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Capítulo 1

POV HARRY

Sueño. Un sueño profundo y vacío, lleno de soledad. Las sombras en la oscuridad ya no daban miedo. Los monstruos debajo de la cama se hacían tus amigos. Estar despierto se había convertido en lo mismo que estar dormido. Pasaba horas y horas adormecido pero al levantarme por la mañana me daba cuenta de que había estado despierto la mayor parte del tiempo. Mi cabeza se había convertido en el sitio más oscuro y mis pensamientos en mis peores enemigos. Los sueños habían dejado de existir, todo estaba nublado, el cielo de mi cabeza estaba cubierto de pesadillas. Pesadillas que se repetían un día tras otro cuando intentaba descansar por un segundo, no cesaban. El vacío en mi interior era demasiado grande, había demasiado espacio para ellas. Y daba igual lo que hiciera por detenerlas, era sencillamente imposible, porque la pesadilla más grande y más cruel era la propia realidad.

Dos personas. Sólo dos personas bastaban para que me sintiera así. Dos personas y una historia. Una historia que tenía demasiada fuerza y había conseguido arrastrarme y llevarme con ellos al mismísimo abismo. Se había formado tal tormenta a su alrededor que ninguno de los que estuvimos cerca salimos ilesos. La corriente nos llevó a todos y nos dejó anclados en las profundidades del más grande de los océanos para siempre.

El silencio de la habitación era abrumador. Miraba la taza de té entre mis manos sin ganas de tomármela. Estaba nervioso y le había puesto más azúcar del debido. El sabor era demasiado empalagoso.

-¿Y ahora qué?- preguntó.

-Ahora nada- respondí.

Di un sorbo a la taza de té porque no tenía nada más con lo que entretenerme y la volví a dejar apoyada sobre mi rodilla.

-No le he ido a ver en todo este tiempo.

-Lo sé- contesté antes de que pudiera seguir hablando-. Te ha echado en falta.

Este tema era mi realidad. Era mi día a día. Sin embargo, hablar de ello me ponía la carne de gallina. Aún me estremecía, a pesar del tiempo que había pasado.

-No me atrevía a ir. No sabía lo que decirle... No sabía cómo iba a reaccionar. Estaba confundida, yo...

-Tendrías que haber ido antes.

Me miró mordiéndose el labio inferior, odiándose por todo lo que no había hecho y debería de haber hecho. Tal vez las cosas hubieran sido distintas, tal vez podría haberle ayudado, o tal vez hubiera dado lo mismo lo que hubiera hecho. Él había tomado sus propias decisiones.

-Lo sé, pero...

-Ahora todo ha cambiado.

Se asustó al escuchar mis palabras pero no estaban tan lejos de la realidad. Las cosas ya no eran como antes. Ninguno de nosotros éramos la misma persona. Todos habíamos dejado de ser los que éramos. Era imposible mantener tu inocencia después de algo como aquello.

-¿Qué quieres decir?

-Él... Estar ahí... Le ha cambiado.

A mi mente vinieron imágenes, recuerdos. Verle allí completamente roto, hundido, vaciado. Deseaba con todas mis fuerzas no haberle visto en ese estado pero la verdad es que los minutos pasados allí eran como veneno, y cada minuto que pasaba le mataba más que el anterior.

-Pero tiene que vivir en mejores condiciones que antes, ¿no? Quiero decir... Le retiraron los cargos.

-Sólo le cambiaron de celda y le redujeron la condena. Sigue estando encerrado.

Se quedó en silencio tras mi intervención, perdida en sus propios pensamientos.

-No te sientas mal por no haber ido. No eres tú quién le ha hecho perder la cabeza.

-No puedo evitar preocuparme. He estado preocupada por él desde el día que me enteré.

-Preocuparte no te ayuda en nada. Sólo hace que acabes volviéndote loco.

-Es mi hermano- remarcó.

Cerré los ojos tratando de no pensar en nada. Esas palabras me llenaban de coraje. Ella había conseguido en menos de dos meses lo que yo había querido toda mi vida, unos lazos de sangre que me unieran a él.

-Iré contigo si es lo que quieres- me ofrecí.

Me terminé el té de un largo trago y me levanté del sofá. Estaba nervioso y no aguantaba sentado mucho más tiempo.

-Gracias- musitó con una sonrisa tímida mientras se levantaba también-. No puedo hablar de esto con mucha gente- sonrió con tristeza antes de continuar hablando-... De hecho no puedo hablar de esto con nadie.

