acabaría pronto.

-¿Esto? ¿Qué quieres decir con esto? -me tapé la boca para evitar reírme. Aden quería pillarle.

-Ya lo sabes. Esta... Amistad.

-¿Amistad? -se rió Aden-. Yo no tenía en mente ser amigos -bajó su tono de voz.

-Yo tampoco pero te dije que no era bueno con las palabras.

Se quedaron en silencio y yo apreté los puños para no echarme a llorar. Harry y Aden harían una pareja genial y me encantaría ver a Harry con pareja, con alguien que le apoyara, que estuviera a su lado, que le recordara a cada minuto lo increíble que era.

-Puede que suene egoísta pero no... No quiero que te vayas -sentenció el mayor.

-Aden...

-Dios, lo sé. Joder. Apenas nos conocemos y tú sólo viniste aquí para estar de paso pero.. Yo... -se trabó con sus propias palabras y se quedó callado, frustrado. Conocía esa reacción en él. Sorprendentemente Harry habló, confesando todo lo que sentía.

-Tú no estabas en mis planes. Y sí, me jode acabar esto porque sí, a mí también me gustaría quedarme y conocerte mejor. No lo entenderás nunca pero...

-¿Pero? -interrumpió Aden antes de que pudiera terminar.

-Estos días contigo... Y con Trish, claro... Han sido los mejores desde que tengo uso de razón.

Se quedaron callados de nuevo y me dieron ganas de bajar y darles un abrazo por lo triste que estaba siendo este momento. Por fin parecían haber encontrado una persona con la que empezar algo pero tenían que despedirse antes de poder empezarlo. Uno de ellos suspiró. Aden, probablemente.

-Debería irme -anunció él sin moverse.

-Sí, deberías -murmuró Harry.

-No quiero.

-Pero debes.

-Sí... Debo -Aden suspiró de nuevo y escuché pasos moverse hasta la puerta de entrada.

La puerta se abrió y me asomé un poco por la barandilla para poder verles sin que ellos me descubrieran. Los dos estaban frente a frente. Tenía a Harry de espaldas y a Aden de frente. Se estaban mirando sin decir nada, tratando de memorizar los rasgos del otro para recordarlos para siempre. Estaban preparados para decirse adiós, podía verlo en los ojos de Aden.

-Tampoco debería hacer esto pero voy a hacerlo.

Aden dio un paso hacia delante y, colocando su mano en el cuello de Harry, le besó. El chico se tensó pero al instante se agarró a la cintura del mayor y devolvió el beso. Los dedos de Aden agarrándose al pelo mojado de Harry me pareció una de las cosas más tiernas del mundo. Al separarse, Aden esbozó una sonrisa cerrada.

-Esto no se ha acabado, Harry Styles. Si el destino quiere, volveré a cruzarme en tu camino.

Aden se alejó, caminando de vuelta hacia su coche, pero antes de que saliera de mi campo de visión Harry habló por última vez.

-¿Y si el destino no nos vuelve a cruzar? -el chico se detuvo y se giró de nuevo, sonriendo más que nunca.

-Cariño, cada uno elige su propio destino. Y yo te elegiría a ti.

POV LOUIS

Estaba haciendo mi tarea en la lavandería cuando me llamaron para ir a la sala de visitas. Me sorprendió enormemente y me pilló totalmente desprevenido. Encontré a William sentado en una de las mesas de la esquina, al final de la sala. Me acerqué a él con lentitud. Mi mente tuvo que cambiar el chip porque, en cuanto le vi, lo único que quise hacer fue gritarle por las barbaridades que me había dicho, pero no podía hacerlo. Debía... Comportarme.

-Hola -le saludé y me senté enfrente de él.

-Hola -tenía las manos entrelazadas, apoyadas sobre la mesa, su espalda muy erguida, tenso.

-Pensé que no volverías -comenté tratando de relajarme pero su maldita postura me lo impedía.

-Pues ya ves que sí -respondió con sequedad. Había sido un comentario estúpido. ¿Que quería que me contestara?

-Ya... Eh... ¿Y qué tal? -parecía gilipollas.

