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4.- Polvo, humo y fuego.

CAPÍTULO DEL ASEDIO

Pasaron unos cuantos años desde que Diego y Viktor se fugaron de su cómodo y acogedor hogar para vivir un sin fin de aventuras en los campos de batalla. Durante ese tiempo lucharon a la banda de mercenarios a las órdenes de Gambino el Cojo, los dos chicos se fortalecieron y mejoraron muchísimo tanto en el arte de la espada como su puntería o incluso el manejo de armas mayores como martillos o lanzas. Los dos se habían transformado en unos pocos años en un referente para el resto de soldados, pues no tenían rival.
Diego tenía una puntería soberbia y con una pequeña espada hacía que cualquier rival retrocediera.
Viktor por otro lado era muchísimo más lanzado, llevaba una espada larga, una capa roja y no traía puesto casco, por la mala costumbre de quitarse el yelmo en medio de la batalla o directamente usarlo como arma.
Mientras Diego con sus brillantes estrategias tumbaba enemigos enormes con una facilidad pasmosa, Viktor le cubría las espaldas con su espada o con sus puños. Los dos juntos hacían un equipo perfecto.

Año x306 Agosto
Viktor y Diego se encontraban dentro de una especie de tienda de campaña militar, donde se estaban entablando una emocionante partida de ajedrez, pero Diego ganaba por mucho a Viktor al cual le faltaban la mayoría de las fichas.
Viktor miraba ensimismado el tablero, intentando decidir cuál de sus fichas sería la que realizaría el siguiente movimiento. Para esto el chico no dejaba de tocar su pelo, algo largo y negro, con su típico tono desaliñado y juguetón.
Por otro lado Diego parecía más interesado el ver las divertidas y didácticas expresiones de Viktor a la hora de pensar. Diego llevaba puesta una especie de armadura de cuero con platos de metal en el hombro y en el pecho, así como guantes de cuero y una especie de casco que le era demasiado grande como para ser suyo. Éste casco tenía una gran pluma verde y se zarandeaba cada vez que Diego se movía.

-Realmente, ¿cómo lo haces?- preguntó Viktor
-¿Tienes algún tipo de estrategia cuando juegas conmigo?- Insistió Viktor de nuevo.
-Pues por supuesto que la tiene- Dijo una voz desde el interior de la tienda. El que respondió fue el mismo que el día en que llegaron le prestó su espada a Viktor para enfrentar a Igor. El hijo de Gambino, Gabi, que había sido su compañero desde que llegaron aquel día.
-Lo que sucede es que la estrategia que utilizas tú es muy simple- Le increpó el chico -Te lanzas al ataque con los caballos y ni si quiera mueves todos los peones. Mientras que tu hermano tiene una mejor resolución y utilizas todas sus fichas para ganar.- Aclaró Gabi.
El chico era unos años mayor que Viktor y Diego, pero no era mucho mayor, rubio y con los ojos verdes claro como los de su padre le dejó en evidencia y la reacción de Viktor fue levantarse de la silla y echarse encima en una de las alfombras al fondo de la tienda.
Diego de levantó y se quitó el enorme y redondo yelmo gris que llevaba, dejándolo encima de la silla y haciendo visible su pelo largo y rubio que no se había molestado en cortar desde hacía ya tiempo. Una cabellera envidiable, heredada sin lugar a dudas de su madre. La cara de este era la misma de siempre, amable y fina, cualquiera que le viese de lejos podría pensar que se trata de una doncella, por su gran educación y su porte refinado, contrastando con el rudo comportamiento de su hermano y de Gabi.
Gabi y Diego rieron juntos y este último se acercó a Viktor y le dijo:
"Tranquilo Vik, te daré algunos consejos para mejorar y seguro que a la próxima me ganas."
-¿Realmente crees eso?- preguntó Viktor, algo desesperanzado.
-Claro que...- Intentó decir Diego, pero no logró terminar la frase, pues un estruendo ensordecedor como de una explosión le interrumpió. Al mismo tiempo un fuerte temblor recorrió todo el suelo y desde el exterior solo se comprendían gritos y el característico sonido de los caballos trotando y relinchando.
"¡Ayuda!" Gritaban algunos, "nos atacan" o "Corred por los caballos" también se escucharon repentinamente y repetidas veces.
El primero que fue a ver que sucedía en el exterior fue Gabi, que se encontraba más cerca de la puerta.
Y al desabrochar los pequeños pasadores de metal y cuerda que mantenían la puerta cerrada pudo ver a decenas de soldados corriendo de un lado a otro mientras unas filas de tiendas más hacia el oeste se levantaban columnas de humo y fuego.
Viktor fue tras él y al salir de la tienda y observar el cielo lo supo, estaban bajo ataque.
Gigantescos bloques de piedra en llamas recorrían de forma veloz los cielos, dejando tras de sí enormes colas de humo negro.
Las rocas impactaban y destrozaban todo a su paso, dejando tras impactar un reguero de sangre y fuego.
Corriendo se les acercó entonces un soldado con la cabeza cubierta por un casco, y éste gritó: "Capitán Gabi, ustedes tres deben entrar al interior del muro". Pero Gabi le dio una negativa rápidamente.
-Por favor, los chicos y usted cojan caballos y vayan allí, el jefe les está esperando- Siguió pidiendo el soldado.
-¿Qué harán ustedes?- Peguntó Gabi agarrando del brazo al joven soldado antes de que se fuera.
-Tranquilo Capitán, les contendremos todo lo que podamos, pero le aseguro que si no podemos defenderles entraremos en la ciudadela y ayudaremos a la evacuación.- Dijo el soldado, decidido a cumplir las órdenes para que su capitán y los jóvenes se resguardaran temporalmente tras "el muro"
El soldado desapareció entre el polvo de la tierra levantado por los caballos que corrían en dirección al enemigo mientras que ellos tres se dirigieron al lado opuesto.
Corrieron entre los soldados, y los tres buscaron los establos improvisados que unos días antes colocaron en el campamento de milicias.
Al llegar, les devastó la visión de ver que una de las gigantescas rocas en llamas había aplastado parte del establo, matando así a varios de los caballos.
-¡Todavía quedan dos allí!- Gritó Gabi al divisar dos yeguas marrones unas tiendas más alejadas.
Gabi se subió en una y Diego en la otra.
-¿Montas conmigo?- sugirió Diego a Viktor.
-No gracias- Respondió por sorpresa Viktor -Llegad al muro, estaré con vosotros en un momento.- Sentenció el peli-negro desenvainando la larga espada que llevaba en su espalda. Cogió entonces un escudo del suelo, un escudo redondo y de madera con el borde de metal con remaches redondos y se fue en dirección contraria.
-¿Qué coño cree que hace?- Le gritó Gabi a Diego mientras Viktor se alejaba. -En una de sus excursiones hará que lo maten- Siguió diciendo Gabi.
-Tranquilo, se sabe cuidar él solo- Le tranquilizó Diego, tan seguro de sí mismo como de su hermano. Estaba harto de las temeridades de su hermano, pero siempre terminaban bien ¿verdad?