Sentí pena por ella, no podía evitarlo. La situación era muy enrevesada y, como había dicho antes ninguno de los que estuvimos cerca salimos ilesos, la corriente nos llevó a todos.

-Mi padre no quiere saber nada del tema.

Suspiré con fuerza ante la mención de aquel hombre.

-Tu padre está acojonado y humillado, eso es lo que le pasa.

Kylie se volvió a quedar callada. Los silencios estaban formando un pilar importante en aquella conversación. Yo lo estaba pasando mal pero si me dieran a elegir tampoco me gustaría ponerme en su lugar. Su padre había sido el único responsable de que su único hermano hubiera acabado en la cárcel. No sabría cómo sentirme si me enterara de que mi padre había ayudado a que Gemma acabara en prisión.

-¿Sabes? Nunca he tenido una buena relación con él. No hemos vivido juntos. Nunca ha estado cerca de mí. Nunca he podido tratarle... Es una persona difícil.

-La sangre de un padre es la misma sangre que corre por las venas de sus hijos. Todo lo malo que tiene él lo tiene Louis. Por primera vez en la vida ha visto reflejado su carácter en otra persona y no ha sido capaz de aguantarlo, por eso quiere desentenderse de todo. No soporta la persona que es, y por eso no soporta a Louis.

-Vaya- suspiró la chica-. Pensaba que la psicóloga era Trish, no tú.

Me encogí de hombros sin saber qué decir.

-Por cierto... ¿Cómo está?- preguntó con el ceño fruncido.

Se podría decir que un velo de preocupación cubría su rostro, aunque con Kylie nunca se sabía. No había tenido la mejor relación con Trish pero, por lo poco que la conocía, no parecía que fuera una mala persona. Tal vez borde y antipática en algunas ocasiones... como Louis.

-Es complicado.

-¿Por qué?- quiso saber.

-¿Tú qué crees?- resoplé.

-No sé. Louis la engañó y se acostó con otra, lo sé, pero verle encerrado... Quiero decir, no ha podido dejar de quererle de un día para otro.

-Pues claro que no. La noticia la destrozó. Sabes lo que sentía ella por él y él por ella. Era pura entrega, el uno por el otro.

-Lo sé. Tardé en darme cuenta- agachó la cabeza avergonzada por sus actos-, pero acabé comprendiéndolo.

-¿El qué?

-A ellos. No sólo se querían... Creo que hacían mejores personas el uno al otro.

-Sí... Supongo que esa es una buena manera de describirlo.

-¿Va a volver?- inquirió con curiosidad.

Me quedé callado. No sabía la respuesta pero la intuía y quería equivocarme. Deseaba con todas mis fuerzas que no fuera verdad.

-Aún es pronto. Dale tiempo.

-¿Más? Han pasado cuatro meses desde que se fue.

Cuatro meses de los cuales había contado las semanas, los días y hasta los minutos.

-Lo sé.

Era consciente. Había sido consciente cada día que había pasado. Me había sentido solo toda mi vida pero después de haberla conocido a ella, después de que ella me hubiera conocido a mí, se había convertido en un pilar muy importante en mi vida, y cuando este desapareció, todo mi ser se derrumbó. Y yacía en el suelo desde entonces.

-Ojalá algún día pueda recuperarse- comentó la rubia con lástima en su mirada.

-Sinceramente no creo que pueda. Nadie es capaz de recuperarse al cien por cien de algo así, y si lo hace no vuelve a ser el mismo.

-No pienses eso. Trish es fuerte.

Solté una pequeña carcajada mezclada con ironía.

-Trish será fuerte pero, ante todo, es una persona a la que le han destrozado el corazón y los corazones rotos nunca vuelven a funcionar del todo bien.


POV TRISH

La oscura y fría noche había caído sobre la ciudad. Me di un último retoque con la máscara de pestañas y esperé unos segundos a que se secara. Guardé rápidamente el maquillaje en el cajón sin hacer ruido y salí de mi habitación. Mi madre y Matt ya estarían dormidos. No creía que estuvieran despiertos a las dos de la mañana cuando al día siguiente tenían que ir a la presentación de una nueva colección de ropa. Cogí las llaves y salí de la casa en silencio, cerrando la puerta con sigilo. Nada más poner un pie en la calle fui recibida por un enloquecido Aden.

-¿Se supone que habíamos quedado hace media hora?- exclamó enfadado.

-¿Desde cuándo eres tan quejica? Vámonos.

