🌈"Planes"🌈
—¿Cuándo nos veremos y a qué hora? —pronunció Charlie, su voz temblando ligeramente.
—Puedes venir con tu novio. Que sea mañana, en la noche, mejor dicho, por la madrugada —sentenció Coule Bernasconi, su tono inmutable y frío, como si las palabras fueran cuchillos cortantes en la penumbra de la noche.
—De acuerdo —respondió Charlie, colgando la llamada. La conversación lo dejó con un mal presentimiento; el eco de la voz de Coule parecía aún resonar en su mente, envolviéndolo en una sensación de inquietud que no podía ignorar.
—Iré contigo y avisaremos a tu padre sobre esto —espetó Eminem, sus palabras cargadas con una resolución que ocultaba su propio temor.
—Él no ayudaría, podría estropearlo todo. Es mejor no involucrarlo —sentenció Charlie, sus ojos reflejando un miedo profundo. La última cosa que necesitaba era que su padre, con su tendencia a exagerar, interfiriera en lo que se sentía como un enigma que debía resolverse en la oscuridad.
—Está bien, pero podríamos avisarles a Brad y Hunter, para que estén al tanto y puedan estar pendientes —comentó Eminem, la preocupación en su voz mezclada con un atisbo de estrategia.
—Es una buena idea —dijo Charlie, recostado en el sofá, con los párpados pesados de cansancio. A medida que el sueño lo arrastraba, no podía sacudirse la sensación de que algo espeluznante estaba por suceder. La habitación parecía encogerse, y el aire se llenaba de una opresión palpable. El silencio nocturno estaba cargado de presagios ominosos, como si la misma casa estuviera conteniendo la respiración, esperando el evento que se desarrollaría en la oscuridad.
Un frío inquietante llenaba el espacio, haciendo que cada sombra pareciera más alargada y cada crujido más significativo. Las paredes, cubiertas con sombras inquietantes, parecían susurrar secretos que nunca deberían haber sido descubiertos. En el fondo de la mente de Charlie, la duda y el terror se entrelazaban, creando una maraña de incertidumbre que lo mantenía en vilo.
A medida que la noche avanzaba, el reloj seguía marcando las horas con un ritmo implacable, como el latido de un corazón temeroso que se prepara para el enfrentamiento con lo desconocido. La promesa de una reunión con Coule Bernasconi a la medianoche se llenaba de un misterio tan espeso que se podía cortar con un cuchillo, dejando a Charlie y Eminem atrapados en una red de suspenso y anticipación.
Era una historia en la que nadie le había preguntado si quería vivir, cómo y con quien vivirla. Creo que es como cuando lo lees la letra pequeña de un contrato y luego sobreviene una avalancha de pesares sin fin. Charlie, el hijo del Sheriff del pueblo de Dresden, un desprotegido ante los daños que pudiera sufrir, una paradoja.
Pero lo único que a él le daba fortaleza era sentirse tan amado por su pareja, no tenía a nadie más, incluso sus amigos, eran los suyos, que haría si algún día se terminaba su amor, eran preguntas que recorrían la mente de Charlie, como si le anunciaran un terrible suceso, uno más de los tantos que habían acontecido y este podría ser el peor.
Aun recordaba cuando se egresó de la preparatoria de su pueblo y a pesar de los terribles sucesos que sobrevinieron después, una escena espléndida pasaba por su cabeza y le sacaba una sonrisa, el día en el que Eminem Grey se apareció en el baile de graduación para bailar juntos la pieza musical que tanto les gustaba.
Él no sabía si Eminem aparecería, Charlie era casi un universitario en un baile de preparatoria, pero el rubio estaba allí por su padre, para complacerlo, aunque los padres no estuvieran en el salón, ambos se tenían solamente el uno al otro, como muchos en Dresden, por lo que decidió asistir sin tanta queja.