-Eh... ¿Bien? -frunció el ceño mostrando que estaba tan confuso y descolocado como yo-. ¿Y tú?

-Bien, bien.

Había pasado una semana desde que vino por última vez. Sólo podíamos tener una visita por semana, por lo que me sorprendía que hubiera venido teniendo en cuenta lo mal que acabamos en nuestro último encuentro.

-¿Me puedes decir qué coño te pasa? -espetó al cabo de un rato molesto.

-¿Perdón? -exclamé.

-¿Tú te estás escuchando? Suenas como un... Ni si quiera sé cómo suenas -sacudió su cabeza tratando de ordenar sus pensamientos.

-Estoy intentando mantener un puta conversación civilizada contigo -mascullé soltando un gruñido. El hombre se quedó en silencio y me observó com el ceño fruncido.

-¿Es en serio?

-Pues sí pero me lo estás poniendo jodidamente difícil.

Me crucé de brazos cabreado. Esto estaba siendo una gilipollez. Este no era yo. William se volvió a quedar callado y habló  tras un momento de silencio incómodo.

-¿A que viene ese cambio tan repentino de humor?

-Podría decirse que me he levantado con el pie derecho.

-Dios santo, eso es una novedad.

-No te pases, te lo aviso. Te recuerdo que me sigues sin caer bien -William se rió genuinamente y, por algún motivo, me agradó que lo hiciera. La tensión pareció disolverse momentáneamente.

-Pensaba que era el único que seguía teniendo sentimientos contrarios.

-¿Para qué has venido esta vez? -inquirí con curiosidad.

-¿Para verte?

-La última vez parecías tener un motivo.

-Y ya te lo dije. Ayudarte, sacarte de aquí. Quiero enmendar mi error.

-Un poco tarde, ¿sabes? -el me dirigió una mirada que lanzaba balas-. Vale, vale. Si lo entiendo. Quieres hacer de padre. Pagarme la fianza... Verme feliz. Es comprensible.

-Cuidado chaval. Tú llevas mucho tiempo siendo hijo, y yo es la primera vez que soy padre -suspiró angustiado-. Sabes que no se me da bien.

En eso estaba de acuerdo. Se le daba de puta pena.

-Si me sacas de la cárcel ya habrás hecho más que el anterior -comenté con ironía pero al rato me di cuenta de que no había tenido ni pizca de gracia.

-¿Tan malo era? -inquirió William.

Sentí cómo mi cuerpo se tensaba al sacar el tema. Quería gritar y lo hubiera hecho si no hubiera sido por la voz dentro de mi cabeza que me decía que me mordiera la lengua y tratara de ser lo contrario al Louis de siempre.

-Sí -susurré pensando que, tal vez, si hablaba en voz baja, evitaría el tema.

-¿Por qué? -pues no, no lo evitaría.

-¿Tanto te interesa? -espeté. No pude morderme la lengua. El tema era superior a mí.

-Pues sí. Me gustaría saber qué le pasó a tu madre para que tú acabaras... Así -me señaló y traté con todas mis fuerzas no tomármelo mal.

-Pasó que te acostaste con una hija de puta, que yo no estaba en sus planes, y aún habiendo nacido y teniendo diez años, seguía sin estar en sus planes.

Hablar de mi madre era algo que sólo había hecho con Trish y no estaba seguro de que pudiera hacerlo con este hombre.

Hombre con el cual mi madre se había acostado y gracias al cual yo había nacido. Totalmente repugnante.

-Te marchaste de casa, ¿verdad?

-No, yo no me fui. Me echaron -le corregí dándome pellizcos en los brazos para aliviar la tensión. No estaba funcionando.

-¿Te echaron? -la voz del hombre al que debería de haber llamado padre durante toda mi vida se quebró.

-Sí. No es una historia corriente. Es muy jodida y paso de discutirla contigo.

-No entiendo por qué te echaron -comentó desconcertado, haciendo caso omiso a mis palabras.

-¡Porque ellos ya tenían una familia! Sus preciosas hijas. Yo no formaba parte de eso. Yo tenía otra sangre. La tuya.