Los dos comenzaron entonces a galopar en dirección al "muro" fácilmente visible, incluso desde allí, pues era un muro real hecho de madera, con algunos surcos muy profundos en el suelo precediéndolo y en estos maderas muy afiladas y espadas rotas y oxidadas. Los agujeros eran para que cualquier enemigo, a pie o a caballo no se pudiera acercar al muro de troncos improvisado que resguardaba un pequeño poblado con un castillito en su centro.
Gabi y Diego entraron por una puerta levadiza en uno de los flancos del muro tras bastantes galopes de caballo esquivando gente, carros y otros caballos. Cuando lo hicieron vieron a un millar de hombres que serían los encargados de la defensa del poblado cuyo nombre ni se recuerda, en caso de que sus enemigos del Oeste consiguiesen traspasar tanto el campamento exterior como la muralla.
"¡Gabi!"Gritó alguien desde la multitud.
Era Gambino, que se acercó a los dos muchachos rubios cojeando hasta donde se encontraban, casi en la entrada.
-¿¡Solo sois dos!?- Les gritó.
-¿Dónde está mi maquina de ganar combates, quiero decir, el pequeño Viktor- rectificó rápidamente.
-Dijo que vendría enseguida- Aclaró Diego.
-Ese muchacho siempre hace que me cague me miedo cuando se encara a algún tio descomunal, y siempre acaba venciéndole. ¡Pero esque es tonto de remate!- Dijo Gambino golpeando el suelo con su bastón de madera. -Un día hará que lo maten, pero espero que no sea hoy, lo necesitamos...- Aseguró Gambino un poco preocupado.