También recordaba que para Gabrielle y Coule, la canción favorita del baile escolar era,"Yellow", Charlie, miraba desde lejos el romance entre ellos, porque estaba sentado junto a la mesa de bebidas. Pero no fue hasta luego de unos minutos que sus ojos se clavaron en la mirada de Eminem Grey. Y en ese momento comenzó a sonar otra canción llamada, "Mirrorball", sonaba cada vez con más fuerza, una melodía que llegaba al alma y en ese instante presintió que esa sería la eterna canción favorita de ambos.
Eminem entraba por la puerta principal con un porte que deslumbraba: un traje bordó brillante que capturaba cada rayo de luz escurridizo, como si acabara de emerger de un cuento de hadas. El traje, lujoso y radiante, se ajustaba a su figura con una elegancia digna de un príncipe sacado de una película de Disney. Cada movimiento suyo era un juego de reflejos y destellos, resaltando en la penumbra del salón.
El ambiente estaba cargado de una oscuridad que parecía engullir el espacio, pero Eminem avanzaba con una determinación que, aunque visible, no lograba disipar la inquietud en sus ojos. Trataba de discernir entre las sombras, buscando a Charlie con una mezcla de expectativa y nerviosismo. Su mirada se movía de un lado a otro, ansiosa por encontrar a su pareja en ese entorno incierto.
El nerviosismo de Eminem era palpable, su respiración era un leve susurro en la quietud de la noche. Este estado de agitación no solo acentuaba su belleza, sino que también le daba un aire de vulnerabilidad y emoción que encantaba a Charlie. Para él, era en esos momentos de nerviosismo que Eminem mostraba su lado más auténtico, esa sonrisa que parecía tener el poder de iluminar incluso los rincones más oscuros.
La sonrisa de Eminem, a pesar de su inquietud, era una de esas que podía iluminar la habitación, una mezcla de vulnerabilidad y encanto que parecía desafiar a las sombras mismas. Cada vez que sus ojos buscaban y se encontraban con las formas imprecisas de la oscuridad, su expresión se volvía más intensa, como si estuviera a punto de descubrir algo tanto esperado como temido.
En medio de esa atmósfera cargada de misterio, Eminem se movía con una gracia casi etérea, su figura recortada contra el telón de fondo oscuro del salón, su presencia era tan encantadora como inquietante. Cada paso que daba, cada vistazo que lanzaba hacia la oscuridad, añadía una capa más a la complejidad del momento, un contraste fascinante entre su elegante vestimenta y la penumbra que lo rodeaba.
—Estás aquí.—pronunció Eminem Grey.
—No creí que podría encontrarte por aquí.—espetó Charlie.
—Pues, por si te habías arrepentido, fuiste tú el que me había invitado.—respondió el chico acercándose a su oído por el bullicio musical.
Aquella sensación había causado en Charlie algo que jamás había sentido por alguien, amor, una electricidad que no cambiaría por nada en el mundo.
—No, cómo iba a olvidarme.—expresó Charlie algo sonrojado.
—¿Bailas conmigo esta pieza?—preguntó Eminem sonriendo nuevamente con nerviosismo.
—Por supuesto.—asintió Charlie, poniéndose de pie.
Eminem tomó sus manos, una de ellas la llevó a us cintura y así achicaron el espacio que había entre ambos, a lo que Charlie se atrevió a recostar su cabeza en el hombro del chico. Charlie, se sentía algo raro, con el tacto de la mano que tenía en la cintura de Eminem podía sentir el abdomen marcado del mismo y este al darse cuenta le gustaba que Charlie hiciera aquello.
—Dejaría que hicieras eso toda la noche, pero en otras circunstancias.—Eminem volvió a susurrar en su oído.
—Por favor deja de hacer eso o va a darme una jodida erección.—soltó Charlie.
—Podría causarte eso y mucho más Charlie Sit. George.—dijo Eminem mirando fijamente a los ojos del rubio, esas miradas cómplices de un amor juvenil.
