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Sueños | P. Jimin

Justo a-así, más rápido. Cariño, ve más rápido y... te daré tu recompensa Tu amado gimió en el momento en que introdujiste nuevamente su miembro en tu boca.

Recién eran las ocho de la mañana, pero si Jimin se despertaba tras un sueño subido de tomo, no existía forma alguna en la que pudiera continuar durmiendo sin alguna ayudita de tu parte.

Su cabeza se hundía en la almohada mientras algunos mechones de cabello se pegaban en su frente producto de la fina capa de sudor que decoraba su rostro y cuerpo en general. Sus ojos estaban fuertemente apretados al igual que el agarre por parte de su mano derecha en tu cabello, manteniendo un continuo vaivén de arriba a abajo y viceversa.

Así llevaban un buen rato.

Tus manos buscaban equilibrio apoyándose en sus fuertes muslos. Una sesión mañanera con Jimin era realmente agotadora, cada vez que sucedía, no podías levantarte por bastante tiempo gracias al inmenso cansancio que invadía tu cuerpo.

Jimin elevó su pelvis provocando que su miembro penetrara tu boca con fuerza. Te incómodo un poco aquella sensación de invasión repentina, pero rápidamente seguiste con tu trabajo. La posición en la que te encontrabas no era la mejor, pero con tal de ayudar a Jimin (y de paso satisfacerte a ti misma), hacía que valiera completamente la pena.

Fuertes estocadas volvieron a invadir tu boca, al parecer tu novio había despertado con mucha energía y jovialidad. Tu boca incluso dolió producto del cansancio, el trabajo de hacer una felación era duro.

Jimin levantó sus cabeza para observarte entre sus piernas y sonrió con sus mejillas teñidas de un sutil rosa. Esa imagen de ti, con tus cabellos corridos tras tanto agetreo más tu pijama descolocado, lo volvía loco en toda la expresión de la palabra. Los movimientos aumentaron su velocidad, sentiste como los músculos bajo tus palmas se tensaban y de pronto el preservativo que rodeaba su miembro se sentía más caliente.

Había liberado su esencia en aquel objeto de látex con sabor a fresa.

Comenzó a bajar la intensidad de sus movimientos y debilitó el agarre de su mano derecha.

Aun así, los movimientos siguieron continuos, lentos y precisos, pero ligeramente molestos para tu cavidad ya maltratada y agotada. Jimin se apiadó de ti dejando a tu boca descansar.

Ven, amor, ya es hora de que tomes un descanso. Puedes tocar lo que quieras mientras yo continuo con el trabajo, ¿sí? Palmeó el espacio vacío a su lado para que te acomodaras ahí, obviamente no desperdiciarías su propuesta, así que con rapidez te moviste hasta ese lugar.

Comenzaste a acariciar su torso sobre su playera, delineando cada parte y formando una imagen en tu mente sobre lo que cubría ese fino trozo de tela.

Jimin dirigió su mano derecha para deshacerse del preservativo y, esta vez, seguir con la tarea de poder llegar al clímax por segunda vez. Le costaría un poco sin tu ayuda y tras haberse corrido, pero nada que unos movimientos más bruscos no pudieran solucionar. Lo había logrado la primera vez, mayormente gracias a a ti, pero tendría que apañarse con sus manos esta vez.

Eres un chico muy juguetón. ¿No lo crees? Trasaste una línea con la yema de tu dedo índice, desde sus clavículas hasta su abdomen. Ya estabas debajo de la ropa para sentir mejor su piel.

Claro que sí Jadeó gracias a la sensibilidad que albergaba su cuerpo—. Cuando te escabulles en mis sueños... N-no hay manera en la que pueda evitar ponerme así. Eres tan linda, con tu boquita Su mano comenzó a moverse—, tus labios... De arriba a abajo, así varias veces en poco tiempo. Las venas de su mano que hacía la labor resaltaban a simple vista— Me vuelves loco Gimió echando su cabeza hacia tu dirección.

Fue una acción rápida, enseguida sentiste sus abultados labios juntarse con los tuyos, moviéndose con desesperación y anhelo de conseguir más. Su mano libre se dirigió a tu zona baja y no pudiste evitar gemir cuando te comenzó a acariciar por sobre la tela de tu pantalón de dormir.

Luego de una extensa sesión de besos terminaron acariciándose mutuamente. Tu mano terminó en el miembro de Jimin y sus dedos acabaron acariciando tu feminidad. No se podía decir con exactitud quien de los dos estaba más cansado, pero de que eran un lío, lo eran, y uno bastante notorio a decir verdad.

La sinfonía de gemidos en su hogar podía llegar a despertar a los vecinos que aún no despertaban, pero sabían acallarlos con fogosos besos. Y qué mejor que un momento íntimo después de un gran sueño.

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¿Recuerdan de quién era el relato que sigue? 👀

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