Mientras tanto Viktor seguía buscando un caballo, cuando vio pasar a tres jinetes del bando del Oeste montando entre los hombres de su bando.
"¡Cuidado!" se oía gritar por donde pasaban. Mientras que los jinetes berreaban "Muerte a los del Sur".
Estos tres pasaron al lado de Viktor, pero parecieron no verle, porque fueron los tres directos como un flechazo hasta un grupo de tres soldados un poco más adelantados que él. Estos intentaron defenderse como pudieron, pero solo eran tres y no tenían caballos, por lo que la batalla fue más corta que larga y el grupo acabó muerto por las espadas y lanzas de los tres jinetes.
-¡Malditos!- Gritó Viktor al ver las cabezas de sus aliados golpear la arena y su sangre en las espadas de sus enemigos.
-Id a por ese chico vosotros dos- Dijo uno de los jinetes mientras se alejaba.
Al hacerlo uno de los que se quedó miró de arriba a abajo a Viktor y se dio cuenta de que debía tener unos 16 años.
-Relájate, solo es un chaval- Dijo éste entonces. -Déja que se vaya, tampoco hará demasiado-
-¡Me la suda! El jefe me ha dicho que lo haga y lo haré- Gritó el jinete que primero se dirigió hacia él.
Este lanzó un espadazo nada más acercarse lo suficiente a Viktor, pero éste lo detuvo con el escudo de madera.
Viktor desenvainó la gran espada de su espalda y dio un golpe lateral que sirviese tanto para defender como para atacar, deteniendo una vez más el corte de su rival y así desestabilizarlo.
-¡Menuda espada!- Dijo el jinete antes de caer de su caballo. El caballo tras esto se levantó sobre sus patas traseras y acto seguido se había largado.
Al caer al suelo, los relinchos del caballo que se alejaba eran fuertes y claros, estos hicieron apartar la mirada del caballero del suelo a Viktor.
-Maldito niño- Le dijo el hombre desde el suelo -Me las pagarás- Siguió él sin poder levantarse.
-Lo siento amigo...- Dijo antes de apuntar la hoja de su espada contra el segundo jinete.
-Menudo golpe chaval, en lugar de con estos perdedores, ¿no te gustaría servir a las órdenes de Gul y Rul?- Intentó convencerle el jinete mientras se acerba a él.
-¡Ni se ni me importa quienes sean esos malnacídos!- sentencia Viktor.
Este jinete al ver lo que le había ocurrido a su compañero decidió atacar a Viktor con su lanza en lugar de acercarse para atacar con su espada. La lanza se acercó peligrosamente al pecho del chico, pero éste se apartó en el último instante, pero a su vez consiguió agarrar la lanza entre su brazo y su costado, bajo su axila, impidiendo que el caballero la retirara.
Viktor tras ello agarró con fuerza el brazo del caballero y estiró de este para que cayera de su sitio.
El caballero cayó, golpeando el suelo con la espalda. Pero antes de que se lograra levantar, Viktor golpeó la cabeza cubierta por un casco del caballero con el borde remachado del escudo, dejándole inconsciente. Tras el sonido del golpe contra el metal, Viktor miró hacia todos lados buscando tanto al caballo como al otro jinete, pero rápidamente los divisó a ambos.
Envainó su arma y cogió al caballo de su enemigo caído.
-Gracias- Dijo Viktor al hombre inconsciente. -¿No me vas a impedir que me lleve a tú caballo?- Preguntó seguidamente. -Que alivio, si me hubieras respondido creo que hubiera gritado...- Siguió Viktor para si mismo.
El caballo tardó un momento en obedecer a su nuevo jinete, pero se puso en marcha atravesando humo y polvo por todo el campamento hasta llegar donde originalmente había un establo, el mismo donde se había separado de Diego.
"Espero que estéis bien, Diego" Pensó Viktor al pasar junto al establo incendiado.
"Ese es uno de nuestros caballos" Gritó otro jinete que había parecido de entre el humo.
-¡La compañía del Oeste recuperará lo que es suyo!¿A cual de mis inútiles jinetes has matado  para conseguirlo?- Dijo el jinete.
Este nuevo jinete llevaba una armadura mucho mejor que la de los dos anteriores, así como una capa de color rojo y un gran escudo de hierro.
-Yo soy uno de los mejores caballeros de toda Flusenora- Dijo este. -Ten por seguro que no me temblará el pulso a la hora de rebanarte el pescuezo¡te mataré!- Dijo el armado hombre antes de arremeter con su caballo contra el de Viktor.
Los dos estaban a la misma altura y corriendo prácticamente a la misma velocidad.
-¡Muere!- Gritó el caballero de oscura armadura antes de con una alabarda al muchacho.
La filosa parte de hacha de la alabarda del caballero fue detenida por la espada envainada de Viktor el cual solo había tenido que coger la empuñadura de esta y levantarla para no recibir el golpe en su propias carnes.
