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10.- Carrera Hacia el Amanecer

La bestia había caído sobre las ruinas de la casa, golpeándose la garganta y la mandíbula con una pared medio derruida. Estaba atontada e incapaz de levantarse por la falta de una de sus patas traseras.
—Tenemos que matar a esta cosa. —Le dijo Viktor a Gabi mientras se agarraba el hombro derecho, totalmente descolocado y con un color azulado muy poco agradable.
—Creo que tengo un plan. —Le respondió Gabi. —pero necesitaría a Diego aquí. —Comentó apoyándose en la pared y descansando unos momentos.
—¿Para qué?¿No te sirvo yo?  —Preguntó impaciente Viktor.
—Tienes el brazo jodido Viktor, no vas a poder hacer demasiado. —Le dijo Gabi algo preocupado por este.
—Pero... —Intenta contradecirle Viktor.

De pronto la bestia intentó levantarse, pero apoyó su peso sobre su pierna cercenada y cayó de nuevo por el dolor entre alaridos y rugidos violentos. A esto Gabi y Viktor respondieron hechandose al suelo, detrás de unos tablones de madera que habían caído de las vigas del techo.

—No puedo ponerte el hombro en el sitio, que es lo que parece que necesites y a mí no se me da bien lanzar cuchillos. —Le dijo Gabi. —Además, mírame el brazo. —Siguió mostrando el su brazo, bañado de sangre y con la piel hecha jirones.
-¿Lanzar cuchillos?¿Para qué?- Preguntó Viktor.
- Verás, esta cosa parece tener un odio irracional a los crucifijos y a cualquier forma de estos, por ejemplo si con dos maderas se formará una cruz la bestia la atacaría- Aseguró Gabi. -Mi plan consiste en hacer que la bestia, como no tiene ojos, nos tenga localizados todo el tiempo con esos tentáculo. Nosotros la llevaremos hasta allí. —Dijo mientras alzaba la mano derecha en el horizonte, atravesando la única ventana que quedaba entera en la casa. Tras ella, en la lejanía y disimulado en la oscuridad, y solo distinguible pot la tenue luz del horizonte que comenzaba a parpadear en tonos iridiscentemente anaranjados y rosáceos; Una delgada torre de ladrillo cuyo cénit estaba rematado por una campana de hierro fundido bañado en bronce.
—La he escuchado tocar antes del ataque, si eso no lo derriba, no sé qué podría hacerlo... —

Viktor asomó la cabeza de entre las gruesas vigas para intentar ver algo más que resbaladizas escamas de monstruo, pero le fue imposible.
—Diablos Diego, ¿dónde estás?...  —Se dijo Gabi para sí mismo pero en voz alta.
Viktor se despegó de la pared y hechó una ojeada por todo lo que podía ver desde allí, que era bien poco pues la criatura, echada en los escombros le cubrían toda la vista.
Gabi apoyó la cabeza contra la pared de ladrillos que no se había derrumbado, estaba exhausto y había perdido muchísima sangre.
—Gabi, ¿estas bien? —Se detuvo Viktor.
—Estoy un poco mareado, solo eso. —Respondió este. —Pero no me puedo dormir, me duele muchísimo el brazo. —Dijo Gabi uma y otra vez, aparentado su herida.
—Enseguida vendrá alguien para ayudarnos Gabi, no te preocupes...  —Le dijo Viktor dándole esperanza a Gabi, que ya tenía los ojos cerrados y balbuceaba lo mismo que antes. Estaba sudado, manchado de sangre y polvo y respiraba fuerte, como un mulo cansado y herido, apoyado en una pared porque ya no puede moverse un palmo.
Viktor se separó de él y se giró a la criatura, agarró la espada con su brazo sano y la apoyó sobre su hombro derecho, pues con el brazo izquierdo no podía hacer nada y tan solo el valanceo al caminar era increíblemente punzante.
—¡Diego!¿Dónde estás?  —Gritó buscando a su hermano.
Viktor al no lograr ver por ningún lado a Diego se dispuso a subir encima de la criatura para aumentar su visión entre los escombros a los que no podía acceder por culpa de las partes del edificio caídas.
—¡Diego! —Gritó Viktor al ver el cuerpo de su hermano encima de una pila de ladrillos y maderas.
—¿¡Diego estas bien!? —Preguntó saltando desde la espalda de la criatura y cayendo sobre algunos ladrillos.
Viktor agarró a Diego por los hombros pero este no respondió, su cabeza quedó colgando y su respiración era pausada.
—¿Diego estás bien? —Le gritó de nuevo Viktor sacudiéndolo y dándole una bofetada.
Entonces Diego abrió los ojos de par en par y vio por un momento a Viktor, que esbozó una sonrisa antes de que Diego dijera débilmente "Viktor..." y diese un fuerte puñetazo directo a la mandíbula de este.
—¡Dios...! —Dijo cayéndose al suelo y agarrándose el mentón
—¡Viktor menos mal!¡Creía que habías muerto! —Dijo Diego entre lágrimas, pero esta vez de alegría. —Estas fatal Vik...—Añadió Diego mirando la cara sucia y ensangrentada de Viktor. Desde la nariz de Viktor se extendía una mancha rojiza de sangre seca que llegaba hasta la barbilla.
—Tranquilo Diego, estoy bien... —Aseguró Viktor mientras toca con su mano izquierda su hombro dislocado.
—Eso tiene muy mala pinta Vik... No creo que sea capaz de ponerte el hombro en el sitio. —Se lamentó Diego viéndolo.
—¿No? Venga, no será tan diferente de una nariz ¿no? —Intentó Decir Viktor entrecortado por fuertes dolores provocados por Diego, tocando su hombro.
—Esto... —Dijo sosteniendo de las manos a Viktor, que lo miraba extrañado.
Sin embargo el rubio siguió: "De verdad que lo siento mucho hermano..." y dio un estirón del brazo dislocado de Viktor.
Éste cayó de rodillas y gritó del puro dolor que incluso lo hizo marearse y vomitar bilis, ya que no había comido hacía horas.

