Oh, Luke, pequeño, tierno y sensible Luke. Los días, las semanas, los meses pasan más rápido de lo esperado. En tan sólo unas semanas ya te creaste un nuevo mundo, un nuevo paraíso, una nueva locura. Oh, Luke, ¿Todavía lo extrañas, no?

Oh, Luke...

Qué pena, qué dolor, qué tristeza.

Pequeño de cabellos azabaches, ¿De verdad creíste que lograrías encontrar la verdad que prometiste esconder?

Oh, querido Luke, tú no eres Noah, tú nunca podrás ser él.

El amor que con tanta fluides sentían el uno por el otro se esfumó el mismo día que Noah dejó de existir.

Oh, Luke, deja de engañarte.

Noah no vendrá, no lo volverás a ver. Él ya no existe. ¿Acaso es tan difícil entenderlo? TÚ NO ERES NOAH.

No puedes vivir la vida que él no pudo vivir, simplemente no puedes.

Me encontraba sentado, observando atónito. Podía reconocer a Sam, a Avril, a Adam, a Keila y hasta a Morgan.

Todos los que se suponían tenían que estar en Estados Unidos estaban aquí.

Pero, a pesar de todo, no quería hablar con ellos. No porque no los extrañara, sino, porque algo dentro de mí no me dejaba confiar.

Sam era la más nerviosa. Miraba al piso constantemente y de vez en cuando levantaba su cabeza para verme con aquella cara de preocupación de quien siente que todo es su sulpa. Los demas intentaban hablar, animarme, pero debo admitir que el ambiente era totalmente pesado.

Toleré sus preguntas, su presencia, hasta sus risas. Pero seguía pensando en Luke, seguía pensando en él.

Podría decir que todo fue ""bien"", pero no. Porque de repente Sam estalló:

—YA BASTA, ¡JODER! DEJEN DE FINGIR, POR FAVOR. ¿Que no se dan cuenta? Dejen de fingir, dejen de hacer como si fuéramos amigos... Pe-perdón L-luke...— Sam rompió en llanto y dejó a todos asombrados y avergonzados.

Y yo no supe que hacer.

Adam fue a consolar a la chica, pero esta se negó, respiró hondo y continuó hablando.

—No, Adam, no. Luke, lo siento, ¿Sí? Sé que no recuerdas nada, y lamento eso. Pero ¿Sabes? ¡Así es mejor! Luke, ¡Ya no tienes por qué sufrir por él! ¡Ya no sabes lo que pasó! Y, ¿Sabes? ¡Todos, TODOS EN ESTA MALDITA HABITACIÓN CREEN QUE ESO ESTÁ BIEN!

—Sam, para... —Rogó Keila.

Yo me mantuve escuchando, porque mi ex mejor amiga siguió hablando.

—Todos creen que así está bien, pero no. No está nada bien. Luke, debes saber la verdad, aquel día...

—MALDITA SEA SAM, CIERRA LA BOCA DE UNA VEZ— Gritó Adam.

—NO, NO ME CALLARÉ. ÉL DEBE SABER TODO.

—LOS DOCTORES DIJERON QUE ERA MEJOR QUE NO RECUERDE NADA.

Miré a todos exhaustivo, ¿Qué me ocultaban? O más bien, ¿Qué le ocutaban a Luke?

Hasta que Avril lo dijo. Ella desencubrió todo.

—LUKE, TÚ NO ERES ÉL, NO ERES NOAH. SÉ QUE LO RECUERDAS, PERO, LUKE, NOAH MURIÓ. NOAH YA NO ESTÁ AQUÍ. NOAH SE FUE. SU CÁNCER ERA TERMINAL. TU MAMÁ QUISO ESCONDERLO PARA NO PREOCUPARTE MÁS, PERO, JODER, NOAH NO EXISTE.

Fue como una bomba justo en mi corazón. ¿Yo no existo? ¿Que soy Luke? ¿Noah es sólo invención de mi mente? ¿Noah, yo, morí? ¿Morí de cáncer?

Antes de que alguien dijera algo más, una imagen vino a mi mente, un libro, ese maldito libro.

Corrí hasta mi cuarto dejando a todos con las palabras en la boca.

Llegué a un mueble y rebusque hasta hallar mi libro, mi querido libro. Tomé a "Bajo la misma estrella" entre mis manos y busque la página de la muerte de Gus. Apenas abrí esta página, una nota calló al suelo.

Tomé entre mis manos el papel que decía "17/01"

Entonces entendí, comprendí todo. Con la nota en mis manos busqué urgente el celular, mi celular, y al fin pude escribir la clave. Desbloqueé el celular con exito, encontrándome con una sola aplicación en la página principal. Entré a Notas, y encontré aquel escrito. El mismo que me hizo recordar todo.

Y lo entendí. Yo era Luke, yo intenté suicidarme, y yo me había enamorado de Noah.

Yo iría al infierno por gay, yo había pasado años extrañándolo, yo era el que debió morir de cáncer. Yo era el que decidió comprar "Bajo la misma estrella"  porque le hacía recordar a él. Yo era el que había inventado todo, yo era el culpable de todo.

Unas lágrimas brotaron de mis ojos y mi vista se nubló.

De inmediato sentí las frías manos de una mujer tapar mi cara con un pañuelo y cómo perdía la consciencia.

Poco a poco una luz fue llenando mi visión, hasta pasar aquel tunel que nos conecta al otro mundo.

Una suave voz me hizo girarme y llorar de la emoción.

—Al fin llegas, no sabes lo mucho que te esperaba aquí arriba.— El pelirrojo sonrió y yo también lo hice. Nos tomamos de las manos y caminamos sin rumbo por las nubes.

—Al final, ¿El cielo también era para nosotros?— Pregunté.

—Siempre lo fue.