Abrí la puerta de su coche mientras él se quedaba refunfuñando fuera. Al poco rato entró, ya más calmado, y tomó el control del vehículo. Arrancó y encendió la radio. En el primer semáforo que cogimos en rojo sacó una cajetilla de tabaco y un mechero.

-¿Quieres?- me ofreció uno.

-Ya sabes que no- resoplé.

Él se metió uno entre los labios y lo encendió con suma delicadeza.

-He hablado con Owen. Van a ir a Space.

-Qué bien- murmuré sin muchas ganas-. ¿Has traído mi carné?

Aden se levantó un momento para sacar de su bolsillo trasero el carné falso que me consiguió después de que me echaran de un club hace unas dos semanas. Los últimos meses había estado yendo a fiestas casi todos los viernes y sábados, y no fue hasta hace un par de días que me pidieron por primera vez una identificación. A los locales de esta parte de la ciudad les daba igual que entraran menores, sólo les importaba el dinero. Era un asco ser mayor de edad en Reino Unido y no serlo aquí. No podía beber, no podía entrar a las discotecas... no podía hacer nada divertido.

-Gracias.

-¿Cuántas veces has salido esta semana?- preguntó juzgándome.

-¿Ahora eres mi madre?- musité mientras guardaba el carné en el bolso.

-No. Soy tu compañero de oficina y lo más parecido a un amigo aquí, porque yo te aviso... Toda esa gente que conoces no son amigos tuyos. Están contigo por interés.

-Muy bien, mamá. ¿Algo más?- me miró por el rabillo del ojo, pendiente de que el semáforo se pusiera en verde.

-Sí. No me llames sí.

-Cómo quieras, Howell- rodé los ojos.

-¡Para ya!- exclamó irritado-. Deja de llamarme mamá y deja de llamarme por mi apellido. Joder, Trish.

-¿Por qué? Es tu nombre.

-Sabes que lo detesto.- agarró el volante con fuerza, intentando contenerse la rabia que le había provocado.

Bufé mientras él arrancaba y se ponía a toda velocidad por la calle. Él sabía que odiaba que corriera, y más por el centro de la ciudad.

Aden trabajaba conmigo en la oficina. Había sido otro enchufado, como yo. Su padre trabajaba en uno de los departamentos y le posicionó en ese puesto de trabajo hace un par de meses para que cambiara de estilo de vida. No era una mala persona pero nunca había sabido relacionarse con la gente adecuada, había estado metido en líos y peleas entre bandas, y la mayoría de las veces no pensaba con la cabeza. Cosas que no te esperabas al conocerle porque parecía un chico de lo más normal. Tenía veinticuatro años y, cómo él había dicho, era lo más parecido a un amigo. No me gustaba relacionarme demasiado con la gente de por aquí.

Estuvimos discutiendo hasta que aceptó a bajar la velocidad. Lo que me faltaba era que nos pillara la policía y saliéramos en las revistas. La popularidad de mi madre en Nueva York había crecido en los últimos meses, lo cual me alegraba, porque eso significaba que el negocio iba bien, pero no me hacía gracia el hecho de que ella se hiciera famosa porque nos arrastraba a todos los de su alrededor.

−¿Está Owen dentro ya?

−No, te está esperando fuera con una copa en la mano, no te jode− se colocó en la fila para entrar a la discoteca.

−A veces eres insoportable− mascullé.

−Igual que tú. No puedo esperar a que te pongas a beber para que me dejes en paz.

Le miré de reojo mientras me cruzaba de brazos. Era un gilipollas a veces, pero suponía que por eso me caía bien, por lo borde que podía llegar a ser. Al cabo de unos segundos, por la puerta del local, apareció Owen mirando la pantalla del móvil y poniéndose de puntillas para buscar a alguien. Llevaba un vaso en la mano. Aden levantó la mano para que le viera y nos acercamos a él, abandonando la cola.

−Pensaba que lo de la copa en la mano lo decías de coña− murmuré sonriendo a Owen.

−¡Es que lo decía de coña!- exclamó Aden desquiciado.

−¡Trish!- me saludó el rubiales con un gran abrazo.

−Yo que tú no me acercaba a ella esta noche. Está que muerde− se quejó Aden.

−Justo como me gustan− comentó el chico con una sonrisa mientras me miraba.

−¿Esto es para mí?− cogí la copa de entre sus manos.

−Todo lo que es mío es tuyo, cariño. Todo− susurró.

Eché un trago para descubrir el sabor a Gin tonic.