El chico gemía de dolor en el suelo, pero por el grito de antes la criatura comenzaba a r volverse.
—Diego... —Dijo Viktor, intentando ponerse en pie. —Tenemos que hacer que la bestia nos siga a uno de nosotros hasta el campanario... Cuando escucha una campana, se queda atontado...
—¡Bien... Puedo llevarlo yo hasta allí!  —Aseguró Diego mientras de su cinturón sacaba un cuchillo fino pero muy afilado.
Viktor se dispuso a subir entre las piedras y maderas amontonadas para ponerse a la altura de la de la mirada de la bestia.

Diego agarró uno de los palos de madera que habían caído de la casa y chasqueó los dedos tres veces sobre este. Con cada chasquido disparaba chispas naranjas que en su tercer intento prendieron la madera en llamas carmesíes.
Viktor una ves más quedó asombrado, mirando como en la calle tras la casa derrumbada su hermano había improvisado una antorcha con ese extraño "poder"
-¿¡Viktor, estas bien!? —Dijo alguien sacando a Vik de sus pensamientos sobre Diego. La voz resultó ser de Violette, la cual sostenía a Addy. El chico había resultado herido tras intentar defender a Violette de Rul, el caballero de la maza que posteriormente se transformó en la bestia.
-¡-Violette!¡No sabes cuanto me alegro de veros. —Dijo Viktor alegrándose. —Necesito que me hagáis un favor! —Gritó Viktor prácticamente al lado de la cabeza del monstruo, el cual estaba confuso por el golpe y con la boca choreando negra sangre desde sus lenguas. A cada grito Violette veía como los rosados apendices craneales de ser se espremecían.
—¿Qué necesitáis Viktor? —Gritó la chica mientras dejaba a Addy apoyado en una pared, este se sostuvo de pie, pero con algunas dificultades.
—Necesito que me ayudéis. —Gritó. —¿Ves a ese chico de allí? —Dijo Viktor refiriéndose a Gabi, que estaba apoyado en la pared de la casa. —Llévatelo dentro del castillo —Siguio gritando Viktor.
—¡Enseguida señor! —Respondió está rápidamente, pero quedándose de piedra al ver al chico, cubierto de tal cantidad de sangre.

En ese momento el cielo pasó suavemente de un negro grisáceo sin apenas luz a un suave color naranja con tonos de azul y nubes grises.
La claridad del cielo pronto se tornó en claridad a la hora de observar su entorno y comprobar hasta que punto la bestia había destruido todo, además claro, de observar a esta misma la cual era grotesca hasta límites insospechados, mas al menos ahora podían observarla con claridad.
Aún con la tenue luz del alba, Diego siguió zarandeando la antorcha desde la calle trasera para que la bestia le prestara antencion y poder llevarlo hasta la Iglesia.