El recubrimiento de cuero de la espada estaba roto cuando se retiró la alabarda del caballero de esta. Acto seguido Viktor desenvainó su arma rápidamente y con ella golpeó a su rival, pero este se defendió. Detuvo el ataque de Viktor con el mango de su alabarda. Al hacer esto utilizó sólo una de las manos, lo que dejó las riendas de caballo sin tensar porque su mano izquierda sujetaba su gran escudo de hierro. Viktor aprovechó esto para cogerlas él y tirar de ellas hacia atrás para hacer que el caballo de su enemigo frenara en seco e hiciese al caballero caer de su caballo. Por desgracia para Viktor él mismo calló de su propia montura y se encontró en el suelo junto a su enemigo y ambos rápidamente de un salto se incorporaron.
Golpe tras golpe los dos intentaban hacer retroceder al otro sin demasiado éxito.
Viktor con las cos manos en su arma, una en el mango y la otra en la hoja, salvada del corte solo por un guante de cuero en su mano izquierda.
El caballero consigue por fin desestabilizar a Viktor con una fuerte patada directa la la mano de este que le hace tambalearse.
-¡Ha llegado la hora de tu muerte!- gritó el caballero al ver poco protegido a Viktor.
El siguiente golpe del caballero fue directo al cuello de Viktor, un poco de sangre se desliza por el hacha del alabarda.-
La alabarda del caballero solo alcanzó un poco el hombro de Viktor pues fue detenida por la mano de Viktor, la cual logró agarrar la parte más alta del mango.
-¿Pero qué...?-
-Idiota, ¿creías que me matarías con un golpe tan simple?- Declaró Viktor mientras ponía su espada en el cuello de su enemigo.
El caballero rabioso gruñó y refunfuñó
-Siéntate ahí y no te muevas- Le dijo Viktor montándose en su caballo de nuevo, sin dejar de apuntar con su hoja el derrotado enemigo. Le había quitado el escudo y la alabarda, pero no contento con esto, tras subir al caballo dio una palmada al otro caballo para que saliera corriendo.
-Quédese aquí señor caballero- Le dijo Viktor
-Que te jodan enano cabrón- Respondió bruscamente el pretencioso caballero.
-Bien dicho...-
Viktor se alejó rápidamente con el caballo del hombre al que acababa de derrotar,  y con él se dirigió una vez más hacia la puerta lateral dónde se encontraría con Gabi y Diego.
"Rápido, más rápido" se decía Viktor a si mismo.
-Vamos chico, tenemos que llegar- le dijo Viktor al caballo que acababa de conocer.
Viktor avanzaba como una exhalación entre el humo negro de los incendios extendidos y entre cadáveres que resonaban a metal y huesos rotos.
Llegando a las trincheras defensivas las siguió para encontrar la puerta.
"¿Dónde coño está la maldita puerta?" Se preguntaba mientras se le aceleraba el corazón al pensar que no podría ver a Diego, que se quedaría fuera de la gran muralla.
Siguió y siguió hasta que la logró ver a lo lejos, la puerta levadiza pero esta ya se estaba levantando.
-¡No lo voy a conseguir!-
Estaba muy lejos para llegar a ella, no lo lograría.
-Por favor, más rápido, ¡¡¡más rápido!!!-
El caballo como respondiendo a sus súplicas aceleró su paso.
70 metros 60 y luego 50
Flechas comenzaron a volar por los aires, algunas impactando en la muralla y otras que pasaron rozando a Viktor.
40 metros, 30...
Una del las flechas impactó directamente en en muslo derecho de Viktor.
-¡Dios!- Gritó Viktor.
20 metro y luego diez...
Viktor se puso derecho sobre el caballo, tenía que saltar a agarrarse de la parte más alta de la puerta, debía sobrevivir, debía reunirse con Diego.
Viktor se arrancó la flecha del muslo y la tiró, iba a mucha velocidad. Otra flecha se le clavó en el brazo derecho, pero esta ya ni la sintió, no sentía nada al despegarse del caballo y comenzar el salto hacia la puerta cerrándose.
No sentía nada, no sabía si lo había conseguido o si por el contrario había caído al foso i ahora mismo estaba ensartado y atravesado por numerosos palos afilados.
Cuando se quiso dar cuenta lo único que había llegado sano y salvo a la puerta era su mano izquierda la cual se había cogido con extrema fuerza a la puerta, la cual se iba a cerrar en poquísimos segundos, hábilmente se agarró con la otra mano y se impulsa con gran fuerza para meterse entre la puerta y el tope de esta.
A duras penas se mete y consigue salvarse de ser aplastado entre la puerta y la madera que la detenía, no sin pillarse la capa allí i romperla.
La consiguiente caída no le hizo mucho daño, pero cuando abrió los ojos tras esta vio a tres soldados con lanzas apuntándole.
"¿¡Quién sois?!" Gritó uno de los soldados.
"Viene conmigo" Gritó una voz desde detrás de los soldados.
Era Diego.
-Has tardado mucho hermano- Dijo Diego visiblemente preocupado.
-Ya, me he encontrado a un par de personas con las que me he parado a hablar- Respondió Viktor.
-¿Y esas heridas?- Preguntó Diego viendo el pantalón de Viktor, sucio de sangre a la altura del muslo y la flecha partida que le sobresalía del brazo.

En ese momento Viktor miró a los ojos a Diego durante unos segundos, pero tras esto Viktor se desplomó sobre Diego.
-Viktor, ¿qué haces?- Preguntó asustado Diego.
-Estoy un poco mareado...- Respondió Viktor, quedándose prácticamente inconsciente tras ello.

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