11: Un chico y sus secretos
Durante la clase de ilustración, Kalena decidió hacer una pausa para descansar del fuerte olor a solvente que despedían los marcadores.
Ella prefería las acuarelas, pero no su profesor.
La chica se dirigió a la cafetería sin muchos ánimos, sin embargo, no perdía la elegancia de su caminar hasta llegar a su destino, donde decidió comprar un té de menta para relajarse.
Miró su teléfono un segundo, sintiendo que era buena idea hablar con Elise y decirle que abandonara la clase por unos minutos, pero un par de risas molestas llamaron su atención justo en aquel instante.
Kalena alzo la vista disimuladamente, solo para observar a dos chicos murmurando sobre Harper Lewis, que había apresurado el paso por alguna extraña situación, con las mejillas encendidas y la mirada baja.
— ¡Harper , espera! — Kalena abandono su asiento en la cafetería para seguirle el paso, pero el chico parecía no querer hablar en lo absoluto.
— ¡Harper ! —Kalena insistió con un poco más de autoridad, y el chico únicamente detuvo su paso, y se giró con resignación para encontrarse de frente con ella
—Hola. — Harper intento sonreír, pero esta ocasión realmente se le veía forzado.
— ¿Ocurrió algo en el baño de chicos? Porque te vi abandonar el lugar como si hubieras visto un cadáver. — Kalena bufo en un fallido intento por animarlo.
—No lo entenderías, por todos los cielos, he sido supremamente descuidado estos últimos días. —
— ¿En qué sentido? — Kalena sugirió con interés después de notar que en la manga del chico había una pequeña mancha escarlata.
Harper pudo adivinar que la mirada de la chica estaba sobre la manga que había descuidado desde que abandono el baño de chicos. —en muchos. — respondió casi de inmediato. — Ahora si me disculpas, debo ir a tomar lo que queda de mi clase de francés.
—Descuida, te veo esta noche, creo que Aiden asistirá con Weasley. —Kalena añadió restándole algo de importancia.
—Ho, genial, tú y tu amiga pueden asistir con el amigo de Wes si quieren. — Harper se despidió con una sonrisa antes de marcharse a cualquier otro sitio donde pudiese respirar algo de paz.
—Ahí estaremos. — Kalena se despidió con un movimiento de mano antes de mirar su teléfono y darse cuenta de que el tiempo no había transcurrido tan rápido como hubiese deseado.
La chica diviso una última vez el baño de hombres intentando sacar una explicación acerca de la mancha de sangre, una que bien pudo haber salido de su nariz por insolación.
Pero apenas estaba por entrar la primavera, y podía sentir la brisa erizando su piel bajo la ropa.
Harper , el chico atractivo de ojos azules y cabello quebrado era tan encantador como misterioso.
¿Qué clase de secretos podría ocultar una persona tan dulce?
Los chicos tienen secretos, a veces por muy absurdos que pudiesen parecer, podían convertirse en su propio talón de Aquiles, y eso en Kalena despertó un interés inexplicable.
Acto seguido, tomó un último sorbo de té, y se marchó de vuelta a la clase de ilustración.
Harper caminó lejos, seguro de imaginar que, de no haber entrado al sanitario, hubiese llegado a casa incomodo, pero sin sentirse avergonzado ante otros hombres, y tan expuesto con las chicas, como una pesadilla que no parecía tener final.
Y una vez que decidió abandonar la escuela, decidió tomar un taxi que lo llevara a algún supermercado para conseguir alcohol para olvidar de nuevo, otro trago amargo en su vida.
Un par de mimosas y algunas presentaciones forzadas por parte de Weasley, Aiden no perdió la primera oportunidad de acercarse a Virginia, que parecía estar a solas mientras Sebastian prestaba atención a otras personas a su alrededor.
Lo cierto es que no pudo dejar de observarla como un lobo pendiente de su presa.
Cathrina era poco similar a Virginia, pero ambas sin duda poseían la misma tez, y el mismo cabello. Sin embargo, Virginia solía ser más esbelta y delgada.
Cathrina tenía las curvas más pronunciadas, y supo en ese instante que Sebastian se había enamorado de la silueta seductora reloj de arena, y no de la chica.
— ¿Por qué no te animas a hablar con otros invitados? — Aiden rompió el silencio bebiendo de su espumosa mimosa fría.
—Podría preguntarte lo mismo, nosotros podríamos conocernos en la universidad. — Charlotte intento sonreír.