Violette, tras unos segundos de vacilación, agarró a Gabi, que aunque era delgado, también era bastante más alto que ella. Lo logró sacar hasta la calle, pero estando cerca del medio la muchacha cayó arrodillada, por el peso y un agudo dolor en en final de su columna. Pero entonces alguien gritó tras ella. Era Addy, en el suelo, herido y aparentemente inconsciente. A su lado se erguía una figura, algo demacrada, con armadura y lanza. Era el caballero conocido como Gul, al que Gabi había disparado.
—Malditos... —Dijo este sosteniendose con la lanza y tapando su herida del vientre. —¿Qué le habéis hecho a mi criatura? —Dijo apuntando su lanza contra Violette, la cual intentaba que Gabi despertara sin mucho éxito.
—¡Fulana! —Gritó. —Sueltale y largate de aquí. —Dijo clavando la lanza en el suelo, justo al lado de la cabeza de Addy. Pero esta no obedeció inmediatamente, sino que observó la lanza y al chico que llevaba encima, no le conocía, ni tampoco a Addy, pero algo le decía que no devía dejar morir a ninguno.
—Monstruo —Le llamó mientras dejaba al pobre Gabi en el suelo con mucho cuidado.
—¡Maldito loco!  —Le dijo Addy, con pocas fuerzas desde el suelo mientras le agarraba la pierna al caballero con la mano que todavía podía usar.
El caballero se limitó a pisarle la cabeza al chico hasta que dejara de agarrarle.
Pero Addy no lo soltaba, se resignaba a ello. Su cabeza estaba contra la tierra y la sangre se mezclaba con esta, pero no lo soltaba.
El caballero apoyó su eso en el cuello del muchacho y solo consiguió que le agarrara más fuerte, pero con tanto peso y si seguía pisándole el cuello eventualmente le rompería la tráquea.

—¡Addy! —Gritó la chica, lanzándose a socorrer al muchacho. Gul se apartó de Addy y cuando Violette se acercó para socorrerlo, alzó el mango de su lanza y la doblegó con golpes en la espalda. —Honorable lo que intentáis hacer mujer... Pero vos ya habéis llegado muy lejos. —Aseguró el caballero sacudiendo la lanza para asestar el golpe de gracia sobre ambos.

Sin embargo Violette de un empujón sacó de allí a Addy. Cogió la espada del chico y la desenvainó para enfrentar al caballero. Tenía toda la cara sucia de polvo y sudor y la ropa desgarrada y manchada de sangre de Addy y Gabi. Pero aunque las manos le temblaran siguió allí frente a su enemigo. No sabía blandir la espada e incluso ni podía levantarla como es debido. El caballero se acercó a ella, e igualmente y pese a que ni tan siquiera sería capaz de hacer nada se lanzó al ataque, a terminar con ella, que con los pies tembloros levantaba la cabeza en pos de detenerlo. Sin embargo el caballero con un golpe de lanza le quitó la espada y con un segundo la golpeó en la cabeza. Esta cayó al suelo con la cara cruzada por sangre que caía desde su pelo.

Veía borroso y estaba desorientada, en el suelo, dolorida. Y tras ella estaba el caballero, que la agarró de uno de los tobillos y la arrastró hacia él: "Esos ojitos tan bonitos... Haré buen uso de ellos... te lo aseguro..." Le susurro cuando ya la tenía a su altura.

Pero entonces la bestia rugió porque se había fijado por fin en Diego, que no había parado de agitar la antorcha.
Todo el mundo hizo silencio, la bestia comenzaba a  desperezarse y Gul detuvo su ataque para contemplar lo que les él era la máxima expresión de belleza.
Tenía agarrada a Violette todavía del tobillo, pero ella con vista silbada solo podía pensar en arrastrarse lejos de él, rompiendo su falda a la altura de la rodilla y manchando de sangre el vestido.