−¿Nos vas a pasar o vas a seguir ligando con ella en medio de la calle?− masculló Aden al ver que Owen no me quitaba la mirada de encima.

El rubio miró a su amigo con una ceja arqueada y le hizo un gesto al hombre de seguridad para que dejara de lado la cola y nos atendiera a nosotros.

-Vienen conmigo- aclaró.

−Identificaciones.

Aden sacó la suya y entró al instante. La mía podía colar perfectamente por una verdadera pero aún así estaba nerviosa. El hombre se quedó mirándola un rato y me la devolvió.

−¡Siguiente!− se giró de nuevo para la fila.

Suspiré aliviada y miré a Owen.

−¿Vamos?- murmuró ofreciéndome su mano.

Le sonreí y pasé junto a él al club.

La música estaba increíblemente alta. No fui consciente de que Owen me estaba hablando hasta que me tocó el brazo.

−¿Qué?- chillé con todas mis fuerzas.

El chico me dio la vuelta y me señaló a un grupo de personas. El resto de sus amigos. Aden ya se había unido a ellos. Nos dirigimos al grupito y les saludé a todos animadamente. Me despedí de Owen para irme un momento con Megan, la única chica de todos los allí presentes. Había estado con ella un par de veces antes. La saludé y nos fuimos a pedir a la barra.

−¡Pensé que no vendrías!− intenté hablar por encima de la música.

−¡Y no iba a venir! Pero Jim se presentó en mi casa y me arrastró, literalmente, hasta la puerta− nos sirvieron los dos vasos y tomamos un trago.

−Está colado por ti− comenté mirando hacia el grupo de amigos−. Se le nota a leguas.

−Lo sé, pero yo no estoy colada por él. Sólo lo quería cómo lío de una noche.

−¿Un lío? ¡Te acostaste con él!

−Oh, por favor... ¡Cómo si tú no lo hubieras hecho nunca!

Di un trago largo a la bebida.

−Deberías decírselo y aclarar las cosas− le aconsejé.

−No. Tengo una idea mejor. Le voy a buscar un polvo para esta noche y fin, solucionado− cogió el vaso y el bolso tan pronto como la idea le surgió−. Luego nos vemos.

Se despidió y se perdió en la pista. Me sorprendía el desparpajo con el que se movía. Me senté en un taburete en cuanto vi que se quedaba libre e inspeccioné el recinto. Se llamaba Space Ibiza porque el club estaba hecho a imagen y semejanza de una discoteca de Ibiza y, de repente, me entraron ganas de viajar a la isla española y no volver hasta que dejara de recordar mi nombre. Mirando a la gente que estaba en la pista descubrí a una persona que me hubiera gustado no haber visto. Suspiré dándome la vuelta y centrándome en la copa que ya llevaba por la mitad.

−¿Por qué suspiras?− me sobresalté al ver a Owen colocarse a mi lado. Se posicionó a mi altura para que pudiera escucharme.

−Mira en la segunda columna. El chico que está apoyado- le di un trago al ron.

−Me suena su cara.

−Normal. Me lié con él la semana pasada.

−¿El canadiense ese?- asentí con la cabeza mientras bebía un poco más. Tenía la sensación de que me iba a terminar el vaso muy pronto−. ¿Qué pasó después? No me llegué a enterar. Te perdí de vista- comentó mientras pedía una copa para él.

−Me lo tiré.

Se quedó callado durante un instante mientras aguantaba su mirada.

−Vaya con la británica... Pensé que te habías acostado pero con el danés ese, el fin de semana pasado. Está claro que la información me llega... Pero mal.

−No te llega mal, también lo hice con él.

Se separó ligeramente.

-Deberías bajar un poco el ritmo, ¿no crees?

-¿Por qué?- le di otro sorbo a la bebida.

Volvió a acercarse y me habló al oído.

-Puedes hacerte famosa por estos barrios y no creo que sea lo mejor siendo hija de quien eres. No es bueno que atraigas atención a tu persona.

-Dice el tío que también quiere meterse en mi cama.

Él agachó la cabeza sintiéndose un poco incómodo por la hostilidad de mis palabras.

-No te preocupes. No voy a crearme ninguna fama. Soy muy cuidadosa escogiendo a mis víctimas.

-Oh... Son tus víctimas- hizo una mueca-. No es una forma muy normal para referirse a personas.

-Ya, bueno, lo que tú digas... En una pareja siempre hay víctimas, siempre hay un débil y nunca dejo que esa sea yo, porque son ellos los que sufren cuando descubren que no quiero que sean más que el polvo de una noche. Son ellos las víctimas... Nunca lo soy yo.