—Los padres de Wesley Goldman son muy amigables, igual que Davina, pero, no pueden conversar con una sola persona toda la mañana así que esta es una buena excusa para conocernos ¿No lo crees?
Aiden sugirió antes de dar otro sorbo y mirar a su alrededor, como si buscara un sitio mucho más privado para llevar a cabo sus intenciones con la chica.
—Bien, además de estudiar moda, igual que tú, tengo un empleo de medio tiempo en la cafetería del hospital donde Sebastian lleva a cabo algunas prácticas, ahí nos conocimos. — Katrina dio un sorbo a su copa y arqueo una ceja antes de buscar a Sebastian con la mirada.
—Eso es tan romántico. — Aiden sonrió mostrando sus perlados dientes, y sus encantadores hoyuelos en ambas mejillas. — tu hermana debe celarte por salir con un chico tan atractivo.
Cathrina apartó la vista pensativa por un instante. — En realidad Virginia no piensa tanto en chicos, ha tenido uno que otro novio, pero ninguno ha durado tanto después de que se marchara a probar algo de suerte en Paris.
—Seguramente le encantará. — Aiden puso la mirada en blanco sin dejar de sonreír, como un acto de ilusión lo suficientemente fingido para que Charlotte volviera a la seriedad de un segundo a otro.
—Lo sé, no ha llamado, solo espero que este a salvo, posando o conociendo la ciudad, es su primer viaje sola ¿Puedes creerlo? A penas cumplió dieciocho y papá la sorprendió con un boleto directo a Paris. — Katrina curvo los labios con la vista fija en alguna parte, como si algún recuerdo en su memoria le hubiese regalado un instante de ilusión.
—Seguro, Paris es hermoso, a puesto que esta de maravilla. — Aiden se encogió de hombros. — probando la comida, pasando la tarde en un shooting o descansando...
El chico pudo recordar momentáneamente la situación de aquella noche.
La música, los modelos, El gusto a alcohol y humo de cigarrillos.
Y un cuerpo hundiéndose por su propio peso en las profundidades del Sena.
Virginia Pierce había muerto, y su familia ignoraba los hechos, Aiden miraba fijamente a Charlotte como si jamás hubiese tenido contacto con su hermana, como si jamás la hubiese envuelto en un mantel de coctel, como si jamás se hubiese deshecho de su cuerpo.
Cathrina iba a mencionar algo más, justo cuando Sebastian apareció a lado de un señor parecido a él, con el cabello algo canoso, y algunas arrugas de expresión en el rostro.
—Chicos, me alegra encontrarlos, quiero presentarles a mi padre, Christian Bissett.
Sebastian parecía bastante complacido de presentar a su padre, que llevaba un traje similar al de su hijo. —Padre, ellos son Katrina Pierce, mi novia y Aiden LeClair, el chico es parisino, vino a estudiar un año a Manhattan.
—Un placer. — Christian saludó a ambos estrechando su mano con una sonrisa cálida. — ¿Qué te parece la ciudad? — se dirigió especialmente a Aiden con el ceño ligeramente fruncido.
—Bastante imponente. — Aiden admitió sin más. — pero sin duda es agradable, he hecho amistades muy rápido.
—Me da gusto ¿Quiénes son tus padres? — Christian suavizo su expresión esperando que el joven parisino pudiera señalar a alguien entre los presentes pero Aiden solo dio la misma respuesta de siempre antes de disculparse para ir al sanitario, y buscar a Wesley en el camino.
Y sin éxito alguno entro al lobby solo para percartarse de que en efecto, el joven neoyorkino estaba coqueteando con una joven algo robusta, pero cuyas corvas eran tan prominentes y provocativas como Marilyn Monroe.
Aiden tenso la mandibula antes de mirar a otra dirección y ponerse gafas para el sol, por alguna extraña razón los celos lo sobrepasaban, a pesar de saber que Wes era el novio de Irina, y que podía serle infiel las veces que deseara, la idea de saber que prestaba atención a otras personas menos a él terminaba en una sensación incomoda e indescriptible para el chico parisino.
Aquella tarde terminaba con satisfacción y desilusión a partes iguales, Charlotte solo sospecharía acerca de su hermana a penas terminara la semana sin recibir noticias sobre ella, Weasley serviría su propio postre, y Sebastian se convertiría en la única conexión que lo mantendría cerca de ellos.
Los peones que sacrificaría antes de admitir la derrota, y enfrentar los cargos por homicidio.
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