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Capítulo 7

—Bien... —susurra poniéndose de pie. Kaneís baja la mirada hacia el niño y le da una sonrisa—. No tardaré —luego de sus palabras coloca una de sus manos sobre los ojos de Matt, provocando que este caiga dormido en segundos. El mayor lo toma entre sus brazos y lo arropa, las punta de sus dedos le comienzan a arder, como fuego, al tardar mucho en cumplir la orden.

Sale de la habitación un minuto después, topándose con el espejo del corredor. Por más que intente ignorarlo, su reflejo le sonríe, teniendo en mente su próximo movimiento.

—No es para tanto, solo sígueme.

Noelia aún no ha vuelto, por lo que Andreu se encuentra preocupado. La ha intentando llamar y le envió mensajes. La única respuesta fue que volvería luego de un paseo con sus amigas. De una cosa está seguro, ella definitivamente está molesta y se irá a desahogar con sus amigas. Las cuales no se llevan bien con él, incluso, en más de una ocasión, han intentado convencer a Noelia de dejarlo. Lo consideran un parásito sólo por estar en casa y ni siquiera toman en cuenta su trabajo.

—¿Matt? —suelta al notar la puerta entre abierta. Está en la cocina preparando la cena y es muy raro la paz que inunda el ambiente, su hijo no se caracteriza por ser callado o jugar tranquilamente.

Sin importarle que el estofado huela un poco a quemado, él abandona la cocina para correr a la habitación del pequeño. El alivio llega al verlo dormido en su cama. Eso explica la falta de ruido en la casa, aunque el olor a carne quemada llega a él rápidamente.

La olla expulsa demasiado humo y la tapa se sacude con violencia debido a la presión. Andreu primero apaga el fuego y quita la tapa. El humo llena toda la cocina en segundos, provocando que su visión se limite bastante, incluso debe alejarse para lograr respirar aire puro. Pero, al caminar hacia la puerta, guiado por su memoria, termina chocando contra algo que no debería estar ahí. Al llevar las manos hacia el frente, en un intento por guiarse, acaba tocando la puerta que lleva al corredor. Sin embargo no consigue abrirla.

—Agr, está cerrada —se queja, creyendo que es una broma de Matt, sin embargo consigue ver una persona sentada junto a la mesada cuando intenta ir por la llave—. ¿Noe? –pregunta con un ligero temblor en su voz.

—No. —Esa voz grave provoca que todo su cuerpo se tense al mismo tiempo que un fuerte escalofrío lo recorre de pies a cabeza.

—Voy a llamar a la policía —amenaza, para luego dar un trote hacia la mesada, en donde descansa su celular. Sin embargo el intruso toma su brazo con fuerza, haciendo trizas los huesos, Andreu se muerde la lengua al sentir su interior tronar. El ruido hace eco en su cabeza, repitiéndose una y otra vez hasta que el dolor se presenta.

—¡Ahhh! —exclama desesperado. Su brazo no solo está roto sino que siente un calor abrazador envolver su mano. Cuando el agarre del contrario desaparece, él se apresura en sacar su brazo de la olla, observando su mano completamente roja y cubierta de alimentos chamuscados.

Para entonces el humo del ambiente casi ha desaparecido, haciendo que Andreu vea a su atacante. Kaneís se encuentra detrás de él, lo reconoce e intenta escapar. Pero el espectro lo atrapa en plena huida, tomándolo del cabello con una mano.

—Yo existo —murmura antes de golpear su cabeza contra la mesada. El hombre termina con una herida en la frente, la cual comienza a sangrar, creando un reguero que mancha su rostro. El otro lo suelta al escuchar la puerta de la entrada, Andreu está inconsciente, entonces Kaneís decide continuar con Noelia.

Ella deja sus cosas en la mesa de entrada. Sus amigas no estaban disponibles para salir, así que terminó regresando a casa.

