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Capítulo 6

La mañana es sumamente tranquila, sin embargo Matt despierta al sentirse lo suficientemente descansado. Bosteza aun un poco somnoliento, se estira con pereza y su mano se encuentra con algo muy suave a su lado. El cabello blanco de Kaneís se enredaron entre sus deditos, entonces, al intentar alejarse, termina despertándolo.

—Uh, lo siento. ¿Y mamá? —pregunta mientras frota su ojo derecho—. Ella o papá me despiertan para ir al jardín.

Kaneís se levanta de la cama para seguir al niño, su cabello se encuentra más alborotado de lo normal. Él ve a Matt correr hacia la habitación de sus padres.

—Mamá, papá —alza un poco la voz cuando no recibe respuestas. Además queda sin aliento al ver el gran bulto en el centro de la cama de sus padres. Un enorme y asqueroso gusano blanco, retorciéndose sobre el colchón, le saca un grito agudo y ensordecedor.

Kaneís cierra los ojos y aguanta, ya que no tiene oídos los cuales tapar. El niño corre a él para terminar colgándose por su cuello, casi lo hace caer sentado debido a esto.

—¡Esa cosa se los comió! —El mayor sonríe y acaricia su cabello, pues solo la falta de luz y la gran imaginación de Matt son las cosas que lo asustan—. M-Mátala.

El cuerpo de Kaneís se estremece y una sonrisa involuntaria aparece en su rostro, siempre siente algo así cuando él toma el control. Sin embargo se llena de valor para desafiarlo, solo necesita unas palabras para hacerlo.

—Son sábanas. —Inmediatamente después su garganta se cierra y un insoportable ardor se extiende en la zona.

—¿Que? —Matt se separa lentamente para ir a la llave la luz. La habitación se ilumina en segundos y el gran bulto resulta ser las sábanas de la cama. Rápidamente se acerca al ver la cabellera de su madre sobresalir. Al tocar las sabanas éstas se desenvuelven solas, dejando descubiertos a Noelia y Andreu, quienes continúan dormidos. Él no sabe como terminaron así, pero solo tarda un instante en sacudirlos con energía.

Los movimiento son como terremotos para Andreu y este termina cayendo de la cama cuando Matt patea su espalda. Toca el suelo con fuerza y se pone de pie con la misma rapidez.

—¿Matt? ¿Qué pasa?

—No fui al jardín —responde mientras continúa empujando de su madre. Ella, al despertar, sonríe hacia su niño y lo atrapa en un abrazo.

—Alguien despertó temprano —susurra, entonces deja muchos besos en las mejillas del pequeño.

—No, es tarde. —Andreu le enseña su celular, ellos debieron despertarse hace una hora para alistarse—. Vamos, todavía tenemos unos minutos —dice saliendo de la habitación y llevando a Matt en sus brazos. Ambos de darán un baño mientras Noelia también se alista y prepara el desayuno para el camino.

El pequeño es llevado de aquí para allá por sus padres, lo duchan, le colocan el uniforme, lo llevan al auto y su madre le coloca un sánduche en su boca. Ambos se relajan un poco cuando ya están en camino. Pero la duda se instala.

—¿Por qué el despertador no sonó? —se pregunta Andreu.

—Yo estoy segura que coloqué el mío —murmura Noelia—. ¿Qué pasó anoche? Recuerdo que-

—Estábamos discutiendo. —Las manos de Andreu se aferran con fuerza al volante.

—Si, es cierto —responde ella apretando los dientes. El ambiente agradable cambia repentinamente y Matt deja de comer cuando ellos vuelven a discutir.

—¿Qué hiciste ahora? ¿Por qué no recuerdo ir a la cama?

—¿Ahora todo lo que pasa es mi culpa? —cuestiona Andreu.

—No, tienes razón. Mejor hablemos luego, ahora podemos chocar. —Justo después de hablar, Andreu frena de golpe, haciendo que ella y Matt suelten un grito corto. Entonces ven a un cachorro continuar su camino, corriendo al otro lado de la calle y logra llegar de forma segura. Noelia voltea hacia Andreu un momento después y abre la puerta del coche.

—Espera Noe-

—Iré caminando, el gimnasio está cerca. Que Maty no pierda la clase —ordena antes de continuar.

Un silencio corto se instala en el lugar, el sonido de la paz. De repente Andreu gira, su mente creando la imagen de su pequeño azul por la falta de aire y con un trozo mal masticado de comida atorado en su garganta. Pero Matt le da una sonrisa luego de acabar con el sánduche entero. El aire regresa a los pulmones del hombre, aunque la adrenalina ya fue disparada a todo su cuerpo, haciendo que sienta un incómodo cosquilleo.

—¿Nos vamos o no? —pregunta el niño ladeando la cabeza.

—Si, claro —contesta dándole una sonrisa. Él pone el auto en marcha y continúa hacia el jardín, aunque la duda no deja que sus pensamientos estén en orden.

—Papi.

—¿Qué pasa?

—¿Ustedes siguen enojados? —pregunta el pequeño jugando con sus deditos.

—No, no estamos enojados. Solo confundidos por lo que sucedió —responde soltando un suspiro.

—Pero fue Ka —insiste haciendo a su padre detener el auto. Al menos ya están en el estacionamiento del jardín.

—Escucha, él es un amigo imaginario y solo tú puedes verlo y escucharlo. No existe para nosotros.

—Pero-

—Vamos, ya deberías estar dentro con tus amiguitos. —Andreu deja la charla para bajar del coche y abrir la puerta trasera. Matt baja de mala gana, este humor se mantiene por el resto de la jornada, haciendo que su maestra le pregunte al padre al respecto a la hora de la salida.

Andreu promete que hablará con él, aunque ya sabe la razón. Al llegar a casa intenta hacerlo, prometiendo que le hará papas fritas. Sin embargo Matt camina hacia su habitación y arroja todas sus cosas el suelo.

—Si existe, yo lo veo, lo escucho —murmura entre dientes mientras camina de un lado al otro frente a la cama. Kaneís se encuentra acostado sobre el colchón y mira al pequeño ir de un lado al otro.

—¡Ya sé! —exclama dando vuelta y le sonríe al espectro—. Quiero que ellos te vean.

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