Hay historias ocultas que desean ser descubiertas con el tiempo, otras que nunca serán contadas y pocas que son reveladas con la verdad.

Cathrina Pierce nunca imagino que su hermana se desvanecería como un rastro de polvo en el viento. La única persona que había estado con ella desde el inicio de la carrera había sido Kai Andrews, un joven de madre coreana, y padre norteamericano que ahora vivía en un apartamento cerca del barrio chino.

Y desde que ella comenzó a salir con Sebastian Bissett, los tres quedaban de vez en cuando para beber cerveza, ver películas ó llegar ahí para después pasar un par de horas en algún bar de la zona.

Sin embargo, Sebastian había propuesto pasar aquella tarde en Lotto, una cafetería nueva a un par de calles.

—Me gusta que el menú sea vegano. — señalo Kai con aires de convicción.

— ¿Desde cuándo te interesa el veganismo? — Sebastian bufó al respecto.

—Piensa que debe bajar un poco de peso antes de su cumpleaños. — lo excuso Cathrina como si fuera un hecho que ya estaba harta de repetir.

— ¿Bromeas? Si adelgazas más terminaras por verte casi tan demacrado como el nuevo amigo de Wesley. — Sebastian trono los dedos como si intentase traer el nombre del chico parisino de vuelta a su memoria.

— ¿Cómo Aiden LeClair? — sugirió Cathrina. — ese chico me da bastante lastima, todo el tiempo esta triste o incluso ido. Como si fuera parte de otro mundo, me da miedo.

—Solo es tímido, y después de lo que sucedió intentaría entenderlo un poco. — lo defendió Kai. — es difícil empezar de cero cuando llegas a otro país.

—Aiden no es alguien que llegue sin nada a otro sitio. — Sebastian les miro a ambos con obviedad. — antes de llegar a Manhattan él y Wesley ya habían entablado una amistad, y si no fuera por mi mejor amigo, ese zombie fashionista no estaría involucrado con ninguno de nosotros.

Kai y Cathrina rieron al unísono.

—No seas malo con él, después de todo me recuerda un poco a Virginia, tengo entendido que ambos trabajaban en la misma agencia de modelaje. — Cathrina suspiró melancólica. Como si recordar a su hermana realmente le resultara sumamente doloroso.

—Vamos Cath, no te pongas mal. — Kai la rodeo por los hombros con uno de sus brazos. Un acto que causo en Sebastian una punzada de celos que imagino jamás sentiría.

Cuando conoció a Kai imagino que sería homosexual, por usar ropa tan holgada como kimonos o palazzos cortos, su cabello de colores y su fascinación por la joyería, pero eso solo era parte de su extraña extravagancia.

A Kai le gustaban las chicas, lo sabía desde la forma en la que veía a Cathrina, y como intentaba consolarla.

—Seguramente Aiden puede saber algo, tanto el cómo Wesley mantienen contacto directo con el dueño, Stephano Lombardo. — aseguró Sebastian con la intensión de recuperar la atención de su novia.

—No lo sé, tengo miedo de pensar de que mi hermana este desaparecida, o incluso muerta. — admitió la chica irguiéndose sin muchos ánimos sobre su asiento. Un movimiento que obligo a Kai a quitarle las manos de encima.

—No quiero ser pesimista, pero hay una probabilidad de que ande por la ciudad buscando alguien que le ofrezca drogas. — agrego Sebastian. — pero eso es aún más esperanzador que imaginar su perdida.

Hubo un silencio en la mesa.

— ¿Se supone que eso debe hacerme sentir mejor? Mis padres están destruidos, piensan que Virginia es la que no quiere contactarlos, pero estoy segura de que algo le pasó.

Cathrina bebió un poco de su té blanco y humeante buscando que el contacto con el calor la calmara un poco.

—No creo que Aiden esté dispuesto a hablar sobre mi hermana después de lo que acaba de ocurrir con Kalena, dicen que la pobre ha quedado en un estado crítico después del accidente.

La chica suspiró resignada a lo que pudiese ocurrir.

Kai se mantuvo expectante con Cathrina, pero Sebastian siempre quedaba pensativo acerca del caso.

¿Por qué razón Kalena no se detendría para cruzar al otro lado de la acera?

¿Por qué Aiden sufrió un pre infarto?

¿Virginia habría tenido que correr de Aiden en algún momento?

Existen rompecabezas cuyas piezas están ocultas, pero la historia de Virginia era un rompecabezas con piezas extraviadas, y mientras la verdad sobre su persona no saliera a la luz, más chicas correrían la misma suerte que ella.