—¡Adri, algo se quema! —alza la voz mientras revisa su celular—. Inútil —murmura cuando no tiene respuesta. En eso ve el dibujo del amigo imaginario de su hijo en la pared, se acerca mientras llama al niño y a su pareja. Ninguno responde. Al voltear se encuentra cara a cara con Kaneís, su rostro pálido y cabello alborotado le saca un grito ahogado a la mujer, quien intenta alejarse.

—¿Ya no te parezco tierno? —pregunta ladeando la cabeza. Noelia no contesta, se encuentra temblando, con sus ojos clavados en el espectro. Su mente no puede asimilar lo que ve o escucha, por lo que no puede reaccionar. Kaneís se acerca rápidamente, tomando su tobillo con fuerza y da grandes zancadas por toda la casa. El recorrido infernal termina con la mujer cubierta de golpes, raspones y rasguños, principalmente en sus codos y rodillas. Intentó resistirse, sin embargo su fuerza no se compara a la de su atacante, lo que dejó sus uñas ensangrentadas y rotas al arañar el suelo. Su cuerpo fue golpeado contra los muebles y las paredes, no una sino innumerables veces.

Cuando se cansa de jugar, Kaneís se detiene y observa su obra. Noelia respira apenas, por lo que termina tosiendo un gran coagulo de sangre que comenzó a formarse en el interior de su garganta. A pesar de su estado, ella continúa luchando por liberarse del agarre sobre su tobillo, mientras llama a su hijo y pareja. Sus palabras son apenas murmuros entrecortados que saben a sangre.

—¿Quieres a Andreu? Él te espera en la cocina —dice con normalidad—. Te ayudaré a llegar. —Él la levanta del suelo con facilidad, dejando la cabeza a unos centímetros de este. El cabello de Noelia se arrastra por el suelo mientras continúa sangrando. Las gotas manchan el piso y luego son barridas por las hebras de su cabellera desordenada.

Ella mueve sus manos vagamente con la esperanza de sostenerse de algo. Sin embargo siente escalofríos, su visión comienza a deteriorarse más y más a medida que toda la sangre va a su cabeza y escapa por su nariz y comisuras.

Kaneís llega a la cocina y la eleva un poco más, el pie de la mujer casi toca el techo gracias a la gran altura del espectro. Entonces suelta, un sonido sordo se escucha cuando el cuerpo de Noelia, principalmente su cabeza, se golpea contra el suelo. Ella cae junto a Andreu y ninguno se mueve, apenas luchan por seguir respirando.

—Ya han sufrido mucho —murmura dando unos pasos hacia la pareja. Dirige su mano derecha para terminar con el calvario. Pero la mano izquierda la detiene sujetando su muñeca.

—Y-Ya es su-suficiente... —La izquierda ejerce una gran presión y aleja a la derecha con dificultad—. No más, p-por favor.

—Yo decido cuando es suficiente.

Ambas manos ahora aprietan su cuello con ira reprimida. Él no puede morir, sin embargo el dolor es el mismo que cualquier persona pudiera experimentar. Su cuerpo le hace daño. Pero, por unos instantes consigue controlarse.

—¡No! —responde dando unos pasos hacia atrás. Pierde el equilibrio, por lo que rompe el espejo del pasillo con su cuerpo.

—Esto es ridículo. —Su reflejo desaparece entre las astillas de cristal. Por ahora se pertenece, pero sabe que solo es cuestión de tiempo para que él regrese. Más furioso y agresivo.

Kaneís pisa uno que otro cristal cuando ingresa nuevamente a la cocina. Se dirige al lavado, donde limpia las gotas de rojo que ensuciar su rostro y las manchas de sus manos. Una vez limpio vuelve a dejar la habitación para regresar con Matt. El pequeño aún duerme.

—Parece un angelito —susurra, son sus ultimas palabras antes de regresar a su comportamiento de mascota. Su postura se encorva y sus manos pasan a ser inútiles unas patas.

Aunque no necesite dormir y que nunca lo ha hecho, le gusta jugar a que está dormido. Cierra los ojos, dejándose absorber por la oscuridad por voluntad propia y, especialmente, le gusta fingir soñar. Es la única forma que conoce de escapar, al menos por uno momento.

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