-Pero eras su hijo. También llevas la sangre de tu madre -masculló enfadado.

¿De verdad se estaba cabreando por lo que me hicieron? ¿Acaso sentía lástima?

-Eso díselo a Mark -mascullé.

-¿Llegó a hacerte algo? -su mano tapaba su boca, preocupado.

-¿Malos tratos? -el asintió-. Físicamente sólo una vez. Fue una simple hostia en la cara, pero fue la gota que colmó el vaso para él y para mí. El maltrato psicológico era diario.

-¿Por qué no les denunciaste? -preguntó sin entender.

Era policía y para él, todo se tendría que solucionar denunciando y haciendo justicia pero, en la vida real, no todo se solucionaba llamando a la policía. La vida era muchísimo más jodida y más compleja. Llamarles no siempre era la solución.

-¿Denunciar y destrozar la vida de mis hermanas? Ya bastante teníamos con una vida destrozada, no necesitábamos cinco.

William se pasó los dedos por el contorno de sus labios, mirándome fijamente.

-No te creo -murmuró.

-¿El qué?

-Que fueras tan buena persona.

-No lo soy -respondí inmediatamente.

-Oh, claro que sí. Eso que acabas de decir ha sido muy conmovedor -comenzó a esbozar una pequeña sonrisa.

-¡Claro que no! Estoy en la cárcel, ¿recuerdas?

Intentó esconder la sonrisa pero le resultó imposible por lo que acabo tapándose la boca con la mano.

-Como quieras... ¿Y Harry y Gemma? ¿Dónde entran en esta historia?

Estuve contándole cómo les conocí y cómo me crié prácticamente con ellos. Cómo me siguieron hasta Cambridge y me acogieron. Me presionó tanto y fue tan pesado que le acabé contando la putada que le hice a Harry. Bueno, yo no fui, fueron mis amigos, pero el caso era que yo lo sabía y me callé. Le conté las peleas, carreras y detenciones, de las cuales ya estaba al tanto, ya que se sabía mi expediente de memoria.

-¿Y a eso llamas vida? -exclamó al terminar el relato de mi vida.

-En ese momento pensé que lo era -dije honestamente.

-¿Ya no lo piensas?

-Joder, pues claro que no. Eso era un sinsentido.

Era joven y el lema Live fast, die young, lo predicaba como si fuera la palabra de Dios. Ahora echaba la vista atrás y no podía creerme lo absurdo que era.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión?

No fue sólo una cosa lo que me hizo cambiar de opinión, fueron una serie de acontecimientos los que me hicieron abrir los ojos, descubrir el mundo tal y cómo era, no cómo lo veía yo.

-Trish. Su inocencia, su naturalidad, su dulzura. Tenía todo lo que había dejado atrás cuando me marché de casa. Fue como si todos esos sentimientos que tenía olvidados volvieran a mí. Y me arrollaron como un camión a trescientos kilómetros por hora.

Hablar de ella me resultaba extraño y más si lo hacía con William. La única forma en la que podría hablar con él sobre ella sería si me lo imaginara más como padre que como hombre y, sinceramente, todavía no estaba del todo preparado para dar ese paso. Le había estado odiando durante demasiado tiempo y ese odio no era fácil de olvidar.

-¿La quieres? -interrumpió mis pensamientos.

-¿A qué coño viene esto? -salté a la defensiva.

-Respóndeme -me demandó.

-No pienso hacerlo.

-¿Qué más te da?

-Que sigo sin fiarme de ti -espeté. En pocos segundo había agotado totalmente mi paciencia.

-O sea que no la quieres.

-No.

-Vale.

-¿Vale qué? -exclamé irritado. Me había tocado los cojones.

-Eres mi hijo. Sé cuándo mientes -solté una carcajada que resonó por toda la sala. Este hombre me hacía reír.

-¡No sabes una mierda!

-¿Entonces no te importa que intente algo con ella? -alzó una ceja descaradamente.