La bestia rugió de nuevo y Diego que la encaraba dio un par de pasos hacia atrás, sin bajar la antorcha, pero ya no podía divisar a Vik sobró el derrumbamiento. Pensó por un segundo que se había caído cuando la bestia comenzó a moverse, pero de pronto, desde una calle estrecha y oscura a su derecha apareció un corcel negro, montado por un hombre con armadura de cuero y hombreras de metal. El hombre con los "Ojos Rojos"
—Vik... ¿Qué vas a hacer? —Preguntó Diego desconcertado.
—Ahora lo verás... —Respondió

Tras otro rugido de la bestia el Gul agarró con más fuerza la lanza, furioso al ver las heridas de la criatura.
—¡Ahora sí. —Gritó. —¡Morirás!  —Dijo el caballero furioso, levantando la lanza apuntada hacia el pecho de la muchacha. Pero entonces este salió disparado hacia la otra punta de la calle dejando tras de sí una sebulosa de sangre y partes de su armadura, así como su lanza y hasta el polvo que llevaba encima.
La bestia había estirado su pata y le había propinado al caballero tal coz que su cuerpo se había deshecho en el aire.
En el edificio de enfrente se observaba un trozo de pared hundido con lo que difícilmente se podría reconocer como un cuerpo humano pegado a esta. Las piernas del hombre estaban intactas aunque ensangrentadas y temblorosas, como con espasmos. Su torso y sus brazos eran un puré sanguinolento de órganos y huesos pulverizados mezclados con partes metálicas de su armadura. Su cabeza estaba en parte intacta, su pelo estaba lleno de sangre, igual que sus ojos y su nariz. La parte baja de la cabeza, junto con su mandíbula estaba destrozada.
Los ojos de este, oscuros miraban con agonía a la bestia. Aunque había muerto, ni las piernas dejaron de temblar ni los ojos de observar pues se habían quedado congelados dentro de esa pasta que antes era una persona.
Violette al observar la amalgama sanguinolenta que había al otro lado de la calle, fácilmente visible ahora por la mañana. Intentó retener lo que sentía, pero vomitó igualmente por la horrible visión y cayó al suelo desmayada.

"Diego" Dijo Vik. "Correréis con Níveo hasta el campanario y para cuando tú llegues, tocaré las campanas" Siguió.
Diego le miró y dijo: "¿Seguro que sin caballo puedo huir de él?"
Viktor miró a la criatura y respondió asintiendo con la cabeza.
—Le falta una pata, no creo que te sea un problema. —Dijo, pero en aquel momento la bestia alago una de sus heptadígitas manos hasta el lado del caballo de Vik, asustándolo.
Tan solo había colocado la mano y había hecho saltarla tierra.
—Quizá necesitemos los dos un caballos... —Dijo Diego mirando a Viktor asustado.
—No, le respondió agarrándole la antorcha de la mano. —Necesitas esconderte y yo llevar a este hijo de perra al campanario.
Viktor apartó a Diego con el pie, echándolo a un lado de la calle y agitó con fuerza la antorcha.

La bestia se fijó en él abrió las fauces, voraces e inmensas.
—¡Diego! —¡Busca un caballo cuando nos vallamos y ve a la iglesia, toca las campanas si yo estoy distrayéndolo!
Y acto seguido un centenar de piedras salieron volando como proyectiles pues la bestia se puso a cuatro patas y comenzó a perseguir a Viktor.

Diego miró a la su derecha, por dónde se había ido Viktor y en ese preciso momento una enorme mano con afiladas garras se apoyó en el suelo haciendo que este se levantara de nuevo el suelo.
La bestia se había puesto en marcha, primero con sus enormes brazos y luego con la pierna que tenía entera y con la rodilla de la pierna que no lo estaba. Està tenía un grotesco tajo que le había cercenado por completo hasta el hueso, que parecía muy fino para lo grande que era la criatura.