Owen se quedó mirándome pasmado, no sabía si le había horrorizado o trataba de encontrar una respuesta concorde a lo que le había soltado.

-A mí no me importaría ser tu víctima- sonreí cuando vi que lo decía totalmente en serio.

-Te he dicho que los escojo con sumo cuidado. Siempre elijo a extranjeros, gente que está aquí de paso, que no va a volver, gente que no sabe quién soy. Tú sabes quién soy, vives aquí y vas a seguir viviendo aquí después.

El chico se encogió de hombros, un tanto apenado.

-Tenía que intentarlo.

-Aunque no me importaría ir a un sitio más privado...

Owen frunció el ceño y se acercó para escuchar mejor, interesado.

-Vayámonos a tu estudio- susurré en su oído.

-¿Estás de coña?- se separó con el ceño fruncido, pero esta vez no era buena señal-. ¿Para qué?

-Quiero que me hagas un tatuaje.

-¿Otro?- exclamó escandalizado. No esperaba que le fuera a pedir eso exactamente.

-Por favor, Owen.

Le agarré del cuello y le atraje hacia mí. A pesar de que estábamos rodeados de personas sudorosas y malolientes, él aún conservaba el olor de su fragancia. Era una de las pocas personas que se preocupaba por su aspecto en este sitio. La gente se preocupaba por cómo lucían pero de una forma a la que estaba poco acostumbrada y Owen era lo más parecido a mí, se podría decir.

-Venga... Sabes que no puedes rechazar mi dinero.

-Claro que puedo- se separó un poco de mí pero le volví a tirar del cuello para acercarle aún más.

-Sí, pero los dos sabemos que no te conviene.

Le guiñé un ojo y pegué nuestras frentes.

-Así podrías pasar un tiempo conmigo a solas.

Esta vez tomó mis manos y las alejó de su cuello, al igual que su cuerpo.

-Eres una chantajista innata- iba a responderle pero posó su dedo índice sobre mis labios-. Pero aceptaré a cambio de una buena propina.

Sonreí y él me tomó de la mano para salir de allí.



POV LOUIS

-¡Tomlinson! Sabes que no puedes quedarte ahí.

Levanté la cabeza y la luz del atardecer me dio en la cara.

-¡Tomlinson! No lo voy a volver a repetir.

El celador dio un golpe contra los barrotes de la puerta con el puño, demostrando su fuerza y poderío.

Sales tú o te saco yo.

-Sales tú o te saco yo, tú decides.

Suspiré. Me conocía sus frases de memoria. Todas las mañanas eran iguales. Todo era monótono. Era como vivir a las puertas del infierno, sentías cómo te quemabas a cada segundo pero no morías, sufrías y sufrías, pero no morías. Sólo que me preguntaba cómo seguía vivo después de que me quitaran toda la esencia vital. Mi cuerpo estaba vivo, mi corazón seguía latiendo, pero yo estaba muerto. Louis estaba muerto.

-No me hables en ese tono.

-¿O qué, sabandija?

Me incorporé como si de una descarga eléctrica recorriera mi cuerpo y empujé al celador contra la puerta, presionando su cuello con fuerza. Él intentó deshacerse de mi agarre y le propicié un cabezazo, dejándolo noqueado en el suelo.

-O te recordaré por qué me metieron aquí en primer lugar- mascullé entre dientes y le solté de un golpe.

Me fui andando por el pasillo cuando le escuché reírse a mis espaldas.

-Eres un necio, Tomlinson- me miró sonriente, aunque un poco desorientado por el golpe, y cogió el walkie-talkie que llevaba amarrado a la cintura-. Venid al 113. Tomlinson quiere volver a aislamiento.

Sonrió durante todo el transcurso de la llamada. Me apoyé sobre la pared esperando a que llegaran el resto de celadores para llevarme a la celda maldita o, como la habían apodado muchos presos, la celda de Tomlinson. Había pasado las tres últimas semanas encerrado allí. Mi comportamiento no era apto para relacionarme con el resto de mis compañeros y era peligroso para el personal del centro. Mi comportamiento no era el problema, el problema era que habían metido a auténticos gilipollas a trabajar aquí como celadores y no me podía contener las ganas de soltarles una hostia cuando se pasaban de la raya. Todos trataban de sacarme de quicio. Todos querían que perdiera los papeles para verme en acción, para ver al verdadero Louis Tomlinson y estaba harto. No podía controlar mi carácter y ellos lo sabían, por eso, a cada impulso que tenía, me volvían a encerrar. Pronto llegaron los guardias del ala norte, los mandamases de todo el servicio de seguridad, y me agarraron para llevarme a aislamiento. Entre ellos se encontraba el único celador de todo el cuerpo que no había intentado picarme en todo el tiempo que llevaba aquí. No me caía bien pero por lo menos me dejaba tranquilo.