Charlie no pudo contenerse y en plena pista de baile unió sus labios a los de Eminem, esa sensación no se olvida, una especie de adrenalina que recorre todo el cuerpo, que los hace más que amigos, amantes o seres vivos, les hacía sentir un enamoramiento capaz de afrontar todo lo que fuera y de dar la vida él uno por el otro de ser necesario.
—Buenos días precioso.—enunció Eminem llevando el desayuno hasta el diván donde Charlie se había quedado dormido.
Charlie, empezó a abrir sus ojos, todavía le costaba, ya que entraba una gran luz por la ventana de la sala de estar. Pero al lograrlo, vió que su novio estaba a su lado, se sentía tan amado, que a veces se preguntaba qué había hecho para merecer a semejante persona en su vida.
—Buen día cariño.—expresó Charlie recibiendo el desayuno.
—¿No vas a darme una recompensa por el esfuerzo?—decía Eminem haciendo gestos de perro mojado para que su novio le regalase un cálido beso.
—Te lo mereces.—dijo Charlie besándole la mejilla con dulzura.
En ese momento y como si se tratase de un globo que se desinfla, Eminem cayó en conciencia en lo detestable que era y en que no merecía siquiera el mínimo gesto de amor por parte de Charlie. Pero tenía dos opciones, hacerlo el hombre más felíz del mundo por el tiempo que pudiera y dejar que el tiempo pasara hasta que el secreto fuera descubierto o divulgado por Blaz Heber. O decirle lo ocurrido a Charlie como un verdadero hombre y afrontar las consecuencias que eso traería consigo.
—No digas eso, no merezco tu amor.—vociferó Eminem.
—¿Por qué dice eso?—preguntó Charlie con seriedad.
—No es nada, solo porque eres el hombre más perfecto de toda la tierra.—expresó Eminem besando los labios de su novio con tanta dulzura que se notaba a distancia que ambos se amaban.
—Tu también eres el hombre más perfecto de toda la tierra.—Charlie enunció sonriente.
—Pero sólo puede haber uno en la tierra y ese eres tú.—musitó Eminem.
—¿No tendrías que estar en clases hoy?—preguntaba el rubio mientras masticaba una galleta de chocolate.
—No podía dejarte solo, además esta noche tenemos planes —expresó Eminem con una sonrisa traviesa, mientras extendía la mano para robar una galleta del tazón que reposaba sobre la mesa. La galleta, aún tibia, crujió ligeramente al ser arrancada, y Eminem, con un gesto juguetón, la llevó a su boca, disfrutando del sabor dulce mientras miraba a Charlie con complicidad.
La atmósfera, que había sido de calidez y relajación, pronto se tornó inquietante cuando el sonido de un golpe fuerte resonó a lo lejos. Los dos se miraron, un ligero escalofrío recorriendo sus espinas dorsales. El crujido de la galleta se desvaneció en el silencio creciente que envolvía el lugar.
Charlie, aún en shock, dejó su galleta a medio comer mientras Eminem se levantaba con rapidez, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y curiosidad. La comodidad del momento se esfumó, reemplazada por la urgencia de cumplir con los planes que habían hecho para la noche: su visita a Coule Bernasconi.
—¿Qué fue eso? —preguntó Charlie, su voz cargada de una tensión nerviosa.
—No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí —respondió Eminem, su mirada fija en la puerta, como si esperara que algo más siniestro se manifestara.
Con una última mirada hacia el tazón de galletas, que ahora parecía insignificante comparado con la creciente sensación de intranquilidad, ambos se apresuraron a prepararse para salir. La noche que prometía ser una simple visita a Coule Bernasconi ahora parecía cargar con una sombra ominosa, interrumpiendo sus planes y envolviendo cada paso con un sentimiento de inminente inquietud. La anticipación del encuentro con Coule se mezclaba con el creciente temor de lo desconocido, transformando lo que iba a ser una noche de revelaciones en una carrera contra algo más oscuro y siniestro.
CONTINUARÁ...
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