La bestia ahora se dirigía a por Viktor, el cual galopaba rápidamente sujetando las riendas con su mano izquierda, la misma con la que agarraba la antorcha y dejando reposar su espada en la vaina de su cintura.
Rugiente, la monstruosa criatura se movía golpeando el suelo tanto con sus manos como con sus rodillas, levantando el suelo y rompiendo edificios por allí donde pasaba. Haciendo que las esquirlas de estos ametrallaran las calles como el granizo a la uva.
—¡Vamos idiota, sígueme! —Gritó Viktor para provocar aún más al monstruo y que no perdiera el interés.
La bestia se balanceaba golpeando los edificios destrozando sus fachadas, pero Níveo galopaba fuertemente en línea recta por la calle, sin amedrentarse de la gigantesca bola de humo y violencia que lanzaba brazadas potentes que impactaban justo a su lado y hacían que pequeños trozos de suelo de se hicieran en el aire.
"¡Joder nos va a pillar...!" Pensaba Viktor cada vez que la criatura golpeaba el suelo. Lo llevo hasta la histeria y cada segundo era una vida. Cada golpe en el suelo era más furioso y descontrolado, imparable e impasible, a ese ritmo los manotazos de la criatura alcanzarían a Viktor antes de llegar a la iglesia.
—¡Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos!— Le decía al caballo, que corría como ningún otro corcel había corrido nunca.

Viktor se giró para observar cuánta ventaja le lleva a la criatura a las 300 yardas del inicio de su carrera mortal al amanecer. La garra de la bestia cayó violentamente a un escaso palmo del rostro de Viktor el cual se queda aterrado.
—¡Mierda, mierda, mierda, mierda! —Gritó Viktor realmente está asustado, la bestia le podía pillar en cualquier momento.
Níveo siguió galopando, más fuerte que antes, más violento, incluso el caballo sabía que les ocurriría si la bestia les alcanzaba.

Llegaron a una plaza con empedrados de piedra en la calzada y rodeada de casas. En su centro había una fuente y Níveo, ni corto ni perezoso en lugar de rodearla la saltó por la parte más baja y al caer al suelo sus cascos de acero estallaron en chispas contra la piedra.
Viktor de nuevo pensó que le sacarían algo de ventaja, pero vio como por encima de él volaba la estatua de la fuente y el propio depósito de piedra de esta y explotaba contra el edificio de enfrente, haciendo una cascada de polvo que caía a la calle.
Niveo lo esquivaba como podía pero cuando Vin se giró vio a la criatura erigirse derecha entre los edificios y arremeter con todo su peso contra el asfalto y luego levantar violentamente todas las piedras que ametrallaron de nuevo los esificios adyacentes y la calle en la que estaba Vik.
Estallaban el suelo como bombas de pólvora negra y reventaban fachadas como si fueran cerámica. Incluso Viktor tuvo que detener una con la propia antorcha para que Ena hirieran al caballo, perdiendo la antorcha en el proceso y casi cayéndose de níveo.
Consiguió subirse, pero el corcel se tuvo q ye detener unos segundos en los que intentó recuperar el aliento, pero la bestia se habí estado acercando y tuvo que estallar en carrera de nuevo.

Viktor pasó rápidamente por un cruce, en el cual se incorporaron a sus lados dos jinetes más, soldados de Gabino los cuales vinieron a ayudarle.
"¡Debemos llevarlo a la iglesia!" Gritó Vik mientras los soldados a caballo se ponían a la par con él.

Ya ni siquiera se lograba divisar a la bestia, más allá de sus gigantescas garras porque una sube de polvo la ocultaba casi totalmente. Los brazos eran lo único suficientemente largo y grimostesco para que se apreciara de este cuando lanzaba manotazos para acortar distancias.

—¡Gambino nos ha dado esto para que te ayudemos! —Dijo uno de los soldados mientras ambos apuntaban a la nube de polvo con unas ballestas pesadas.
Ambos dispararon los negros virotes, pero no parecieron surtir ningún efecto.
La bestia aún habiendo recibido dos flechazos no se detuvo ahí y rugió.
La bestia lanzó otro poderoso golpe, éste sin intención de ayudarle a moverse.
Este manotazo pilló de lleno al soldado que se encontraba a la izquierda de Viktor, a su misma altura, aplastando tanto al animal como al jinete.

El otro soldado gritó al ver que su amigo quedaba aplastado bajo la mano  de la enorme bestia. "Fredd" debió llamarse el joven soldado, pues el otro integrante de la pareja de soldados gritó ese nombre en repetidas veces al verlo.
—¡Mierda! —Gritó Viktor al observar que lo único que había escapado de las zarpas era la cabeza del caballo el cual agonizaba y relinchaba por el golpe.
Por suerte tanto Viktor como el otro soldado lograron dejar atrás a la criatura que se detuvo, dejando que toda la nube de tierra la escondiera.
"Podría haberme agarrado a mí en lugar de a ese hombre..." Pensó Viktor, y de tan solo el oso de ese pensamiento por su cabeza sus tripas se revolvieron.