-¿Por qué haces esto?- murmuró mientras andábamos por los pasillos ante la atenta mirada de los presos que se dirigían a hacer sus labores.

No me hacía de rabiar pero que se creyera el psicólogo del grupo tampoco me hacía gracia.

-¿Es que no es obvio? Para librarme de las tareas en la lavandería.

-¡Venga ya!- exclamó sin creérselo-. Pasarse una semana entera en una celda sin hablar con nadie para no tener que lavar y planchar un par de camisetas y pantalones no compensa, y te creo lo suficientemente listo como para saberlo.

-Cree lo que quieras.

-¡Reacciona, Tomlinson!- me dio una colleja que me dejó el cuello ardiendo-. Te quitaron los cargos. Ya sabemos que no fuiste tú quién mató a ese hombre, ¿por qué te sigues comportando como si lo hubieras hecho? ¿Por qué no dejas de aparentar ya?

-No soy una buena persona.

-No, no lo eres. Eres un capullo y das más problemas de los que deberías pero no eres un asesino, métetelo en la cabeza.

-Una simple persona le hizo creer a todo el mundo que sí que lo era- murmuré.

-Y esa persona ya está en la cárcel. Todo ha salido a la luz. Se limpió tu nombre. ¿De qué te quejas? Sólo estás acusado de un delito de droga. Unos cuantos meses aquí y estarás fuera. ¿Qué más necesitas?

A ella.

No dije nada. Me quedé en silencio mientras las llaves chocaban unas entre otras al tiempo que el guardia abría la celda y me empujaban dentro.

-Nos vemos en una semana, Tomlinson- sonrió uno de ellos con sarna y cerró la puerta de golpe.

La sensación térmica en aquel cuarto era de frío a pesar del calor de agosto que abrasaba el patio principal. Las cuatro paredes estabas acolchadas. La habitación se componía tan sólo de un colchón y un pequeño retrete. La luz que proporcionaba la única bombilla me dejaba en una mísera penumbra. Nada mejor para perderte en las profundidades de tu mente.

Estar aquí encerrado, alejado de todo el mundo, me había hecho darme cuenta de lo fácil que era para la gente vivir sin mí. Todo el mundo había continuado con sus vidas mientras la mía se iba a la mierda una vez más. Incluso Harry. Era alguien inservible, sólo atraía problemas y todos estaban mejor sin mí, más tranquilos. También ella, sobre todo ella. Estar aquí encerrado era lo peor que podría pasarle a una persona pero no me arrepentía con tal de saber que ella estaba lejos de aquí, fuera de peligro y fuera de mis problemas, aunque no sabía cómo estaba. Nadie me hablaba de ella. Era un tema tabú para las pocas personas que pasaban a visitarme. Sólo Gemma o Harry pasaban por aquí alguna vez a darme por culo. Malik no venía nunca. Le aterrorizaba la pasma. Al fin y al cabo, había sido el único cabrón de nosotros que había conseguido ocultarse en las sombras y no ser descubierto. Nadie más había venido. Suponía que era justo. Mi mayor problema era el daño que le podía hacer a la gente y a la mayoría les había causado mucho sufrimiento.

Nadie quiere sufrir, y menos por un estúpido como yo.


Hacía un calor horrible y eso que acababa de salir de la ducha. Me habían sacado de allí a la fuerza. Si no me llego a dar prisa me sacan con la toalla alrededor de la cintura. En la sala de espera había más gente. Yo no era el único que estaba recibiendo noticias ese día. Al poco rato de estar esperando llegó mi abogado.

-¿Dónde está él?- le pregunté al ver que el innombrable no estaba presente.

-No ha venido.

-¿Cómo que no ha venido?

-Tu abogado soy yo- explicó alzando su maletín y depositándolo sobre la mesa-. Él no tiene por qué estar aquí y, visto lo sucedido la última vez, lo único que hace es complicar las cosas.

Desde que se descubrió el 'pastel' el miedica de William no había pasado por aquí ni una sola vez.

-Ser papi le debe de asustar más de lo que creía- comenté con ironía.

-Louis.

-¿Qué?- respondí de mala gana.

