Capitulo 1: El príncipe que escribía.
En un Kiosco rodeado de flores hermosas, estaba un joven de cabellos negros como el azabache, de buen porte y ojos oscuros como el café.
Leía con un rostro pensativo en una hoja de papel palabras inscritas con su caligrafía.
Finalmente remojó la pluma en el tintero y añadió —: Espero con ansias nuestro encuentro, mi querida Avaly. —Luego cogió su taza de té y bebió mientras esperaba a que la tinta se secara.
Pasado un rato revisó por última vez que su manuscrito estuviera en orden, añadió su carta y selló el paquete.
Tomó de su bolsillo su reloj para mirar la hora.
—Doce con trece —pronunció para sí mismo.
Regresó el reloj a su bolsillo y se levantó de su asiento con el envío para la princesa de NorthLand entre sus manos.
Se alejó de su jardín personal y llegó hasta el jardín de Stor.
Miró al rededor, las plantas y el pasto crecían sólo en las orillas del lugar ya que Stor las aplastaba con su sola presencia.
Stor, era el nombre del dragón de la familia Real de SouthLand
El dragón blanco descansaba debajo de un árbol; el único que había ahí... El único que no había sido quemado o derribado por el mismo dragón.
Al sentir la presencia de su príncipe, Stor levantó la cabeza y lo observó hasta que estuvieron frente a frente.
Ursfeli, el príncipe de El Sur, llevó su mano derecha sobre el dorso nasal del dragón.
—Hola amigo —dijo con empatía y gentileza.
A veces sentía que Stor lo miraba con indiferencia como si fuera un ser superior a él y vaya que lo era, entonces se preguntaba por qué un ser superior e imponente cómo un dragón servía a los hombres.
Pero esa respuesta no la tenía, nadie en realidad.
Dejó sus cavilaciones a un lado y le habló.
—Stor... Un portal a NorthLand... Para Avaly.
Una sonrisa surcó su rostro al nombrarla.
El dragón obedeció y frente a él apareció un halo de luz.
Acercó el paquete con su manuscrito y éste comenzó a atravesar el halo, aparentemente estaba desapareciendo pero en realidad estaba siendo enviado a otro sitio, a NorthLand.
El príncipe soltó el paquete dandole un pequeño empujón y finalmente desapareció en el aire.
—Gracias Stor —dijo el principe inclinando levemente la cabeza.
Luego el dragón bajó la cabeza y el halo de luz desapareció.
...
La princesa Avaly; la siguiente heredera al trono de NorthLand, leía en su salón de estar.
Su lectura fue interrumpida por el repiqueteo de la puerta.
—Adelante —pronunció desde su sitio.
La persona al otro lado de la puerta abrió y entró con un paquete en sus manos.
—Ha llegado hace unos momentos, alteza —dijo la mujer.
Avaly cerró su libro y se levantó para recibir el envío; y agradecer a la mujer quien se retiró luego de eso.
Con la yema de su dedo índice siguió las líneas que conformaban el emblema de SouthLand.
Ya se imaginaba lo que era y cuando abrió el paquete lo confirmó.
Dejó a un lado el manuscrito y leyó la carta del príncipe sureño.
—“Mi promesa ha sido cumplida, por fin he terminado la historia. Espero emocionado que la disfrutes tanto como las otras historias.
Mi asistencia al baile está confirmada...
Espero con ansias nuestro encuentro, mi querida Avaly.” —decía en la hoja.
Las mejillas de la princesa se tornaron de color rojo.
También estaba emocionada de verlo, cuando estaban juntos y sobre todo con la correspondencia de las cartas ella disfrutaba mucho de él y sus palabras.
Siempre había algo de que hablar.
Estaba contenta, éste sería el segundo baile que compartiría con él.
A sus dieciséis años asistió al primero de sus bailes, el cual se celebró en el reino que estaba en el Este, donde por casualidad lo conoció antes de la gala.
...
Caminaba a toda prisa, estaba cansada había tenido que cruzar casi medio castillo por haber olvidado el libro.
Cuando finalmente llegó, había un muchacho elegante en aquella banca en la que se había sentado.
Cuando se acercó más, su corazón dio un salto y sus mejillas se ruborizaron...
Él tenía el libro en sus manos y leía justo donde había dejado el separador.
Hizo memoria, no había nada inapropiado en aquella página pero aún así...
El muchacho levantó la cabeza y le sonrió.
—Buen día —inclinó la cabeza luego de saludarla.
—Buen día —respondió ella —Disculpe...
—¿Qué pasa? —preguntó él.
—El libro.
—¿Es tuyo? —se adelantó.
Ella asintió enseguida.
—¿Te gusta la historia? —su tono de voz era gentil mezclado con interés.
—Sí, realmente —contestó con confianza y una amplia sonrisa.
El jóven cerró el libro y se puso de pie.
Ella se acercó para recibirlo.
—Me alegra... Gracias, por disfrutarlo —le entregó el libro y se alejó.
Ella lo siguió con la mirada y el volteó para despedirse con un ademán de la mano.
...
Aquella noche había descubierto dos cosas, aquel joven era el autor del libro que ella leía con tanta emoción y que además era el mismísimo primogénito del monarca de SouthLand.
Bailaron y conversaron aquella ocasión, las palabras entre los dos fluían como si se hubieran conocido de toda la vida. Había tanta confianza y naturalidad al comunicarse entre ambos que decidieron mantener aquella sensación por más tiempo.
Se escribieron cartas y se vieron algunas veces durante aquel año.
Él le contaba sobre sus historias, sus ideas y le pedía su opinión, a veces cuando él se frustraba buscaba su apoyo y ella se lo daba. Era como una especie de simbiosis. Ella lo animaba, él conseguía la inspiración que necesitaba y ella obtenía las historias antes que nadie.
Luego de leer la carta del príncipe, ella comenzó a redactar su respuesta con una sonrisa.
—“[...] También lo espero con ansias...”
...
Fin del capítulo
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