La cabalgada se prolongó unas decenas de yardas más hasta que ambos llegaron a una plaza mucho más amplia y rectangular. En el centro de esta había una iglesia construida de gruesos ladrillos y con tejas rojas como las de el resto de la ciudad.
—¡Vamos, se debe acercar para que ellos lo tengan a tiro! —Aseguró el otro soldado con lágrimas en los ojos.
—¿Ellos? —Preguntó Viktor desconcertado.
—¡Sí, ellos! —Dijoel soldado señalando a los tejados de las casas adyacentes a la iglesia, las cuales estaban repletas de soldados con ballestas preparados para disparar a la criatura en cuanto apareciera. Todos vestían tonos oliva, amarillos y negro.
—¡¿Quienes son?! —Pregunto Viktor desconcertado de nuevo.
—¡La banda del Pardo! —Gritó el soldado, intentando quitarse las lágrimas de los ojos. —¡Pueden abatir a la bestia co tanta fuerza de disparo!
—Muy bien entonces nosotros solo tenemos que tocar la campana para aturdirlo y que lo acribillen! —Dijo el chico descabalgando del caballo a la puerta de la iglesia. Rompió la cerradura con el pomo de la espada y abrió la puerta con una patada. Pero antes de que pudiera entrar Viktor fue interrumpido por un sonido particular el cual recuerda a las rocas que sus enemigos lanzaron para intentar destruir la muralla.
—¿Qué es eso? —Gritaron algunos solados al divisar lo que recorría el cielo con furiosa saña.
—No puede ser...
Las cara de incredulidad eran equivalentes a las de repugnancia al darse cuenta de que lo que recorría el cielo no era otra cosa que el caballo que había agarrado la criatura, co su jinete todavía montado aunque aplastados ambos y solamente reconocible de ellos parte del caballo y el torso humano en este, uno imbuido en el otro y fusionado a en una repulsiva carnicería propia de las pesadillas delos más repulsivos seres. Tras de sí una estela de sangre salía de él hasta estrellarse de lleno contra la gran campaña de cobre la cual repicó con tanta intensidad que la propia criatura cayó de rodillas agonizante, pero también todos los soldados que intentaban dispararle.
—¡Cuidado soldado! —Gritó Viktor al ver como los restos del caballo y del soldado caían tras tremendo golpe.
—Pero el soldado se quedó ala puerta del templo y ca gran carnicería lo aplastó a él también, salpicando toda la puerta y el interior del sangrado lugar..
Viktor no gritó al ver esto, solo se agarró el torso y las arcadas le consumieron, hechando bilis sobre las pierdas del interior del austero lugar.

—¡Eres un hijo de la grandísima puta! —Le gritó Viktor a la bestia, la cual se mantuvo fuera de la plaza.
"¿No entra...?Puede que sepa que hay soldados en los tejados esperado a que entre para disparar..." Pensó entonces.
Viktor prefirió seguir hasta la torre de la campaña para comenzar a tocarla cuanto antes, pero al intentar subir la escalera de madera con un solo brazo, por el dolor de i tentar usa el segundo se detuvo.

En ese momento la bestia entró en la plaza furiosa y dio un golpe con ambas manos a los dos edificios que había a sus lados, haciendo que los soldados cayeran entre los escombros de los últimos pisos que había pulverizado.
"Es inteligente..." Pensó Viktor aterrado, y con fuerte determinación sólo pudo seguir adelante y subier la escalera con todas sus fuerzas pese al tremendo dolor.

La bestia se arrastraba lentamente por el pavimento de la plaza, levantándolo a su paso con sus rodillas y sus manos.

Sin previo aviso el sonido de que algo sobrevolaba a Viktor volvía a aparecer, esta vez con forma de flecha que impacta repentinamente en la frente de la criatura.
Viktor observó a la persona que ha disparado la flecha, una mujer con un traje verde y con un gran sombrero también color verde.
Querría agradecérselo, pero ella estaba fuera de la iglesia y solo la pudo ver por una lequeña ventana.

Tras esto Vik siguió subiendo y cuando llegó a la cima agarró la soga de la campaña ensangrentada y la sacudió con fuerza.

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