No quería visitas de nadie. No quería que nadie se preocupara por mí nunca más. No necesitaba salir de allí. La soledad de la prisión era más confortable que el abandono que tenía en el mundo real.

-Vengo a darte buenas noticias. Ayer se celebró el juicio contra Liam Payne.

Me callé solo para descubrir si ese malnacido y su amigo habían tenido el mismo destino que yo. Me importaba una mierda salir indultado o no. No iba a cambiar nada ya. Una vez que un pensamiento se instalaba en la mente de las personas es muy difícil hacerlas cambiar de opinión, sobre todo cuando la mentira era mucho más creíble y apetitosa que la realidad.

-Se celebraron dos juicios. Primero se citó a Liam Payne y después a Cole Adams. Niall Horan estuvo presente en ambos como testigo de cargo y ocular. En la primera sesión, Payne estableció que...

-No me cuentes rollos. Ve al grano. ¿Qué han hecho con ellos?

-Están de camino a prisión con una pena de 25 años para Adams y 12 años para Payne.

Una sonrisa triunfal se dibujó en mis labios. Por fin esos hijos de puta tenían su merecido. Me daba igual que Cole hubiera matado a Davidson pero le había hecho creer a todo el mundo que había sido yo.

-Más tarde se le realizó un juicio rápido a Horan por haber confesado un delito de tráfico de droga. La pena es de 2 años.

-Espera... ¿Qué?- exclamé sin comprender-. ¿Por qué está Horan condenado?

-¿Cómo que por qué?- me miró el abogado sin entender mi reacción-. Para poder implicar a Payne tuvo que contar la historia entera. Tuvo que hablar de los tejemanejes que hizo para el grupito de Davidson. La droga... Y todo lo demás. Se implicó a sí mismo.

Horan era gilipollas.

-¿Dónde está?

-¿Ahora?- el hombre forzó sus labios en una sonrisa y se remangó la chaqueta para mirar el reloj-. Posiblemente entrando por la puerta principal.

-¿Han traído a Horan aquí?- exclamé con el ceño fruncido.

-En la calle no le iban a dejar.

-¿Y Payne y Cole?- sentí cómo ardía la sangre en mis venas con el simple pensamiento de que pudieran mandarlos aquí también.

-Lejos. No tienes de qué preocuparte.

-Pero...

-Déjalo estar, Tomlinson.

Fruncí aún más el ceño al mirarle. Odiaba que me mandaran callar y odiaba que me llamaran Tomlinson. Sin embargo, aquí todo el mundo había cogido como costumbre hacerlo.

-He venido hasta aquí, no solo para contarte el desenlace de esta historia, sino para comunicarte que, por todas las pruebas, los descubrimientos y, sobre todo, las declaraciones que hizo Horan... Se te ha declarado inocente.

Mis labios se juntaron en una fina línea. En ese momento se me hacía imposible pensar.

-¿Qué quieres decir?

-¿Cómo que qué quiero decir? ¿Este sitio te ha vuelto sordo? Eres inocente, Louis.

La situación me había tomado totalmente desprevenido y, después de tanto tiempo allí metido, por mucho que escuchara esas palabras, no lograba que calaran en mi interior.

-Aún así, me temo que tendrás que seguir aquí cumpliendo tu condena de tráfico de drogas. Pero bueno, chaval... Lo logramos- me dio un fuerte golpe llenó de emoción en el brazo-. Bueno, más bien el que más intervino en esto fue tu padre, pero el caso es que...

-No le llames así- le corté con cierto escalofrío por el cuerpo-. No es tal cosa- dije sin pizca de gracia.

-Pero la última vez...

-¡Me da igual lo que dijeran la última vez! ¡No es nada para mí! ¡Y cómo vuelvas a referirte a él de esa forma te juro que me van a volver a poner la condena! ¿Me has entendido?

-Vale, vale... Tranquilízate- puso las manos en alto, en son de paz.

Sin haberme dado cuenta, me había levantado, había golpeado la mesa con mis puños y, como siempre, un par de guardias se hacían paso hacia nosotros para sacarme de allí y llevarme a mi celda. Cómo había dicho antes, puede que me hubieran declarado inocente, pero todo el mundo aquí me seguía viendo como un asesino.

Podrían haber pasado muchas cosas pero había una que estaba muy clara. Si el innombrable había sacado el caso adelante y había descubierto todo el entramado había sido para llenarse de halagos y salirse victorioso... no por mí. Yo no significaba una mierda para él, al igual que él no significaba una mierda para mí.