-¡La semana pasada me dijiste que no querías nada con ella! ¿De qué coño vas? -estuve apunto de levantarme pero me mantuve sentado. No iba a durar mucho más tiempo.

-Pero si no la quieres. ¿Qué más te da?

-¡No me da igual! ¡No vas a acercarte a ella!

-Lo voy a hacer -medio sonrió.

-¡Cómo la toques te juro que te reviento, seas mi padre o no! ¿Me has entendido, gilipollas? -grité desesperado. Pensar en él tocándola hacía que me hirviera la sangre, veía rojo.

-Pero me acabas de decir que no la quieres -volvió a repetir. Se estaba mofando de mí.

-¡Joder! ¡Sí! Claro que la quiero. ¡La quiero más que a mi propia vida! Dios, ¿por qué coño te crees que estoy aquí siendo amable contigo?

-Pensaba que querías mantener una buena relación padre-hijo -la forma en la que sonreí me hacía pensar que todo esto lo estaba diciendo para picarme y que expresara mis verdaderos sentimientos hacia ella, lo cual me jodió aún más.

-¡Por supuesto que no! Es por la gilipollez que dijiste de que estaba más feliz que nunca sin mí.

-Y es cierto.

-¡Me da igual! ¡No quiero que sea cierto! Quiero ser yo el que le haga la más feliz. Nadie más. Joder.

-¿Y crees que siendo amable conmigo la harás feliz? -inquirió.

-No, joder. Contigo no. Con... ¿Todos? Supongo. ¿No? ¡No se me da bien hacer amigos! ¿Sabes?

-No hace falta que lo jures.

-Pues ya está -me crucé de brazos cabreado.

-¿Más que a tu vida? -comentó al cabo de un rato.

-¿Qué?

-¿La quieres más que a tu vida? -preguntó repitiendo mis anteriores palabras.

-¿Es que no es obvio?

-Pues no, la verdad es que no. Si fuera obvio estaríais juntos, ¿no crees?

-¿De qué hablas? -exclamé totalmente perdido. Yo la amaba.

-Ese es tu problema, que tú crees que es obvio pero no te das cuenta de que no lo es. Podrá ser obvio dentro de tu cabeza pero si no lo demuestras, si no lo expresas, la gente no sabrá lo que estás pensando. Nadie es adivino, de momento.

-Eso no es verdad.

Yo la amaba, la adoraba y lo había demostrado siempre. Excepto la última vez, lo cual había sido necesario para alejarla de aquí. Pero hasta eso lo había hecho porque la quería demasiado. Joder, era imposible que no fuera obvio. Ella era mi única razón de ser. ¡La gente tenía que poder verlo! ¡Tenía que ser consciente!... ¿No? Me pasé las manos por la cara, tapándomela por un momento y grité con todas mis fuerzas. Odiaba esto, odiaba este sitio, estas cuatro paredes, estos putos barrotes. ¡No lo soportaba más! Me aparté las manos del rostro y descubrí que William me observaba preocupado. Sus ojos azules me demostraban los lazos de sangre que nos unían y, tragándome mi orgullo, le supliqué con las lágrimas en los ojos.

-Sácame de aquí, por favor.

Sus mirada no se apartaba de la mía y noté cómo incluso sus ojos se volvían acuosos.

-Lo haré.

Holi !! Sabéis a veces me cuesta escribir estos capítulos de transición en los que no pasan muchas cosas relevantes pero deben ser escritos para que la historia tenga sentido. Espero nos aburriros mucho pero ya os avisé de que el comienzo de esta última parte no iba a ser fácil. Y sé que muchas no compartís esta opinión pero Will es uno de mis personajes favs, no odiéis al bebé x
Btw, siento haber separado a Haden :( un minuto de silencio pls.
Aaaaaaaanyways, voy con un día de retraso porque esto esperaba subirlo ayer pero no pudo ser en fin que, feliz cumpleaños a Liam, es un bebote precioso y pff me hace la vida mucho más feliz, qué haría yo sin mi Payno? de verdad que no lo sé :')
Siento que se me olvida deciros algo pero wno xd

Un besito a todos x

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