Nunca olvidaría que fue él el culpable de que yo acabara aquí encerrado. Nunca.


POV TRISH

La primera vez que le pedí a Owen que me tatuara me dolió bastante. Tuvimos que parar un par de veces porque me mareaba. Recuerdo que a los pocos días se me hinchó la zona donde me lo había hecho y no bajaba. Me preocupé mucho porque no sabía si era lo suficientemente cualificado como para llevar a cabo un buen trabajo. Ahora me podía considerar una experta en el tema. La aguja se deslizaba por mi piel produciéndome un simple cosquilleo, como una abeja revoloteando cerca de tu oreja.

-¿Por qué Peter Pan?- preguntó con curiosidad.

-¿Por qué no?

Respondí mirando cómo la tinta se filtraba en mi piel, quedando marcada para siempre por la silueta de Peter, Wendy, John y Michael volando por mi brazo.

-¿No es un poco infantil?

-Tal vez es que no quiero crecer.

-¿Estás esperando a tu Peter Pan?- siguió con la conversación para que el sonido de la aguja no fuera el único que sonara en todo el estudio.

-Algo así- susurré.

-¿Te gustaría vivir en Nunca Jamás?

-Sería bonito- suspiré recordando aquellos tiempos en los que era niña y deseaba con todas mis fuerzas que Campanilla se colara en mi habitación y me llenara de polvo de hadas.

-Allí todo está infravalorado. El amor, las parejas... Tú no sobrevivirías ni una semana allí.

-Eso da igual. Está Peter... y Peter es suficiente.

Me quedé mirando a la nada y no me di cuenta de que Owen se había quedado mirándome embobado.

-¿Qué pasa?

-No sé... Has mostrado una faceta de ti que no conocía.

-¿Cuál?- inquirí.

-La inocente.

Hablar de cuentos para niños hacía que todo el mundo pareciera más tierno, más infantil, más casto, pero lo que no había que olvidar era que ninguno de los personajes de esos cuentos era inocente.

-Nunca me has llegado a contar qué significa el tatuaje de tu muñeca. Es una línea que representa los latidos de un corazón, ¿verdad?

Me paralicé por un momento. No esperaba esa pregunta.

-Sí- respondí incómoda-. ¿Queda mucho para terminar el tatuaje?

-No, solo me falta dibujar a Michael. ¿Cuándo te lo hiciste?

-No lo recuerdo. Hace mucho.

-¡Oh, venga! El primer tatuaje nunca se olvida. Te lo digo yo, que soy tatuador y amante de este arte.

-Owen- le corté seria y su sonrisa se desvaneció.

Mi ceño estaba tan fruncido que me dolía y, sinceramente, ya no me apetecía estar aquí con él. Quería levantarme y que me terminara de hacer a Michael otro día. Necesitaba salir de allí, ir a la calle y sentir el aire de Nueva York en la cara. Hubiera preferido no venir aquí si hubiera sabido que me iba a sacar ese tema. Hubiera preferido enfrentar al chico canadiense en el club. Hubiera preferido que me clavaran mil cuchillas en el cuerpo antes que su recuerdo. Su doloroso y agonizante recuerdo.



¡Buenas! Últimamente no solía hacer notas de autor pero como este es el primer capítulo del último libro sentía que necesitaba hacer una.

Tal vez este libro no empieza como esperábais y tal vez los acontecimientos no se desarrollan como queréis pero solo os digo que paciencia, que sigáis leyendo y disfrutéis de la escritura (que intentaré que sea lo mejor posible). Con esto no estoy aventurando que las cosas vayan a ir mal, o bien, o regular. No os anticipéis que aún queda mucho para el final.

También quiero decir que este libro no va a ser tan largo como el último porque creo que el segundo se me fue un poco de las manos, pero vamos, será lo suficientemente largo para tener un buen final.

Como estos son los primeros capítulos me gustaría que comentárais qué os ha parecido, si os gusta o no y, la verdad, me gustaría que desaparecieran los lectores fantasmas porque siento que la cantidad de comentarios se queda muy corta con la cantidad de lecturas que hay y a una, como escritora, le gusta ver si a sus lectores les gusta lo que escribo, la historia, los personajes, etc. Así que, por favor, no seáis tan vagos y dejad al menos un comentario y un voto, que no cuesta nada ;)

No quiero entretenerme más, así que solo quiero deciros que espero que os guste y que lo disfrutéis al máximo. Mil gracias por leer. ¡Os adoro! :D

Patri xx


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